Está en la página 1de 386
Aurelio Fernandez Compendio de Teologia Moral © Aurelio Fernndez, 1995 by Ediciones Palabra, S. A. 1995 P2 de la Castellana, 210. 28046 Madrid Produccién: Francisco Femandez, sa ibrerta habitual ies Palabra, S. A. EDICIONES PALABRA Gréficas Rogar, S. A. - Fuenlabrada (Madrid) (Madrid L epelseutep uo9 opreo ey uoIeZEIEMNIas ef ‘sarquIOY soy ‘ap vrowsjouco yj f vauyrodwayuos emyno vy opeaunied ey * ‘sesorirjax seanoadsiod sey ap £ sorg ap weBreur [e pepreat BL 9p vIOuAAIA A uoToRJasdzaqUT oWLoD ‘UOISeZLTENORS ET “soy -ndjpsip sns v snsap 1od epepuotiosue worsiur e] ¥ soyresop soy ‘squswraiuemsisuod ‘f peprueumy Bj esoqawze anb sey sod souoroemuys se] 8 epres “e1sa(8] ef ap onuap A eueNstI9 3 &[ ap ZI ef & “eosng wystesOUr O80]9a) [> ‘soureyUasad ‘anb vorSo[oa1 eaqo ¥] aquosut as oorewt aise ug “ear [eI -ueurepury 2359 oie oqoUrerTepros sopezeydure souressa UEUINY UOTOIPUCD ef Ua TeIUaISe as anb sayexour Eid soy SouOTOIpuos SeAanU Se[ Ua UgTquTE) ered -sau A wong ey eqreureaonu sesuod oBfxe femioe WOTIENTS FT oayou 2380 20g ‘onreyembuy syuaarod un one sourepreTTEY sou ‘ovrenuoo of aq “Jepod asa ap emyye ef ® [exoUT pepTT. -vsuodsez wun arember ‘seaniny £ saquasaud souorsesaued se] 9p ofyeuaq ue opezyin 19s vexed onb ‘peprreumny | ap eyoreur ey aiqos & ourstur Js axqos ‘opumiut To axqos sepod ap sejoo sape) arquioy [9 opeismbuos ey eroueUt ‘2159 og “opeysadsosur odusen oynut ou aoey oTjoxresap un opmaasuos wey woru99} 2] £ Bfoua|S eT “souO;oRIUa} A sopeprpiqysod sns woo ‘seaquios £ s2any shs tod ‘saxoura1 A sezuezedse sns uoo epefroruoua wun ¥ soursoyor sou sisqo wagered vj woo A ‘peprreumy ap sistio epungaxd eu Wo sosouruy soureyjey sou anb reumge operaSexa So ON NOQIOVINASTYd ‘COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL frecuencia en el secularismo, que excluye a Dios y la trans- cendencia como horizonte del hombre y de su mundo. Y este eclipse de Dios esté conduciendo a un vacio en el hombre de razones para vivir, para trabajar, para luchar, para esperar. La sola abundancia de cosas no hace a los hombres mas felices, ya que un progreso sin «alma» no sacia el corazén humano. Esta oscuridad afecta al hombre en su verdad susten- tadora; a la percepcin de su dignidad sobre todo en los, primeros pasos de la vida y en las tiltimas estaciones; a la libertad tanto en su concepto como en su realizacién per- sonal y social, ya que unas veces se la desvincula de su medida interna que es la verdad y otras se la convierte en capacidad de decidir individualmente sin atender a los demés con quienes se comparte la vida. Una libertad, asi entendida, caeré en la esclavitud del capricho o en la sole- dad del egofsmo. La convivencia justa, pacifica y solidaria con estos presupuestos. No podemos olvidar, cuando se insiste en cualificar la vida, que la cali- dad de la vida humana es de orden esencialmente moral. @De dénde brota la vinculaci6n iltima e incondicional de los preceptos morales? Inmediatamente de la concien- cia, que es la norma préxima del'comportamiento; es obvio que se trata de la conciencia bien formada, de la conciencia que reconoce la verdad y a cuya busqueda no renuncia por la opinién dominante, por indolencia 0 por comodidad. Pero la conciencia no esta cerrada en si misma, se resuelve en subjetividad auténoma, sino que es ellugar sagrado donde el hombre percibe la verdad, su luz y sus exigencias. En la conciencia resuena la voz de Dios y en su luz se refleja la Luz eterna. La conciencia esta referi- da ala verdad y a la autoridad inherente a la misma ver- dad, La ericfclica Veritatis splendor, que el autor ha incorpo- rado con inteligencia y fidelidad a este Compendio de ‘Teologia Moral, sondeé con rigurosa lucidez la separacién 8 PRESENTACION de verdad, bien y libertad, operada por la cultura moder- na, y reivindicé con abundantes razones su vinculo esen- cial. El amor auténtico es inseparable de la verdad. Si el hombre no respeta la verdad; se extravfa, se esclaviza y malogra. También ha tenido en cuenta el autor la enciclica Evangelium vitae; en realidad no ha necesitado trabajo especial, ya que la obra moral de los tres tomos se mueve en el mismo sentido. La fidelidad a la verdad nada tiene que ver con actitu- des intolerantes; si inquieta, en cambio, el que entre noso- tros sea sospechoso de dogmatismo o fundamentalismo quien posee convicciones firmes y las defiende con dedica- ci6n y valentia, Sin habitos morales, sin conciencia moral, sin leyes inspiradas en los valores morales, no tendremos Ja garantia de que los derechos humanos serén realmente defendidos. La evangelizacién es inseparable de la transmision del evangelio de la verdad y de la vida. La nueva evangeliza- cién no se limita al anuncio inicial o a una pastoral de la iciacion cristiana; es preciso rehacer por todas partes el humano de la persona y de la sociedad. Es urgente la proclamacién de la verdad evangélica sobre los proble- mas mayores de la existencia humana: la relaci6n de los hombres con Dios Creador y Redentor, el respeto de la vida en todas las situaciones y en todos los momentos de su itinerario, la dignidad de la persona humana que, con el eclipse de Dios en nuestra sociedad, también parece haber entrado en penumbra, el destino universal de los dienes de la tierra, etc. Fe y vida de fe van unidas en la Revelacién cristiana. La acogida del Evangelio es al mismo tiempo obediencia de la raz6n, que se tragciende en Dios, entrega del cora- z6n, que se fia amorosamente de El, silencio orante, y pies para recorrer los caminos del mundo cuidando como buen samaritano del hombre cafdo y maltratado. La fe actiia por la caridad; y'en ésta revela su rostro genuino, su 9 aq ¥ ap vunizoog wand pedoosidiz upysruon 2} ap aruapisesg ogra @p ods:40 ZANDZV Ig OGUVOT web wy epAeary + ‘aquerpuodsaxios je waysezd uorcoyar eres K ozreny ‘ofequn ap sesoy senre anb sourvasag “eIse[3] Bap eu -EIDop FI JoINe Jo auOdxa ‘peprMBas £ uoDEULIOFUT EpTIOS ‘pepuep uog ‘ajuasasd orwauow op peprfaydied ey ua ‘em euINg BUN S29 TVYON VIDOTOAL a O1ANHAWOD 2393 “soquafu9 -ouoo sns erueureumodo serdure epond 20109] fo onb ered omayde epeo ue exrwies vljo y ‘euoueUTID song ue ‘epeorqnd souaumpjoa sosanus san wa exgo [erweuNuOU ns ezpaquis £ eumnse: orpuadwog a1so ug “zopuyuseg oreIny. ‘youd Jo ugiqure: oprpuodsas vy pepisaseu vise y “ote ‘seoTseq So[eIOUT sauONsend auqos zopuapds sHOIL2A Boyjojoue By “eoHOIeD wIsajB] P| ep OUNsIOeIED |p ‘saxeTIUOD sojtsumoop soy sod epenrpioey oista ey as ware) wis “«ofara o[ 4 oaanu oj» opejrunse warq exa{0q0 as “eor|gBuEAe upjoereduioo wl opuamis ‘enb soj ue ‘soquaumnsut soun souour op ueqeypo ag “TeIOWY BIZoTOAY, ap upTquTE, “e}BoIOaY, ap sojenueur sonanu rex0qeyo op PepIsoaeu BI & Opuarp -wodsaz auazA as soue sopren ooey apsoq ‘seteuny sez -ua{o Sesi@AIp se[ ap epnce vy esjoad anb aiuapraa sa anb sane "“extrouODe B] ‘OYarap [9 “esBojoorsd ef ‘esBoyors0s j We aluowoyweuuropard asraesuoD Tu asxTonpad ‘ore, NOIOVINASTd or sod ‘apand ou ‘ey3oyo9) opo} aque so [eroyy eFSOpOAL, ET “sepeuaps00o seis ue ayusure}eyrod expenoue es sure; -uasaad anb ego eT “(9] “u) «opunut jap eplA vy] exed soure Je wo somyy s;onpard ap woTseIAGO ns o1SLI We S9ay SOT 9p UoFROOA Bf 9p vlOUDIOOXD vf eUTUINIE ep ey “eMITOSA vpeieg e ap eULNDOP v] uoo Opes JoseuE ue Up -equaUNTTe “eouTUETO UOTOISOdxa ns ‘TeIOUr eyZOTOAY, E[ TOT -ooyiad_as anb petoadse ugrouare wun asreysaid aqaq» :01 -oaya wa ‘sourag] snpor woroidg ojexeq [2 UA ‘Peprueumy, vy e emyrade ns £ peprfetseyoa ns ‘oysyronsar ap oywaTUr -MnBes Jo wa UpToo9j10d ap A eanIsod ugIsueUNp ns ‘eu, -suio puprogjoadso nis ‘ooypuar saopIe Ns OMATY Te eTeD. ‘9p upiquie) opeceiqns vy & ‘TexOWY EJZOPOA], ap tolsesouar ap sozionjse soysnur opepuaxsax BY IT OUPOREA [a “(pz “W) «ousstur Js ep e120 -ujs efanua P| ue ours oursrint js e aquoUTeUa|d esrenuOOHS ‘spend ou ‘ewisrur 1s 10d opewre vy sorg enb vy & exrOT 2] ua emyeLIO woTUD B So» B1qUIOY [2 OWLOD “(GT ‘S3dg 12 uinypnng) «soy U09 UpTEMUIOD eI ¥ aUqUIOY [ap UOTIEDOA ‘e[ We aysisuoo eueUMY peprUsp ef ap Ie SFU UOZeI ET BT] oweopeA oTfouog jap sexquyed uo Dap souropog “so1g. ap aoure Ja £ oyadsar [a age anb v prariayd ap auozti0y P Fensour upiqures ous “eueuny ugIoeZTTEas e apicury 0 aoadioqua anb of 1efounuap o[9s ou aqap TeIOW e}8O[OR], ey] ‘exquioy [e opueoyfUsIp £ opueztuewny ‘opueraqry ‘yiso oquaur[ead ‘sopo) 10d ugs}o9p Uod oprpuaidure oxen ourures un op £ ugprod jap ‘etourour 8] ap ugioeogtund By ap spawn v Js axjUE UDLoELFoUODAL FI ¥ A SOIC HOD UOTE -nuroo Bf @ sexquIOY So| 8 eAdT] BISITBI B] OpueNy “soograes souop so] 9p UOToeIpeLN OULD saxquIOY So] amu PepLTeP “Hos ap & perroqy ap “e1osnl ap optauts9y s2 vise[S] PT “ol| anbe vas anb uo eprpaur ey] we 0189 19s apand ‘oyorp 10fe~ [e]o0s upTowrd ap o ugToeIOqy op ‘eOUeoyoUEq ap ugtonafsUy OU fuOTOBATES ap OFOUTEIONS Se BIS[ST BT “onsaeyy [ep ojuorwrNes [e euapeYsy UOTETAUT Ns A BUTAIp sqUENy ‘AVON VJOOTOAL Ha OIGNaAWO PROLOGO Este libro, titulado Compendio de Teologia Moral, resu- me una obra mas extensa, Teologfa Moral. Facultad de ‘Teologia de Burgos: tres voliimenes publicados en la Editorial Aldecoa en los afios 1992-1993. Se trata, pues, de un Compendio en doble sentido: por- que resume una obra de mayor extensién y en cuanto pre- tende ofrecer un «compendio» de la Moral Catélica. Publicar un «compendio» de Teologfa Moral tiene la -ventaja de ofrecer al ptiblico no especializado un conoci- miento sucinto de la moral cristiana. Pero encierra un riesgo para los profesionales de la teologfa: aminorar la obligaci6n de los estudiantes de las Facultades de Teologia y de los Seminarios de dedicarse al estudio profundo de la moral catdlica. Los planes de estudios de los Seminarios y Teologados josos conocieron siempre amplios Manuales que se estudiaban a lo largo del curriculum teolégico. Esos Manuales constaban al menos de tres voltimenes, y su estudio integro constituyé la fuente de conocimientos de la ciencia moral del clero espafiol en el presente siglo. ‘Y aquf mismo se levanta un temor con el que este libro va a la imprenta: fomentar el defecto estudiantil de leer un breve resumen que, si bien les facilita adquirir ideas preci- sas, les impida enfrentarse con el estudio ms profundo de Ja Teologia Moral y se contenten con estas nociones prima- ras y elementales de los temas éticos. 13 st waronusip suognyy 28108 sapuauriarg IY smyumu sprousgry winged usury susataxa wia1oqry avnuatosuos siroueqrT onuosuod syroyrusoy zona wenypeBuvag Ipunyunu ppaBuvagy saBurzuag ayia umnuog ‘USe[3] DL ap [ros wuLCq maquvoyfiaga jo sic! visouoyins aq 1910] sapapyfusuyD sopuspe.s 18240010) oomugua) oYysasaq ap O81p9D voygivy visas] v ap ousweI0D nigmuuoo nso snuup snuasepie) oraunsoud ouogo a¢f sipag avoyoisody vjay SVIOIS aw saw NI oI so Oa Ad za Aq Isa wa Ha aq aa 4 £9 a0 90 sw v1 S661-XET PLPEI 2 ssepreoniseid e ounrue as & euenstio wpa vy ap Seong svjoue8}xo svy ap orpryse [9 Ue 10109] Te voznpoxUT uoumyoa aise anb ap asap 2 oysaytueur ‘ou 10g ‘ourULIA] [ep osomsrx spur OpHuas [9 9 «orpuadutoo» un se oxqy 189 ‘ordioutad Je BS=p 98 owLod ‘opour a1s9 9g “jpop vySoJoay, estarxe BIG PI ap OLpMsa fa IOIO9T |e sIyTT9e] orpuadiiog yap wanyo9q BI anb apuayaid as o[[9 oD “j10 mSojoay ue uaoarede enb sojnap sourstm soy woo weIo -unua os sopeqiede soszaaqp soy ‘a[qisod of wa ‘K somydes, ua K souorooag ue uoIstaIp ¥| azdvg Bpes Ua X ‘soapoed -sax sauatunjon Soy WOO waptodsato9 as BGO eIS® OprAIP as aonb wa saying sau se] ‘orai9MIO9 Ua “SoUDUIDIOA sama SO 9p uoIstatp ey wrodsaz as ousrUNsy “eUndye BFeIBOTAIG wu ~ojousut 2s ou A wurSed ap ard e sejou sey tesa as “esuSIxO Bago ¥| ¥ SouOISHTeE senuNUOD UoseY as UY a}S9 LOD “epepoar -Bsop spur BuLI0} ue 0 oqTOUTEAaIG Soperen ‘seUID} sOMISTUE SO] Pepy[}oxy uos axjuanous so199] 9 anb eitfrqisod off, “oxpuaduiog [9 & esuarxo vago vf azquo eIouapuodsoxs09 RB] be aq ‘yeoyy ySopoaz ap soudUIIOA sax} Soy aUSUE -pruarep rerpmaso ered em eun our opps wer eiuasard as & owanxe ajso we s9v9 arm ou orpuadwoy asy, ‘AWaON ¥ID01OaL Fa O1ANaaWOo COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL MM = Mater et magistra OA —Octogesima adveniens OT —Optatam totius PH Persona humana PP Populorum progressio PT — Pacem in terris QA —Quadragesimo anno RH Redemptor hominis RM —Redemptoris missio PRIMERA PARTE, MORAL FUNDAMENTAL VS Veritatis splendor or -myse 4 «AI sojnydea soy ‘Tenjoe pepaysos ef ap sa10109s soydure ue pexou epra Bf ap sIs1I9 Ey wo Optus} weY Sept 0a} svso anb souoysnazodax sey expmase 717 o7ns1d20 1g “pr oynndvo ja ua even, 26 sist w3s9 ueapout onb sesneo se] op & of[2 eq “2IqQeuon -sonout owos eyuasoid as ‘snrourestqiq ‘onb ovep rotutd aise reognisnf opesegeu aoey 9s anb ojund [2 v}sey ‘sep -exnogrp op vus|] yiso tems" BaTyINO ef op s0}0es um ered ‘ooq]Quq eiStA ap owind jp apsep erouapina vise Ore “sopeUE jue soj 2p eapunsut epia e e oquay eaeumy euostod ey ap ong zemze [2 ua eMUS 2s feuNUE fe { auquioy Je ante WOTD -epouareyfp ef ‘sqUauTesJoo1g "euosiad wos epuodsex109 a[ anb pepruaip vf woo enala ou ousrur arquroy jp ‘one -oo of ap ‘sand ‘Texow zs.eqanb [ep waBzeut fe asrmNsUOD apand ou vueuiny erouarstxo vy anb ouodorg ‘axquroy Jap zenyov |e seoyHsn op wren -o1ojonponuy 19969 auan anb 7 ojnydvo jap sgndsap- aund woud eT ‘Js aujue sepeuorseral oxed ‘seyTISTP: sazted sop ap eysuoo ‘yazauay pouopy usiqure) epeuTOUEp ‘jprusuopung ooy ey “oweNsto [ep oon9 seMUDe TEP sorueurepury soy erpmysa onb eow vsBoqoay, ey op aured B] 59 pusuYpung wow ‘exquIOU ns voFpUT OBIED woronponuy SOLNSWVGNN SOT rout UoIOeg ‘COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL dian, respectivamente, la especificidad y las caracteristi- cas de la moral cristiana. Ya en el émbito de la moral cat6- lica, se incluye un capitulo sobre la historia de la Teologia Moral, es el capttulo VI. Finalmente, esta primera parte concluye con el capitulo VII en el que se recogen algunos modelos de exposicin de la moral catélica en los iltimos tiempos. La segunda parte estudia cuatro temas comunes a toda teorfa moral: la libertad (capttulo VII1), la conciencia (capitulo D0), la norma o ley (capétulo X) y las fuentes de la moralidad (capitulo X71). Estos cuatro postulados permiten hablar de un actuar «ético», pues sin libertad el bien» y el emal» subsisten, pero pierden el cardcter de «morales». De modo semejante, sin el juicio de la conciencia segiin el cual la persona acttia correctamente o practica el mal, al hombre no cabe imputarle el cbien» y el «mal» morales. Pero ni la libertad ni la conciencia son creadoras de los valores morales, sino que los asumen de las normas, bien estén inscritas en el propio ser del hombre, o porque asf lo determinan las leyes dictadas por quien tiene autoridad para ello, o sea, Dios y los hombres constituidos en digni- dad. De ahi la importancia de las leyes en el comporta- miento ético. 8 Finalmente, el juicio moral sobre la actividad humana est condicionado por la situacién concreta del hombre, ena que juegan un papel decisivo, ademés de la accién en si misma, las circunstancias en que actiia y los fines que se propone (capitulo X1). Esta segunda parte concluye con un estudio teol6gico- histérico acerca del mal moral, es decir, sobre el «pecado» (capitulo XI). 20 Capitulo I CUESTIONES FUNDAMENTALES , 43-94) Este primer Capitulo tiene cardcter introductorio y en, 41 se estudian seis cuestiones fundamentales: la sinonimia de los términos «ética» y «moral»; la relaci6n entre moral sentido y valor de la Iamada «ética civily; la cristianismo-moral; la unidad de la ciencia teolégica de la que participa la Teologfa Moral y la ayuda que aportan al estudio de la moral otras disciplinas auxi- liares, tales como la Antropologia, la Psicologia, el Dere- cho, etc. I. ETICA 0 MORAL Estos dos términos proceden uno del griego y otro del latin, pero tienen la misma significacién original. «Etica» deriva de la palabra griega «éthos» (=costumbre) y «moral» del término latino «mos-moris» (=costumbre). Ambos tienen, pues, la misma raiz sem4ntica. Por ello Etica y Moral, etimolégicamente, se identifican y se defi- nen como la «ciencia de las costumbres». Pero, con el tiempo, ambos vocablos han evolucionado hacia significaciones distintas (si bien, complementarias) del actuar humano. Asf, por ejemplo, ha sido frecuente que 24 & & yexour ejonpuoo anua arspxa anb ugroeyar ¥y pepreaper eu2}9 Yoo seIpnise & oyfana By ‘PrOUAaIOUT BI ap eaLap anb Temymo uoreMNs Bf ‘soduren soum|M so] we ‘ozeg “eM -[no wpeo ap sesorsyjar serouaaso sey UOD z0A onib wptton «teu JP Zooey» 0 «uaIq reMoe» :osorStfaz O99 oFfdure un ard -uio}s opruol ey eueUMY eOnpuoD Ee anb aluapraa sy Jexour f ug ySyfer equ UOPETSY “| “esorBtjax siuowrentsnpoxe vong eum asrep epand anb se8ou eisey aitaureotper sepresedas e [esour A uoTs “ex reoynwept ep opesed eq as ‘odwion ap ojsedse 01309 wa ‘sand ‘seapr ap oojana un v soumstse aquawTemoe anb opep ‘Texour srxead ey & wsoStpar eyouaar ¥] anuo siSsoTUyS Bj ZeMNUTIOY ep wIEN as :o}21DU0N UA “OSOIBIJar WeBLIO ap Seong se[ ¥ Joye xedou epuayaad onb jenyoe ean Bf ap 4o}09s uM ap BIO} El ‘vsdU2y,“sesOWByar SeIoUaID ap EpeA “op [eiour Bf op JOTwA Ja ‘vpundag “Tesour K uorByes ano wo!ejar e] ap eorade BIIOISTY BI ap SOIep SO] ‘Basti :sepreyuauE -ajduioo souoyjsano sax opeysede aise ua soureaquelg NOLOTTHY A VOLE IE opeyeiep Seu oIpmse UN Sp esraId eUIDy 2189 O1Dg "UOIDE[OATY, BI op Seong sefoua¥[xe se] e enoIqe exdwors ze1se 8p ey anb of 10d ‘souuiyy soqdord sns r200u00r aqap Ey -9sopy vane P| ‘aured ns 10g “ofenSuoy [9 eisey K oporgur ns | osn[pur 9 sajeiaurepuny sordaau09 soy eayosory eurdrostp | ap aonpep jexowr exoI0o1 BT ‘OIDaTS UG “uoTDE[aX eUTTUT wun waysTx9 ‘oo1Z9oa1 Jequs ortrend ue [eIOUr | K LOYOSOTY, ‘eufdyosrp owroo eanig e] ante ‘ugouTsIp wisa eased SHIVINAWWANn SaNOIISAND mw “epta Bf Wa renue saxomb Ig» *eULa} UOTIEATES EI BOAA anb OUTS “eIDALI09 9} -uaureueumy epia eun anaq] tanof Ja anb v epeqaLIO BA ou sysop ap easondsax vy X “(91 “61 JW) «ceusoio pia vf and -esuo9 ered ourong ap 12084 op oy gnb? ‘onsoepy :snser ¥ oyfe8ueag [ap wodof Ja eoey anb erumBard eursyur ey uo ‘@Boo0d 8s UOTOUNSTp IS “vULIa19 UpTOeUapOD BI O UIZEA “Tes &| outs ‘opunur aise ue euBLuny peproray 4 UoroOaIed B] 019s ou ans{srod uy ns K ugrovpaaoy vy ap sordioutad sns vallep «eo1ofoe} feIOUr» ¥f ‘OTTeNUOD fo Jog “TeMNIeU PepTD “He} BI eB1suoo £ oustur Js ¥ axofsur as “epenoape vonpuoD ‘eum ojuerpeur ‘erquioy Ja onb e apuan A ugzex B] ap soon sordjourid sns eonpap «voygsory ferour ef ‘o13j9 ua ‘anb «ug» Jo unSes A kopoigur jap ugzez sod :souorounst sop sefiy souout [e aqeo ‘ojaz9U09 Wy “vsBoJoo vy K eYOs -o[g &| anua usisixe en sefouauayTp seUISTUL Sey ep as Seu -adiostp sequre anua :«eo189[0o1 [eIOUr 0 voli9» A «eayOs “ofg [eour o gong» ante mMBustp ostoaud sa ‘squeuET -sqpur use|duza 2s sojqeooa soqure onbune ‘aytre}sq0 oN ordoad sa 9[ anb oo18ojoay aru3u Bau sa}oyze9 [ap euydiostp wise ¥ eIouEIstp uapand & sop -enoope SUSU Los saETTUNS seUNBTe { eeUENSTID sprezg> ouros ‘seme|suswou seNQ “vo13o}0a, VON O Poop miBojoay equaurequtstpuy ouTMOUAp as eUYdrOsIp wyS9 on gnbe oq ‘owueureisay, oAanN [a Ua «zotIg» ap 0 «TRIO» ap ugiqurey K eonyjod ¥| ap ouquig [> uo «[BIOU» © «wong» ap eIQey aqvo ‘oT Jog “eusureIUTsHpur asresn Uapand anb opour ap ‘souruzip1 soqure ap oo!Sojoura opruas fe aajona 98 pepljenioe ¥j ua “Ose [ap os Ou aonb oxod ‘ra0ey BIIqQeI anb seuorsunsip seungye ap zesod e- oyuesqo oN ‘souoy3ypar seiunsip se Jod sepeorew seong sefouaBIxs see ‘suxiojuoo oueUY TeNIDe [9 QOYTUBIs was o ‘osoFByfax Opeoy quis un gazesu09 ¢jeiour anb senuorur ‘eyoso[y vy Ua ep miso 9s Ouro fe} "yeuOITeL BISIA ap OIUNE Jo opsop euEUINY, vronpuod ey awloInfua Bred aseATasar 9s €eOTI9» OUTLII9} [> ‘TWHOW VIDOTOAL 4a O1aNazAWOO 1° 2p wun eped angisrod | COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL creencia religiosa, y los resultados no siempre son satis- factorios. Hist6ricamente, en el pensamiento filos6fico de este siglo, cabria hablar de tres teorfas: los que tratan de iden- tificar moral y religién (Hermann Cohen); quienes preten- den negar cualquier tipo de relacién entre ambas (Nicolai Hartmann) y aquellos que tratan de interrelacionarlas entre si (Max Scheler). A pesar de que cabe sefialar diversos matices para fijar las relaciones que existen entre religién y moral, aqui momento, parece conveniente enunciar tres datos f mente constatables. a) Si bien la filosofia de todos los tiempos ha profesado a naturaleza de la ética, en la actualidad existen algunos sistemas filos6ficos que renuncian expresamente a profe- sar todo tipo de programa ético. Es de notar que esa nega- tiva obedece casi siempre a actitudes previamente asumi- das en contra de la religién, mas que a las exigencias inte- lectuales que se profesan, b) No obstante, parece que todo sistema filos6fico, si es riguroso y trata de dar respuesta a los problemas tilti- mos que cuestionan la existencia, humana, no puede menos de plantearse ciertas preguntas fundamentales acerca del actuar moral de la persona, Tal planteamiento, de una u otra forma, esté siempre abierto a algiin presu- puesto religioso. ©) Todas las religiones contienen preceptos y progra- mas morales. En efecto, con mayor o menor exigencia, Dios ~o los dioses, en el caso del politeismo- demanda del hombre una conducta moral adecuada a las propias creen- cias religiosas. En consecuencia, salvo alguna excepcién, del conjunto de la historia del pensamiento, cabe deducir que la rela- cién entre ética y religiGn es algo que no es posible evitar, siempre que se proponga con rigor la existencia humana y no se parta de concepciones negativas, asumidas previa- 24 (CUESTIONES FUNDAMENTALES mente. Y es que la vida del hombre no puede conducirse arbitrariamente, sino que ha de comportarse de modo coherente, tal como precisa su origen, que no es otro que su religaci6n original con Dios. Por el contrario, cuando Dios desaparece del horizonte del hombre, se cumple ine- xorablemente la méxima tan repetida: «Si Dios no existe, todo esté permitidos. 