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PROLOGO. (DE LA COLECCION «AIRES NACIONALES DE BOLIVIA») Relacién histérica del origen de Ila masica “Incaica” y “Criolla" con demostracién sintética de 1a Nomenclatura de los iastrumentos tipicos Por TEOFILO VARGAS Ya que en nuestro pais no existe, al menos que conozcamos, ninguna recopila- clon historica, circunserita y especial de Ja varledad de aires nacionales que posce- mos ni relacién del género de la musica ineaica y criolla, menos de su origen, nes proponemos .llenar este vacio, imbuidos del sentimiento patristico y artistico sufl- cientemente probado en multiples ocasto- nes y trabajos, presentando esta obra, a la nueva generacion de los jévenes culto- res del arte, para que ellos mantengan, con carifio filial, 1a memoria de.sus an- tepasados y el respeto de sus tradiciones, y puedan ampliar, embellecer y glorificar, con las galas de la clencia arménica, en el desarrollo de sus producciones, aquellos temas de las hermosas melodias que nos legaron como recuerdo de su espiritu, de su vida, de las palpltaciones entrafiables de sus sentimientos y Ia manifestacion del eardcter y del alma de su raza. No otra cosa han hecho los grandes mentores, los inmortales genios de las na- clones europeas; y las fuentes de sus ins- plraciones fueron slempre Ios temas de sus ‘misicas nacionales. Ellos no hicieron mas que resplrar la atmésfera que les circun- dara, y cumplieron su deber irradiando raudaies Iuminosos a -las_generaclones posteriores, demostrando el progreso emo- ‘tivo del arte de su pais con sus geniales obras, saturadas del destello sagrado de su inspiracién. Aquellas obras, existiran junto a la vi- da del hombre cultor del arte, demostran- do que Ia humanidad no ha vivido, ni de- be vivir tan sélo atraida por el bien ma- tertal, sino también de poseer Ia dicha del bien espiritual. Desgraciadamente, en nuestro pais, el materialismo va apinstando todo 10 que es Adeologico y espiritual. Muchas son las causas; entre elias, de~ be contarse Ia falta de escuelas, la ca- rencia de apoyo y estimulo de los poderes pblicos, que no saben dar l debida im- portancia @ Ia popularizacion y mayor de- sarrollo del arte en todos los centros de la Repibilca. Por ejemplo, est& comprobado que la estadistica escolar del Distrito de Cocha- bamba, favorece a este Departamento, con un poreentaje considerable sobre los do- mas de la Repiblica; consiguientemente, el estudio del arte musical deberia arro~ Jar una clfra proporcional; sin embargo, el Gobierno se ha redueldo a sostener un solo plantel oficial de miisica en La Paz, privando asi la insplracién de un nimero enorme de elementos capacitades de los demas. distritos; de donde se deduce 16- gicamente, la carencla de aptitudes pre- Daradas y la escasez de obras musicales. ‘Sin. embargo, no han ‘faltado ‘esfuerzos afslados, almas abnegadas y quijotescas, Que, sin contar con ningtin apoyo, ni es tmilo, han dado muestras de su acen— arado sentimlento civieo y amor a su te- rruflo, publicando algunos alres naclona les, sin mas escuela que los libros de es tudio y su espontanea aptitud. ‘A. esa estirpe pertenece el maestro Si- moon Roneal, quien, hace afios, publicé un Album de “Cuevas” que conocimos en el transcureo del trabajo de nucstta recopl- Jacién, quedando convencidos de 1a. valio- say dellcada factura de esas composicio~ nes sobre temas originales, que son verda- deras fantasias de brillante ejecucién, de estilo mag que criollo, de libre romanticts- mo, y'de exquisito gusto, que revelan téc- nica elevada, cuya ejecucién sdlo es da~ do @ profesionales distinguldos. El desarrollo melédico y arménico es ne- tamente original, ‘no entrafia reminiscen- cia ‘de temas antiguos; cabe decir, que es, Ia transubstanelacién del estilo personal, Cada numero esta armonizado con nutri- da varledad de formas raras y originales de acompafiamiento que afestigua Ja felis Inspiracion y competencia del slesiacasio compositor bollviano. Este t:abajo tlene el mérito de represen tar 1a evolucién progresiva del arte na- clonal en el género ge “cuecas”. Mas antes, tuvimos conocimiento de Ia publicacion de ungs pocos “bailes” ¥ dos Mearnayales” del maestro Francisco Mol!