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Educación y Comunicación en Nueva Cultura Del Agua PDF
Educación y Comunicación en Nueva Cultura Del Agua PDF
Tal obra es de interés general (declaración de tipo político) y, por tanto, es necesaria.
El agua es de todos.
Un proyecto (el que sea) es bueno porque ha recibido un amplio apoyo (de tipo
político).
Un proyecto es bueno porque la alternativa es mala.
Los expertos apoyan tal obra (cuando en realidad son expertos en otro –ámbito o
tienen intereses directos en el proyecto).
Existe una España seca y una España húmeda.
El sur y el levante español necesitan agua.
Se necesita el trasvase para reequilibrar el desajuste hidrológico de España.
Sobra agua del Ebro que se vierte al mar innecesariamente.
El Gobierno (al nivel que sea) hace todo lo posible por conseguir un consenso con
todas las partes implicadas.
Cabe citar, un estudio realizado por Cisneros Britto en 2003 sobre el debate del agua y
centrado en las informaciones de los diarios ABC y El País. La investigadora señala
que el reflejo de este elemento en la prensa es reflejo de la “mentalidad
pseudocientífica” y la “visión del mundo mecanicista”. Además, establece la línea
argumental que defiende cada uno de ellos respecto a esta cuestión:
“La postura del ABC no es que sea más o menos ambientalista, es que ignora
totalmente que el ambiente esté relacionado con el agua. Para este medio, el agua es
un líquido que transcurre por unas tuberías a cielo abierto que se llaman ríos y que los
hombres de unos territorios semidesérticos ven marcharse al mar. El mar es una
especie de agujero negro de la naturaleza porque una vez que se traga el valioso
elemento ya no se puede extraer porque es muy caro y complicado”.
“El agua para El País es un límite al desarrollo económico y, por tanto, asunto delicado
para los políticos que prometen desarrollismo”.
Algunas reflexiones para informar
sobre el agua en los medios
Nos aventuramos a asegurar que los medios de comunicación tienen un escaso interés
por informar sobre la problemática del agua. Grandes acontecimientos internacionales,
como sucedió conLa Expo Zaragoza2008 o un año después el V Foro mundial del
Agua, no despertaron el suficiente atractivo mediático para que las noticias sobre la
problemática del agua inundasen los medios de comunicación.
Podemos confirmar que el aumento a la hora de informar sobre la problemática del
agua y el medio ambiente desde la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio
Humano de Estocolmo en 1972 así como el gran impulso que tuvo en la Cumbre de
Río 1992, ha sido muy notable.
Sin embargo el fracaso que ha tenido en 2012 la Cumbre Río+20, ha encendido todas
las alarmas, plasmando el estancamiento e incluso marcha atrás que puede sufrir el
tratamiento de este recurso.
Contenidos para informar sobre este tema hay muchos. Por ejemplo desde el año 2010
el agua ya es un Derecho Humano pero las agresiones hacia este recurso continúan
siendo constantes: unos 800 millones de personas carecen de agua potable en el
mundo; a nivel global más de 1.100 millones de personas carecen de abastecimiento
básico de agua; unos 2.500 millones (40% de la población mundial), no tienen acceso a
un saneamiento adecuado; la falta de acceso a agua potable mata más niños que el
SIDA, la malaria y la viruela juntos; cada año mueren más personas por enfermedades
relacionadas con el agua contaminada que por cualquier forma de violencia, incluidas
las guerras. Con esta temática, aunque sólo fuese a modo de denuncia, los periodistas
ambientales deberían tener un espacio asegurado en cualquier soporte informativo y, a
pesar de este triste panorama, informar sobre la problemática del agua en ocasiones es
poco menos que imposible.
Nos aventuramos a asegurar que los medios de comunicación tienen un escaso interés
por informar sobre la problemática del agua. Grandes acontecimientos internacionales,
como sucedió con La Expo Zaragoza 2008 o un año después el V Foro mundial del
Agua, no despertaron el suficiente atractivo mediático para que las noticias sobre la
problemática del agua inundasen los medios de comunicación.
Algunos consejos
Queda demostrado que la información sobre el agua es necesaria, aunque en nuestros
días cuando aparece cae en contradicciones y orientaciones demagógicas,
catastrofistas y con demasiados intereses políticos. Por eso debemos cuidar la
presencia del tema agua en los medios de comunicación y desvincularla de catástrofes,
sucesos extremos y amenazas. Deberíamos conseguir que se aumentase el interés de
este recurso por las cuestiones técnicas, económicas, sociales, ambientales y su reflejo
en la política.
Es necesario evitar la repetición de mensajes simplistas, demagógicos o sesgados,
basados en un escaso debate científico y sin un trabajo reflexivo previo y tender a
generar, de manera urgente, nuevos parámetros sobre el uso del agua para trasformar
las sociedades y crear una sociedad ahorradora de este recurso. Sin duda, en la
generación de esta transformación social los medios de comunicación tienen y tendrán
un papel fundamental.
Está demostrado que si no se informa sobre este problema no se forma parte de la
conciencia social. El tema pasa a ser tratado por los técnicos especialistas por un lado
y por los políticos por otro, con lo que socialmente no surge el mínimo interés por esta
materia.
Hoy los políticos y académicos se encuentran con dos opciones. Seguir con lo
políticamente correcto o abordar el tema en profundidad y convencer a los
responsables de los medios de comunicación sobre la importancia de este recurso para
la humanidad, consiguiendo que se informe sobre el mismo.
Se debe lograr que cualquier debate en torno al agua no sea sólo técnico, debe
albergar un debate social que la ciudadanía modificará incorporando sus demandas
para conseguir llegar a las Administraciones. Sin duda la participación pública de una
ciudadanía bien formada, lejos de ser un obstáculo, podría constituir un ahorro de
tiempo y esfuerzo.
Sí a Internet
El periodista ambiental sabe que reunirse con expertos en agua para informar sobre su
problemática exige un ejercicio de conocimiento desde la misma terminología. Una
formación que el periodista generalista no tiene y el periodista especializado en medio
ambiente intuye. Por tanto, es necesario mejorar la formación ambientalista de los
periodistas y profesionales de la comunicación. Hay que hacerles ver la enorme
complejidad del mundo del agua y los responsables de los medios de comunicación no
se pueden permitir el lujo de prescindir de profesionales especializados, necesarios
para transmitir a la sociedad la inadmisible situación de este recurso con conocimiento
y rigor.