2. La moral de origen religioso Como se ha dicho, las religiones mas variadas a lo largo de la historia de la humanidad abundan en proponer normas morales que regulen la conducta del hombre. Son conocidos los programas morales de las religiones més les. Asi, por ejemplo, los «cinco mandamientos» ismo (no matar, no robar, no cometer adulterio, no abstenerse de estupefacientes) o las «cinco colum- nas» del mahometismo (la profesién de fe, la oracién, la limosna, la observancia del Ramadan y la peregrinacion a la Meca) o los «cinco deberes més universales» del confu- jones mas primitivas, tanto de las culturas asidticas, indoeuropeas, como de las precolombinas, etc. En consecuencia, en las diversas culturas teistas, reli- gin y moral se implican mutuamente, hasta el punto que es preciso afirmar que todas las creencias religiosas com- portan un programa y una praxis moral que vincula la vida de quienes confiesan esas creencias. 3. Negacién de la moral religiosa Por el contrario, algunas corrientes culturales de nues- | tro tiempo pretenden negar un fundamento religioso a la ciencia moral o al menos pretenden negar las exigencias 25 lt “010A Jap epteno vj od epuesed ns waqrsar ou saperour sazopea soy anb aruap “sa 9 A "voodg eped ua sajqupnuut o7fa sod £ eLorsty ey ap oyax5u09 ojwaWOU UN Ue SoUepEPNID Sof Op BLTEMIGTe per sunjoa Bj ap wepuedep sopesour «eur» fo & etraiqe [9 anb [a ua ‘wopensuestios» oon19 vureiBard un wa asrepang — :Soreypourur spur Soy nbs apf “soBsarr soungpe eaayuoD | «ap p> BL ep ezuENIM e wsUaJOp BL A O7UOMUT fo O1Dq “souepepnip soy sopor axiue pep “Hepyos ey & perseqy el ‘eronsnt el ‘peprensy ey epueurap anb «tfafo vane eun ap wysondoxd ef aqeo ‘opnities aso ug, “Tes eJouaAysuod vy WarETION) anb sounuutos sauoToIALLOD seungje zejuase wepond anb e| uo wypdure spur euroyey -e(d eno epuewrp off 10g “Jexou spread wun reIUoUrepuny ered ‘Temmieu Kot Bj U9 vrousaro e| ouioo soper ‘semos sou -ofooqAuoo werye} of ‘Temyd eqaumpenioopoquT so onb A sora, B osmmoad Je eBaru onb ‘«eoqe[> pepalsos gun ¥ sond ‘op ~euepuod 19s aqap ou Loud » oayUT 248e anb OIe[D Sz ‘210 ‘epepriqesuodsar eI ap eistjenstiastio9 eon9> ‘eqensuasuod ugroeorunut0D e| ap ¥oLI9» ‘«eLTEpTTOS BING ioqiver anb soquiou sosioatp soy sy aq “souepepnto so] op wionpuoo vy weft anb erouarayox ap sovund sounsye ap eSuodsip [e1sos vrouaarauon eI “eunsoyeye|d eso aaqos ‘anb euxz0y ap ‘sojqand soy ap vonsjod & yeanyyno wpa vj ez -Woutze op souorsuaraid woo aoeU «T[AID woL9» el ‘axqUIO™. owis;us ns vorpur owo3,“anpuery ap vfanosg» epeur “RI] e| 8p coyosopy eureiBord [e optim ea owoIU 213 “souepepnio So] sopo} ¥ soumutoo erouarayax ap sound soood Anur auaH anb pepersos eun ue vrouaalauoo y ered snares epond onb ‘ostiasuoo ap doti9 etm re10qe[a wapusyoad sosoyne souNsTE “oa ‘vonyjod ‘Te100s epra e| ap & oruanurestiod Jap sonquIE sosiaatp Soy voreqe anb owssieinjd un op epeuedusose & epipaoaad ‘«eorep» eanyjno eum ap oysoy yo IY THAI VOULg V1 TIT ‘Se IVLNAWVaNN SANOLLSAND 9% ‘UOFSTTaL EI axqos wyuarse as [exoUL ¥] 9p OWN oweurepuny Jo onb 1090u09ar ou so LIEN -sip Anur eno £ esorSqjax ferour Bj £ eoysoyy von9 e[ ANUS uo1ounsip e] xeutye s9 e500 eum x “esorByfax eptA v[ X sora, so onb ‘Temseu snumy ns ap eprestsop opionb ey as onb ap wearrap [exOUr B| ap sauo;oeraidroyuy sespey seis (991s ‘D) eueNsHO TexoU ef op eNIUOD Wa seTHOUE -nBxe wred sazome soso ¥ aan ‘Up!Stfar ef reoysnf vied ofode un goyiuais wey we onb of org “uyWIETe oJosoTy, [Pp tod eysondoad «eueoyurados ugronyosax» Bf ap efouans -asuoo wun aque souresg “sorg op BoUaISHXS ef wzpuErE anb e] [exou epra vy oquourestoasd so ‘suey UBos “une. SPI “UOIBTAX eT 2p sgwuerpuadepur ‘sofeuorser sordroutd ‘axgos ong ¥] eiueurepuny ‘seotsyerour souozer sod ‘nb eu -enuey eyosoTY eI us eUoNOUD 9s ~uTooyTIsnf eu UDI, -wre) $9 soungye exed A- seps09) sesa v ofnquigard up, -arquioy jap eidoad peyzoqgy ef & suodo as ‘wont -ido ns ua £ Je} ouroo ‘anb ‘«euiougre1ey [erour» weuruL -ousp anb ve ‘eororeo [exour e] ap soquaueuniad sazopes 80] 3e8ou wopuazard ojuaturesuad Jap sazorsas sors ‘axquioy jap eidoad epouome ey ejnure ferour ugrosodux xembren anb wapuayap anb ‘seisyerouaistxa sojosoTy Sounsye vorfoyeo [e20ur FT & pepRUNTSay UeBor upiqures ‘ooyosory syur o[NSuE UN apsap ‘A “TaDeId Ja sez -uvope ered omoyisqo un owsruensti9 [ep Seong seIoueSIxe se] Ua Wea anb seistropay soiuarz00 seiuNsTp sel 1eU019 -uour oqeo ‘sesroatp satiozer 10d warq 1s ‘oredsax a1say “eqeur Je A uarg je anue uorounstp Aeq ou» anb opep ‘ony zy ezed ze8ny eyquy ou anb xewye ¥ opuesol] “«soneppso ap [eur equurwouep onb vf e ‘eueNspo TeroUr Yl & arTOUE ~visnfur 9813sny ‘«sorq ep oysonUte ef ap PUBISUOD Ns uO ‘vrouvuosuod wo ‘anb ‘aypsziaIN sod feuorsexz opout ap ep “Ipuayep opis ey viouepual visg ‘oUNsTTENSHD [op sefezour ‘THON WOO TOAL aa OraNaaWOO COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL — Que, ante las dificultades por aleanzar dicho «con- senso», se rebajen las exigencias éticas tanto de la vida del individuo, como de la sociedad. En este caso se corre el riesgo de defender una ética de «mfnimos» que ni siquiera logre alcanzar los valores éticos profesados en la Declaracién de los Derechos Humanos de la ONU. Esto significarfa la pérdida de algunos valores éticos irrenun- ciables, dado que los derechos humanos alli profesados, aparecen protegidos en las Constituciones de todos los regimenes democréticos. En este sentido, la «ética civil» puede representar un retroceso frente al logro que signifi 6 para la cultura atléntica la formulacién de los Derechos del Hombre en el afio 1948, después de la gran confronta- cién mundial que supuso la segunda guerra europea. —La defensa de la «ética civil» puede llevar consigo la renuncia a buscar un fundamento moral més seguro para la convivencia, En tal supuesto, se caerfa en la tentacién de ‘quedarse en valores inmediatos, menos exigentes y més faci- les de alcanzar, pero renunciando a otros valores éticos més, altos y cercanos a la persona y a su dignidad. En esta situa- cién, estarfamos ante un caso evidente de pereza en la bis- queda de un camino, ciertamente més exigente, pero tam- bién més eficaz y seguro para el homBre y para la sociedad. —Finalmente, cuando la eética civil» es defendida por los catdlicos, se corre el riesgo de que se prive a la socie- dad de la riqueza ética del cristianismo. Y, si bien es cierto que la Iglesia no debe imponer su programa moral a los no creyentes, sin embargo no puede renunciar a proponer- lo ala sociedad de todos los tiempos. Con ello la Iglesia cumple el mandato imperativo de Cristo y es fiel a la obli- gacién que le incumbe de prestar un servicio eficaz ala convivencia entre los hombres. Por todas estas razones, aun admitiendo los motivos que la suscitan, la moral catélica tiene algunas prevencio- nes contra los programas que defienden la «ética civil», pues, si bien puede ofrecer una solucién inmediata a una 28 CUESTIONES FUNDAMENTALES sociedad que padece una gran crisis de valores morales, a Ia larga conllevara no pocos males. También en este campo es preciso aplicar el principio de Arist6teles: «ut error pequefio en el principio al final conduce a errores muy graves». En consecuencia, la actitud de los catélicos ante la es doble: denunciar sus insuficiencias y, al mismo tiempo, ofertar la moral catélica con la conviccién. de que ofrece al individuo y a la convivencia social la solu- cién para afrontar con eficacia los graves problemas que demanda la sociedad y la cultura de nuestro tiempo (I, 67-73). Estas cuestiones se suscitan porque el planteamiento inicial de la vida moral se aleja de la ensefianza catélica, ‘que profesa que el fundamento tiltimo de la vida moral es la creencia en Dios. En efecto, desde la primera pagina de la Biblia (Gen 2, 16-17), Dios es quien determina lo que es bueno» y «malo», y lo impone al hombre porque su ser y su felicidad dependen de que admita ese juicio moral pro- puesto por Dios: Pero, desde los albores de la humanidad, el hombre comié del érbol prohibido el «érbol de la cien- cia del bien y del mal» porque consintié en la tentacién del demonio que le sedujo bajo la promesa de que asf seria como Dios (Gen 3, 1-7). Desde entonces, la humanidad repite esa triste experiencia y, en lugar de «ser como | Dios», se somete a la esclavitud de sus propias pasiones. |Con ello no sélo degrada su dignidad, sino que hace muy dificil la'convivencia social. IV. CRISTIANISMO Y MORAL Se trata de precisar en qué sentido el cristianismo incluye un programa moral, pero que no se agota en él. En efecto, si para algunos la fe cristiana se reduce a una vida moral, otros pretenden profesar la creencia cristiana al 29 Te ‘wuxrojsuexy emo “eues anb ‘soig ap uop un ap ony owed s9[qisod wos o[gg “aaquioy [ap seziany sey eiadns wadtxe ‘anb oj anbiod ‘oydaooad ap epsoB2y7> ¥| ofeq opoy are asiou -odoid uapand ou oyaBueag o unas epta vy & 1oure [E> rovrarsiBeyy Jp Jod opeanige so jse & euenst [exour ¥] ap BLLOISHY BT adouo.ax OF sy “919 ‘SazquIOY So] Sopor ‘woo Pepitepros ¥| ap “eronsnt el ap ‘pepniseo v] ap seongose sejOUOsTKO SE] ITAA 0 OByursUa [e Teuopad ‘ojduzafe sod ‘ey enue onb sapernoyrp sey zezadns souoyseoo we epend ou -enysti9 Jp ‘soquaureioes $0] ap eIOeI8 ey < mutdsg jep epnce B] UOd Of6s ‘o1DaJ9 wy “eUENISTD [erour E| 9p [eIToUTEIONS £ oo18ojoreumoud oydroursd Jo erreurepuny as jnby “soid ap epnte ef ewreppar onwerurydums ns enb sopeasya we) os sauoIse90 Ua saTeIoUT sazaqap Sosa anb ‘ypungag “coeur owios & «ourang» owos eutuLia,ap sord anb oj ap ours ‘erquioy Jap sotzaiti9 so] ap uepuadap ou soong sexopea soy anb ‘azaumug “sefouansesuos sop sejs9 SoURUE [e BIOULOD Tend of ‘SOIC Jod epejaaay une spur “esorStjoz fexOuT etm so anb ours ‘ooygsopy cong eurer8 -ord un so ou ouenstzo [esour afesuaur 2 ‘warq BION epepoaad [exour wun so euepsprD [exOUr ETE “(88 ’SA) eBr9ueISH eT por e wroaye anb upystoap wun so 9j BT woRDpad uo wisand 59 ous so4po4{ ua aonpen as ou fs ayuureIRURIME BpItoe s2 ou wageyed eum arog “wpa 2opy 28 anb pupion wun ‘aquaUL -[euosiad oprata o3s119 9p oustun}2ou09 UN OUTS ‘2yuOuE ¥[ woo seoypes & seBos" ap wey 2s amb souororsodoxd ap 01 -unfuoo un aquaura|duys 2 ou anb “euenstzo ay Bf ap onsor ouopepson jp spur zaa bun xequasasd & xesadnoax a8 syerOUur epia & sefouaar9 anue peprun | texadnoar opresaseu sa ‘oon9 eurexBosd un woo oust. LO Je AwoYRwapr us ‘onb wsfoard ede [9 ‘Oyo 10g ‘SWIVINEWVANAd SENOLISAND of £ sajeroos souoroqpuoo ap pepIsiomp eI & 0 [el . -ofgns vjauazouoa vj ap ofoint ye sopefap ‘soyuarureyrodus0o 9p & souorodo ap ouisremyd un yexou! w ap orrquuy fo uo -1819[01 epod as anb sexnuatu ‘eusayuy peprun ns v & wIsofBy UB eIousuDzIod v] AEpIoap wEqap 2s 2} ¥| UoD UpTDELAL ua oj95 1 owod “TeIoUr & a} asia 2qqISIAIPUT 9 OvasuIZIE oxau [2 epnp ua auod anb uorurdo ey eprpunytp visa» soquegaro soundye ana Teiowr sisi19 ¥] ap sesned sey op eUN WOD eIoUNUAP of A sisay vxaurtd e] ap earsnpoxe worseunye e[ ap aonpap as anb 10ura aise eounuap sopueyds syrvmigg woySIoUG e] “ejex9UOD [BIOU EPIA BUN UIqUTE] opuEUIEP OYSLIONSaP Us ay vj anb ap uojaeBou el & eTgis P| ap [ex0W OAysnyoxe JojogTED Jp eBora anb stsay vrsturad ey anua stsoruys ev] ezuespe as ‘pour aiso aq “eTeiou vptar 4 eefousato» reredas ajqisod so ‘ow anb ofesuour [e oprum ue) yisa wuresoad asa :spU IpeUE osioaud so une x Te1our eurexBoud un eugiqures» eioduro9 ‘oyspionsar ap ezteyasua P| ‘27t1eIsqo OU “EIONPLOD sp OBIP9D une ouensto opazg Je sTanpaz aqeo ou onb ap zesed y pe eL ap yexour ugtsdaouoo wun aknjour OUISTUEASHIO A “Z ‘ugTeayes ap te[d ns axquioy pe eorEMUTOD £ vyanat 98 soyq anb e[ Us «ugTOB[aAer» BUM OULIOD edaO as OMEN, -su afesuowt [a ‘ofrenuos [2 10d “eist[e10UL un OUIOD gues -aad as oaspronser qu “eonpuco ap o8p9o uN v O}LOUTEISA, oso [9 sTonpaz aqeo ow sand ‘Texour wun uoo wayNTapT 98 ou eUeRSLIO aj ef ‘PopyTDIOUase ap uapio wa ‘OrDaIa UE Terour euresSoud un v e]qronpar so ou OMISTHENSHO [a “eT SSonmaMBjs sjsa1 OoUTD Sef repMULIOF aqeo ‘o1edsar 2189 y "Soong soprusiuoo sns tezeypax anb oduzon owstur ‘IVAW VJoOTOAL aa oraNaaWOO COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL el corazén del hombre por medio de la gracia» (VS, 23, cfr. 107-108). 4*, La moral cristiana supera la moral del Antiguo ‘Testamento Dado el cardcter «cristiano» de la moral del N.T., la ética catélica no es simplemente la moral de los Diez man- damientos, tal como fueron formulados en el monte Sinaf. vino no sélo a cumplir la ley, si (Mt 5, 17), no obstante es tos se enriquecen con el espfritu de las Bienaventuranzas. Pero tampoco es licito contraponer los mandamientos de la ley de Moisés en el monte Sinaf y las ensefianzas de Jestis en el monte de las bienaventuranzas. Ante algunos errores en este sentido, la Encfclica Veritatis splendor ensefia: «Las bienaventuranzas no tienen propiamente como objeto unas normas particulares de comportamiento, sino que se refieren a actitudes y djsposiciones bésicas de la existencia y, por consiguiente, no coinciden exactamente con fos mandamientos. Por otra patte, no hay separacién 0 discrepancia entre las bienaventuranzas y los mandamien- tos: ambos se refiereti al bien, a la vida eterna... Ademés, el ‘Serm6n muestra la apertura y orientacién de los manda- mientos con la perspectiva de la perfeccién que es propia de las bienaventuranzas» (VS, 16). En efecto, la moral cristiana se enriquece con las ense- fianzas éticas del sermén de las bienaventuranzas, que, si bien «contienen la formulacién més amplia y completa de | Ia Ley Nueva, en clara conexién con el Decélogo» (VS, 12), sin embargo «en su profundidad original son una especie de autorretrato de Cristo y precisamente por esto, son invi- 32 CUESTIONES FUNDAMENTALES taciones a su seguimiento y a la comunién de vida con El» (Ws, 16). 5*. El fundamento de la moral cristiana es la Persona de Jestis y sus ensefianzas Pero, al momento de precisar el origen y el fundamen- to de la moral cristiana, es preciso sefialar que la fuente principal es la Persona y la ensefianza moral de Jesis. En efecto, el primer dato de la moral cristiana es la vida misma de Jesucristo. A ella acudiré el cristiano en deman- da del estilo de conducta que debe practicar, pues Jestis de Nazaret inauguré un nuevo tipo de existencia, El cristia- no, cuando se cuestiona acerca de cémo debe vivir, tiene la gracia inmensa de contar con el paradigma de la vida del Dios hecho hombre, el cual, en palabras de San Pedro, «os dejé un ejemplo para que sigdis sus pasos» (1 Ped 2, 21). ¥ que San Juan urge con estas palabras: «Quien dice que permanece en El, debe andar como El anduvo» (1 Jn 1, 6). Pero, dado que no se trata de una copia literal de la vida hist6rica de Jestis, el cristiano acude al Evangelio -y, en general, al Nuevo Testamento y a la Tradicién, tal como son interpretados por él Magisterio- en demanda de crite- rios éticos para conducir su vida, de acuerdo con su fe en Jesucristo. V. CARACTER TEOLOGICO DE LA MORAL CATOLICA La ciencia teol6gica, como todas las demas ciencias, es una, en la que se integran los diversos saberes acerca de Dios y de su obra salvadora; pero, por exigencia de estu- se parcela en diversas disciplinas. Asi es comin la fa Dogmatica, Moral, Ascética y Mistica © Teologia Espiritual, Pastoral, etc. La relacién de la 33 se soyoadse so] 1eoeysap sp pepisaoeu se nbe aq “esd epwa uo saeioul seroueTx9 sey JeWWaseId ap O1I9U09 opout PP Tex eBopoaT, BI B aoaxyO feIOISeY EFBOTOAY, | O19g “eIse[8] B] ap Ouds Jo uD ‘ouroo vonsjod efouaaiauos el ap onquIR [9 Ua OUR} ‘TeIOOS opiuas Je opuearosuod waiq Is ‘oueNstI0 eed ap ejonp -woo P| B ajUsUIEANp ws peIOWy BIBOTOAL, BI ‘OUI OD PP Jog “eHoIsTy e| 9p seIoueisuNaxo SesIOMp SET UD eISOIBT 2 eanogja sa0ey vosnq £ saruarqure & soduron somMsIp soy unos openoape spur opou: [ep oorpStead ofestrour [2 et -uasaad op vren se}Bojorsalyg e| woo epeuoroeyar spUI yISO Tero1seg esSopoay eT ‘Js axe uerouarap 2s o1ad ‘o}DEItI0 ap sound sosseatp uouenueur seurdiostp sop seisg, Texoyseg ep8ojoal, A TeIoWy eIBOJORY, “¢ “ugpooopiod erdoud vy rezueoye vied oun’ ‘peo & sopensepe sorpeut soj graoaxyo onb odurey oursrut Te ‘ouenstio epeo op eayjoadsa ugioes0a eI ap orpnise Pp uo eprerosou0s as perarndsg eyBojoay, Ff ‘owed ns 10g “sezuemuanzuarg Se] Jod sopeur -eppard sapexour sazopea so] ap sejouaBixe sey soquaAArD SOL ap yrepueurop A vonsmnseo exaUr e[ ap euNouD 10d [eIOW, vyBopoay, B] preAd[a oyuoTUTEare08 Isq “sOpeZANEQ SO]| sopoi ap peppues yl e epeurey vf eiuasaidax euepstio u9Io -e00 B[ anb opep ‘vongosy vy & [eIOW eBOpOAY, B| 1eOIOe ap Peprssoeu vy] aiuaqs as peprfemioe e] wo UDIquIE, “sesorBypax souapig se] ap sosquiayur so] ¥ ayampersadse ‘souepspio soungye 19s wemnyour anb ‘ugfoa}r0d Bf e SauOIDEOOA sey equips Temmundsg eyojoaz v] onb senuarur ‘«soong souusur» ap Bupoop eun rouodord v jexopy BpBoTOAY, BI ofmpuos USIO -UNsIp ¥ys9 UpIquiEy, ‘opedad [9 Uoo sepeuOPerar se ouEM | -epadsa ‘euensiz9 epta vj ap sounutoo spur souojoenas Sey Bquipnase [eIOW EI aNb seNuatuT ‘ugIooapIed ap sopersa SWIVINAWWaNA SANOLISAND ve S0}29}9 BIBUIp as KIS_ “ONZOSY o penyLIdsy wABojOay, B] 4 Jexowy &| opiqeput opour ap aseredas as ob v upiqurey of -npuoo [Rio ey8op0RI, B[ ap eoNSMses UoTORIUDTIO BSy Tenapydsy eyBopooy, £ Tero wIBOpOaL, *z ‘ooqugtreg oyparad Te X seoypsopy seane sey e our -prorde as & oorqsq ouarfe fo opusrprad any fexoyy wySopoay, B| ‘||? Woy “eoIsinses eT ELEY ayTOMTEMUD] aseztisop 9s [e1oWy &] anb X eopguifog ve] ap aseredas as ‘oyuourerao] ‘anb erouanoasuoo ouros ofen ‘oduron ns uo epya ‘[eI0yy 21 9p uopoezteroedso visg “TEI0W EIBOTOAY, ap exper eI ak -mansur seymsar so] ap wmuorpmis omy VI ‘Ser4995 SEIS 10g “TION ¥ABOoa], ap oomusDpede o} axes anb ‘sypsoyy aviBojoaiy souonmmysuy wago ns goyqnd sozy eng “euroy wa sosayord £ jouedse wymsof Jo WAX OPIS BP sozuaruion & ‘sy “opreuosayuioo fe epeorde fexow el ap orpmise Jap erouantaatiod vj :seonopid sauozes 10d ogee e onaT] 2s eulBog Jap o1oadsar TeIOYY ¥| ap UOTeTedas EY “(wpuvoydd snqpiout 19 winioejjeut suataonb sopyf) epi ¥] 8 epeoyde oj e[ op ugtsasduod e] eosng anb exBojoa1 B[ ap auzed epjanbe owsos pexopy eyBopoay, ef aTUYap wLIqeo ‘opnuas aise uy ‘sopioistut sms £ sorg auqos 9f e[ ap reUORK ox [ep sovreiusuto[duoo sorsedse weyuasasdar sequre anb ours ‘Tex0yW vj ap vonyuIZoq E exedas ou oumnby ap SpUIOY, ‘OpIges se OUICD "Isy “sopexsIpaut svorBojoar soins se[ uozery peprum eso 9p opeqeoe ojapour 1 “euydrostp e189 ep Oo1Z9[0a1 1aI9yzE9 [9 TOUTE OLTesaDaU $9 [eIOW esBo[oa, e| ap omeysa [9 sesfoosd ap opZoWIOU [TY Texoyy] BIBopoay, & eoppunsog eyBopooy, “T “solep soquama|s soy unas epereyas ouaTA fOSTp SeSTOATP Se[ WOd TeIOW eyOTOO], seorBopo2} set ‘TWHOW VIDOTOAL a O1aNaaNOD COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL pastorales de la Teologfa Moral, tal como urge la Congre- gaci6n para la Educacion Catdlica: «La ensefianza de la moral a los alurmnos que se prepa- ran al ministerio sacerdotal conlleva un estrecho contacto y relacién con la pastoral» (La formacién teoldgica de los futte- ros sacerdotes, 101). 