Especialmente en las ciencias sociales, para reconocer la bondad de los datos
sistematizados, para saber si el trabajo es verdaderamente una investigación de calidad, hay que preguntarse primero si posee rigor. Los criterios de rigor facilitan la diferenciación de un buen estudio de uno deficiente. Sin rigor, la investigación tiene pocos méritos no es sino hasta los años 90 que se abre el debate respecto de cómo valorar la rigurosidad, no solo de los resultados obtenidos, sino además del proceso con el que fueron producidos y construidos dichos resultados. Nuestro papel como investigadores es entender e interpretar qué está sucediendo en la realidad social compleja y ello se convierte en una tarea difícil, por una parte, porque no podemos abstraernos totalmente de nuestra propia historia, de nuestras creencias y de nuestros contextos históricos y culturales y, por otra, por la complejidad fundamental de los fenómenos humanos. relativizar el carácter “único” y “objetivo” de la versión del conocimiento científico importado de las ciencias naturales y a valorar el enriquecimiento que supone para nuestra labor investigadora la opción por el pluralismo cognitivo y metodológico. examinando tanto el rigor de los procedimientos, como el grado de adecuación del enfoque teórico, la pertinencia y justificación del tipo de pregunta de investigación a la que responder, el objeto de estudio y la aplicabilidad, utilidad y relevancia – científica y social- de sus resultados.