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El honor villano, los roles de género y la estratificación social en Peribáñez y el


Comendador de Ocaña y Fuente Ovejuna.

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Zoila Yovanna Clark


Florida Atlantic University
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El honor villano, los roles de género y la estratificación social en Peribáñez y el Comendador

de Ocaña y Fuente Ovejuna

Zoila Clark

Florida Memorial University

Este es un estudio histórico-literario de dos comedias de Lope de Vega que muestra de

qué forma el honor y la honra evidencian roles de género diferenciados en la creación

de la identidad española como nación estratificada o de castas. Dichas sociedades

estratificadas siempre necesitan de un mecanismo social que resguarde la distinción de castas,1

según los estudios sociológicos de José Antonio Maravall y el análisis detallado de Américo

Castro. De ahí que, durante la Edad Media, la inmovilidad social logre mantenerse a través de la

nobleza hereditaria por designio divino. Sin embargo, al cuestionarse la infalibilidad papal

durante el Renacimiento, surge como consecuencia la fe en el progreso individual que origina

una burguesía caracterizada por su movilidad o ascenso social. Walter D. Mignolo incluso sitúa

el inicio de la globalización en el siglo dieciséis y de: “a global gender /sex hierarchy that

privileged males over females and European patriarchy over other forms of gender configuration

and sexual relations (18)”.

Este gran cambio, conocido como el comienzo de la Edad Moderna, origina ciertos

cambios en las instituciones que protegen el orden social jerárquico. Por un lado, la Iglesia

Católica se ve obligada a adaptar su doctrina al libre albedrío dentro del plan divino, y por otro

lado, la monarquía, aparte de mantener el orden y armonía medieval, también debe hacer

concesiones en cuanto a la movilidad social. Sin embargo, se conserva a los villanos y a las

villanas en el campo por ser el trabajo de ambos la base de la economía del país y el matrimonio

cristiano entre gente de su mismo estrato social para guardar el orden social y la pureza de
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sangre. Además, al expulsarse a los musulmanes y judíos de la Península Ibérica en 1492,

España quedó habitada por un gran número de soldados que lograron la Reconquista, artesanos y

los villanos labradores. Américo Castro afirma que España tuvo un Renacimiento distinto, pues

se denigran las labores ejercidas por los musulmanes (la política, el comercio, la manufactura, las

ciencias, y otras manifestaciones creativas) y las de los judíos (los préstamos, los negocios, las

letras y otras actividades intelectuales). La ruptura de la convivencia y pugna entre cristianos,

moros y judíos “creó un nuevo sistema de valoraciones y desestimas sociales, fundamento del

nuevo aspecto en que aparece la honra en el siglo XVI y XVII, y su correlato: la opinión” (De la

edad 76) para crear la identidad española como casta honrada de villanos y soldados. Tenían que

resolver sus conflictos y vivir en armonía como una sola casta que tenía incluso la misión de

extender el reino de los cielos en toda la tierra, como buenos hijos de Dios y de España.

Juan Ignacio Gutiérrez Nieto comparte la visión que presenta Maravall. No sólo afirma

que la corona “propicia una literatura favorable a la actividad agraria” y que por este motivo el

teatro llega a contraponer el campesino al hidalgo, sino que el teatro presenta al villano rico que

paga sus impuestos como portador de honra,2 “espejo y modelo del agricultor” (889). Esta

integración del teatro a las estrategias gubernamentales, según señala Juan María Marín, se da

por el interés burgués que establece el propio Lope en su Arte nuevo de hacer comedias (1609),

ya que usa el tema de la honra porque “era la moda, „lo comercial‟ ” (22). Lope también elaboró

su comedia con “muchísima acción, tal y como exigía el espectador de la época” (23), lo cual

indica que el honor como virtud heredada y la honra o reputación del individuo eran vitales en el

mundo barroco y tienen un trasfondo de roles de género que modelan la nueva estructura familiar

de la villanía. “La honra era la señal de identidad, de pertenencia a un grupo social concreto”