4, Teologia Moral y Derecho Canénico Es un dato facilmente constatable que, desde que la Teologia Moral se constituyé en ciencia auténoma y se separé de la Dogmitica, fue influenciada en exceso por el Derecho Canénico. Ello contribuyé a hacer la Teologfa Moral més casufstica y en estrecha dependencia de la ley con menoscabo de la conciencia. Estos excesos han sido criticados con razén en los tiltimos afios. Ello, no obstan- te, no puede Ievar al extremo contrario: a que se constru- ya.un tratado moral en el que la conciencia se constituya en realidad absoluta, sin tener en cuenta lo imperado por Ianorma, tal como denuncia la Encfclica Veritatis splendor (cfr. n. 55). Pero, entre la Teologfa Moral y el Derecho Canénico existe una cierta relacién. En efecto, la Moral orienta la vida entera del cristiano en orden a alcanzar su propia perfeccién en Cristo. Las exigencias morales brotan, pues, del ser mismo del creyente en Jesucristo. El Derecho, por su parte, fija las normas de conducta del creyente en el seno de la Iglesia, con el fin de regular los derechos y deberes del cristiano en la comunidad eclesial. Por eso, las normas del Derecho Canénico, aun juzgando los actos externos, vinculan la conciencia, y, en este sentido, son objeto de deber moral. De aquf la complementariedad entre la Teologia Moral y el Derecho Canénico. 36 (CUESTIONES FUNDAMENTALES VL TEOLOG{A MORAL ¥ CIENCIAS AUXILIARES La Teologia Moral, como la Dogmatica y demas sabe- res teol6gicos, tiene como fuente principal la Sagrada Escritura, la Tradicién y las ensefianzas del Magi sntimamente relacionadas entre sf: La Tradici6n, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, segtin el plan prudente de Dios, estén unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros, cada uno segtin su cardcter, y bajo la accién del Espiritu Santo, con- tribuyen efectivamente a la salvacién de las almas» (DV, 10). En consecuencia, la ciencia moral encuentra los valo- res morales y deduce los criterios éticos de esa fuente comin. Pero, dado que el actuar del hombre implica la complejidad de todo lo humano, la Teologia Moral recurre en auxilio de otras ciencias, pues el saber acerca del hom- bre ha experimentado en los tiltimos tiempos no pocos adelantos: Los progresos de las ciencias biolégicas, psicolégicas y sociales permiten al hombre no sélo conocerse mejor, sino ‘aun influir directamente sobre la vida de las sociedades» (Gs, 5). El conjunto de esos saberes se denominan con el enun- ciado genérico de Ciencias del Hombre, que comprenden, al menos, las siguientes disciplinas: la Antropologfa, la Psicologia, la Genética, la Sociologia, la Economia, la Politica y el Derecho. La Teologfa Moral debe recurrir a estas ciencias en ayuda no sélo para emitir un juicio moral correcto, sino con el fin de adentratse en el ser humano y ayudar al hom- bre a conducirse de modo éticamente correcto, conforme a su gran dignidad de persona. Pero no puede quedarse en Jos datos que le ofrecen esas ciencias, dado que la moral 37 of seszoatp sey uouodxe es opunges Jo ue £ wong wousto [9p vlouaisixe vj weoynsnf anb soroumse) soungye Wess -npe as oxound jo wg ‘soprenautayduros axed ‘sajenstsep sopeiszede sop ua apiaip as ojnasdeo [a ‘uy 2180 wo, “oquewpemano veoYpsnf a1wepuoatoo aoared ‘aruEysqo ou ‘uoroejaaay e[ 10d epepeae vise euensti9 [exour e[ anb ou1919 $2 91g 1s ‘on of Jog “Te10UK afesuaur ns eoaxyo eIse[S] eT ‘anb je Jermyn aquerqure 2459 e ‘oruowresjoord ‘so onb opep ‘oduian oxysenu ap worsens ese zauodxo ajqrpnyour wares owioa viuasard 9s osad ‘Texopy ¥sBopoay, eI ap o1pmsa ap er -syeur oqusurerdord so ou omnes 2352 ep oplueiw09 1s "eon wIowalD e| ap OFpMIsa 2p o1efgo Je wos onb ‘sopexour eye» [op £ «tiatgp Jop erOuD -stxe @] Boru as une A ong ovals um se arquroy Jo 1s eu \dtoutid soy & & soon sazopeA ereyfnoed Anux worsens eum es slaw von BIDUO ¥f ‘HaIq song “eTNsN EL ap pata ef viduano as saaquioy so] azue efauaaration vy twa anb ostoaid 89 ab 0 sazaqap & soysaiap uep as anb auodns oypazap P ‘pHyes e| £ pepawuxazua g uoispxe onb ep aired ‘ojdurafo sod ‘eujorpour ey “orpnysa ns esz9a Tend [9 argos o7a/qo 1eP pepreor ey suOdns efouato epes anb ayuepiaa sq (ipr-se D NOWOVOLILLSAL AS ‘TWIOW OHOSH TH mopydeg | ge “aaquioy Jap Buatp wong wionpuoD uN op wnUETES uo oXnnsuoo as & seuBumy sefousyD sessoAIp eUNE “eyUL -ouomne ns zapiod us ‘TeIOW eFBoIOaY, eI ‘pour 2959 aq -ourotiay ugisuasdwoD vf ap 0 sap ~r9sqo sv] ap sopennsax Soy v epeurpsogns omnposqe Ua ¥159 ow ‘ezapemieu e[ 9p K aiquioy [ap seouaI9 se] ap sopernsat So] 9p UgIqurer siueuTeTseso0u osopuaTrTs te ‘TeIoUt ‘oon o eID0s £ oonIgsIy oysoy owIOD PeprTEIOU ¥] op ousti9U9y [op wednoo as seisp seUOIW “SouPUIMY spIOUaID Sepeutey jse se] ap o1xertios [9 u9 o[9s opexoqe zoqes tm e asionpad apand ou fexour eySozoat B| ‘DamrouioM upisuoMUEp ‘bun aquourepressoan voryduur eyso(Zy v| ap [BOW wUEDOP P| anb oisand “renonred peynourp wun ote foy wenwenoue 98 ezueyasua ns £ jerour ByBoTOO ef ‘oruoUTE OID» uopuayds spon.a, eoyyoug el ap eULNDOP ¥] SO eis “uoLoMUEpLOgns ugiovzmbuvsal ap sordroutsd soy e eyuauresomntr as ~aeysnfe ap wey auqUioY fap SBIOUAID sey OLTaISIBEp-UIOTD “[pexL-eMAZI9Sq ¥] ANUS UOToEIax ET ‘sopedioursd saquony [p 4 ‘esareyppune sesuafo> wos seur[drostp S859 ‘O[[9 10d “e1onpuoo ap o1axoN09 ody un suodwy sojg enb fe ‘sxquioy ep opuryosd spur oyorur -Jou9 un ap apaooid anb oarreutiou opruatios un avon ‘TWHOW VJOOTOAL Ha OIGNaEWOO COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL corrientes ideolégicas que niegan los presupuestos de la vida moral y por ello explican las causas intelectuales de la crisis de nuestro tiempo. I ALGUNOS TESTIMONIOS QUE JUSTIFICAN LA CIENCIA ETICA La vida moral es reclamada espontdneamente por el hombre. Cada uno, de modo inmediato y espontneo, des- cubre el «bien» y el «mal» de sus propios actos, al modo como detecta la everdads y el «error» cuando juzga la rea- lidad o formula su propio pensamiento. Aste nivel, es incuestionable que el hombre tiene dos puntos de referencia obligada: el conocimiento y, en conse- cuencia, las categorias «verdad-error» y la vida, que se juzga mediante los criterios ebien-mal». Y esas dos dimen- siones del hombre, pensar y vivir, constituyen dos datos irrenunciables. ‘Pues bien, si existe una doctrina acerca del pensamien- to recto, parece que debe existir otra que estudie el que la vida se dirija de modo adecuado, Estos datos son constatados por los grandes pensado- res de todas las épocas. Asf, por ejemplo, Aristételes, que recoge la cldsica definicién del hombre como «animal racional>, afirma que, al modo como es propio del hom- bre el pensar, también sélo el hombre tiene la capacidad de juzgar el bien y el mal, lo justo y lo injusto. De este modo, segiin el pensador griego, el hombre se distingue del animal por el pensamiento y por el quehacer moral: concedida para expresar el bien y justo y lo injusto, y el hombre tiene esto de especial entre los animales: que séio él percibe el bien y el mal, lo justo y lo injusto» (Politica, 1, 2, 1253). El pensamiento greco-latino ~que constituye el inicio y 40 EL HECHO MORAL. SU JUSTIFICACION el fundamento de la cultura de Occidente- se asienta sobre la importancia del conocimiento racional y sobre el valor de la persona humana, a la que se demanda una conducta digna, Asi, por ejemplo, la crisis social que sufre la sociedad de Atenas, después de una época en que se desarrollaron las diversos saberes: la fisica, la metafisica, la astronomia, la medicina, las matematicas, el deporte, etc., se supera apelando a la renovacién de la vida moral de la sociedad griega que habfa decaido notablemente. Esta fue la vocacién principal de Socrates, que es, en cierto modo, el fundador de la ética como ciencia. Para Socrates, la ética es «la ciencia de las ciencias», y afirma que es la ciencia que «contribuye a hacer al hombre dicho- so». Lo cual no logran las matematicas, la historia, el deporte o la medicina. ‘Socrates propone a su discfpulo Critias la posible obje- cién de si la vida moral podria ser un obst4culo para el progreso humano: «Pero veamos, querido Critias, si separas esta ciencia (la ética) de todas las demés, ¢nos veremos por eso menos curados por la medicina, peor calzados por un entendido zapatero, peor vestidos por un tejedor y libres de la muerte por mar o en campafia mediante un piloto y un experto general?». La respuesta de Critias avala la enseftanza del maestro: «No, sin duda». Y Socrates sentencia: «Faltandonos esta ciencia, ninguna de estas cosas llegar de manera que nos sea titil» (Carmines de la filosofia, 1744 a-d). La doctrina socrética es que los diversos saberes y la vida humana en s{ misma serén mejores en la medida en que se practique una vida moral. En concreto, la salud («la medicina»), la economia (el «zapatero» y el «tejedor»), la técnica de los transportes (el epiloto») y hasta la defensa 41 ‘opmuas [2 YAS JorM}M9 uoHseno ¥| ap OsmtIBD fe Ua “Peprlear ‘Wy ‘opunts [ep 4 pepoydos el ap ‘axquioy jap UoIsta epeUTUE solep Bun woo sepeuorperar sopesmyqno squstueidaxd sesnteo ‘squojems se3se ap Wo8H0 Ye ‘senuosUS oyTp s9 ou ‘oun ‘epeo ap eLO3sIy ELK efoUstrOdxo e| ByastD OUND ‘org “BIO suazedsuen £ pephseuoy ‘pepueprpos “eronsnf zeimase 9p ‘edo [e190s & [euosiod uprovaowas joorpeu Dun 2p pop}seodtt | Spur Zea epeo ezypn8e X apungpp 9s “~'sexayu9 soUO|OEL A sojgand usdeped anb wopyjod uptodnitos ap owe jse “20 Juigtt099 & TeIS0s wroNsn{U ap seULIO} saneIE se AVY seeonyjod « [eos epra ET reaowar ered orpour» ourc ‘worsrax BI augos ‘epequase ‘]esour yy & epade ‘TenI9e pepafsos | ap saeur So] Iexoumua ap sgndsep ‘edeg Jo ‘o1saya ug “sopuajds supiig eorojoug Bf aoey anb ourstus Jo so SISHTPUE 18H -«sourezodsa [eno [2 o1ad ‘soxjosou ered a[qistaut optmu: un» ue 9219 95 ou Is “jue aquIase OUtOD ‘o “eanyTy epIA Bun ap eztesadsa ey woo sosorByjax A sopexour seuopea 9p [aagu Jo BAa[9 9s OW JS ZeOYOUT BBS TENIOE Peparoos eI us Tetour wpra eun sod opeztfexauad swe [2 ‘019959 wy (1 ‘Band pans vy 2p vo13}49) «uoronoal9 ap sa] “Jaout uos ou oxed ‘uojoenupe ap £ o}warumuase ap ora{q0 ‘uaiq Ani 2s tepspod Texour e ap seapr seaysuBeur Sey ‘sou -eradsa [eno [9 oted ‘sonosou vzed aqqistaur aiuawremoe opunur un wis £ sorg un wig “Kal wun e UpFoE[ar TOO wionpuoo ensonu wuTuLZaap anb ayuoyoYo esneD BUN “ex -nyeu of 8] 8 om ou Ugzez By Is epsons o1se anb ayqisoduy so odwop owstur qe oxed ‘soyesour seunxgur & epeuTpiogns ‘3382 atara ap wuts] ensanu epor onb opresooou Sq» MAX Of8tS JO sapeuyy ¥ vdomg ap yernyyno stsqz9 ef reaqes ered vony vy] e gjade anb 10jne ono “Wey sod eIsondxa eULNDOp BI Se eISZ “ugpByper ef ap X sor ap apurosead aaquioy Je 1s e[qisod soared ou 01a x “onprarpur NOIOVOLALISA nS “1VAOW OHDH Tt wy TP Pepron ¥] zopze oursyur Ja Woo efarod as £ a[mIs0d 95 ou sexnua}tt ZeoYOUT PIOs [eID0S OND BUN ap epueUIOP vy anb aneape osjoaud so oxog “eortqnd & yenprarpur epra ey ap saxoroes sondure ua sapesour Sax0fea Sof ap epyeo ef aye Tenioe peperoos vy op euxzere eT sye ap ‘oonsiodry oxmmny 989 we eISHOUseIvO UOTOdrIOSep ET EpeIaSexa S9 ON “(692-597 ‘vonuor vorsyf augos sory) woreugie vquiog wuisyul ef £ upfoenuaoua® op sodured so} ‘onb une sauoad ‘sepeproane sorqizioy aszeatsop uepand anb ‘outa aur soouors ~"eInfrq ws9 optsour ey anb voxgusea ‘ezzony Bf oitouNTeIO) exaINBUPXs os wIp UDSTE Ig “UO|BITOU 1859 09 Jeo atamb as ou odurap aoey apsap apuop siTe ‘osnppur ‘souensiia sazoyea soy ap ¥eoso wy aquaMa|quaEAeUT ejpey 9s azdurays ‘oqqeuapuba so onb of o aqqeasap so anb 0] 10d ‘ojeur $9 0 ouang s9 anb of xod wyunfaad 98 perap -}o00 opunur jo we opueny ““soureriodwioo souraqap ou1g9 [2 ‘Tear souaqap onb o} ‘sa0ey souraqap anb of 2190s "ughsono Bj uoo woyRuapr 9s saz0TeA SO] ap URRSAND eT» reqoureoueg ef v epsy ea [no ensonu ‘ousjuepsto [ap soapy sazoyea soy Jeuopuege 8 aseBaq] as Is ‘onb equepioog ¥ a1ielape «vorugre wquiog, ¥[ ap asped> opeureyy fq “Braquasstoy soUIay COTMOTE on1sy [9 anidas | sarei9g ap ugToeuLIge eso “uaIq sang “sojgand soq ap eonsjod & vopuiguosa ‘Je100s epta eI ap o}tmfuod Je ssp wa eNUD ‘nb ouls ‘onpiatput Jap eionpuod ef o[9s ou o1taTsar as ‘Texur epra e aeaep opuens ‘nb ap atuapras'spur uTOeT -easu09 Bf 59 “319 ‘SOJOSOTY SOT ‘SOB0[9II0s Soy ‘seIsyUIOUOTa So] ‘soonsjod soy ‘soyetoos seroueysur seszaatp se] uooey Peprenioe ef wa anb soong sazopea ap epuewiap ey ‘o109y9 ug ‘ugfodeoxe eun so ou oduray oxsanu anb ey ap ‘seo -odg se] sepor uo eieisuod as soreidgg op EUEDOp EIS “qexou epi gf azqos wewourepumy 2s opuens opexofeur epanb opoi ‘(«jexouad> [9) eoyqnd ‘WHO VJOOT0AL a OLaNazaWOO COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL I LA NEGACION DEL HECHO MORAL, No es facil hacer la radiografia de los diversos hechos culturales que han dado origen a tantos errores que des- virtian y en ocasiones niegan la ciencia y la vida moral. Aqui hacemos mencién de tres tendencias que defien- den autores mds conocidos y que se oponen ms directa- mente a los enunciados doctrinales de la moral cristiana. Son los siguientes: — Los que niegan el sujeto ético, es decir, que el hom- bre pueda ser objeto y sujeto de la vida moral. — Los que afirman que no es posible justificar el adeber» moral. El salto del eser» al «debers, afirman, no puede justificarse, — Las diversas corrientes que niegan que se dé el «bien» y el «mal» morales objetivos, independientemente del sujeto y de las circunstancias en que se encuentra el hombre. 1, Negacién del sujeto ético Los errores de estos autores respecto a la ciencia ética derivan de una falsa concepcién del hombre. En efecto, es una verdad compartida la intima relaci6n que existe entre antropologia y ética, dado que la conducta que se exija al hombre depende necesariamente de la concepcién que se tenga de él. Pues bien, las teorfas antropolégicas insuficientes son hoy numerosas y todas ellas tienen repercusién en la con- cepcién de la ética. Cabe reducirlas a cuatro grandes corrientes: 44 EL HECHO MORAL. SU JUSTIFICACION 4a) Antropologias reduccionistas: el hombre es un objeto Se alista en esta teoria el llamado «antihumanismo», 0 sea aquellos autores que afirman que el hombre es un ser més de la creacién: el hombre es un «objeto» y por ello no cabe hablar de chumanismo», En el catélogo de autores que cabe mentar en esta ideologia cabe citar al conocido marxista Louis Althusser y al cientffico francés Jacques Monot. L. Althusser es un materialista duro, que neg6 todo influjo chumanista» en el pensamiento de Marx. Para Althusser es preciso acabar con el «fetichismo del hom- bre», Lo decisive es la historia, que «es un proceso sin sujeto». El sujeto de la historia no es el hombre, sino los factores sociales, econmicos, etc. El llamado chumanis- mo», escribe, es «un mito de la ideologia burguesa». El hombre no esta sobre Ja masa social, sino que est subor- dinado a ella. Es evidente que esta prioridad de los factores sociales, econémicos, etc. por encima del hombre no llega mas que a.una ética de eficacia social, conforme a los valores del materialism dialéctico: es ebueno» o «malo» lo que con- duce al desarrollo social en sentido marxista, pero no en cuanto perfecciona al hombre como persona. Ademas para Althusser, la ética es provisional, sigue el mismo ritmo de los factores sociales. J. Monot se mueve en un terreno cercano al marxismo. Este cientifico francés afirma que el hombre es sélo mate- ria y que su origen es fruto del azar. Y, conforme a su tesis de que solamente la ciencia experimental merece el nom- bre de ciencia, sostiene que la ética carece de validez cien- tifica, pues representa tno més entre los procesos que ha experimentado la vida'del hombre a lo largo de la historia. La ética, afirma, «es una repugnante mezcla de religi dad judeocristiana, de progresismo cienticista, de creencia 45 ly sod ‘oseo |2 sy “eweumy perseqy] v] zeSou v UaLInoaL sax -ome soyso ap soundie “arquioy fe & jeurrue ye weyenat off sod & ewe Jap ezopeBou- femmoajarur pranoe wise aTUy pouagy 2] unBau anb soy (9 “soanupsuy sapeuorsed soanrexadtar ¥ asrauodo apand vjsuezouos ej anb 4 soongues sozueru -euoyo|puod sorz9{9 Je9u9A ap Zedeo So axqUIOY [ep PeLEqH [ anb auapraa sa ‘otrenuios Je Jog “e[]9 ep aqusurfedioutd apuadap ou oxad ‘eombysd-oonywios uolongrisuoo By TOO Jaa anb o8[e uan eueumy eonpuod e] anb £ soxo19exe0 so] uo oXngur voNguES UTOMINSUOD eT and aTUEpIAS Sz -eonjopad e] us uawarsos ‘e] nb so] sosoxouumur tos $s ‘wapuayap se] en soy soyonut Uuos ou ‘a}UoUTeOLIO93 “Is ‘A “souOTsed se] £ soueUINY SOL “UNSUT soy WeXOTEAAIQOS ‘a{UaUIN|UANDasUOD ‘onb £ axqUIOY, Je 4 jeumre yo oxqua oisrxo onb eapenpeno ejouarsyIp B eoeisop OU soiuend 1od seppredwioo os sepI09} SEIS pig) eexsonu ¥y oo SePEUO!OEIAA ‘srusureypanse saroadsa sej Woo sourredutoo anb saus8 soy “rap 20d epezrue8io ~"yas9 eueumy eonpUOD el ‘seoNIguOS soseq a1gos wsuvosep BuEuiny [Pf208 eIINpUOD eT» ssaua8 soy ua BUTT UgovoHTdxe ns wouEH «soyues SO] ap OWSTTUNTe> Jo eIsey A «soueUMY soyDep» sopeurely Soy onb reunge & eBay] ‘arquioy [ep orwerurer -xodutoo Je [e1our [eae Opo} TeBau Jod ozsonysa Ns wa ‘A, “(08s ‘s3sen.gs oan v7 “Bqjo1901208) eeqsezIBOjOIG & sojoso[g So] ap soueur sel ap wong ¥| aqusumpexoduay zemnIat ap o1wawiou jp opeBoq] ey anb ap peprriqisod x] squoures -umfuoo sezapisuoo weyraqap seistuBUINY & soOgAUAI® :eyRojOIg E| © FYOSOTY e[ 2p dures Jap one ey ep orpmse fo Tepe|sen ap wIowertraAti0D NOIDVOIALLSAL NS “TVHOW OHISH TA oF B] Mbe aq “sauel sol ap oj9s epuedap erquioy jap zenI9e Jp anb opep ‘oo1o[01q se1pxe9 ap so vong e onb zeuAge e eB9T] [eno Je ‘UOSTM ‘O PIeMpY OUoLdUILIOU 0801912 [9 oelsap PULTOOp vyse UsuaHUeUT ob saxome sol aU “exquioy Jap 4 Teunrue Jap orpmass: JP zeune wopuayaid onb soZoj9y@ soyjanbe uos ‘Terauad uy ‘auquioy [a A [BUITUE Ja aryUa [eIoUAse eOUALAZIp aISTX OU nb uewuye souainb sourstmeumupue sof e weuMs 3g. ouguo un ojgs s2 axquioy jg “soustuDLUNysIUD SOT (q ‘Jerusurpradxa £ eoquog) vpouaT9 e| teas ot anb sazaqes sono uvjoasdsop anb & oogsrugio ouistreuZop un wesayoad anb so] sod epmnes so pouoyy ap ezueuasua ey ‘aired ns 10g “eueys}io [exour Bl ap OrOLIeISp [e OpmgrUoS Wey SEIS ~reun svapr se] owoo opiqes so X-Touedsa ouspMUIOD [a wa ‘ojdurofe sod ‘erouongur eis) oAny Tend Ja ‘s7uTEIy OJOSOTY, [PP omp oussfxreu! [ap BYOsOY B[ wesNBas onb soyanbe uo nues uosefep as Jessy TY ap Saz0.9 Soy ‘SUSU Ty ‘oduran onsenu ap sarquioy sosod ou wa =refnuti0y Urs a1 ~uoursTuIMONI- SwapT SeSTE} $eISe LIGHOSEP [OHHIP SO ON “soyonur ‘e xeyeuo uon8ysu0o ‘«saqmaBy[aiuy sarozta» uos anb opep ‘eoypuor vouozrede eum ofeq ‘sapens soy ‘errorsTy ef wa saxoxte Sood ou ua8ims jsy ‘orwaTuNIqnosep ns wezTTnoeL -sqo soromfard so] onb £ peproa z] anb aytres9|0} souaur so souze [2 enb ep o1diourad ja aidax os jnbe azog ‘Texour epra ¥[ 9p £ erouays el ap epeuoisede ouroo esoansui ood wen vonpo wun weBey saquasyeIut saquioy anb epuardios semua ey sod epmpsns z0s aqap eons ef ‘eueumy eprorsty eI ap ug -doouoo ns ug “eueuMyY eonpuod ey ap BLOpEUALIO ‘eoys -uojo eon BUN aistxa ou OUOW ered ‘erouaNsastIOD UG, existe -reu oursreuiexd ap & axquioy jap sajemmyeu soysaxep uo ‘TWHOW VIOOTOML ad OlaNzaWOO COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL ejemplo, de B. F. Skinner, que afirma que es preciso «libe- rar al hombre de la ilusién de la libertad». Para Skinner lo que llamamos comportamiento ético depende de las diver- sas situaciones en las que el hombre se encuentre: «Las personas son extraordinariamente diferentes en distintos lugares y, con toda probabilidad por causa de esos luga- res», Por eso, Skinner prefiere hablar de «conducta huma- na» yno de «conducta moral». También esta doctrina tiene sus adeptos en la vida actual, pues el grupo de los que niegan la libertad es numeroso, y por ello hacen depender la conducta de la situacién en que cada uno se encuentre y no del actuar libre del hombre. Es evidente que esta interpretaci6n de la vida ética no tiene consistencia, pues ¢quién podra negar que el hombre es capaz de sobreponerse a situaciones concretas y que, en virtud de su libertad, se siente respon- sable de hacer u omitir ciertas acciones? Al menos las leyes humanas hacen responsable al ciudadano de sus actos aun cuando cambien algunas circunstancias, d) El sociologismo * Es una teoria mas antigua, pero que no cesa de influir en el presente: se inicia con algunos autores de la sociolo- gia francesa, en especial, de Emile Durheim y Levy-Bruhl. La influencia de Durheim ha sido importante a través de sus ideas sobre la educacién y Levy-Bruhl, con sus teorias antropolégicas, ha tenido su peso en el estructuralismo. Estos autores hacen depender la valoracién ética de las costumbres, que son cambiantes en cada época: es la sociedad, afirman, la que ofrece al hombre la valoracién 6tica. Por ello los juicios morales varian conforme cam- bian las costumbres de los pueblos. Y afiaden que lo que denominamos «bueno» o «alo» no son valores objetivos, ‘sino lo que asf designa la opinién social imperante. De 48 EL HECHO MORAL. SU JUSTIFICACION aqui que cabe distinguir distintos tipos de conducta, tales como la denominada «moral burguesa», en oposicién a la «moral proletaria», etc: En Ja actualidad, profesan el sociologismo moral cuan- tos actéan de un modo u otro porque esa conducta es aprobada o condenada por la sociedad. También aceptan ese juicio ético quienes sostienen que debe juzgarse como smoralmente bueno aquello que es «vivido en la calle». Pero esta teoria no resiste,una critica rigurosa, dado que con ese criterio moral no se podria condenar conduc- ta alguna, pues no hay vicio que no sea practicado por un grupo numeroso de ciudadanos. Piénsese, por ejemplo, en el robo 0 en otros actos, como el suicidio que, aparente- mente, no dafia més que a la propia persona y sin embar- g0 es prohibido por la ley. Evidentemente, nadie puede negar la influencia de la sociedad en la conducta y aun en la valoracién moral de ciertos actos, pero esto no atafie al miicleo del problema moral, pues, por mucho que cambien las costumbres, nin- gin pueblo civilizado puede aceptar como buenos, por ejemplo, los horrores de los crimenes nazis, que los mis- ‘mos sociologistas condenan sin excepcién. 