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Percepción Social de Fiscales sobre el Abuso Sexual Infantil (ASI) en menores de edad

en la ciudad de Pereira en el año 2018

Jennifer Granada Moncada, Sonia Lorena Moriano


jennifer.granada@ucp.edu.co, sonia.moriano@ucp.edu.co
Universidad Catolica de Pereira
Facultad de ciencias humanas, sociales, y de la educación
Programa de psicología

Resumen:
A raíz de los antecedentes analizados, y la importancia de reconocer cómo se manejan los
casos de abuso sexual infantil, en la presente investigación se pretende estudiar la percepción
social sobre el abuso sexual en menores de una muestra de fiscales en la ciudad de Pereira. Se
pretende entonces analizar, conocer e identificar las creencias, estereotipos y prejuicios que
tengan de esta problemática. Puesto que el interés es conocer las diferentes creencias y
prejuicios frente al abuso sexual en menores, se realizará un estudio cualitativo a través del
método fenomenológico.
Palabras Clave: percepción social, abuso sexual infantil, funcionarios

Abstract:
Based on the background analyzed, and the importance of recognizing how to handle
cases of child sexual abuse, the present study aims to study the social perception of child
sexual abuse from a sample of officials from the city of Pereira. The aim is then to
analyze, know and identify the beliefs, stereotypes and prejudices that they have before
this problem. Since the interest is to know the different beliefs and prejudices of the
child sexual abuse a qualitative study will be carried out through the phenomenological
method.

Key Words: social perception, child sexual abuse, officials

A fines de los noventa, las denuncias sobre casos de abuso sexual se han mantenido en
aumento debido a que hay “mayor sensibilización social y mejoras en el acceso a las
denuncias”. (Berlinerblau, 2016, p. 13; ) En la última década, a nivel global según un informe
realizado por la UNICEF, demuestra que 28 países en Europa reportaron que alrededor de 2.5
millones de mujeres han tenido experiencias de violencia sexual de forma de contacto y no-
contacto antes de los 15 años (UNICEF, 2017). Ahora bien, en Colombia, Medicina Legal
(2017) reportó que, a nivel nacional en el año 2016, se registraron un total de 17,908 casos de
los cuales 15,074 eran niñas. De igual manera, se reportaron 20, 633 casos de delitos
sexuales hacia menores en el año 2017 a nivel nacional, seguido por las cifras
departamentales de Risaralda con 610 casos, en el municipio de Dosquebradas 115 casos, en
el caso de Pereira se reportaron para el año 2016, 103 casos de los cuales 54 eran niñas.
Cifras alarmantes que permiten evidenciar un incremento del 11,21% de casos en Colombia.
(Medicina Legal, 2017) Aquí deben ir las estadísticas de los casos que han sido
judicializados y los que no para dar mayor peso, y ver a qué se debe el hecho de que algunos
casos no se hayan judicializado. Tambien tengo una duda, si ya nuestro trabajo no se va a
delimitar en pereira, entonces las estadísticas como se van a bordar, yo he anexado unos datos
a modo general más no específico

La violencia sexual es un fenómeno que ha sido acentuado debido a factores patriarcales en


las relaciones de poder, es pensada universalmente como un problema de salud pública, en la
que niños, niñas, adolescentes y mujeres son “potenciales víctimas”. En Colombia es mucho
lo que se ha hecho en materia de leyes para endurecer las condenas frente a delitos sexuales
en especial cuando se trata de menores de edad o mujeres, pero en cuanto a la reducción de
los casos se ha visto pocos avances y cada vez las cifras han ido en aumento, ya sea porque se
ha incrementado el empleo de la violencia sexual o porque han sido más frecuentes las
denuncias de los abusos padecidos (Forensis 2017 Datos para la vida), gracias a que hay
“mayor sensibilización social y mejoras en el acceso a las denuncias”. (Berlinerblau, 2016, p.
13). Lo anteriormente dicho se evidencia en los datos arrojados por el Instituto Nacional de
Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF) el cual entre los años 2008 y 2016, atendió
anualmente 21.385 casos de violencia sexual, y para el año 2017 la cifra ascendió a 23.798
(100%), de los cuales 20.663 (86,83%) eran niñas, niños y adolescentes, y a su vez 13.450
(56,52%) de estos casos eran niñas y niños entre 5 y 13 años. Es decir, hubo un incremento
del 11,21% respecto al año anterior, cifra alarmante pues es un indicador de que la ocurrencia
de estos hechos es más frecuente. (Forensis 2017 Datos para la vida).