(26), nos dice Marín, y, además, el modo de recuperarla estaba reglamentado por la tradición.
3

Asimismo, Kwame Anthony Appiah reconoce que existen estos dos tipos de honra o

respeto: una entre las personas nobles y otra meritoria, que él llama de reconocimiento positivo

(13-4). Consecuentemente, durante el siglo áureo se trata de que los villanos y villanas deban

ganarse la honra para ser integrados a la nación española como seres dignos de respeto y que los

nobles la conserven a través de su lealtad a la corona, pues de no hacerlo son castigados con el

repudio, el ostracismo y hasta la muerte. La importancia de la virtud empieza a predominar en el

concepto del honor de todo ciudadano. Así, el honor del hombre está en la honra de la mujer

virtuosa, que pasa a ser el símbolo material de este concepto.

De esta manera, tenemos que son dos mujeres las que son agraviadas tanto en Peribáñez

y el Comendador de Ocaña como en Fuente Ovejuna. El Fénix supo explotar muy bien el

momento histórico en que vivía para la comercialización y divulgación de la propaganda

gubernamental a través de un teatro didáctico en beneficio propio y del estado. En su Arte nuevo

el propio Lope establece que “como [las comedias] las paga el vulgo, es justo hablarle en necio

para darle gusto” (12), de modo que se trata de un programa gubernamental instructivo que va a

educar al pueblo en la consciencia del ser español y el nuevo sistema de valores que rige la nueva

nación.

Por lo tanto, al tener el tema del honor villano el propósito social arriba expuesto, esta

forma de ennoblecimiento presenta ciertas características específicas dependiendo de si se trata

de un villano o de una villana, pues los estudios hasta ahora realizados usan el término “villano”

como inclusivo de la villana. Sin embargo, se enfocan sólo en el ennoblecimiento del varón y no

en el de la mujer. Estas diferencias de género serán materia de nuestro estudio de dos obras

clasificadas por la crítica literaria como comedias de honor: Peribáñez y el Comendador de

Ocaña y Fuente Ovejuna. Considerando que los villanos y las villanas no nacen nobles como la
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nobleza real, trataremos de distinguir las características de quienes merecen ser ennoblecidos; es

decir, cuáles son las virtudes y acciones necesarias para justificar su nueva nobleza, y el ascenso

social de llegar a ser personas honorables, pues los comendadores lopianos que son nobles por

herencia o por tener tierras, pierden la vida si su conducta no muestra ciertas virtudes que se

establecen como rasgos del ser español.

Las características del villano y de la villana honrados aparecen claramente definidas en

Peribáñez y el Comendador de Ocaña desde el primer acto. El modelo del villano y de la villana

son los desposados Peribáñez y Casilda. Cada uno tiene distintas formas de adquirir la honra de

acuerdo a su género y dentro del matrimonio, ya que la familia es la célula básica de la

organización social occidental. Observemos que desde el inicio de la ceremonia, ya Casilda

reclama su ascenso a noble con las siguientes palabras: “Por el de serviros, creo / que merezco

que me honréis” (I, 58), a lo que el cura responde “son excusadas razones” (I, 58), ya que el

servir a los representantes de Dios, que son varones, la hacen honrada. Esta es la virtud básica de

toda villana, el ser servil al señor de quien depende: su padre, hermano, esposo o apoderado.

Luego, el cura describe a Casilda como: “Mi sobrina es muy sesuda” (I, 18), y esto se pondrá a

prueba cuando tenga que defender su honra y seguir siendo una noble villana. Su esposo señala

seguidamente que Casilda es “hermosa compañía” (I, 30), lo cual creará un conflicto amoroso

con un comendador y ambos tendrán que demostrar ser dignos del honor que creen merecer por

contar con las virtudes ennoblecedoras que cada uno dice que el otro tiene en los abecedarios de

amor que se recitan. Según Lope, una buena mujer ha de:

Amar y honrar su marido

es la letra deste abecé,

siendo buena por la B,


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que es todo el bien que te pido.