2, La utopia de imponer el «deber» Es un hecho que la vida moral se ha impuesto muchas, veces invocando el «deber>. Se ha podido exagerar, pero es claro que el hombre no puede conducir su existencia segiin el poder fisico -lo que «es capaz de hacer», sino conforme al deber moral. Como es sabido, el gran defensor de la moral del adeber» ha sido Kant. El imperativo categérico, del deber por el deber, es un principio de la ética kantiana, que, exa- gerado, ha conducido a lo que se denomina la «ética for- malista». 49 Is 98 ‘peprueumy ef us soqasard souorsmnsur 9 sogey ‘s21q, -umisoo 9p pepotiea ues el ua asopuyseg “eBojodonue 2] 9p odureo [9 uo eoysiUa}o Up!oLA|sanul Bf 9p SeAIsNqe souoyowiasdraruy seum3ye ugiquiey sepsooos anb Aegy> :sarouraqure sopeyrede so] ue sepeuasaz saluafoynsuy seJojodonue sey uadnyuoo s0419 9489 19 ‘sopuads stroma, worpyoug e Byasua OWI0D ‘syUIOPY -saqqeuapuos ‘s1usureop9 seronpuoo seood ou xeoynsnf ap wren £ sax0119 sows eooaoad anb ‘ezueyasu es[ey e3s9 ap zyes el Te} -sorap aqap as apuop snbe so ors 3 OPAFAES po wa oqU9UT -esurapxo spur sourorednoo sou wuss [aq “Tenyoe Je auodoad ‘as euosrod ef anb sauy so] ap osnppur 9 onprrpur [ap UoTD -eny}s B[ 9p ajuourayuarpuedaput ‘seanalqo sapeprtear teas | soqezour «eur Jo £ «aig» [9 onb ap ugyoeZau Fj sa sopemaae | Seong soqropLi09 seumgye ua aquanoady spur tox Tq | so[esour «peur £ «aig» [op peplnelqo eT “E (Se ‘Sa) «onontuosd & ezpuere yl ‘or -enuoo Te ‘enb ours ‘suquioy Jop peHogy| e| euUNTS re epU -o7@ ou» onb.“eutatp A9q ef ap equawpefoadse ‘Texout Aaj ey 9p owrsrur of 11S9p aqeo ou ‘sorreNTeio1 sopeIsy Soy ua Seu -eumy sagoq se[ uoo asrep apand ugroenys [er 15 ‘waIq sang “euosied eI ® Epigap esioUOIne ef ap ‘oTUIdo ns wa “exop -eSou ‘eptmouoro1oy Eun sear ap SeoNy9 SeULIOU Sey e ESMOe as sep sq ‘peizaqy efdoid vy reyesqanb ap edmno say as sand ‘sejerour soapexadumy ap vysuaystxe ey TeBau apuay -aud 9s & souoroe3tyqo ap auqy [e3tA praoe wun esazord as oquens sod ‘sapenqoe aqrauryerpadsa Koy wos Seapr Seis, (Ip ‘2iquioy 72 a1gog) «eyrouqap pepyeas 9 anbiod ‘soya ap oyafns so anbiod ayuauresyoaud saxoqap 1ouodu wapand 2 28 auquioy [y “eio1x9 Upyorsodurr euN Os OU ‘soI9q9P soj une & ‘peptjear ef ap ovouiqap roDBIED [> “T9qap Ta» NOIOVOLALEShr ns “IVYOW OHDEH Ta os :OLloNgap 295 umn sa arquioy j9 “ENqnz, aquiosa outos ‘sand ‘sazaqap arjdumo ap zedvo so anb 4195 [9 OWL09 aIqUIOY [e TUS 2qed opHUEs ays9 Ua “oursTUX J8 8 [oy 49s 9p [9 so [edrourad [9 A ‘sosaqap auen axquIOY JP ‘059 Jog ‘s9 atuourfear onb of ¥ Jay s9 anb uo eprpaut v uo ugpsoaytad eidoud ns arombpe A Tes ouoo wpIse axquIOY p te19s» ordoud fe pepyapy eI so «iaqap» [9 ‘o1sayo wy “Tewossad perraggy ey enue 0 [e10Ur UpFoeBIGo wise onb onapiad sa ‘OuNSTUE JS ¥ Fy as e a]UUTfeIOUr BByGO aI anb “«1aqop» Jo ep 9s a1quIOY i [pp owstur «19s» [2 Ue ‘oT[9 10g “«19s aqap owtoD eMioe ! optrens» aquarfea so opepfos un & «19s aqap oulos» eBznf optrens oysnf sa zanf un ‘ojdurafs 10d ‘Jsy “«zaqap» o13919 un axnpout 9s ‘«xas» ap ousur o}daou09 [9 ua ‘oSsequio Ung “euofe 0 eidosd epoudioucs ef ap pepmqefowuT EI ap o -trayuroouooas [e £ perzaqyy &| ¥ o1adsaz [a we opeseg ferou | ptA B| op onusurepuny fe opuodsar ou “ezrony yj 10d aBpxKo 85 onb «reey anb 1991» owtos apuomua as Is ‘«s9qap> P Uo a1uoureatsn[oxo epeseq eon9 Bun onb s1onpap oo1Zoy soared seuo[snostp sae ap oduian [a ue eloueistp y “(ETI-LUT ‘T9) “on ‘uysysueSTY ‘eonTeUy BYOsofta eI Bp “eUAIA ap oMOI}D Jop sepeArTap seoyOSOTE, settetiioo se] owod Jse “UUEUILIEHY Te[OOIN A J2jatjog xe, ap sazopea so] ap eyosory ef ‘ojdurafe 10d ‘xx ofBis Jap soo “fg sBuraysts so] woreqap as o1KeIUOD 2159 WH “[BIOWI Jaqap [PP opfiuss yop exu09 ua o Joaey v Opes ueY os INE, A aumy saxoriassod seang sey ‘se1sronozU09 se189 0g “«osn Je [exw ap seuiaysts soy sopo} anaaqns sod wpreqeae ound a1so ¥ Uprouare ap oood un anb ap ‘aquiosa ‘oprpensiod Korsg» :oumBo] so ou osed aso anb euxnye 4p ored ‘«19s» Te anlis as onb ooo] o8[e owtoo «r9qap» |p 18.9 ap ang | BI B BSR spD0989 OJOSOT [a ““LOGap» Te «19S» [Op OES PP wep soong seuraysts sof opuens aysix9 onb woi8ol ap ealey 2] estioe uamb ‘eump{ Jod oppioulos opts eyqey anb v seo “BHD se] v ayuayy «soqap» |p eIBops WEY ayTUIETISO ‘TWHOW VJOOTOAL Ha OIGNaEWOO \ | \ COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL. lega a conclusiones que, aunque no siempre niegan los, valores humanos universales, si llevan a una concepcién, relativista de la moral» (VS, 33). Estas teorias engrosan concepciones intelectuales muy diversas, pero todas tienen en comin la profesin de un relativismo de fondo que afecta por igual a la metafisica, a la teorfa del conocimiento y a la ética. Cabe precisar més: precisamente el relativismo ético viene como consecuen- cia del relativismo metafisico y gnoseolégico. En efecto, si se profesa que sélo existe la realidad fisica 0 se mantiene que sélo ésta es objetiva, se sigue que sélo el conocimiento de las ciencias experimentales tiene la garantia de certeza. Ahora bien, sila realidad es mudable, Jo seré también la idea que yo tenga de ella. Y, si todo es relativo, ¢por qué exigir que sean constantes y absolutos los juicios morales, si aquellas realidades mas inmediatas no lo son? En consecuencia, lo primero que es preciso esclarecer es si s6lo existe la realidad fisica y si ésta es la tnica obje- tiva e inmutable, o, por el contrario, la re: al mismo tiempo, tales «realidades» cabe interpretarlas objetivamente. Pues bien, es evidente que ni la realidad es una ni cabe afirmar que lo sea, por excelencia, la realidad fisica, En efecto, la realidad es plural: real es el ordenador con que escribo, pero reales son las ideas que expreso, y reales son también los sentimientos que experimento al escribir. Los ejemplos podrfan multiplicarse. Asf, real es el territorio de una nacién y reales son los s{mbolos y los valores de la patria; real es la belleza fisica de un rostro y reales las pasiones humanas del amor y del odio que despierta; real es el hombre y reales son los derechos y deberes de la per- sona humana, etc, Salvada la objetividad de lo real no fisico y admitidas otras realidades que transcienden el ambito de la expe- 52 EL HECHO MORAL. SU JUSTIFICACION riencia fisica, en légica consecuencia, se deduce que esas realidades pueden ser conocidas objetivamente. En efecto, yo puedo analizar mis ideas, demostrar que tal persona ‘est dominada por el amor o por el odio, etc. y esos juticios objetivos son verdaderos en la medida en que interpretan objetivamente la realidad. Los juicios te6ricos sobre reali- dades psiquicas o espirituales, etc. no son relativos, sino objetivos e inmutables. Si, pues, no cabe admitir un relativismo total en el campo de la realidad ni en el del conocimiento, tampo es posible afirmar que el juicio moral sea subjetivo y vai ble, Por ello cabe hablar de valores éticos permanentes y de «mal» se puede afirmar que los conceptos de ebien: morales no son mudables, si objetivos y permanentes. Es evidente que la cultura historicista y personalista de nuestro tiempo ha pasado una importante factura a otras parcelas del saber, en concreto, a la metafisica, a la teoria del conocimiento y a la ética. En el fondo se trata de un problema eterno, suscitado ya por los griegos, que, como es sabido, se repartieron en dos corrientes contrapuestas: la doctrina de Parménides (todo es objetivo y estable, los cambios son aparentes) y la de Herdclito (nada es perma- nente, todo es puro cambio). La superacién de estas dos teorfas dialécticas fue dada por Arist6teles, que afirma aque hay algo que cambia», o que, para que haya cambio, es preciso que «algo perdure a través del cambio». Este problema metafisico se repite de una u otra forma en distintas épocas histéricas. La nuestra apost6 por lo subjetivo y mudable, mientras otros perfodos hist6ricos han sido mAs objetivos y fijistas. Por ello es preciso encon- trar la sintesis entre lo estable y lo mudable, entre las cate- gorias personalistas y la realidad objetiva. Enel terreno de la ética la sintesis se alcanza armonizan- do la realidad de la accién con la importancia que tienen las circunstancias personales dentro del actuar moral del hom- 53 ss “ayes ey we pepro ~{pudur e[ wepuewrep onb sarqod wos esour BT A BOND ef :09 -psyyd uarq se opeoyruais [q ‘eusouny opuerpid ourures un ap eieA Bf ¥ ‘«[esoUr f evong» ap soueUT sns UD OUTE|DOT J? Woo ‘soS;puowr sop requasaad je oj08uTW wIsOUNY P 0z1q | pepazoos ensanu ap sofesour sazopea ap 3149p Pp sepounuap ap oatsaudxe spur opour jo ‘siawalqrsog “souepepnio soy tod ‘Texauad wa ‘£ sojosopy soy ‘seysqwoU -098 Soj ‘soonisod soy wos ouros ‘seorey sezioNy se] 10d outs ‘sesordtpox sefourisur sey 10d o[9s ou eperounuap se eMIse eparos e] we Soong sazorea ep eprpugd el oYDay aq “ere -¥1$U09 ep euITXe OU SISEID e] JeONSOUBEIp ap peINogIp e| org ‘ueztudanua as 4 sofedutoo ‘sapemyd wos sa10}9"j SOT sand ‘«eonugpe eimyno» epeuyuouap ef v ayrourersadsa ‘semyno sesioatp se] & wooze on fexour sISHD e ueDOAOId anb sesneo sojdypaur sey zepnuxr0y ajqysod so ovodurey, ‘SA ‘YP) sajeuLDop saroxta soy A erour 2 yoURsuy Sel Jens sod vounuap A eqezour» sourttip; Soy ‘ore ug “eTesOU Biqured ¥[ ap opnuss ap orqures oxopepsea un ¥ soumsisy (@ :sauoTe1OUe Sa 90 osjoaid psos oxog “«fesourr our} Jo spur erounuoId 28 Byp wpED ‘oYsayf aq “sooNg SaxoTeA SOT e ejoNA eUN eUT ~eppau 9s ‘sopo sod eperounuop & eproouooau se anib ‘yex0ur PIA ¥[ op epeZyeIauIA gI5119 ¥ISe ap OpErsas OWIOD, «qBIOUM OUTULID Jap UPPEZLOTEASEC “p -ejouedsa peparsos vj avaped ‘sopeuoroen serUe\sut se] sepoi ueIoUNuep UNBes ‘onb sopesour safeur so] ap euapuod ey eX sIsypUE Te NoIEUE] -ope as sodsigo so] anb rejou oysay wy as ‘aqTaULIOHIOSOg ‘oanyeSou oyuouroquaptAd [esOUE Opfes UN WoD eISeT ‘anb e| ‘ejoyedse pepatsos | ap eong ugroenns Bf wezifeue sajouedsa sodsiqo soy ‘onmoumoop ormejz0duur 2189 Wal *(0661-IX-02) Pupaic0s vasonu ap josout ugjoomns 9] aqun vuvysy9 vysUsrU0D Mf 24gos podoosdy mouaiajuog v] ap jouoisg ugwonssuy “(Ze ‘8 UL) «se4qyy p4vy so pupusa vy» ‘eyedsg we [eroUr epTA eB aNOUT ~esaidxa opeotpap [a aitoureroadsa ‘ejouedsa jedoosida, BluarFUOD v] ap sBUUTD[OS SEU soTALNDOP So] XEpI0I9r aquayns ras oses omsanu exeg ‘a1ttap1o09 ep sasyed sol ap ajuawersodsa ‘opunu ja opos ap sodsiqo soj ap sovust -rioop sosoxeumu soy tpeue anb eyqey soloynuod sory -ournsay sorsa y “vjouedsy jedoosidg erouaxayu0g “¢ ‘TWuOW VJOOTOAL aa OlANaaWOo COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL moral. Tercero, porque nos falta perspectiva histérica para juzgar los efectos que se seguirén. No obstante, cabe aven- ‘urar las siguientes consecuencias: a) La relativizacién de los ideales éticos. Se han perdi- do las grandes certezas acerca de la doctrina moral. b) La jerarqufa cristiana de los valores ha sido trasto- cada. La sociedad practica una escala de valores ajenos al Evangelio. ) La pérdida de los valores cristianos favorece la sociedad de consumo y el hedonismo. El ideal no es el bien, sino el placer. 4) Se manifiesta un abierto desafecto a las normas éti- cas, Se asiste a un estado social de anomia o desprecio de laley. e) Los juicios éticos no dirigen la vida. Lo que priva es Ja eficacia, La moral se sustituye por el utilitarismo. 1) Se trastoca el fin del hombre: no es ya el fin dltimo, sino fines inmediatos y el disfrute placentero de la vida. g) Amplios sectores sociales evitan las preguntas esen- ciales sobre el sentido de la vida, sélo interesa lo inmediato. 1h) Se desprecia el «deber» y'gon ello desaparecen las obligaciones morales. Se tienen en cuenta sélo las conse- cuencias. Todo ello conduce al «permisivismo moral». Si estos efectos responden a la realidad moral de nues- tro tiempo, se explica el pesimismo de algunos autores que comparan nuestra época con la decadencia moral de ‘Roma, al final del Imperio (I, 150-154). Il, CAUSAS DE LA CRISIS ‘Tampoco resulta facil inventariar las verdaderas causas que han motivado la crisis moral de nuestro tiempo. Cabe ‘enumerar las siguientes, que repartimos en dos apartados: 60 CRISIS DE LA VIDA MORAL 1. El influjo de las ideologias no cristianas Es evidente que la moral catdlica ~en general, el cris- tianismo- ha sido especialmente atacada por amplios sec- tores de la cultura actual. Las mas incisivas impugnacio- nes contra la interpretaci6n cristiana de la existencia son las siguientes: 4) La critica marxista La calificacién de la moral cristiana como «opio del pueblo», que paraliza la lucha contra las injusticias socia- les de nuestro tiempo, ha calado en amplios sectores no s6lo del mundo obrero, sino de los intelectuales. Algunos no se explican cémo las graves injusticias en el campo ieron lugar en las naciones cristianas. Por eso xia de las ideas cristianas y la ineficacia de la praxis para solucionar los verdaderos problemas de la vida social que se presentaron en la llamada erevolucién industrial». Esta critica, si algiin dia tuvo valor, hoy ha sido des- mentida por dos hechos: la fuerza que ha tenido la Doctrina Social de la Iglesia que empujé a los catélicos a la lucha por la justicia y la ineficacia del sistema marxista, derrotado en buena parte por la accién de la Iglesia en la defensa de los derechos humanos, de la libertad y de la justicia social. b) Las denuncias del psicoandlisis psicologia naturalista, y més en concreto el psicoa- an hecho a la moral catélica dos graves imputacio- nes: Primera: atentar contra las conciencias subrayando el sentido negativo del pecado, lo que, en su opinién, motiva no pocos traumas psicolégicos. Segundo: desconocer lo 61 9 isoqueM}s So] xepeuas aqeg “TexOUT eyBoTO=} EI ap SISTI9 e seoonoud & upiquien opmgLnuod EY sa[eise[99 SoUDUEOLAy soungpe ‘Ty o[qeg weng & [A oged wefunuap ou0D [eiour s1s119 e[ uesoAo1d onb sofeysopoownUY sesney °Z “11 opnydeo jp wa eroueysu09 efep as owtos Te ‘oduray onsanu op oons}ie}ereo ue) oon ousanefad [9 Jnbe 9 “sojesiaayun seo seun epueurep anb [ex0ur EprA ¥[ ap UOT -deouod B auqos wsad viouaxey wis “OtstarD[a4 [9 1O3ET ua andis 2{ opIpouisap owsyaind [e ‘oo189] $9 ou0) “Tero! uo!adaou09 ef u2 “eroUNDasUOD Uo ‘KUO “Wlex P| ue “eoryjod ey wa ‘eure [2 wa :raqes Jap soNqury soy sopoi ua sejeijd sauojsdsouos waun 9s ooygsoTy Ousy -einjd aiso y ‘oonpuraists owrorumesuad fe ojaoar uoo wart as anb oxmd Jo eisey ‘soozgojoopy sewrarsts soy weyopdxa XX OfBis Jo seBO]| Te ‘waIg BIO ‘sauOFONIOs sey wa MeqenaIs as seiouarepIp sey ‘soumuroo soruorureaiueld wqey ‘21 -uauRUCD jap oursTTEUOIDES [o£ ‘ojdusafo 10d ‘s9pur oust dua [p aug “seqoBsaatIoo Anur were SOOOSOTY SeUTaISTS S0] Xx O[8ts [9 easey ‘anb zeye;suoo ered edommg op owuorut -esuad [9 1200u09 ayseg ‘Temyd ayauerTeMpoRNxe [eI -[No Up}ouNI]s uN ¥ reEN] orp oUeHsHO oWWeRUTEstIed [e Seu oft seyBojoap! ap uofourede By ‘o}oaJo wa “sasOLTOITE sa101 -98 So] Sopo ap opErhisar [2 ouloD ofse1apysuos aquo visyaupas owsypoarn (P Temmeu fo} Bf £ ezapemnyeu ap ordaouod [a auqos ayuawryer -wourepuny epeseq ‘orrarue ede ¥| qxoqeye anb vj anb e1 jeuosied spur s2 e1[fouoasod ferour efSopOa eI onb susp se £ ‘ | opuesau X «erouanspxar o[ps se aiquioy Ja anb ap sia} ef ‘woo sugTooe Bf op PEprAnelgo eI ap euNjOU sod seuEIsIMS, aa se] 1ese1sep ta ‘oreumy o7a{ns Jap sayuaueuted $01 -wowrsye So| ap opuorpurosasd ewosiad ¥] ap peprTeNsus ep ap ugyowsoyea ef wa ‘perraqy] el & woNpID ef wa :ojdurafo 10d ‘soszoarp nut soisodse uo suas ofep 9s eorores TeIOUr ef ‘uo cove ousyESua}sneo (Ap erouonyuy ey oxog “epevren. ANT vorSojoapr oquspsz09 wun odnade ousTTEIOUAISTXE [A Uy BUS sepeuop spisypiouaysixe sojuspumarunyg (9 “axquioy jap epra ¥] & eiadut09 UofEIUATIO un zeoreur apond anb e] peprues e[ ap [exUr ey ‘ayusut -estoaud ‘sa X ‘opnuas ap aoaivo axquioy Jop epta vf enbsod aquauraruansaxy ueonpord as seoBopooisd sstI9 sey ‘purer ungog "epla ns e opnues ep onb axquioy [op opungord [a ours ‘Tenxas oud}s ap azuarostooqns [a se Ou ¥treuInY eronp -uoo &] ap aiueutuLisrep [2 enb euensos prresy zon ‘eid -2x01030| ¥] op sopepury A euat, ap ejanosg EI ap Joszons 2 ‘sweuresioarg “opeiadns vise ouerpany s}[yuvooisd Pp onbsod ‘opunog “arquroy Jap ores" woYsUaTD ¥FBO[OD isd vj ap sepepzea se] oprumse wey pexoU ap soypnisa Soy anbsod ‘orounig ‘sepezadns ‘eprpaut euang wa ‘ed Uys seonpo seise ‘oBrequia-uIg ‘souoTEUndwr seso e uae 59 ow opesad Jap pept[ear ef argos [entoe sisq19 eT scopeood urs fexour eum» opeusndord wecey sounsye aonb jnbe ag ‘oueumy miiydse yep saperagiadns & seopigyiiad spur seuoz se Ua ardwars asopugiaour ‘arquioy [ap opunyord ‘TVHOW VJOOTOAL Ha OIGNHANOD COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL 4) La necesidad de reforma sentida en los estudios de la teologia moral La reforma del estudio de la teologia moral no sélo era sentida por amplios sectores del pensamiento catélico, sino que era necesaria. La exposicién sistematica de la teologia moral, desde el siglo xv, habfa perdido el aliento biblico y derivé hacia una moral casuistica y de exigencia de minimos éticos. El Concilio Vaticano II no trat6 expresamente de la fundamentacién de la teologia moral: falt6 un esquema sobre esta materia, por lo que en los dems Documentos sélo se encuentra un aliento nuevo. ‘Como consecuencia, en la época posterior al Concilio, los moralistas se encontraron con que era muy amplio el vacfo que habfa que llenar, se encontraron con una filoso- fia fluctuante y tampoco supieron resistir a la fascinacién por lo enuevo». El resultado es ~frente a verdaderos hallaz~ gos~ el panorama que presentan Pablo VI y Juan Pablo II en os textos arriba citados. b) Influencia de los estudios bibliéos El Concilio Vaticano II afirma expresamente que la exposicion de la teologia moral debe enutrirse con mayor intensidad por la doctrina de la Sagrada Escritura> (OT, 16). Y esta advertencia respondia a uno de los senti- mientos mas comunes entre los moralistas de la época. Pero, como es sabido, algunos estudiosos catélicos de estos iiltimos afios se adhirieron en exceso a ciertas corrientes exegéticas, derivadas fundamentalmente del mundo intelectual protestante, deudor de una interpreta- cién bultmaniana de la Biblia. El resultado es que una lec- tura inadecuada de la Escritura apoya algunas insuficien- cias filoséficas, como, por ejemplo, que exista una verdad 64 CRISIS DE LA VIDA MORAL absoluta sobre ciertos aspectos de la vida, el relativismo la negacion de leyes universales, etc, En conse- cuencia, la gran esperanza de la renovacién de la moral a partir de la Escritura ~pese a no pocas e importantes inno- vaciones- también fue ocasi6n para que surgieran algunos errores. c) Pluralismo de las normas morales Al pluralismo ideol6gico, arriba sefialado, hay que afia- dir el «pluralismo moral» que en esta ultima época se ha generalizado en la vida social como consecuencia de con- vivir distintas religiones y conocerse diversas morales, jen sean de Ambito cultural o de otros credos religiosos. Todo ello induce a pensar que existen modelos de vida nuevos que permiten diversos tipos de comportamiento moral. Ademés, es preciso constatar que no todos los moralis- tas proponen las mismas normas ni las urgen con igual rigor. El resultado es que, cuando se intenta presentar la moral catélica, algunos creyentes la rechazan y se adhie- ren a quienes proponen otras soluciones éticas u otro tipo de conducta de acuerdo con ese pluralismo de normas morales, d) La falta de sintesis entre conciencia y norma Del tema se trata mas ampliamente en el