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CONCEPTO JURIDICO Y FILOSOFICO DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE.-LOS DERECHOS SOCIALES Por el Dr. ALvonso Norirca Cantt Proferor Garantias y Amparo, Escuela de De- recho Universidad Iberoamericana; profesor (itular Garantias y Amparo, Universidad Na- cional Auténoma de México; Dr. en Derecho, Universidad Nacional Auténoma de México; ex Director de la Escuela Nacional de Juris- prudencia, Universidad Nacional Auténoma de México; ex miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Auténoma de México, Para mi, sin recurrir a ninguna teoria especifica del derecho natural (cuya existencia y validez confieso que acepto y reconozco) , los derechos del hombre son derechos naturales. Para explicar y fundar mi juicio, considero de la mayor importancia recordar Jas ideas generales que Radbruch utiliza para Ja explicacién de la esencia y naturaleza de la Filosofia de] Derecho. E] célebre profesor de la Universidad de Heidelberg, afirma que la filosofia del derecho descansa en parte sobre “la naturaleza del hombre” y, en paste, sobre “la na- turaleza de las cosas”; en parte sobre la idea del derecho y en parte, sobre Ja materia de éste. La naturaleza del hombre es el factor constante y la natu- raleza de las cosas, el factor variable en la filosofia del derecho. A) Afirma Radbruch que ,‘sobre la naturaleza del hombre” descansa la idea del derecho. La esencia del hombre es la razén. La idea del derecho, basada en la razén es, como ésta misma, algo de validez universal”. Acepto en su integridad este postulado del gran jurista aleman, ya que, en mi opi- nién, es evidente que el ser humano, la persona humana, es una sustancia distinta de las otras sustancias de la misma especie, segiin lo comprueban la simple observacién y la introspeccién. Pero el hecho de comprobar su individualidad y autonomfa, no implica determinar cual es la naturaleza del ser humano, Es con realidad indiscutible, un cuerpo fisico, un poco mas 177 178 Juridica —Anuario complejo que los demas; pero, sometido, al igual que todo el mundo fisico, a las leyes de Ja naturaleza. Esto es indiscutible: Pero existe algo mds en ese organismo viviente que es el hombre —la persona humana—. La simple observacién demuestra que tiene necesidades, aspiraciones, aptitudes que no se confunden con las simples exigencias y posibilidades animales, sino que se diferencian y ain las superan. Los filésofos han intentado encontrar criterios especificos que identifiquen al hombre —al ser humano— y lo distingan de los demas anima- les, y se ha hablado del homo sapiens, del homo-faber, o bien del homo €conomicus, El primer hecho que se comprueba es que el hombre tiene, a diferencia de los demas animales, la capacidad de darse cuenta de su propia existen- cia, de sus actos, de sus estados y es capaz, también, de relacionar estos actos y estados consigo mismo, de tal manera que, como decia Descartes, puede afirmar: yo pienso, yo soy; luego existo. Pero no es todo. Si nos elevamos un grado mas en la conciencia psicolégica, comprobamos que el ser humano es capaz de distinguir los medios de los fines, las causas de los efectos y de relacionarlos entre si. En otras palabras, la persona es capaz de ejercer una facultad, diferente del mero automatismo, del instinto, y, por ello, comprender y estimar. En resumen, el ser humano —la persona— es una sustancia de naturaleza racional que, si como hemos dicho, es capaz de afirmar: yo existo, yo soy, también es capaz de decir: yo estimo, yo juzgo. Aparece de esta manera el cardcter que diferencia al ser humano del animal: la razén que es la naturaleza misma del hombre. Pascal nos legé un pensamiento de profun- didad extraordinaria: E] hombre —decia— no es sino una cafia, la mas débil de la naturaleza; pero una cafia que piensa. No es necesario que el Universo entero se confabule para aplastarlo. Basta un aire, un vapor, una gota de agua para matarlo; pero, aun cuando el Universo puede aniquilarlo, e! hom- bre es siempre mas noble que quien lo mata, porque él sabe que muere y el Universo no sabe que lo destruye. Adn mas, esta persona humana, racional por naturaleza, es capaz de decidir, de comprobar la importancia de sus actos y escoger, libremente, entre dos direcciones, entre dos incitaciones, contradictorias o simplemente diferentes, y también es capaz de fijar, determinar, el sentido de su accién. A las anteriores afirmaciones, puede afiadir: yo quiero, yo decido libre- mente y dar al pronombre personal completa y total fuerza y soberana acia. Por tanto, Ia persona humana es una sustancia, por su propia natu- raleza, racional y libre, que puede —a diferencia de los demés seres— reconocer y afirmar su propia existencia; asi como estimar, juzgar, elegir y actuar en un sentido determinado. En consecuencia, insistimos en ello, la persona, por su propia naturaleza, tiene una actividad racional, capacidad irreductible a cualquier otra forma de