Haráte cuerda la C,

la D dulce y entendida

la E, y la F en la vida

firme, fuerte y de gran fee.

La G, grave, y para honrada

.............................................

La V te hará verdadera,

la X buena cristiana,

letra que en la vida humana

has de aprender la primera. (I, 408-439)

Estas características de buena villana requieren que la mujer sea ante todo sumisa, cuerda

y firme en su fe. Por eso, aunque ella es libre en su albedrío de no aceptar a Dios como su señor,

y, por ende, a su representante el rey, al rechazarlo se destruye el plan divino de amor y armonía

y se pierde la paz. Así se lo repite Peribáñez al inicio y al final del poema. Del mismo modo, el

abecedario del buen villano incluye respeto a su mujer y que deje de burlarse de ella para verla

como compañera, así como varios sinónimos de sumisión y lealtad a sus superiores:

La primera letra es A,

que altanero no has de ser;

por la B no me has de hazer;

burla para siempre ya.

La C te hará compañero

en mis trabajos; la D,
6

dadivoso, por la fee

............................................

Por la N no serás

necio, que es fuerte castigo;

por la O sólo conmigo

todas la horas tendrás.

Por la P me has de hazer obras

de padre; porque quererme

por la Q, será ponerme

en la obligación que cobras.

Por la R regalarme,

y por la S servirme,

por la T tenerte firme. (I, 79-80)

El noble villano deberá temer el castigo en caso de ser altanero, necio, infiel, etc. A

diferencia del abecedario femenino, éste enfatiza más lo que no debe ser y recuerda al varón sus

obligaciones sociales. En ambos casos, el amor es importante e implica servir al amado y serle

fiel, como dice Casilda, porque el amor es paz y armonía social. La idea de que los villanos han

de tener amor los dignifica y ennoblece porque “el amor es siempre un sentimiento noble que

dignifica y eleva al que se mueve bajo sus impulsos” (Rodríguez Baltanás 61).

De ahí que en Fuente Ovejuna, en el debate que tuvieran Frondoso, Barrildo y Mengo en

el primer acto, aparece este amor ennoblecedor. El amor es armonía según la filosofía

neoplatónica, que para críticos como Joaquín Casalduero y Robert L. Fiore es el tema principal

de la obra. Según Casalduero, Mengo habla del “amor natural que es egoísta, porque sólo quiere
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satisfacer sus deseos,” identificando este amor con la pasión del comendador por Laurencia,

mientras que Frondoso y Barrildo oponen a este concepto “el amor platónico, aquel que en lo

amado adora la virtud” (20). Por lo tanto, cuando Laurencia elige defender su honor y develar el

secreto de los avances lascivos del comendador, queda claro que ella es digna de ser amada por

su virtud. Ella tiene nobleza de carácter, lo mismo que Frondoso, quien muestra valentía para

defenderla del comendador arriesgando su vida. Las villanas antes abusadas por los

comendadores con el derecho de pernada, ahora pasan a ser nobles, pues se establece que la

virtud de las villanas ha de ser defendida por los valientes villanos. Por lo tanto, la pasividad

servil del villano ha de cambiar a la par que la de la villana, y ambos deben adoptar nuevos roles

de conducta similares a los nobles si han de tener honor.

De acuerdo a Fiore, el amor sitúa claramente al hombre dentro del engranaje social al

ubicarlo dentro de la familia, y ésta, a su vez, dentro de la villa y, por lo tanto, dentro del estado.