capitulo X. Pero aqui es preciso sefalar el problema, pues en él se ventila una de las causas del relativismo ético. Es claro que la moral casuistica destaca la importancia de la norma, pues desea saber en cada momento si un acto concreto esta o no de acuerdo con la ley. Por el contrario, una moral basada fundamentalmente en categorias perso- 65 19 un 39s apand sistio z] ojfe Jod ‘soaonu sasoyea Key ‘oA -19e8ou so opo} ou ‘opnuss ayso wy "e0d9 eped ap peprTiqis -uas Bj eureppar onb & sopiata so] v rexBoIuy auazattoo soo anb & sayuouewed wos anbiod sopminsns 0s uopond ‘ou soqpno ‘sopeaouax 10s uopond soong saxoqea grb soqes 81xo oyuaruNTUedstp Jo ‘war Seng “sono sod sopmapsns 39s uagep & eiouesta wapzatd sazopea soun oduran Je wos anb equesard saue) ouafauod ‘H1Dap sa ‘aoyTayUNUIeDStp» Bo0AB «SIS{I9 OURIID | “SISO Y] ap OpuaqueUDOSIC “E “eezp wa pySa> ong e] ap owiorar [9 Jod ourepoar [9 ‘«efeq uo Pisa» [eIOUL PPIA P| UaIq Is ‘opnuss aise Ua “se00A seyoNUL UaTIdor ‘anb ue8ojs un se «Te1our epra Bun & Iona» FT “sofeOUr Sar -o[2a soy ono unSunu owoo epueutop anb 10A¥y Ns v ou: odwen onsanu souour ty Bez-8yz wo epjoxtesap as eLIOISTY, [ Saaa & :onuro9 osauford un outod ou eLIO3sTY ef ed ~UWia]U0D sudIAUOD SEWapY ‘ossoaud un ap sound ST "7 ‘woody eaanu eun ap ozuayuro> Te 4 osaooxd un op jeuy je soureise anb aoareg “oonsgisty opopred oxanur un ap ojuRUNIORU |e UOISHIL Wod xe O5I9}. -axd so off 10g “enospy -Ho wun op wren 9s anb soared emise ve & axdurays oprqey, ey [e1ow sistz9 “e[rezyfeue uo opelsewiep osiouaop ou | -21auoo ou ‘Dep sy ‘ooIdor ua vpuanucs «sis}io» DTT! ureounua anb spur soursoey ou anb ‘sorpour souamsis soy xesopuod uaqap as syurope ‘org “uoreAnou e] anb sesnvo se] ueyuodxa 9s anb wa ropraiue opeyede fo eista e ¥ 199} su9{AuOD anb be aq “uaonposd eI anb sesnvo se] ae1mb 9 sjspr9 wun sesadns ered opeyts0 Jourad [= “eueHisir9 BON? el ap [B=p! [> Ez | -trear ap zedeo vas onb odnu8 oyanbod un v aszeBojd outa! ‘WUOW VaIA VI aa sISRiD 99 -uoo ojje sod anb £ oduioy oxsonu op axquioy [a ezed sa ow ouensto yexour afesueur jo onb sesuod souoia pu orjadueag, [pp soqexour seroua81x9 se] 1efeqax uo uoToNJos ef xeosnq, agep 2s ooodurey, ‘ourspunsad rexpuredua aqap ou jesour BE -En90p ¥| 9p A wpIA ¥] ap SIstI9 eI ap o7waTUNTOUODAL [=| SISRIO V1 Aq NOIOVaaaNs "I -onfeStreag ep seo “ng seroue8pxo sey ap wazeur [e eoMpuos eun voyTIsnf as £ vore] uoroejasdzaiuy eun osamMbpe epta ef ‘seouonug, “ueignu os sesorByjax seapr sey ‘qexow Fj OBL uoD ara as OU Js ‘oad ‘sayesour sopermsod 218}x0 o[qIs0d sa ou ‘sepunyord sesoy81jax souoyooTAUOD Sey ou opureno :jesour eapopid yf wa amuewreyqeiou snus uelep as seis upiqure; oad ‘sejousaso sey ue adngUT [exoUr epIA ef anb euxoy ap ‘epra & vpouaaro annua a1sfxo onb uo}oejexiequy ¥] aiouromuaroyns yrerepuod as vOUNN, “seuensiio seuss se] e1u9W2]quI0U opseoop UEY aNb eI Ua EDOd9 eUN LOD, aproutoo fexour eI ap sIs{z9 ef anb eTeysuoo as sond ‘sepoy sepyumser apand epeuojouau wsneo eUITD eIsy Toso 2] ap uproo2MInoas “DUDHSHO YpLA Y] ap sisu9 VT (a ‘omeumny Jexour oe [PP safefouasa soarmnypsuoo uos souowroja soqure sand ‘é9] & vioua.quod aujua sisoqujs vf TeNWODUD aBIN O[[9 Jog “efous}ouo9 ¥| ap UateIOIp |e OPO? a10UI0S of nb TeOUT ep ody un opesed souroy ‘euxiou e] ap eded [a equoesap anb [sow eun ep ‘o1sajo ug TeIMpuad Ao] BI ap owaTUr -ydumo Jo uo ono upZuTU OULD ens sou eUFA) 2759 ‘T9Iq song “efouerouos ¥] ap eYouELodwr ef eoeIsep seisTTEU ‘TWuOW VIDOTOAL 3a OIaNzaWOO ‘COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL momento de lograr la sintesis biblica entre «lo nuevo y lo viejo» (Me 13, 52). Al menos en el campo te6rico no cabe volver al modo expositivo de la teologia moral de los viejos manuales. Pero tampoco en la presentacién de los valores sirve la repeticién de otra época, que no tenga en cuenta los pro- fundos cambios que ha experimentado la cultura occiden- tal. Es una confirmacién de lo dicho en el punto anterior: es preciso distinguir entre los valores espectficamente cristianos, que no pueden ser sustituidos por otros, y aquellos que son coyunturales e histéricos. En todo caso, las sensibilidades de cada época deben despertar la aten- cién para discernir si esos nuevos valores son o no evangé- 5. Presentacién adecuada del mensaje moral cristiano. ‘También en la presentacién de la moral es posible cambiar el modo de ofertarla. Al menos, esta generacién, posible- mente no sea capaz de recibir duras recriminaciones como han hecho los moralistas‘de otros tiempos. Quiz4 convenga presentarla con humildad que no est4 refiida con la fortaleza y aun con el entusiasmo-, que no hiere, sino que conforta y anima a asumir ese estilo de vida exi- gente que lleva a la salvacién. Al mismo tiempo, debe ser sensible a las objeciones que se han hecho a la moral caté- lica en épocas atin recientes. 6. La ayuda que ofrecen las «Ciencias del hombre». Con que ofrecen las «Ciencias del hombre». Es evidente que la psicologia, la antropologia, la biologia, la sociologia, etc. 68 ‘gicamente, se debe iniciar la exposi CRISIS DE LA VIDA MORAL ofrecen al teélogo datos que debe tener presentes a la hora de exponer el mensaje moral cristiano. Esos datos cientifi- cos no pueden menos de aclarar y justificar las exigencias morales cristianas, dado que «Dios no se contradice>. 7. Recuperar valores permanentes y prestar atencién a otros. La historia es testigo de que hay valores primarios que pierden actualidad y otros, también importantes, que emergen con fuerza en el tiempo. Hoy son ejemplo de los primeros, los valores relacionados con la sexualidad y la familia y de los segundos, los relativos a los derechos hhumanos y a la justicia. Pues bfen, ha llegado el momento «haec opportet facere et illa non omitere», es decir, «uno no quita lo otro». De los ejemplos aducidos cabe decir que la urgencia de la ética social no debe restar atencién a la importancia que tiene en la vida cristiana la moral sexual y la familia. El creyente y tam- bién el moralista han de estar atentos a no dejarse llevar por la moda, sino a servir a la verdad. 8. Moral evangélica y moral natural. También en este tema se cumple la «ley pendular». En efecto, en los anti- guos manuales predominaba la exposicién de la moral cristiana a partir dela naturaleza humana y de la ley natu- ral. Hoy, por el contrario, algunos pretenden dejar los principios de la ley natural y partir s6lo del mensaje btbli- co. Como se dijo més arriba, el dato primero debe ser la vida y la ensefianzas de Jestis, pero esto no obsta para que se tenga en cuenta la ley natural, que justifica tantas ense- Quiz4, metodol6- m con los datos biblicos, pero luego la ciencia moral debe justificarse a partir del ser propio del hombre y de las leyes que rigen su vida. 69 ‘SA) «0 8018] v] 10d seisondord aiquioy [2p uo ‘uRnoop eI Usuansos anb seoiSojodonue sau01 song sopeogruais soy ‘soorasq somtourepuny soy sofour za8 epeo aeoytre]o 10d upreyadura as soBoj9a1 so] ‘oombapzaf ‘opraisiBey [2 too xexoqejoo exed seziony sns opustuy» HOgey arta eso uo epnie ns waisaid anb e soSoj9e1 soy ¥ sue zopuayds suDILeg BoTPOUG wy ‘oonsyIselIY oVers|Zey [ap -9u -urojos & epesorjax wey Aoy- ezteyasta vy sTuOUTETHOTE was as onb ‘euznoop e[ ap odureo [a wa ofresavau yenys9[91UT JO8ur [ep sywope ‘o8pxe of[g “TeLour euENDOp e] ap odureo [P We sopIpise souorsnosip se[ oD Iequoe & euENISTIO vonig BI Sepnp UIs reuodxe azamnbar as ‘etaard vases OWD ‘ay o1so sezuegqe exeg ‘sodsiqg so] A edeg Ja ueurepar anb «ugiezteBueas vaonuy Bf oqeo © seaaT] exed 91qIP -uppsaudu woTorpuoo wun sa OTTOUTEISAL, OASTN Jap [BIOUL ‘afesuour [e peprlepy e| A uorseAouad FT tugIsNpauOD ‘TWYON VaIA VI SISRID OL “CIST-TLI 1) eps ey ‘9p ophuas Jo argos [es0Ur eULNDOp euN UEpuEUEp ‘TeNIOe uoroenyis er ua ‘anb -saquadaro ou £ souerstio~ soyanbe ap eyoussiaqur ey] yreUTUMNT! epeureous yerouK vy] A sxerd I UOD aoazEpVS9 as BULNDOP BI ‘opouT 9189 aq “orjeBUEA™ [9p soon saz0TeA soy SEPIA ss Us WoUIeOUA onb soiuek -219 so] ap ojduxofo Jo ¥y1S909U TeIOUT EPIA FI ap UODeAOUAL I ‘ofa Jog “esayord as onb oy e] ¥ epensspe eULIO}-euN op MIATA ap oyaxdu09 opour Jo auasue f afndura ‘oquayTe onb sou “ens sono ap ojdurafa [a eyIs2oou fexour epra yf ‘oaUTES id :spur rewisye ostoaid sa orag “[eIOUT EpIA BI ap Dap ages ouistur of “eIsa[8] ¥{ ap ooxeur J ua samtaa19 sol ap ata oruoumsay Jo 10d sgndsap & spsaf ap eprA e] WOO O19e1 -t09 ua sajoysody soy apyosouttd ‘epia ap erouapiadxa ua aonpesy as anb ‘soiq ap ugtorjaaar e] ap omy sa aonb ous vyBojoapy ajduus eun s2 ou euensyo 2 By “sayuataso So] ap auiod sod Jo.out vpia ap ojuowtnsay un ap pupisedaN “OT ‘oursy [2 Ue Tejua 4 orasueEAg, [2 tepuazue ered a[qusuadsrpuy ugforpucs wos anb ‘sey -onpuoo se] ap euL0Jex EI oruasead spser enb Wod IOBL [2 ‘aknupustp ‘sewensto seong seyouaSpxo sel TeqTORy 10d ‘Is ‘oduren onsanu ® apneyy a[qeiou un Bprorout0D “eUISTUE JS 8 [PY 29s ou ap spurape ‘eIsapsT By ‘oLTENTOD oseo Uy “sNSOL sod opeorpard [esour ofesuour fe pepyapy ef souaEU ap epusyea el estoaud as “eoppro By B aSTepoUTOe op UOTD -equ9} Bf alue ‘K ‘opuezeure|qoud uenupUOD sarome sou nye ‘Tenjosyeiut 10811 ap ¥3[ey 10d ‘onb seureqoad soyrey -seq 2uqos zn opep wey soue soWTyIN soise ap oLAISTEW JP owrod yexoUr ByBofoo2 ey OnE? ‘osod ‘oiuauTpENID9IaIU SOPEpION[Ep Jas ue uaqap seutay soundye onb 013019 SH “eoygieo [erour ¥| ap ugrorsodxa e] uo pemmsaporu 3081 Jo £ zed vf reradnoar ayua8m sa ‘ersapgy vf ap sazoras soydure | ua ajsixe anb o1zefouoosap [2 & [exour epra BI ap USI 2] ped ‘ounysus pouow afosuaue po pr ‘“WUON VJOOTORL Fa O1GNaaWOO Capftulo IV LA MORAL CRISTIANA. SU ESPECIFICIDAD G, 185-230) El noble afén de justificar la moral catélica ante una cultura plural y secularizada y el deseo de hacer cercano al hombre actual el mensaje moral del Nuevo Testamento ha levado a algunos autores a afirmar que el cristianismo, en| el 4mbito de la ética, no tiene elementos cualitativos nue-| ‘vos, sino que su doctrina ensefia lo mismo que la moral natural: ésa que ayuda al hombre a vivir con la dignidad' de persona y gue le permite no degradarse en la vida. De este modo, dicen, el cristianismo puede dialogar con un mundo que no sélo ya no es cristiano, sino que se muestra hostil a la Iglesia. Esta actitud provocé la opinién de otros moralistas que} sostienen que el cristianismo predica una moral especifica- mente nueva. Ademés acusan a la opinién contraria de que su teorfa parte de un grave error de fondo: una falsa com- prensién del cristianismo y una interpretacién de la Escri- tura en dependencia de la exégesis bultmaniana. I. LOS TERMINOS DE LA DISCUSION ‘Ningiin moralista sostiene que no exista alguna dife- rencia entre la ética natural y la moral cristiana, pues es B sh -oxttoo By ‘o1tTeISqo ON “sonant sorep apeyE 2s OU UAIq IS ‘opeurwizar ey ou ugISastp ey “eUND} Jo asqos eIFeIZONA! ‘aqiepunge ef wa8ooar anb sounrajoq uarspxo anb wmnyesa1ty ‘eue} ouiedsap & ‘eiuasas soue so ep epeogp vj ue odzeno Bwo} BoIZ9[O9} wONsano vj ‘euENUEy EOSOTY eI 2p ape -oad eyeuspusosexy-ferroayeo wyojouruLN PI UII IS ‘ALVAad Na ad VRIOISIH TE “seo{p] 0 sesorStjar ueas waIg ‘seezour ssuordaqu0D sgurep @[ we remy ou anb soopg soideoard waste orueut -BISQ], OATNN [9 Wo JS BUONSANO ag TOAREULIOK [PAIN “E “souorS jax Sento osnyour a Soong seUlDISIS sosIeAIp so] we39j0 anb sooTyIeo so] wo WeXUETIOUE as ou anb saxopradns sapmysta euySuz0 € sonanu song saxopea viiode: owsruenstso Jo 1s eunBard ag :ooFSoTOFXe [eAqN “Zz -eoyosopy esSojodoxue ef # uprosodesq409 ue ‘vorZojoa} ayueuteyoLnse “eaanu vZojodonue wun a1sEa ‘eas 0 ‘axquioy Jap UgTodsouCD eAanu eUN eeAIUE OUT reNSHO | 1S 32a op wren 9g roI1S9jodorue [AI “T SoNqUay sexy AINBUpstp auayaT09 ooIZoTOa oedsE J wa uoNsano wise e sirourepeuapzo rapuodsax Beg gong onrafureyoduroo ap sapnayse sop sese uewisojuoo onb soaout soy & upouazu e[ 10d uonsunstp es ojos femyeu [exour e] A eueHstio [exoUr eI? ‘oprenuod [9 sod ‘9 gourstneg jap ated ¥ aquioy jep UOID -daouoo ean eun ap zeiqey aqeg? gfemren exour By Jod seproouoasap sapmyiia resnoesd aqap? 015119 we aytaesa Ia eseuensto ojuouresyjoadse souuow & sordaoesd oueUt -P1S9], OAS Jo Ua WeNUANoU ag? eIsTuEUINY [BOUL ‘QVCIDIEIOAaSE NS “VNVLLSRID TVHOW VI bh BIB sauNUTOD OU sooT9 saio]vA soasnu oUNSTHENSTID [3 euiody? :sezungaid seisa e owsoy wa eAanur as soperour soy -opLI09 SeIUNSTp ef axUD wISTEAONWOD Bj ‘0}23909 Uy ‘auquioy fep woradasuoo esanu wun aiqos ‘opequase o7jo opor ‘seanu sapmina £ sazopredns so\dasad ‘soon sos0[ea SooMUDIME OUTS ‘«UO;OUDIUT> eUN CIOS OW Teameu exour gf & opeue onb euenstzo fexour Bf ap pepyior -odns vj snbe oq (pepieo e]) «pmtia» exon Bun wonoerd as anb £ («oaant» ojorureptreur Ja) «ordaoerd» onan mm. a{dumo as anb ‘(euensyo pepuieo e]) onan [exour «x0eA» un arsqxe anb ours ‘eure exed «oanour ossnu» un aun [9s ou ouenstr9 [9 pepLied eI ap o1 -2T1s0s onan ayuswupouo3ervo [er0U! af oursprenspo [p an wayupe sauomb “ejouandasu0 wy ‘casuig ano v axqnskap ‘euosied epeo ap spnap ‘sand faxquioy [op Upfodsouco eaanui wun ayfurpe onbuod & pep “Heo &] ap phastA e zeopoRsd 10d ‘soure Jop conan o}raUr -epueur je ardumo 10d ounfoad fe eure ‘199p so ‘]ou08 -2iv0 wapi0 Jo Wo peponou exuONOUa ‘]ymepusoscar oaNOUT ayse sejoardsousur wis ‘ouepstzo Jo anb woustisos soo “LN Pp [ex0ur v] ezyfeay jnbe onb wewaye soun sexuarur ‘oxeg “exquioy Jap peprusrp vl ¥ oredsex sod preonoesd 0] attiafaz9 ow [9 ‘o[durals 10d ‘oBjurous [e route [a enb ‘BULIOg ap ‘SEAS «SSTOISEANOU!Y SUBN OUEASLIO [9 «PEPTL -suorouarur» v] ap 0 jomepueasvay wapio Ja ua on uaTUpE seyouepus; sequie ep seisyyexour soy ‘aiteweiuepiag “esoUOIOBANOUP 0 «QTD -arure e] ap [9 “eas 0 ‘Justiapuaosay Ja £ «sapmartar & «seu ~sOU» “«sar0[EA» SO] aP [9 “TOAP So “7pUOBar09 [9 :soNIqUIB sop uonSunstp seist[esour soy ‘auafas9 ou [ep BI A ou -enisti9 Jap eIONpuoD e] anue sEIouAION sel JeTEUES ep UE, [2 809 ‘o[[2 Jog “‘uorounstp wise ‘orwourestoard sefy ap wren 25 opueno eins seuoqurdo ap ugtoeuoyUOD e| Oeq “seyouasaHp $3] -vjou warshee ‘femmeu [eIOU! e] v LxeIype 2s enb ‘consouaE un ap e 4 aueXexo Jap vionpuod ef axiue enb euapias ‘TWHOW VJOOTOAL aa OIaNzaWOo COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL versia no ha sido estéril, pues posibilité el esclarecimiento de esta cuestién y ayud6 a profundizar en lo que es especi- fico de la moral cristiana. Originariamente, el tema se hereda de la teologfa pro- testante y prende entre los catélicos, no s6lo entre los mora- listas, sino también en algunos exegetas. Los moralistas catélicos mas conocidos en Ja época que sigue al Concilio Vaticano II se reparten, casi por igual, en dos grupos. Por la importancia de sus autores y por la controversia que man- tuvieron entre sf, cabe fijar la discusién en dos nombres: J. Fuchs, profesor de la Gregoriana y Ph, Delhaye, profesor de Ja Universidad de Lovaina. . Fuchs identifica la moral humanista y la cristia- na: la diferencia esta s6lo en la eintencién» de ambos com- Portamientos: «Si hacemos abstraccién del elemento decisivo y esen- cial, de la intencionalidad cristiana (como aspecto trascen- dental), la moral cristiana es fundamental y esencialmente humana en su determinaci6n categorial y en su materiali- dad. Es, consecuentemente, una moral auténticamente humana... Para la determinacion moral del comportamien- to, el cristiano y el humanista sq.encuentran fundamental- mente en el mismo nivel» (¢Existe una moral cristiana?, 14 ss. ed. frane.). Por el contrario, Ph. Delhaye, después de rechazar la opinién contraria, constata la evidencia de su pensamien- to y aduce como pruebas la nueva antropologia y el pre- cepto del amor: sLa vida cristiana es nueva (Gal 6, 15; 2 Cor 5, 17; Eph 4,24; Col 3, 10)... ¢En qué esta la verdad?... Hay en el man- damiento del amor una extensién nueva, pues no se excluye nadie; un sentido nuevo, pues el amor cristiano hace refe- rencia al amor de Cristo, que dio su vida por sus amigos (in 15, 13), como por sus enemigos (Rom 5, 8)... No es sola- mente a nivel trascendental donde la caridad introduce la 76 LA MORAL CRISTIANA. SU ESPECIFICIDAD idad, sind también en el ambito categ 1973] Pero la critica de Delhaye va més lejos: acus de que en la negacién de la especificidad categorial de la moral cat6- lica existe una interpretaci6n no correcta de la Revelacién, que deriva de la exégesis de Bultmann. Al mismo tiempo, pone su origen en cierto complejo ante la critica ala moral catélica hecha por el marxismo y el existencialismo ateo, ast como a la influencia sobre los moralistas catélicos de algunos tedlogos protestantes, en concreto, Bonhoffer y Tillich. IIL INTENTO DE SOLUCION: Como acontece en toda controversia, las posturas ini- ciales se distanciaron conforme avanzé la disputa. De aqui que, a varios afios vista, cabe exponer sin pasién los pun- tos comunes y las diferencias que separan a estas dos teo- rias, Situarse a distancia del fragor de la discusién ayuda siempre a recoger la verdad que encierra el nticleo del pro- blema, asf como a detectar los errores explicitos o subya- centes que acompafian cuando se exageran las posturas. Exponemos dos apartados que recogen los puntos de con- cordancia, en general, y, en especial, cuanto atafie a los, derechos que derivan de la ley natural. En el apartado V exponemos las diferencias que les separan: 1. Presupuestos comunes a) Existen en ambas teorfas un denominador comin: no es igual la conducta que mantiene el catélico que la praxis del no creyente. Al menos el creyente tiene «nuevos motivos e intenciones» para actuar moralmente. 1 6L {(@ moy) wearrap 2s of ap anb seouaéixe sey woo ousTEG Pp orpaur sod jenosed orsaystar ja ta uoroedionred ey» :sojdurafa soysa e119 X “pepan -oU ns xauodya & «eoyqyq [exour e] Bp kT ap SdLNZAAIp sep -uea8 se] axayfar ap 120d» u9 1ez10ys0 9p ey 25 EIOBOx [2 ‘of 0g “«sopexour seutiou se] reuULIOIap xed UOIOLLDAN 8] 8 atumoaL» wyaBoxe Jap UOIsTUL OWIOD ETEUDS TA O1qed ‘TEU -oyeuraiuy eoI8ooay, ugIST ‘“reyquy] oqep OueNSLD [a anb |e ‘spsor 10d opemnneuy epia ap ojfise onan fop eres 98 3s enb epuodsar edeg |? X “(ZL61-IIA-9Z ‘P}ouarpny) «¢euen =sqs9 ap voyyfeo as anb saya ap [euIB10 PULIOJ BUN sTDap so ‘euBps[io [BIOUE BUN aISTK?