actividad animal. Encerrada la raz6n Concepto juridico y filoséfico de los derechos del hombre 173 en el interior de un cuerpo sometido a las leyes del Universo visible, es la razén precisamente, la que dirige la actividad externa de la persona. Ni la Naturaleza, con sus leyes inexorables, ni tampoco cualquier otra potestad, pueden forzar el santuario interior de la persona humana, sin el consent miento expreso de clla misma. Se puede forzar, doblegar el cuerpo; pero, la razén —el espiritu, dig&moslo sin rebozo— es inalcanzable en su libertad e independencia. Nada ilustra mejor esta libertad racional, autonomia e independencia del hombre, que un pasaje magnifico de Dostoyevsky en el cual Kirilo, un hombre que vive el ateismo en sus raices metafisicas y ontolégicas, excla- ma: “Si Dios existe, todo depende de él y yo no puedo hacer nada fuera de su voluntad, Pero, si Dios no existe, todo depende de mi mismo y por ello soy capaz de afirmar mi independencia. He buscado por muchos aiios el atributo de mi divinidad y, por fin, lo he encontrado: ésta es mi indepen- dencia, mi nueva y terrible libertad, Porque, si es necesario, me privaré de la vida para demostrar esta mi nueva y terrible libertad.” B) Por otra parte, los derechos del hombre no tan s6lo son derechos naturales en virtud de la naturaleza misma del hombre, porque si la esencia del hombre cs la razén y la idea de los derechos individuales, basada en Ia ran, implica validez universal, es, al mismo tiempo, algo puramente formal; por esto es necesario tener en cuenta la materia misma sobre Ja que se proyecta la razén; la segunda fuente de origen de los derechos a que me he referido: es necesario considerar Ja parte que le corresponde a “la naturaleza de las cosas”. La naturaleza de las cosas, coneepto que surgié desde la antigiiedad, fue colocado en el centro mismo del interés por Montesqnieu, Su famosa y fundamental obra Kl Espiritu de las Leyes, comienza con las bien reco- nocidas y clasicas palabras: “Las leyes son las relaciones necasarias deri- vadas de la naturaleza de las cosas.” Como ensefia Radbruch, Ja expresign “naturaleza de las cosas” significa la materia prima, el material de Derecho, los “factores reales de Ia legis- lacibn”; dicho en otros términos, los estados naturales, sociales y juridicos, con que el legislador se encuentra y somete a su reglamentacin. En ese sentido son materia de Derecho primordialmente los hechos naturales y también representan algo natural, algo que es, las formas de convivencia establecidas por la Naturaleza misma. En esa virtud, los hechos naturales apuntan ya hacia las proformas sociales de las relaciones juridicas que constituyen su materia, hacia las relaciones de la vida reguladas por el habito, la tradicién, el uso, la practica o la costumbre. Estas formas previas de regulacién juridica, pasan al Derecho consuetudinario, sin que de él las separe ninguna frontera nitida, conduciendo con ello a un nuevo grupo de hechos que entran en la materia del derecho: el complejo de las rela~ ciones de la vida, reguladas juridicamente. 180 Juridica —Anuario Todo esto, por lo que se refiere a “cosa”, y en esta situacién, se pregunta Radbruch, a quien hemos venido siguiendo en esta exposicién: zy qué se entiende por naturaleza de las cosas? Se entiende la esencia, el sentido objetivo, tal como se desprende de la estructura misma de las relaciones de la vida. Es la respuesta a la pregunta de cémo esta relacién de vida asi estructurada puede ser pensada como realizacién de una determinada idea de valor. Sin embargo, la importancia que Ja naturaleza de las cosas tiene para el legislador, no obedece, en iiltima instancia, solamente a las exigen- cias de lo realizable y a los limites histéricos que circunscriben la formacién de las ideas, sino también a la esencia de la idea misma del Derecho, Toda idea de valor est destinada a una materia y se haya también determinada por ella. La idea de la justicia, por ejemplo, se refiere a la convivencia y acusa claramente en su esencia misma este destino o esta funcién. (Gus- ttav Rapsrucu: Introduccion a la Filosofia del Derecho. Fondo de Cultura Econémica. 1965, pig. 29.) C) He consignado que la persona humana es una sustancia racional y libre; pero esta sustancia no es algo que piensa, juzga, decide y actia simplemente, sino que este proceso lo desenvuelve y prolonga en el tiempo, en relacién con otros seres, de tal manera que la persona humana puede, ademas de lo que ya se ha indicado, decir y afirmar: Yo permanezco, yo convivo; me desarrollo en el tiempo, en compajiia de otras personas a des- pecho de las vicisitudes, de los accidentes de mi peregrinacién. Y esto porque en su permanencia en cl tiempo, el hombre no se encuentra solo, sino que comprueba que existen otros seres semejantes a él, con la misma naturaleza y con capacidades semejantes. El hombre, lo dijo el filésofo hace muchos siglos, es, por naturaleza, un animal social, un animal politico, No es