- na: no eran sino mera transcripeién en su forma popular. El meritorio artista nacional Eduardo Berdecio tuvo Ja feliz idea de publicar 1a historiea marcha del Batallon “Colora- dos” eserita para plano. ‘También hemos conocido algunas mui- steas nacionales bailables, perforadzs en rollo para autopiano, de los Sres. Belisa. rio Zarate y Federico O. de la Pefia, que son dignas de honrosa menci6n por la for- ma novedosa y la elegante ejecucién con que han caracterizndo sus respectivos tra~ bajos. El “Bolero” N. 2, de estilo erlollo, del artista Daniel Arbornoz, fué publicado por cuenta de una casa editora de La Paz y grabado en discos para fonégrafo; el N.” 3, por Ia casa “Columbia” de igual mane- ra, uno de los “Boleros” del inteligente di- rector de banda Departamental, Luis Al- bornoz. ‘Tales composiciones caracterizan origi nalidad de estilo nacional, ya que fueron entusiastamente acogidas por el piblico ¥ las bandas de los regimientos de caballe- ria, ‘Nuestro propésito, en este trabajo no es ‘el de mencionar las _composiciones sobre temas libres, que existen muchas y muy Cus es el género de la misica incaica? Para demostrar, no conocemos ningun documento etnografico, ni siquiera una, sola palabra de datos historicos. Nos hallamos en un caos sin horizontes. Sin embargo, manifestaremos nuestra modesta opinion: los Iiteratos, los historia~ dores nacionales, al analizar las tradicio- nes que describen In époen incafen, no han, tocado este punto; a lo mas, lgo han ma- nifestado respecto al estilo musical; de manera que al pretender averiguar el or! gen del género de 1a misica incaica, pro- seguiremos el camino sin mas brajula que Ia de nuestro criterio personal, basado en el estudio y en 1a propia observacion; por Jo mismo, lo hacemos exentos de preten- siones de’sostener ni los méritos de nues- tras afirmaciones, ni los alcances de nues- tro eriterio. En estos cuatro sonidos he crefdo en- contrar el tema matriz, Ins primeras hue- Has, los primeros eslabones de la msica Aneatca. No eabe duda que son el simbolo gene- rador, el tipo inicial que podriamos la~ mar morfoldgico, para decir: Miisiea in- caica, tu origen es el Manto, el sollozo del alma doliente indigena. meritorias, sino, ocuparnos exclusivamen- te sobre temas de aires nacionales; indu- dablemente existen muchas otras inéditas ¥ de autores de diferentes centros de la Republica, las cuales, por falta de apoyo moral y de recursos, desgraciadamente no han debido ser publicadas, con mengua del arte nacional, por cuya razon nos ve~ mos privados de mencionarlas siquiera. ‘De nuestra parte, aportamos el eoncur— so de nuestra modesta labor artistica, pre- sentando tres libros de colecciones; Ler Mbro contiene “Prélogo”, 22 Cuecas, 22 Bailes. .* libro, 26 Yarabis para canto y 12 Za- pateados y Pasa-calles. Forman el 3.er lbro, Jas obras de mayor allento de desarrollo musical, sobre temas de aires nacionales, 2omo son, “Obertu: ras”, “Preludios", '“Poemas Sinfénicos” Canciones patriéticas y Marchas; tanto éstas, asi como el coritenido del Ler ¥ 2° bro, son el fruto de nuestros desvelos, re~ copilados en largos afios de estudio, con Ia Uniea aspiracién de que en lo sucesivo, sirvan de datos histéricos para formar la tradicion del arte nacional de Bolivia, a cuyo fin nos permitimos afiadir, ademas, nuestra opinién sobre el origen’ genérico de la musica ineaiea y ertolla. A la edad de 6 afios en 1874, cuando yo vivia feliz en mi querido pueblo de Qui- Uacollo, gozando del carifio de mis padres, frecuentemente tropezaba, en mi camino ‘a Ia escuela, con un cortejo fanebre indi- gena, procedente de las estancias leJanas. Atraia ml atencién sobremanera, la indu- mentaria macabra que vestia ei difunto, pues, tenia por atatid, una pequefia esca~ Iera ristieca, sobre In cual estaba amarra- do, Wevando, por almohada, un rollo de ramas frescas de molle, y por vestido, un calz6n partido y una blusa burda de eaito. Los dolientes conduefan el cadaver al son de lamentos entonados, de cargos y que- Jas dirigidos al ser que los abandonaba. Esa entonacién quejumbrosa, mon6to- namente repetida, recuerdo que contenia, las siguientes notas musicales: Atraido por Ja congoja de la masiea, yo era ol acompafiante perpetuo de tales en Uerros, sin que las reconvenciones del maestro de escuela, ni las de mis padres pudieran retraerme. ‘Vela otras veces, que Ia miisica de la- mentos, era substituida por una banda de “pututus” y de “erques”, cuya descripeién, coneretaré brevemente. EL PUTUTU (Fig. 1)—Es el cuerno de ra de una rebelidn indigena. Servia tam- buey convertido en tubo ablerto con em- bién para que el correista o su postilion Docadura de corneta, creemos que es.el | anUnelara su legada a Ia posta, sstrumento indigena’ mas primitive; pro duce sonoros y Nigubres sonidos. Es el cla- rin guerrero de los indios y lo fué segura- mente, de los incas. Fig. En las provincias de Charcas y Chayan- ta de Potosi, y en Ia de Oropesa de Chu~ quisaca, se conoce también, con este nom- bre, otro instrumento compuesto del cuer- nno'y de un tubo largo de un metro, fa- bricado de “choclia”. El tubo tiene embo— cadura parecida a la corneta en un ex~ tremo; el otro se encaja o enchufa al Al escuchar en altas horas de la noche, _ cuerno que hace de florén (Fig. 2). sobre las crestas de los montes vecinos, el fatidico son del “pututu” es sefial segu- Produce las siguientes notas: Lo que tiene de raro este instrumento, a) La cafa es un trozo“de cafia hueca genuinamente indigena, es que posee no- _—de un decimetro de