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A veces pasa...
Cruzó la puerta al mismo ritmo anterior, teniendo que esquivar a algunas personas hasta
que finalmente llegaba al mostrador
E: Buenos días
-: Bueno días, ¿Qué se le ofrece?
E: Verá, me llamo Esther García y me dijeron que debía estar aquí a las nueve para
hablar con el médico de la unidad del Samur... soy la nueva enfermera (por fin respiraba
tras decirlo todo de una vez)
-: Ah, pues sí, mira... (inclinándose hacia delante la hacía girarse) ¿Ves esa puerta de
ahí?
E: Sí (volvía a mirar a la mujer)
-: Pues ahí está la sala del Samur... (sonriendo extendía su mano) Yo soy Teresa
E: Un placer, Teresa (asentía alegremente)
T: Pues venga, que tengas suerte
E: Gracias
Cogiendo aire de nuevo comenzó a caminar hasta donde le había indicado aquella
mujer. Se asomó con timidez antes de llegar a entrar descubriendo a dos personas dentro
E: Hola
Mónica: Hola... (respondía sobre el sofá mientras parecía masticar)
E: Soy Esther, la nueva enfermera
Mónica: ¡Ah, hola! (frotándose la mano en el pantalón tardaba unos segundos hasta
poder ofrecérsela) Yo soy Mónica, también enfermera
E: Hola (sonreía)
Diego: Yo soy Diego (se levantaba para darle dos besos) Conductor
E: Hola (se giraba hacia la enfermera de nuevo) ¿Y...?
Mónica: ¿El médico? (sonreía antes de dar un mordisco a su desayuno) Ahora viene...
ha ido a tomar café. ¿Has desayunado?
E: He tomado un café antes de venir
Mónica: Pues toma, sírvete (le ofrecía de una bandeja de magdalenas) Están de muerte,
eh... son caseras
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Dándole con el puño en el hombro se giraba del todo para marcharse de allí mientras
aun parada, Esther se frotaba el brazo mirando hacia la puerta
Le llevó varios minutos ordenar su taquilla y cambiarse para colocarse aquel uniforme
tan escandaloso. Ajustándose los botones del polo amarillo salía de nuevo viendo como
todos se giraban para mirarla, cada uno de forma distinta
Mónica: ¡Te queda genial el amarillo! (exclamaba apoyándose casi por completo en el
respaldo del sofá para mirarla)
Diego: La verdad es que sí (asentía)
M: No está mal (contestaba con brevedad para girarse de nuevo) Mónica, que vea la
ambulancia
Mónica: ¡Vamos allá! (levantándose comenzaba a caminar) Mas que nada es para que
veas el orden... lo demás lo irás pillando según salgamos con los avisos y eso
E: Imagino
Mónica: Normalmente vamos todos delante con Diego, hasta ahora íbamos anchas pero
ahora que somos tres no te asustes si vamos ahí en plan lata de sardinas (Esther sonreía)
Sube conmigo (tras abrir la puerta subía un pie aupándose después) En esta parte están
todos los medicamentos y abajo parte del instrumental...
E: Vale
Mónica: Y al otro... (se giraba de forma graciosa) Tienes vendas, gasas, collarín... (iba
señalando) Agujas... sueros... y todo lo que ves
E: Vale (asentía mirándolo todo con atención)
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Algo nerviosa bajaba de nuevo para ir hasta la parte delantera, Mónica subía por delante
y haciéndose a un lado iba dejando espacio hasta que ya cómoda, sentía como ella
también subía
M: Vamos, Diego
Recorrían la ciudad a toda velocidad mientras el sonido de la sirena envolvía cada calle
por la que pasaban. Los coches se hacían a un lado mientras los peatones también
detenían sus pasos dejando la carretera libre a su paso
Tras varios minutos de descontrol entre los familiares, nerviosismo pero sobre todo
silencio por parte de los miembros del Samur, parecía que conseguían estabilizar al
herido y cortar el sangrado para subirlo a la camilla e ir entonces hasta el hospital
M: Hombre, treinta años... herida costal por arma blanca (le tendía el informe al médico
que salía a recibirles) He conseguido parar la hemorragia pero ha perdido mucha sangre
y tiene dañado el pulmón derecho
J: ¡Al box! (se hacía a un lado dejándoles paso) Eres nueva (miraba a Esther)
E: He empezado hoy (contestaba sin detenerse mientras colgaba los sueros)
J: Javier Sotomayor (extendía su mano para estrecharla) Bienvenida al equipo
E: Gracias (sonriendo veía como dos enfermeras se quedaban junto a él y decidía de allí
con Mónica por delante)
M: Haced el informe y me lo dais (hablaba sin detenerse)
Mónica: ¿Bueno, qué? (se giraba hacia ella) ¿Qué tal lo has visto?
E: Bien (se quitaba los guantes) ¿Siempre es así?
Mónica: No te preocupes... tiene días (sonreía) ¿Te hace un café?
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E: Bueno... (suspiraba)
Mónica: ¡Verás como al final te caemos todos bien!
El viaje en metro pasó rápido, antes de darse cuenta estaba en el ascensor y metiendo las
llaves en la puerta. Un olor a café le hizo respirar hondo cuando de nuevo cerraba y
escuchaba la voz desde la cocina
Durante aquella tarde pasó el tiempo recordando su primera mañana de trabajo. Como
aquel equipo de Samur era tan distinto. Diego, simpático e informal, bastante agradable
y natural, Mónica, le había perecido un poco macarra, sonreía al recordar aquel golpe en
su hombro
Y entonces ella. Tan indiferente, tan fría y silenciosa. Con un nuevo suspiro giró el
rostro hacia un lado para mirar como aun había bastante luz
Llegaba con tiempo de sobra, y por ello su paso era tan lento como su cuerpo le
permitía. Desde fuera y a través del cristal podía ver como la unidad de ese turno aun
permanecía en la sala Samur. Suspiró y miró a su alrededor. No conocía a nadie
realmente ¿Qué podía hacer?
Leyó el cartel de cafetería y resignada caminó hasta allí para pasar el tiempo
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En una de las mesas libres se dedicaba a ver la cuchara remover su café. Perdía la
mirada en aquel líquido oscuro que irremediablemente iba perdiendo su calor sin llegar
a ser ingerido
M: ¿Puedo sentarme?