Por fortuna, el área informativa que cubre el medio ambiente no ha escapado a la
capacidad de seducción de Internet. La introducción de potentes recursos de
documentación, transmisión de datos, aprendizaje y comunicación han hecho de
Internet un instrumento imprescindible en el trabajo periodístico, ofreciendo a los
profesionales especializados en informar sobre agua y medio ambiente posibilidades
que hasta hace muy pocos años eran impensables.
Tradicionalmente la labor tanto de documentación como de información del periodista
ambiental siempre se ha tenido que acomodar a la falta de tiempo y a los espacios de
los soportes tradicionales. Esta especialidad necesita de un trabajo previo importante
tanto en la preparación de la información como a la hora de plasmarla en un medio,
algo que no sucede en otras especialidades. Con Internet se pueden consultar fuentes
inimaginables hace unos años y olvidarse de las apreturas del espacio para poder
divulgar el conocimiento adquirido.
El medio ambiente, el agua y el desarrollo sostenible tocan todas las esferas de la vida,
y no podían quedarse fuera de la Red de Redes. Aquí han encontrado el mejor de los
nichos desde donde se pueden denunciar las amenazas que sufre. Con el impulso de
las redes sociales, los blogs y foros científicos, el periodista puede llegar a informar de
los problemas que acontecen sobre medio ambiente y agua a un amplio número de
personas, algo que no sucedía en un medio tradicional localizado geográficamente. Por
otra parte el nuevo lector de estos soportes conforma un público objetivo y totalmente
fiel a la problemática sobre la que se le informa. De esta forma puede compartir y
contrastar con el lector globalizado los problemas que padece en su zona geográfica,
comprobar que son muy parecidos y que, incluso las soluciones, se pueden compartir.
A pesar de lo que erróneamente se piensa, la opinión pública si demanda este tipo de
información, sólo hay que realizar una entrada a la Web del Ministerio de Agricultura,
Alimentación y Medio Ambiente, para certificar que existe un gran interés por este
recurso.
En manos de los políticos está el abandonar los intereses partidistas para que se
conozca la problemática del agua y del medio ambiente. Deben apoyar con su
presencia encuentros internacionales y nacionales y llamar la atención de los medios
de comunicación para que informen sobre la escasez y contaminación de este recurso
natural. Sin embargo, si adoptan la postura del silencio, a los responsables de los
medios de comunicación les seguirá sin interesar una información que no les
proporciona dividendos políticos o económicos y la opinión pública permanecerá ajena
e impasible ante unos problemas que sufren y padecen gran parte de la humanidad y
que, por extensión, amenazan el futuro del Planeta.
Redes sociales y agua: de la madurez a
la especialización
Las redes son fundamentales, ahora nadie lo duda, porque representan la forma más
directa y eficiente de llegar a tus lectores, a tus socios, a tus clientes, a tu público en
definitiva. El reto está ahora en definir cuál es el mejor uso de cada herramienta,
segmentar los mensajes para dar la información suficiente pero no saturar a tu
comunidad.
Parece mentira, pero hace ya más de 7 años que comenzaba la aventura de iAgua.es.
Cuando nació, no se llamaba así, ni abordaba en su totalidad un campo tan amplio
como el que ahora cubrimos, pero en ese momento se puso la semilla.
Recuerdo que por aquel entonces asistía por mi trabajo a frecuentes reuniones
técnicas a lo largo de la geografía española. En estos encuentros, solía entablar con
algunos colegas de profesión apasionantes conversaciones sobre la política del agua
en España, la planificación hidrológica o la gobernanza del agua en el mundo. Cuando
volvía a mi despacho sentía a veces un gran vacío por no poder continuar aquellos
enriquecedores diálogos, por ver como aquellos momentos se perdían en el tiempo
como lágrimas en la lluvia. Y, lo más importante, sentía pena por no poder mantener un
contacto estrecho con otros apasionados del agua como yo. Por todo ello, en lo que
probablemente fué la mejor decisión profesional que he tomado en mi vida, comencé
mi blog sobre la Directiva Marco del Agua, aunque yo no podía sospechar lo que iba a
venir.
Y es que en el año 2005, Twitter ni existía, Facebook daba sus primeros pasos entre
los estudiantes de la Ivy League y Linkedin ni siquiera era la red profesional líder en
España. Era el tiempo de los blogs, y de la consolidación de otros servicios como la
Wikipedia o Youtube, tal y como reconoció la Revista Time en su Premio Person of The
Year en 2006. Lo cierto es que era difícil aún crear comunidades, aunque la semilla
estaba ya germinando.
iAgua (aún sin su nombre actual) inició el servicio de suscripción por e-mail en octubre
del año 2007. A través de Feedburner, cualquier lector de la web podía, sólo con dejar
su dirección de correo, recibir cada mañana en su buzón los artículos publicados en las
veinticuatro horas anteriores. A comienzos de 2009 superábamos los 1.000 miembros:
el interés por la información sobre el agua quedaba patente, y las herramientas para
"hacer comunidad" estaban ya maduras. Había llegado el momento de ponernos cara.
@iAgua comenzó su andadura en Twitter el 15 de mayo de 2008. Se puede decir que
fuimos un "early adopter", aunque el número de usuarios mundiales era ya de más de
14.000.000 millones. Lo que es seguro es que del sector del agua en España no había
casi nadie. Por ello, el despegue fue difícil y un tanto frustrante. Recuerdo ver la
actividad de las cuentas estadounidenses dedicadas a temas de agua y morirme de
envidia. Durante un tiempo, incluso @iAgua lanzaba tweets en inglés a determinadas
horas para poder entrar en conversación en la red. Hasta el año 2010 no se empezaron
a ver los frutos del trabajo.
Me gustaría resaltar a este respecto que el Congreso Nacional de Medio Ambiente
(CONAMA 2010), fué sin duda un punto de inflexión. En primer lugar, por el Grupo de
Trabajo sobre Redes Sociales y Medio Ambiente que coordinaron Roberto Ruiz Robles
y Clemente Álvarez en el verano anterior al Congreso. En las reuniones y trabajos
previos, se puso en común la incipiente experiencia de distintas organizaciones y
usuarios del sector ambiental, generando un documento que aún hoy en día resulta de
gran utilidad para los que dan sus primeros pasos en este ámbito. La celebración del
Congreso, en noviembre de 2010, fue la confirmación de que no estábamos solos. Las
distintas salas temáticas se plagaron de twitteros, y algún que otro Hashtag saltó a la
fama a través de la plataforma del Trending Topic en España. Al fin podía confirmar
que el mundo (del medio ambiente en este caso) estaba lleno de frikis (o no tan frikis)
como yo.