Así, el papel del individuo es a veces sacrificar el bien personal por el bien común, en nombre

del amor y la conservación de la paz. La sexualidad de los villanos ha de ser reglamentada y

controlada al formar parte de una nueva burguesía, pues así se diferencian de los inmorales

musulmanes y judíos de sangre impura que perturban la paz y el orden familiar y social:

In Fuenteovejuna both family and state are part of Lope´s Utopian vision of

harmony. We can see the philosophical views of the state as a natural society, a

family that broadens out into a village and becomes a state when it achieves self-

sufficiency under a common authority. Individuals are dependent on their fellows

for temporal welfare and must sacrifice personal good for the common good. If

this is done, then it follows that authorities at all levels can govern in peace. (106)
8

Esta justificación del amor villano que se sacrifica por los demás la vemos muy marcada

en Frondoso y Mengo, personajes de Fuente Ovejuna. Mas aunque Fiore llegue a ver un acto

revolucionario en la rebelión de Fuente Ovejuna, la dependencia mutua que él señala entre los

fuenteovejuneros hace también que ellos busquen otra dependencia más alta en el rey. No hay

que olvidar que, una vez muerto el comendador, nadie proclama a Frondoso como nuevo líder,

sino que el pueblo fiel y servil busca a su rey para que reponga el orden y la armonía. Así, luego

de que Frondoso mata al mal comendador y que todo el pueblo está de acuerdo en tomar

responsabilidad por el hecho, Esteban, como alcalde de Fuente Ovejuna, se dirige al rey

diciendo:

E: Señor, tuyos ser queremos.

Rey nuestro eres natural,

y con título de tal

ya tus armas puesto habemos.

Esperamos tu clemencia,

y que veas, esperamos,

que en este caso te damos

por abono la inocencia.

R: Pues no puede averiguarse

el sucesso por escrito,

aunque fue grave el delito,

por fuerza ha de perdonarse.

Y la villa es bien se quede

en mí, pues de mí se vale,


9

hasta ver si acaso sale

Comendador que la herede. (III, 2434-2449)

De este final se deduce que el pueblo modelo ha de depender del rey por ser natural

designio divino y pelear por él ofreciendo siempre la virtud que sabe guardar y que lo hace

inocente. Si un villano mató a un comendador, la comedia lo justifica diciendo que fue por salvar

su honor y el del pueblo entero. De donde se desprende que todos los villanos quieran hacerse

responsables del crimen que limpia su honor. El orden queda restablecido por el rey cuando éste

decide esperar a que otro individuo se haga merecedor de tal cargo, quedando en claro que ha de

ser un individuo virtuoso y de conducta respetuosa. Consecuentemente, el cargo de comendador

bien podría ser tomado por un villano ennoblecido pero reconocido por el rey, mas no un hombre

fuerte que trate de imponerse al monarca. Además, “el rey es el máximo portador de honra”

(171), según Manuel Antonio Arango, ya que el rey incluso premia al villano en Peribáñez y el

Comendador de Ocaña porque éste restaura noblemente el equilibrio social.

En oposición al villano virtuoso, en ambas comedias aparece el comendador traidor para

enfatizar de forma didáctica el castigo al individuo que no sigue el modelo social respaldado por

la monarquía absoluta. El personaje del comendador, como parte de un triángulo amoroso, ayuda

a definir el modelo de villano noble por antonomasia. Según María Grazia Profeti se crea un

marcado contraste entre el comendador que cae dentro de la “descortesía” al rebelarse contra el

rey en el espacio abierto y al atacar a la villana Casilda en el espacio privado / cerrado (238-39).

Por consiguiente, se justifican hechos históricos en los que villanos mataban a comendadores,

caso de Fuente Ovejuna y también se usan leyendas en cantares que favorecen al villano, como

en Peribáñez y el Comendador de Ocaña. Cabe notar que al contrastar al comendador con el

villano, también se favorece el contraste entre la ciudad y la aldea. Para Arango, la figura del
10

comendador está “convertida en símbolo de la crueldad, de la lascivia y de las formas urbanas,”

mientras que “los villanos representan las virtudes, la honradez, la nobleza de alma, y al lado el

elogio” (173). Esta forma clásica de menosprecio de corte y alabanza de aldea sirve para

enaltecer al villano y justificar la honra que se le otorga, más por cuestiones socio-políticas que

por reconocimiento real de tales características.

El elogio de la vida villana se da de dos formas en un estudio de Washington Delgado

sobre el tema. Una es “como efusión lírica” y otra es “como central motivo dramático” (14).