Casi abstraída aun, elevaba la vista encontrando a quien menos esperaba. Casi en un
acto reflejo miró a su alrededor viéndose sola en aquella mesa
La médico del Samur separaba la silla lo justo para poder sentarse y dejar la mano sobre
la mesa mientras sostenía su café
Pasados unos segundos de silencio se movió lo justo para poder mirarla sin llamar la
atención. La descubrió con la vista fija sobre la mesa. Sus dedos casi acariciaban aquella
superficie fría, su rostro estaba relajado, pensó que demasiado concentrado
Cuando se descubría mirándola aun decidía apartar sus ojos, centrándose en uno de los
carteles que habían sujetos a la puerta del frigorífico. Casi asustándola la silla se
arrastraba unos centímetros cuando su jefa se levantaba para marcharse sin decir una
palabra
Ya con su uniforme, salía del vestuario y se dejaba caer en el sillón. Había un par de
revistas sobre la mesa y se dispuso a coger una cualquiera mientras alguno de sus
compañeros aparecía
hospital. Tras ese corto espacio de tiempo, seguía su camino haciendo que Diego se
levantase para ir hasta el sillón
Aquel turno pasaba lento. No habían recibido ningún aviso en las cuatro horas que ya
llevaban allí. Maca seguía afrente al ordenador mientras Mónica y Diego jugaban al
ajedrez. En la entrada de urgencias, Esther miraba hacia la calle mientras el tiempo
pasaba a su ritmo
El bastón de alguien caía cuando su rostro se giraba y veía como quien le acompañaba
ya se agachaba para tendérselo. En el recorrido de vuelta descubrió como unos ojos la
miraban tras el cristal. Apenas tres segundos se mantuvo en la misma posición hasta que
desviándola de nuevo se fijaba entonces en sus zapatos mientras soltaba un leve suspiro
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De nuevo estaba con la mente distraída viendo pasar la gente en la calle cuando
escuchaba una respiración a su lado
M: Hola
E: Hola (mirándola unos segundos se cruzaba de brazos)
M: ¿Un día aburrido, eh?
E: Sí (sonreía mínimamente por cortesía)
M: ¿Te apetece un café?
E: Vale (asintiendo se giraba al ver que ponía rumbo a la cafetería)
La ambulancia recorría el centro de la ciudad con las sirenas puestas y a gran velocidad.
Los coches se apartaban a su paso mientras todos miraban al frente diferenciando ya la
muchedumbre apeada a un lado de la calle mientras miraban hacia lo alto
Cuando frenaban a un lado podían ver como los bomberos comenzaba a desplegar una
gran colchoneta que iba llegándose de aire. La gente susurraba temerosa, la policía
intentaba controlar a los más nerviosos
Esther tenía los ojos fijos en aquel cuerpo casi suspendido en el aire. Su corazón había
comenzado a palpitar mucho más deprisa y parecía no querer calmarse. Miró a Maca
que aun hablaba con el policía. De nuevo sus ojos iban hacia aquella niña en el tejado,
su boca comenzaba a secarse
Subían por las escaleras mientras de vez en cuando se cruzaban con otro miembro de la
policía. En el último piso se arremolinaban más aun. Llegando ya a la puerta
escuchaban un grito de la niña
-: ¡Dejadme!
M: ¿Podemos pasar? (preguntaba a quien parecía estar al mando)
Policía: Está bastante nerviosa... estamos intentando localizar a algún familiar o
conocido
M: ¿Cómo puede ser eso? Solo tiene diecisiete años ¿no vive con sus padres?
Policía: Por lo que nos ha contado una vecina, murieron hace una semana... pensaban
que la niña se había ido con algún pariente porque no escuchaban nada en el piso, hace
una hora la han visto ahí subida y nos han llamado
M: ¿Hay algún psicólogo?
Policía: Viene de camino
A un lado y sin escuchar nada de aquello, la enfermera se encontraba con la mirada fija
en aquella espalda tensa. Su respiración se había agitado de nuevo y las manos le
sudaban. Su mente había comenzado a reproducir recuerdos, bombardeándola con
aquella sensación de angustia que ya creía olvidada
Esquivándolos a ambos traspasaba aquella puerta y salía al sol de aquel tejado cuando
varias voces tras ella se alzaban
M: ¡Esther!
Policía: ¡Quieta!
La chica se giraba descubriéndola avanzar con decisión cuando elevando una mano
amenazaba con lanzarse
Una escena similar se reproducía casi tan rápido como sus pulsaciones, una, dos, tres,
cuatro
Desde la puerta a varios metros, los policías y una Maca escéptica miraban la escena.
Podían escuchar aquella conversación, aunque con algo de dificultad. La médico del
Samur miraba a Esther apretando cada vez más su mandíbula a la vez que uno de sus
puños
-: Quédate ahí
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E: Solo quiero hablar contigo (susurraba con calma cuando seguía caminando
lentamente) ¿Puedo contarte algo?
-: Solo quieres distraerme (se quejaba moviéndose y haciendo que el gentío de la calle
alzase la voz)
E: Te juro que solo quiero hablar contigo... (deteniéndose se iba inclinando hasta
quedar sentada en el suelo) ¿Quieres sentarse? Puedes hacerlo en el muro... yo no me
moveré, te lo prometo
El policía de la puerta hablaba por la radio cuando Maca se tensaba al ver que el
silencio se adueñaba de la situación. Estaba dispuesta a echar a correr en cualquier
momento, y su pie daba un paso en falso al ver como la chica pasaba una pierna hacia el
interior del edificio para sentarse
Había pasado más de un minuto cuando aun se mantenían en silencio. Esther seguía
mirándola, esperando a que aquella chica terminase de encontrar su lugar y sus palabras.
La gente en la calle mantenía casi la respiración, Maca tenía los ojos clavados en su
compañera que de nuevo se levantaba ante la expectación
E: ¿Cómo te llamas?
-: Ángela
E: Yo no tuve a nadie a mi lado que me dijese que no tenía por qué hacerlo, Ángela...
nadie me daba una mano para pasar al otro lado (extendía la suya) Pero sé y entiendo el
miedo que tienes ahora, sé que algo te frena y te dice que no lo hagas... confía en eso,
confía y ten fe en ti misma
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Diego aparcaba de nuevo frente a urgencias y bajaban sin prisa para ir hasta la sala del
Samur, no habían llegado a sentarse cuando la voz llegaba firme
M: Dejadnos solas
Mónica apretó los labios mientras daba un giro con los talones anclados al suelo y salía
veloz de allí, Diego agarraba el periódico para cerrar la puerta y seguirla segundos
después
Cerrando los ojos aspiraba con fuerza mientras se giraba tan solo un segundo antes de ir
tras ella. Frente a su taquilla comenzaba a sacar sus cosas cuando sentía que cogía sus
manos
M: No debes dejarte llevar por tu vida cuando son las de los demás las que están en tus
manos ¿lo entiendes?
E: Nunca me hubiese perdonado que esa chica saltase, Maca ¿no lo entiendes?