A pesar de los casos denunciados, cabe resaltar que existen muchos que no están
incluidos en estas estadísticas, ya que no se han denunciado debido a diversas causas.
Algunas de estas causas incluyen la falta de credibilidad por parte de externos, miedo,
vergüenza, culpa, o porque existen actos sexuales que muchos los desconocen comoque son
delitos o no los consideran grave. (Ministerio de Defensa Nacional, 2016; Berlinerblau,
2016). En una investigación sobre reacciones sociales frente a la revelación de abuso sexual
infantil realizada en España, en un centro de atención a víctimas, se encontró que los
resultados se relacionan con los hallados en otro estudio realizado previamente por Ullmann
(2000, 2007), en los cuales se identifica que por parte del entorno en el cual se encuentra la
víctima, existe una frecuente relación negativa y culpabilizadora en el momento de revelar el
abuso, más que todo cuando se trata de un abuso intrafamiliar. (citado en Pereda y Sicilia,
2017)

No obstante, se han establecido nuevas leyes para la protección de los derechos de los
menores. El artículo 18 de la ley 1098 de 2006, establece los derechos a la integridad
personal, califica el abuso sexual contra un menor como una forma de maltrato infantil. Sin
embargo, de acuerdo con un análisis realizado por Uribe (2010), evidenció ciertas
dificultades en la aplicación de esta misma ley entre otras en áreas de justicia, entre las cuales
menciona que la definición no deja una clara diferencia entre actos sexuales, y agresión física
o psicológica. Lo cual, según lo demostrado en su investigación, podría crear un obstáculo en
el momento de llevar a cabo una evaluación física o psicológica dentro del contexto jurídico
(Uribe, 2010).

Una de las primeras definiciones que se desarrollaron para intentar abarcar el Abuso
Sexual infantil es la de Finkelhor y Berliner (2004), define el abuso sexual como:

Encuentros sexuales de niños/niñas menores de 13 años con personas al menos


cinco años mayores que ellos/as mismos/as y encuentros de niños/as de 13 a
16 años con personas de al menos diez años mayores. Los encuentros sexuales
podrían ser coito, contacto anal-genital, caricias, o encuentros con
exhibicionismo. (Citado por Rodríguez, 2011)

Por su parte Berliner y Elliott (2002), plantean que:

El abuso sexual incluye cualquier actividad con un niño o niña en la cual no


hay consentimiento o este no puede ser otorgado. Esto incluye el contacto
sexual que se consigue por la fuerza o por amenaza de uso de fuerza —
independientemente de la edad de los participantes— y todos los contactos
sexuales entre un adulto y un niño o niña —independientemente de si el niño o
niña ha sido engañado o de si entiende la naturaleza sexual de la actividad—.
El contacto sexual entre un niño más grande y uno más pequeño también
puede ser abusivo si existe una disparidad significativa de edad, desarrollo o
tamaño corporal, haciendo que el niño menor sea incapaz de dar un
consentimiento informado. (citado en Baita & Moreno, 2015, pp. 25 a 26)
En Colombia, el término de abuso sexual infantil es abordado en áreas de
intervención, pero según lo establecido por el artículo 2 de la Ley 1146 de 2007 en el código
legal se maneja como Violencia Sexual. Está siendo entendida como “todo acto o
comportamiento de tipo sexual ejercido sobre un niño, niña o adolescente, utilizando la
fuerza o cualquier forma de coerción física, psicológica o emocional, aprovechando las
condiciones de indefensión, de desigualdad y las relaciones de poder existentes entre víctima
y agresor”. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la violencia sexual se refiere a
actos, comentarios, o insinuaciones no deseadas por otra persona ya tenga relación con la
víctima o no, con el fin de ser utilizadas sexualmente en cualquier ámbito. (Desiree, 2005
citado en Córdoba y Jaramillo, 2013).