Después de 2010, ya sabemos lo que ha venido. Desembarco masivo de profesionales,
empresas, administraciones y todo tipo de organizaciones del sector medioambiental
en general y del agua en particular. A día de hoy, las cifras de iAgua no dejan lugar a
dudas: más de 12.000 seguidores en nuestra cuenta principal de Twitter y casi 3.000
en @iAguaPRO, dedicada casi en exclusiva a difundir ofertas de empleo, más de 4.500
fans en Facebook y más de 3.900 miembros en el grupo iAgua Profesionales de
LinkedIn.
Las redes son fundamentales, ahora nadie lo duda, porque representan la forma más
directa y eficiente de llegar a tus lectores, a tus socios, a tus clientes, a tu público en
definitiva. El reto está ahora en definir cuál es el mejor uso de cada herramienta,
segmentar los mensajes para dar la información suficiente pero no saturar a tu
comunidad.
Pero, aunque algunas veces se nos olvida, la clave sigue estando en lo que hacemos
fuera de las redes, que nunca son un fin, sino un medio para mejorar nuestro trabajo.
Reflexiones cotidianas desde un medio
audiovisual
El periodismo medioambiental, ese con el que me despierto cada mañana, es
periodismo de investigación, complejo y multidisciplinar; también es periodismo
científico, tiene una función divulgadora y de responsabilidad social. Y debe ser, sobre
todo, un testigo de la realidad.
Sentarse cada mañana frente al ordenador, encenderlo y enfrentarse a la tarea diaria
de informar. O despertarse antes del amanecer en medio del campo, en una casa rural,
tomando un café rápido para salir a rodar alguna secuencia acompañada por unos
agentes medioambientales. Nos ponemos en marcha al inicio de cada jornada sin
meditar demasiado sobre cómo nos enfrentamos a ese trabajo. Aplicamos nuestros
conocimientos y herramientas por inercia, y nos parece que la intuición nos ayuda.
Nada más lejos de la realidad. Ahí detrás están las horas de estudio, de prácticas,
aciertos y fracasos que nos han configurado como lo que somos: periodistas medio
ambientales. Y en mi caso, también reportera de televisión.
Aunque a menudo es denostada como medio, y algunas razones hay, es relevante
subrayar que ver la televisión es la actividad de ocio a la que más tiempo dedicamos
los ciudadanos de los países desarrollados. Aún hoy, frente a la competencia del ocio
online y digital, continúa siendo el principal medio de entretenimiento de los españoles.
En 2010 se consumía un 22% más de televisión que hace veinte años. Y en noviembre
de 2012 se llegó a otro record absoluto: 4 horas y 27 minutos por persona y día.
En este medio tan devorador, enternecer a la audiencia con un cachorro de lince no
requiere mucho esfuerzo, pero con el plan de cuenca que está elaborando una
Confederación Hidrográfica, la cosa se complica. De hecho, eres carne de zapping.
Eso no significa que piense que haya que renunciar a temas por “intratables”. Hay
informaciones económicas mucho más áridas, y no por ello abandonan un solo día los
titulares de los informativos. ¿Cuánta gente en la calle sabe explicar la prima de riesgo
o el índice de precios al consumo? Y aún así son informaciones que nos tienen en vilo.
En nuestro programa, El Escarabajo Verde de TVE, hemos conseguido históricamente
hablar de trasvases, contaminación en los ríos, construcción y demolición de presas,
cómo se gestiona una sequía o por qué se producen unas inundaciones. Aviso a
navegantes: hay asuntos en el programa que suponen el doble o el triple de
documentación que cualquier otro, y todos los referentes a la gestión del agua se
incluyen en este apartado, cualquier ejemplo sirve.
“Un estudio reciente indica que los telediarios españoles dedican en promedio el 45%
de su tiempo a deportes y política –casi a partes iguales–, y sólo 2,3% al medio
ambiente” 1. Está claro que ante semejante competencia, va a ser difícil concienciar al
espectador de la importancia de la preservación de nuestro entorno. Es un pez que se
muerde la cola.
Cada vez que abordo cualquier información medioambiental y por extensión la
especializada en cuestiones hidrológicas, me enfrento a dos tipos de dificultades: unas
son inherentes al medio, que exige amenidad, inteligibilidad y síntesis. Otras son
inherentes al tema: es un eje transversal, trata de economía, tiene conflicto social, y
requiere perspectiva científica; y por si fuera poco tiene dificultad técnica. Por tanto, si
abordamos un asunto como la situación de las Tablas de Daimiel no podremos
circunscribirnos a su condición de espacio natural, sino que tendremos que tener en
cuenta qué peso tienen aspectos como la legislación de aguas subterráneas, o el
impacto de la política agraria comunitaria (PAC).
Otro obstáculo: en materia de aguas, hay que ser un entendido para entender la
superposición de administraciones que intervienen en la planificación y gestión de una
cuenca hidrográfica. Algunas comunidades autónomas pueden planificar sus cuencas
internas, pero las intercomunitarias las gestiona la Confederación Hidrográfica. Y todas
esas planificaciones están basadas en la legislación europea, en concreto, la Directiva
Marco del Agua. No obstante, los peces que están en ese río los gestionará la
comunidad autónoma. Total, un lío. En el caso del Guadalquivir, con sus recursos en
los tribunales, hubo momentos en los que una no sabía a quién tenía que llamar para
hacer una consulta. Y existe mucha legislación, sí, pero también muchos vacíos legales
sin los cuales no se puede entender que perduren algunas situaciones insostenibles:
las aguas subterráneas serían un caso paradigmático.
A pesar de estas dificultades, los periodistas medioambientales tenemos la obligación
de hacer inteligible lo que contamos. Muchas veces me encuentro haciendo una
especie de negociación con científicos y técnicos. Me gustaría poder transmitir la cara
de un entrevistado, cada vez que le digo que tiene treinta segundos para resumir toda
su investigación. Pero es cierto que, cada vez más, entienden lo esencial de saber
“traducir” y sintetizar. A nuestros expertos entrevistados la demolición de presas en una
cuenca les puede parecer fascinante, pero hay que conseguir encontrar la manera de
que al televidente también se lo parezca. El medio de comunicación tiene que funcionar
como puente entre la ciencia y el público.
