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Paula Palanco López

Antropología Forense
Grado en Antropología Social y Cultural, UAM.

NOTA DE LECTURA: LEY DE MEMORIA HISTÓRICA (52/2007)

La ley 52/2007, también conocida popularmente como ley de Memoria Histórica estuvo
rodeada desde el momento de su aprobación por el gobierno socialista de una gran
controversia. Esto no deja de ser interesante, ya que el contenido de la misma busca ser,
en gran medida, conciliador, y que su existencia responde también a la petición de
organismos internacionales defensores de los derechos humanos. Teniendo en cuenta este
contexto, no tiene una explicación sencilla el por qué ha causado tanto rechazo en ciertos
sectores de la sociedad española, pudiendo retrotraernos para ello a la pervivencia de
ciertas “facciones” ideológicas aún décadas después de la guerra civil y la dictadura.

¿Qué propone esta ley? Su objetivo, literalmente, es “reconocer y ampliar derechos y


establecer medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la
guerra civil o la dictadura”. En ningún momento hace esto especial hincapié en las
víctimas del bando republicano por encima de las demás, aunque, obviamente, durante
los años de dictadura este bando sería el más perjudicado.

¿Es por esto que se considera que esta ley es un elemento que “abre heridas”?
Examinando atentamente el texto no se encuentra una inclinación a culpabilizar o a
castigar a los perpetradores de dicha persecución y violencia, sino que las acciones van
enfocadas en su totalidad a la reparación del daño a las víctimas. Asimismo, no hay una
voluntad de “empujar” a las personas a buscar esta reparación, sino que la ley tiene un
carácter más bien posibilitante de que quien desee pueda obtenerla.

En definitiva, el análisis de las medidas que se proponen en la ley revela que esta tiene
un carácter “de mínimos” que no concuerda con las críticas que se le han hecho desde
diversos sectores sociales. En mi opinión, estas críticas son reveladoras de que estas
heridas aún siguen abiertas y de que la Transición democrática no ha eliminado las
enemistades existentes en el seno de la sociedad, pese a su alabado “espíritu de
concordia”.

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