Por otro lado, el Código Penal Colombiano en la ley 599 de 2002, contempla y castiga
los delitos contra la libertad, integridad y formación sexual. Tanto el código penal como el
Art. 2 de la Ley 1146 de 2007 definen los siguientes tipos de violencia sexual:

Actos Sexuales: es entendido como el uso de violencia en la cual un menor de 14 años


se encuentra en incapacidad de resistencia ya sea por estado de inconsciencia o trastorno
mental. Acceso Carnal: este puede ser acceso violento o abusivo en la cual existe un uso de
violencia y el menor se encuentra en incapacidad de resistencia, ya sea por estado de
inconsciencia o trastorno mental (Código Penal, Art. 209 y Art. 210).

Explotación Sexual: es entendido como la prostitución o encontrarse a un menor


relacionado a el conflicto armado, por lo tanto, se considera como explotación sexual a un
menor de 14 y como acceso carnal e incapacidad de resistencia con un menor de 18.
Matrimonio Temprano: el matrimonio infantil es cualquier unión legal o usual entre dos
personas, de las cuales una o ambas son menores de 18 años.

Acoso Sexual: se hace referencia al Art.210 A del Código Penal y a la Ley 1257 de
2008, que en su artículo 29 define el acoso sexual como
acciones y comportamientos de tipo verbal, escrito, no verbal, físico o virtual
con contenido sexual en donde se hostigue, acose, humille, asedie, ofenda,
persiga; también puede contener acercamientos corporales u otras conductas
físicas de tipo sexual, dirigido a un niño, una niña o adolescente sin su
consentimiento, aprovechando condiciones o relaciones de autoridad o de
poder, edad, sexo, posición social, familiar o económica. (Ley 1257 de 2008
Art. 29)

En una investigación realizada por Magaña et al, (2014), Chile sobre Abuso
Sexual Infantil (ASI): Comprensiones y Representaciones Clínicas desde las prácticas de
Salud Mental, se describe que, para resignificar el tema del abuso sexual infantil, es
importante explicar la manera en que las instituciones, profesionales, y todos los
involucrados en atender casos de abuso sexual infantil, manejan esta problemática.
También no se ha logrado un acuerdo en la definición de la victimización sexual infantil,
en la que existen divergencias, pues a menudo son modificadas por la cultura o el
contexto evaluativo. Para Habizang et al (2005), es valioso investigar no sólo “las
complejas relaciones entre las políticas públicas y jurídicas, las intervenciones
particulares de las instituciones abocadas al problema, los diversos actores
involucrados, las víctimas y los abusadores,” sino también, “la mirada de los
profesionales de la psicología que intervienen en el ASI” (citado por Magaña et al,
2014).

En otra investigación realizada por César Manzanos, (2004) con “agentes


centrales de sistemas de justicia”, factores sociales y decisiones judiciales, como objetivo
encontrar factores extrajudiciales que afectan las valoraciones en medio de casos
judiciales, investigación en la cual se realiza la siguiente pregunta: “¿Las decisiones que
en sus resoluciones o sentencias toman los jueces y magistrados, están exentas en todos
los casos de la influencia de factores extrajudiciales y si no siempre es así, en qué sentido
pueden influir?” (Manzanos, 2004)

Conforme a esto, se resalta que las respuestas de estos diversos jueces en ámbitos
de confianza, donde incluso “la percepción del hecho y su valoración está influyendo la
ideología e incluso la moralidad”. Mencionan como es inevitable, a pesar de que se
considera que deben ser espacios objetivos, indudablemente tienen efecto sobre las
decisiones. Existen principios morales que son vinculados a estereotipos, creencias, etc.,
los cuales son “internalizados” que se tienen en cuenta en estos espacios en los cuales se
va a tomar una decisión que afecta a otra persona. (Manzanos, 2004)
Para la Comisión Internacional de Derechos Humanos, (2011):
policías, fiscales, jueces, abogados y otros funcionarios judiciales se ven
afectados en su actuación judicial por estereotipos, prácticas y
presunciones, restando valor a actos de violencia sexual. Por ejemplo,
pueden examinar un caso de violencia sexual centrándose en el historial y
vida sexual de la mujer, la supuesta provocación de los hechos por parte
de la víctima y su no virginidad ( p. 16).