M: Lo entiendo, pero a veces lo mejor no es tomarse los problemas del mundo de una
forma tan personal. Tú no la subiste ahí
E: Creí que era lo mejor (bajaba de nuevo la vista) Solo eso
M: Vete a casa y descansa, mañana hablaremos
Apenas pudo mirarla dos segundos cuando de nuevo la soltaba y salía de allí tan rápido
como había entrado. Bajó la mirada hasta sus manos y dejó su cuerpo caer sobre el
banco, sintiendo como toda aquella presión que había podido controlar hasta entonces
salía como una explosión haciendo que su cuerpo comenzase a convulsionarse por el
llanto
E: He tenido muy mal día (se encogía de hombros antes de mirarla) ¿Tú qué tal?
Rita: Un poco de todo... Nico me ha dado un dibujo para ti, me ha dicho que a ver
cuando te pasas por allí para verles
E: A ver si un día puedo (suspiraba)
Rita: ¿Qué te ha pasado? (pasando un brazo por sus hombros la pegaba a su cuerpo)
¿La gruñona esa que tienes por jefa?
E: No
Rita: ¿Entonces?
E: Hemos recibido un aviso... una chica estaba en lo alto de un edificio amenazando con
tirarse
Rita: Joder (soltaba el aire antes de besar su frente) Lo siento
E: Me he saltado el cordón, las normas y me he acercado a ella para que no lo hiciese
Rita: No debiste hacer eso
E: Eso dice Maca
Rita: ¿Quién es Maca?
E: La gruñona esa que tengo por jefa (repetía sus mismas palabras haciéndola sonreír)
Pero pensaba que iba a ponerme de patitas en la calle y no lo ha hecho
Rita: Me cae un poquito mejor (viendo como se separaba se quedaba en silencio
durante unos segundos) Lo que quiero es que no te pongas mal ¿Vale? Lo tenemos
superado y no quiero saber que te pones triste y dejas de sonreír (cogiendo su barbilla
con cariño sonreía)
E: A veces todavía me pregunto por qué rompí contigo
Rita: Y yo, cariño... que me rompiste el corazón, recuérdalo (levantándose no podía ver
su sonrisa) Con lo que yo te quería
E: Pero yo aun te quiero
Rita: Porque te dejo mi casa para vivir (se giraba antes de entrar en la cocina)
¿Espaguetis?
E: Sí (asentía con decisión)
E: Qué susto
M: ¿Te apañas bien? (seguía sin descruzar los brazos)
E: Sí, lo tenéis todo bien ordenado y es fácil recordarlo (asentía un segundo antes de
volver a girarse) Es fácil trabajar así
M: Bien
Girándose sobre sus talones comenzaba a caminar para alejarse de allí. Esther la seguía
con la mirada mientras un suspiro salía de sus labios a la vez que el peso de sus
hombros desaparecía
Ya en el local, los tres reían por uno de los comentarios de Diego después de colgarle el
teléfono a su mujer, cuando Maca entraba por la puerta
Los minutos pasaban y la conversación parecía seguir aquel mismo ritmo. Esther estaba
realmente relajada, pero por un único motivo, había parte de ella que sentía que aquel
lugar no era el suyo; Maca no la había mirado ni un solo segundo, no había cruzado
tampoco una palabra con ella
El sonido de las sirenas llenaba una estrecha calle, la ambulancia debía ir con cuidado
cuando en aquella calle peatonal iban descubriendo como cada vez más personas le
indicaban con mas nerviosismo que debía seguir hasta llegar donde los esperaban
La primera en bajarse era Maca, seguía por Esther y Mónica que corrían tras ella hacia
el grupo de gente que formaba un corrillo en el suelo
La enfermera miraba a su jefa sorprendida, Esther suspiraba y bajaba la vista dolida por
aquello, pero sabiendo que debía seguir concentrada, miraba a Mónica que asentía
dándole apoyo
De regreso al hospital Esther iba detrás con Mónica manteniéndose al lado de la camilla
mientras guardaban silencio
Mónica: No te preocupes
E: Me da igual, yo hago mi trabajo (contestaba sin mirarla)
Los días pasaban, y todo seguía igual. Avisos, carreras, y ella había comprendido que
no podía hacer nada por cambiar aquello. Había aprendido a entenderse con Mónica,
entre las dos hacían un buen equipo y lo sabía. Maca seguía en su particular
comportamiento
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Mónica: Mira esto de aquí... (se acercaba a ella con la revista) Un tipo se metió en
medio de un incendio y sacó a cinco personas
E: Todavía quedan locos que van de héroes
Mónica: Le van a dar una medalla (se dejaba caer a su lado) Aquí tuvimos uno así...
acabaron echándole
E: ¿Qué hizo?
Mónica: Cogió la manía de hacerse el gallito hasta que Maca se hartó, habló con los
jefes y lo pusieron de patitas en la calle
E: ¿El mismo del que me habló Diego? ¿El Raúl ese?
Mónica: Sí, ese mismo
Diego: ¿Queréis que os acerque a algún sitio? Hoy he traído el coche
E: Gracias, pero vienen a recogerme (sonreía)
Mónica: Pues a mí se me vas a llevar (se levantaba) Que el mío está en el mecánico y
pensaba coger el metro
Diego: Pues vamos (se giraba) Hasta mañana, Esther
E: Hasta mañana, chicos (levantándose iba hacia la percha para coger su chaqueta,
cuando se la colocaba veía a Maca entrar)
M: ¿Se han ido ya?
E: Ahora mismo (contestaba sin mirarla) Yo también me voy
M: Hasta mañana
E: Hasta mañana
Quedándose sola entonces comenzaba a recoger sus cosas. Antes de salir el siguiente
equipo entraba y se marchaba entonces. Ya frente a su moto se colocaba los guantes y
giraba su rostro descubriendo algo que le hacía detenerse. La enfermera sonreía
caminando hacia alguien
M: Hola
E: Hola (se colocaba su polo amarillo y se desabotonaba los pantalones)
Despojándose de ellos se daba cuenta de que no escuchaba ningún ruido aparte de los de
sus propios movimientos. Cuando se enfundaba los de su uniforme se giró descubriendo
como la puerta de un de los baños se cerraba. Frunció el ceño y salió de nuevo
E: Diego... llevo aquí casi dos semanas y aun no hemos jugado al ajedrez, me dijiste
que hasta que no lo hiciese no sería una enfermera oficial
Diego: ¡Ven aquí! (levantándose iba hacia el tablero) Que vamos a ver qué tal se te da
Mónica: Seguro que te gana
E: No sé jugar muy bien, la verdad... hace años que no lo hago, mi ex sí que sabe
Diego: Si no me ganas serás la única en hacerlo de todos los que han pasado por aquí
(empezaba a colocar las piezas) Creo que eso debería animarte
A veces pasa... 15
Mónica: Va a ser interesante (acomodándose escuchaba como Maca volvía a salir) Van
a jugar al ajedrez
M: Igual hoy gana (la enfermera la seguía con la mirada)
Mónica: Cinco pavos a que pierde
M: No pienso apostar contra eso, Mónica (la enfermera reía)
Diego: Pues sí que confiáis en mí (se quejaba haciendo que Esther sonriese) Vamos,
que igual hoy es mi día de suerte
Durante la partida y gracias a que ningún aviso los interrumpía, veían como poco a poco
Esther iba haciéndose camino en el tablero mientras Diego comenzaba a sudar. Maca
sonreía mirando de reojo de vez en cuando mientras Mónica reía
E: Lo siento
Diego: ¡No! (se levantaba mientras Mónica aplaudía y Maca se giraba para mirarlas)
¡Pero por qué!
