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Verdad y poder

En sociedades como la nuestra, la “economía política” de la verdad está caracterizadapor cinco rasgos
históricamente importantes:
1- La “verdad” está centrada sobre la forma del discurso científico y sobre las instituciones que lo
producen;
2- Está sometida a una constante incitación económica y política (necesidad de verdad tanto para la
producción económica como para el poder político);
3- Es objeto, bajo diversas formas, de una inmensa difusión y consumo ( circula en aparatos de
educación o de información cuya extensión es relativamente amplia en el cuerpo social, a pesar de
algunas limitaciones estrictas);
4- Es producida y transmitida bajo el control no exclusivo pero dominante de algunos grandes aparatos
políticos o económicos (universidad, ejército, escritura, media)
5- Finalmente, es el envite de todo un debate político y de todo un enfrentamiento social (luchas
ideológicas)
Hay un combate “por la verdad”, o al menos “alrededor de la verdad”, dejando claro una vez más que por
verdad no quiero decir “el conjunto de cosas verdaderas que están por descubrir o que hay que hacer aceptar”,
sino “el conjunto de reglas según las cuales se distingue lo verdadero de lo falso y se aplica a lo verdadero
efectos específicos de poder”; y dejando claro también que no se trata de un combate “a favor” de la verdad,
sino acerca del estatuto de la verdad y del papel económico-político que juega. (...)
La “verdad” está ligada circularmente a sistemas de poder que la producen y la sostienen, y a efectos de poder
que induce y la prorrogan. “Régimen” de la verdad. Este régimen no es solamente (...) fue una condición de
formación y de desarrollo del capitalismo. (...)
No se trata de liberar a la verdad de todo sistema de poder –sería una quimera, ya que la verdad es ella misma
poder-, sino desligar el poder de la verdad de las formas de hegemonía (sociales, económicas, culturales) en el
interior de las cuales funciona por el momento.
Pag. 143-145.
FOUCAULT, Michel. Un diálogo sobre el poder. Barcelona, Altaya, 1994.

Institucionalización de la escuela obligatoria y control social

La educación de las clases populares (...) forman parte en la segunda mitad del siglo XIX y a principios del
siglo XX de las medidas generales del buen gobierno “... el obrero es pobre y fuerza es socorrerle y ayudarle;
el obrero es ignorante y se hace urgencia instruirle y educarle; el obrero tiene instintos aviesos, y no hay más
recurso que moralizarle si se quiere que las sociedades o los Estados tengan paz y armonía, salud y
prosperidad” he aquí, en resumen el programa político destinado a resolver la cuestión social, la lucha de
clases, en el interior de la cual la educación ocupa un papel primordial. (...)
La finalidad es tutelar al obrero, moralizarle, convertirle en honrado productor; intentan asimismo neutralizar
e impedir que la lucha social se desborde poniendo en peligro la inestabilidad política (...)
La educación del niño obrero no tiene pues como objetivo principal el enseñarle a mandar sino a obedecer, no
pretende hacer de él un hombre instruido y culto sino inculcarle la virtud de la obediencia y la sumisión a la
autoridad y la cultura legítima. Pero además, y como en el siglo XIX las intenciones se ocultan menos que en
el presente, puede leerse con frecuencia que “cuestan menos las escuelas que las rebeliones” con lo cual
queda suficientemente explicitados los beneficios que las instituciones educativas de pobres reportan a las
clases en el poder.
Pag. 47-50.
En este espacio de domesticación una masa de niños va a estar sujeta a la autoridad de quien rige, durante una
parte importante de sus vidas sus pensamientos, palabras y obras. El maestro al igual que otros técnicos de
multitudes, se verá obligado para gobernar a romper los lazos de compañerismo, amistad y solidaridad entre
sus subordinados inculcando la delación, la competitividad, las odiosas comparaciones, la rivalidad de notas,
la separación entre buenos y malos alumnos. De este modo cualquier tipo de resistencia colectiva o grupal
queda descartada, y la clase se convierte en una pequeña republica platónica en la que la minoría absoluta del
sabio se impone sobre la mayoría de inutiles dde los que son incapaces de regirse por sí mismos. Esta mayoría
silenciosa segmentada deberá reproducir el modelo de la sociedad burguesa compuesta por la suma de
individuos.

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A los métodos de individuación característicos de instituciones cerradas (cuarteles, fabricas, hospitales,
carceles y manicomios) y que constituyen la mejor arma de disuación contra cualquier intento de replica de
los que soportan el peso del poder, emerge en el interior de la escuela, en el preciso momento de su
institucionalización un dispositivo fundamental: el pupitre. (...) Este artefacto destinado al aislamiento,
inmovilidad corporal, rigidez y máxima individualización permitirá la emergencia de técnicas
complementarias destinadas a multiplicar la sumisión del alumno.
Pag. 53-54.