1
El medio ambiente en las televisiones españolas. Un análisis de contenido de los informativos
nacionales.” Bienvenido León. Cultura verde. Volumen I, Ecología, cultura y comunicación. Sevilla:
Consejería de Medio Ambiente, Junta de Andalucía, 2007, p.362
La pedagogía que hacemos en el programa es con frecuencia más básica: lo que
intentamos contar de los ríos es sobre todo que “no son sólo agua, y son nada más y
nada menos que agua”. Aunque parezca una perogrullada: “los ríos tienen que llevar
agua” es una frase recurrente.
Para evitarlo, apuesto por el uso del análisis, la contextualización y la huida del
sensacionalismo o dramatismo tan en boga en algunos informativos. El por qué es
imprescindible. Dicho esto, una secuencia de impacto puede ser útil para llamar la
atención, y de esta forma interesar al espectador en las causas y razones de lo que
acaba de presenciar. Un ejemplo de ello sería el reportaje “Pasados por agua” de El
Escarabajo Verde.
El periodismo medioambiental, ese con el que me despierto cada mañana es
periodismo de investigación, complejo y multidisciplinar; también es periodismo
científico, tiene una función divulgadora y de responsabilidad social. Y debe ser, sobre
todo, un testigo de la realidad.
Educación y ciudadanía
En los últimos 20 años se ha desarrollado un avance importante en relación a la
reflexión sobre la gestión del agua y los recursos hídricos. Desde la "Nueva Cultura del
Agua" se ha aportado un marco teórico sobre los valores en juego y la necesidad de
repensar los modelos de gestión desde una visión ecosistémica.
En los últimos 20 años se ha desarrollado un avance importante en relación a la
reflexión sobre la gestión del agua y los recursos hídricos. Desde la “Nueva Cultura del
Agua” se ha aportado un marco teórico sobre los valores en juego y la necesidad de
repensar los modelos de gestión desde una visión ecosistémica. La Directiva Marco del
Agua (DMA), vigente en la Unión Europea desde finales del año 2000, promueve este
nuevo enfoque, estableciendo como objetivo central recuperar y conservar el buen
estado ecológico de ríos, lagos y humedales. La biodiversidad pasa a ser el mejor
testigo, no sólo de la calidad de las aguas, sino del buen funcionamiento de los
ecosistemas.
A pesar de ello los enfoques productivistas y el enfoque de la gestión del recurso como
un bien económico desde la lógica del libre mercado siguen teniendo un peso
importante.
¿Qué puede aportar la Educación Ambiental a la ciudadanía?
Si bien cada vez existe más sensibilización hacia los temas ambientales, es bien cierto
que el conjunto de la población está influido por los patrones culturales de la sociedad y
los mensajes que recibe desde los medios de comunicación. En el tema del agua y de
los ríos, al igual que en muchos otros, está comprobado que por un lado se carece de
información y formación suficiente para tener criterio de opinión razonado que permita
tomar decisiones individuales y colectivas y por otro lado hay unos hábitos que
impregnan el hacer cotidiano y dificultan la acción responsable.
Algunos aspectos o casos concretos sobre los que reflexionar:
2
"El latido de los ríos"
Trabajar en el sector agrícola: En España cerca del 80% de los recursos hídricos se
utilizan en la agricultura y ésta es la responsable de una importante contaminación
difusa en los acuíferos. En muchos lugares, las Confederaciones han permitido que la
agricultura ocupe una parte importante de la llanura de inundación del ríoy existe un
permanente debate sobre las actuaciones que hay que realizar en los cauces (
dragados, limpieza..) para defender los campos agrícolas de las inundaciones. Sin
embargo apenas existen programas de educación ambiental destinados a este sector.
Es importante trabajar con sindicatos agrícolas y población rural con el fin de poder
poner en marcha experiencias que permitan cambiar la percepción que el agricultor/a
tiene sobre el río y avanzar en la modificación de hábitos y comportamientos y
capacitar para la búsqueda de soluciones desde la perspectiva de convivir con el río y
no contra el río.
3
Libro Blanco de la Educación Ambiental en España en pocas palabras.
El agua y la educación, muchos caminos
transitados
Dado que a la educación se llega por caminos diversos como la imitación o la
construcción personal, la noción del agua, que siempre es compleja, habría de
apoyarse en una educación viva y continuada que llevase a modificaciones de
conducta.
Si hubiera una palabra para adosar a educación sería búsqueda, si pensásemos en
agua elegiríamos fluir. La noción del agua es algo siempre inconcluso que fluye a lo
largo de la vida de las personas. Dado que a la educación se llega por caminos
diversos como la imitación o la construcción personal, la noción del agua, que siempre
es compleja, habría de apoyarse en una educación viva y continuada que llevase a
modificaciones de conducta. Estas se consolidan mejor si el ambiente social es
favorable al cambio buscado. Escuela y sociedad habrían de ponerse de acuerdo en
generar nuevas dinámicas sobre el agua. Para ello son necesarios espacios de
participación que favorezcan el sentido de responsabilidad compartida: eje de las
modificaciones de conducta consistentes, aquellas que denotan cambios de actitud.
Desde hace años, el agua impregna muchas actividades formativas en los centros
educativos. Unas veces lo hace en forma de efemérides, en otras ocasiones como
parte de la enseñanza reglada (no es extraño que predomine esta forma pues siempre
ha figurado como un contenido escolar en los programas de la educación obligatoria).
Los materiales y publicaciones elaborados en los últimos 30 años por administraciones,
editoras, asociaciones u ONG han fluido a borbotones por las escuelas. Tras este
aluvión de actuaciones algunos pensarán que los cambios inducidos han sido muchos,
otros dirán lo contrario. Para centrar el debate y el sentido de la propuesta que aquí
presentamos deberíamos preguntarnos si las diferentes actuaciones, ahora y siempre,
se han preocupado por definir con claridad sus objetivos o bien daban por supuestas
las bondades intrínsecas que trabajar con el agua conlleva, habida cuenta de la
trascendencia socioeconómica y naturo biológica que tiene en la vida cotidiana. Para el
desarrollo de la lectura crítica de nuestra visión educadora del agua es trascendental el
CONTEXTO (el formato) de las intervenciones. Habrá que decidir si serán más eficaces
actuaciones puntuales y sencillas o son preferibles otras prolongadas durante todo el
año, y si en algún caso que se trabajan temas importantes deberían durar más de un
curso escolar. Parece conveniente, sean de una tipología u otra, que se busque la
implicación de todo el centro y que incluso la cultura global del agua compartida pueda
impregnar los proyectos educativos.
