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Índice
2. Duelo y aflicción 7
4. Paternidad inadecuada 16
5. Madres y hombres 22
7. El hombre ambivalente 30
8. Él nunca cambiará 37
9. Comportamiento obsesivo 40
Duelo y Aflicción
Etapas de la pérdida
El período de duelo por la pérdida del hombre del que estábamos enamoradas
pasa por cuatro etapas. Puede que el orden en que se sucedan varíe o que se solapen
entre sí, pero en cualquier caso son fácilmente reconocibles. Esta división en fases se
basa en las cinco etapas del proceso de la muerte propuestas por la doctora Elizabeth
Kübler-Ross en su famosa obra On Death and Dying (Sobre la muerte y los
moribundos), publicada en 1969.
La negación es la primera fase. No queremos afrontar la realidad de que él se ha
marchado, nos ha rechazado o ha hecho algo terrible que ha provocado que
rompiéramos con él. Estamos bajo el efecto de un profundo shock emocional que nos
impide reconocer la verdad.
En esta fase de negación, es sumamente importante intentar hacer frente a la
realidad. Si hacemos ver que todo sigue igual y nos dedicamos a perseguir al hombre
con el que acabamos de romper, podemos terminar sintiéndonos todavía más heridas y
humilladas. Este es un buen momento para hacer uso de nuestra propia red de apoyo –
buenos amigos, un grupo de terapia o un especialista, por ejemplo-, y buscar la ayuda
necesaria para aceptar la verdad de la situación.
La rabia es la segunda fase de este proceso. Durante esta etapa, estamos
afrontando la realidad y nos sentimos enfadadas con él por habernos traicionado, herido
y abandonado. Antiguos conflictos que quedaron sin resolver (con los padres, los ex
novios…) pueden resurgir en este momento.
Sin embargo, es importante superar esta rabia sin acudir a él. No debemos
utilizarla como excusa para enfrentarnos con él, sermonearle o incluso pero: recurrir a la
violencia. Demostrarle nuestro sentimiento de rabia no resolverá nada. De hecho, puede
empeorarlo todo. La mayoría de las personas no responden bien a las confrontaciones,
así que lo más probable es que no obtuviéramos en absoluto el tipo de reacción que
andamos buscando. Quizás nos sintamos mejor por un momento, pero esta situación
suele terminar haciéndonos sentir todavía peor. Lo mejor, por el contrario, es compartir
nuestros sentimientos de rabia con alguno de los componentes de nuestra red de apoyo,
o intentar superarlos por nosotras mismas. Podemos hacerlo, por ejemplo, practicando
algún deporte, escribiendo o realizando actividades que impliquen cierta dosis de
creatividad.
La tercera y cuarta fases son, respectivamente, la depresión y la desesperanza,
sin duda las más difíciles de superar. Los nervios y el drama de la ruptura se han
calmado para dar paso a la sensación de vacío propia de cualquier situación de pérdida.
Los desengaños amorosos del pasado, que probablemente habíamos retomado en la
segunda fase, pueden volver a presentarse de nuevo y contribuir a nuestra tristeza.
Pueden ser momentos muy difíciles, pero es completamente necesario pasar por esta
fase si queremos seguir adelante y estar preparadas para abordar una nueva relación; si
nos quedamos en la fase de la negación, nos veremos permanentemente acechadas por
el pasado. Sin embargo, si la depresión llega hasta el punto de afectar nuestro
funcionamiento habitual (dejamos de trabajar, de comer o de dormir), puede que
entonces se trate de una condición clínica y, como tal, debe ser tratada por un
especialista.
De nuevo, es importante que no le llamemos tampoco en esta fase. Se trata de
una complicada etapa de nuestras vidas en la que nos sentimos vulnerables, y no
podemos correr el riesgo de que reaccione de manera distante o nos rechace, lo cual
podría hacernos sentir todavía más solas y agravar nuestra depresión y sensación de
desesperación. En cambio, en esta fase del proceso es especialmente importante recurrir
a nuestra red e apoyo en pos de sustento emocional. Por nuestra parte, debemos intentar
concentrarnos en superar este dolor. Aunque es una etapa muy dura, siempre hay que
tener presente que el tiempo cura todas las heridas, y que los sentimientos de tristeza y
desesperanza llegarán, tarde o temprano, a su fin. En este punto es donde pasamos a la
última fase, la de la aceptación.
La aceptación es definitiva cuando empezamos a recomponer nuestras vidas. No
nos sentimos tan obsesionadas por él, y comenzamos a pensar en hombres nuevos y en
salir con ellos. Esta puede ser una etapa algo capciosa; siempre podemos querer llamarle
para demostrarle que ya lo hemos superado. No debemos caer en la tentación, pues es
posible que no consigamos el tipo de respuesta que imaginábamos y nos sintamos
defraudadas o, lo que es peor, puede que nuestros sentimientos por él resurjan y
tengamos que volver a empezar ¡desde la primera fase!
Un factor muy importante de este proceso de duelo y aflicción es ser conscientes
en todo momento de todos nuestros sentimientos, también los que son positivos. No
debemos avergonzarnos de seguir enamoradas de nuestro ex, incluso si la relación se ha
terminado y aunque nos haya herido profundamente. Es natural. Tenía cualidades que
admirábamos; de otro modo nunca nos hubiéramos fijado en él ni nos habríamos
enamorado de él.
Es igualmente necesario mantener la sensación de deseo por él. No hay por qué
avergonzarse. Son sentimientos, nada más. No estamos obrando según ellos,
sencillamente los estamos sintiendo.
Es probable que sintamos la necesidad de expresar agradecimiento y sigamos
obsesionadas con la relación porque creemos estar en deuda con nuestro ex por algo que
hizo. Vivian estaba sumamente agradecida a su novio por haberla apoyado
económicamente mientras estudiaba derecho. Barbara, por su parte, se sentía agradecida
por el apoyo recibido por parte de su pareja durante un duro proceso de divorcio. Ambas
querían expresar estos sentimientos al resto del grupo, pues aunque sus relaciones
habían terminado, seguían centradas en lo maravillosos que eran sus respectivos ex
compañeros.
También puede ocurrir que sintamos envidia hacia nuestro ex por alguna
cualidad que admiramos en él y que quisiéramos poseer. Betty, por ejemplo, admiraba
la capacidad de su novio Paul para relacionarse con la gente. Solía observarlo en las
fiestas, y estaba fascinada por la rapidez y la facilidad con la que conectaba con los
demás.
Lo que sin duda alguna sentiremos por él es enojo y rabia tanto por habernos
abandonado como por habernos tratado injustamente, traicionado, rechazado, o incluso
por haber abusado de nuestra confianza. Superar estos sentimientos sin dejar que nos
dominen es capital para recuperarnos del desengaño.
La clave de este proceso es NO llamerle, por muy poderosas que sean nuestras
razones. Debemos utilizar este período de tiempo para distanciarnos emocionalmente de
él, para desconectar de la relación. Si le llamamos para compartir con él nuestros
sentimientos y no se de cuenta de lo difícil de nuestra situación, puede reaccionar
expresando su rechazo o su desprecio, con lo que terminaríamos sintiéndonos mil veces
peor. Un resultado tal contaminaría el proceso de recuperación invalidando todo el
trabajo hecho hasta ahora.
En lugar de eso, lo mejor es expresar estos sentimientos a otra persona, ya sea un
terapeuta, un amigo o un grupo de terapia, alguien con quien nos sintamos seguras. El
hecho de tener un testimonio que siga nuestra experiencia con el amor, el dolor, la
tristeza y el deseo hace que este proceso adquiera un significado mucho mayor. Sin
embargo, hay veces en las que no podemos encontrar a nadie con quien compartir
nuestras sensaciones, así que tendremos que sentirlas por nosotras mismas. Cuando el el
corazón se despierta en medio de la noche, no podemos ir llamando a la gente a las
cuatro de la mañana (¡a no ser que estos amigos sean extraordinariamente
comprensivos!). En lugar de eso, podemos sentir y llorar solas. De este modo,
aprenderemos a calmarnos y consolarnos a nosotras mismas, un punto que
desarrollaremos en el tercer capítulo.