M: Es muy sencillo, Diego... eres muy malo jugando al ajedrez
E: Cuando quieras nos echamos la revancha, que lo mío ha sido suerte, eh... seguro que
a la próxima ganas tú
Mónica: No te preocupes, Esther... si lo tiene asumido (palmeaba su pierna cuando se
levantaba) Vamos a tomarnos un café, anda (cogiendo la mano de su compañero tiraba
de él)
E: Vaya par
Levantándose también rodeaba el sofá para dirigirse hasta el vestuario. Abrió su taquilla
y cogiendo el móvil miró que no tenía ninguna llamada. Cuando de nuevo se giraba se
sorprendía al ver a Maca en la puerta
E: ¿Qué?
M: Creo que voy a dejar de intentarlo (cerraba apoyándose después en la puerta)
E: ¿El... el qué? (carraspeaba sin moverse
M: Me he empeñado por todos los medios en no admitir, y asumir que... (suspiraba
desviando su mirada) Normalmente soy así con todo el mundo, no tenía por qué
resultarme tan difícil
E: No sé de qué hablas (tragaba saliva)
M: Ayer te vi con una chica
E: Era... era Rita (alzaba la mano colocándose unos mechones de pelo tras la oreja) Mi
compañera de piso
M: Parecía algo más que una compañera de piso
E: Creo que... eso es asunto mío ¿no? (apretaba los labios sintiéndose nerviosa)
M: Tienes razón (separándose de la puerta comenzaba a acercarse a ella sin levantar la
vista del suelo) ¿Entonces, puedo besarte? (la miraba de nuevo)
Cuando de nuevo apreciaba el tiempo correr a su alrededor, sus labios estaban presos
por una dulce y placentera sensación. Sus ojos se encontraban de nuevo con aquellos
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oscuros reflejos mientras sus pies se veían obligados a retroceder hasta quedar pegada a
la pared
Sentía el corazón bombear en sus labios, podía decir que incluso inflamarse más y más
tras cada segundo. Un jadeo se escapaba de ellos al sentir la intromisión de su lengua al
mismo tiempo que las manos sorteaban su jersey acariciando su cintura
Un segundo después aquel beso aminoraba demasiado deprisa y sus pies ya tocaban el
suelo, el calor desparecía y las manos abandonaban su cuerpo, casi extasiada
comprobaba como Maca se alejaba para salir finalmente de allí
Sin creer aquello apretaba la mandíbula antes de darle una pequeña patada al banco
E: ¡Joder!
Un aviso de escape de gas les había hecho ponerse en menos de un minuto en marcha.
Dentro de la ambulancia había el mismo silencio de siempre, pero aun más espeso si
cabía para Esther. Miraba al frente con tensión, respirando por la nariz mientras su
mentón se contraía por la presión y a su lado Maca la observaba de reojo y sin ser vista
Una vez frente al edificio los bomberos les ponían al corriente mientras comenzaban a
tratar a los primeros intoxicados
Esther asistía a una niña que sentada en su regazo se negaba a soltarse de ella mientras
no apartaba los ojos de su madre que estaba junto a Mónica y Maca
E: ¿Respiras mejor? (la veía asentir) ¿Tienes angustia? ¿Te duele la cabeza? (negaba
lentamente) Se va a poner bien, no te preocupes
Mientras intentaba tranquilizarla sintió como se movía al ver que una de las mujeres se
separaba de su madre. La enfermera giraba su rostro descubriendo el cuerpo de Maca
aproximarse a ellas
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M: ¿Te llamas Din, a qué sí? (sonreía quedándose de rodillas frente a ellas y la veía
asentir) Tu mamá me ha dicho que no te preocupes, ella está bien (la veía alzar el brazo
señalándola) La están poniendo buena... ahora necesito que me ayudes ¿Vale? (se giraba
para coger algo) Necesito que pongas el dedito en esta pinza ¿Vale? No te va a doler, es
para ver si respiras bien
M: Su oxigeno está casi al ochenta por cierto... (comentaba en voz alta) Mantenle la
mascarilla y que no se mueva
E: Vale
El turno acababa, la enfermera veía como volvía la misma situación esquiva, ni una
palabra, apenas una mirada...
E: Hasta mañana
Ya saliendo por la puerta sentía como una mano agarraba su brazo y se giraba
sorprendida, Maca la miraba a tan solo unos centímetros
Bajando la vista veía como le tendía un segundo casco y de nuevo buscaba sus ojos
En aquella moto y aferrada a su cintura recorrían el centro de Madrid sin saber donde
iban. Tras un último semáforo distinguió un barrio que le era conocido, tras eso la moto
frenaba una última vez frente a la puerta de un garaje que descendían apenas segundos
más tarde
E: ¿Dónde estamos?
M: En mi casa (cogiendo el casco que le había dado anteriormente comenzaba a
caminar hasta el ascensor)
En aquel espacio reducido no sabía qué hacer, su instinto la había llevado a clavar los
ojos en el suelo. No sabía qué hacia ahí, por qué había aceptado ir con ella...
La puerta se abría y caminaba tras ella, apenas tres segundos tardaba en abrir la puerta y
cederle el paso. Sin pasar más allá miraba todo sorprendida
E: Claro, toma (en un movimiento rápido, aunque más torpe todavía, se deshacía de
ella)
M: ¿Te apetece tomar algo?