posible —por la naturaleza de las cosas— que existan personas aisladas, fuera de la sociedad y al mismo tiempo, por idéntica razén, no es dable concebir una sociedad sin personas. El orden natural de las cosas —la naturaleza de las cosas— exige la existencia de personas viviendo en sociedad. La sociabilidad es un atri- buto natural de la persona humana, que no puede desarrollarse y alcanzar su fin, sino aceptando la disciplina social, y, por tanto, la personalidad humana se afirma necesariamente, en Ja vida social. El hombre no Hegaria a ser tan persona sin la resonancia que le da el mundo social. ‘Asi pues, el hombre es un ser eminentemente social, politico; su vida se desarrolla en intima e ineludible relacién con sus semejantes —los demas hombres. Pero, las personas humanas libres y racionales que viven y permanecen en el tiempo, no se desenvuelven en serie, siguiendo lineas de conducta semejantes y patrones definidos y determinados, sino que —por el contrario— en virtud de sus propios atributos, su desarrollo es estrictamente “personal”, distinto, diferente y especifico, y las leyes que rigen este devenir personal, se refieren a lo que se ha llamado, sobre todo por los juristas, “estados de la persona” o bien, mis exactamente, “voca- Concepto juridico y filosdfico de los derechos del hombre 181 ciones”. Cada persona tiene la suya propia y en el ejercicio de ella el hombre se realiza a si mismo y lleva al cabo sus relaciones de convivencia con las demds personas que forman Ia sociedad; de tal manera podemos decir que los diversos estados de una persona —su vocacién— en el sentido més general, es su manera de ser, su conducta, en relacién con sus se- mejantes. El hombre tiene diversos estados; unos que la vida le impone y otros que libremente adopta. El nifio recibe, al nacer, un estatuto familiar y una nacionalidad determinada; mds tarde, libremente escoge wna profesin, contrae matrimonio y transforma su estado; adquiere, a cierta edad, el derecho de participar en Ja integracién del Estado mediante el voto, y por consiguiente adquiere la ciudadania. El ejercicio de los derechos y el cum- plimiento de las obligaciones que implican Jos diversos estados de vida de la persona, es lo que constituye su vocacién, que al realizarse implica la culminacién de la personalidad humana y los diversos estados. Familia, profesién, clase social y comunidad politica, son los estados esenciales del acontecer de la vocacién. El hombre, he afirmado, no Hlegaria a ser tan persona sin la resonancia que le da el mundo social; y, como decia el ilustre Gallegos Rocafull, no es en la soledad, sino en la comunién con los demas seres, donde los hombres se afirman como personas, o tienen una funcién, desempefian su misién y confieren a su vida la amplitud y profundidad que caracteriza a la persona. Uno no es uno sin ef otro, como diria Miguel de Unamuno; y ni el uno, ni el otro, Hegarian a serlo, sin el nosotros, que en el actual desarrollo del hombres es fundamentalmente su pueblo. (José Ma. Gattecos RocaFuit: Personas y Masas. Ediciones del Valle. México, 1944, pag. 15.) El hombre que vive en sociedad necesariamente recibe de ella miltiples incitaciones, entre las cuales puede escoger en todo momento, y que una vez aceptadas, como he indicado, determinan sus diferentes estados de vida. Cuando la persona recoge el Iamamiento —la incitacién— y se entrega por completo al quehacer social correspondiente, se dice que esa conducta €s —precisamente— su vocacién. Con su actividad social, su vida personal, insisto en ello, se afianza y se desarrolla; lo que parccia desinteresada dédiva del individuo a las sociedad es, en xealidad, 1a mejor manera de hacerse a si mismo. D) En consecuencia, la persona humana tiene una tarea, una vocacién que cumplir: en virtud de su naturaleza propia, debe desenvolver y perfec- cionar su ser racional y libre, y, en virtud de la naturaleza de las cosas, debe realizar la tarea, el quehacer, que su cardcter social y politico le imponen. Pero esta realizacién de la vocacién de la persona humana debe tener una finalidad, una adecuacién a su fin, entendemos no algo empiri- camente perseguide, sino que identificamos la idea de fin —del deber ser—, tiene que tomarla el derecho de la ética que bien sahido es que se 182 Juridica —Anuario divide en la teoria de los deberes morales y en la de los bienes morales. El fin del derecho puede hacer referencia tanto a los bienes, como a los deberes morales. Ahora bien (segtin Radbruch, a quien debo los elementos fundamen- tales de mi opinién sobre los derechos del hombre), la teoria de los deberes morales distingue tres sistemas de valores, que en relacién con las formas de convivencia, pueden clasificarse de la siguiente manera: los valores de las personalidades colectivas que producen el supraindividualismo; los va~ lores de la personalidad individual que dan origen al individualismo. o mejor el personalismo, y los valores de la cultura que suscitan el