Betty y Tim llevaban prometidos seis meses cuando él le confesó que no sabía si
podría casarse con ella. Betty se hundió. Habían estado saliendo durante más de un año
antes de prometerse. Tim se había trasladado desde Grecia a Nueva York para realizar
un máster de ingeniería. Un año después, conoció a Betty en una discoteca, y desde su
primera cita empezaron a pasar prácticamente todo su tiempo libre juntos. Cuando la
familia de Tim se enteró del compromiso, se enfadaron mucho, pues querían que él se
casara con una mujer griega. Amenazaron con desheredarle si seguía adelante con la
boda, y Tim decidió hacer caso a su familia y renunciar al matrimonio con Betty.
Betty estaba furiosa con Tim por su incapacidad para hacer frente a su familia y
por haber traicionado su amor y sus expectativas de futuro juntos. Aunque seguía
desempeñando normalmente su trabajo como analista financiero, Betty se estaba
desmoronando, por lo que decidió someterse a terapia. Cuando acudió a mí,
comentamos sus síntomas de depresión y su incapacidad para superar completamente la
relación con Tim.
De vez en cuando, él la llamaba, aunque su decisión de no casarse con ella
seguía firme. Esta situación la confundía todavía más, y gracias a la terapia, decidió que
lo que más le convenía era romper definitivamente con Tim.
Betty pasó las primeras sesiones de terapia tomando conciencia de su propio
dolor y llorando. Hablaba de las cosas que echaba de menos de Tim: el que la llamara
dos veces al día cuando salían juntos, su relación sexual e, incluso, la rutina de ir al
cine. El período de duelo se concentró en la pérdida del futuro que podrían haber
compartido. Lloraba por la boda que habían planeado –ya habían decidido hasta el
nombre de sus hijos-. Esto era lo que le resultaba más penoso.
Poco después, empezó a expresar la rabia que sentía hacia Tim por haberla
rechazado y abandonado. Cada vez distinguía con más claridad las razones que lo
habían impulsado a obrar así, entre las que figuraban su somentimiento a la familia y su
incapacidad para independizarse emocionalmente de ellos.
Durante este tiempo Tim la volvió a llamar otra vez. A estas alguras del proceso,
ella se sentía mucho más fuerte psicológicamente, por lo que fue capaz de pedirle que
no la volviera a llamar. Le dijo que sólo lograba confundirla, pues estaba claro que no
había esperanza de futuro entre ellos. Esto le proporcionó una gran seguridad y
confianza en sí misma. Se sentía menos como una víctima, y su depresión terminó
desapareciendo. Podía hablar de los buenos ratos pasados con Tim, de cómo él la había
ayudado económicamente mientras ella estudiaba, y era capaz de sentir gratitud hacia él.
Recordaba lo amable y cariñoso que había sido con ella.
A pesar de los sentimientos positivos de Betty por Tim, había aprendido a
contenerlos y controlar su necesidad de llamarle para compartirlos con él, pues era
consciente de que con ello crearía todavía más confusión.
Cuando Betty empezó a salir nuevamente, a veces sentía el impulso de comparar
a esos hombres con Tim, lo cual le infundía nuevas dudas acerca de la posibilidad de
encontrar a alguien con quien se sintiera tan bien como con Tim. A medida que
continuaba trabajando su dolor, sus sentimientos por Tim empezaron a cambiar, y al
cabo de un año era capaz de pensar en él sin sentir dolor ni remordimiento, de verlo
todo como una experiencia muy positiva. Se sentía lo bastante liberada emocionalmente
como para volver a implicarse de forma seria con otro hombre. No temía correr el riesgo
de mantener una nueva relación, pues sabía que podía amar y, si era necesario,
recuperarse de una pérdida.
¿Qué podemos hacer para facilitar nuestro paso por la fase de duelo?
Para calmar nuestro enfado, podemos hacer ejercicio físico (correr, jugar al tenis,
ejercicios de musculación, lucha, ¡o incluso tomar clases de artes marciales!).
Servirá cualquier actividad en la que podamos descargar nuestra ira y nuestra
tensión.
Expresar nuestros sentimientos a través de ejercicios de creatividad tales como
escribir versos, prosa o letras para canciones, pintar, cantar y bailar.
Hablar siempre que podamos de nuestros sentimientos con las compañeras del
grupo de terapia.
Escribir una carta de despedida a la relación que acaba de terminar. Hay que
escribirla como si nuestro ex pudiera oír a alguien que la lee, decir todo lo que
debe ser dicho, y dejar que nuestros sentimientos afloren a medida que vamos
escribiendo. Pero cuidado: no la envies. Puede resultar extraordinariamente
positivo leerla a un amigo en quien confiemos, alguien que pueda comprendernos.
Al cabo de un tiempo quizá queramos releerla, o tal vez romperla en señal de que
nuestra relación con él ha terminado definitivamente.
Ejercicios Prácticos
Los siguientes ejercicios están diseñados para ayudarte a superar el pasado. Piensa bien
las respuestas antes de escribirlas (es lo que se llama “procesar” las respuestas). El
hecho de tener que ir explorando nuestros sentimientos a medida que respondemos a las
preguntas es una parte fundamental del proceso de curación.
¿Has sentido rabia o enfado hacia tu ex? ¿Qué hizo él para provocarte estos
sentimientos?
¿Qué tipo de cosas crees que puedes hacer para expresar tus sentimientos de dolor y
rabia de un modo sano y constructivo?
¿Tienes a alguien con quien compartir tus sentimientos cuando estás triste o
disgustada? Describe a esa persona.
Si en plena noche te sientes desbordada por la tristeza o la rabia, ¿qué haces para
calmarte?
¿Cuál es el modo más original que imaginas para celebrar el fin de tu relación?
Escribe sobre ello sin preocuparte de lo extravagante que pueda parecer.
3
Ejercicios Prácticos
Describe tus sentimientos por la persona que has perdido o que te ha rechazado.
En este mismo momento, ¿qué podrías hacer para aliviar ese dolor?
Haz una lista de algunas de las personas por las que te sientes querida y descríbelas.
¿Estás otorgando demasiado poder a la persona que te rechazó? Haz una lista de sus
rasgos negativos.
Haz una lista de todas las actividades que puedas hacer esta semana para sentirte
mejor.
4
Paternidad Inadecuada
Si estás pasándolo mal intentando superar el fin de una relación o no puedes evitar
estar llamando constantemente a tu pareja porque temes que vaya a dejarte, puede que
estés sufriendo los efectos de lo que se conoce como “paternidad inadecuada”. Muchas
niñas crecen sin su padre en casa o con un padre que entra en sus vidas sólo de forma
esporádica y siempre vuelve a marcharse. No es de extrañar, pues, que muchas mujeres
padezcan las secuelas de una falta de cariño por parte de la figura paterna.
A pesar de lo triste que esta situación es ya de por sí, la ausencia física no es el
único modo en que el padre puede desatender a sus hijos. Puede que no haya estado
emocionalmente disponible, debido, por ejemplo, a una adicción al sexo, al trabajo, a las
drogas o al alcohol. Puede que tuviera problemas para relacionarse, o que su modo de
hacerlo fuera distante por definición. Puede que hubiera estado deprimido o físicamente
enfermo. O puede que se tratara de un hombre absorbido en sí mismo.
En este sentido, es importante mencionar que este último tipo de ausencia constituye
un abandono emocional y que, por tanto, debe tratarse como cualquier caso de pérdida.
Cabe decir, además, que el abandono emocional puede ser tan traumatizante como el
abandono físico.
El hecho de maltratar o humillar a la madre delante del niño también se considera
ejemplo de paternidad inadecuada. En el caso de la niña, es incluso más grave, pues ésta
tiende a identificarse con su madre e interioriza el modo en que es tratada por el padre.
