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La literatura explota al máximo estas posibilidades mediante una serie de
recursos, desde metáforas e imágenes hasta la disposición espacial del texto en una
hoja de papel.
Una obra se valora estéticamente en la medida en que depende de una norma.
Como la norma y el valor son pactados social y culturalmente, el lenguaje funcionará
estéticamente atendiendo a ese pacto. Por ejemplo, existen textos que
originariamente no fueron pensados como literarios y hoy se los lee como tales.
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La literatura como sistema
Lo que es posible producir y leer como literario en las distintas épocas se
concreta en la existencia y uso de determinados:
procedimientos constructivos;
léxico valorado como estético;
temas, tópicos, motivos;
modos de organización textual o composición.
Estos elementos no aparecen “sueltos” sino funcionando unos respecto de otros.
Además, se encuentran en diferentes posiciones de prestigio y reconocimiento y se
dirigen a distintos públicos.
Los procedimientos, temas y estilos posibles en determinado marco cultural se
organizan en distintos subgéneros literarios. Por ejemplo, la tragedia clásica reúne no
sólo un tema específico (conflictos de personajes nobles con un destino inexorable) sino
también un determinado modo de presentarlo dado por los procedimientos de
organización de texto: presencia de diálogos, valor de la palabra del coro, etcétera.
Los elementos están en tensión; por eso, es posible el cambio. Por ejemplo, los
procedimientos de la novela de caballería (la construcción de la aventura para un
protagonista heroico) cambia de función y de sentido en el Quijote de Cervantes. Aquí,
este procedimiento es parodiado y esto, entre otras cosas, hace que no sea una novela
de caballería sino que inaugure otro género, el de la novela moderna.
Esta relación de los elementos constituye un sistema. Desde este punto de vista,
la literatura es un sistema, es decir, un espacio de producción y de recepción, y no un
conjunto de textos, tramas y recursos. El sistema literario está regulado por pautas
propias (literarias y extraliterarias), es decir, por las normas estético-sociales de cada
cultura.
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Los géneros discursivos son múltiples porque las posibilidades de la actividad
humana son inagotables y, además, porque en cada esfera existe un repertorio de
géneros discursivos que crece a medida que la actividad de esa esfera se desarrolla. Por
ejemplo, dentro del género discursivo periodístico existe una cantidad considerable de
subgéneros discursivos: crónica, noticia, editorial, carta de lectores, aviso clasificado y
entrevista, entre otros.
Desde este punto de vista, la literatura es también un género discursivo que
incluye diferentes subgéneros: cuento, novela, fábula, soneto, romance, tragedia,
comedia, etcétera.
Creación de géneros
Como ya se dijo, en la Grecia antigua se configuran los discursos poéticos
básicos: épica, lírica y drama.
Hegel, filósofo alemán (1770-1831), en la última parte de su Estética, realiza
algunas consideraciones generales sobre la esencia y la evolución histórica de la poesía.
Señala que la épica surge en el proceso de constitución de un estado político. Las
hazañas de los guerreros, la expansión militar, la acumulación de riqueza y la fama del
héroe se representan en la épica a través de la acción nacida del sentimiento de patria.
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La lírica, en cambio, es la expresión de la subjetividad: del sujeto independizado
del mundo exterior, no como sujeto colectivo a partir de la idea de patria. Hegel la ubica
en una etapa posterior a la conformación del Estado, en la que es posible la afirmación
del sujeto.
Por último, considera que el drama cobra importancia cuando la vida política ya
está consolidada y que sintetiza los principios poéticos de las fases anteriores: los
sujetos realizan, desde su interioridad, los acontecimientos. El conflicto adquiere
significación dramática en relación con la pasión subjetiva. Por esto, el drama es la
acción de sujetos que persiguen sus propios fines, puestos en las circunstancias. El
encuentro de individuos con fines opuestos constituye el conflicto y el texto dramático
se concibe en función de su representación teatral.
La narrativa
Por narrativa se entiende el discurso literario en prosa en el cual la función
referencial del lenguaje está en segundo lugar de importancia, después de la función
estética. La función referencial es la que permite la evocación de todo un mundo,
evocación hecha de modo tal que el hablante pierde importancia o desaparece en
relación con el mundo evocado en el texto. Siempre tiende a ponerse en primer plano,
como cualidad propia de la narrativa, la distancia que se conserva entre hablante y
mundo evocado.
La lírica
Se denomina lírica al discurso literario en el cual la segunda función lingüística,
después de la estética, es la emotiva o expresiva. En él, predomina la manifestación de
la subjetividad.
Tradicionalmente, la lírica está asociada a composiciones en verso. Al contrario
de lo que sucede en la narrativa, en la lírica se fusionan hablante y realidad evocada.
Las poesías: (sonetos, romances, odas, églogas, coplas, canciones, etc.) son
géneros discursivos pertenecientes a la lírica.
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El drama
Drama es el discurso literario en el cual la representación de la realidad surge
bajo la forma predominante del diálogo entre diferentes personajes. Por lo tanto, la
segunda función del lenguaje en estos textos es la apelativa: un personaje apela a la
respuesta/acción del otro y en esta trama dialogal se apela también al público.
Las obras dramáticas están escritas para ser representadas. Conviene aclarar
que, si bien se incluye tradicionalmente el estudio del drama en los manuales de
literatura, no existe hoy un acuerdo teórico para definir los textos dramáticos como
literarios ya que, para algunos, formarían parte de otro lenguaje de representación: el
teatral.
En el presente, sin embargo, la teoría literaria relativiza los supuestos límites
entre estos géneros. Esto quiere decir que es posible, por ejemplo, encontrar poemas
que sean fuertemente narrativos u obras dramáticas con elementos esencialmente
líricos. En este sentido suele decirse, por ejemplo, que el teatro de García Lorca es lírico.