Acorde con lo anterior, los estereotipos y prejuicios presentes en los operadores


de justicia (policías o fiscales en especial) conllevan a que se de poca veracidad al
argumento de la víctima, se le culpabiliza y se justifique lo sucedido por su actitud o su
comportamiento (CIDH, 2011). De igual manera, la comisión ha comprobado
insuficiencia en la investigación de los hechos denunciados debido a la existencia de
modelos socioculturales discriminatorios que invalidan a las víctimas y ayudan a que los
delitos sean percibidos como no prioritarios (OEA, 2007). Además, considera que las
creencias y actitudes personales de los fiscales cumplen una función importante en la
decisión de investigar un delito, y el hecho que el poder judicial permita ciertos
estereotipos es una manera de validar y apoyar la impunidad.

Ahora bien, la investigación psicosocial a través de la percepción social ha aportado


un saber y una visión importante al análisis de la violencia sexual. Uno de los principales
campos son las actitudes, es decir, las valoraciones parciales positivas o negativas que los
individuos hacen a “personas, objetos, grupos o ideas” Romero, (2012) citando a (Eagly &
Chaiken. 2007; Fazzio, 2007; Petty & Wegener, 1998; Petty, Briñol & DeMarree, 2007). Por
consiguiente, las actitudes ejercen influencia en las valoraciones que las personas hacen
sobre los eventos de agresiones sexuales, particularmente en lo referente a la veracidad o
falsedad de la violación y a la credibilidad y atribución de la culpa a la víctima. (Temkim &
kráhe, 2008; Kráhe, 1991; Temkim, 1999; Horvath & Brown, 2009; Jordan, 2004; Koss,
2000; Ullman, 1996; citado por Romero, (2012))

De acuerdo con Higgins (1996), muchos estudios de cognición social han demostrado
que existe relación entre las características del observador y sus actitudes frente al abuso, que
afectan la percepción social del mismo, los cuales se activan dependiendo de la situación o
estímulo social. Estos estudios, también mencionan que existen dos características que
influyen en la activación de conocimientos previos: conocimientos “accesibles” previos a la
presentación del estímulo (ejemplo: mitos sobre abuso), y la “cabida” del conocimiento
guardado con los estímulos presentados. (citado por Frese et al, 2004)

La psicología social se ha encargado de estudiar la percepción social, entendida


como el estudio de la influencia social sobre la percepción de las personas. Dicha influencia
es entendida como “aquella acción realizada que tiene como fin modificar las cogniciones,
afectos y/o conductas de una persona o grupo con respecto a un objeto actitudinal
determinado” (Igartua et al. citado en Páez et al., 2003, p. 38). Asimismo, la comunicación no
verbal como las expresiones faciales o movimientos corporales, y las atribuciones que son el
proceso por el cual intentamos conocer el porqué de los comportamientos, influyen en la
manera cómo se percibe (Baron y Byrne, 2005).

La percepción social es entendida como una imagen global sobre otro, en relación
con la información que este encuentra disponible en su contexto, de esto se sigue que, es el
proceso por el cual conocemos y comprendemos a los demás, sus características, cualidades y
condiciones internas (Baron y Byrne, 2005). Por consiguiente “La percepción social es, pues,
un proceso por el que una persona crea un mundo perceptual coherente, a partir de una serie
de estímulos físicos caóticos” (Ovejero, 2007, p. 20).