transper- sonalismo. El ideal individualista —personalista— la libertad, cobra cuerpo para traducirlo al lenguaje politico, en los partidos liberales, en los demo- crdticos y en los socialistas. La teoria supraindividualista, con su preferencia sobre las colectividades, constituye la base de Ios partidos autoritarios 0 conservadores, para los que el Estado, el todo, no existe cn gracia a sus miembros, sino que, por el contrario, son cllos quienes existen en funcién de &. Por iiltimo, la concepeién transpersonalista no ha Ilegado a tomar cuerpo en la doctrina de ningiin partido y constituye tan solo la tinica pauta de que disponemos para poder valorar histéricamente, al cabo de los siglos, la obra de los pueblos desaparecides, ya que Jo tinico que de ello sobrevive, son los valores culturales. Radbruch afirma que el orden jerarquico de las tres clases de valores no puede determinarse de un modo inequivoco, ya que no sélo varian con arreglo a los estados sociales, de los distintos tiempos y los distintos pueblos, sino que son enjuiciados, ademds subjetivamente, segiin las diferentes per- sonas, con arreglo a su sentimiento del Derecho; la decisién, concluye, debe tomarla el individu, descendiendo hasta la entrafia de su propia personalidad, como un asunto privativo de su concienc En esta situacién, el mismo fildsofo adopta una actitud relativista y sostiene que la ciencia debe Jimitarse a presentar ante cl hombre los ues grupos de valores, para que al conocer la esencia de los mismos, los medios de realizacion y las consecuencias a que conducen, tome una decisién. Por mi parte, no creo en la bondad de esta postura relativista y pretendo descubrir la jerarquia de estos valores inorales, partiendo de los mismos presupuestos a que ine he referido; naturaleza del hombre y naturaleza de las cosas. E) EI problema, en consecuencia, se plantea en fos siguientes términos: gles valores humanos deben ser ordenados o determinados por la primacia del grupo, de la persona colectiva —supraindividualismo—-; por la supe- rioridad de la persona individual y su destino -—personalismio— 0 bien. por iiltimo, de los valores de la cultura —transpersonalismo—-? Mi respuesta ¢s la siguiente: Debe prevalecer siempre la dignidad eminente de la persona humana y de su destino. La sociedad —las colectividades— esti hecha para el hombre y no el hombre para la sociedad. (EI sabado fue hecho Concepto juridico y jilosdfico de los derechos del hombre 183 por causa del hombre y no el hombre por causa del sibado, dice en frase insuperable el Evangelio). Trataré de explicar mi punto de vista: Una simple observacién y descripcién de los fenémenos de la vida, nos plantea, de inmediato, el problema de un orden de valores. La vida es esencialmente necesidad y tendencia, intencién y finalidad, y debiendo reconocer que no existen seres humanos aislados, sino que, por el contrario, siempre viven en grupos, en sociedades, la interrogacién surge con légica ineludible: ;Es necesario determinar cual de tas dos entidades, la sociedad —el grupo-— o la persona, est ordenada a la otra; cual de ellas existe para servir 0 subordinarse a la otra y, sobre todo, cual de ellas tiene el valor de fin y cual el de medio? He afirmado que por su propia naturaleza la esencia misma de la per- sona humana implica un todo, una totalidad --un microcosmos-~ libre, auténomo e independiente; por muy insignificante que sea una persona, por muy miserable que sea intelectualmente o econdémicamente, en tanto que es persona, subsiste como un todo soberano de si mismo, de su inte- rioridad y de sus actos. Decir que el hombre es una persona, es decir que es, en el fondo de su ser, independiente y no un siervo. Esto es -—afirma Maritain— “un misterio de nuestra naturaleza que es el pensamiento reli- gioso, explica, recordando que la persona humana ha sido creada a imagen y semejanza de Dios; por lo que el valor de la persona, su libertad, sus derechos, derivan del orden de las cosas, naturalmente consagradas que evan impresa la voluntad del Padre de todos los seres y que, asimismo, tienen en El, el término de su accién” la persona, concluye, el gran filésofo catélico, “tiene una dignidad absoluta porque est4 en relacién directa con el absolute, en el cual tinicamente puede encontrar su reali- zacién”. (Jacques Marrrain. Les Droit de L’Home et la Loi Naturelle, Editions de la Maison Frangaise Inc. New York, 1942, pag. 16.