Otra de las variables de la cultura social sobre el agua lo constituyen los CONTENIDOS
que la formalizan. En las escuelas predominan los que relacionan ciencia y agua en el
marco de materias clásicas como las Ciencias naturales o la Geografía. Persisten los
trabajos sobre historias y tradiciones del agua y últimamente crecen las cuestiones
ligadas al abastecimiento y saneamiento. Todos estos temas presentan un concepto de
agua estanca, poco preocupada por la modificación de conductas y sin establecer
cauces de participación comprometida. El fluir del agua se conseguiría mejor si se
abordasen problemáticas sociales relacionadas con el uso cotidiano del agua, tales
como la gestión del agua y ríos en entornos próximos, el agua en el mundo y su
gobernabilidad.
La educación que se formaliza en las aulas precisa para su eficacia unos PROCESOS
metodológicos organizados; no sirve cualquier estrategia didáctica. En estos momentos
la mayoría de las acciones sobre el agua en el ámbito escolar se realizan dentro del
trabajo de clase o de materia. Así no es extraño que predomine la adquisición de
conceptos antes que la reflexión participativa. Cuando se da protagonismo al agua se
hace en talleres, en excursiones largas o en salidas a enclaves y servicios próximos,
aprovechando su vertiente lúdica. Cabe pensar que las estrategias didácticas que
están detrás del resto de las actividades (días o semanas dedicados al agua,
conferencias, exposiciones o visionado de audiovisuales) no son suficientemente
consistentes para favorecer el cambio de conductas. Sin duda las actuaciones
participativas (debates, campañas, concursos creativos, encuestas, actuaciones en el
marco familiar, etc.) son más favorables para crear estados de opinión y facilitan
programas posteriores de intervención.
En demasiadas ocasiones, las buenas intenciones de los centros educativos y el
empuje de profesores implicados, llevan a acometer intervenciones demasiado
impregnadas del marketing ambiental sobre el agua frente a otras opciones más
orientadas al compromiso. Para revertir esa situación hay que aprovechar las ganas de
trabajar y el potencial transformador de las escuelas, que sigue latente. Por eso, como
todavía es posible enriquecer la cultura social habría que programar las actuaciones
pensando en su:
CONTEXTO:
Son más eficaces si intentan la progresiva generalización en todo el centro aunque se
pudiese empezar con actuaciones concretas con grupos más reducidos de alumnos.
Así se favorece la implicación en acciones en entornos próximos, aunque estas se
puedan expandir si se participa en redes de escuelas ya existentes en España y el
mundo. Suelen ser útiles los compromisos de toda la comunidad educativa que se
pueden refrendar en un documento público.
CONTENIDOS:
Parten de la elección razonada de las temáticas que se trabajen, ajustadas a
cuestiones básicas de desarrollo curricular y a temas de incidencia social próxima o
lejana: problemas en el suministro de agua, episodios de contaminación, conflictos
sociales por la distribución, desigualdades entre Primer y Tercer Mundo. Sin duda,
funcionan mejor las que poseen un hilo argumental que dé sentido a toda la secuencia
de aprendizaje.
PROCESO:
Sería conveniente la superación de los tratamientos episódicos a favor de actuaciones
de intervención curricular del centro educativo para potenciar la dimensión global del
agua, como aquellas que utilizan la estrategia de resolución conjunta de problemas. La
secuencia de acciones debería contener una primera aproximación global al agua para
identificar la situación y analizar las causas. Se puede partir de las ideas previas de los
alumnos, aprovechar el seguimiento de noticias y sucesos del agua en la prensa o
utilizar estrategias como el tratamiento de dilemas morales. A continuación ha de haber
una propuesta de actuaciones y un posterior desarrollo de acciones. Si falta la
valoración y la comunicación de resultados se quedan estancas y apenas generan
modificaciones de conducta visibles y permanentes.
Deconstruir para construir: un reto para
la educación en la Nueva Cultura del
Agua
Uno de retos fundamentales que plantea la DMA es precisamente el cambio de
mentalidad en la gestión del agua. Para afrontar, con éxito, ese cambio de mentalidad
es necesaria una gran labor de pedagogía social así como una crucial
corresponsabilización de todos los agentes sociales interesados. Uno de los factores
que dificultan más este cambio cultural, es la pervivencia de un lenguaje cargado de
tópicos del agua.
Del pensamiento del materialismo hidráulico al enfoque ecosistémico de la
Directiva Marco del Agua.
La aprobación de la Directiva Marco del Agua (2000/60/CE), en el año 2000, ha
supuesto un profundo cambio en la manera de gestionar el agua y de entender nuestra
relación con el medio hídrico. Uno de retos fundamentales que plantea la DMA es
precisamente el cambio de mentalidad en la gestión del agua. Para afrontar, con éxito,
ese cambio de mentalidad es necesaria una gran labor de pedagogía social así como
una crucial corresponsabilización de todos los agentes sociales interesados. Uno de los
factores que dificultan más este cambio cultural, es la pervivencia de un lenguaje
cargado de tópicos del agua.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española al referirse al término
“tópico”, lo hace de la siguiente manera: “perteneciente o relativo a la expresión trivial o
muy empleada”, “expresión vulgar o trivial”. En realidad, el tópico no necesita lógica y
es aceptado socialmente sin cuestionar el planteamiento que lo sustenta. El tópico
carece de fundamento científico y es interiorizado por el individuo como un concepto
preconcebido que es asumido, desde la necedad, sin reflexión previa. Su utilización en
el lenguaje ha condicionado un tipo de pensamiento unidireccional, que en el caso de
los temas relacionados con el agua, ha servido para generar una manera de pensar
que ha encubierto la realidad y que ha contribuido a generar un modelo de
pensamiento, fundamentalmente estructuralista, según el cual el agua ha sido
considerada como un simple recurso económico al servicio de la producción,
entendiendo que su fin no es otro que el de generar riqueza.
Algunos autores, como el profesor Ramón Llamas, al referirse a esta cuestión lo hacen
utilizando el término hidromito “…Entendemos por hidromito aquella idea errónea
desde el punto de vista práctico, sobre algo relacionado con el agua, y que está
ampliamente difundida entre el gran público e, incluso, entre gran parte de la
comunidad científica y de la Administración Hidráulica. Se trataría de una especie de
axioma que prácticamente se toma como un hecho cierto sobre el que no cabe la
discusión. La amplia difusión de estas ideas se debe, principalmente, a que tienen un
cierto fundamento en algún hecho real que es interpretado de un modo sesgado y
parcial…” (En “Conocimiento, educación e información sobre las aguas subterráneas
en España. LLAMAS, 1997). En realidad se estaría haciendo referencia a mitos sobre
el agua y, en este sentido, el diccionario de la Real Academia define mito como “cosa
inventada por alguien que intenta hacerla pasar por verdad”.