diametro. Tene un ex- tas _correspondientes a’ modo mayor. tremo tapado y el otro ablerto. En el pri- Es un instrumen- mero hay una incision rectangular en el sentido de su longitud que forma una es- pecie de lengieta de armonio o de orga- nillo de boca. b) El cuerno tiene su extremidad delga- da abierta y a ella se enchyfa la parte vablerta de 1a cafia hueca. El tocador produce el sonido de la-em- bocadura y gradia la altura de la nota tapando' mas ‘0 menos el florén del cuer~ no: si quiere producir un sonido agudo, “destapa” el florén y lo “cubre” casi com. pletamente si se trata de un sonido gra- ‘Del estudio y observaciones que hemos hecho, resulta que la escala genealogica to indigena que consta de dos partes: Ia de Ia musica incdsica se forma de cinco eafia o embocadura y el cuerno. notas, en el orden siguiente, pentatonica: “EL ERQUE (Fig. 3)- Eyempio N.o1 Estas cinco notas ampliadas con una su. vieron para establecer la extension de Ia perlor y otra inferior, probablemente sir- tessitura del “erque”. Exemrro N.* 2 En cuya disposicién tonal, escuchamos _orlundos del valle de Cochabamba, sten— elecutar algunas melodias tipicas a los do una de elias esta: Sas ieee et sede a El Sr. Juan Guerra, cuyos conocimien- ‘tos acerea de Ia bibliografia de la musica nacional son dignas de alto aprecio y en- comio, nos ha manifestado que, en el dis- Exemrro No 3 En la que reprodueen muchas melodias trito de Chuquisaca, los tafledores de “er- ques”, habian adaptado la siguiente es- cala: del estilo siguient La demostracién gratica anterior, reve- Ja que, In nnisica incaica, procede —como deciamios—, de Ia entonacién originaria que caracteriza el lamento indigena, pues que ias melodias designadas repiten los, mismos acentos y sonidos ampliados. ‘Una observacién que no esta desprovis- se re re me— De us se cundummeg nom mise ri cordiom ty an. ta de interés y verdad, es 1a que se refie~ re a que, sobre In melodia del Manto in- digena, también’ esta basada la entona— clon del salmo: prodefuntis “Miserere™ con que los sacerdotes acompafian los en- tierros. He equi la melodia: EI Sr. Juan Guerra, nos ha manifestado que también la cantan en Sucre en la si- guiente forma: Mise reremes De ws eDe dénde proviene esta musica? Es canto Iiturgico correspondiente a ld ma- sica gregoriann? Para averiguar hemos te- nido el culdado de revisar los cantorales vigentes y no la hemos encontrado; esta- mos, pues, convencidos de que, Ia melodia en cuestién, se tomo del tema del lamen- to indigena’en la época del colontaje, por adaptacion natural al cardcter psleolégico del pueblo. Otra fuente que me ha servido de abun. dante observacién y acoplo de datos sobre ‘iisien e .instrumentos de cardcter in- alco y eriollo, ha sido Ia flesta de Nuestra Sefiora de “Ureupifia” que se-celebra en Quillacollo el 15 de Agosto. En esta oportunidad, concurre al tem- plo de dicho pueblo, considerable nimero de comparsas de danzantes, con gran al gazara y con uniformes lujosos y origin: les. Ya en el recinto del santuario pare- en iniclar un torneo o concurso de mi- sien. Algunos, apostados devotamente y de rodillas, cantaban entonces, y siguen ha- eiéndolo hoy, tiernas loas en quichua di- rigadas a la’ virgen; otros, de ple, tocan, ‘3 eum chim mag namemise ri cor eiam ty an en instrumentos variadisimos y tipieos, muchas melodias extrafias. ‘Aquellos eélebres orfeonistas y sinfonis- tag —unos del lugar y otros venidos de lejanos lares—, desarrollan la exhibleton de las plezas de su repertorio rivalizando entre ellos en habilidad y destreza. 2Qué mejor oportunidad que ésta don- de yo encontraba el verdadero bloque del tesoro que buscaba, para efectuar los es- tudlos de anilisis comparativo de Ia va riedad de timbres, melodias y ritmos de Ja misiea ineaten y ertolla? He aqul ordenadamente clasificados os diversos Instrumentos que se oyen ejecu~ tar en dicha solemnldad religios: LA ZAMPORA (Pig. 4). — Las “zampo- fas” o “‘julajulas™, son instrumentos que se forman de una’ hilera. de tubos “de “ehocella” 0 cafia de las selvas, adheridas en forma gradual, como los tubos del or- gano. Esta familia’ se compone de un cuar- teto, bajos, centrales, altos y picolos; los altos y_picolos repiten las notas de los bajos ‘en octava. alta; los centrales po- seen Ins notas de ambas categorias, Con esta variedad de timbres, por cierto, ob- Uenen mayor fuerza y volumen de tono, ademas, cada ejecutante se halla provis- to de un pequefio bombo que pende del brazo izquierdo, cuya mano sostiene el instrumento junto.a los labios y Ia dere- cha golpea el parche al compas del rit~ mo de la musica. El ruldo es fenomenat Y ahoga casi los sonidos de los instru- ‘mentos. ‘Yo me figuro que la banda oficial di Inca, era un conjunto de “zampofias”, tan- to por el numero personal de ejecitan- tes, que se forma, como por el efecto des- concertante y avasallador que