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Alumnas:
Muñoz Agustina
Romera Candela
Fabroni Marcela
2º Año de Psicopedagogía
Año: 2020
Pontificia Universidad Católica Argentina
“Santa María de los Buenos Aires”
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACION
Consignas:
3- Brindar ejemplos prácticos, de la etapa infantil, para cada uno de los conceptos que se exponen
(No brindar ejemplos de conflicto ni de mecanismo de defensa dado que son conceptos que
ampliaremos en las próximas clases).
2-
EL PROPIUM:
Para ampliar este concepto leímos e hicimos una síntesis de la siguiente bibliografía:
Allport puso mucho énfasis en el Propium, tenía que ser lo más preciso posible con su definición. Lo
hizo desde dos direcciones, fenomenológica y funcionalmente.
Primero, desde una perspectiva fenomenológica, sería el Self como algo que se experimenta, que se
siente. Allport sugirió que el Self está compuesto por aquellos aspectos de la experiencia que
percibimos como esenciales (algo opuesto a lo incidental o accidental), cálido (o “querido”, opuesto a
emocionalmente frío) y central (como opuesto a periférico).
El propium incluye todos los aspectos de la personalidad que determinan su unidad interna. Se utiliza
tanto el término “si mismo” como el de “yo” o “self”, los cuales a menudo son intercambiables. Es
necesario distinguir las funciones y propiedades principales del propium.
Con este fin William James propuso, hace sesenta años, un simple esquema y sostuvo que hay dos
posibles órdenes de “sí mismo”: un “sí mismo” empírico (el MÍ) y un sí mismo cognitivo (el YO). El mí
empírico comprende tres tipos subsidiarios: el “sí mismo” material, el social y el espiritual. Dentro de
este esquema encontramos los distintos estados del espíritu que son “peculiarmente nuestros”. Sin
embargo, su esquema, visto desde la perspectiva de la psicoanalítica moderna y de investigación
experimental, parece poco adecuado, carece de acento psicodinámico del pensamiento moderno.
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Por lo tanto, Allport presentó con alguna vacilación lo que espera sea un esquema perfeccionado
para analizar los aspectos “propios” de la personalidad.
El self tiene 8 funciones, las cuales tienen a surgir en ciertos momentos de la vida:
El sentimiento corporal sigue siendo durante toda la vida un soporte para nuestra
autoconsciencia, aunque nunca contribuye solo al completo sentimiento de sí mismo.
2) Autoidentidad: Hoy recuerdo algunos de mis pensamientos de ayer, y mañana recordaré algunos
de mis pensamientos de ayer y de hoy, y tengo la certeza subjetiva de que ellos son los
pensamientos de la misma persona. En esta situación, la continuidad orgánica del sistema
neuromuscular es el factor principal. El recién nacido tiene la capacidad mnémica pero,
definitivamente, no tiene sentimiento de auto identidad. Este sentimiento parece crecer
gradualmente, como resultado de que el niño es vestido, llamado y separado de otras maneras
del ambiente. La interacción social es un factor importante. Son las acciones del otro a las que él
se adapta diferenciadamente, las que le imponen al niño la comprensión de que él no es el otro
sino un ser por derecho propio.
Hasta la edad de 4 o 5 años, la identidad personal, tal como es percibida por el niño, es inestable.
Comienza, sin embargo, alrededor de esta edad.
3) Exaltación del yo: Está ligado a la necesidad de sobrevivir, porque es fácil ver que estamos
provistos por naturaleza de los impulsos de autoafirmación y de las emociones de
autosatisfacción y orgullo. Se desarrolla entre los 2 y los 4 años.
El amor a sí mismo puede ser prominente en nuestra naturaleza sin ser necesariamente
soberano.
4) Extensión del yo: El proceso de aprendizaje trae consigo una alta consideración por las
posesiones, por los objetos amados y, posteriormente, por las causas y lealtades ideales. Nos
referimos a cualquier clase de objetos que una persona llama “míos”. Ellos deberán ser objetos
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A medida que nos hacemos mayores nos identificamos con grupos, barrios y naciones tanto
como con la posesiones, la ropa, la casa.
5) Agente racional: El Yo según Freud, tiene la tarea de mantener al organismo como totalidad en
contacto con la realidad, siendo intermediario entre los impulsos inconscientes y el mundo
exterior.