Dentro de la efusión lírica, se encuentran los poemas idílicos de corte petrárquico, donde “Lope

mima [...] rasgos y motivos pastoriles y cortesanos” (16) y por motivo dramático se refiere a que

el villano se enorgullece de vivir humildemente en conformidad con el orden social establecido.

Esto lo observamos cuando Peribáñez idealiza a Casilda y su vida villana mostrando al mismo

tiempo el orgullo de ser villano y lo feliz que es en su estrato social, por lo que en su boda le

confiesa a su amada lo siguiente:

Contigo, Casilda, tengo

cuanto puedo dessear,

y sólo el pecho prevengo;

en él te he dado lugar,

ya que ha merecerte vengo.

Vive en él; que si un villano

por la paz del alma es rey,

que tú eres reina está llano,

ya porque es divina ley,

y ya por derecho humano.


11

Reina, pues que tan dichosa

te hará el cielo, dulce esposa. (I, 71-82)

En estos versos el villano confiesa que se siente un rey en su villa y nada más desea

aceptar la institución social del matrimonio y servir fielmente a su dama. Así pues, la felicidad se

encuentra en el matrimonio basado en el amor entre villanos, que por ser un amor que viene por

ley divina bien podría ser el amor que se le tiene al rey o Vice Dios.3 Esta visión edénica de la

vida de los esposos villanos es muy clara cuando Laurencia describe su vida en la villa de forma

idílica:

Y más precio al mediodía

ver la vaca entre las coles,

haziendo mil caracoles

con espumosa armonía;

y concertar, si el camino

me ha llegado a causar pena,

casar una berenjena

con otro tanto tozino. (I, 225-232)

La palabra armonía es la clave del motivo dramático de la obra, porque Lope compara en

Fuente Ovejuna el amor de pareja o entre individuos y cómo viven estos en armonía antes de la

llegada del comendador. Laurencia y Frondoso son esposos católicos o mejor dicho “cristianos

viejos” en el contexto de la época, porque indirectamente se hace mención al tocino, y ésto los

hace limpios de sangre musulmana o judía. Recordemos que la Inquisición estuvo vigente entre

los siglos XV y XIX. Aunque ésta fue más benevolente con los moriscos que con los judíos,

Joseph Pérez afirma que “la limpieza de sangre actúa como una barrera adicional de
12

discriminación para quienes, en número cada vez mayor, aspiran a los honores y a la

consideración social” (56). Asimismo, la limpieza de sangre en el villano se une a la

dignificación de su trabajo agrario para ennoblecerlo. Así, la vida de trabajo arduo en el campo

aparece idealizada por Lope para impulsar la agricultura en las tierras no cultivadas de España.

Este aspecto es estudiado por José Prades, quien considera que Lope tiene “un empeño especial

en resaltar o poner de manifiesto la laboriosidad del pueblo llano, y la dignidad del trabajo

humano” (424). En consecuencia, el trabajo agrícola aparece idealizado para retener al villano en

el campo y a la vez hacer que éste gane su dignidad a través de su trabajo aumentando sus

riquezas con la posesión de tierras.

Sin embargo, hay que resaltar que en las obras del Fénix, sus personajes reflejan las

jerarquías que existían aún entre villanos, pues aunque se reconoce como digno el trabajo de

labradores, segadores, hortelanos, leñadores, carboneros, y otros, son los villanos ricos los que

llegan a ser nobles por reconocimiento del rey al salvar el honor frente a comendadores tiranos.

Noël Solomon encuentra que en Castilla, en el siglo XIII, y en León, en el siglo XVI, surge la

idea de que la civilización está vinculada con el desarrollo de la propiedad privada y en

[América] constituye una prueba de la barbarie de los indios durante la conquista del siglo XV

(650). En consecuencia, no es gratuito que tanto Peribáñez como Frondoso cuentan con cierto

capital en tierras. El primero no sólo posee las tierras donde vive y que, según Casilda, son muy

productivas, sino que al ser ascendido a soldado en la reconquista por el mismo comendador,

obtiene armas y posiblemente méritos como guerrero. El segundo se niega a aceptar la dote que

le ofrece Esteban, padre de Laurencia, enfatizando que no lo necesita:

E: En el dote, si advertís,

se puede ahora tratar;


13

que por bien os pienso dar

algunos maravedís.