produce. Probablemente 1a musica primitiva de zampofins que escuché en la infancia es- taba acordada en la afinacion del siste- ma incaico, ya que. las notas de 1a melo— dia que transcribimos corresponde a tal disposicion tonal. ‘He aqui la escala y 1a melodia corre: pondiente: ESCALA =: a+ 2 # DANZA INDIGENA Allegra oS SSS Para la ejecucion de las danzas, los ope- rarlos se ponen en dos hileras ‘de igual mGmero, una de ellag da principio por la nota inferior, la otra responde coi. la si- gulente ‘nota’ superior y asi alternativa mente continfian hasta el final. En la obertura del melodrama “Aroma” hemos insertado el anterior disefio tema- ‘ico. & 7. —= ‘A fin de tener pleno conocimtento de Ia extension y afinacién de las “zampofias” Las danzas incaicas son marcadamen- te ritmicas, pues sirven a la vez para que los ejecutantes hagan diversos movimien- tos de baile. EI Sr. Juan Guerra nos ha manifestado haber conocido otras varledades de zam- pofias formadas de diez y sels tubos de chocella con esta nomenclatura, — ———— — o°“Julajulas” que hacen uso los tafiedores de'las estancias de Independencia, hace poco obtuve un trio compuesto de bajo, central y alto, cuyos sonidos confrontados con la ténica normal, determinan la es~ cala perfecta, de si b, mayor, formando 1a extensién de’ tres octavas y tres notas, véase: bajo & a Central g oe Posiblemente, en la -6poca actual, los amateurs indigenas de los demas distri- tos de la Republica, ya no conservan la afinacion primitiva de las “zampofias” ni de los “sicuris", adaptandose ciegamente fa la corriente natural del sistema del te- 4racordio diaténico moderno; en tal sen— tido observamos la evolucién que va ope- randose con peligro de la desaparicién de Ja misica’ incaica que tanto ha Mamado la atencion, ain en los patses europeos, por su género expresivo tan tipico y raro, sin semejanza a ninguna otra misica, siendo ésta otra de las razones que ma~ niflesta la necesidad de 1a conservacién de nuestra masien tipica, mediante 1a for- macion bibliografica nacional. LOS SICURIS O LAQUITAS (Fig. 5)— No cabe duda que este grupo de instru- mentos, procede de Ia zampofia, ya por cl material de construecién y sistema, como por la disposicién en forma de érgano de ‘sus notas; cabe, sin embargo, hacer no- tar que existe una gran diferencia: en los “Sicuris” y “Laquitas”, las notas estan dis~ tribeidas en dos instrumentos que se la- man primera y segunda; la primera se compone de siete notas discontinuas que Escala corresponden a do, mi, sol, si, re, fa, Ia: la segunda de seis: re, fa, Ia, do, mi, sol, que corresponden al modo de’ fa mayoi Para ejecutar una melodia, los toéado- res soplan a su turno la nota que les co- rresponde. Este instrumento. como el organillo de boca, reproduce melodias de modo mayor unimodal; también toca melodias de mo- do menor: re o la siempre que no conten- gan los accidentes inherentes a las sen— sibles de estos tonos. Notas del I instumento del 2*instrumente completa 3 J En Ia eoleccién de zapateados, inclul- mos los “Ay-ripunquichus” en modo -me- nor que escuchamos efecutar en tales ins- trumentos y anotamos el siguiente trote en modo mayor: Fig6” LA QUENA (Fig. 6).—Este instrumento esta tapricado de Chocella. Tiene mas 0 menos de treinta y cinco a cuarenta cen- timetros de largo y de dos a tres centi- metros de didmetro. En uno de sus extre- mos se ha practicado una incision en for- ma de U, la que sirve de embocadura; tle- sels agujeros distribuidos como los de ja flauta; -gujero superior est situa- do atras'y el Ultimo un poco al costado derecho. Su extension en el registro agu- do es poco menos que de la flauta. SS En Ia quena, se puede tocar cualquier género de melodias, siendo los mas apro- Plados los tonos, menos accidentados. Sus acentos son tan’ dulces y espontaneos co- mo los de lo flauta; expresan toda Ia ter- nura de la pasion que el alma del intér- prote quiera infundir. En otro tlempo, la comparsa de danzan- tes Hamada “Lechiguayos” empleaba co- mo orquesta una banda de tres o cuatro quenas y dos o tres erques, que ejecuta- ba la siguiente melodia unitonal: Por via de remirliscericla histérica pit- mitiva, iniclamos 61 desarrollo de 1a ober— tura del melodrama “Aroma” con el te- ma anteriormente anotado. ‘Actualmente todas las compursas de danzantes que no alcanzan el lujo de con- seguir una banda moderna de musica, emplean dos quenas que tocan a dio y otra que hace de requinto, acompafiadas de un bombo y un tambor. + Entre los instrumentos peculiares indi~ genas que han merecido mayor popula- fais dolientes se escuchan Jo mismo en.las soledades del paramo, que entre las ercar- padas brefias de las serranias, cuando las modula el angustiado aliento del indio, en armonfa con la tristeza ancestral de, su Faza, y el perenne lamento de la paja que ‘Gesfiora la brisa helada‘o ya también’ alla en el plicido y verde valle, cuando al atar- decer el dia, torna alegre el pastor al ran— cho querido, embocando 1a “quena” al compas. del triquetraque ritmico del trove de Ja manada y al son de 1a melodia. si- gulente: LA CHARCA (Fig. 7).