Cualquier tipo de abuso o pelea delante de los hijos es estresante y traumatizante para
ellos, y cuando se lleva a cabo, no se están considerando los graves efectos a largo plazo
que este tipo de conducta puede causar en los pequeños.
Por supuesto, si el padre abusa del niño o niña física, sexual o emocionalmente, deja
de comportarse como tal. Estamos ante el caso extremo de un padre demasiado
preocupado por sus propios problemas y necesidades. Es completamente incapaz de
cumplir sus obligaciones para con su hijo o hija.
Tenías un padre…
Con sensibilidad;
Comprensivo;
Interesado en ti;
Claro (no ambiguo en sus señales);
Respetuoso;
Capaz de considerarte seriamente;
Deseoso de proporcionarte todos los medios para que crecieras feliz.
Cuando tenía doce años, mis padres se divorciaron. Aunque mi padre trabajaba, se
marchó para “vivir su propia vida”, sin considerar siquiera el pasarnos algún tipo de
manutención. Nos abandonó a mi madre, a mi hermano y a mí con una casa hipotecada
y un coche en manos de los bancos porque no había pagado las letras. Mi madre era ama
de casa y no disponía habilidades que la hicieran apta para trabajar, así que fuimos
empobreciéndonos cada vez más. A pesar de los intentos de mi madre en los juzgados,
mi padre solía esquivar la ley y raramente contribuía económicamente. Nunca hizo
ningún intento de financiar parte de mi ecuación universitaria, pero yo era bastante
obstinada, así que conseguí mantener tres trabajos a la vez y terminar la carrera.
Incluso ahora que soy adulta y una profesional en mi trabajo, su egoísmo y falta de
cariño siguen pareciéndome difíciles de comprender. Cuando empecé a salir con
hombres solía elegir los que fueran guapos, encantadores y egocéntricos, tal como era
mi padre. Malgasté un montón de tiempo y energía en hombres que eran incapaces de
mantener una relación sana, pero logré terminar con todo ello cuando empecé a tratarme
terapéuticamente y conseguí superar los sentimientos provocados por el abandono de mi
padre.
El hecho de haber crecido bajo los efectos de una paternidad inadecuada puede
influir de distintos modos en las relaciones amorosas que tengamos.
Puede que nos entre el pánico cuando creemos que un hombre se está
distanciando de nosotras o pretende dejarnos. Este sentimiento de terror procede
de los recuerdos del abandono paterno escondidos en el inconsciente y que
todavía no hemos superado. El miedo a ser rechazadas puede hacernos actuar de
un modo desesperado hasta el punto de desatar conductas humillantes y
autodestructivas.
Puede que nos relacionemos con hombres parecidos a la figura paterna en un
intento de revivir y resolver la historia. Es como tratar de extraer sangre a una
piedra; estamos intentando recibir amor de un hombre emocionalmente incapaz
de dárnoslo. La triste realidad es que podemos encontrar millones de hombres
como nuestro padre, pero nunca podremos obtener el cariño y la atención que
necesitábamos cuando niñas. Es demasiado tarde, y repetir el trauma una y otra
vez no resolverá nada. Lo que sí podemos hacer ahora que somos adultas es
curar la herida.
Quizás nos relacionemos con hombres como nuestro padre porque
emocionalmente no nos hemos liberado de él o de su recuerdo. El hecho de estar
con este tipo de hombres permite a la niña que forma parte de nosotras seguir en
contacto con el padre que conoció. Parece del todo irónico que tengamos
dificultades para separarnos emocionalmente de alguien que ni siquiera estaba
ahí cuando lo necesitábamos. Incluso puede que nos aferremos a la imagen del
padre que deseamos tener pero que nunca tuvimos.
Sólo cuando seas plenamente consciente de tus sentimientos hacia tu padre una
vez adulta, podrás empezar a desvincularte emocionalmente de la figura que marcó tu
pasado. Comenzarás a vislumbrar una imagen de él más realista, sin llegar a ser ni el
ogro ni el héroe que creías que fue. Incluso puede que descubras que era incapaz de
ejercer su papel como padre adecuadamente porque él mismo no obtuvo ese tipo de
trato por parte de sus padres. Es probable que no recibiera el amor que necesitaba
cuando era pequeño, pero el problema no estaba en ti. No es que no merecieras recibir
amor. El problema era él, y cuando seas capaz de comprender eso, tu vida empezará a
cambiar.
No fue hasta que la relación de Linda con Ivan estuvo a punto de terminar que el
conflicto interior que mantenía ella con su padre empezó a aflorar. Linda había estado
saliendo con Ivan durante un año cuando vino a verme. Él era un padre divorciado,
trabajaba en la construcción y veía a sus hijas los fines de semana. Ella era secretaria,
quería casarse y formar una familia. Todo iba bien hasta que la ex mujer de Ivan le pidió
que cuidara de sus hijas mientras ella se recuperaba de una operación. Linda intentó ser
comprensiva con las nuevas responsabilidades de Ivan, pero pronto se sintió consumida
por los celos y la rabia. Empezó a llamarle más a menudo incluso sabiendo que a él no
le gustaba y, más adelante, comenzó a dejarse caer por su casa sin avisar. Normalmente,
Ivan estaba demasiado ocupado con sus hijas para pasar tiempo con ella, lo cual hizo
que Linda terminara sintiéndose rechazada.
Una noche tuvieron una terrible pelea en la que Linda acusaba a Ivan de no
dedicarle suficiente tiempo. Él respondió que se sentía bajo una enorme presión y que
creía que debían dejarlo por un tiempo. Hundida, Linda empezó a tomar antidepresivos
bajo prescripción médica, pero sentía que no la estaban ayudando y decidió intentarlo
con la psicoterapia. Vino a verme y empezó a reflexionar sobre su pasado, lo cual le
hizo tomar plena conciencia de multitud de sentimientos hacia su padre que yacían
enterrados en su inconsciente.
Cuando niña, su padre trabajaba dieciséis horas diarias, con lo que prácticamente
nunca estaba en casa. Linda pasaba la mayor parte del tiempo con su madre o sola, por
lo que conservaba muy pocos recuerdos de momentos agradables vividos con su padre,
muerto cinco años atrás. Necesitaba llorar la muerte de su padre más profundamente, y
también la falta de atención que ella tanto había sentido.
Empleó muchas sesiones comentando sus sentimientos cuando su padre no
estaba ahí para ella, y terminó siendo capaz de afrontar su deseo de atención por parte
de él y de exteriorizar su envidia por la relación de Ivan con sus hijas. Lloró durante
muchas sesiones por el dolor que le causaban esos sentimientos de rechazo y abandono
emocional por parte de su padre, y se dio cuenta de cómo a menudo se involucraba en
relaciones amorosas no correspondidas como medio para revivir la relación con su
padre. También lloró por su muerte, porque ya no habría oportunidad de arreglar las
cosas entre ellos.
Ivan la llamó una noche y decidieron citarse para hablar. Linda le explicó todo lo
que había aprendido durante su experiencia con la terapia, y él, un hombre comprensivo
y respetuoso, se mostró muy receptivo con los cambios que ella había hecho. Su
capacidad para abordar la responsabilidad añadida del cuidado de sus hijas también
había mejorado, por lo que disponía de más tiempo para dedicar a la relación.
Finalmente, Linda e Ivan empezaron a vivir juntos, y en la actualidad están pensando en
casarse.
Pasar por todo un arduo proceso de toma de conciencia de los propios
sentimientos sirvió para que Linda aprendiera a actuar más libremente en su relación
con Ivan y dejar de revivir en él los conflictos sin resolver que tenía con su padre.