E: Cualquier cosa estará bien (la miraba apenas un par de segundos)
M: Vale, pues pasa y no te quedes ahí
Siguiéndola con la mirada la veía perderse tras una de las puertas cuando de nuevo
respiraba. Comenzó a dar pequeños pasos adentrándose en aquel salón diferente a todo
lo que se podía haber imaginado
Los colores eran bastante relajantes, todo muy moderno y con una decoración bastante
limpia, sin sobrecargo en nada
Frente a un juego de estanterías se detuvo viendo como apenas había dos fotos y varias
figuras exóticas. Sin poder evitarlo se fijó especialmente en una de las fotografías,
aquella ancha sonrisa era totalmente desconocida para ella
Cuando aún estaba intentando llegar más allá de aquella simple imagen escuchó como
los pasos le anunciaban su vuelta y se alejó de aquel lugar para esperarla
M: No sabía qué podía apetecerte, así que... (le tendía una cerveza)
E: Está bien, gracias
Dando un primer trago desviaba la vista mientras Maca seguía observándola. Suspiró al
no saber qué hacer y se giró viendo el sofá, sin pensarlo recorrió los apenas diez pasos
hasta llegar hasta él. Cuando miraba de nuevo a su alrededor la veía acercarse hasta
sentarse a su lado mirándola
M: Estás nerviosa
E: Muy bien, Sherlock
Sonriendo por aquel comentario, Maca bajaba la vista hasta sus manos que aun
sostenían su cerveza
Volviendo a girar su rostro apretaba la mandíbula sin saber qué hacer. Fijó su vista algo
lejos de aquel punto, en una ventana que daba a la calle principal y por la que aun
entraba bastante luz
M: Como ya te dije... he intentado por todos los medios ignorarte como al resto, tener
contigo un trato mínimo porque debemos trabajar juntas, pero no he podido
E: ¿Por qué? (volvía a mirarla)
M: A veces pasa... (se encogía de hombros) Ves a alguien y... parece que hayas estado
esperándole toda la vida, no puedes girarte y simplemente ignorarlo
No sabía cómo había tenido aquella iniciativa, pero de nuevo se perdía en aquel calor
que le proporcionaban los labios ajenos. A diferencia del momento en el hospital, aquel
beso era torturantemente lento, casi tanto como la presión de aquel cuerpo sobre el suyo
Aun con los ojos cerrados sentía como se alejaba tan solo un segundo, para volver al
siguiente dejando solo un beso, para después otro, y continuar con varios hasta bajar a
su cuello
Soltando el aire clavó sus ojos en el techo, comenzaba a inquietarse, sus manos
acariciaban aquella espalda por encima de la ropa como si la tela no existiese. Se
deslizaban casi por si solos en una línea recta que abrasaba las yemas de sus dedos
Moviendo su rostro volvía a encontrarse con sus ojos, unos que esperaban cualquier
cosa pero que por el contrario se mantenían a la espera
E: Y yo que pensaba que igual empezaba a caerte bien (suspiraba dramatizando viendo
sorprendida como volvía a sonreír)
M: Esto tampoco es normal (admitía)
E: ¿Qué sonrías?
M: Hacía mucho tiempo que no lo hacía... y mucho menos varias veces en un par de
horas
Sin esperárselo ella misma, se acercaba para darle un beso y separarse después, viendo
como de nuevo volvía a sonreír haciendo que ella también lo hiciese
Sin dejar de mirarla terminaba por llegar a sus labios con mayor determinación.
Ladeando su rostro para entrelazarse a ella cuando su lengua ya abría camino hasta
colarse donde un suspiro salía sin ser aclamado
E: Mmm
Una suave sensación le hizo volver a recuperar sus sentidos, abandonar el sueño que le
impedía poder apreciar aquella suave caricia que recorría su espada desnuda de arriba
abajo. Sonrió contra el colchón durante unos segundos antes de girar su rostro y
descubrir aquella piel que había estado disfrutando tan solo minutos antes
M: Hola
E: Hola (suspiraba cerrando los ojos otra vez) ¿Qué hora es?
M: Las ocho
E: Tendría que ir a casa... Estará preocupada por mí (se giraba quedando bocarriba)
M: ¿Por qué no llamas y te quedas?
E: ¿Quedarme? (fruncía el ceño sorprendida mientras se acodaba mirándola) ¿Cómo
que quedarme?
M: Sí, quedarte
E: ¿Hablas en serio?
M: ¿Y por qué no iba a hacerlo? (sonreía de lado mientras bajaba la vista) Ya te dije
esta tarde que solo me gustaría estar pegada a ti todo el tiempo
M: Te llevaré a tu casa
De nuevo en la moto y a una velocidad reducida le iba indicando por donde ir para
llegar hasta su casa. Apenas unos minutos después de haber girado mal por una de las
calles se encontraban frente al portal
E: Vamos
M: Si no te importa prefiero esperarte aquí (hablaba sin bajarse de la moto)
E: ¿Estás segura?
M: Te espero aquí (asentía con una pequeña sonrisa)
No queriendo que pensase que aquello podía sentarle mal dio tres pasos quedando de
nuevo frente a ella para dejar un beso en sus labios. Otra pequeña sonrisa le era regalada
cuando de nuevo se alejaba
Con la cartera al hombro salía de nuevo a la calle, deteniéndose con una sonrisa cuando
de nuevo la descubría con los ojos fijos en ella
M: ¿Todo bien?
E: Rita se cree que me he dado a las drogas pero sí (volvía a coger el casco viendo
como no dejaba de mirarla) ¿Qué?
M: Nada (sonriendo lo soltaba) Vamos
De nuevo en su casa pero con ropa más cómoda esa vez, decidían sentarse en el sofá. La
enfermera había dejado las piernas sobre el cuerpo de Maca, que sentada, acariciaba su
tobillo mientras la escuchaba
E: Lo dejamos hace dos años, pero hace ocho meses me vi sin ningún sitio a donde ir y
me dejó vivir con ella
M: ¿Y no resulta extraño? Después de que la dejases
E: Siempre fuimos muy buenas amigas, los primeros días quizás sí... algo incómodo,
pero ahora es la única familia que tengo como el que dice
M: ¿Qué hiciste cuando tu madre murió?
A veces pasa... 22
E: Como me quedaban apenas unos meses para cumplir la mayoría de edad me dejaron
quedarme en una pensión... estuve allí hasta que pude vender la casa y fui tirando con
ese dinero durante bastantes años... a los veintitrés alquilé un piso con unas amigas, con
el trabajo me pagaba la carrera y el piso
M: Debió ser duro
E: Bueno, al final te acostumbras... (se encogía de hombros) ¿Y tú?
M: ¿Yo?
E: ¿A qué se debe esa personalidad tuya?
Sin dejar de mirarla dudaba en si había hecho bien preguntar eso. Observaba como
bajaba la vista sin detener aquella caricia que había empezado minutos atrás. Cogiendo
su mano le hacía volver a mirarla
Sin el casco y portando su mochila, caminaba despacio y sin mirarla. Debería haberle
preguntado, pero ya era demasiado tarde para preguntas
Justo cuando entraban en el muelle la vio aligerar el paso, quedando por delante de ella.