Según, León y Gómez (1998) algunos factores que influyen en la percepción social
son: las características físicas y sociales del contexto en el que se produce (situación en que
se origina la percepción); la manera en que se produce el primer contacto determina los
ulteriores sucesos; los factores correspondientes al perceptor (motivaciones y expectativas)
que configuran los procesos cognitivos relacionados a la percepción de personas (cómo se
procesa y el tipo de información buscada), “la familiaridad, el valor, el significado emotivo
del estímulo, la experiencia”; las características relacionadas a la persona percibida (sus
esfuerzos por organizar y verificar la información que muestra al preceptor). Lo
anteriormente dicho se lo conoce como manejo de impresión y es “un intento de influir sobre
la conducta de los demás”(Citado en Arias, 2006, P. 17 a 18). Campos (1985) por su parte
agrega que es un proceso de codificación cognoscitiva, le aplica un significado a un objeto o
persona, y le aplica determinado esquema o categoría. Cabe añadir que la percepción social
está constituida por creencias, prejuicios y sobre todo por estereotipos, que en su mayoría son
la base de estos prejuicios; para algunos teóricos, los estereotipos son el componente
cognitivo de los prejuicios (Ovejero, 1998 citado por Hernández, 2002).
Ahora bien, los prejuicios son actitudes negativas, reticentes u hostiles hacia
determinados grupos humanos o hacia una persona por pertenecer a dichos grupos, y a la que,
se le otorga todos los atributos negativos del grupo (Olson y Zanna, 1993; Allport, 1979
citado en del Olmo, 2009, p. 14). Por actitud se entiende “una predisposición, aprendida, a
valorar o comportarse de una manera favorable o desfavorable una persona, objeto o
situación” (Alvarez, López & Ortego, s.f, p. 3). Con frecuencia las actitudes se comparan con
“valores, creencias, estereotipos, sentimientos, opiniones, motivación, prejuicios e ideología”.
(Claramunt & Huertas, 1999 citados en Álvarez, López & Ortego, s.f, p. 3).

Los prejuicios son específicamente “evaluaciones desfavorables de y afecto negativo


hacia los miembros de un grupo”, pero también los hay positivos y neutros, pues son
valoraciones hechas sin previo discernimiento, sin tener previamente los fundamentos de
juicio apropiados; además, estos no están definidos por el tipo de personalidad de cada uno,
sino que todas las personas los emplean porque fueron aprendidos desde la infancia (Olson y
Zanna, 1993 citado en Ovejero, 2007; Del Olmo, 2009 & Allport, 1979 citado en Del Olmo,
2009). A los prejuicios también se los considera como un tipo específico de percepción
social, y son aquellas expectativas que se tienen frente a un determinado tipo de personas
(Ovejero, 1998 citado por Hernández, 2002). Dichas expectativas son entendidas “como la
anticipación de un evento o consecuencia futura, como creencias generalizadas que tenemos
acerca de un objeto social, como un referente comparativo, categorizado por el nivel de deseo
y/o categorizado por el nivel de abstracción” (Escoriza, 1985; Oliver & Winer, 1987; Ros,
1985 citados en Peralta, 2006, p. 202). González (1999) añade que los prejuicios “son
considerados como fenómenos compuestos de conocimientos, juicios y creencias, y como
tales constituidos por estereotipos” (p. 79).

Desde hace mucho tiempo el sistema procesal le ha dado mayor relevancia a las
sanciones de la violencia sexual que a la parte emocional de la víctima, olvidando que este
tipo de violencia causan perjuicios intangibles que afectan a la víctima y a sus familias; sesgo
presente en la estructura de “un sistema jurídico administrativo” y en la manera como los
profesionales de dicho sistema entienden a la “víctima, cuestionándola o culpándola” (UTE
– UNFPA 2013, p. 7). Es así como Cantón, 2000 habla de “la teoría del mundo justo”
(citado por UTE - UNFPA, 2013, p. 8)
En el que los juicios y prejuicios deciden quién es y quién no es (o no parece
ser) una víctima ya que sus características encajan o no dentro de un esquema
preconcebido que no permite percibir de manera integral a la víctima, con sus
condiciones o factores que la hacen vulnerable (UTE – UNFPA 2013, p. 8).