F: Yo dote no he menester;

desso no hay que entristeceros. (II,1393-1398)

Ahora bien, un villano que tiene honra por sus virtudes, dinero o participación en las

guerras de reconquista, debe defender esa honra porque ésta se mantiene por la opinión de los

demás. Para Enrique Rodríguez Baltanás, “el teatro trágico de Lope girará sobre los esfuerzos de

un individuo -- como en Peribáñez -- o de una colectividad -- Fuente Ovejuna -- por conservar y

defender su dignidad” (62). En ambos casos se muestra cómo la mujer es la portadora de la honra

del padre primero, y luego de casada, de la honra del marido. Por este motivo es la villana la que

es atacada por un comendador tirano y ella reclama a su padre o marido el ser defendida. En el

caso de Fuente Ovejuna, según Robert Hershberger, hay “una oposición binaria del honor... que

se desarrolla desde un polo personal hacia una proyección colectiva” (138). Esto ocurre porque

Laurencia pasa de preocuparse de su propia honra a la del pueblo. El comendador Fernán Gómez

trata de violar a Laurencia, quien se defiende sola y logra escapar de sus manos, e intenta lo

mismo con todas las mujeres de la villa. Por lo tanto, la ofensa del comendador es a todos los

fuenteovejuneros porque les quita toda nobleza, como bien lo dice Laurencia:

¿Vosotros sois hombres nobles?

¿Vosotros, padres y deudos?

.................................................

Liebres cobardes nacistes,

bárbaros sois, no españoles.

¡Gallinas! ¡Vuestras mujeres


14

sufrís que otros hombres gozen! (III, 1753-1771)

Ella les aclara que estos abusos del comendador hacia las villanas son abusos que dan

muerte a la honra masculina y por eso ya no son hombres, pues han perdido su identidad por

completo. Ellas también y por eso se convertirán en Amazonas. Por lo tanto, el comendador

rompe con la armonía de la villa en todos los niveles: “Harmony has been disrupted from its

most basic level, individuals, family and village to its highest level – the monarchy” (Fiore 107).

Su ataque a la monarquía está en hacer que el joven maestre tome Ciudad Real para beneficio de

los enemigos de la corona, de modo que su traición es total, por lo cual se justifica la muerte tan

sangrienta que le dan. Según Henryk Ziomek, Lope de Vega deja claro que “rebellion against

tyranny is justifiable” (52). Esta idea aparece desde el inicio de Fuente Ovejuna cuando el mismo

comendador asocia el concepto de la descortesía con la muerte y vemos luego cómo él se

muestra como un tirano con los villanos y un traidor de la corona.

Ramón Menendez Pidal afirma que la defensa del honor por el bien social / familiar es

heróico, como una hazaña romana (152) y reconoce que sólo en tres textos lopianos los villanos

“ennoblecidos” laban su honra con sangre frente al oprobio de un noble: Peribáñez y el

Comendador de Ocaña, Fuente Ovejuna y El alcalde de Zalamea. En este último “Lope alteró su

fuente para hacer protagonista a un alcalde lugareño (163-64). Por lo tanto se trata de un honor

meritorio por sus acciones dentro de una escala jerárquica prometedora.