Hemos llegado a estar tan convencidos de la validez de los mecanismos de defensa y tan
impresionados con su frecuencia de operación, que nos vemos inclinados a olvidar que el
funcionamiento racional del propium es capaz de brindar soluciones verdaderas, adaptaciones
apropiadas, planeamientos precisos y una solución de las ecuaciones de la vida relativamente
perfecta.
6) Imagen de sí: La imagen tiene dos aspectos: la manera como el paciente considera sus
capacidades, estatus y roles actuales, y lo que él desearía llegar a ser, sus aspiraciones para sí
mismo. Este último aspecto, que Karen Horney llama “la imagen idealizada”, es de especial
importancia en terapia. Por una parte, ella puede ser compulsiva, compensatoria, ilusoria,
impidiendo a quien la posee que vea su verdadera situación en la vida. Por otra parte, puede ser
un mapa cognitivo perspicaz, que está fuertemente engarzado en la realidad y definiendo una
saludable ambición. La imagen ideal del si es el aspecto imaginativo del propium y ya fuera
exacta o distorsionada, alcanzable o inalcanzable, marca un camino por el cual se canalizan
muchos movimientos propios y se logran progresos terapéuticos.
Muchos psicólogos desean mantener una teoría singular de la motivación que no contraiga sus
supuestos. Su fórmula preferida es en términos de tendencia condicionada. Este punto de vista
sostiene entonces que la motivación entraña una, y solamente una, propiedad inherente al
organismo: una disposición a actuar por instinto o por aprendizaje, de modo tal que el organismo
reduzca tan eficientemente como sea posible la incomodidad de la tensión. Se considera la
motivación como un estado de tensión que nos conduce a buscar el equilibrio. Desde este punto
de vista, la personalidad no es nada más que nuestros modos habituales de reducir la tensión.
Esta formulación, es coherente con el supuesto inicial del empirismo: el hombre es por
naturaleza un ser pasivo, sólo capaz de recibir impresiones de estímulos externos y responder a
ellos.
El punto de vista contrario señala que el rasgo característico de tales impulsos es su resistencia al
equilibrio: la atención es mantenida y no reducida.
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Roald Amundsen cuenta como desde los 15 años tuve una pasión dominante: llegar a ser
explorador polar. Las tentaciones para reducir las tensiones engendrada fueron grandes. Pero su
aspiración persistió. Mientras recibía con regocijo cada éxito, esto contribuía a levantar su nivel
de aspiración, a mantener el interés que lo embargaba. No sólo mantuvo un estilo de vida
incansablemente, sino que este interesa entrar Lo capacitó para soportar la tentación de reducir
las tensiones segmentarias continuamente engendradas por la fatiga, el hambre, el ridículo y el
peligro.
La aspiración “propia” se distingue de otras formas de motivación por el hecho de que, aunque
acosada por conflictos, trabaja por la unificación de la personalidad.
La aspiración tiene siempre una referencia futura. Junto con la aspiración podemos mencionar el
interés, la tendencia, la disposición, la expectación, el planeamiento, la solución de problemas y
la intención.
8) El conocedor: Contamos también con un sí mismo que conoce, un conocedor que trasciende
odas las otras funciones del propium y las tiene presentes.
No solamente conocemos cosas, sino que conocemos los rasgos empíricos de nuestro propium.
Soy yo quien tiene sensaciones corporales, yo quien reconoce mi identidad día tras día, yo quién
observa y reflexiona sobre mi autoafirmación, la extensión de mí mismo, mis propias
racionalizaciones, así como mis intereses y aspiraciones.
AUTOESTIMA
“Incluye el sentimiento del propio valor, de ser querido y apreciado por uno mismo y por los demás.
Supone el conocimiento de sí mismo, el aprecio por los propios intereses, la valoración de los éxitos y
de las habilidades características de cada uno”. Se desarrolla partiendo del concepto de sí mismo,
entendiéndola como la valoración positiva o negativa que el individuo hace respecto a
características, atributos y rasgos de personalidad, incluyendo las emociones que asocia a ellas y las
actitudes que tiene respecto de sí. Según William James cuanto mayor éxito tengamos y menores
sean nuestras expectativas, mayor será nuestra autoestima. Podemos sentirnos más satisfechos de
nosotros mismos o bien teniendo un mayor éxito o bien reduciendo nuestras esperanzas.
