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Curso:

Cooperadores de la Verdad.
Modulo I
Clase 2:
La dictadura del Relativismo

Lectura para la próxima clase.

La Ley de la Naturaleza
C.S. Lewis.

T odos hemos oído a dos personas discutien-


do. Algunas veces suena chistoso y algunas
otras sencillamente desagradable; pero suene
ducta decente o de moralidad o de cualquiera otra
cosa por el estilo, con la cual todos están de acuer-
do. Y lo están. De no ser así, claro, pelearían como
como suene, creo que podemos aprender algo animales, pero no discutiesen. Discutir es tratar
escuchando las cosas que se dicen. Dicen co- de mostrar que la otra persona está equivocada.
sas como estas: “¿Qué dirías si alguien hiciera lo Y no habría sentido alguno en tratar de hacer esto
mismo contigo?” “Esta es mi silla; yo la agarré a menos que haya alguna especie de acuerdo en
primero”. “Déjalo, no te está haciendo ningún cuanto a lo que es lo correcto e incorrecto; como
mal”. “¿Por qué me empujaste primero?” “Dame tampoco tendría sentido el decir que un jugador
un pedazo de tu naranja; yo te di de la mía”. “Va- de futbol ha cometido una falta a menos que exis-
mos; tú me lo prometiste”. Todos los días la gen- ta algún acuerdo en cuanto a las reglas del futbol.
te dice cosas como éstas, ya se trate de personas Esta ley o regla en cuanto a lo correcto y lo inco-
educadas o no, de niños o de personas mayores. rrecto se conoce como ley de la naturaleza. Hoy
día, cuando hablamos de las “leyes de la natura-
Lo que a mí me interesa en cuanto a estas expre- leza”, por lo general nos referimos a cosas como
siones es que quien las dice no está expresando la gravedad, la herencia o las leyes de la química.
solamente que no le agrada la manera de proceder Pero cuando los pensadores antiguos llamaron a
de la otra persona. Está apelando a cierta clase de la ley de lo correcto y lo incorrecto “ley natural”,
regla de conducta que supone que la otra persona se referían a la ley de la naturaleza humana. La
debe conocer. Rara vez el otro replica: “No me im- idea era que así como todos los cuerpos se hallan
portan tus reglas”. Casi siempre trata de argumen- gobernados por la ley de la gravitación y los or-
tar que lo que hace no va en realidad contra las ganismos por las leyes biológicas, la criatura lla-
reglas, o que si las transgredió tiene para ello una mada hombre también tiene su ley, con esta gran
excusa especial. Pretende hacer ver que hay una diferencia: un cuerpo no puede escoger entre obe-
razón especial en este caso particular para que la decer la ley de la gravitación o no, mientras que el
persona que tomó primero la silla no la conser- hombre puede escoger obedecer la ley de la natu-
ve, o que las cosas eran algo distintas cuando se le raleza o desobedecerla.
dio el pedazo de naranja, o que algo sucedió que
le impidió cumplir la promesa. Parece como si en Podemos decir esto en otra forma. Cada hombre
efecto ambas partes tuvieran muy en mente algu- se halla sujeto en todo momento a varias leyes,
na especie de ley o regla de juego limpio, o con- pero sólo hay una de ellas que él puede determinar
desobedecer. Como cuerpo, se halla sujeto a la ley los chinos, los griegos y los romanos antiguos, lo
de la gravitación y no puede desobedecerla; si se le que lo dejará realmente asombrado es la semejan-
deja sin soporte alguno en el aire, no tiene más al- za que existe entre cada una de esas enseñanzas
ternativa de caer o no caer que una piedra. Como y las nuestras. Algunas de las evidencias de esto
organismo, está sujeto a varias leyes biológicas que las he coleccionado en el apéndice de otro libro
no está en mayor capacidad de desobedecer que titulado The Abolition of Man; pero para nues-
un animal. Esto es, no puede desobedecer aque- tro propósito de ahora baste pedirle al lector que
llas leyes que comparte con otras cosas; pero la ley piense en qué significaría una moral totalmente
que es peculiar a su naturaleza humana, la ley que diferente. Piense en un país donde la gente admi-
no comparte con los animales o los vegetales o las rara a quienes desertaran del campo de batalla, o
cosas inorgánicas, la puede desobedecer si así lo donde un hombre se sintiera orgulloso de engañar
prefiere. a todos los que hubieran procedido bien con él.
Es como tratar de imaginarse un país donde dos y
A la ley se le dio el nombre de ley de la naturaleza dos fueran cinco. Los hombres pueden diferir en
porque la gente pensaba que todos la conocían por cuanto a con quiénes se debe proceder sin egoís-
naturaleza y no había necesidad de ser ensenada. mo (con los miembros de nuestra propia familia,
Por supuesto que esto no significaba que no se pu- con nuestros connacionales o con todo el mun-
diera encontrar aquí y allá algún individuo raro do). Pero siempre han estado de acuerdo en que
que no la conociera, tal como hay gente que no uno mismo no debe ponerse en el primer lugar.
puede distinguir los colores o no tiene oído para El egoísmo nunca ha sido admirado. Los hombres
la música. Pero tomando a la humanidad como un han diferido en cuanto a si se puede tener sólo
todo, pensaban que la idea humana de la conducta una esposa o cuatro; pero siempre han estado de
decente era obvia para todos. Y creo que estaban acuerdo en que no se puede simplemente tener la