} Pero, volvamos a nuestra elucidacién: la persona es un todo, pero no un todo cerrado, sino, por el contrario, un todo abierto a la comuni- cacién con sus semejantes; no se trata de una pequefia fortaleza, sin puertas y sin ventanas, como Ia monada de Leibnitz, sino que tiende, por su propia naturaleza, como he demostrado, a la vida social, a la comunién. La socie- dad es una consecuencia de la naturaleza misma de la persona, porque esta naturaleza es —precisamente— naturaleza humana. La sociedad, por tanto, es una obra libremente consentida. “El hombre —citemmos una vez mas a Maritain es un animal politico, es decir, la persona humana exige la vida politica, la vida en sociedad, no tan solo en relacién con Ja sociedad familiar, sino tambi¢n con la sociedad civil; y la ciudad que lo sea de ver- dad, es una sociedad de personas hurnanas.” Pero una vez mas nos encontraremos con los dos clementos de nuestro problema, con las dos entidades: La sociedad es un todo, cuyas partes son, por naturaleza, un conjunto de “todos” auténomos e independientes, no simples células vegetativas de un organismo. Estas partes de la sociedad 184 Juridica —Anuario tienen su esencia propia, sus necesidades peculiares y sus fines epecificos, distintos de las esencias, necesidades y finalidades del grupo, de la sociedad. En resumen, se puede afirmar lo siguiente: la persona incluye en su esencia. (y por tanto en todo su ser y su obrar, como en todo lo que le pertenece) una doble funcién, individual y social. Esta conclusién, indiscutible, es el fundamento de la verdadera sintesis entre los valores de la persona y de la sociedad. En esta situacién nos encontramos, por una parte, a la persona hu- mana con capacidad de exigir algo de la sociedad, pero, al mismo tiempo, con obligaciones para con ella; y, por otra parte, al grupo —a la socie- dad— que exige a la persona el cumplimiento de obligaciones, pero que, también, las tiene para con ella. Para dilucidar la primacia’ y jerarquia de ambas entidades, es necesario atender tanto a la naturaleza de la per- sona, como la naturaleza de las cosas, presupucstos que nos darin en definitiva la clave del fin a que deben ordenarse, ya que, es incuestionable, el fin rige las actividades de los seres. Ahora bien, el fin de la persona, de acuerdo con su propia natura- leza, prescindiendo de su iiltimo fin, por la implicacién religiosa, es el desenvolvimiento y progreso de su propia personalidad racional y libre. Y asimismo, de acuerdo con la naturaleza de las cosas, el fin de la per- sona es la realizacién de su funcién social, de su vocacién propia. Y, para concluir, ¢cudl es la naturaleza y el fin propio de la sociedad? La sociedad humana tiene en sus raices, en la insuficiencia misma de la persona para conseguir su propio fin, al menos con facilidad y seguridad. Asi pues, la sociedad es Ja unién moral de individuos que tienden hacia su propio fin y que se han reunido para obtener un bien comin. Con esto se nos manifiesta que la esencia de la sociedad es la unién moral de personas humanas; es decir, de individuos de tal naturaleza que su finalidad propia es la de ayudar a cada uno de los individuos, facilitén- doles la consecucién del perfecto desarrollo de la persona humana y los bienes que les son propios. Es natural que, ante todo, éste sea el fin: la suprema perfeccién del individuo, lo que debe tener a la vista de la socie- dad, y de una manera especial su representante, el Estado. Una vez establecida, de acuerdo con nuestra opinién, la jerarquia de los valores, es incuestionable que de esta conclusién se derivan ciertas exigen- cias absolutas: el Derecho no puede imponerse la misién de servir directa- mente al cumplimiento de los deberes éticos, ya que el cumplimiento de estos deberes es, por la fuerza del mismo concepto, obra de la libertad y no es posible imponer mediante la coaccién juridica. “Ahora bien, si el Derecho no puede imponer el cumplimiento de los deberes éticos, si puede hacerlo posible: el Derecho es la posi- bilidad del cumplimiento de los deberes morales 0, dicho en otros términos, la medida de la libertad exterior sin la que no podria existir Concepto juridico y filoséfico de los derechos del hombre 185 la libertad interior necesaria para las decisiones éticas. La garantia de aquella libertad externa constituye la esencia y la médula de los dere- chos del hombre. De donde se deduce que estos derechos tienen un cardcter absoluto; pero no porque hayan tomado cuerpo de derecho positive, bajo esta o aquella version, sino porque son necesarios para dar paso al cumplimiento de los deberes morales.” (G. Gustav Rap- bruch: Ob, cit., pag. 38.) El poder —Ia autoridad politica— debe servir a la personas y reconocer, postular y garantizar los derechos del hombre y, por ello, crear un orden juridico y social que informe la vida toda y permita y favorezca el libre desenvolvimiento de dichas personas, de acuerdo con la propia vocacién, individual y social. Desde este punto de vista, el Estado esta obligado a conceder a las personas, en primer lugar, suficiente libertad de accion para que puedan responder de sus actos y tender por si mismos hacia su proio fin; en segundo, debe otorgarles suficientes medios materiales, indis- pensables para la conservacién de la vida y desarrollo del cuerpo y del espiritu; y, en tercero, propiciar la existencia de un orden piiblico, indis- pensable para la convivencia y cooperacién de los individuos en vista del bien comm, Como consecuencia de las anteriores consideraciones, formularé un compendio de mis puntos de ‘vista sobre la naturaleza de los derechos del hombre en las siguientes proposiciones: 4? Los derechos del hombre —las garantias individuales— son inhe- yentes a la persona humana porque tienen su origen en la naturaleza del hombre y en la naturaleza de las cosas. 