—La charea y. los instrumentos que a continuacién describi— mos, pertenecen a una misma clase por su Fig.7 embocadyra; ella consiste en una abertu- ra evadrada en la parte superior del ins- trumento; el borde inferior de 1a abertu- ra es adelgazado para producir el sonido con mAs 0 menos suavidad. Un tapén de magera clerra la. extremidad ajudida y contiene en el bérd¢; una ranura por la que pasando el aire soplado produce un sonido semejante al “Delingo” aleman. I instrumento de que nos-ocupamos, lo construyen de madera con seis agujeros convententemente dispuestos en la mitad del instrumento. Su sonido es potentist- mo, pero extrafiamente melancélico. Su escala se compone de una octava y dos notes. A pesar de que sus notas pertene— cen al modo mayor diaténico, sus melo- dias son del més puro corte incaico. He aqui algunas escuchadas por el Sr. Juan 1" Melodia 2*Melodia 3° Melodia Esto tena lo hemos insertado en el pre- Indio del segundo cuadro del melodrama ‘la Coronilla”. _ Sensiblemente, no conocemos Ia nomen- Glatura de las zampofias y “stouris” que hacen uso las comparsas de danzantes de Jos distritos de La Paz, Potosi, Oruro y otros puntos para poder determinar st amodalldad y. caracter. distintivo; la unica Feferencia que tenemas es de la ‘suma ha- 10 EL PINQUILLU (Fig. 8)—Es una flauta de 1a. misma clase que la “charea”, solo va~ ria por el material de que est construido, y su tamafio que es menor; puede ser el pieolo, de a familia de las “eharcas” cu- ya embocadura es semejante al de “Cza- kan EL SENKA TANKANA—Es el pinquillu pero de exageradas dimensiones, a ° tal punto que como no se alcanza a émbocar y tapar al mismo tiempo, se ha pegado a Ja embocadura, un tubo arqueado (Fig. 9), también existen otros sin tubos (Fig. 10). La extension de este instrumento es la misma que la de Ia “charea”. ‘He aqui la melodia respectiva, denomi— nada “Huaca Keati”. bilidad y entusiasmo con que ejecutan no solamente los aires incaicos, sino también la misica extranjera, como son: marchas, cuadrilias, ete., por supuesto con algunas diferencias tonales inherentes a la tessi- tura de tales instrumentas, Los artistas patriotas y laboriosos de los diferentes centros de 1a Repwblica que pu- dieran merecer el apoyo de los poderes pi- Dilcos, deberian dedicar alguna parte de su tlempo, @ 1a recopilacién de los aires un dia no lejano, podremos determinar el locales, con el propésito de formar Ia bi- rol respectivo en’ la _partitura orquestal, bliogratia completa de la musica nacional enriqueciendo, con esa variedad de tim- de Bolivia, as{ como Ia clasificacién ana— bres el conjunto sinfénico del desarrollo J6gica del’ timbre de los diversos instru- descriptive y amplio de nuestra musica mentos tipicos indigenas que existen di- nacional. Pensamos que ése deberia ser el seminados y establecer, con ellos, fami- Ideal del arte nacional. Mas organizadas de cuartetos, con ios que, ur ORIGEN DE LA MUSICA CRIOLLA ee La diferencia de las'dos escalas ante- tienen por elemento constitutivo, dos in- do mayor Ia nota sol b, y ambas escaias Escala de modo menor cs = Entretanto, a escala clentifica perfecta se forma de siete notas o sean cinco tonos y dos medics tonos. Escali = a e En el sistema cientifico musical el to- _—-y eh el middo mayor (efemplo 2), los del no ‘fundamental es el modo mayor y re- cuarto y séptimo: do y fa Jativo de éste, el modo menor, mientras Ademas son totalmente ignorados los que en la nomenclatura o sistema incaico, sonidos equidistantes de medios tonos el modo menor creemos que es el tono —_intermedios y esta disposicién es precisa. fundamental siendo el modo mayor rela- mente el fundamento que determina la tivo, proveniente de aquél como tono de ~ psicologia tipica del alstema incaico y ca- transicion. racteriza su originalidad expresiva. He aqui Ia diferencia constructiva entre Con tal fundamento podemos decir: se Ja escala incaica y Ia perfecta. Hama musica incalca, aquella que en la ‘Ahora conviene notar que en la escal melodia del canto no entrafia ningan otro menor incaica (ejemplo 1), no existen los sonido fuera de 1a escala tipica denomi- sonidos del segundo y sexto grados: fa-do nada; y se dice musica criolla, cuando ella 11 sin perder su caracter y estilo originarios, ha ineluido en sus melodias los sonidos equidistantes de los medios tonos o cro- mifiticos. Sabido es que todas las combinaciones melodicas y arménteas, han surgido de la formacion tonal de 1a escala. cromatica, a cuyas reglas sonoras, cientificas, obedecen tanto las composiciones musicales como las construcciones instrumentales. Naturalmente los habitantes del domi- nio “Ineafeo”, ignoraron en