A continuación consideramos oportuno analizar y destacar los puntos más relevantes de un trabajo
de investigación realizado en nuestra provincia.
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Este tema es de gran actualidad y es conocido de todos su relevancia. La desestima de sí mismo, lleva
consigo perjuicios severos en el desarrollo armónico de la personalidad. La persona no tiene la fuerza
interior para superar las dificultades personales, es incapaz de hacerse responsable de su
comportamiento. La sana autoestima determina la autonomía personal y posibilita una relación
social saludable. La autoestima como núcleo de la personalidad garantiza la realización personal y la
proyección futura. Es por eso que es necesario conocer cómo poder favorecer la estima de sí mismo
para prevenir futuros fracasos escolares, adicciones y hasta enfermedades psiquiátricas, tales como
la depresión.
La hipótesis Sustantiva de este trabajo es que dado que los componentes cognitivos de la Autoestima
-a saber el auto concepto y el estilo explicativo del sí mismo- no constituyen un proceso de evolución
espontánea, se postula que en su desarrollo inciden factores intrínsecos y extrínsecos. Los primeros
incluirían: sexo, edad, rasgos de personalidad; los segundos, la educación familiar y el grupo de
pares”.
Variables dependientes: Autoestima del niño en sus componentes: cognitivos -auto concepto y estilo
explicativo del sí mismo-: duración, alcance y personalización.
Las Variables Independientes son: Factores internos: Sexo, Edad, Rasgos de personalidad:
Introversión-extroversión, Autocontrol vs Impulsividad.
La muestra inicial está compuesta por 88 sujetos; 45 alumnos de cuarto año de una escuela estatal y
43 alumnos de cuarto año de una escuela privada no confesional, ambas pertenecientes a la Ciudad
de Mendoza. En general los alumnos son de nivel socio-económico-cultural medio y bajo y de
rendimiento académico dispar.
Los instrumentos aplicados son: Cuestionario Estilo explicativo en niños. Martín Seligman, Dibujo de
la Figura Humana. Elizabeth Koppitiz, Entrevista docente y observación participante.
H 2: “El estilo explicativo pesimista está asociado al factor culpabilidad“. En los resultados: se puede
inferir de la muestra que cuando una persona no se culpabiliza de los acontecimientos buenos,
tienen muchas posibilidades de que su estilo cognitivo sea pesimista. Igualmente este mismo
fenómeno se observa cuando la persona se culpa de los malos acontecimientos, el estilo cognitivo
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también es pesimista.Se corrobora entonces que la persona con estilo explicativo pesimista tiende a
culparse de los malos acontecimientos y no lo hace respecto a los buenos acontecimientos.
H 3: “El estilo explicativo pesimista se asocia a déficit emocionales”. El grupo de niños que obtuvo
más de tres indicadores de conflicto emocional detectados por el DFH tienen un estilo explicativo
pesimista.
Conclusiones del trabajo ó hipótesis e interrogantes que se abren a partir del mismo:
Es de suma importancia elaborar un plan pedagógico preventivo, tener en cuenta cómo se asocian
los diferentes factores, cuál es su incidencia en el educando, qué factores requieren atención
prioritaria. A partir de este trabajo, se llegan a varias consideraciones:
Se considera a la autoestima como una vivencia compleja del sí mismo, en donde intervienen
aspectos cognitivos, afectivos y conductuales. Estas tres dimensiones o aspectos: cognición, conducta
y afectividad, se influyen mutuamente y mantienen una relación de interdependencia.
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Ahora bien, la forma en que nos percibimos nosotros mismos está inserta o es similar a la forma en
que percibimos y entendemos la realidad. Es decir, todos tenemos un estilo para explicar y
comprender toda la realidad, y particularmente la realidad que somos nosotros mismos. En tal
sentido, cuando hablamos de la percepción de uno mismo o de la idea objetiva de nosotros mismos,
hablamos de autoconcepto. Y cuando nos referimos a la percepción o a la teoría que tenemos de la
realidad, incluida nuestra propia realidad, decimos estilo explicativo. Tanto el “pesimismo” como el
“optimismo” son miradas de la realidad. Según Seligman, la base del optimismo no reside en las
frases positivas ofrecidas por el entorno familiar y social o las imágenes de victoria, sino en el modo
como uno piensa en las causas y las consecuencias. Cada uno de nosotros posee unos hábitos
relativos al pensar sobre las causas, un rasgo personal al que Seligman, llama “estilo explicativo”.