2° El hombre —la persona humana— es, por su propia naturaleza, una sustancia racional, libre, auténoma e independiente. 3° En virtud de Ja naturaleza de las cosas, la persona humana es un ser eminentemente social, politico, El orden natural de las cosas es una socie- dad de personas. 4° Como consecuencia de su propia naturaleza, la persona debe, nece- sariamente, desenvolver y perfeccionar sus esencias propias: su razén, su libertad y su independencia. 5° En virtud de la naturaleza de las cosas, la persona debe desenvolver y perfeccionar, asimismo, un quehacer, una funcién social: su propia voca- cién, que se expresa en sus diversos estados de vida (familia, clase, profesién, comunidad politica). 6° La sociedad es la unién moral de individuos que tienden hacia su propio fin; por tanto, la finalidad primordial de Ja sociedad es ayudar a Jas personas a obtener su perfecto desarrollo, individual y social. 7° El poder —la autovidad politica— sirve a las personas a crear un orden juridico que informe la vida de la sociedad y auxilie a lograr su libre desarrollo, a través del cumplimiento de la yocacién natural. 186 Juridica —Anuario Si fuera posible condensar mi pensamiento en una fémula que mas que una definicién, en el estricto sentido de la légica, tuviera el cardcter de una descripcién, me atreveria a afirmar lo siguiente: los derechos del hombre, las garantias individuales, son derechos naturales, inherentes a la persona humana, en virtud de su propia naturaleza y de la naturaleza de las cosas, que el Estado debe reconocer, respetar y proteger, mediante la creacién de un orden juridico y social, que permita el libre desenvolvimiento de las personas, de acuerdo con su propia y natural’ vocacién, individual y social. Por otra parte, para completar la descripcién anterior, trataré de enun- ciar una lista aproximada de los mas importantes derechos que un Estado debe reconocer y proteger: desde luego encontramos los derechos de la persona humana como tal y podemos enunciar, desde este punto de vista, Jos siguientes: el derecho a la vida, a la existencia; el derecho a dirigir la propia vida como duejio de si mismo, el derecho.a la libertad fisica, el dere- cho a la integridad corporal; la libertad de pensamiento, la tad de creencia, el derecho de asociacién, el derecho de propiedad y de posesién, el derecho de trinsito. Todos tienen su raiz y su origen en la vocacién de la persona humana, racional y libre por naturaleza. Por otra parte, existen los derechos de Ia persona como miembro de una comunidad politica, o bien, como los llama Maritain, derechos de a persona civica o politicos. En efecto, la célebre frase de Aristételes, que he repetido en varias ocasiones, que define al hombre como un animal politico, no significa tan sélo que el hombre, por naturaleza, debe vivir en sociedad, sino también que el hombre naturalmetne exige participar en la vida de la comunidad politica. Este es un postulado de la naturaleza huma- na en el que encuentran base y fundamentos las libertades politicas y los derechos politicos reducibles a dos: derecho y libertad para participar en la organizacién del Estado, mediante el sufragio, 0 voto activo; y derecho de participar en el funcionamiento del Estado, formando parte de los érganos del mismo, como funcionarios, mediante el voto pasivo. Estos dos tipos de derechos, en su conjunto, representan los derechos del ciudadano. Por tiltimo, para completar mi exposicién, debo consignar, en forma esquematica —por ser materia de tal importancia que merece un estudio especial— mis opiniones sobre otro tipo de libertades o derechos de una nueva etapa del desarrollo politico, social y econémico de la época contem- pordnea: ime refiero a los Iamados derechos sociales, que, para unos, revisten tal importancia, que deben sustituir de una manera definitiva a los derechos individuales, y, para otres, con mejor sentido de las cosas, se deben armonizar con ellos en vista de una mejor y mas eficaz de- fensa de la libertad humana. «Estos derechos revisten, hoy dia, una importancia extraordinaria en México, porque correspondié precisamente a la Constitucin de 1917 Concepto juridico y filoséfico de los derechos del hombre 187 el mérito indiscutible de haberlos consignado por primera vez en Ia his- toria del Derecho Publico, en una ley fundamental. Los constituyentes de Querétaro tuvieron la intuicién —inspirada en la tradicién mexi- ‘cana— de elevar algunos de ellos a la categoria de normas constitucionales en los articulos 27 y 123 de la Carta Magna en vigor. En esa virtud, se impone preguntarnos, en primer lugar: gqué cs, en verdad, el derecho social y qué son los derechos sociales? Nos