Una vez que hemos llorado y nos hemos separado emocionalmente de una mala
relación con nuestro padre es cuando verdaderamente estamos en condiciones de elegir
la pareja adecuada. Debemos pasar por esta etapa de duelo y dolor para no malgastar el
resto de nuestra vida repitiendo el mismo episodio de abandono, soledad y sufrimiento
que vivimos con nuestro padre. Debemos superar los sentimientos que provoca nuestra
relación con él para que en su lugar de ser prisioneras del pasado, seamos dueñas de
nuestra vida y de nuestro porvenir.
Ejercicios Prácticos
¿Maltrataba a tu madre de algún modo? Si es así, escribe sobre ello en este espacio.
Describe de qué modos puedes distanciarte psicológicamente de él, que serán, por
tanto, en los que debas trabajar.
Describe de qué forma puedes estar reviviendo tu relación con tu padre cuando eras
pequeña.
¿En qué se parecen a tu padre los hombres con los que te relacionas?
Madres y hombres
¿Te has dado cuenta de hasta qué punto el hombre cuyo rechazo te está costando
superar se parece a tu padre? La mayoría de las mujeres se sienten enormemente
vinculadas a su madre. Después de todo, fue ella la primera en cuidar de nosotras al
nacer, así que, pese a que nos enamoramos de hombres, puede que en realidad nos
sintamos atraídas por aquellos que demuestran poseer rasgos similares a los de nuestra
madre.
A veces, nos enamoramos de un hombre que nos trata del modo en que lo hacía
nuestra madre. Si, por ejemplo, no nos prestaba la suficiente atención o no se
preocupaba demasiado por escucharnos, quizás el hombre con el que nos relacionemos
sea malo como oyente. Si, en cambio, era egocéntrica y anteponía sus necesidades a las
nuestras, quizás ocurra lo mismo con nuestra pareja. Es difícil superar la pérdida de este
tipo de hombres, porque es como tratar de superar la pérdida de nuestra madre.
Cuando una madre se muestra competitiva y distante, es lógico que su hija se sienta
poco querida. O cuando, por ejemplo, siente odio hacia sí misma y actúa
despectivamente con la niña, puede que ésta termine interiorizando el odio y la baja
autoestima de la madre.
A menudo solemos imitar el modo en que nuestra madre se relacionaba con los
hombres. Si aceptaba comportamientos abusivos, puede que tendamos a tolerarlos
también. Si, en cambio, sentía pánico a quedarse sola y se aferraba a su pareja, enonces
es probable que nuestra actitud frente a los hombres sea similar.
La mayoría de las mujeres quieren a su madre incluso si se sienten enfadadas o
decepcionadas por su causa. Si encontramos una pareja mejor que la que ella tuvo, nos
sentimos tremendamente culpables por obtener más amor de un hombre del que ellas
nunca recibieron. Nos duele verlas sufrir, y sentimos su dolor como propio (a veces,
incluso, no queremos abandonarla emocionalmente, por lo que hacemos de nuestra vida
una representación de la suya). Nos implicamos en relaciones con hombres que no nos
tratan como debieran o que no tienen ningún futuro, tal como nuestra madre hizo. Nos
empeñamos en dirigir nuestra vida hacia situaciones que no van a ningún sitio y, por
tanto, no somos más felices de lo que lo era ella. Si sufrió, nosotras imitamos su
comportamiento y nos aferramos a hombres que no nos convienen porque ella así lo
hizo. A veces, nos mantenemos unidas a nuestra madre sintiéndonos atraídas y
emparejándonos con hombres como nuestro padre. Puede que incluso nos arrastremos y
nos humillemos ante los hombres porque sentirnos mejor y más afortunadas que nuestra
madre nos provocaría un terrible dolor.
Durante años, en mi juventud, mis relaciones con los hombres se basaban en las que
mantenía mi madre cuando yo era pequeña. Ella toleraba la actitud impropia, a veces
abusiva, de mi padre, después se enfadaba y, ya harta, decidía dejarle para darle una
nueva oportunidad cuando él acudía a ella con promesas de cambio… Y así una y otra
vez. Un auténtico caos. Asistí a sesiones de psicoterapia y, una vez consciente de cuál
era el problema, aprendí nuevas maneras de relacionarme con los hombres; maneras
distintas de las que tenía mi madre cuando yo era niña.
¿Cómo desvincularnos emocionalmente de nuestra madre y cambiar? Debemos
reflexionar acerca de los temas pendientes con nuestra madre y con los hombres,
relacionarnos con mujeres mayores que nosotras que puedan servirnos como modelo y
guía, leer libros de autoayuda, observar el comportamiento de otras mujeres que
mantengan relaciones sanas con hombres sanos. Se trata, simplemente, de ser
conscientes de nuestra actitud en lugar de revivir inconscientemente el comportamiento
de nuestra madre.
El hecho de ser distinta a nuestra madre es una forma de seguir adelante y separarse
de la figura materna, y suele despertar sentimientos tanto de pérdida como de amor por
la que fue la primera persona en cuidar de nosotras. Puede que tengamos que llorar el
fin de nuestro vínculo infantil con ella, pues se trata de un proceso muy emotivo y
repleto de sensibilidad, pero es el trabajo que debemos realizar para continuar con
nuestra vida y ser capaces de cambiar. Sólo de este modo conseguiremos mantener con
éxito una relación amorosa.
Desvincularse emocionalmente de nuestra madre no significa que la queramos
menos, sino que somos menos interdependientes y que interferimos menos en los
problemas de la otra. De hecho, el amor entre las dos puede crecer por la simple razón
de que ambas contemplaremos la realidad más objetivamente. Aunque me siento
emocionalmente más separada de mi madre ahora de lo que lo estaba a los veinticinco,
mantenemos una estrecha relación y constituye en sí misma gran parte de mi red e
apoyo.
Debemos tener presente que hace sólo unos cuantos años que la mujer se ha
independizado económicamente. Históricamente, las mujeres necesitaban a los hombres
para que las mantuvieran, por lo que no tenían más remedio que permanecer a su lado
fueran cuales fueran las circunstancias. Parece que el problema de aferrarse a una
relación poco conveniente nos viene de antiguo. Aprender nuevas posibilidades de
comportamiento, por lo tanto, no significa abandonar a nuestra madre; se trata de hacer
posible que nuestras hijas, sobrinas, nietas, bisnietas, que todas las mujeres de futuras
generaciones sean capaces de mantener relaciones amorosas más sanas, menos dolorosa
y mucho más gratificantes.
6
A veces, la forma en que vemos a un hombre puede hacer que nos obsesionemos por
él, lo cual dificultará el proceso de recuperación si la relación termina.
Idealizarlo
Ejercicios prácticos
Describe la sensación que te produce estar con él y que crees no poder sentir con
ningún otro hombre.
Describe las cualidades que más te gustan de él. Haz una lista de todas y cada una de
ellas.
¿Has conocido alguna vez a alguien que poseyera algunas de las cualidades de tu ex
y por quien sintieras algo parecido? Descríbele y enumera sus cualidades.
Los hombres que forman parte de tu vida hoy, ¿poseen alguna de las cualidades
atractivas de tu ex? Enuméralas.
¿Puedes imaginarte con otro hombre sintiendo esa extraordinaria química? Si es así,
describe cuáles serían sus características más atractivas.
¿Tiene algún defecto el hombre a quien idealizas (es decir, tu ex)? Enuméralos.
¿Te ha herido de algún modo tu ex? Si es así, describe qué ocurrió.
La última oportunidad
Ejercicios prácticos
Si crees que ésta es tu última oportunidad de encontrar el verdadero amor, responde las
siguientes preguntas.
¿Habías mantenido alguna otra relación excitante antes? Si es así, descríbela en este
espacio.
¿Hay alguien de tu familia o grupo de amigos que te diga que a partir de cierta edad
es imposible encontrar el nuevo amor?
Si una amiga tuya estuviera en tu misma situación, ¿qué le dirías? ¿Albergarías más
esperanzas por ella que por ti misma?
Enumera cinco personas que conozcas que hayan encontrado el amor pasados los
cuarenta. Si quieres, puedes incluir el nombre de famosos.