Por inesperado, sus pies se detuvieron viéndola alejarse cada vez más hasta que
finalmente entraba sola por aquella puerta
E: ¿Y qué esperabas?
Cogiendo aire volvió a levantar la cabeza y siguió su camino, dejando que su rostro se
relajase y llegase al mismo punto de siempre
E: Buenos días
Mónica: Hola, guapa... ¿y esa mochila?
E: No, que... (bajaba la mirada hasta ella) He tenido que pasar por la tintorería a recoger
unas cosas
Diego: Esther, ¿probamos la revancha? (la enfermera sonrió)
E: Me cambio y vemos que podemos hacer (sin borrarla siguió caminando hasta el
vestuario, cerrando la puerta una vez en él y viendo como Maca ya se ataba las botas)
Cuando abría su taquilla movió los ojos lo justo para poder verla, verla y ver como de
pie a su lado guardaba silencio
E: Si te acercas mucho y entra alguien tirarás por tierra toda tu imagen (sacaba el jersey
y se quitaba su camiseta)
A veces pasa... 23
M: Luego tenemos media hora para almorzar... ¿Te vienes conmigo? (se había quedado
tras ella colocando una mano en su cintura aun libre de ropa)
E: Si quieres...
M: Quiero
E: Vale (antes de poder elevar los brazos para cubrirse con el uniforme sintió como se
pegaba a ella, apretando sus costados con ambas manos mientras besaba su cuello
M: No tardes en salir
Minutos después, y mientras se colocaban los cascos, escuchaban como los policías y
bomberos daban ordenes a la vez que la gente corría y se resguardaba
Un edificio casi en ruinas había sufrido una explosión haciendo que varias partes se
vinieran abajo y quedase gente atrapada y herida en su interior. Varias unidades del
Samur se habían acercado hasta allí para entrar con la supervisión del cuerpo de
bomberos
Hablando con total autoridad hacia que Esther se irguiese mientras Mónica se giraba no
queriendo estar tan cerca de aquella conversación. La mandíbula de Maca se había
tensado de forma automática mientras seguía mirándola fijamente
E: ¡Joder!
M: Mónica, vamos
Sin poder moverse de allí las veía comenzar a caminar hasta la entrada, guiadas y
seguidas por otro par de bomberos. Diego colocó la mano en su hombro haciendo que
se girase para mirarle
Los minutos pasaban, varios compañeros de otras unidades salían y volvían a entrar,
pero ellas no. Miraba a Diego preocupada mientras este seguía parado y esperando en
silencio. De repente escuchó la voz de alguien tras la radio de uno de los bomberos
Diego: ¿Tú estás loca? Si entras Maca te matará y luego me matará a mí por dejarte
entrar
E: ¿No lo has oído? No saben dónde están, las han perdido y eso se va a caer (cogiendo
otro de los maletines echaba a correr cuando un bombero la seguía sin existo)
Diego: ¡Verás tú la que me cae encima!
Dentro del edificio, el polvo y el humo apenas le dejaban visibilidad. Varios muros
habían caído teniendo que subir pendientes de varios metros para poder continuar
Una escalera para nada firme era su única manera de seguir adelante sin tener que
retroceder, apenas podía respirar y debía moverse rápido. Con decisión se tapó la boca y
comenzó a correr escaleras arriba escuchando como esta comenzaba a desmoronarse,
cayendo apenas dos segundos después de haber tocado suelo firme
E: Genial
Cuando creía que no daría con ellos, escuchó un quejido agudo y fuerte. Supo al
instante que se trataba de Mónica. Se apresuró en correr hacia el lado contrario para
girar después por una de las entradas, descubriendo a Maca y al bombero de rodillas
frente a ella
E: ¿Qué ha pasado?
M: ¿Qué haces tú aquí? (la miraba casi furiosa)
E: Los bomberos os han perdido el rastro y esto se cae... no queda tiempo, Maca
-: Mi radio se hizo trizas con una pared (el hombre se levantaba preocupado) Tu
compañera ha caído desde el piso de arriba y se ha roto la pierna
E: Tenemos que salir, Maca (se agachaba a su lado)
M: No tenías que haber entrado (apretaba la mandíbula mientras cogía un trapo)
Muérdelo fuerte ¿Vale?
Mónica: Maca
M: Confía en mí
M: Cógele las manos, Esther... no podemos moverla hasta que no le coloque el hueso en
su sitio
Colocándose tras la cabeza de su compañera le cogía las manos con fuerza mientras la
veía cerrar los ojos y los dientes apretaban de igual forma la tela. Se cruzó con los ojos
de Maca un segundo antes de que esta moviese aquel hueso con precisión y sus manos
sintiesen la presión de las de Mónica por el dolor
M: Intenta que no se desmaye (se movía con decisión hasta el botiquín) Le voy a poner
un calmante
-: Creo que debería llevarla yo
M: ¿Sabes por dónde vamos a salir?
E: Al venir vi una escalera que bajaba por otro sitio... creo que es estable (ambos la
miraba) Por la que yo vine se ha derrumbado (sentía la mirada recriminatoria de Maca)
No podía quedarme fuera
-: Pues vamos antes de que esto nos caiga encima
M: Cuando salgamos de aquí te va a caer una y buena (amenazaba enfadada) Vamos a
hablar muy seriamente
E: Primero preocúpate porque salgamos de aquí (la veía endurecer el rostro)
A veces pasa... 25
Con el cuerpo de Mónica en brazos del bombero, y ambas siguiendo sus pasos muy de
cerca, intentaban encontrar la escalera que Esther había visto al llegar
Casi corriendo llegaron hasta él, viendo como aquella escalera no aguantaría mucho
tiempo y mucho menos el peso de los cuatro sobre ella
Los cuatro miraban hacia abajo, sintiendo el miedo por solo ver como los sonidos del
edificio parecían querer advertidles del peligro
Le vieron dar un paso y detenerse, dar un segundo paso y escuchar como el cimiento de
la escalera crujía haciendo que por instinto comenzase a hacerlo más rápido,
deteniéndose finalmente en la planta baja cuando de nuevo se giraba hacia ellas
-: Se va a caer
Mónica: Como animas, coño (le miraba)
M: Baja tú primero
E: Ni hablar, no pienso dejarte aquí arriba sola (se negaba dando un paso atrás)
M: Esther, es una orden... baja (la miraba con autoridad)
E: No
Una nueva sacudida las hacia arrodillarse cuando un estruendo volvía a escucharse y
una nube de polvo iba abriéndose camino
Habían vuelto a caminar en busca de un sitio por donde poder salir. Maca daba pasos
cortos mirando siempre que Esther permaneciese a su lado. Cuando de nuevo
regresaban al punto de partida se detenía frustrada
M: No podemos salir
E: ¿Y si subimos? (la observaba girarse hacia ella)
A veces pasa... 26
M: No tenías que estar aquí (comenzaba a respirar por la nariz enfadada) No debías
haber entrado ¡Tenías que estar fuera!