> *uOHSND eyso axqOs o1TOUE -eyoantp o1unBaid 9s K ewa} Je BN TA OGRA edeg [9 ‘seo j9j0a) soUONsaNd SexO ULqRINIO 9s SeIIUOIUIS SeSIIAIP sexy anb wyeysio as opurens “eyuaT9s Sou so] ap Ined ‘orag ‘OVaATp Opour ap ouTATDIUY OU OLTaSIBEYY [> ‘«eO1s -p[001 ¥jonosa» ap sduolysono uege[tyuaA as wysIA eroUTLd & apuop ‘efsYaxoxuoo eaanu eun ap Eqeren as onb oped ONIMISIOVW TAC NOIONAAWALNI AT “sopexour sejx03 -a1eo Seaanut seum ature soureysa onib oquopiae se ‘sepeBojoa) sopra san se] ap een 95 ‘o[duiafa 10d ‘opueno org -oydaoard ayso op owwerurdumns Jp wom 91 anb svanqyq souojoearioy ap & soxanu sorep peiuepuaosen» sa Brower jour UN 09 epsosUOD BQep “ePIA Ef oypaap [9 ature ‘ojdurafa sod ‘eywasoad 2s oore] eisteoUL um opuend ‘osa 10g “saqtaprouToo wos (6161-X-L) NO * osinosiq ns Uo TT oqed wens Jod 0 (1 ][-G "UU 34>) si4s2y UE waong wowosoug Pf We [IKK Weng sod soprBoses soypazap SoUuIstur Sosa ap UOFoEIMUIO} B| & NO eI 10d sopesfnur -oxd sotreumyy soypazag Soy ap erst] ¥] :oydurefe oO, AVCIOIHIDAASH AS VNVLLSRID THON VT 82 “spuioy, onteg efjaxtesep anb sel ‘eprpour euang wa ‘uos sopaigisty sod seperpnisa'sop “muita se[ opor augos X sazezo9g 0d sopereuas sopesour Sor -ofeA soy ‘opdurale z0g ‘sepnasta sep & sazozea so] exed ours ‘sordroutad soy ered ojos ou epryga so Uotounsip wis ‘Jeuoservo peproytsedse ej ap Je uo ou ‘atigrouaiT> Bf ap 0 jo;uapuasso1y UapsO J9 WO O19S ENAIS 98 pepeaou ef oduies asa ua onb wo ayuaauoo uEpraqap sopoi oxeg ‘seiuosexo ou A saytiaaio ¥ ueByqo anb ayuap ~1n2 $2 ‘seuquioy so] Sopot e saumuToD { sepestaayun ‘soyD -axap sosa v oysedsaz ‘oqwoureanoaya ‘A “emreu Aa] ey ap soysazep uos ueyiode as onb sofdutafa soy sopor tse anb aeywIsuoo osoLma sq ‘Temmyeu A9T ET ap TeALLap anb soong soxaqop So] ap odures orfdure fa X seorfpSureaa aquaurerdosd sojeiot sopepsea se] ap Jo ssodureo sop a1touaquojoyns uenBunsip 9s ardurais Ou ugrsnostp e| ap OBre] of «qemyeu fop e[ 9p ‘ooyroedse o] v orsedsax pepnuapl °z -euenispio yexour 8] 9p a[qerounuozs oysondnsaid un ugiqurey so «jemMyEU vonp> epewrell ef onb wa wauszauos ‘squoumpeutg (9 “equano ua souat v aque yoduyy oquowIara uN tos ouENSTID Jap wIoNpLUO ¥] eM waqep enb «soaniout sonanu» so] £ «peprfeuozs -uaquY> vf onb snnupe uUICD Uo U9H9R oursTUNSY (P “ug1oreaoy Bf 10d oyuoureHoy|dxo ‘yur a20u09 soy ouERSHD [a ‘TeMMET BORD v| ¥ soUTUIOD soy -dooaad soy une ‘onb & yesow ¥] uo wistueumy OTOWTO]S [ep ejournioduir e[ to sepioa} sequre uouDtAu0o upIquTEL, (9 “Te1ou oquerureyroduroo op saumuros saxoqap So] wos arjdumno ered aqueKax ow jap ef anb z0xeun ejouasim wun a1UaKax> [ep epuewtop 93 ef onb weuLrye serouepuay sop seq (q ‘TWUOW VJOOTOSL 4a O1aNaaWOO COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL vida en el Espiritu Santo (Gal 5); bisqueda de la justicia del tos sobre relaciones con Dios y con los hermanos, sobre la caridad, la justicia, la moderaci6n» (AAS 67 [1975] 40-43). En la simple literalidad de este texto es facil sefialar que cabe hablar de novedad netamente cristiana en el Ambito de la conducta moral del creyente. Juan Pablo Ii habla de la eespecificidad original» y acusa a la teorfa que niega novedad categorial a la moral del N. T. de ser una de las causas de la negacién de actos intrinsecamente malos: Es necesario que la reflexion ética muestre que el bien-mal moral posee una especificidad original en compa- raci6n con los otros bienes-males humanos. Reducir la cua- Tidad moral de nuestras acciones al intento de mejorar la realidad en sus contenidos no éticos equivale, a la postre, a destruir el mismo concepto de moralidad. La primera con- secuencia de esta reduccién es la negativa de que, en el mbito de esa actividad, existen.gctos que sean siempre citos y por sf mismos» (Discurso al Congreso Internacion de Teologia Moral, 11-IV-1986). Finalmente, la Enciclica Veritatis splendor, de todo su planteamiento se concluye que existe una moral «espectfi- camente cristiana>, Se alude de modo expreso: «Se ha lle- gado hasta el punto de negaf la existencia, en la divina Revelacién, de un contenido moral especifico y determi- nado universalmente valido y permanente» (VS, 37). ~“Ademés se deduce de la novedad del mandamiento del la afirmacién acerca de la antropologia )j de la nueva ley del Espiritu (n. 23); del 0 que concede a las Bienaventuranzas (a. 16) y de la radicalidad con que se presentan las exigen- 80 ‘LA MORAL CRISTIANA. SU ESPECIFICIDAD éticas del Nuevo Testamento 18). Finalmente, el planteamiento de la moral cristiana como un segui miento e imitacién de la vida de Jestis se distingue espect- ficamente de la moral de a ley natural, comtin a las demas morales filosoficas y religiosas (cfr. n. 26). \V. LA NOVEDAD DEL MENSAJE MORAL CRISTIANO A pesar de los puntos comunes a ambas sentencias arri- ba sefialados, es preciso anotar que las diferencias son nota- bles y se sittian a dos niveles: Primero: respecto a los datos que se encuentran en el Nuevo Testamento acerca de una moral especificamente cristiana en el triple campo, antro- pol6gico, axiolégico y normativo. Segundo: en relacién a los resupuestos que subyacen a las respectivas teorfas. 1, Novedades morales del mensaje moral cristiano Del andlisis de la datos biblicos, especialmente de la vida y de las enseftanzas de Jestis asi como de la reflexién de los demés escritos del Nuevo Testamento, es facil dedu- cir novedades tan importantes como para justificar que se trata de una «moral especificamente cristiana», no tanto en el campo de la intencionalidad, cuanto en el émbito mienzo de este capitulo, es decir, ico y normativo, he aqui lo que resulta: 4a) Nivel antropologico Existe un consenso generalizado acerca de la mutua relacién que se da entre antropologia y vida moral, pues es 81 £8 -jodanue exanu eun ayurpe as 1s ‘ooySojoa 10311 wy *(LOZ-ZOZ ‘I Y9) (1Z ‘2 Jed 1) «sosed sns styBts onb exed ojdurafa un ofap so» snsag ‘oxpag weg aqts9se Ow0D 4 'g 409 2) wempepio vaonu eum se ‘01S|ID Wo ¥1s9 OUNSTE 1s» sond ‘aata onb of & «so onb op» axiue eyuowe Eun opout ais0 oq *«19S [op Wapso> Je Ue s9 onb o| er: ns ua af[dumo eqop opezrineg [2 enb vuxtos ap ‘«epra ap ody oxanu un upiqurey apueutop 2] 25 «eMyeLO AIT EL anb so ‘vfouanoesuoo eo/Soq wun outod ‘eysandsox By gerombpeno arquroy un. outoo asreyiodusos aqap «sor ap ofry» se enb (a? eerouen -sixo pao BUN URIqUTEY yaIBTXO a] BS OM «OAS axqUIOY> IV? copeznneq ou un anb wionpuos eurstur ef 1901 2q9p ouensis up? :seunSasd sesioatp weyosns 98 jnby. (€ PET 'TTAX ‘Mag J up) Peas Bj aqueIpout «onvarsay» [e) operuaurtredxe ey onb owen “SUD [e Bjoaye «upfoeard eaonUy FT ‘feuOIeL eMIELIO wo 2 -nypisuos 9s arquioy [9 ‘eup}owaD» BI 10g “ ‘up ‘siuauresomia oprepuaita anb Sey anb ours ‘orsadsar ns v aarafo soig anb eusored vlouepsia 0 woroai0xd B e00ne anb uae ajdunis eum so ou soig ap oft owtoo omesHO Te reudisoq “woe8 yreuruoUsp vorgred ¥IBoqoa ef anb ‘ewe ins ua Sold 9p EpIowU ‘extrepunday peprtead Taso $9 oIUOHO|D © ordroutid ofno “uproexaua8 eum op omy [2 se anbog> apuodsar x “«¢so1g ap ofty sa anb 10d? ‘ouenstss [ep 0589 Jo wo A» zeyundaid as ‘oussqur js op o8[e opnrtusuen vy af axped jo onbsod ugjows AVQIOISIOTaSE AS “VNVLLSIIO TOW VT we -oue8 wun ap omn.y outros arquioy ono ap offy 0s v ope#oq| ‘By arquioy tn owto9 opout [e ‘anb equose bords wio#oxe 15} ‘oust neg Jo Ud EpeoTUMUTOD (epIA BADTUE EI) BIBI B] HOD viorut as anb -ezapemyeu e] ap ou- Jas jap uapso jo wa vue -spi9 peponou vj a]uaUIa]UDIOYMs yxexOpuOd os PUN “CLT 4D) so1g ‘ap oujs ‘oxSuws vf ap TU auzed Ee 9p opfoeu ey ou» sand ZTE Ur [) «eIpeg» sorq ¥ reure]] ‘ugzeI Epo} Woo ‘opand (91 'g woy) «sor ap off pepren uar so “(y ‘T 72d Z) eeurarp ezapemnpen ef ap edjoqiied» opeznneg je onb opep qeno o| 30d “(BI ‘T'S $L 'b $6 “€ $62 ‘2 MF I) «S0Id Op oproeu yp sond “(pz-€z “p fx1) «onan arquroy un» sa onbsod “(¢ '¢ up) coyuayuowu oxanu> un ap re[qey aqeo ‘ejouenDes woo wa (LTS 409 2:9 ‘p Moy ‘SI ‘9 JD) eeIELIO exanU® ‘un ua asopupininsuod"(¢“¢ uf) oye sod sa 4 (¢z '€ “T Jad 1 € ‘1 ‘S ur 7) MEdsg JP 10d copersus8-o1» $9 opeztineg [2 ‘a1tauTatandesuod “(6 ‘E up [Yo ‘€7 "I fad 1) «SOIC 9p Wourds» Jo eq1oau ‘TeusTINEG, ejoes8 ¥] ap pHyyA we ‘ouTASTID Jo ‘oj9J9 UA “(£07 ‘I 9) BoTOIg wpIA v ap UoLDEISAB EI LoI|dxe as enb-soy woo sou yuu sowsTU Soy WOO eraxdzoTUT as pepeaou wIS X “(ST-h ‘9 woy) «eaanu epta» eun owos apusnue es Tend Bf ‘OUST, -neq [9 2onpoxuy onb [eoypex pepaaou vy Sorep op wOUEP -unge woo vordxe oof1qyq afenSuay Jo anb epeoreur we) $2 oquoumeisay, onan Jo £ onBauy [a amue erouaLaHTp eT “orsHIg we SoC op pla euisttu v ap edionsed auquioy Jo [eno ey Jod ‘«euyagp » B[ ua epeseq piso epunas e| & “Teuorses eUNTe [OP [PRUTA Us arquroy opor v UNLIOD ‘«sorq ap WoSeUNT» eI 2p ‘eprejuoureysojoxo7an uoBeuNy e| we epepuTy vise eed vy sjeammeuaaqos Pyojodonuy yf £ jeMILN eIZojodonuy e| aujua andunstp onb eprumse worurypeoe eur|drostp 2]qop e] be og “euwuiny vps e Ud wasn peprfear Bun UeonpONUT ojwauresay, OAS JOP SOLep SOT arquIOY [ap UOOeIEId -ra1UT 8] & oyDadsax ‘uayg sang “eo‘BofodoxUe uoTadeou09 vf sod epeuofoypuco vise eng eULDOp BI anb aytiapras ‘WOW VIDOTOAL ad OIaNzawOo COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL gia especificamente cristiana, en légica consecuencia, la novedad moral debe situarse en el orden «categorial» y no s6lo en el de la «motivacién». En consecuencia, parece legitimo admitir la existencia de una «moral especifica- mente cristiana». b) Nivel axiologico Side la antropologia pasamos al orden de los valores nos encontramos con realidades muy parecidas. No obs- tante, en este campo no es facil dilucidar en todos los, casos si se trata de valores exclusivamente cristianos, radi- calmente nuevos, o, por el contrario, son valores también compartidos por otros sistemas éticos o, al menos, profe- sados por otras confesiones religiosas. Es aqui, en el émbi- to de los valores, donde se plantea con més frecuencia la discusion entre ambas teorias. En este nivel surge imperante, como paradigma, la caridad cristiana, dado que en el «mandamiento nuevo» no se trata sdlo ni principalmente de un «motivo mas» para amar, sino que se representa un nuevo tipo de «caridad». Esta novedad, en lenguaje biblico, se expresa incluso con un término nuevo. En efecto, los dos términos mas comu- nes de la filosoffa griega para expresar el amor sensible («eros») y el amor afectivo (efilfa») apenas si cuenta en el Igxico del Nuevo Testamento, que, para expresar el amor, emplea un nuevo vocablo («Agape»). Y es que la novedad del ser del amor cristiano requiere también la novedad de un nuevo término para expresarlo (cfr. I, 207-210). En consecuencia, la esencialidad del amor cristiano ~«Agape»-, realidad sobrenatural y, por ello, gratuita, supera el émbito de la pura «intencionalidad» 0 de los «motivos», por lo que el amor al préjimo obliga al cristiano en virtud de la caridad, amor cuatitativamente nuevo respecto ala efilfa>, puesto que Dios mismo «es amor» (1 Jn 4, 8). Lo mismo. 84 LA MORAL CRISTIANA. SU ESPECIFICIDAD cabe decir de las ires virtudes teologales que superan esen- Cialmente a las virtudes naturales y adquiridas, Otro punto de referencia para expresar el nuevo nivel de valores morales que refiere el Nuevo Testamento es el contenido moral de las Bienaventuranzas, las cuales, «en su profundidad original son una especie de autorretrato de Cristo», por lo que constituyen también una invitacién al seguimiento y ala imitacién de Jestis (VS, 16). ¢) Nivel normative ‘También en este campo se aducen ejemplos, pero las, posturas se alejan atin mas que en el tema de los valores, dado que quienes afirman que la novedad cristiana es s6lo «trascendental» niegan que en la predicacion de Jestis y, en general, en el Nuevo Testamento existan preceptos especificamente cristianos y, en caso de serlo, no aleanzan la categoria de «norma», sino que més bien tienen caréc- ter «indicativo» 0 eut6pico». La discusién es tan mafcada que mas que aducir ejem- plos concretos, parece conveniente asumir en conjunto la Revelacién, incluido el Antiguo Testamento. Ello lleva a la conclusién de que, ciertamente, en la Ley Antigua existen normas que Dios da a su pueblo por motivos coyunturales. Incluso el Decélogo cabe explicarlo como un resumen de preceptos que integran las exigencias de la ley natural. Pero el conjunto de la normativa que Dios da a «su pue- dlo» constituye una novedad tal, que lo sitia a otro nivel que el estrictamente humano, pues, en realidad, la morali- dad que Dios pide al pueblo es que «sea santo porque YO, Yahveh, vuestro Dios soy santo» (Lev 19, 2), Pero, en el conjunto de las ensefianzas del Nuevo Testamento , no sélo los diversos catélogos de pecados, sino y sobre todo la lista de virtudes que allf se especifican sitdan al cristiano ante la exigencia de un modo de vida que no cabe igualarla con la del humanista, 85 18 “Cz [e861] 1 esodonpuy») «goyesueag PP Peptiomie ns auotA | Ou? OpoISTBEW Te X ¢SUsIaAIp sou -orurdo sns opeor{duroo efouansayy too so ofenstay okno ‘seysrexour so] exed g1as nO? ““-uoISoAap ap oxqrT uIGo ‘anb spur oars seuade A ~-oqmorre onb spur exiode ou ‘eidord Texour euroop eun suanuod ou orfeBtEAg [2 1s ‘oLTEIIOD P Jog ““epta ap oxgyy ooo ouwnstio Jo exed aqqesuedsrpur ‘eynsaa ‘efouaystxo vy wa tep as anb sapexour seuarqaxd soy aigos voyjoadso wzueyosuo eum wyrode eImyLI9Sg PI IS ssHOByOUT “g wist{erour Jo ouodoid as onb ugnsens e| sa cvoHIgsG ezueyesue e] ep [exour eutx90p ns slonpap opesIseW, [2 apang? gso8o[9a1 soy ered ourod saqwexe19 soy ered onte} owwoureysay, onan Jo eueN opruas arb? ‘eaanu aquauresgjoadse [erour eun asejaaar ou eimyposg e] ond: ‘9p ose9 Jo opep ‘spurapy ‘Sopeur aytaUTEOAsUTNUT SoIde UEP 28 anib £ soot[p8ueas soxdoooad soy ap [esteatun so[eA Je wes -oft ‘opruas aise ug ‘soperour soatrexadumt soxpepioa ap ‘ezrony ej woo wouoduny as ou anb arad ‘eionpuoo ap se[eepr sejdurs ows o ootroisty fesmunoo opriuas wa wsIq 0 sepuaita ap wey as ‘sisar Jod Sopenydaoezd soy osnyour ‘soy -eiour sordaoaxd soy ‘ore? of 10d K eoyjoadse wong eapeut “Jou Bun auayUoo OU UgIE|aAsy B] an UEYasUD BESO aiueuroyjoadse fezour wun uedof anb saxoine soy vunmuosy 0] ap & ugrovjaday 0 ap uoioviasdsaruy (2 :saquamngis soy tos saqueyodust seu soy “[exout 3000 FI op soats|oap sound e uoFoEfas UO so[qeiou se1ouarayip waystxe onb TeIoUoTTs aqzo Ou ‘aIHEISqQo ON “esionaoya «Teitepusosen» se sono eed ‘«euoSayea» ueupmoUsp soun anb o| anb opep ‘«arquiou ap uopsano» 19s apond sauojseso ua ‘odurafe tog ‘soaess os aidwoys ou sefouazaypp sey anb seiuejepe auelauog ‘(VCIDLIOSASH AS "VNVLISTIO TVAON VI 98 “seyouonias seqUsIp se[ WeUrBLI0 9s anb soy 9p S01 -sondnsod so] zezieue une Oalsioap syur eas yzmnb ‘seLI09 sequie e uezedas onb serouazayp se] reareur ered ‘org seyio sequre v weredas onb sepouasaytp sopedyourtd Z esaporsody soy 10d opexsdunt epia ap opnisa [a Wod saqeI99g ap Sofesuod soy | -en8 uapand ag? cept op zeiquivo ered ugroeanour eaanur ‘Bun ap [9 so snisaf Jod oprspxo eptA op OTIS [ep OOPLIQOIN wong el endupsrp onb of onb wtop ejiquo? opwoUTEIsay, ‘oaany [ap [exour ezueysua Bap EIMID9T BI ap spndsaq. “(STZ-O1z ‘T 399) snsog op epIA BI So O[Ppour Ooriy fo :yeMy seraigos ous ‘eueumy founteu eioworstxo op jaar & ott wos -OnUI 9s soLTe]aUIE}s9}09U SoILIS9 So] anb atuaprAs Sx “(p “9 wow) exanu epra Bun vA uaATA ab OpEp ‘OISLI UOD BD “-Wa]S1x9 NS eZ yuo uagap anb euxioy ap ‘sopezrneq soy ‘9p epueutop onb epta ep ouor [a 10d eowisap anb ‘sajoisody so] 9p [es0U ezueYasud BI ap soap aqed OUTSTUT OT *(8¥-€b ‘S 4p\) [et OWLOD OperTodutod eAey as Ua 2 & o8fwous [e opmypur ‘sopor v voreqe anb soure jap oydaoaud je 4 (zp-g¢ ‘s 4) «UOTE? Jep AoT» B| epreaur amb ‘PIA ap off3se [>.“(L€-€€ “¢ 4/7) SOSOISI aI soyuaUTEINf soy aS -geyoul0s waqap anb v seuziou sey ‘(z¢-Lz ‘S 1p) Pepyenxes ‘I ap wonoyad ef (Ze-Lz ‘Ss 1HY) PepHTeD e| entOD sopesad SO] :SeuIa OOUID v SOPLIOFar “(Bb-Iz “S 1HV) <034p so Of» anb of K esongpue soy z oltp ase anb of anua euciuoyy ef 9p upULIEg [a Uo sat odenuos Key anb aquauresardxa asajonpap ovared ‘ojuoureysay, on3y Uy Jp [e10Ur vApeUT ~s0U ¥j ¥ o1sedsax onan Jaan un eyspxo enb ep sewrapy (OT ‘ST up) So] eprend [g ou1oo opour [e ‘«sorusturepueUT sns> and sumo ap uproe8yq0 % ap eIqeY SHser ‘(ZI ‘ST Hs) conan» vurwousp [gy onb ‘soure [op ojworuepueU [ap SPULApY “o} -ua8rxa Anut so snsag ap ugtoeorpaud ef ‘orsadsai a1s9 V ‘TWIOW VIDOTOAL Fa OIaNzaWOo (COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL b) Interpretaci6n de la misién del Magisterio ‘También la comprensién del Magisterio respecto de la ensefianza moral se distancia en ambas teorfas. Asi, mien- tras los que defienden que el cristianismo aporta una ética especificamente cristiana admiten que la autoridad del Magisterio vincula gravemente las conciencias, los que la niegan rechazan también que pueda intervenir de modo decisivo. En su opini6n, sus intervenciones gozan sola- ‘mente de una cierta autoridad, pues orientan a la concien- cia, sin vincularla, hacia los valores que podria encarnar. Esta opinién es rechazada por la Enciclica Veritatis splendor en estos términos: «No s6lo en al ambito de la fe, sino también y de modo inseparable en el ambito de la moral, Magisterio de la Iglesia, cuyo cometido es medio de juicios normativos para la cot les, los actos que en sf mismos son conformes a las exigen- cias de la fe y promueven su expresién en la vida, como también aquellos que, por el contrario, por su malicia son incompatibles con esas exigencias. Predicando los manda- mientos y la caridad de Cristo, ¢l Magisterio de la Iglesia ensefia también a los fieles los preceptos particulares y determinados, y les pide considerarlos como moralmente obligatorios en conciencia» (VS, 110). Esta ensefianza se repite en otros documentos magis- teriales. ¢) Nuevo concepto de la mision de la Iglesia ‘También se ha hecho notar que, bajo las diversas ten- dencias, subyacen dos eclesiologias distintas. Quiz la afirmacién sea excesiva, no obstante es curioso constatar que casi todos los autores que niegan una ética espectfica- 88 LA MORAL CRISTIANA. SU ESPECIFICIDAD mente cristiana, sostienen doctrinas eclesiol6gicas que rechazan el Magisterio. Por ejemplo, se aiinan en esa sen- tencia los autores que defienden el «cristianismo implici- to» en el sentido menos aceptable; asimismo, los defenso- res de la «teologfa de Ja liberaciény y de la «teologia del mundo», también es su fase menos ortodoxa, etc. ‘No obstante, al momento de defender una moral, en la que se den aspectos esencialmente cristianos, no conven- dria extrapolar la discusién, dado que, como deciamos més arriba, en algunos autores la discusién es casi enomi- nalista», Por eso, después de una adecuada «explicatio ter- minorum» no pocas posiciones se acercarfan. En todo caso, si la negacién de una moral espectfica- mente cristiana nace con deseo de hacer menos ajeno al mundo el mensaje moral cristiano, ante la nueva situacién cultural que demanda posturas mAs auténticas, quizé el momento actual exija que el cristiano oferte su moral con la misma novedad con que la ofrecieron los primeros cris- tianos al mundo pagano del Imperio greco-romano. Esta puede ser la aportacién original de la Iglesia en esta etapa de «nueva evangelizaci6n>. 89 16 un & euenstio 2y ef ajonpex aqeo ou onb :7 ojnydvo yo wa sopereuss sordourid sop soy waza 2380 uo wouodns og sgsar doa OaVoIdatd TYAOW ALVSNAN THC SVOLLSTAALOVAVO 'L “(Coe-1€z "D) mOWN MSo}oay BI ap T waumIOA [ep A Orde BP BIMI99f vf B sLLMDar Ostoaud y19s ‘ONO UNSuN WO oUIOD ‘euso) aise Ugl ‘olNaUIEIsa, Onan Top [es0UK afestIOUE [ap «eI -uasa» vj A eseonspoqoereo» sel :sopedroutad Sura} Sop Soy B apuodsaio anb ‘sopeurede sop ua apiatp as opnpideo 13, “uepouatagip ef anb sordoad sowowroya Bua} euenistio [exo ef anb eBaru oxpeu soseo soqure ua sond ‘ependese equeureuayd vas ou ‘Ar opmndvo ja ua eondxa 25 ow10D [et “«eUSpUsdsEn» Oo] f «feTIOBayeo» v] ap vaIsde ‘yBojourwaiay vf anb ap osvo [a ua une epriga sa wisondxa jnbe eulnoop ¥] org “[eimieu ¥on9 v] ep UenSunstp BL anb sordoad ayuaureanyenens somueura[e suenuos wuEL -sqs9 [ex0ur B] anb ouodns opnuydeo ayso ap offaxresop [gq “viouase ns seoyToadso 9p outoo jse ‘saypzuaumpun{ svonspiojon.ve Sel aepounts ap een £ oweure|sal onan [op TeIOUL ofestioU Te aseosao% ap oruatuy un sq “un2uaro0109 0] amb soruswuaya Sof ustodxe as mbe ‘euenstio [exo el ap pyproyproadso v] ‘9p eoxaoe epnieqap uoHsono Bl BqEIEN 2s JIIV “SaIUIapIoUlo uos ou o1ad ‘sorroiue [9 Woo wuOIoeIar Os BUND} aISy (26z-1€7 ‘T) OLNAWVISAL OARNN THC TVEOW ALVSNEW TH A omnydeg, COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL programa ético, pero que el cristianismo contiene también un programa moral, el cual, a su vez, no es posible sepa- rarlo de las verdades que se han de creer. Asimismo, se ha de tener a la vista que el programa moral cristiano no es reducible a un sistema filoséfico, sino que es un mensaje moral revelado por Dios, cuyo cumplimiento esta condicionado a que el hombre recurra a su auxilio, pues algunas de sus exigencias superan las fuerzas naturales. Pero, aun formulado el programa moral, la ética cris- tiana no es un simple cédigo de conducta, sino que la pri- mera referencia es la Persona misma de Jestis: su vida es el paradigma de la conducta moral para todo hombre, especialmente para los bautizados. Del mensaje moral cristiano cabe sefialar, entre otras, las diez siguientes caracteristicas: 1. Lo decisivo no es el actuar, sino el ser Este enunciado es aparentemente paradéjico, dado que la ética es una «ciencia practica». Pero en él se quiere subrayar que en el cristianismo ~Somo en ningtin otro sis- tema moral- la concepcién de! horhbre es el elemento pri- mero; 0 sea, que la antropologfa sobrenatural es el presu- puesto que fundamenta el mensaje moral del Nuevo ‘Testamento. En esto se da un riguroso ajuste del principio ya enunciado: la intima relacién que existe entre antropo- logia y moral. El cristiano encuentra las exigencias del comportamiento moral en su mismo ser: se trata de «actuar> conforme a lo que realmente ces». En este sentido, Ja vida moral consiste en traducir las exigencias de la nueva vida comunicada por el Bautismo al campo de la existencia diaria. Esta primera afirmacién anula la objecién de que la. moral cristiana es una «moral heter6noma». Pues, preci- 92 EL MENSAJE MORAL DEL NUEVO TESTAMENTO samente porque «es cristiano debe actuar como cristia- no». Esto no es heteronomtfa, sino autenticidad y fidelidad al propio ser. En esta caracteristica se fundamenta también el prin- cipio de la «unidad de vida», que demanda no separar nin- iin aspecto de la existencia: la totalidad de las actividades cotidianas deben llevarse a cabo como cumplimiento del querer de Dios y como un servicio a los demas hombres. De este mode, la vida entera del cristiano se integra en las exigencias ascéticas y morales. 