Su responsable fue Juan Calvino (1509-1564), profesor y predicador nacido en
Francia. Elaboró la doctrina de la predestinación que planteaba que Dios es libre y concede a los hombres la vida eterna o los condena. Es decir, la salvación estaba predestinada. El hombre debía aceptarlo y no podía hacer nada al respecto. Calvino creó la Republica Protestante en Suiza, donde estableció un estricto control en el cumplimiento de los mandatos religiosos y persiguió con violencia a los disidentes. Las ideas de Calvino se difundieron por Europa y su doctrina recibió el nombre de Calvinismo. En Francia tuvo mucha aceptación y sus seguidores en este país recibieron el nombre de hugonotes, los cuales tuvieron unos violentos enfrentamientos con los católicos. En el caso de Escocia, los calvinistas se conocieron como puritanos.
El Anglicanismo
El anglicanismo nació de iniciativa del rey Enrique VIII de Inglaterra, que a
consecuencia de la falta de autorización del Papa Clemente VII de poder divorciarse de su esposa, Catalina de Aragón, para poder casarse con Ana Bolena (joven doncella de la corte), decidió desvincularse de la Iglesia Católica. Ante la negativa del Papa, Enrique desconoció la autoridad de este y produjo el cisma religiosos en 1533, obteniendo el control total de la Iglesia de Inglaterra y erigiéndose en su cabeza mediante el dictado del Acta de Supremacía (1534). Dos años después se llevó a cabo la secularización de los bienes de la Iglesia, suprimiendo los monasterios. Las tierras abaciales (de las abadías) fueron transferidas al rey, quien las vendió o cedió a los cortesanos y burgueses. Así se constituyó una nueva nobleza (gentry), atada al soberano y a la nueva religión. El rey inglés al decidir romper con la Santa Sede y creó una Iglesia nacional conocida como Iglesia Anglicana.