lo absoluto la, existencia y conocimiento de tal varietad de sonidos e instrumentos, hasta la época de la conquista espafiola. Los conquista- dores como los conquistados se influencia- yon mutuamente, en su sensibilidad artis- tica, especialmente, en Ia musical. Los na~ turales escucharon las melodias espafio— las; y éstos, ya sean seglares 0 religiosus atraidos por Ja originalidad de los cantos incaicos, procuraron asimilarse en dicha miisica; los religiosos dieron un paso més: en su afan de propagar su fe por todos los medios posibles, se valieron de la enor- me influencia que, sobre 1a sensibilidad ejerce la musica; congregaron en las igle~ sias a los habitantse del lugar y les hi- cieron cantar los himnos religiosos en to- nadas de cardcter incaico. Es razonable que, desde luego, los espafioles, ora por su desprecio a todo lo indigena, ‘ora por su afan reformatorio, ya, en fin, porque, hombres de distinta cultura, vefan y com- prendian las cosas “‘segtin el color de su eristal”, introdujeron reformas de inter- pretacién y expresién. Como toda evolu- cion, esta amalgama ha debido realizarse Jentamente y de ellas han salido, en lo profano, el “yarabi” y en Io religioso, las “Loas’ El “yarabi” es un “lied” romdntico, un sollozo del alma del-indio oprimido y' del eriollo, ya por las durezas del despotismo espafiol, ya por las agitaciones y azotes de nuestro’ periodo republicano y ya por In vida solitaria de aislamlento geogratico que vivimos. Los presuntuosos de falso abolengo, des- defian el origen de su raza, esquivan el romanticismo de su musica nacional, adaptandose a ajenas tendencias; tales personas no deben conservar el innato sen- ‘timiento del amor al hogar ni a la patria; deben ser como las aves errantes que, en yaudo vuelo, emigrant a otras regiones y in ‘me +e ee olvidan el instinto del reeuerau uw? arbol secular, en cuya fronda colgaron el nido sus progenitores y modularon la primera cancion de amor. Es que, dicen, parodiando a los extran- Jeros: “No, no ‘cansemos al mundo con nuestras.tristezas y con nuestros Iutos”; sin duda tienen en cuenta que una de Jas cualidades del arte es expandir el alma, elevar el espiritu a gozar las inefables de- Ueias de la alegria. Pero para revelar esa expansion de felicidad, era necesario po- seer otro género de psicologia, mediante el goce de amplia libertad. Ahora bien, ¢eudl es ese pueblo que, levando las cadenas de 1a esclavitud, bajo la tirania del go- bierno extranjero y después del propio, eante el placer de vivir contrariando los sentimientos de su alma? Los pueblos son sinceros y no ocultan el sentimiento que embarga su alma; por eso los aires de los eantos nacionales de Bolivia, son la expre- sién de la idiosinerasia de ‘ellos. ‘Tol es el “yarabi” que esboza la con~ centracién del espiritu estético del alma nacional y de st tradicion histériea. Ese canto trae a nuestra imaginacion, el eco leJano ¢ incesante del alma solitaria que perdur6 engolfada en la. vida del dolor y del martirio, con el pensamfento de su pre~ sente desdicha y la incertidumbre inqule- tante de su porvenir. ‘Hemos observado que el género del “ya- rabf” so dividié en dos fases histérico- musicales, religiosa y profana; conforme hemos demostrado, 1a musica criolla tuvo su-orlgen bien en las fiestas populares, bien en las solemnidades religiosas, ‘am- bas formas cultivd el pueblo en medio de Ja més absoluta democracia y sinceridad. La demostracién de su credo catélico 10 efectuaba en el templo, cantando alaban— zas y loas a Dios y a los Santos, especial- mente a la Virgen Maria bajo sus diver- sas advocaciones. . Uno de esos cantos nos revelé el bene- mérito veterano de 1a Independencia, don Braulio Rodrigo, diciéndonos: ““Tuve cono- cimiento de que cuando los guerrilleros pa~ triotas volvieron derrotados de 1a batalla de Amiraya, habian trafdo fugitiva a in Virgen de las Mercedes y que la repuste- ron en su altar, cantando, entre antos y gemidos, y al son de un arpa tocada por un clego, la siguiente plegari: Ma dve mi ° pue For me Este simbolo musical tematico, acogimos para el desarrollo del primer coro del mi lodrama histérica “La Coronilla”, cuya melodia, corresponde a la escala tipiea in caica. Creemos que este dato valioso ser- vira para la bibliografia musical historica. Al demostrar la escala menor ineaica, hicimos notar 1a no existencia del 2° ¥ 6° grados o sean fa y do; manifestamos, al mismo tiempo que la intervencién tan~ T Lon religiosn Ma dre cle co ba PP fuer le foie de te - ray de Blea e v A vsestos pies Madre We-goyminle - te De igual manera en los dos temas si- guientes que son propios de “Senkatan— ‘kana’ dictadas por el Sr. Guerra, encon- tramos en el primer y tercer compas de ja primera melodia las notas fa y do y las Cie. no seen Hh bre nes tae pre to de esos grados como de otros equidis~ tantes, caracterizaban Ia evolucion mu eal, determinando, gradualmente, el nue- Vo ‘estilo eriolio; ‘lo creemos demostrar transeribiendo las siguientes dos loas re- lgiosas, pues en los compases 8.