2. Lo més importante no es el exterior, sino lo interior Esta «caracteristica» est intimamente relacionada con la anterior y deriva de ella. En efecto, si el bautizado hha experimentado una profunda transformacién interior, hasta el punto de ser una «nueva criatura» (Gal 6, 15; Rom 7, 6; 2 Cor 5, 17) y «un hombre nuevo» (Ef 4, 23-24), en I6gica consecuencia, los imperativos morales proceden del interior mismo del hombre. En este sentido se expres6 Jestis al afirmar que «no es Jo que entra del exterior lo que mancha al hombre», sino Jo que «sale del interior». ¥ el Sefior afiade que «del cora- z6n provienen los malos pensamientos, los homicidios, los, adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testi nos, las blasfemias» (Mt 15, 10-20; Mc 7, 1-23), es decir, el mal, pero también en el interior de la persona se puede fomentar el bien. Esta caracteristica esta confirmada por la psicologta, que, mediante el principio de la emotoricidad de las imé- genes», explica c6mo el conjunto del mundo interior, refle- jado en imagenes, tiende a realizarse. Asimismo justifica el hecho de que la moral catélica demande como falta grave los pecados internos, o sea los pensamientos y de- seos consentidos que quebrantan los mandamientos de 93 56 ‘c IW) «orsaprad so [ensea0 auped fur outoo sorsax10d pags ‘Sold ep pepnues ¥] visey euoUrar as SHOE A “(E “b SA 1) “cugrovoyues exsona ‘sor ap pelunjoa By Sze» ‘sop ~eurel[ upise anb ev pepnues ¥| soqueXauo soy ¥ wpanoay 2s oteureisay, oven Jap o9sosa soud [9 apsoq (A? ‘OD Pephues e[e sopeuey| upIse SouENSTI9 So] sopoT {TL oweone, oWsUoD Jo east OUIOD “ItDep SH “"UOTDoa}IOd ‘2y epueutep onb ours “esourusur ap exo!» eum ap erDURAES ¥{ Jod eprut os ou euenstio erouarstxe ¥[ Jepuay aqop amb 2] ® [exoU emYTe eT an ooxBo] so ‘uarg |e JeDey ¥ OpEB|GO , iso ofj9 z0d & omeumy 19s Jap sepuryoud syur sopr (& pepuorrorur ey aXnpour anb ‘ousameg fp ue epeon LNJEUSIGOS wPIA eI 9p RALO UENSLIO wIonpuoD eI Is ‘orooye ug “sumsar sel ‘oduion oust [eK sexorraiue aneno se] 9p opfuayuos Jo aXnppuy vonspo}oereo BRUM wsy «ugtpoopiod vp» ap ours “«oysnf of ap» Aaj e| tod oprur 9s-ou euENsHO PeIOU eT “¢ *“(OSt-€vz ‘'E-Ho) UOISHUO op sopesed so] ‘9p vuapuod ¥] ¥ OpeDIpap [9 Opo} ‘CaTeW Les 9p oaBUEAT, [ep Sz omadeo J2 oatexsntt so ‘o1edsex o159 Y “«UOIS =1wWo ap sopesads sopeurel] so] upiquren ueqeo safesour sedjno se] ap est] e[ us anb ap -sopoy 10d Japusqus op Pe} OU- oypay Jo UPIquIE) EoyHsNf eoHSHe}eIE EySy “exenyoe [9p BANDE» [RIOUI BUN OPENS "«I0} -Wso [op BaneBou> [esOUT BUN OTe? so OU eUENSTIO [e0UL Je ‘opnuas ayse ug ‘aratg 9 oqo ¥ eAdq[» 10d opedno / -oaad e359 ap vy ‘«Teur [> e1fA9» Uo oTUN ‘arog “TEU [9p Upfoeiuai Bl B OpHatos ¥1se a1ueKalD Je UsIquIE] sand ‘op ~eoad [9 zeiIno v opeBtyqo gis9 ou OUEHSLIO Je anb 59 ON, “(SI-p ‘9 mow) «o1sug we epla eaonu» ns eenuA anb Sopeprfeniita sey Oqeo v seadT] ¥19s OUENSLIO Ud TeMIDe “eID |-uanoasuoo eorSo wa ~«onanu axquroy> [2- femmyeuasqos Jes ns eyenua aonb ezanbu ey] ap apuadap ouenstzo jap OLNAWVISHL OASAN TH TVYON ArvSNaW 1a, 6 aen9e | JS ‘OrDayo Ug “eloUTLd eT op o1tOUrEIOANp eALOP A saxopraqre sony sey adnpout wonsyiaIgeIe9 e1seNd IST ceapysod> ours ‘«eapreou [exour eum squsurepreypionid so ou epreyuauEysa}09u [eIOW ET “y “aso1q ap epeure]fe vf 8 sapuodsar ap ey ouEASHO Pande uoo eejsondsai» vj ap pepreorper e] OvUOD Jse “«UOIS ~reatloo» wiapepraa ef euEtA onb peprpunjord vy eordxo ouisraisy ‘ras ns op sepunjord sgur sepnanoe sey eumse ‘anb euensts yer0ur el ap sepouaiixa sapuesd sel ‘Inbe oq “(91 ‘SA) «epouayspxa e] ap seaIseq souOTD xdsyp K sapmanoe & waxoyar as “~seztemquoAKUDTG Sel» ‘oumouresroorg “peprreabur op yoartr ore un'e asremijs So seaisyq sopninge sey repmo ‘o1uefowres opour ap ‘song “ett -ossad 8] op sefeorpes sapmanoe sey e apuane as onb uo ep “IpaUr e] us eI|SeY as ‘zaa ns v ‘orSa f “eoNpuOD ap sorgEY, woro ap vy anb ous ‘OnpiAIput [op Sorse So] ap oun epeD [9s eps ou wOTSESNpS ef ‘esSoBepad ey euasua uNFos ‘anb ¥saIdKo 95 ¥I[9 UOD “selOLeIUe Sop Se| ap UOIDINpep volo] un so eDNS|IaISeIeD eISe ‘OFTeNUOD [9 J0d “CIT ee poauy “Joa, wing) «re{NBuys o] op se fexoU ep» ‘oumby ap spuioy, aquiasa outoo ‘sand ‘saxenBurs seuo1oe sey ap peptone e| axdwoys ejdurequos [exour vj aonb opep ‘frou un eras ois “safemmund sauojsoe sel ou £ peprreiour [ wasadnypstioa se)59 1S oUI0D ‘Sapmne se] ¥ ueSuodeUCD as saremnBuys so19e Soy anb eorptit Oo vonispioIUIeD wise sopnypjoe ap [eiour wun so eMERSHD pepyeiow! ey “g “soasep A serouapuay ‘somaruresued sns ap Jesour ezamd e] ua enfiey as euosiod ey ap vou ezepuesd 2] ‘oLentoo [e ‘A orraTuy ordosd ns epi ou exquioy [P IS [ex0ur epra wun seAdT] aIQISod so ou onb vorpur od -poupid oyso ‘onuowrTeury “yeu [e euosiad vl WeUTpOUT 9 SIG ‘WUON VIDOTOAL Ad OIGNaAWOD COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL 48). Los textos biblicos pueden multiplicarse (cfr. I, 249- 252). La moral cristiana no es, en consecuencia, tanto la «moral del pecado», cuanto la «moral de la virtud>. 6. Jestis no absolutiza los preceptos. Pero la ética cristiana contiene preceptos absolutos Del enunciado de esta caracteristica se trata expresa- mente en el capitulo X. Pero aqui es preciso adelantar algunos conceptos fundamentales. Como se ha dicho més arriba (cfr. capitulo IZD), la moral cristiana debe lograr la sintesis entre el papel de la conciencia y el valor de la norma moral. Ahora bien, si hasta época reciente, los manuales exageraron el papel de la norma, en la actuali- dad se experimenta la tentaci6n de silenciarla y sobrevalo- rar el papel de Ia conciencia. La actitud anti-norma conlleva a su vez otro riesgo: que se niegue que la moral cristiana contenga preceptos universales y absolutos que obligan «semper et pro sem- per», o sea, siempre sin excepcién. Pues bien, esta caracteristica subraya que el cristianis- mo no es una «moral de normaé», dl modo como era la moral de los fariseos, tan fustigada por Jestis (Mt 12, 1-8; 15, 1-9, etc.). Pero, tan que Jestis cumpli6 no pocas'leyes (efi: I, 253-256), y el mismo Nuevo Testamento menciona normas que el cris- tiano est obligado a cumplir (cfr: I, 256-258). Sin embargo, las normas rio ocupan el primer lugar, ni su fin es ahogar la autonomta de la conciencia. Al contra-| rio, la ley indica a la conciencia dénde estén los verdade- ros valores. Por ello, debe estar abierta a las leyes que le indican lo que ha de hacer y qué debe evitar. Asimismo debe estar atenta a los preceptos que le advierten que exis- ten actos que son malos por s{ mismos, ante los cuales no puede claudicar. 96 EL MENSATE MORAL DEL NUEVO TESTAMENTO 7, La moral predicada por Jestis es una moral de premio y castigo Es evidente que las categorfas premio-castigo estén en baja’en amplios campos de Ja cultura actual, desde la escuela a la familia, Ello repercute en la moral cristiana. Incluso algunos de los que apuestan por los valores éticos del cristianismo dudan e incluso niegan que las malas conductas sean castigadas por Dios, maxime si se trata del castigo eterno, es decir, el infierno. Sin embargo, la pre- gunta del joven rico: «gqué he de hacer para conseguir la vida eterna?» (Mt 19, 16) plantea con rigor que la esalva- cine encierra el sentido tiltimo del actuar ético. Pero, por exigencias de rigor intelectual, no cabe entender las enseftanzas éticas de Jesucristo y prescindir del premio’o castigo con que Jess retribuye la buena o la mala conducta de los hombres. Cabe decir més, es preciso subrayar que la verdad més veces enunciada en el mensaje moral del Nuevo Testamento es la existencia de un «casti- g0 eterno» para quienes no obran correctamente. Salvaci6n y condenacién, si bien no to en la predicacién de Jesucristo ~jE1 es el Salvador y ie a salvar a los pecadores!~ sin embargo, aunque se tan en distinto plano, los presenta como alternativa. Negar que la conducta humana merece «premio» o «casti- go» no sélo se opone a la fe, sino que es carecer de un minimo de rigor intelectual en la lectura e interpretacién del Nuevo Testamento (cfr. I, 258-263). 8. La moral cristiana es una moral para Ja libertad La conquista y la afirmacién de la libertad es fruto del cristianismo. El pensamiento pagano se movia entre la fatalidad, el hado y el destino. Pero el «fatum» greco-ro- ‘mano cedi6 ante el hecho de la Revelacién acerca de la 97 ap 66 ‘aquowrengnur weuofoIpucd as oo £ oun ‘omny Pp A ojuasaud je eune euepsto [ezour gl ‘opour aso aq “GE ‘$p) supponapred ns preumsuoo as ‘soyog fo wBtuDA opuEn reuian e1isonu uo squasaid ayuauresolseisUl Wk s9 oujar rat “oanyny offs jap axquinysya un sedyonue exeueur eu P 20029 epuop ‘ex10H visa reUOrSO9}I0d 9p UgIoednooaAd By] JeAIAe WaIq spur OUTS “rensyoUe aqap ou eAanU ELIE ‘bun op ezuesodso vf ‘oiueisqo oN “ourstur Js eB apuatd as 1s opunut je opor ete ants vpeu op anb ayiatape sou 2g ipngnoe eursrur ise soueNSHO soy e ep senda [J OuBaTTEA OFTOUOD fe A “eHOISHT e ap CO!BoTOTED -so so}oRIe9 [2 Tepajo Us onbune ‘opunur 9489 ta eztpear agep 28 yesoUr Bpra e] anb ua UauarAUod seIa#exe SOT reset “y sax 1) «opuefeqen & sopogou sonsom ue esoroqyy epTA une waaay] anb e eau sal A eysoIsty ¥| ap [eUY ep peprur -qxoud vy ap erouaaxs wsyey e] aye refeqen op opefap exe, anb [2 sasuoquoresay soy v eqanidas ojqeg “eweuiny err -o1Sty &| ap vo!BoIorwas9 UpYorpUOD eT ap efotaNdasHIOD eR, s2 e1onsnf ey tod ouenstis osturosdwos fe ‘une sepy “eISNE seu! pepoyoos wun seo8y jod ovadurs [op asrepuaiuasap agep ou eyuadexo [9 “eprorstij & ap [eUY o1perss [ap BIsdsa Wa ‘anb ap ugnseno vf voqued 9s oduon owsrur Ty (Sz 3W) OYDeY eAey anb peur jo £ w9Iq Jo uNBas paInqunaz 9] £ oun wpe 9p TeNPIAIpUt vrousIspxa El ap wI9e ETENTEAg| “epruaa epuns -98 B] a ‘snsox onb eysuoo ousmNsy “(Z ‘E pad Z) «IOUDg [pp sordeoad> soy ap ontzarunjdums ye epnawios visa ‘on -s0u10} orpeiso [9 equim “S1quioy eped dp wionptios ¥ anb se ozuaureisay, OAaN [ap [esOUE e{ ap aonpap 9s anb oF “eueumny e301 -Siq e] 9p oorojo1ease opnuds [a tos WOEIAr ua eHEASTIO OINAWVISAL OABAN Tad TWUOW SIVSNEW Ta 86 Jexour vy ap «peprfeuorstrord» ey ap wosede aqueisetoId vyBojoo1 BI guOsNs anb seuosans sel ap soumpurosary ‘uLAsHD fesoUr ef ap vorsoTOTEoso UOISUOMNIC “6 “periogy] exepepseA ey ‘e sonpuod uaIq Jop BoHOPId EI ‘oLENUOD [2 JOd “(bE ‘8 Uf) coaeyasa Un so» a19Us09 O trarhb sand ‘eziaejosa anb ours ‘exaqy] ou opesad [a 0sa 10g “«uarg [a 10d .texdo aproap» o8 -aequio urs ‘K «[eur [2 Je0ey Japod» op axquioy J su9y amb pepisedeo wso ue aisisuoo pentoqy exopepsaa bf ‘o1ooy9 Ua “edgy 21a aTquioy [2 anb ap ousTs o[9s ue) OUTS ‘PEIIAqT| e] ap ayred eun exombys gu ‘perioqyy e] B10 OU [eur [2 z20ey> anb ueqeuniye sootsy[9 soy eX “uatg [9 ezITear axquIoY PP anb wa eprpaur ge wo o79s ajdumo 9s periaqi] exepepren | oad ‘eon9 wIONpUOD ef US ‘oYDaY ap “e[HUAA 9s peLIEqiT ei onb mnbe aq “«eiour reqap» Jo wa ours “«o2tsy rapod> J Wo a1sqsuoo ou periaqyj ef anb eussua exosopy eT “(e1's m9) ours ef @ alAsas vied o7xajaid sod peyaqi] ef SIpUAL» ssaxqy] sexquioY ep UOTDIpUOD ns ep uedeY aMb Osn TeUL e ‘seqe[p3 soy @ eqdoudar oged Wes o1eq “(ST ‘Ss 77D) «Peg | @ SopeUreT| Opis sipqey ‘soueuIIaY ‘soMOSOA» :peII9qy Tis BAIA anb e axquIOY Te BITAUT O[WoUTEISa], OAeNN Jo ‘UNE SPW “(I ‘¢ 29) «erquinprAres x] ep O8Né [e eYafns stglap so ow & souny ‘sond ‘soouaqueur ‘saiqly oyDey ey sou 025119 ‘*peiieqt{ P| ep Souis08 onb ered» :soqoe sns ap ofqesuiod sai $9 ‘o1qy] so s1quioy [2 anbiod -eweumy peniogyy ef op uoroeuUye BI a1gos epeitase piso eUENSHD [eIOU! eT “(LI ‘€ 409 2) «peuragy e] vise yITe “ouas Jap mayydsg Jo yaso epuop spe A Tutdsa sa ouag [> anb opep ‘persaqy] ap seaye Spur SE}OD vzueoye ‘naiaydso [ap epta eaonu eT aatA OuRNSHO Jo onb us vpipow ey wa ‘ume sppy “91q]f 198 un ‘ugrotugap sod ‘sa. anb ‘axquroy [ep ojdoad sas [9 viadsax onb sorg ep peiunjoa ‘TWUOW VJDOTOSL Ja OFaNaaWOD ‘COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL 10, La moral cristiana es una moral de la gracia y del amor Esta tiltima caracterfstica reasume las anteriores. Con ello sé destaca su profunda unidad. En ella se quiere expresar que la moral cristiana tiene por objeto a Dios, que es donde, en tiltimo término, confluye la vida y la pre- dicacién de Jesucristo. Al mismo tiempo, la consideracién de Dios como Padre constituye el centro de la revelacién de Jest. Por ello, en la moral cristiana ocupa un lugar central la virtud de la caridad, y en el «amor a Dios y al réjimoy se resume el quehacer moral (Mt 22, 40). Finalmente, la moral cristiana es la moral de la gracia, no sélo porque, sin la ayuda de Dios es imposible Hlevarla a cabo, sino también porque, como se ha dicho, es el desa- rrollo de la vida de la gracia comunicada al creyente en el bautismo. De este modo se confirma lo que expresa la pri- mera caracteristica arriba resefiada: la moral cristiana consiste en el desarrollo de la nueva vida en Cristo: se trata, como afirma Spicg, de una nueva ontologia: «A partir del dia en que Cristo trajo a los hombres «el don de Dios» (Jn 4, 10; Ef2, 8-9; Hebr 10, 29), la moral ya no sera obediencia a los preceptos, sino el correcto e inte- gro despliegue de una vida. Esta se articula, en efecto, sobre una ontologia: una «nueva criatura» (2 Cor 5, 17; ef. Hech 2, 10), un chombre nuevo» creado segiin Dios, en la Justicia y santidad de la verdad (Ef 4, 24), un hombre inte- plenamente 10 que esl» (Teologia Moral Testamento, 11, 830). Acsta altura de eticidad se remonta la vocacién del cristiano; por ello, como se dice en el segundo apartado, la altura de la moral cristiana se cumple en esta expresion de 100 EL MENSAJE MORAL DEL NUEVO TESTAMENTO San Pablo: «No soy yo, sino que es Cristo quien vive en mf» (Gal 2, 20). IL LA ESENCIA DEL MENSAJE MORAL CRISTIANO, Después de explicar las ecaracterfsticas» de la moral del Nuevo Testamento, cabe preguntar :Terour euxioU exoUTTId Bf Wa WaLTSTAUOD ‘9s “epia euustUH Ts “eas o ‘shsaf ap «soysIp { soyDay» soy ‘opaye ug “(I ‘T y2aqf) «xeyasua & A z00eq & ozeduis aonb» snsaf ap woL9isTy efsuars{xe ey] orep JouNLId oULOD uO Bueysto [exour ¥] ‘Ay opandyo [a wa oysIp epanb ow0D “pla ns 3 HL wo [esow wptA eT eID «OISTED 9p ofNdyostp» [> UpIquIER ‘omsovun fe arduiays eyrury ofndyasip ja ow109 opour v :«op -emndrostp» yap wrsueno: “er'sa) «soid ap ojndjosip ewtouresopepzon 30ey 98 ‘epeureous EEMpIGes eI so onb Jonbe v ‘aj v axrerpaut ‘opuomndis ‘snsog ap ofndjostp 1 ~-snsar ap Duosued 2 v asc "qeoIpes spur oyonur o8fe ap ous ‘o1moruiepueur un, 2p & waueyesue eum seyonoso 9p aUDUTEIOS BEN 38 ON» onsoeyy [op somafiumtios £ soysaye sour -spur soy ap edronired «o1sk19 op omndrostp» [a ‘aruefouras wx -sueur oq “vuydrostp eyjanbe sepuaiduico ap opour oust ns 2p uedroned somdyosrp soy A'vpandsa Ubaio «sonsoet> 9p wroSere0 vj uezueofe souaNb eUEUMY BPLA ef WO OLIOS pour je ‘onsoear jap spxorur op enquo e[ Us TenUD axnpou anb ours ‘uorstur ns uo opreyeduioae o casreysipe» ajduns UN se OU « sand ‘epra ap oquies tm v epeurey] easntr Bun [9 ue opeizadsap eX ejqey onsoeyy [ap ugIoBoIpard | anbiod aoey 0} ‘oBogIp [9 PLOT uamb [9 so anb oozed ‘waista exourtid & ‘anb ooft taaof [ap oseo Ja ua MY “(6q ‘SA) «opines e eurey] £ eanefour e] euro} uamb so owstur snsag» 20x90 ap syUr vais 9] anb ered arquioy je sorq ap epeurey] ean vun eitasaidar ferour epra ef ‘wag song ‘TWUOW VIDOTOSL ad OlANaaWOO ‘COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL amado y con la que deben amarse los discfpulos entre si» (VS, 20). Pero simitar la vida de Cristo» no equivale a realizar eral, factica, de repetir sus pues Jestis no vivié las plurales circunstancias que entrafia Ia existencia humana. Por ello, se tratarfa mas bien de encarnar los mismos criterios éticos con que actué o actuarfa Bl. En concreto, se trata de que cada cristiano, en las variadas circunstancias de su vida, se comporte con Dios, con el hombre y consigo mismo del modo como actué Jestis. Y m4s en concreto, la vida moral cristiana consiste en que, ante los distintos valores: el amor, la fami- 1 trabajo, el dolor, el dinero, la amistad, el placer, la Ia vida social y politica, ete., etc., el cristiano adopte las mismas actitudes que Cristo mantuvo ante esas mismas realidades a lo largo de su existencia terrena. — Identificacién. Pero la vida moral no es sélo la «imi- tacién», sino que incluye la «identificacién» con su vida. Esta ultima nota constituye la diferencia mas marcada entre la moral cristiana y los otros programas éticos, incluidos los religiosos. La raz6n deriva de la nueva condi- ci6n del bautizado que, como decfamos més arriba, com- porta una nueva antropologia. * En efecto, si el cristiano ha sido «re-engendrado» y «ha nacido de nuevo», esa «nueva vida en Cristo» debe ser no s6lo cuidada, sino desarrollada. De aqui que los términos biblicos que expresan la identificacin con Cristo se hagan con un lenguaje humano, en claro paralelismo al que sefialdbamos mas arriba en relacién a la gestacién de la vida humana y la generacién de la vida sobrenatural. ‘As{, por ejemplo, el Nuevo Testamento recoge los tér- minos griegos «endfo» y «epiendio» =revestirse y sobreves- tirse de Jesucristo (Rom 13, 14), lo cual significa no un revestimiento exterior, sino un cambio desde lo mas inti- mo de la persona. Asimismo, se repite la expresi6n «confi- gurarse» con Jesucristo (Gal 4, 19), algo asf como «adqui- 104 EL MENSAJE MORAL DEL NUEVO TESTAMENTO rir su forma», con toda la fuerza expresiva que el vocablo «forma» tiene en la lengua griega. ‘También se recoge el verbo «injertar» (Rom 6, 5): vida de Jestis se ha «injertado» en el bautizado; es deci fuerza de la vida de Cristo se ha introducido en el crist hasta el punto de que, al modo como la acci6n del injerto (un esqueje) cambia la naturaleza del arbol, de modo semejante, la vida del bautizado se ha convertido en la vida de Jestis. Este es el sentido de algunas expresiones paulinas, tales como: «mi vida es la vida de Cristo» (Fil 1, 21) los vocablos con-imuerto, con-sepultado, con-resuci- tado, etc. (Gal 2, 19; Rom 6, 8; Col 3, 1). Abundan otras expresiones. Por ejemplo, «estar en Cristo» se repite 165 veces en los escritos de Pablo. Sélo en la Carta a los Efésios se mericiona en 35 ocasiones. Y es frecuente la forma reciproca: «Cristo en mf y yo en El» (Jn 15, 4-5). Esta frase es la clave para entender la mistica paulina. A ella y a otras expresiones similares recurren continuamente los mfsticos y los autores de la vida espiri- tual (cfr. I, 290-292). Esta doctrina teolégica es recogida en la Encfclica Veritatis splendor en estos términos «Seguir @ Cristo no es una imitaciGn exterior, porque afecta al hombre en su interioridad més profunda. Ser dis- cipulo de Cristo significa hacerse conforme a El... el disct- ppulo se asemeja a su Sefior y se configura con Ei; Io cual es fruto de la gracia, de la presencia operante del Espiritu vierte en miembro de su cuerpo, que es la Iglesia» (VS, 21; fr. 19). El final de este proceso de identificarse con Cristo lo marca la expresién de San Pablo: «No soy yo, Cristo quien vive en mf» (Gal 2, 20). Es de el cristiano €s otro Cristo. San Agustin lo refiere con estas palabras: sFelicitémonos y demos gracias: hemos legado a ser no 105 Lor “roex8 v] op oVfpune Jp Wod ‘aaza ab of A v2apuanrou 4od sa anb oj axua “sonzo0 ns £ 49s ns anita e1sUeaxeYOO B99} -tod eun ezueope ouensto [2 ‘opout 2189 aq “(EZ-LT ‘E 109) seago sns ue ‘oisendns 30d ‘K (p ‘z 29) perzoqyy ns wa “(S ‘Z pd) soqustumpuas sns wa ‘(L “y J ‘2 ‘€ 10D) S09sep shs UD “GT-E1 ‘7 409 1) soiusturestied ss wo zeprA ns wo ayenLTeIO} aysagrueUr 98 018119 anb semooud so ‘viOUIse ns U9 “ero Sur BUIN]D wa ‘OUeASHO [ap [eIOUK eta Py ‘WoUMsor Uy “(Or ‘wsaydorayy 32 aZopDuy) «reaqo Jap £ 498 Jep wepso [9 Ue sooisyeiou SoperouNUD outs ‘seotioyeiour seyBopeue seind uos ou» sauoysardxo soppy ‘uaugg eqtise ouloD gugrxaynues | v euRdutose anb 9j ap o1ve [2 0 ~souoyenonse 9p opmibseyo voznpord 88 0 ojans [9 aedjo8 as anb ap oseo ua opjo [a 40d ayquier “sto une 4 a]qista oaIsy orofarofo- ugpeynuas v| [eax SpuL ‘9 gnb? :Jeax so eqemreuarqos» of ugiqurey anb ‘77 ojnysdo0 OLNAWVISAL OASAN THd TVIOW ALVSNAWN Ta 901 PP We aoqp as outoo [er ‘Mpeue ostoard se ozaq “JeI1A 0 oo1sy Waps0 Jap opewioy ‘soursua} anb oueumy afensusy oom, [P Woo sepesardya ‘sepvinzouaiqos sopupyvas ap exes 25 ‘or suatueanoaje ‘enb so visondsax eT ‘Tear UPeztTemdesu0s vun & seuafe ‘sopensdse souaSpurt o seroyyiur send anb spur wos ow seoqjqsq sauorsardxa seso aonb se1afqo uepand satramb ap osed ye s1jes surotauos ‘aquompeury “ojweureasay, oAanN [op TEIOUE vB EZTa}OeIED an voiojeumeud £ jerusurEIoes UOTOEITAUTEpUNY ET Types ostoaud $9 ‘opnuss ais ug ‘ores mudsg Jap UgToe 2] A soruourezoes soy argos eyuayse as anb opep ‘eueumy a1 -uouremd sjssase eum woo epmpunguos aqeo ooodures eae “suo [Bou | anb soarepsse as ‘odwion outst Te ‘Org “euosied ¢] epg) op ozronysa ya a8fxa sand ‘perzaqy, ns aquourewayd ey020f6 K 19s ns Oo} oBanf ua auod opez seq J ‘eueNstD ong ej wa ‘oFTENUOD [a Jog “ezofeMEN | zenue apuaiard as anb se] wa ‘Teruars0 ody ap ‘sean Se] ap BME ISD “(Eee-1ze ‘Vsod anb o1sug 53) «j01s4D ‘owistuu