En realidad, la pervivencia de estos tópicos entre la ciudadanía no han hecho sino
favorecer el enmascaramiento de los verdaderos problemas que giran entorno al
mundo del agua. Hoy en día, el poder mediático de los medios de comunicación, ha
facilitado que el lenguaje de los tópicos del agua se haya extendido con facilidad al
conjunto de la sociedad. De la misma manera que el conocimiento científico puede ser
expresado y comunicado por los medios, el no-conocimiento puede hacerlo también
con la misma profusión y contundencia (KUNDERA, 1987). Este mismo autor lo
expresa de la siguiente manera: “…el irresistible incremento de las ideas
preconcebidas que, una vez inscritas en los ordenadores, propagadas por los medios
de comunicación, amenazan con transformarse pronto en una fuerza que aplastará
cualquier pensamiento original e individual y ahogará así la esencia misma de la cultura
europea de la Edad Moderna…”. El problema principal se manifiesta cuando el
lenguaje de los tópicos se apropia de la verdad y al poder le interesa seguir
manteniendo la ignorancia en la sociedad, en beneficio de sus propios intereses. En
este sentido podemos decir que algunos de estos falsos paradigmas han sido utilizados
para justificar la política de aguas fundamentada en el estructuralismo hidráulico. Pero
en una sociedad moderna con mayor sensibilidad ambiental, los tópicos no pueden ser
utilizados como coartada para seguir manteniendo políticas de aguas que supongan
una mayor degradación del medio hídrico.
Con todo ello, los tópicos y/o hidromitos se han convertido en acepciones semánticas
aceptadas socialmente como válidas, debido a las inercias históricas e institucionales,
a un cierto grado de ignorancia existente y a los intereses de determinados grupos de
poder, pero que nada tienen que ver con la realidad científica y social. Son falsos
modelos de pensamiento o paradigmas que urge cambiar para avanzar hacia una
Nueva Cultura del Agua. Sin duda, el mantenimiento y el uso de estos tópicos del agua,
es el principal obstáculo para poder avanzar en la construcción de un nuevo modelo de
pensamiento social que permita instaurar una nueva ética hidrológica y una Nueva
Cultura del Agua.
El lenguaje de los tópicos, los fluviotópicos
En la siguiente tabla se presentan y destejen algunos de los tópicos, relacionados con
el agua, que mayor calado tienen en la sociedad.
El agua de los ríos es de El agua y los ríos, en teoría, sí son de todos pero, en la
dominio público práctica, son más de unos que de otros, especialmente
hidráulico, es de todos de quienes ostentan una concesión administrativa
Hay recursos hídricos No toda el agua existente en el medio natural debe estar
abundantes pero faltan disponible para el uso productivo. Debemos compartir el
embalses para agua con los ríos y, en muchos casos, devolver el agua
almacenarlos. Necesitamos esquilmada durante muchos años. La disponibilidad de
construir más embalses para agua va a depender más de la gestión de la demanda,
almacenar más agua y que del incremento de la oferta, es decir de la
asegurar el abastecimiento construcción de más embalses
Una de las razones por las que no hay una buena cultura
Resulta más caro realizar del uso del agua en España, es debido al bajo precio que
un buen mantenimiento de los usuarios pagan por el servicio de abastecimiento de
una red de abastecimiento, agua. Este bajo coste invita al despilfarro y desde luego
que sufragar el coste del no anima a mejorar los sistemas de abastecimiento en los
agua perdida entornos urbanos, como tampoco a modernizar los
sistemas de riego en el regadío
Con una buena planificación y gestión, que regule los
Con el paso del tiempo todo aprovechamientos de aguas subterráneas, no deben
pozo se seca o se saliniza aparecer problemas de agotamiento de los acuíferos,
especialmente, de los de mayor dimensión
Los ríos están torcidos y es Los ríos no están torcidos y, desde luego, no hay que
preciso enderezarlos enderezarlos. Son como son, dinámicos y complejos
Los embalses son buenos Los embalses son una de las mayores afecciones
para los ríos por que los medioambientales que sufren los ríos, amputando y
regulan y mantienen el fragmentando el cauce y alterando el régimen natural
caudal ecológico de caudales. Un río con un embalse deja de ser río
Las crecidas de los ríos y Las inundaciones son un fenómeno natural de los ríos
las inundaciones son una necesarias para el mantenimiento y buen
patología fluvial funcionamiento del ecosistema fluvial. El río debe tener
crecidas con regularidad por que forman parte de su
dinámica y sirven para reconstruir el río a sí mismo. Lo
mejor que sabe hacer un río es desbordar e inundar
las márgenes fluviales. La inundación es buena para el río
y para el mantenimiento del ecosistema fluvial: aporte
de nutrientes y fertilización de la vega aluvial
En la gestión del agua sólo Quienes tienen una concesión de uso de agua no tienen
deben opinar las “partes la exclusividad de la gestión que, a partir de ahora debe
interesadas”, es decir ser más participativa, social y democrática y tener
quienes tienen una cabida todos los sectores de la sociedad, tal y como
concesión de uso de agua establece la DMA
Los ríos urbanos como oportunidad de
educación en NCA
Los ríos formaban parte de la cultura y la vida de nuestros mayores. Unas veces
bondadosos, ofreciendo recursos para la pesca, el cultivo, el baño o la molienda, otras
amenanzantes con sus crecidas invernales y las consiguientes inundaciones, de una u
otra forma siempre estaban presentes en el conocimiento y en la memoria. Ahora la
cultura fluvial está amenaza, tanto como los propios ríos y es necesario el desarrollo de
instrumentos sociales, culturales, educativos, que recuperen el respeto y la sabiduría
por los ríos, que conecten a la ciudadanía con los sistemas fluviales. En todo esto los
ríos de las ciudades son espacios extraordinarios de aprendizaje.
Los ríos han sido, a lo largo de la historia, factores propicios para el asentamiento de
las ciudades, en la España peninsular el 82% de las personas que viven en las grandes
ciudades tienen un gran río cerca de su casa. Sin embargo, la cultura fluvial que hizo
posible el desarrollo del enorme patrimonio que hoy conocemos en los tramos urbanos
de los ríos, está en buena parte olvidada, dando lugar a un distanciamiento entre la
sociedad y sus ríos con graves consecuencias en los ámbitos ambiental y educativo.