° y 10.° de la primera loa ya figura la nota fa: y en los compases 2° y 3.°; 5° y 7." de Ia sew gunda, figuran las notas extrahadas en 1a miusiea Incaica que son fa y do. na 03 canchame co- ma Rei va to YY vengga do ros mis que: jo Coren de dean gustias y de pe-nes mil mismas en el sexto y octavo compas de la segunda melodia; lo que también de- muestra que la amaigama, referida, no so— lamente se habia operado en la misica vocal, sino también en la instrumental. Hemés demostrado que progresivamen- te habia seguido su curso la amalgama de Ja escala incalca con la perfecta, deter— minando la evolucién del estilo de la ma- sica criolla; esa evolucién ha Negado a su término hacia el afio 1878. Por entonces escuchabamos cantar al pueblo en el tem- plo de la “Compafifa” en el curso del no- venario de la Virgen de Chuchulaya, la si- gulente loa con estrofas en quichua y en castellano. i Ye Ley oy Sane ts. co ‘Kanchoycu Yh Be oS cary "ps bog tt ihe jeg my ie, SYR TB 13 Bh. 2” Son er Iogeeknsae oh BER Brass hy Kousy en Jag tha Jaton He Rata teh he te “aiserle SPEER tee BRT aT PER Ea Mehndi tthe sheen setae Bee, Gon fea ator hs ‘Tucueuyninta ‘Thuile Liampputa’ koy Cay causayniyman ‘Miskqut Liapay Cant saykussia A esta mi vida, Presto Resuelve dar, On fin suave Virgen de Paz Estoy cansado Ansaquissiajlia, Liévame a verte Pusacapuay Dame en Ia muerte Kespichiuay La lbertad. Esta melodia concentra en su desarro- Uo, los recursos tanto de los semitonos de la ‘escaia perfecta como de los intervalos alternados de tercera, sexta y séptima no- tas, cuyo uso es tan caracteristico, que sintetiza el estilo psicolégico de la musica eriolla; es a este género que corresponden los “yarabies” y los demas aires naciona- les. Desde hace medio siglo, 1a costumbre det canto de loas religiosas del pueblo en jos templos, ya no subsiste en Cochabam- ba a no ser en el mes de Mayo en el que se cantan algunas letrillas con musica ex- tranjera; en Sucre, segun el testimonto del Sr. Juan Guerra, ‘sabemos que colebran con elias 1a novena de Ia Virgen de Gua- dalupe, acompafidndose con arpas. Varias de las melodins que hemos escu- chado han sido invertidas en cantos pro- fanos por los “amateurs”. Asi ha sucedi— do por ejemplo con. la anterior que se ha transformado en “pasacalle” cambiando Ia letra y suprimiendo el tercer compas; en tal forma figura en esta coleccién con el titulo de “El hechizo”. Nada sabemos de los poetas que compusicron las letras de las miisicas criollas que figuran en nues- tra coleccién en quichua y en espafiol. Mu- chas de ellas son de un gran mérito lite- rario; pero el pueblo indolente y despreo- cupado, ninguna memoria ha conservado siguiera del nombre de tales poctas ané- Kanmin suyayniy Liumpa, Ininly kan, Cusiyniy canqut ‘Suma coyay Ppifiacuyniyqui Ni Jaykaj canehu Jana} pachaman Alga mi vuelo Ppauachiuay: ‘Al dulce Haén, nimos. EI pueblo es buen versificador y a veces demuestra ingenio y buen humor en las Improvisaciones que realiza en sus rouniones al pie de un drbol con motivo de un columplo en ruedas de danza y can- to. En las épocas de Todos Santos o Car- naval se producen verdaderos torneos Ii- terario-musicales de forma epigramatica y mordaz, conocidos con el nombre de “t: ‘quipayanacus” de los que uno de ellos gura en cl melodrama de “La Coronill: Existe otro género de miusica criolla muy caracterizada, que entre nuestras costumbres peculiares determina 1a época de Navidad, algunas de esas misicas an- tiguamente eran apropladas para loas de canto, de adoracién bailables y otras para tocatas en instrumentos; muy interesan- te seria formar una coleccién de aquellas antiguas tonadilias tradicionales de la epoca de Navidad, cuyo estilo religioso va transformandose conforme pasa el tiem Po en misica crapulosa, perdiendo su an- tigua pureza de estilo religioso; lo censu- rable es que, en tal forma adulterada pro- fanan el templo los misicos Ineserupulo- S08 ejecutando tan exética. musica, sin que los jefes de la Iglesia Cat6lica prohiban tal profanacién. ‘Ta mi esperanza Pura ‘Ta eres mi fe ‘Ta mi alegria Reina del Bien Nunca te enojas; Eres consuelo He aqui tres tonadilias tipicas de Na- vidad que pueden servir de modelo para la confrontacién: ARQUNRDU (Cante Indigena) Megro Tres aed tes de Day GE: BE Ae Bee LBM ea Barter oe: fice REWER B weoni - per oe As “a Boe hen We a-gur Ie Te PO Ginde de Bo pee es Jeneisime Neo yoys a era rr Penis a fg, Ent say loves i wep Te. ts de to fy Wo. Be ees sito reer tie tory ji rat don‘teoMfes 25 Vines" ET imine epcre lL LS Adoracion bailable En nuestros dias, 1a modalidad del pue- blo ha cambiado, mediante la influencia de 1a divulgacién de los principios atrac- tivos del soclalismo, comunismo, etc., ¥ 