Noël Solomon, analiza la epistemología de la palabra “villano” y nos dice que es

sinónimo de miedo y alevosía, mientras que “noble” significa nobleza y generosidad (704). Sin

embargo, las cualidades de los villanos y de las villanas son muy opuestas a las de los nobles

comendadores en los textos de nuestro estudio. Los villanos son valientes para defender su honra

y las villanas son muy virtuosas y honradas, tal como señalamos en un inicio, y presentan como
15

rasgos positivos la limpieza de sangre, la riqueza económica y el valor para defender con sangre

esa honra que los identifica, y que se convierte en su vida. Las villanas, por su lado, portan la

honra de los hombres con quienes se relacionan y la cuidan como un tesoro porque por eso las

valoran. Pero paralelamente a todo esto, nos parece que el villano noble ha de tener también una

conciencia colectiva villana que ha de defender aún con sus propias manos una vez que es

ennoblecido. Washington Delgado usó estos términos para referirse al sentimiento de los

fuenteovejuneros en su lucha contra el poder en un enfrentamiento de clases, mas luego de éste

análisis se puede llegar a la conclusión de que tal conciencia colectiva se refiere más a que los

villanos están conscientes de cuál es su lugar en la sociedad y a la dignidad que pueden alcanzar

si llegan a convertirse en ricos villanos. Se ofrece una movilidad social a los villanos de acuerdo

con los modelos excepcionales presentados en la comedia, y el pueblo de Fuente Ovejuna

muestra haber alcanzado esta conciencia colectiva cuando lleva a la praxis su lealtad a su rey y

sólo de él espera el honor que merece.

El ennoblecimiento del villano que es labrador rico o nuevo propietario se debe entonces

a la asociación de riqueza con nobleza, y a su aceptación del modelo familiar heterosexual que

reproduce más villanos y villanas obedientes como se estipula en los abecedarios de los

desposados, según su género. La villana, por su parte, ha de ser virtuosa y hacerse respetar por su

marido y cuidar de su honra frente al peligro de ser burlada por comendadores traidores de

sangre impura, aún si son nobles. Ellas reclaman ser defendidas como nuevas damas y por cuidar

de la pureza de sus vientres. Pero con el fin de mantener el sistema monárquico-señorial español,

se hace necesario que el rey, cabeza de la autoridad jerárquica, les otorgue tal ennoblecimiento,

como sucede al final de las obras teatrales de esta época con intención didáctica. Este desenlace

ilustra claramente lo que Maravall considera “una gran campaña de propaganda” del teatro áureo
16

(22) o discurso político de género a través de la honra, debido a que el teatro dirigido al pueblo

villano divulga un sistema de movilidad social dentro del sistema monárquico español a caballo

entre el Medievalismo y el Renacimiento.

Notas
1
Américo Castro corrobora con datos históricos lo que Maravall deduce de los textos

teatrales de Lope de Vega. Castro señala que existieron tres castas en la Península Ibérica y que

éstas convivieron luchando durante el período de 711 a 1492, lapso que erróneamente se

denomina La Reconquista Española o La Conquista Cristiana. Para él, no había una identidad

española previa a la conquista musulmana en los reinos independientes que ocupaban la

península; por lo tanto, no había una España que reconquistar, sino una nación que crear

mediante el discurso de La Reconquista. Las tres castas que se formaron tras dicha conquista

fueron la de los musulmanes o moros, la de los judíos y la de los cristiano-hebreos. “En donde

los invasores musulmanes (árabes, sirios, beréberes) no pudieron prescindir ni de los habitantes

cristianos ni de los judíos. La autoridad de los emires, y más tarde la del breve califato, ni pudo

ni quiso nivelar religiosamente al-Andalús” ( La realidad 27). Esto permitió que la casta

cristiano-hebrea asumiera de la casta judáica la diferenciación de la sangre para crear un

parentesco con lo divino. Así, Antonio de Nebrija, judío converso, traduce “casta” en su

Vocabulario español-latino (1495) como buen linaje. Luego Sebastián de Covarrubias y Orozco

añade en El tesoro de la lengua castellana o española (1611) que la casta “vale linaje noble y

castizo; el que es de buena línea y descendencia, no embargante que decimos „es de buena casta

y mala casta‟… castizos llamamos a los que son de buen linaje y casta” (25). Se crea entonces la

conciencia de ser cristiano viejo de la casta castiza como lo que es ser español, muy superior a

las otras dos castas. Esto explica porqué los labradores castizos se identificaban como cristianos
17

viejos honrados y se enfrentaban a nobles que podían tener mezcla sanguínea con moros o judíos