Este estilo se desarrolla en la infancia y es de carácter cognitivo. Según el autor, tres son las
dimensiones fundamentales que todos utilizamos para explicar porqué nos ocurre determinado
acontecimiento bueno o malo; a saber: duración, alcance y personalización.
a) Duración: La frase que resume este aspecto es “a veces frente a siempre”. Muchas veces creemos
que los malos acontecimientos durarán por siempre o que nunca suceden cosas buenas.
b) Alcance: Para ejemplificar este aspecto decimos “específico frente a global”. Nos referimos a que
si uno cree que la causa tiene un alcance global, proyecta sus efectos a numerosas situaciones
distintas de su vida. Así, las personas con estilo pesimista, si les va mal en un ámbito de su vida lo
proyectan a todas las áreas, y hacen de estos una catástrofe.
c) Personalización: Decimos “interno frente a externo”. Según Seligman, “de quién es la culpa”.
Frente a los malos acontecimientos, las personas pueden culparse a sí mismos (interno), o bien
pueden echarle la culpa a otras personas, o a circunstancias (externo). No es aconsejable ni un
extremo ni el otro.
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“sentirnos bien” interiormente con nosotros mismos. En nuestro tiempo se ha cometido el grave
error de buscar inútilmente sentirse bien separadamente de hacer bien las cosas: fenómeno que
nosotros llamamos “pseudoautoestima”. Vamos a tener un adecuado y duradero sentido del valor
propio, cuando sintamos la satisfacción de haber hecho bien el deber, el trabajo, que a cada uno le
corresponde en su caso. Los sentimientos de autoestima en particular, y la felicidad en general, se
desarrollan como efectos secundarios: de superar los problemas, de realizar las tareas con éxito, y
sobre todo de obrar y de hacer el bien. El sentimiento de autoestima es un efecto de hacer las cosas
bien y de hacer el bien. No hay duda de que un sentimiento de adecuada autoestima constituye un
estado de satisfacción, pero no debe confundirse con el placer. En la medida que se confunda la
satisfacción o goce espiritual, fruto de obrar bien, con placer y se trate de provocar directamente el
efecto “placer” o “sentirse bien”, se estará confundiendo gravemente la autoestima con la
pseudoautoestima y junto con ello, el camino correcto que lleva al hombre a su plenitud. Este
camino se transita a través de la educación, en un primer momento, y luego a través de la
autoeducación. Y es, justamente, la educación la que promueve y conduce al educando a desarrollar
hábitos buenos intelectuales y morales. Su finalidad es la formación de virtudes, lo cual produce
secundariamente en la persona gozo interior y espiritual.
3- Ejemplos:
PROPIUM:
Extensión del yo: Cuando un niño de 4, 5 o 6 años aproximadamente ve que su papá u otra persona
abraza o besa a su mamá, automáticamente vendrá corriendo a abrazarla y besarla exclamando que
es suya, porque para él su mamá le pertenece. Cosas, personas o eventos son esenciales para
nuestra existencia.
Aspiraciones propias: El niño se da cuenta de que es un excelente guitarrista, y sin importar lo que le
digan los demás, empieza a tomar clases de guitarra y pone toda su energía y empeño en ello.
Empieza después de los 12 años, son metas, ideales, planes, vocaciones.
Imagen de sí: Pedro a quien desde que nació siempre le compraron ropa de varón y juguetes de niño,
empieza a pedir que lo llamen Sofía, y a usar vestido, él es un niño que necesita que el mundo lo vea
tal y como él se percibe; una niña. Se desarrolla entre los cuatro y seis años. Sería “el reflejo de mí”;
aquel que los demás ven. Es la impresión que proyecto en los demás, mi “tipo”, mi estima social o
estatus, incluyendo mi identidad sexual. Es el principio de la conciencia; del Yo Ideal y de la
“persona”.
AUTOESTIMA:
Un niño sabe que de su grupo de compañeros de clase, es el que tiene mayor habilidad para las
matemáticas.
Una niña, cansada de que una compañera la maltrate, se dispone a hablar con ella planteándole que
si no cambia de actitud, se deberá alejar ya que merece un trato cordial y amable.
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