Romanticismo
Ejercicios prácticos
Si eres demasiado romántica como para superar el fin de tu relación, contesta las
siguientes preguntas.
¿Pasas mucho tiempo soñando y fantaseando acerca de los hombres y las relaciones
con ellos? ¿Cuántas horas, aproximadamente? ¿Interfiere eso en tu trabajo o tu vida
normal?
¿Pasas más tiempo soñando con tu pareja que estando con ella realmente?
Enumera las formas en que crees que estás negando la realidad de tu situación. Sé
sincera.
Pensar en el pasado
A veces, hacemos o decimos cosas a nuestra pareja de las que después nos
arrepentimos. Si seguimos pensando en qué es lo que hemos hecho para que la relación
haya fracasado, terminaremos volviéndonos locas. No podemos volver atrás. Quizá
cometiéramos un error, pero somos humanas, y como tales, no somos perfectas, así que,
en lugar de obsesionarnos por el pasado y todo lo que hemos hecho mal, debemos
concentrarnos en aprender a perdonarnos a nosotras mismas.
¡Sobre todo, no le llames para tratar de hacerte perdonar! Sólo conseguirás empeorar
las cosas. Puede que vuelva a rechazarte y tengas que repetir aquel indeseable “¡No
debería haberlo hecho!”. Desafortunadamente, no podemos echar marcha atrás y
cambiar las cosas que ya se han hecho, pero sí podemos aprender de ellas y avanzar.
Ejercicios prácticos
¿Realmente crees que lo que hiciste fue tan nocivo para la relación? ¿Por qué?
Si…
Ejercicios prácticos
¿Crees que esas circunstancias provocaron realmente el fin de la relación? ¿Por qué?
Si pudieras volver atrás y cambiar las circunstancias, ¿cómo crees que habría salido
todo?
Una vez que has imaginado cómo hubiera podido resultar la relación de haber
cambiado algunas cosas, supéralo. Escribe un final feliz a las circunstancias reales
que vivisteis.
La ruptura perfecta
Los finales nunca son perfectos. Debemos aceptar que la relación se ha terminado y
seguir adelante. Si sentimos la necesidad de llamar a nuestro ex para pedir perdón por
algo que dijimos o para expresarle lo bien que llevamos la ruptura, debemos resistirnos.
No debemos llamarle; puede que nos rechace o que nos haga sentir mal de cualquier
modo. Debemos aceptar la forma en que terminaron las cosas con sus imperfecciones.
La vida no es una pintura que pueda retocarse; es caótica e imperfecta, así que lo mejor
es dedicar nuestra energía a aceptar la situación tal como se presentó y mirar hacia el
futuro que nos aguarda.
Ejercicios prácticos
Ejercicios prácticos
¿Aún quieres seguir siendo amigos con tu ex como excusa para intentar recuperar la
relación amorosa? Reflexiona y escribe sobre tus verdaderos sentimientos.
¿Alguna vez has conseguido seguir siendo amigos con algún ex novio? ¿Cómo
resultó?
Si tenéis niños o trabajáis en el mismo lugar, escribe sobre las veces que tengas que
verle. Enumera las distintas formas de hablar y relacionarte con él que te permitan
seguir sintiéndote segura e invulnerable.
“¡La vida sigue!” Repite esta frase en voz alta o en tu interior cien veces al día -¡o
más!-. Debes dar una oportunidad a hombres nuevos y dejar de compararlos con tu
ex. Puede que encuentres cualidades o rasgos en ellos por los que nunca hubieras
creído poder sentirte atraída. Nunca se sabe qué (o quién) hay detrás de la esquina.
Un nuevo mundo se abre ante ti para que escribas el siguiente capítulo de tu vida.
7
El hombre ambivalente
¿Alguna vez has conocido a alguien que te trata como a una diosa del sexo una
noche, y luego no te llama durante dos semanas? ¿O alguien que te lleva a pasar un
increíble fin de semana de esquí y después desaparece de tu vida? No logras adivinar
qué has hecho mal para que te haya rechazado. ¡Si incluso se comportaba como si le
gustaras! Pues bien, te has cruzado con un hombre ambivalente.
Muchas de las mujeres de mi grupo de terapia se relacionaban con un hombre
así, lo cual dificultaba todavía más el proceso de recuperación cuando la relación
terminaba. Si eso ocurría, empezaban a cuestionarse su propia actitud tratando de
descubrir qué motivó el extraño comportamiento de él. Nunca sabían cómo reaccionar
ante la ambigüedad de las señales que les enviaba la pareja.
La impredecible conducta de un hombre ambivalente puede hacernos sentir
rechazadas y abandonadas. El miedo a perderle nos lleva, a su vez, a aferrarnos todavía
más a él y no dejar de llamarle y perseguirle, lo cual, como sabemos, no es nada bueno.
Relacionarse con una pareja ambivalente es muy desalentador, pues su
comportamiento es absolutamente ilógico y se presta a la confusión. Puesto que no
entendemos su actitud impredecible, empezamos a dar vueltas a todo lo ocurrido con él
para averiguar qué es lo que debemos haber hecho mal. Nos autocensuramos por haber
dicho o hecho cosas por las que normalmente no nos disculparíamos y que, sin
embargo, ahora nos hacen sentir tremendamente culpables.
Lo más probable es que no hayamos hecho nada mal. La mayor parte de las
veces se trata de un problema de él. Sólo nos sentíamos atraídas hacia él e intentábamos
participar en el proceso de enamoramiento, lo cual, en el caso de un hombre
ambivalente, es suficiente para que huya despavorido.
Nos dice que nos ama y luego empieza una relación con otra mujer.
Nos dice que nos hecha de menos, que quiere estar a nuestro lado, pero no encuentra
tiempo para vernos.
Se relaciona con otra (otras) mujer (mujeres), pero dice que sólo quiere estar con
nosotras.
Nos da plantón.
Mantenemos una conversación intensa en la que nos sentimos plenamente
conectadas a él, y la siguiente vez que hablamos, en cambio, actúa fríamente.
¿Qué es lo que provoca que un hombre ambivalente se comporte del modo en que
lo hace?
No intentes ayudarle a que aclare sus ideas. Puedes hablar con él y descargar tus
sentimientos, pero no lograrás cambiar nada, pues su problema no tiene nada que
ver contigo. Lo único que puedes hacer por él es animarle a que busque la ayuda de
un profesional.
No sigas el ritmo de su agenda y haz lo que tú quieras o lo que tengas que hacer.
Trabaja en los ejercicios prácticos propuestos en este libro y olvídate de él ya.
Utiliza tu energía para realizar tus propios objetivos, no para solventar sus
problemas. Debes dejarle estar.
Acepta su actitud confusa tal como es. El hecho de analizarlo y tratar de justificar
todo lo que hace puede llegar a volverte loca, y es que no hay explicación lógica
para su comportamiento.
Reflexiona sobre por qué estás con un hombre que te confunde y que te transmite
inseguridad.
Establece los límites de su actitud respecto a ti (por ejemplo, no vas a tolerarle que
te dé plantón otra vez) y respétalos. Al hombre ambivalente no le gustan los límites
que le obligan a aceptar y comprender tus necesidades, lo cual es emocionalmente
incapaz de hacer, así que puede que desaparezca. No te preocupes, no será una gran
pérdida.
No dudes en darle un ultimátum. Quieres que esté contigo porque quiere y no por
miedo a ser abandonado o por comodidad.
Muchas de las mujeres que tienen relaciones con un hombre ambivalente están
cegadas por la pasión y la excitación y no se dan cuenta de si verdaderamente ese
hombre es capaz de mantener una relación. No perciben sus limitaciones
emocionales.