en los textos de Lope de Vega. Cualquier sospecha de mestizaje sanguíneo los convertía en

personas malas o enemigas que destruían el honor del buen español. Los comendadores que

tenían tratos con moros y judíos bien podrían haber encarnado alguno de los siete pecados

capitales del mundo medieval, por lo cual representaban una amenaza contra la honra de los

villanos o castellanos viejos de buena casta. María M. Carrión ubica estos dramas dentro de la

comedia palatina “which represents the dramatic conflict faced when men and women belonging

to different social hierarchies … [jeopardize] blood purity (9). Notemos que los comendadores

que seducen villanas son castigados en las dos piezas teatrales de este estudio para conservar la

moral y buena conducta de los villanos que pasan a ser honrados por ser antes que nada

“cristianos viejos”. Aunque Sánchez Albornoz encuentre que la identidad española se formó en

la época romana, nos parece que tanto Maravall como Castro presentan suficiente evidencia

literaria e histórica para reinterpretar estos textos dentro del contexto de formación de la nación

española.
2
La honra y el honor son dos términos positivos y relacionados a la manera en que los

villanos pasan a formar parte de la identidad española como grupo importante en la producción

agrícola y crear la auto-suficiencia de una nueva nación. La honra es el reflejo de la opinión

sobre la pureza de sangre castiza y la hombría. Se trata de un problema de género, pues es a

través del control de la sexualidad de la mujer que se mantiene la pureza de sangre. Por lo tanto,

la mujer tiene honra al no tener hijos con moros, judíos o mestizos ni relaciones ilícitas con ellos,

caso contrario el hombre pierde el honor al dudarse de la pureza de sangre en su familia, a nivel

social, y de su hombría, a nivel individual, si no defiende su honor a capa y espada. Américo

Castro señala que esta realidad social de los siglos XIV al XVIII se encuentra plasmada en
18

muchos textos literarios y resalta que “la coincidencia entre honra, pureza de fe y sentimiento de

supremacía personal (o de posibilidad de alcanzarla) determinó el punto central de la españolidad

en el siglo XVI” (De la edad 95). Es decir que la expulsión de la casta musulmana y de la judía

crea la identidad española por diferenciación de sus chivos expiatorios, tal como el diablo es

echado del paraíso en la historia del pueblo de Israel narrada en la Biblia. Esta obsesión con la

pureza de sangre tuvo aún repercusiones en la organización del Nuevo Mundo en el siglo XV,

pues Fernando Báez señala que los españoles “repitieron el mismo esquema de exclusión que

habían aplicado a judíos y árabes, pero esta vez a los nativos” (111). Esto explica porqué el

mestizaje y el blanqueamiento o españolización fueron la base de toda una serie de

categorizaciones raciales que definieron la identidad de las colonias, y de las nuevas naciones

latinoamericanas del siglo XIX.


3
La política iba de la mano de la religión cristiana en el caso de España, de ahí el

paralelismo jerárquico. “Los españoles sabían de su historia porque se la estaban haciendo en un

arrebato de ilusión imperial y humano-divina, justamente por haberse asimilado algunas

radicales creencias de la casta judía” (De la edad 232), de acuerdo a Américo Castro. De ahí que

el rey español era un representante del Dios cristiano, como un Vice Dios, pues la jerarquía

divina era paralela al sistema de castas con que surgió España y luego se impone el Nuevo

Mundo. Recordemos que la Reconquista es una guerra santa como la de las cruzadas y se lucha

al mando del santo Santiago Matamoros, un ángel guerrero al estilo castizo, arquetipo modelo de

Hernán Cortés, Francisco Pizarro y todos aquellos hidalgos que debían conseguir honra con

ofrendas a su rey o Vice Dios, como el Cid campeador. Como afirma Mignolo: “There would be

no Europe without the discovery and conquest of America and the colonial matrix of power”
19

(66). Y es que no se puede comprender la historia y la literatura de España sin hacer referencia a

sus ex-colonias y viceversa.

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