fa! ‘smasyin.y asdy ows ‘smsyy5 4940 ek ou $9 anb ‘ouenspo epeo ap asitoap epand anb exoueur ap ‘somosou ‘uo oysogmeur 95 epra ns onb opuefap ‘aj wf 10d Ig v aszrun ‘anb Key “fur wo enta uaMb 015139 sa anb outs ‘Of oatA ou, ‘o(ged teg oUio9 eurej>x9 epand anb opour ap ‘ors]ID 9p somusrumntas so] sodns opusrsey ‘oxstID ap EprA | uses sata ogop ouenstio Tq “ensanu por ue epunpar uoroeziutap ej org “soppBuy ou ‘sozofnu A saxquioy sowiog ‘opysorpus visa ‘eroeiB op opeise u> ‘oq “Woy 2 onb 2oyp Sou ay ET “ouMHSEO Ja UD aAgA Ors FBAPDOSY epreutasor oyeag [op oMoUMsa} ase seI9 aIseq, “(8 “IXX ‘uony's ap ‘Suva Juauiog) «ors139 ordoxd > ours ‘souenspo auaurejos ‘TWION YjDO10aL aa OIANTaWOO Capitulo VI HISTORIA DE LA TEOLOG{A MORAL (Z, 299-370) El estudio de la historia de una disci es un capftu- lo importante porque da noticia de su desarrollo, de sus conquistas y sus retrocesos. Pero referida a la doctrina moral, ademés de estos datos hist6ricos, su interés se acrecienta por los motivos siguientes: —La historia de la Teologia Moral testifica que, si bien es cierto que en los principios morales proclamados por la Revelacién «la moral no cambia», sin embargo ha habido un proceso -en ocasiones lento y a veces en zig-zag- en la elaboracién doctrinal de esos principios. — Conforme a la historicidad, que caracteriza la exis- tencia del hombre, la historia ayuda a conocer el espiritu que alenté la vida y la doctrina moral de cada época, ast como las sensibilidades éticas de la sociedad en cada pe- riodo hist6rico y de su desarrollo en el tiempo. — También la historia es testigo del nacimiento de nue- vos temas, de cémo se suscitan y qué respuesta moral reci- ben, pues la Iglesia, en su conciencia social y piiblica, se hace eco de ciertos problemas y elabora la respuesta doc- trinal adecuada, segiin la enseflanza de la Escritura y los datos de la Tradi inalmente, la consideracién del hombre como ser histérico ayuda a comprender cémo algunos temas se sus- 109 IT Lop sordioursd soungie aupe ourrpuelery aqeTe[D “yerow epia ef woo sopeuo1D -vjex seuray prayiduie ey12[9 wos wauodxa onb ours ‘TIO. ‘eBojOay, op operes un sa sezqo seysa ap eunuyu o1ag “o0u Jap upronapog el ua seoidyz so7 Uo Soon sosmosTp uenuenoue as UpIqUIN], ‘TeINaUTEpUN TeIOW FI ¥ OUIOI ue uezneutarsis 9s apzey spur amb ‘seura1 auqos souorKorjar seungye weuenuos 9s ‘oSoSuped ja eaqo ns wa ‘ouL:puelely aqueute|D ap soyrose so] uo exUenoue es sefeiour sovonsend se] ap uoezNEMIasys e1I9! ep owaruy Found 1a ‘ouensto nla jep uoTorsodxe ej ap ounL [e ‘equeuper -nyumdoo Anur wains soyerour sezueyasua se1se O1ed *(80€-S0E ‘D) «ezapemteu eI ap Koy v] ENO» tea anb sou -01008 We a5 OWIOD Jse ‘aseusal A sapemMreH SoXdq UOISTKO> sTernqeu A9q e[ eUOTSUAM ‘UOFLAL ospnf Je oD oFoTyIP Ua ‘ounsny ojosoqy [2 WaIquIEL, “I OF perur wound ey ep souensto soy tod sopiata & sopesqntrord soong sax0eA, So] 2quosep AOU arse UOD “EoOd) BI ap SOIDKA So] ¥ LOD -Isodexquod ue souenstio soy teagyy anb wsonasta K.rejdurofe ¥pIA E| Of OUFMOTHY JOperodure [e auodxe oUNISNE UE “eaqata ered reopioerd ap ay sexqo grb Joges ozamnb> [ext oapafqo un v uapuodsar sauoqseoTdxa sey ‘soruaturepuey So] aiqos seuzay ap soIseg [2 dey anb souopesaprstoo serjdure sey sarmerzodurt wos o1sadsar 21sa y “«10u9s [op sordasard soy sjdumo> op soqop [> were “for omstuntsy “«erouaytuad e] ¥ aIpnoee v A souorsed sepeur se[ aftequioo e ‘peprun ef 1odwos ou & & pepereo ef eon -oead v UeIUOTTY “«se[qaTUN se] ap ouTUID fe 10d uaNdpard as ‘eronsnf ¥] ap oupures [2 optetsouoo» ‘anb ap souenstz9 SO] & WaI8tApe sootgrsody soxpeg SO] ap So713059 SOT “onmaurersay, onan 9 Ue zexoUmUD aqua anb sapnasta £ sopeoad op seist] 17 Se] Ue uesUoOU as anb so] woo waproutoo ‘oitauraitapind ‘anb ‘eoods wrountd iso ue opeoed ueqesepisuco os anb souotooe ep o80[yIe9 P 3e00u09 exutied pend ta ap A soprasta ap wast eu SOUTWIED SoquIE e1qos B[NOTLTE OPI0Se e1Se ‘sEWLAPY ‘WHOW YfOOTOAL V1 3a ¥RKOISIN Orr “yeux [op ourures ye 190 “[oA 9p OBSoxr Jo auqos arzorape say K waIq Jap ouruTed Ja 10d oprproap uvy 2s souamb v atodard ef omtiosa asa ap s0mne Pp "Waiq song “(HI-ET “2 4W) Snsof ap sorgel wo upquTE) 20 -arede & (02-S1 ‘O€ 1@) CONIA So «sOUTUTED Sop» anluD OID -9a[9 ow.oD [eioUT EpIA B| ap WoBeUMT eT “UdIG [9p [2 K pep -fnbyut v] ap |p ssourures sop aqua worso9fe wun owIos uOID -Po0a ean B] suodxa ‘Sopuzninieg ayuSUIayHATSaL Opis Wey 2K 0 Jas @ ea onb soj v sisenbozeo wa ‘onbepsq e| sy ‘opradury jap wsye1B008 wy ‘9p o83e] 0] & sepepruntioo sey ueqesmtoous as anb ua uO -enus B] ap OWL [e [exOUr EUENDOP e UoUOdxs souNstID souojiose soxeurtid soy ‘ayuefauras opour ap ‘sang “o11105, 9p peprunuros vj v upFonIos Bp A eiouNUOP o[qed Wes anb sopeiour sewia]qoid soy Teprosar ayseq ‘owadsar 2489 y ‘oueged o oypnf opunut [a wa sewenistio sopeprunuio9 sexouttid se] weqemuoous as onb sey U3 staonu se & Spar ap [e1Ur afesuoW 2 uOre: ns ap seong souonseno sel op osed ye uouarTes sajorsody. So] owigs wensonut oIWeUTE}SaI, OABTIN [9p SOILIOSS SOT] seupeg sontes S07 “upforpen eI ap oppruy *y “eusopour woods ey Axx AIAX SopBIs So] “vonspfoose eI ‘eonspared eders ef :sopoyrod sordwe oneno uanSunsip as ‘euensuo jerour | ap orprasa A epia ap soj8is ajutea soy sezteUraISIs ap Uy [> U0 “peprpeuySts0 & ezanbu ns epor uo vorore> [B10Ur BIGOT -094 v| 1apuaiduzoo wred vanisod ugtoeisode eum ap Bren as uaiq spur enb ours ‘eyaxdraqut vy anb euynoop ef ap Tu yerow H nRpex UO!eIapIsuoD wun U9 1989 wIed oanout s2 eLi03sry EI ap sauosetiode seiso ap eunSuIN “wood wpeo ap sejemyjno seroueisunairo sey tod sepeuo}o1puoo uyiso upIqUIe) seuOTONIos sepeuTULIOIap anb & svjasouos knw svouoisty sojoupisunsito ua We}19 ‘TWHOW VIDOTOSL 4a O1ANaaNOO COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL ética de los estoicos, pero el cristiano se encuentra en unas situaci6n de privilegio, dado que tiene «un pedagogo» interior, Cristo, que le conduce hacia el bien: el bautizado tiene grabada en sf la imagen de Jesucristo. Este Pedagogo ayuda al bautizado a descubrir y amar la verdad, y con este fin usa «por igual la severidad y la bondad». Clemente destaca también la acci6n del Espfritu Santo para easeme- jarse a Dios», pues «se hace como Dios aquel hombre que quiere lo mismo que quiere Dios». E] Alejandrino desarrolla algunas ideas sobre la ética social en su obra con titulo interrogativo: Quis dives salve- tur, donde reconoce el derecho a la propiedad, pero advierte acerca del recto uso de las riquezas y de los ries- gos que entrafia la riqueza. También el sintagma «ley natural» se encuentra en sus escritos. Los principios cristolégicos y pneumatolégicos de la vida moral en el cristiano son continuados por el otro maestro de la Escuela Alejandrina, Origenes, que desarro- todos los temas morales de la épocg se encuentran en sus escritos, si bien casi siempre con una solucién rigorista, més acentuada atin en la época en que cae en la herejia montanista. El recurso a las enseflanzas de Tertuliano es necesario cuando se trata de alcanzar la doctrina acerca del pecado y de su perdén, pero también para otros pro- blemas morales, como el aborto, la vida matrimonial, el cumplimiento de las obligaciones civiles de los primeros cristianos, etc. E] otro africano, San Cipriano, como buen pastor que tiene que orientar a sus fieles desde la clandestinidad, hace una catequesis més sistematica siguiendo estas li neas centrales; la guarda de los mandamientos, el cumpli- miento de la voluntad del Padre y la imitacién de Cristo , 316-317). 112 HISTORIA DE LA TEOLOGIA MORAL Al mismo tiempo advierte a sus fieles contra los vicios, que les separan de la fe. Seran reprobados los que «siem- bran la discordia entre los fieles», las virgenes que «no compromisos», los que se dejan earrastrar ia», quien «no tenga paz con su hermano», alos blasfemos y los enemigos de Cristo», quienes «se dejan llevar por las pasiones»... Por la historia sabemos del rigorismo de San Cipriano para recibir a los «lapsi» a sea, para que se reincorporen a la comu- ial, mediante la prActica penitencial, aquellos que habfan claudicado en tiempo de persecucién. Las ensefianzas morales cobran mayor desarrollo a partir del siglo av. En esta época han cesado las persecu- ciones, la Iglesia vive una época de paz, los cristianos acceden a la vida social y la «normalidad de vida» facilita el que la practica moral pierda tensién y se relajen las'cos- tumbres. De ahf la ensefianzai moral mis frecuente y siste- mitica de los Padres a partir del siglo 1v. A este respecto, para la historia de la teologfa moral en Occidente, desta- can los escritos de San Ambrosio, San Agustin y San Gregorio Magno. La doctrina moral de los Padres orienta- les es practicamente la misma que en Occidente (cfr. I, 327-334). San Ambrosio (1397) es el primer autor que escribe una obra sistemstica sobre la vida moral, si bien referida a los, clérigos y no exclusivamente doctrinal, sino teérico-practi- ca. Noes, pues, un tratado tebrico, sino que estudia las vir- ides que han de practicar los eclesidsticos y denuncia los vicios de los que han de huir. La doctrina que expone en relaci6n a las virtudes las teoriza analizando la vida de per- sonajes reales del A. T. : esas virtudes las encarnaron los grandes Patriarcas, y los clérigos deben imitarlos. En relacién a las categorias intelectuales con que expli- ca las nociones morales hace uso de la raz6n y de la logia depende de los escritos de Cicerén, El titulo de la obra De officiis lo toma de la obra 113 sur “IMppUT Ise wIsy ‘Tey Ao] e] nb euxer9 Ao] vy spur onbey -sep anb aoetj fexour ns op oomiu:00a1 saIOBIED aIsy — “CT TIA ‘sauorsafuoa) «soiquioy soy 8 sezIUTAIP 1208 waed axquIOY [e Opeard ey Sold “[eNIse[99 epra ap A o8ture ap JoWre uN oU~ra1 aoure oxsonu ap Josey vied ‘toure onsonu serquies ered optusa ey orsti5» 2038119 Woo asreayTHUEpt $0 [eIOU! EPA Yap Teuy [2 4 snsog ep epra eT eIoUATazax OWLOD oueN a1q -WoY [ep TeIOUT EFNpUOD eT “E}BopOO Ns Epo} ap OLAIoU [> $9 OWISLIMISDOIS|I9 [9 OUIOD OpoU [x “TeIOUE epIA vy ap OIF -9]01s"10 oruaurepuny [a Teowisap ostoard sa usTquTE, — “(XXX ‘Isunb soarp aq) «resn agop 9s ond ojjenbe 1ez08 ua A ‘tezo8 anb Sey anb oyjenbe sesn sopuar -aid ua ays{suoo eueumy uorsiantad epoy.» -zoufstp K avsn aqua aoey anb ugrounstp ef eaeisap oyedsaz ay5e y “s0o1d -9]oay £ soa1oyoo1sd sist[zue souy ezro;oUs UsIsnBY Weg Ua opvoad Jap pura) |p ‘ose Jog “19 ‘eueUMY peprsey eI ‘op -eoad ap sonqyy soy ‘e1oex8 | ‘persaqiy e] too sopeuoroejar soyerour sewo]qoxd sepronyip e uoxepnie 2] soursSejad & soanbraeur so woo oanqueur onb sauorsnasip se] — “soperour peur ye uorg [e ugpoejar ua eueUMY eyZoyooqsd e ap OTpNYse [e UgTDEUIOdE wropepiaa eu uRdYTUBIs —souojsajuoD se] Ue LILOSep PIA PULSTUE ns ap sistgu Jap Sepronpep sel[2 ap seyont— sezueyosua sng “euosiad ¥| ap JOL1aqUt [a wLtafua anb ezanbur e] vXvagns ‘oueumy uozei09 [ap oywaTuTOUCD Jp Ue ouadxa ‘unjsnBy weg “IoLIe1Uy UoFIsodsIp ey B eID -uejroduy] ues wun apeouco euerunsnge perou! ey] — ‘ap s0ure oye spur [9 anb esoo eNO so Ou PHUITA eT» :sorg e JOUrE d ouoo wowisap upsnBy *«sesamb anb of zey [e-9puaqu osjooid $9 o1xa1UOD aIs9 WY “aIquioy ye sog ¥ [eNBy 30d voregqe anb ‘pepiieo e] so euefunsnBe exo! | ap ox7u29 [| — :soqUeInIs soy ‘ezueU -esua ns ap sopeoeisap syur sound ouloo zeyEuas aquo SOID ‘TWHOW VIO TOL V1 ad VIeOISTH vr -nasa S039 aq “UNsnBy ues op TexoUK eUTZIDOP vy operpmasa By anb ajuepunge Anu vorSojoa ¥yesZor|giq wun eLOISTY 8 9p 08:2] Of & opzoonoud wy [esOUT eziEUASUD BURY, srpjorsida eanyex ait] ns euenuos ahb sepeiour sezieuasus se peue eLqeD ‘woujpadouour vanjexoN] eIsa_y “(arviuDy9 72 ads “opy ap uorpunjoug) sajeBoom sapnysta se] digos soye|duro> sopey -en osndwoo owsnunsy “s19 ‘(uimmopuaue vazwog) wIuaUE ¥] {(atonoviad aq) Peproesaa el ‘(oHUaHDd aq) e1ouatsed ¥] 22q0s ‘ojdurafa od ‘seuersiz9 sapmasta sel ap vos09e {(@romn8ita viouns ag & prruautu09 9q) PepHsed e[ a1qos ‘ouog ag & apv8nju09 ouoq 2) PP agos ‘ojdwiafe sod ‘sovaiouos seutay aiqos soperen sosepepiaa reuorsuoyr osfoaud so ‘auredy “o1nquo ox aq wa auodxa of periaqy B| ap euuay ja ‘ojdurofo sod ‘sauon, “Sond SUSIEAI IEE ep UOTSEDO WOD EIPNISe Soy [ExOUr BT ap sooiseq soydaou0a song ‘sngriado ra apyf aq & snquow aq seigo sns uepuodsexiod ‘jeiteurepuny [e1OW ap seUIa) SO. -nBTe & ‘oydurofo Jog “seras9NOD satIOMsono argos soperen soungje osndwoo ‘seiqo sns op seutayd sej sod a1zo9 en vong ezueyesua aquepunge El 9p spUrEpE /o1D99 Uy -e1oUur eUENDOp v| Hoo sepeuOTDETaLT «sey -exSouour soureururousp ‘oorus94 afensuay uo ‘anb of 91 -Hose anb some tewid [9 opis BH “vaNyUBOP wBOJONI ve gorew anb ey ¢ onrefouras eruosduy eun eTsa[3I PT ap [exour ‘oquauresuad [e esuaray ue efap (OE p-pSE) UUSHIY UBS eyequan» & «qenou> soupuigr soy soy12989 sns.ua 4 sourenuosuD “eoyreo soy anb woo empefsuauioM wsroatp vf annua £ sop -eoad so] ap pepaavas vj wsioard oapiour o1S0 wo) “eIsepst ns uo eorgnd vjouonuad ej xe1q9]90 ap opour Jo argos sorep seqmepunge ugiqure) orfwusuen sou uy op odsiqo Tz ‘spsof ap BUOSog BI 9p OID ~enurt Bf & sorg ep wzapuLs® ¥| :sojod sop euan orsozquiy leg ep [exour vj onb opeseisep wy ag ‘oueuIOI OJOSOTY [OP ‘TWUOW VIOOTOAL aa O1ANaWOd ‘COMPENDIO DE TEOLOGIA MORAL da en la ley eterna, en la cual sobresale el sentido de Dios providente y Padre. Por eso destaca la obligacién moral del cumplimiento de la voluntad de Dios. En San Agustin, Ley de Dios y voluntad divina se identifican. La doctrina moral de San Agustin es importante tanto en sf misma como por la influencia que ejercié en los” autores posteriores hasta nuestros dfas (I, 320-324), — San Gregorio Magno (540-604). El Papa Gregorio puede ser considerado como autor de teologia moral y, al mismo tiempo, expone una moral préctica, dado que tiene que dar respuesta a situaciones puntuales que le consultan los obispos. Une asi la teorfa y la praxis. La obra més conocida de San Gregorio Magno -que ha sido muy comentada en toda la historia de la teologfa moral- es Moralia in Job. El Papa toma ocasién de la vida de Job para exponer la doctrina moral sobre la existencia del hombre: Job es el prototipo, pero no se queda en él, sino que explica y justifica su vida acudiendo a principios &ticos de comportamiento. El punto central, en el que converge la doctrina moral de San Gregorio, es la persona como «imagen de Dios». Esta «imagen» demanda que el horfibre la lleve a término. simismo, destaca el sentido de la «vocaciény: irtudes teologales y cardinales, y, como San las contempla tal como fueron vividas por per- sonajes del A. T. La exposicién de la moral en los escritos del Papa San Gregorio lena muchas de sus paginas, pues sus obras rezu- man sentencias morales, que él mismo inculca tanto a los fieles como a los obispos a quienes escribe. Para fundamen- tar la vida moral apela de continuo a la Escritura, pero pro- cura también razonarla. Si bien, como él mismo argumen- ta, una cosa es «saber» y otra muy distinta chacer». Pues bien, la vida cristiana se ventila en el «hacer». 116 ‘HISTORIA DE LA TEOLOGIA MORAL 2. Estudio y desarrollo de la Teologia Moral en la Escolastica La elaboracién de la Teologia Moral como saber teol6é- gico corresponde principalmente a Tomas de Aquino, pero los seis siglos que separan al Papa Gregorio Magno del Aquinate, aunque no fueron tiempo de elaboracién doctri- nal, no serfa justo silenciarlos (cfr. 1, 335-341). Al menos conviene mencionar los Libros penitenciales que, al mismo tiempo que recogen la doctrina moral de la época, tratan de ofrecer un criterio y hasta la medida exac- ta de penitencia que se debe imponer por los distintos pecados. Estamos en un tiempo en el que se inicia la con- fesién frecuente, que coincide con una situacién generali- zada de la falta de cultura teol6gica en el clero y se precisa, conocer una epenitencia tarifada». No se trata, pues, de la exposici6n moral inspirada en la Escritura, sino que més bien recoge el contenido de los canones de diversos conci- lios provinciales. Un momento de tensién intelectual fue la discusion entre San Bernardo y Abelardo acerca de la relacién entre conciencia y norma. El Santo de Claraval acentuaba la importancia de la norma, mientras que Abelardo salia en defensa dela conciencia. Pero el origen de la discusion y el contexto intelectual era distinto al que hoy despierta este mismo problema. Desde Pedro Lombardo, el estudio de la moral cobra mayor relieve, si bien todavia sin diferenciarla de otras cuestiones teolégicas. Los autores comentan las senten- cias de los Padres y, cuando es oportuno, exponen sus méximas morales. Todavfa el Maestro de las Sentencias no desarrolla una doctrina moral sistemética, sino que estu- dia algunos temas morales en tres momentos muy puntua- Jes de las Sentencias: al tratar las normas que rigen la con- feccién y administracién de los sacramentos; con motivo del pecado original estudia las relaciones entre el pecado y 7 oll ardurays ou anb eyuourre eum oumnby op sywoy, ep [ex0U ug1isodxe ev] wa wesSo] “a9 ‘efoesa ¥] ap O «vaenu Koy» & yeamen Ao] ‘nueryoe oa{ns jap sazeonred souorserep -1suo9 £ ugfooe B] ap peplanialgo ‘eiousfouod A euLIoU 3] & peniegy :ouvumy senioe fp u9 oaisisep eded un weSanf anb sonrewe[a Sosiaarp soy anus zepsend eqes eyeumnby Je anb esuoutre ey wesfesar sourepour saxomne soy (P ‘pedoosido tur jo & osorBtjax operse [2 eqoUreIDadse ‘sasquIoY So] ap soroyo & souoraIpu9D 0 sopeise sopounuuarap wIpNISe oumby ep syuroy ‘sapmazta sey & o1tmy ‘opeureoug oqie, P gonoeid anb sapmuzya se] wos :omenstio aqueUrTEIOUASe So oprusquos [2 oxad ‘sajaigistty ap kong eI ap apadcrd ura -Bzyyewiaysis B] sauorseD0 ua £ eMIEUSUION ET “sepMTA se] ap orpnase [2 augos eaqautaa as poivadsy [row eT (2 “efousrou09 ns ap pep -TuMUy vy wa uefegar as sepeprreax seis “nats Jop A2q Bl A ezojempeu ns u9 eyyr9s9 pI ej Woo PuOTDEP— 2s anb ‘pe ~Foqy NS ap orotaxofa Ja 10d ezuvoye of A opmunvag ef axran -su0o uy a1sq “PeprULY, Bf ap 2008 Jo 59 onb ‘ezuemuaxcu, -01q B® apuan ‘eso1g ap WoeUNT> B OpealD ‘e1quIOY [2 :euL -onbsa aso aigos wyusise as pouawmpuny jo.0yy ET (q “exBojoay ns ap saxepid sax so] wos axquioy Ja £ o1stIg ‘soIg :e7Bojoo) ns oXns -suoo oumMby op syutoy, ‘seute sax 0189 WOO ‘ouTed eIO0I1 ey ua snsor op euosiad By K eoRyUMBop BI Ua $9 «SOIC ep EID -uastxs» vf anb of fexour esBopos vy wo $2 «aquioY jep UY» P anb reunye ejaqes ‘ouND wy [ep eUIe} 2 so wISTHO} Jesow ¥| ap symeziodury spur < oxeunsd op ya (F :sonuomats sey ‘eisfu101 Texour ¥FBofoa vj ep SepeoEIsop sPUI SvOTS}39} -oee9 OUNOD seFOUNUD BpIQLD ‘sISeIUS op OWWOTUT UN Uy -oo{89]oa} radeyanb jep syur seu? soun owoo sepexep|suod uos seisg ‘uaIg sang “«seuBUMY, sarquimsoo» ap e[qzy anb ours ‘«Tex0Ur eySojoe1» euTUt -ouap ¥{ vounu anb ap sesad v ‘ors X ‘oo1s9[0e aruaureo ‘WON VJOO1OAL Vad vrNOLSTH SIT -yjoadse omn3ug fo apsep eeumy efouoistxo vy ap sopezour soxsedse So] sopeyes wos anb woo ugisuarxe ey — * *sojaxou0o Knut ‘epia ap sopeiso soundye ap sapnazta sey op opeuapio o1p -muso Te £ somuaurepury sof e wapuodsex anb ‘sopeprun sap -uva8 Sop we [exoUL ¥ISO[OO} YT ap UO|eZEUIAISIS e]— “vordojoay vung vj eyuasoadas anb peprun e| uo oo18oy -021 19qBs [op spur ated wun oUo9 aqrouo> EI sand “TeICWY wyZojoay, e[ B apes anb os1Sgp0a1 JaI9eIeD [| — :ses09 son ‘souaw ye ‘uepuasdios sovep sosounid sys ug, “eso|nonse» ZpGT Uo tesO|asap as anb «souONSIMO» EOE OS [e101 Ua “TH-IL &[ 2p 681-1 «SeuoNsend» sey we oroedsy josoWy PLA IPT EL 8 PII-T esquonsono» sey wo pomuaupung posoyy urwouep 9s ‘pepLOLsysod woo ‘anb oj v ayusrpuodsaxz09 ‘oprusquos [2 ‘sonst somauIOUT sop Ua ‘naxSoJoay DUENg EL 8p ofppour ye euLi0yUOD ‘uaIg Is ‘CONPUIAISIs opour ap [eIOUE ¥3B0]09} b] BIpouresep spUIO, o1tIeg ‘OpIqus so OWIOD “(8hE- Ihe ‘I 2g9) atwaurejutons Anux uodxa 9s jnbe onb ‘oumby ap spuroy, ap woif9jo21 wigo v] ue op ~enoope ojuafureyen un pupa} [EIOWY BIBOpOR], Bf O1Oq SL'N PP Wo weuorouout as anb so] eoeisap soxdaoard so] aniua & «onjeBueag [op Ao[> Be] andunstp ‘Ao] vy seIQuy Ty ‘soidasaad soy £ sagoj sey ¥ 010 A opesed [9 a1qos vu “ENDop ¥j 1oUOdxe v ofrusdes oYdure un eoqpap eK vaISo]0qy vung eB] wo ‘aWeUITEUOISeIO sopeyeN UOs so[ei0Ur SeuID} So] svpoUatUag sv] v oLIesUaWOD Jo UA SeNUDIUL ‘oxod ‘sojnse sop soiso ganqno safeH ap oxpuefoyy ‘uaIq song “svo1Bojoay, souing sey & sviguatuag sv] v soupiuawo; So} re¥Boj0a) ¥| ap UoLDIsodxo op sopresatt] sorauz5 sop anus aquand ap 2oey ‘opiqes so owros ‘anb ‘sayeyy ap oxpuefayy ‘$9 [e10ur ByBoJoa ¥] ap ooYJoadsa orpmsa ye o;edse ‘un eorpop £ ugteiuny #1S9 woo adutos anb osounad 1 “seuvnisiio sapm “ua sv] ap ezopermeu e] suodxa ‘sepia ou 0 oan oIsEI, JS aNOSIp ap UOISeIO oD ‘K wABopoIsLIO PI WD £ PeLzOqHT Ef ‘TWHOW VIDOTOAL Ja O1aNzANOD

También podría gustarte