Por contra, la Directiva Marco del Agua y su desarrollo en nuestro país, los nuevos
modelos de urbanismo y la propia legislación educativa, demandan una nueva mirada a
los ríos, desde el conocimiento, la participación, el compromiso y las competencias
para la acción.
A poco que se indague en la realidad fluvial y se consulte al profesorado, se pone de
manifiesto la riqueza de los tramos urbanos de los ríos como generadores de
oportunidades para el aprendizaje, llegando incluso a superar la que puedan tener los
espacios fluviales en áreas naturales (extensión 1).Esto se debe a que a la riqueza
ecológica propia de los ríos, más o menos alterada y transformada, hay que incorporar
los aspectos históricos y culturales de la ciudad, los usos industriales del agua y el
patrimonio hidráulico asociado, las tensiones del binomio ciudad-río por el suelo, el
abastecimiento, las experiencias urbanas en torno a las inundaciones, etc. Por otra
parte los recursos educativos que ofrecen los ríos en la ciudad se encuentran en su
inmensa mayoría entre las exigencias curriculares de los distintos niveles de
enseñanza, si bien con difícil ajuste en la secuencia de contenidos de las editoriales o
en las prácticas docentes tradicionales. Sin embargo, a pesar de este potencial
educativo, las propuestas y experiencias para utilizarlo son muy escasas y por lo
general presentan importantes limitaciones y deficiencias (extensión 2).
En este sentido cabe destacar que la mayoría están centradas en exceso en aspectos
naturalísticos, basadas en modelos didácticos superficiales, reducidas a dar
información sin abordar el análisis de los problemas ni plantear acciones en el entorno.
La mayoría de las propuestas educativas que se centran en el agua en la ciudad la
conciben principalmente como un recurso o servicio municipal, tratando los ríos y sus
relaciones con la ciudad de forma muy somera o inexistente. No debe sorprender por
ello que estudios realizados entre alumnos y profesores de distintas ciudades fluviales
muestren por un lado el escaso conocimiento que los escolares tienen de sus ríos, del
río que pasa próximo a su centro, y por otro una serie de aspectos que hacen difícil el
uso del río por parte del profesorado aún admitiendo que constituye un interesante
recurso educativo (extensión 3).
Hay que destacar también que en la última década han sido muy numerosas las
intervenciones urbanísticas y arquitectónicas realizadas en las ciudades fluviales, con
el fin de abrir nuevos los espacios a la ciudad y “devolver” el río a la ciudadanía. Estas
intervenciones, siempre muy costosas, se han justificado desde la situación de
marginalidad a la que habían llegado los tramos fluviales urbanos, tras un largo periodo
de abandono del que fuera otrora fundamental generador de riqueza, cultura, historia y
memoria colectiva. En base a esta idea se ha propiciado la puesta en valor las riberas,
la reconstrucción de edificaciones hidráulicas abandonadas, la creación de espacios
para el ocio y disfrute de los ríos, etc., llegando en muchos casos a demoler
obstáculos, abrir cauces cerrados anteriormente o llevar a cabo intensas operaciones
de revegetación y restauración paisajística. Al término de las actuaciones los objetivos
urbanísticos se han cumplido en muchas de estas obras, ofreciendo a la ciudad una
nueva imagen del espacio fluvial, más saludable, funcional y público, revalorizando los
espacios ribereños y facilitando la aparición de sinergias económicas importantes, no
obstante no han supuesto cambios cualitativos en el aprendizaje colectivo o en la
conciencia ciudadana respecto del valor del patrimonio natural, etnográfico o
arquitectónico recuperado (extensión 4).
Nos encontramos en definitiva con un conjunto de recursos educativos de enorme
riqueza, muy valorados como tales por la comunidad educativa, objeto de importantes y
costosísimas intervenciones que han potenciado su valor y que, sin embargo, siguen
en gran medida ajenos al conocimiento ciudadano, alejados de los intereses
educativos, ausentes en las propuestas de trabajo escolar y, lo más preocupante,
distantes del valor que la sociedad debería otorgarles, superando concepciones
simplistas, utilitaristas y negativas aún persistentes.
Abordar esta paradoja ha sido objetivo de algunas investigaciones (extensión 5) en los
últimos años, desde las que se plantean numerosas propuestas de acción para superar
la situación actual e invertir la tendencia, propuestas que destacamos a continuación a
modo de líneas abiertas para la discusión y el análisis:
Recuperar la historia fluvial en proceso de olvido y desaparición, todavía hoy en
memoria y recuerdo de la generación que vio y vivió los ríos vivos, en unas
condiciones muy diferentes a las que presentan en la actualidad.
Incorporar estrategias educativas y de participación en los procesos de intervención
sobre los territorios fluviales, ya sean con objetivos hidráulicos, de ordenación del
territorio o planeamiento urbanístico de un sector de la ciudad. Se entiende como
proceso la secuencia de acciones desde la evaluación de la situación y toma de
decisiones, hasta la ejecución de las obras y su gestión y mantenimiento posteriores.
Conocer en qué medida las intervenciones en tramos fluviales urbanos y periurbanos
modifican las condiciones de aprendizaje de estos espacios; caracterizar estas
intervenciones y los nuevos contextos a que dan lugar, como procesos y espacios
educativos.
Desarrollar propuestas educativas sobre las relaciones río-ciudad y río-territorio,
teniendo en cuenta los distintos sectores de la población, los modelos didácticos que
abordan los sistemas complejos desde perspectivas constructivistas del aprendizaje, y
su integración en las dinámicas sociales existentes.
Analizar la proyección educativa que tienen los colectivos sociales, dedicados al
conocimiento y reflexión crítica de los hechos y situaciones en torno a los ríos en las
ciudades. Valorar su incidencia en las dinámicas participativas y en la solución de los
problemas objeto de su atención.
Hacer una lectura de la Directiva Marco del Agua y de su principio de participación,
desde una perspectiva educativa, para valorar su incidencia en la escuela y, más
concretamente, en el diseño de propuestas de aprendizaje.
Analizar el tratamiento que se da a los ríos, especialmente a los ríos en la ciudad y
periferia, en los libros de texto. Avanzar propuestas de diseño, estructura y contenidos
de textos de divulgación sobre ríos urbanos de ámbito local, con proyección tanto al
ámbito escolar como ciudadano.