La educación de la niñez en la escuela obligatoria, aparece estrechamente vinculada a la denominada cuestión


social, al problema obrero, respecto al cual existe en esta época una gran preocupación por parte del gobierno
y de la iglesia como por parte del gobierno y de la iglesia como por parte de los diferentes grupos sociales. Y
es que en un momento en que las asociaciones obreras conocen un creciente desarrollo y se perfila una
tendencia hacia los sindicatos y las corporaciones de clase, las fuerzas del gobierno intentan, por diferentes
medios, poner en marcha una estrategia de pacificación, de armonía social, en suma, de integración de la clase
obrera y de mantenimiento del orden social. (...)
Las instrucciones de los hijos de los trabajadores, aparece para los hombres de gobierno, como uno de los
dispositivos más eficaces para moralizar, domesticar e integrar a los trabajadores del mañana. La niñez se
percibe como un campo más ductil y facilmente influenciable que ofrece, en vistas a su transformación,
menos resistencias que los trabajadores adultos. 177-178

Desde el punto de vista de la previsión social los niños encarnan el futuro. Los hijos de los pobres de hoy
serán los proletarios del mañana, condenados, al igual que sus padres, a producir la pobreza y a reproducir la
fuerza de trabajo. (...)
Para producir al obrero, para engendrar sujetos dóciles, dúctiles y maleables es necesario actuar
preferentemente durante su tierna infancia ya que es entonces cuando los malos hábitos aún no están
arraigados y la educación moral tiene mas posibilidades de hechar hondas raíces. Si se quiere prevenir el
peligro obrero, si se desea solucionar la cuestión social, habrá que intervenir con pulso firme en el seno de las
clases peligrosas para diseminar medidas susceptibles de concurrir a la institución de un nuevo tipo de
trabajadores. Pag 211

La escuela es a la vez un filtro sensible a los orígenes sociales y marcadora de destino. Es decir, la
socialización escolar favorece a unos y penaliza a otros o, lo que es lo mismo, contribuye a crear identidades
sociales marcadas por el éxito a la vez que consigue, como por encanto, que los fracasados asuman sus
segregación y relegación social al aceptar el fracaso escolar como si se tratase exclusivamente de un fracaso
personal.
Pag. 282.
VARELA, J Y ALVAREZ-URIA, F. Arqueología de la escuela. Madrid, Las ediciones de La Piqueta, 1991.

Selección técnica y selección social

Podría suceder que un sistema de enseñanza fuera más capaz de disimular su “función social” de legitimación
de las diferencias de clase bajo su función técnica de producción de cualificaciones cuanto menos posible le
fuera ignorar las exigencias irreductibles del mercado de trabajo: sin duda las sociedades modernas consiguen
cada vez más de la escuela que produzca y garantice como tales a un número cada vez mayor de individuos
cualificados, es decir, cada vez mejor adaptados a las demandas de la economía. (...)
...Si la escuela tiene a la vez una función técnica de producción y certificación de la capacidad y una función
social de conservación y de consagración del poder y de los privilegios, se comprende que las sociedades
modernas proporcionen al sistema de enseñanza ocasiones múltiples de ejercer su poder de transformación de
las ventajas sociales en ventajas escolares, a su vez reconvertibles en ventajas sociales, porque le permiten
presentar los requisitos escolares previos, por lo tanto implícitamente sociales, como prerrequisitos técnicos
del ejercicio de una profesión. (...)
delegando siempre del modo más completo el poder de selección a la institución escolar, las clases
privilegiadas parecen abdicar, en beneficio de una instancia completamente neutral, del poder de trasmitir el
poder de una generación a otra y renunciar así al privilegio arbitrario de la transmisión hereditaria de los
privilegios. Pero, mediante sus sentencias formalmente irreprochables que sirven siempre objetivamente a las

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clases dominantes, porque no sacrifican nunca los intereses técnicos de estas clases más que en beneficio de
sus intereses sociales, la Escuela puede mejor que nunca y, en todo caso, de la única manera concebible en
una sociedad que se reclama de ideologías democráticas, contribuir a la reproducción del orden establecido,
porque logra mejor que nunca disimular la función que cumple. (...)
Si para eliminar a las clases más alejadas de la cultura escolar, los sistemas de enseñanza recurren cada vez
más frecuentemente a las “formas suaves”, (...) es porque, a título de institución de policía simbólica,
condenada a defraudar en algunos las aspiraciones que fomenta en todos, el sistema de enseñanza debe
proporcionarse los medios de obtener el reconocimiento de la legitimidad de sus sanciones y de sus efectos
sociales, de manera que unas instancias y unas técnicas de manipulación organizada y explícitano pueden
dejar de aparecer cuando la exclusión no es suficiente por sí misma para imponer la interiorización de la
legitimidad de la exclusión. (...)
De esta forma el sistema escolar (...) es para la sociedad burguesa en su fase actual lo que otras formas de
legitimación del orden social y de la transmisión hereditaria de los privilegios han sido [para otro momento
histórico] (...) ¿es que acaso no contribuye a convencer a cada sujeto social de que se quede en el sitio que le
corresponde por naturaleza, de mantenerse en él y de valorarlo? (...)
El heredero de los privilegios burgueses debe recurrir hoy a la certificación escolar que atestigua a su vez su
dones y sus méritos. (...) Así en una sociedad n la que la obtención de los privilegios sociales depende cada
vez más estrechamente de la posesión de títulos escolares, la Escuela no tiene únicamente por función
asegurar la sucesión discreta de los derechos de la burguesía que ya no pueden seguir trasmitiéndose de una
manera directa y declarada. Instrumento privilegiado de la sociodicea burguesa que confiere a los
privilegiados el privilegio supremo de no aparecer como privilegiados, logra tanto más fácilmente convencer
a los desheredados de que deben su destino escolar y social a su falta de dones o de méritos cuanto más la
desposesión absoluta excluya en materia de cultura la conciencia de la desposesión.
Pag. 221-225; 265-269.

BOURDIEU, P. Y PASSERON, J. La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza.
México, Fontamara, 1995.

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