Si la necesidad de una satisfacción inmediata de la excitación, la pasión y el
drama es la cualidad esencial que buscamos en un hombre, consideremos el hecho
de que muchos psicópatas, asesinos y violadores son guapos y fascinantes. Pueden
mostrarse encantadores, cariñosos y muy “sexys”. Quizás el atractivo físico y el
carisma no son, después de todo, los rasgos en los que fijarnos a la hora de buscar a
un hombre con el que mantener una relación amororsa.
Es compasivo y atento.
Un hombre que no es ambivalente nos hace sentirnos más seguras en una relación, y
esto hace que no tengamos la necesidad urgente de llamarlo a cada segundo.
Ejercicios prácticos
¿Suele confundirte con este tipo de comportamiento? Si es así, ¿de qué modo lo
hace?
¿Cómo te hace sentir la relación que mantienes con él? ¿Te sientes segura?
Ejercicios prácticos
¿Te sientes atraída por un hombre con el que no estás saliendo y que te envía señales
ambiguas? Si es así, descríbele física y psicológicamente. ¿De qué modo demuestra
sus dotes de seducción?
Si fueras a hablar con él acerca de esas señales que envía, ¿qué le dirías?
¿Constituiría una gran pérdida para ti romper esa relación? Si es así, ¿qué es peor, la
pérdida o los sentimientos de frustración y rechazo? ¿Por qué?
8
Él nunca cambiará
Ejercicios prácticos
En la actualidad, ¿estás inmersa en una relación con un hombre del que esperas que
cambie? Si es así, ¿qué cambios te gustaría ver en él?
¿Te deprimes a menudo? ¿Es posible que tu miedo a la soledad sea debido a una
depresión con la que temes enfrentarte? Si te encontraras sola y deprimida, ¿qué
pasos darías para recuperarte de esos sentimientos?
¿Qué podrías hacer para que tu vida fuera más plena y feliz si no tuvieras a un
hombre a tu lado? ¿Has estado alguna vez sola? ¿Cómo superaste esos períodos de
soledad en el pasado?
¿Te aterrorizan los sentimientos de vacío que podrías tener si decidieras no esperar
más a que él cambie y le dejaras? Describe cómo crees que te afectaría ese vacío.
¿Cómo crees que superarías ese sentimiento de vacío? ¿Cómo crees que las demás
mujeres lo hacen?
Comportamiento obsesivo
Has llegado hasta este capítulo, has hecho todos los ejercicios prácticos
propuestos, pero todavía no puedes dejar de pensar en él. ¡Se ha convertido en una
auténtica obsesión!
Decides que debes tener información de él como sea y contratas a un detective
privado para espiarle. O empiezas a llamar a 900 números de teléfono distintos para
localizarle y te gastas todo tu dinero en ello. Una de mis pacientes contrató los servicios
de una mujer que aseguraba practicar magia, y otra se gastó casi mil dólares haciendo
que hechizaran a su ex para conseguir que volviera con ella. Por supuesto, nunca más
volvió a oír ni de él ni de la hechicera.
A pesar de lo inverosímil que pueda parecer, son cosas que ocurren. Lucy, una
secretaria de treinta y un años, conoció a Steve por un anuncio en la sección de
contactos de un periódico. Creía que era el hombre de su vida; era tan excitante,
atractivo y cariñoso. Sin embargo, él solo quedaba con ella cuando le apetecía o cuando
le iba bien, así que la relación nunca llegó a progresar verdaderamente. A los seis
meses, él parecía haber desaparecido de su vida. Lucy le llamó y le dejó mensajes que él
nunca respondió. Fue a una adivina que le predijo que Steve volvería y que terminarían
juntos. Lucy esperó unos cuantos días, pero la impaciencia se apoderó de ella y decidió
ponerse manos a la obra.
Empezó a fisgonear por ahí y llamar a varios amigos de Steve. No le
proporcionaron ninguna información de interés excepto que solía frecuentar un nuevo
bar. Lucy fue allí el viernes por la noche y vio a Steve hablando con una mujer. No tuvo
el valor de acercarse a él, así que regresó a casa y empezó a dejarle mensajes en el
contestador. Cuando vio que él no respondía, le escribió una carta.
Una noche al regresar a casa, Lucy encontró un mensaje de Steve en el
contestador: “¿Puedes dejarme en paz de una vez? ¡Olvídame!”
Lucy se hundió. El mensaje de Steve era claro. Comprendió que su sueño de
llegar a ser una pareja no tenía ningún futuro y que la relación se había terminado. En
aquellos momentos deseaba haber dejado las cosas tal como estaban para no sentirse tan
avergonzada y humillada. Menos mal que no había ido a hablar con Steve en el bar;
hacer el ridículo ante la gente hubiera sido espantoso.
Algunas mujeres creen que si bombardean a un hombre con atenciones (cartas,
mensajes, visitas inesperadas), él se verá arrastrado por su incansable pasión y querrá
volver a reiniciar la relación. No nos engañemos; nunca funciona. Lo único que
conseguiremos al actuar de este modo es sentirnos humilladas. Él ya sabe lo mucho que
le queremos, no tenemos que demostrárselo. Perseguirle es hacer que se sienta
acechado. Llamar a sus amigos es hacer que se sienta hostigado. Con este tipo de
actitud sólo conseguiremos parecer desesperadas y necesitadas, lo cual todavía le alejará
más de nosotras. Nos perderá el respeto y, si seguimos acosándole, puede que incluso
nos encuentre repulsivas. Destruirá nuestra autoestima y nos hará sentir peor de lo que
nunca hubiéramos imaginado.
Acechar u hostigar a un hombre es como coger una rabieta. Nos negamos a
aceptar la realidad; nos negamos a aceptar que no nos quiere. Y no. Debemos respetar
su decisión incluso si nos resulta dolorosa y frustrante.
No podemos controlarle. Es una persona aparte de nosotras y tiene su propia
agenda. Lo único que sí podemos controlar es a nosotras mismas y nuestro
comportamiento.
Debemos aprender a aceptar las decepciones como parte de la vida que son. No
podemos exigir a un hombre que nos ame porque nos sentimos merecedoras de ello.
Vengarse es la acción más autodestructiva de cuantas puedan llevarse a cabo en una
situación de desesperación. Podemos echar a perder toda nuestra vida en el empeño. Él
puede acogerse a su derecho de protección oficial o llevarnos a los tribunales por acoso,
y no hay duda de que no necesitamos añadir problemas de tipo legal a los que ya
estamos sufriendo.
Acecharle, hostigarle o tomar venganza son formas de mantenernos vinculadas a
él, pero debemos tener en cuenta que este tipo de conductas no van a hacer que regrese,
sino al contrario, le alejarán todavía más. No vale la pena gastar tiempo o energía en
ello.
Adoptar un comportamiento obsesivo es nuestra forma de defensa contra el
dolor, la rabia y la vergüenza que no queremos reconocer. Puede que necesitemos
psicoterapia para superar estos sentimientos. Enfrentarnos a ellos en el entorno
adecuado puede ayudarnos a terminar con nuestra obsesión. La pérdida de la pareja
podría haber desenterrado traumas del pasado que todavía no se han superado, tanto los
propios de la infancia como los de antiguas relaciones. En lugar de obsesionarnos por
recuperar a ese hombre, debemos ocuparnos de redirigir toda nuestra energía hacia
nosotras mismas.
Después de trabajar con muchas mujeres que han tenido dificultades para
superar el fin de una relación, puedo asegurarte que continuar gastando las energías en
recuperarle equivale a terminar con nuestra autoestima, nuestra economía, nuestra
carrera profesional, nuestras amistades, nuestra salud e, incluso, con nuestra vida. Así
pues, no lo dudes: ¡No le llames!
10
Di a la gente que quieres conocer a alguien con quien mantener una relación. Nunca
se sabe. Quizá saben de alguien que esté buscando lo mismo que tú.