enfrentamos a un problema erizado de peligros, porque es indudable Ja justicia de Ja frase con que Georges Gurvitch inicia una de sus célebres obras sobre el derecho social. El célebre profesor exclama: “nuestro tiempo esta dvido de ideas nuevas”. Todas las ideas adquiridas, todos Jos principios consa- grados, han sufrido una ruda crisis y los espiritus tienen hambre de reno- vacién y peligrosamente pienso yo, en algunas ocasiones, sacrificaron valores positivos ante la satisfaccién de pugnar por algo nuevo, distinto. Precisa~ mente con los derechos sociales, esto ha sucedido: evidente novedad por lo que se reficre a su reconocimiento y postulacién, se ha magnificado su trascendencia y deformado su naturaleza y se pretende entronizarlos como Gnicos derechos valides y con ello desalojar del ordenamiento juridico, los derechos de Ja persona humana, como si existicra entre unos y otros opo- sicién © contradiccién. Una consideracién realista y serena, en mi opinidn, exalta la impor- tancia de los derechos sociales y les confiere cl lugar que les corresponde al lado de los derechos individuales, sin tratar de establecer jerarquias o subordinaciones tendenciosas y erréneas. Asi pues, volvamos a la pregunta planteada: gqué es el derecho social? Desde luego rechazo la idea de que por tal se entienda el derecho obrero en concreto, o bien un derecho especial destinado a proteger a las clases desvalidas, en sentido mas amplio. Por mi parte, tengo la conviccién de que el derecho social es fundamentalmente, una nueva forma estilistica del derecho en general. Gurvich, como indiqué, ha explorado, con profundidad indudable, este problema en una obra sistematica ¢ historica que titulé L’Idée du Droit Social. Establece las siguientes diferenciaciones: podemos precisar la exis- tencia de “el derecho social puro ¢ independiente”, equivalente o superior al derecho estatal; ¢l “derecho social puro, pero sometido a Ja tutela del derecho del Estado” y consignado en el derecho piivado, y, por iiltimo, “el derecho social incorporado por el Estado” 9 incorporado al rango de derecho ptiblico. Formulada esta clasificacién, subraya el autor que son fanicamente Jas dos primeras especies del derecho social las que constituyen el derecho de Ja Sociedad opuesto al Estado y forman la base del pluralisino juridico que se esté formando y desarrollando. El derecho social puro es un derecho extralegal y libre que esté dirigido como una realidad, en contra del fetichismo de la ley, cuya pretendida preponderancia amenaza destruir, mediante una nueva determinacién ce las fuentes del derecho. 188 Juridica—Anuario Efectivamente, a las formas clasicas de] derecho de coordinacién —acuer- do de voluntades y de subordinacién— se agrega una nueva forma con caracteres propios: el derecho de integracién, apoyado en el fenémeno de Ja comunién en Ia totalidad. La teoria de Gurvich es una fase muy importante y seductora de la lucha contra el fetichismo de la ley, vestigio del individualismo juridico, con su glorificacién de la voluntad autori- taria del Estado. A esta lucha pertenecen los trabajos de Geny y su teoria de oposicién entre lo “dado” (los datos) y lo “construido”; la teoria de la institucién de Hauriou; y la hipétesis de los “hechos normativos” del propio Gurvich, hechos sociales que encaman ideas y valores extratemporales. En resumen, en mi opinién, me parece mucho més licido y orientador, ademés de responder de mejor manera a la realidad, el afirmar que la esencia del derecho social radica en un elemento que siempre he creido debe ser el punto de partida de toda investigacién de cardcter social: el hombre mismo. En este sentido, el derecho social es, tnica y exclusiva- mente, la consecuencia de una mejor y mds depurada concepcién del hombre por el Derecho. Es evidente que los cambios que marcan jalones en ja historia del derecho, se hayan determinado, mucho mds que por ningiin otro factor del pensamiento juridico, por las transformaciones que experimenta la ideal del hombre, tal y como el legislador la concibe. Desde este punto de vista, la concepcién juridica individualista se orienté hacia un tipo de hombre abstracto, egofsta y calculador, idealmente aislado y a quien, tedricamente, se suponia igual a los demas, y lo que era més importante, viviendo al margen de todo vinculo social. Esta imagen corresponde al tipo de burgués que conquisté los derechos del hombre en 1789 y a la ficcin del homo economicus, tal y como lo concebia la economia politica clasica. En el derecho politico esta teoria encontré su maximo exponente en el contrato social y en los derechos del hombre concebido como un individuo abstracto, como una unidad ideal que imponfa limites a la accién det Estado, sin fijar contenido alguna a la accién del mismo. El contrato social se funda en la igualdad, Todos los individuos son iguales: el rico y el pobre, el bueno y cl malo, el inteligente y el tonto. Pero la libertad igualitaria —base de la democracia