E: ¿Quieres dejar de preocuparte por mí y centrarte en esto?
Cuando de nuevo se miraban, Esther parecía incluso más furiosa que ella. Aguantaba
sus ojos con total seguridad hasta que la veía caminar hasta ella, pararse cuando su
cuerpo ya chocaba con el suyo y agarraba su rostro con ambas manos
M: Si me hubieses hecho caso ahora estarías ahí fuera... sin ninguna posibilidad de que
este edificio te cayese encima
E: Pero tú estarías aquí dentro
Sin soltarla seguía mirándola en silencio, viendo como sus ojos volvían a temblar.
Despacio dejó inexistente aquella distancia para atrapar sus labios durante unos
segundos
Afuera, los bomberos desplegaban una gran colchoneta. Diego caminaba de un lado a
otro nervioso, ninguna de sus tres compañeras regresaba y estaba realmente preocupado
En uno de sus cambios de sentido vio al bombero salir con Mónica en brazos y
comenzó a correr hasta ellos
En un piso superior seguían dando vueltas, buscando un hueco, una salida, una escalera.
Frente a una ventana que daba a la parte trasera Maca se detenía
Tras unos segundos en que comprobaba que la enfermera estaba en lo cierto giró su
rostro buscando algo. A unos metros vio una barra de hierro y corrió hacia ella para
sostenerla con firmeza
M: Apártate de la ventana
Viendo como hacia aquello, cogía la barra con más decisión y acercándose al cristal
movía sus brazos con rapidez haciendo que aquella ventana se rompiese en mil pedazos
M: Han puesto colchoneta, tenemos que saltar (Esther se acercaba para ver sorprendida
todos los metros que las separaban de suelo) Todo va a salir bien
E: Sí (asentía nerviosa)
A veces pasa... 27
Sin esperárselo, escuchaba como comenzaba a gritar avisando de que aquello volvería a
explotar. Sintió como su corazón se precipitaba a latir con fuerza y rapidez. Veía a la
gente correr para alejarse de allí mientras ellas estaban aun dentro
Una pequeña chispa saltaba haciendo que fuera de aquella habitación el color vivo del
fuego comenzase a iluminar la estancia, ambas volvieron a mirarse
M: A la de tres
E: Vale (se separaba unos pasos para coger carrerilla) Uno...
M: Dos...
Ambas comenzaban a correr con fuerza cuando otra explosión aun mayor hacía temblar
todo el edificio. El fuego cogía fuerza cuando el aire ya chocaba contra ellas y solo
quedaba esperar con miedo la llegada
El silencio reinaba en aquel salón. Maca se había quedado dormida mientras sentada a
su lado Esther acariciaba sus heridas sin llegar a tocarlas
Habían tenido suerte, habían llegado hasta la colchoneta antes de que todo cayese,
habían saltado justo cuando el fuego comenzaba a recorrer cada metro a una velocidad
vertiginosa para salir al exterior reventando paredes y ventanas
Levantándose fue hasta la cocina y se sentó tras servirse un poco de agua. Mirando el
pequeño televisor junto al mueble lo encendió con el volumen bajo para no despertarla
E: Y nosotras que nos lanzamos desde una ventana justo cuando explota, nada... total
(sonreía negando mientras daba un trago)
E: Hola
M: Hola (sonreía) ¿Cómo estás?
E: Bien (asentía con sinceridad) ¿Y tú?
M: Genial (asentía también
E: ¿Sabes que varios bomberos dijeron que si no tuvieses esa mala leche estarías aun
más buena?
M: Mentira
E: De verdad... Cuando te pusiste a gritar porque me levantaban sin ver si me había
dado algún golpe, perdiste tu encanto
A veces pasa... 28
Sobre su cuerpo, la enfermera jugaba con un pequeño colgante que caía sujeto por una
fina cadena de plata alrededor de su cuello. En silencio, Maca la observaba mientras
acariciaba de vez en cuando su pelo
Despacio fue moviéndose para quedar aun más cerca de ella, recibiendo una leve caricia
en su mejilla
Viendo como su sonrisa se borraba guardaba silencio, tras eso un suspiro llenaba la
habitación cuando la observaba mirar al techo
M: ¿Nunca has tenido la sensación de qué quieres protegerte de todo y a la vez proteger
a ese todo de ti?
E: ¿Tanto daño te han hecho?
De nuevo el silencio se hacía rey del momento. Esther lo mantenía mientras la veía no
cambiar nada, ni el gesto, ni la respiración, seguía con la mirada fija en el techo sin
moverse, ni siquiera parpadear, su cuerpo completamente inmóvil
M: Con veintidós años me enamoré de una mujer... Era la madre de mi mejor amiga
(giraba su rostro hacia un lado) Era bastante joven, no era igual que el resto de las
madres... se quedaba con nosotras en el salón, hablábamos mucho... una noche en la que
dormí en su casa salí a la cocina a beber un poco de agua, fue un verano horrible...
siempre hacia calor (suspiraba antes de continuar) Esa noche ella también salió
E: ¿Qué pasó?
M: Pasó que a partir de esa noche me convertí en su juguete... Me llamaba
continuamente, siempre me invitaba a quedarme a dormir en su casa... Yo cada vez
estaba más loca por ella y era como su perrito faldero, hacia todo lo que ella quería. Un
día le dije que... que yo no podía seguir así, que me había enamorado de ella, que me
estaba haciendo daño...
E: Lo siento (observaba como volvía a girar su rostro para mirarla)
M: Un día mi amiga vino a verme, estaba furiosa... Su madre le había dicho que no
volviese a llevarme a casa
E: ¿Por qué?
A veces pasa... 29
M: Le dijo que iba detrás de ella y que si volvía a su casa hablaría con mis padres (la
enfermera abría los ojos sorprendida) Habló con mis padres... semanas después cogí mis
cosas y me marché de casa. Y hasta hoy
E: Lo siento (sintiéndose mal por haber escuchado aquello se pegaba a su pecho
abrazándola) Lo siento, Maca
M: No te preocupes...
De lado permanecían frente a frente sin decir nada. Los dedos de la enfermera recorrían
aquel rostro magullado e inexpresivo por aquellos minutos. Percibía solo por su piel el
dolor que marcaban sus ojos, el pasado envenenado que no la dejaba seguir, los
recuerdos grabados sin remedio y que marcaban su vida día a día
E: Me gustaría ayudarte
Como si su aliento hubiese sido una fuerza demasiado fuerte la veía cerrar los ojos
lentamente. Mover su mano y llegar hasta la suya que aun permanecía en su rostro.