Además, aunque la víctima logra expresar lo que le está sucediendo y halle adultos
que le creen, el proceso judicial puede ser difícil y complicado. Por lo tanto, “los desafíos en
ese ámbito radican, entre otros, en una mayor capacitación para los operadores en cómo
tratar con las víctimas; en articular el fuero civil y el penal, y en derribar prejuicios que
persisten.” (Ayuso, 2018,)

Los estereotipos son un grupo de creencias íntimamente correlacionadas y


compartidas por quienes integran un grupo determinado, sobre las cualidades propias que
caracterizan a los miembros de otro grupo. (McGarty, & Spears, Yzerbyt 2002 citado en
Pancorbo, 2010, p. 5; Leyens y Codol, 1990 citado en Ovejero, 2007). También se entienden
como “aquellas creencias populares sobre los atributos que caracterizan a un grupo social
(por ejemplo, los alemanes, los gitanos, las mujeres), y sobre las que hay un acuerdo básico”
(Gonzáles, 1999, p. 79 citando a Mackie, 1973). Según Páez et al., (2003), los estereotipos
categorizan y ordenan la percepción; para clasificar diferencialmente a los miembros del endo
y exogrupo, reforzando una visión positiva del grupo de pertenencia (los hombres son
agresivos y fuertes, las mujeres suaves y afectuosas); para explicar por qué un grupo actúa
como lo hace y para explicar un orden social (las mujeres están en roles de servicios y ayuda,
porque tienen una naturaleza o personalidad afectiva y maternal).

Cabe mencionar que existe una relación entre los estereotipos negativos y los
prejuicios, sin embargo, no siempre los estereotipos están relacionados con los prejuicios,
como es el caso de los estereotipos positivos atribuidos a muchos grupos, por ejemplo, la
dulzura y sensibilidad otorgadas a las mujeres o el sacrificio de los padres por sus hijos. No
obstante, suele suceder que un estereotipo positivo de una categoría social puede derivar en
un reconocimiento prejuicioso y perjudicial, como el hecho de que la sociedad le niegue a las
mujeres la oportunidad y el derecho a desempeñarse en trabajos arduos por el hecho de ser
consideradas delicadas, sensibles y débiles. (González, 1999)

Los estereotipos tienen dos puntos de vista. Desde la óptica individual, las personas
con el paso del tiempo desarrollan creencias con respecto a los grupos sociales, esto influye
en cómo responden frente a los individuos que pertenecen a esos grupos. De esta manera,
“los estereotipos se desarrollan a medida que el individuo percibe su ambiente, e influencian
la forma en que se atiende, se codifica y se recuerda información relativa a los grupos
sociales” (Stangor & Shaller, 1996 citado en Pancorbo, 2010, p. 6). Desde la óptica colectiva,
los estereotipos son transferidos entre las generaciones llevando consigo efectos sociales.
Aquí se resalta el contenido de los estereotipos compartidos por la sociedad en la cual el
grupo se desarrolla (Condor, 1990; Stangor y Schaller, 1996 citado en Pancorbo, 2010) y
cómo por medio de la influencia social, estas creencias son aprendidas y transmitidas a
quienes conforman el grupo “a través del lenguaje, los medios de comunicación, los roles y
las normas sociales de la cultura en que se desenvuelven”. (Stangor y Schaller, 1996;
McGarty y cols., 2002; Stangor, 2002 citado en Pancorbo, 2010).

McGarty y cols (2002) refieren que hay tres principios que desde la psicología social
explican los estereotipos:
a) permiten categorizar a los grupos de modo que se puedan establecer
diferencias y similitudes entre ellos, lo que permite explicar mejor el mundo
social; b) permiten el ahorro de tiempo y energía ya que concentran la
atención en información que concuerda con la percepción del grupo; c) son
creencias grupales compartidas que permiten predecir y comprender el
comportamiento de los miembros de un grupo hacia otro (citado en Pancorbo
2010, p. 5).

Cabe resaltar que las percepciones sociales y el comportamiento pueden verse muy
afectados por los estereotipos, pues una vez que estos son aprendidos, ya sea por los medios
de comunicación, la familia, experiencia propia u otra manera, suelen presentarse de manera
automática; muchas veces las personas niegan creencias y estereotipos aprendidos, y no son
conscientes que en situaciones distintas actúan de manera discriminatoria (Casas, 2008 ).