numérica— al apli- carse a la adquisicién de la propiedad de las cosas, se convierte, en manos del econémicamente mis fuerte, en libertad para disponer de los hombres, para cojuzgarlos; es precisamente la igualdad que propicia esta situacién. Pero se comenz6 a pensar que la imagen del hombre no era exacta, sino falsa. Los hombres no son sélo individuos aislados, abstractos, sino que los hombres —como hemos demostrado en este trabajo— son personas huma- nas racionales y libres. Por tanto, el concepto central del derecho no es la igualdad, sino otra actitud mds verdadera: la nivelacién de las desigual- dades que existen entre los hombres. La igualdad es una meta, no un punto de partida, y, por consecuencia, lo econémico y lo social no pueden Concepto juridico y filosdfico de los derechos del hombre 189 entregarse al libre juego de las fuerzas privadas, y el derecho publico debe imponerse y reglamentar campos que antes se consideraban reservados al derecho privado, como, por ejemplo, las relaciones obrero_patronales, la propiedad rural, el régimen de los recursos naturales, la situacién de los menores de edad, de la familia, de los burécratas, etc., etc. En esta situacién, se infunde, se confiere a los derechos subjetivos publicos un contenido, que implica un deber para el Estado y no una mera pretensin ética, Al lado de los antiguos derechos del individuo —abstrac- tos, vacios— aparecen derechos con un’ contenido expreso, que implican una actividad specifica del Estado. Pero es fundamental destacar que no se trata de que hayan aparecido, surgido de improviso, derechos diferentes de los derechos de la persona, y mucho menos, derechos opuestos 0 contradictorios a los del individuo. En mi opinién, apoyada por muy valiosas autoridades, se trata de los mismos derechos del hombre, de los derechos de la persona humana, que le corresponden en tanto que se encuentra vinculado a un grupo social determinado y que tienen un contenido especifico: un deber, una accién que se impone al Estado. Estos derechos fijan una politica econémica 0 social que el Estado debe realizar en beneficio de la persona, en tanto que, como he dicho, es miembro de un grupo 0 una clase social determinada. Se trata de derechos inherentes a Ja persona humana: pero, en su cardcter de persona social. Son Jos mismos derechos del ser humano —de la persona— en sus funciones sociales, econémicas y culturales; derechos de ios productores y de los consumidores, derechos de los técnicos y de los individuios que se dedican a crear las obras del espiritu: pero, de wna ma- nera primordial, derechos del ser humano en su funcién de trabajador. Como dice Maritain, estos derechos significan la ascensién hacia la libertad y la personalidad, tanto en su realidad interior, como en su expre- sién social, de comunidades de personas y, en especial, de los grupos més cercanos a las bases materiales de la vida humana, en especial la comu- nidad del trabajo manual, que es la clase compuesta de personas humanas dedicadas a este tipo de tarea. Esto explica la confusién muy generalizada de identificar el derecho social, con el derecho obrero, Este es, sin duda, uno de los hechos histéricos de mayor importancia en la época moderna: el reconocimiento de la dignidad del trabajador; 0 bien, en otras palabras, de la dignidad de la persona humana en el tipo social del trabajador, como tal. Nos encontramos ~~insisto en ello— con Jos mismos derechos de la persona individual. Los derechos sociales y los derechos del hombre, tienen para usar el lenguaje de la l6gica escolastica, el mismo género proximo y la diferencia especifica que identifica los primeros, es la siguiente: co- rresponden al hombre en tanto que éste se encuentra vinculado en el ejer- cicio de su funcién social, con un grupo, con una clase, 0 con una comuni- dad detcrminada. En esta diferencia especifica —esta vinculacién— la que 190 Juridica.—Anuario impone al Estado, no una actitud activa de “hacer”, de suministrar una prestacién especifica. Tengo Ja conviccién de que una auténtica declaracién de derechos sociales, para que produzca una liberacién verdadera, en favor de una clase social, o grupo humano, debe fundarse, necesariamente, en la defensa de la libertad del hombre, en alguno de los diversos aspectos particulares del ejercicio de ella, Los derechos sociales son, sin duda, armas eficaces de com- bate en la lucha por la defensa de la libertad de la persona y de sus derechos naturales. Para corroborar mi punto de vista, vuelvo a recordar una vez més, al admirado y admirable jurista Gustavo Radbruch, quien afirma lo siguiente: “el campo del Derecho social aparcce’delimitado por aquellos derechos que Gparecen ala cabeza de todos los que se refieren a ta colectividad: los dere- chos humanos, cuya esencia se cifra precisamente en garantizar la libertad exterior del hombre, haciendo posible, con ello, Ja libertad anterior de su conducta moral”.

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