Asiste a las fiestas para solteros que se organicen. Al menos podrás estar segura de
que todos los hombres que conozcas están allí para conocer a alguien y no por otra
razón, así que, como mínimo, no habrá malentendidos. Pese a que estas fiestas
puedan parecer lugares de reunión para gente desesperada y sola, he conocido
muchas parejas atractivas e interesantes que se enamoraron en un entorno de este
tipo. A veces, sólo se trata de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. El
hombre de tus sueños podría estar buscándote, pero debes arriesgarte a estar ahí para
que el encuentro pueda producirse. Ayuda al destino, ponle medios para que te sea
favorable.
Practica deporte; es una forma divertida de conocer gente nueva. Si tienes algún
interés por el golf, por ejemplo, hay cantidad de hombres que lo practican mientras
cierran importantes negocios. Las pistas de tenis y de esquí son otra buena opción
para socializar.
Apúntate a una agencia de contactos por vídeo. Es una buena manera de ver cómo es
el hombre antes de citarte con él. Además, los hombres que invierten tiempo y
dinero en una agencia de este tipo son los que, probablemente, están más interesados
en una relación a largo plazo.
Si desde el principio te dice que no quiere una relación estable, debes escucharle. No
seas ambiciosa y creas que podrás hacer que cambie de opinión. Utiliza tu energía
para encontrar otro hombre que sí esté buscando comprometerse en una relación
seria.
Si te dice que está casado o que está saliendo con alguien, no esperes que abandone
a esa otra persona por ti. Puede que mantenga más de una relación a la vez porque
teme comprometerse. No necesitas un triángulo amoroso que te haga sentir
humillada o despreciada. Dile que resuelva su complejo de Edipo con otra.
¡Si comete abusos físicos o verbales contra ti, déjale de inmediato! Si te pega, es
excesivamente crítico contigo, te insulta o te maldice, márchate incluso si estáis en
plena cita. No te preocupes si te parece de mala educación; no debes tolerar ningún
tipo de abuso.
Si lo has pasado mal al intentar superar tu última relación, debes ser especialmente
cuidadosa en tus contactos. Las mujeres tienden a vincularse emocionalmente de los
hombres con los que mantienen relaciones sexuales, así que procura ser menos
impulsiva a la hora de satisfacer tus necesidades en este campo, sobre todo si el hombre
en cuestión es alguien a quien apenas conoces. Intenta recapacitar sobre ese apremio por
lograr placer inmediato y desarrollar la capacidad de controlar tus impulsos sexuales
hasta que conozcas mejor a tu pareja. Piensa con perspectiva de futuro en lugar de
centrarte en el momento y la excitación de “sentirse bien”.
Sólo porque te sientas locamente atraída por un hombre increíblemente atractivo que
conociste en una fiesta, seductor y con un trabajo excelente, no significa que tengas que
saltar a la cama con él. La verdad podría ser que estuviera mintiendo acerca de su
trabajo, que se mostrara seductor porque busca la satisfacción inmediata de su necesidad
de placer, y que no tuviera ningún interés en mantener una relación seria. Si te tomas el
tiempo necesario para conocerle, podrás descubrir información importante sobre él y
evitar resultar herida.
Debes intentar madurar y ser menos superficial en tus gustos respecto a los hombres.
Puede que necesites reflexionar acerca de por qué te sientes tan atraída por el encanto
del recipiente en lugar de la calidad del contenido. Procura buscar a un hombre que,
aunque no te vuelva loca, sea emocionalmente maduro, considerado, respetuoso, y que
esté interesado por ti y por la posibilidad de una relación a largo plazo. El tipo de
hombre que acabo de describir puede no resultar tan estimulante como el perpetuo niño,
egoísta, seductor y manipulador (ver capítulo 7: El hombre ambivalente), pero si lo que
estás buscando es una relación sana y recíproca con futuro, puede que tengas que
considerar por qué un hombre estable y cariñoso te resulta tan aburrido.
No terminaría nunca si empezara a contarte todos los caos que he tratado de mujeres
que han malgastado su juventud con hombres emocionalmente incapaces de mantener
una relación sana y/o de comprometerse con el matrimonio o la familia. Cuando esas
mujeres reunían la suficiente fuerza para romper (a veces, lo hacían ellos), ya habían
entrado en la madurez y sentían su reloj biológico avanzando vertiginosamente hacia su
fin. Vivían consternadas por el precioso tiempo que habían perdido. Así pues, es
importante, antes de que sea demasiado tarde, recapacitar sobre nuestros valores de
juicio y elección cuando de hombres se trata.
En mis años de práctica como psicoterapeuta, me he dado cuenta de que las mujeres
que tienen éxito en sus relaciones son muy realistas. Cuando notan cualquier indicio de
que hay algún problema serio en el sí de la relación o cuando son rechazadas, lo dejan y
punto. No intentan convencerse a sí mismas porque saben bien lo que quieren. Se
sienten plenamente capacitadas para amar y para ser amadas, y saben que tienen el
derecho a disfrutar de una relación sana y fructífera. En general, son mujeres
enormemente cuidadosas al elegir la persona a quien confiar su corazón.
No utilices la excusa de “no hay hombres para mí ahí fuera”, porque sencillamente
no es verdad. La gente se casa en cualquier momento y a cualquier edad. Todavía hay
listas de espera de un año en según qué iglesias. Por supuesto, también contamos con un
alto índice de divorcios, pero incluso las parejas que se divorcian vuelven a casarse más
tarde. Hay muchos hombres de todas las edades que quieren casarse.
Algunas de las pacientes que se casaron después de pasar por una mala experiencia,
invirtieron mucho tiempo y energía en buscar a un hombre. Asistieron a fiestas, se
anunciaron, se apuntaron a agencias de contactos, acudieron a citas a ciegas, o fueron
presentadas a su pareja por algún amigo común. Y ellos estaban ahí. Aunque a veces
resultaba muy descorazonador, terminaron encontrando al hombre del que se
enamoraron y que se enamoró de ellas.
Otras mujeres, no tan determinadas a encontrar pareja de nuevo, se concentraron en
su trabajo, en sus hijos y/o en su capacidad creativa. Muchas de ellas llegaron a conocer
al hombre que sería su esposo en el trabajo, en la consecución de algún proyecto común
o simplemente en la rutina del día.
Algunas mujeres no encontraron a un hombre con quien salir, pero estaban
suficientemente ocupadas viviendo una vida plena y muy satisfactoria. Aunque a veces
se sentían solas, preferían estar abiertas a la posibilidad de encontrar a un hombre con
quien mantener una relación sana antes que volver a las relaciones improductivas que
habían dejado atrás.
Lo que estas mujeres tenían en común, tanto si estaban con un hombre como si no,
es que todas ellas habían sido capaces de superar la ruptura con sus ex y seguir adelante
con su vida. Ninguna de ellas seguía viviendo situaciones abusivas o de rechazo, y todas
estaban abiertas a considerar lo que el destino les ofreciera.
11
Si:
Sientes la necesidad de llamar al hombre con el que has roto pero sabes que no
deberías, o estás saliendo con un hombre al que quieres llamar incluso sabiendo que
sería mejor no hacerlo,
Entonces:
Utiliza el siguiente programa para resistirse a ese impulso.
PASO 1
Ejercicios prácticos
¿Qué podrías hacer (ir al cine, a una librería…) para posponer la llamada unas
horas?
Escribe sobre la urgente necesidad que sientes por llamar a tu ex. Describe tus
sentimientos.
Mira el cuadro 2.
Mira la sección “Cincuenta cosas que hacer para no llamarle”. Anota alguna de
esas actividades o inventa las tuyas propias.
PASO 2
Te encuentras con alguien que te recuerda a él. ¿Qué harías para escabullirte
elegantemente? Describe en detalle todos los pasos.
PASO 3
Distráete. Concentra tu atención en otra cosa, lo que sea que te haga dejar de
pensar en él aunque sea temporalmente. Ve al cine, sal con tus amigos, cualquier
cosa que alivie tu preocupación por él. Mira el cuadro 3.