Para la Organización de los Estados americanos, 2007


La influencia de patrones socioculturales discriminatorios puede dar
como resultado una descalificación de la credibilidad de la víctima
durante el proceso penal en casos de violencia y una asunción tácita de
responsabilidad de ella por los hechos, ya sea por su forma de vestir, por
su ocupación laboral, conducta sexual, relación o parentesco con el
agresor, lo cual se traduce en inacción por parte de los fiscales, policías y
jueces ante denuncias de hechos violentos. Esta influencia también puede
afectar en forma negativa la investigación de los casos y la valoración de
la prueba subsiguiente, que puede verse marcada por nociones
estereotipadas sobre cuál debe ser el comportamiento de las mujeres en
sus relaciones interpersonales. (p. 66)

El Cuarto Informe de Seguimiento al Auto 092 de la Corte Constitucional de


2011, refiere que aún se mantienen modelos discriminatorios y estereotipos de género en
quienes ejercen justicia, evidente en todo el proceso judicial (Acceso a la justicia para
mujeres víctimas de violencia sexual).

Durante las entrevistas, los funcionarios judiciales suelen ver a las


víctimas con sospecha, se niegan a creer lo dicho por ellas y les exigen
pruebas innecesarias. Creen que los hechos son narrados con el fin de
tomar ventaja o ejercer venganza en contra de los presuntos agresores
(Corporación Sisma Mujer, 2009 citado en Acceso a la justicia para
mujeres víctimas de violencia sexual Cuarto Informe de Seguimiento al
Auto 092 de la Corte Constitucional, 2011, p. 45).

De esta manera se presenta el caso de una menor de 12 años desplazada, violada


repetidamente por el padrastro (caso representado por Sisma y remitido en el Auto 092
de 2008), a quien el juez de primera instancia rechazó su declaración por una supuesta
manipulación de la progenitora para inculpar al padrastro, afirmando lo absurdo de la
descripción de los hechos aludiendo a un argumento mal diseñado por la madre y donde
todos en el hogar sacaban provecho a favor o en contra de uno de los miembros de la
pareja en disputa (Corporación Sisma Mujer, 2009 citado en Acceso a la justicia para
mujeres víctimas de violencia sexual Cuarto Informe de Seguimiento al Auto 092 de la
Corte Constitucional, 2011).

Otro ejemplo es el caso la niña de 14 años violada en varias oportunidades por


un vecino quedando embarazada (caso representado por Sisma y remitidos en el Auto
092 de 2008), en donde la Fiscalía de acuerdo a su juicio negó la existencia de pruebas
que demostraran la veracidad de la acusación, debido a que en el expediente solo
reposaba la denuncia de la víctima (Corporación Sisma Mujer, 2009 citado en Acceso a
la justicia para mujeres víctimas de violencia sexual Cuarto Informe de Seguimiento al
Auto 092 de la Corte Constitucional, 2011 ).

Por su parte María Fernanda Rodríguez, subsecretaria de Acceso a la Justicia


del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación (Argentina), señala:

Aunque se diga que no deben haber muchas intervenciones, a veces las


hay y el relato tiene que repetirse, y lo que siente constantemente la
víctima y el adulto protector (que suele ser la madre, tía o abuela) es que
lo que está bajo análisis es la verdad de lo que están contando. Aún se
mantienen estereotipos como que el niño miente y que la madre es
manipuladora.(Ayuso, 2018, )