5€ ha adaptado al sistema moderno del prac- tieismo, olvidando el sentimiento ideologi- co que'nos legaron nuestros padres: el ‘amor al sacrificio por la patria y el culto sincero a la religion catélica; dos lazos de unidn que aquéllos cultivaron con austeri- dad y carifio para sostener la unidad de sus aspiraciones y la moral educativa del pueblo; dos lazos, sf, de union, que man- tuvo con firmeza y’perseverancia en el + sacrificio, con amplia conviccion y los con- dujo al heroismo mas culminante. Estamos observando que la-pureza del estilo eriollo, va extinguiéndose y escu- chamos, en substitucién, clertas adultera~ ctones de mal gusto, que revelan degene~ racién artistica denigrante; 1a misica criolla ha sido relegada casi al olvido y 56 lo la cantan los trasnochados de taberna. La antigua exuberancia emotiva de las melodias, es adulteracion ramplona, A ese andar, en lo futuro desapareceran hasta las que caracterizaron ciertas épocas his- téricas, como aquel baile de increpacién que el pueblo cantaba con tanta amargu- ra en los dias de la Guerra del Pacifico: “Dirigldo por Grat ‘Hudscar, Donde te has ido? Anhelo de Bolivia ‘Husscar, has sucumbido?” Asi como el siguiente baile de los “Co- Jorado: Legionarlos del derecho, somos hombres del deber, nuestro escudo es nuestro pecho, iA la Patria a defender!” 15 “No nos rinden los chilenos, de humillarnos no hay memoria, y “vencer” es nuestro lem: © “morir” todos con gloria”. ¥ otras muchas melodias de caracter patridtico, de las cuales algunas de ellas tenemos Ja suerte de insertar en las res~ pectivas secciones de esta coleccin. Verdad es que nuestras misicas nacio- nales en las épocas primitivas, no tenian ms variedad de acompafiamiento que el monétono arpegiado o vulgar gaveteado del bajo, ni mas modalidad armonica que Jos tres acordes fundamentales; por tal ra- 26n, carecian de importancia’y mo eran dignas de figurar en ningdn festival ar- tistico. » ‘Es una de las razones de nuestra aspi- racién y anhelo. y as{ como la de otros distinguldos artistas. la de elevar el rol y rango de nuestra musica nacional del ba- Jo nivel en que se encuentra, mediante 1a ‘aclaracién del acento expresivo melédico de las frases y armonizacion adccuada, conforme a las exigencias del gusto mo- derno, sin desvirtuar el fondo psfquico de los dos estilos musicales. En nuestros trabajos, intencionalmente nos hemos retraido para no caer en nin- guno de los extremos: ni en la ignoran- cia absoluta, ni en la sapiencia del tecni- cismo clentifico que no poseemos, tenien- do en cuenta que en las Bellas Artes, los conceptos e interpretaciones, desatinados, producen hilaridad. Asi por ejemplo, he- mos conocido miisica denominada incaica, en ediciones extranjeras, armonizada con recargo de arpegios, progresiones de acor- des, glosas contrapuntisticas, ete., desvir- tuando, de este modo, el fondo del estilo matriz mel6dico. Tal cimulo exético, tra~ fo a nuestra imaginacién, la idea de ex- ‘peetar el cuadro de un pintor que para fi- sonomizar el tipo indigena, lo caracter!- zara con la indumentaria de un diploma- tieo. Al efectuar el presente trabajo biblio- grifico musical, de “aires nacionales”, he~ mos procedido ‘a la manera del boténico que coge las flores de la selva y del cam- po, eligiendo de entre ellss las de aroma exquisite y colorido seductor, para formar un ramo ‘precioso: pretendo que asi he formado el mio de cantos y tradiciones para ofrecérselo a mi Patria y al porve- nir del arte nacional. El ser un recuerdo hilstérico de su tradiciOn artistiea y tuen- te donde los futuros mtisicos beban su ins- piracién. Bien es verdad, que este manan- tial no tiene otro mérito que el de ser el reflejo fiel de nuestro folklore; no in- voco mas motivo de orgullo y satisfaceion que el de haberlo recibido directamente, de viva voz, de mis queridos padres y del pueblo cuyas palpitaciones emotivas de su vida pasada, las retorno impresas en cl- fras musicales. Cochabamba, Agosto 6 de 1928. Cierro Ins anteriores Iineas, cumplienao con el deber de manifestar mis agradeci- mientos al ilustre hombre piblico Dr. Is- mael Vasquez, por las palabras de allento y estimulo que le mereci para la prose- cuelén de este trabajo y por haberme hon- rado dictandome tanto las melodias mu- sicales, como 1a poesia de las estrofas en quichua y castellano de algunos yarabies mas importantes que figuran en la sec- cidn respectiva, debido a su exquisite eri- terio artistico y prodigiosa memoria. ‘Me cabe también expresar igual agrade~ cimfento al inteligente pedagogo Sr. Dn. Juan Guerra, por su bondadosa y patris- tea colaboracién de haberme facilitado Jos datos precisos de la nomenclatura de os instrumentos indigenas, como son el pututu, erque, zampofia, charca, laquitas, ¥ algunes melodias propias de tales instru~ mentos. ‘estilo Vargas.

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