Atrapándola con lentitud y firmeza
Tirando de aquella mano la hacía quedar nuevamente sobre ella a la vez que abría los
ojos de nuevo, guiando con precisión sus dedos hasta los labios que había aprendido a
conocer
M: No puedes
De nuevo volvía a mirarla. Había olvidado lo que era perderse en algo tan trasparente
como la mirada de una persona. Pero lo que estaba aprendiendo era a esperar aquel
estremecimiento que le sacudía sin remedio
Despacio y con apenas fuerza, hacia que ambas girasen quedando ella encima, viendo
como aquella mirada no cambiaba y seguía no pudiendo batallar con ella. Cerró los ojos
protegiéndose cuando ladeando el rostro lo pegaba en su pecho, buscando su mano
mientras extendía la suya arrastrándola y dejándolas en el aire
E: Déjame intentarlo
Sus manos seguían en aquel espacio del aire mientras se dejaba llevar por la comodidad.
Recordando aquel primer momento en que la vio. Aquel segundo en que algo se
removió dentro de ella y no supo ponerle nombre ni ignorarlo. Algo se había movido,
cambiado de sitio y desordenado todo lo que había mantenido lejos del alcance de
cualquiera
Besó la piel bajo sus labios, buscando el calor de su pecho, el que le perturbaba, el calor
que le hacía querer quedarse en aquel mismo lugar para el resto de su vida
Aquella noche en su casa había resultado lenta. Se preguntaba una y otra vez cómo
estaría Maca. Miraba hacia la puerta en todo momento queriendo y esperando verla
llegar. El primero en hacerlo era Diego, que sonriéndole entraba
M: Hola
Iba a contestar cuando la veía pasar de largo sin siquiera mirarla. Cerró los ojos
moviendo su rostro hacia el frente
Sentada a escaso metro y medio de ella la miraba sin importarle nada más. No había
vuelto a dirigirle una palabra y aun no la había mirado
Frustrada se levantaba del sofá para ir al baño. Frente al espejo se refrescaba la cara sin
saber qué hacer. Abatida soportaba el peso de su cuerpo con ambas manos sobre el
lavabo, escuchando como la puerta se abría y unos pasos llegaban tras ella,
deteniéndose justo en su espalda
Sin dudarlo soltó aquel frío lugar y se giró para mirarla. No existía la intención de
hablar y lo sabía. Cerró los ojos acercándose a ella cuando tomaba su mejilla con una de
sus manos. Recibiendo aquel calor que ya sentía casi prohibido, pero que le contestaba
de igual forma
Separándose bajaba la vista sin querer cruzarse con sus ojos, pegando la frente en su
hombro mientras giraba el rostro buscando aquel contacto
Aferrándose a su mano cambió la mejilla sobre su pecho. Soltó su mano para buscar su
cuerpo y aferrarse a su espalda por unos segundos más en que sentía su vulnerabilidad
Cuando llegaba a la puerta esta permanecía abierta. La empujó lo suficiente para pasar y
ver la oscuridad en la casa. Tan solo un par de velas llegaban hasta el dormitorio, luces
que se movían con vida propia dándole la bienvenida
Antes de poder volver a cerrar unos brazos la estrechaban por detrás. Su mano caía de
aquel pomo y decidía ir hasta la más cercana a su pecho
Sin darse cuenta habían llegado hasta el dormitorio, que en completa penumbra casi
respiraba como ellas, temblaba e incluso se estremecía. La ropa iba cayendo al suelo, el
color perdía su significado cuando la desnudez se hacía reina
Sobre el colchón sentía sus besos recorrer su cuerpo, lentamente, sembrando disculpas
en cada centímetro de piel. Sus ojos seguían cerrados negándose a ver lo que no quería.
Sus labios se abrían por si solos al sentirla en ellos, respondiendo en el mismo ritmo de
respiración, amoldándose a la perfección
El aire comenzaba a pesar, su pecho se dejaba llevar por la irregular respiración que se
escuchaba cada vez más fuerte. Sus manos presas entonces reposaban por encima de su
cabeza cuando clavaba los dientes en la propia piel de sus labios, sintiendo dolor por la
presión
Un suspiro hasta entonces desconocido le hizo reaccionar y abrir los ojos. La oscuridad
había desparecido a tan solo unos centímetros, justo donde sus ojos brillaban inquietos
fijos en ella
Jamás había imaginado sentir algo así, temblar por un simple color de ojos, sentir como
la voz se ahogaba y se tambaleaba impedida y sin fuerzas para salir
E: No lo hagas
Cuando la proximidad volvía a ser mayor sus ojos se perdían en la oscuridad, sentía el
temblor de sus labios acariciar su rostro, buscar calor...
E: Maca...
Su voz se cortaba al sentir la fuerza de sus brazos, la fuerza con la que se aferraban a su
cuerpo, paralizándola en aquel silencio
Había regresado a casa antes de que amaneciese. Mientras dormía se había dedicado a
observarla y dejar un beso en sus labios para después marcharse
Cuando caminaba rumbo al hospital seguía con la vista el movimiento de sus pies. Ya
comenzaba a escuchar el bullicio de las primeras horas, coches, niños corriendo hacia el
colegio, los jóvenes repartidores de prensa gratuita en cada esquina
Como era siendo costumbre, era la primera en llegar. Saludó a los compañeros, que con
ropa de calle aun aguardaban en sus puestos
Frente a su taquilla se sorprendió al ver un sobre en blanco pillado por una de las
esquinas. Pero lo que más le llamaba la atención era aquella cadena de plata brillando y
suspendida en la cerradura de la puerta
“A veces pasa... Ves a alguien y... parece que hayas estado esperándole toda la vida, no
puedes girarte y simplemente ignorarlo. ¿Por qué no te cruzaste antes en mi camino,
Esther?
A veces pasa que te enamoras... pero te das cuenta de que un corazón roto no sirve
para eso
Ojalá volvamos a encontrarnos, ojalá exista el momento para nosotras”
Cerrándola sonreía mientras unas lágrimas caían tímidas y sin prisa. Las arrastró cuando
alguien llamaba a la puerta
Cuando de nuevo la puerta se cerraba bajaba la vista hasta esa carta y la volvía a meter
en el sobre, levantándose para dejarlo en la taquilla y ponerse aquella cadena
E: Yo también te quiero
Con la misma sonrisa salía del vestuario viendo como alguien tropezaba en la puerta
antes de entrar, quedándose parado en el umbral mientras Diego y ella le miraban
Un suspiro salía de sus labios a la vez que su mano, por instinto propio, agarraba aquel
colgante
FIN