Elaborar propuestas de diseño para equipamientos de educación ambiental, de ámbito
local y de cuenca, en los que el conocimiento e intervención en ríos al paso por las
ciudades tenga la atención adecuada.
Desarrollar propuestas, desde la perspectiva de la educación ambiental, para el
tratamiento y consideración de los tramos fluviales urbanos en la política local y a nivel
de cuenca.
Profundizar en los problemas que dificultan la conexión entre la práctica educativa y la
realidad ambiental, sobre todo en la escasa utilidad del conocimiento escolar para
abordar los problemas del entorno más inmediato. Diseñar acciones coordinadas,
escuela y ciudadanía, a favor de los ríos en la ciudad.
Considerar las posibilidades que puede ofrecer la incorporación de las competencias
básicas en el currículum de la Enseñanza Obligatoria, así como la asignatura de
Ciencia para el Mundo Contemporáneo y las opciones para organizar conocimientos
en base a Proyectos Integrados en Bachillerato. Todo ello, de cara a considerar los
ríos urbanos como recurso para el aprendizaje.
Analizar las prácticas participativas desde la perspectiva escolar y las posibilidades
reales que existen en los centros escolares para el desarrollo de estas orientaciones
educativas. Valorar la conexión participación escolar y participación ciudadana.
La huella hídrica: aplicaciones y
utilidad de este nuevo indicador
ambiental
El indicador que se ha denominado 'huella hídrica' o 'huella del agua' busca evaluar el
nivel de apropiación e impacto sobre los recursos hídricos que requiere la producción
de un bien o la prestación de un servicio a lo largo de toda su cadena de producción,
incluyendo la de las materias primas y los insumos.
Hasta hace poco tiempo, las evaluaciones de los usos del agua de las personas, la
actividad productiva o el ambiente se realizaban exclusivamente midiendo o estimando
las captaciones de las fuentes superficiales o subterráneas. Se ignoraba casi por
completo que la producción de bienes y servicios finales se realiza en largas cadenas
de producción, cada uno de cuyos eslabones tiene unas necesidades específicas de
agua y unos impactos sobre el recurso. El indicador que se ha denominado 'huella
hídrica' o 'huella del agua' trata de suplir esta deficiencia, buscando evaluar el nivel de
apropiación e impacto sobre los recursos hídricos que requiere la producción de un
bien o la prestación de un servicio a lo largo de toda su cadena de producción,
incluyendo la de las materias primas y los insumos. El Prof. Arjen Hoekstra
(Universidad de Twente, Países Bajos) fue quien puso las bases conceptuales y dió el
nombre a este indicador de sostenibilidad. Hoy en día es calculado por centenares de
investigadores, empresas y gobiernos, incluido el español, en todo el mundo como se
puede ver en la web de la 'Water Footprint Network'.
La huella hídrica se mide en unidades de volumen (litros o metros cúbicos) por unidad
de producto, y se compone de tres sumandos que se han denominado por colores (los
colores del agua). Se define así la huella hídrica verde, que contiene la fracción de
huella que procede directamente del agua de lluvia o nieve y que se almacena en el
suelo en capas superficiales al alcance de las plantas; la huella azul se refiere al agua
que procede o se capta de fuentes naturales o artificiales mediante infraestructuras o
instalaciones operadas por el hombre; y, por último, la huella gris se refiere al volumen
de agua que sería preciso para diluir los vertidos o contaminantes generados para
elaborar un producto de forma que la fuente a la que se vierten mantiene la calidad
ecológica exigida por la normativa.
De los tres colores de la huella hídrica, las fracciones verde y azul son medidas
directas y constituyen volúmenes realmente consumidos, mientras que la huella gris
tiene un carácter más teórico o contable, por cuanto sería una medida indirecta de la
contaminación traducida a metros cúbicos de agua pura o de calidad.
En líneas generales el enfoque de cálculo tiene un estándar más o menos aceptado y
que está definido con mucho detalle en el Manual de Evaluación de la HH. Sin
embargo, y a pesar del liderazgo de la Water Footprint Network, que lo ha promovido,
han surgido al menos 10 enfoques diferentes promovidos cada uno de ellos una
organización o empresa.
El concepto de huella hídrica ha sido aplicado a muchos ámbitos, contextos, procesos y
productos, cada uno de los cuales tiene una motivación concreta.
La huella hídrica de un producto se calcula para conocer cuánta agua ha sido
empleada en toda su cadena de fabricación. Por lo general, su cálculo va a requerir
revisar las huellas hídricas parciales de cada eslabón, haciendo intervenir en el proceso
a varias empresas o productores que operan en más de un país (ver presentación
general). El analista debe investigar los procesos productivos concretos de cada
eslabón, lo que complica el ejercicio de evaluación de la huella hídrica tanto más
cuanto más complejo sea el bien estudiado. En ocasiones, una empresa quiere
conocer la huella hídrica exclusiva de sus procesos productivos, pero si emplea
materias primas o insumos de otras empresas su cálculo corresponderá al proceso y
no al producto. Hay otras empresas que han calculado la huella hídrica, no solo del
producto sino también del uso del producto, siguiendo un enfoque llamado 'de la cuna a
la tumba', pero esta no es una práctica común entre otras cosas por la dificultad que
encierra su cálculo. Otras empresas han calculado la HH de productos fabricados en
diferentes lugares y con materias primas procedentes de lugares distintos. En algunos
casos se ha estimado la huella hídrica de un producto obtenido con diferentes materias
primas.
Huella hídrica (litros por pantalón) de un pantalón vaquero fabricado con fibras de
algodón (Soneto TOB-1, Soneto -1, Canada, Mexical) y con fibra textil (Naikai)
Fuente: Garrido, Chico, Montes, Almela y Solano (2012).
Fuente: El agua en España: bases para un pacto de futuro. 2012. Fundación Botín. Eds. Aldaya y
Llamas, con datos de Chico y Garrido.
La huella hídrica está ayudando a crear conciencia sobre el impacto que nuestra forma
de vida, los productos que consumimos y las formas de producción tienen sobre los
recursos hídricos. Además tiene en cuenta que una parte de nuestra hídrica puede no
producirse en la ciudad donde vivimos, ni si quiera en nuestro propio país. Por eso,
desde hace pocos años se habla de la globalización del agua, como una forma de
entender mejor las interrelaciones entre los países, sus habitantes y formas de vida, y
los recursos hídricos del planeta.