PASO 4
Ejercicios prácticos
¿Hubo un tiempo en que luchabas contra un impulso por hacer algo y conseguías
aplacarlo? ¿Qué hacías para lograrlo?
¿Cómo imaginas que alguien con un gran autocontrol llevaría esta misma
situación?
PASO 5
Ejercicios prácticos
Piensa en las veces que le has llamado. ¿Conseguiste lo que querías o te sentiste
todavía peor?
Piensa en el duro trabajo que has llevado a cabo para superar esa relación; si te
rindes y finalmente decides llamarle, tendrás que empezar de nuevo. Enumera
algunos de los pasos que has seguido para recuperarte de la ruptura con él.
Haz una lista de todos los rasgos negativos de tu ex. Si hubo momentos en los
que se mostró abusivo o desconsiderado, escribe sobre ellos.
PASO 6
Ejercicios prácticos
¿Te sientes mal por algo que te ha ocurrido (que no tiene nada que ver con tu ex)
y que te está causando el querer tenerlo a tu lado? ¿Qué ha pasado?
¿Qué puedes hacer para superar esos sentimientos antes que llamarle?
PASO 7
Avisa a tu red de apoyo. Si has llegado hasta aquí y todavía quieres llamarle, es
hora de compartir tus sentimientos con las personas que te quieren. Memoriza
los números de teléfono de los distintos componentes de tu red de apoyo o
llévalos siempre contigo.
Ejercicios prácticos
Piensa en las veces que optaste por una satisfacción inmediata de tus
necesidades y las cosas no salieron como tú esperabas (dejaste un trabajo y te
arrepentiste; compraste mucho y lo lamentaste cuando te entregaron la
factura…) Enumera algunos ejemplos.
PASO 9
Recuérdalo minuto a minuto, hora tras hora y día tras día. Utiliza el cuadro 5
para mantener un registro de los días que puedes resistir el impulso de llamarle.
Si lo consideras necesario, haz un seguimiento hora a hora. El hecho de saber
que vas a tener el gusto de tachar otro día sin haberle llamado quizá te ayude a
darle un sentido de logro a todo esto. Has sido capaz de controlarte y no hacer
algo potencialmente autodestructivo. Has sido capaz, en definitiva, de protegerte
a ti misma.
PASO 10
Ejercicios prácticos
Haz una lista de las cosas que hace tiempo querías hacer pero has ido
posponiendo.
CUADRO 1
Organízate
Haz una lista de las distintas actividades que puedes realizar para olvidar el deseo de
llamarle, como por ejemplo leer, correr, escribir en un periódico…
Progreso mensual
Semana
1 Número de contactos establecidos:
Semana
2 Número de contactos establecidos:
Semana
3 Número de contactos establecidos:
Semana
4 Número de contactos establecidos:
CUADRO 5
Calendario
Marca cada uno de los días que consigas controlar el impulso de llamarle.
Recompénsate cada cierto tiempo por no haber contactado con él y por cuidar de ti
misma.
Nombre Teléfono
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Cincuenta cosas que hacer para no llamarle
Haz lo que sea necesario para distraer tu atención del impulso de llamarle. Concéntrate
en algo que no sea él.
Sobrevivir a un revés
Recaída
De acuerdo, pero ¿qué pasa si después de todo este duro trabajo, finalmente nos
rendimos, le llamamos y, lo peor, no obtenemos la respuesta que buscábamos?
Refocalización
Hay que utilizar este margen de tiempo para concentrarnos en nosotras mismas (y no en
él). Debemos recuperar la energía que dedicábamos a pensar en él, a analizarle, a
obsesionarnos en él y a quererle, y dirigirla hacia nuestro propio interior. Ha llegado el
momento de concentrarnos en el trabajo, la salud y la recuperación.
Trabajo
Puede que sea un buen momento para prestar más atención al trabajo, para dedicar más
energía a lograr un ascenso o conseguir la información necesaria para progresar en
nuestra carrera profesional. Si no estamos contentas con nuestro trabajo, debemos
reciclarnos.
Siempre ha habido un hobby del que disfrutamos especialmente. Quizá
podríamos pensar en convertirlo en nuestro medio de manutención; cabría considerar la
posibilidad de tomar clases de algo por lo que estemos muy interesadas (arte, música,
idiomas…). Debemos alimentar nuestros dotes y talentos naturales, perseguir el sueño
que siempre hemos perseguido pero para el que nunca disponíamos de tiempo o energía.
¡Es el mejor momento!
Salud
Debemos andar con cuidado con nuestra salud, dormir y comer lo suficiente,
especialmente ahora. Hay que alimentarnos tres veces al día y hacerlo de forma
equilibrada. Podemos tomar vitaminas si es necesario. Es fundamental que cuidemos de
nuestro cuerpo, aun cuando no nos sintamos demasiado dispuestas.
Comer alimentos sanos y descansar mucho afectará a nuestro estado de ánimo
aumentando nuestra capacidad para superar la relación rota.
Hacer ejercicio regularmente, por otra parte, puede hacer que expulsemos todas
las toxinas que nos sobran, y con ellas, nuestro deseo de contactar con él.
No es un buen momento para caer víctima del alcohol o de las drogas. Cualquier
bebida alcohólica, incluso una copa de vino, podría provocar que empezáramos a pensar
en nuestro ex y nuestros sentimientos de añoranza por él. El alcohol, además, hace que
perdamos el control sobre nuestros actos, y todo el trabajo hecho hasta ahora se vendría
abajo si termináramos rindiéndonos a nuestros impulsos y le llamáramos.
Recuperación
Aprender de la experiencia
Lecciones espirituales
Si hay una lección que he aprendido bien de mis pacientes y de mi experiencia privada,
es la de superar una relación cuando ésta se ha terminado. Aferrarnos a un hombre no
nos acarreará más que disgustos. Algunas cosas simplemente no funcionan, y no puede
hacerse más. Debemos permitir que el universo siga su curso.
A menudo, si dejamos las cosas tal como están, la vida siempre abre una vía
de salida. A veces, no intervenir en el desarrollo de los acontecimientos resulta
mucho mejor que intentar forzarlos para que sean como queremos. Puede que lo
que creemos querer no sea lo que más nos conviene, o que cuando miramos atrás,
nos demos cuenta de que lo que creíamos desear habría terminado siendo una
pesadilla y nos alegremos por no haberlo conseguido.
¡A veces ocurre que cuando el hombre rompe la relación, nos sentimos mucho
mejor! Debemos estar agradecidas, quizá su marcha haya sido una bendición para
nosotras.
Todo el mundo tiene su propio camino que seguir. En algunos casos, el destino
hace que, durante un corto período de tiempo, viajemos por ese camino con alguien a
nuestro lado. Puede que el hombre con quien tengamos que compartir nuestro viaje esté
ahí esperando y que no podamos conocerlo porque seguimos aferradas a nuestro pasado.
Anhelos y deseos
Es muy importante que nos mantengamos en contacto con la parte de nuestro yo que
anhela y desea ser amada. No debemos avergonzarnos de estos sentimientos; son
completamente normales y muy humanos. No hay nada como el amor romántico y
apasionado siempre y cuando sea recíproco. Negando nuestros anhelos y deseos sólo
conseguiremos actuar compulsivamente. Ejemplos de tal conducta son el llamar por
teléfono a nuestro ex o a otro hombre de los que no obtendremos la respuesta que
buscamos.
Tomar conciencia de estos sentimientos de deseo nos ayudará a lograr un mayor
control sobre nuestra vida y a mostrarnos más abiertas de cara a una nueva relación.
Debemos conservar la esperanza y creer firmemente en que encontraremos a un hombre
que nos brindará el amor con el que siempre habíamos soñado. Como solía decir mi
abuela Rally “Donde hay vida, hay esperanza”. Para encontrar ese amor, sin embargo,
deberemos recordar lo siguiente: si ha roto con nosotras, no nos trata bien, nos evita,
nos confunde o nos hace sentir mal: sobre todo, ¡No le llames!