en lo cierto. Si no, todas las cosas que decimos en mujer que a uno le venga en gana.
cuanto a la guerra carecen de sentido. ¿Qué sen-
tido hubiera tenido el decir que el enemigo esta- Pero lo más notable es lo siguiente. Cuando uno se
ba equivocado a menos que lo correcto sea algo topa con alguien que dice que no cree que exista
que los nazis en el fondo conocían tan bien como lo correcto y lo incorrecto, algo más tarde se verá
nosotros y debían poner en práctica? Si no tenían que el mismo hombre echa mano de este princi-
noción alguna de lo que consideramos correcto, pio. Puede que no cumpla la promesa que hizo;
aunque de todos modos hubiéramos peleado con- pero si se trata de no cumplirle lo que se le ha pro-
tra ellos, no podríamos haberlos inculpado por lo metido, se quejará de que no es justo en menos de
que hicieron más de lo que podríamos haberlos lo que un mono se rasca una oreja. Puede darse
inculpado por el color de su cabello. el caso de que una nación diga que los tratados
no importan; pero casi en el mismo instante se
Sé que algunos dicen que la idea de que existe una contradice al decir que quiere romper un trata-
ley de la naturaleza o de la conducta decente que do particular porque no es justo. Si los tratados
todos los hombres conocen no tiene sentido, pues- no importan, y si nada es correcto ni incorrecto
to que las diferentes civilizaciones y las diferentes (en otras palabras, si no hay ley de la naturaleza),
épocas han tenido muy diferentes moralidades. ¿cuál es la diferencia entre un tratado justo y otro
Pero esto no es verdad. Ha habido diferencias en- injusto? ¿No dejan al gato fuera de la bolsa al mos-
tre sus procedimientos morales, pero nunca han trar que, digan lo que digan, conocen la ley de la
llegado a una diferencia total. Si alguien se toma naturaleza como todos los demás?
el trabajo de comparar las enseñanzas morales de, Parece, entonces, que nos vemos forzados a creer
digamos, los egipcios, los babilonios, los hindúes, que existe lo correcto y lo incorrecto. Puede que
algunas veces las gentes se equivoquen en cuanto verdad es que creemos tanto en la decencia, sen-
a esto, tal como algunas veces suman mal; pero no timos tanto la presión de la ley, que no podemos
es un asunto de gusto u opinión, como tampoco enfrentarnos al hecho de que la estamos quebran-
lo son las tablas de multiplicación. Si ya estamos tando, y, por lo tanto, tratamos de zafarnos de la
de acuerdo en cuanto a esto, pasaré al punto si- responsabilidad. Porque se notará que es a nuestro
guiente, el cual es el siguiente. Nadie es completa- mal comportamiento al que le hallamos todas es-
mente fiel a la ley de la naturaleza. Si hay alguna tas explicaciones. Es nuestro mal temperamento
excepción entre mis lectores, les pido disculpas. lo que pretendemos excusar al decir que estába-
Les traería mayor utilidad leer otra obra cualquie- mos cansados, preocupados o hambrientos. Solo
ra, pues nada de lo que vaya a decir tiene que ver para nosotros mismos reconocemos que tenemos
con ellos. Y ahora, tornando a los seres humanos un temperamento irritable.
normales que quedan:
Hay entonces dos puntos que he querido desta-
Espero que nadie interprete mal lo que voy a decir. car. Primero, que todos los seres humanos sobre
No estoy predicando, y Dios sabe que no pretendo la tierra tienen esta idea curiosa de que debieran
ser mejor que nadie. Estoy sólo tratando de lla- comportarse en cierta forma, y no pueden quitár-
mar la atención a un hecho: que, en este mismo sela de la mente. Segundo, que en realidad no se
año, en este mismo mes, y con toda probabilidad comportan en esa forma. Conocen la ley de la na-
en este mismo día, no hemos puesto en práctica turaleza; la quebrantan. Estos dos hechos son el
la clase de conducta que esperamos que los otros fundamento de todo pensar claro en cuanto a no-
practiquen. Puede ser que encontremos toda clase sotros mismos y el mundo en que vivimos.
de excusas. Cuando no procedimos bien con los
niños fue porque nos hallábamos muy cansados.
Aquella vez que procedimos un poco obscura-
mente en cuanto a asuntos de dinero (ya casi lo
hemos olvidado) era que nos hallábamos aco-
sados por alguna necesidad. En cuanto a lo que
prometimos hacer a favor de Perano, nunca lo
habríamos prometido si hubiéramos sabido cómo
íbamos a estar de ocupados. Y en cuanto a nuestro
proceder con la esposa o el esposo, la hermana o
el hermano, si hubiéramos sabido lo irritantes que
ellos son, no nos admiraríamos tanto de los resul-
tados. (Y ¿quién diablos soy yo? Soy lo mismo que
ellos.) En otras palabras, no hemos cumplido muy
bien la ley de la naturaleza; y cuando alguien nos
dice que no la estamos cumpliendo, de inmediato
encontramos una impresionante sarta de excusas.
Lo que ahora interesa no es si son o no válidas. El
punto que se destaca es que son una prueba más
de cuán profundamente, ya sea que nos guste o no,
creemos en la ley de la naturaleza. Si no creemos
en la conducta decente, ¿por qué entonces debe- Lewis, C.S. 1977. La Ley de la Naturaleza Huma-
mos mostrarnos tan ansiosos de presentar excusas na, Cristianismo y Nada Más. P. 19-23. E.E.U.U.
por no habernos comportado decentemente? La Editorial Caribe.

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