La mejor forma de comprender el comportamiento humano es confiriendo a este


creencias y deseos, ya que esto posibilita predecir la manera cómo van a proceder frente a
situaciones concretas. Tales creencias no son posibles en sujetos apartados, sino en personas
que hacen parte de un grupo social, puesto que es en ese contexto donde llevan a cabo
distintas funciones y donde dan “estructura a las imágenes del mundo y formas a la acción
social” (Denett, 1991; Eliade, 1999 citado en Fierro et al., 2003, p. 286). Por lo tanto, las
creencias son ideas parcialmente estables aceptadas socialmente sobre el mundo, el sí mismo
o sobre un determinado tema que tiene una persona y con las que en su desarrollo personal o
a través de su propia experiencia se tropieza y asume como explicación de la realidad;
además están unidas en redes o sistemas, convencido de su verdad y “actúan como un filtro a
través del cual percibe e interpreta el mundo que lo rodea, tomando sus decisiones de acuerdo
con ello” (Diez, 2017; Ramos, 2005 citado por Pizarro, 2010, p. 29).
Además de lo anterior, las creencias son un tipo de saber fundamentado en
valoraciones y opiniones de carácter afectivo y que a través de lo que expresan las personas
sobre lo que intentan y realizan es como se infieren tales creencias. También son entendidas
como “conocimientos subjetivos, poco elaborados, generados a nivel particular por cada
individuo para explicarse y justificar muchas de sus decisiones y actuaciones vividas” y no se
apoyan en la sensatez sino en “los sentimientos, las experiencias y la ausencia de
conocimientos específicos del tema con el que se relacionan”, lo que las hace muy resistentes
y duraderas para cada persona (Moreno, 2000 & Pajares, 1992 citados en Bohorquez, 2014,
p. 4).

Thompson (1992) argumenta que “las creencias a menudo incluyen sentimientos


afectivos y evaluaciones, memorias de experiencias personales vividas, supuestos sobre la
existencia de entidades y mundos alternativos los cuales no son abiertos a la evaluación
externa o examinación crítica” (citado en Bohorquez, 2014, p. 3). En una investigación
llevada a cabo en Sevilla, sobre la percepción social de la violencia sexual hacia la mujer, se
muestra que el género y la aceptación de mitos sobre dichas agresiones son las variables más
estudiadas en la percepción social. En dicho estudio se encontró que las mujeres tienen
actitudes más negativas que los hombres frente a la violencia sexual contra las mujeres e
identifican mucho más como agresión situaciones de esta clase de violencia. Así mismo se
encontró que existe una relación entre la aceptación de mitos referente a los ataques sexuales
y la percepción social equivocada de la violencia sexual en contra de las mujeres (Otero y
Durán, 2014)

De esta manera los mitos sobre la violación son


un conjunto de creencias perjudiciales y estereotipadas respecto a la violación
(e.g., “la violación no es peligrosa”), la víctima (e.g., “en la mayoría de las
violaciones, la víctima es promiscua o tiene mala reputación”) y el agresor
(e.g., “los violadores son personas con gran apetencia sexual, dementes o
ambas cosas”). (Burt, 1980 citado en Otero y Durán, 2014, p. 1167)

Estos mitos también han sido definidos como “creencias descriptivas sobre la
violación (más centradas en las causas, el contexto, las consecuencias y la interacción entre
víctima y agresor) que se utilizan para justificar o banalizar la violencia sexual” (Bohner,
Reinhard, Rutz, Sturm, Kerschbaum & Effler, 1998; Bohner, Eyssel, Pina, Siebler y Viki,
2009, Frese, Moya y Megías, 2004 citados en Otero y Durán, 2014, p. 1167). El estudio
demostró la influencia del género en la percepción social de la violencia sexual en lo
concerniente a la percepción de gravedad de los hechos más no en la percepción de
culpabilidad de la víctima y del agresor, y que entre más se acepten los mitos, disminuye la
probabilidad de que un acto sexual obligado sea visto como agresión y aumenta la
probabilidad de culpabilizar a la víctima, y de establecer argumentos que justifican al agresor.
(Otero y Durán, 2014)

Debido a que socialmente persisten mitos y prejuicios nocivos para las víctimas y sus
defensores, dificulta el avance de la protección de la niñez, y al momento de las
intervenciones, definen las maneras de operar, las actuaciones y disposiciones a seguir. De
acuerdo a Rozansky, 2003 “La ideología como la acumulación de experiencia unida a la
educación y la cultura de que se forma parte viene a ser el lente a través del cual se ven las
situaciones” lo cual se halla permeado por “mitos, estereotipos y prejuicios” (citado por
Ferrari, 2015, p. 17).

Por otra parte, la valoración del consentimiento y de otros elementos que definen la
tipificación, pueden llevar consigo prejuicios sociales relacionados con la discriminación en
contra de “las mujeres y/o ciertos grupos sociales”, reforzando concepciones erróneas en
algunos “investigadores y fiscales” llevándolos a dudar del testimonio de las víctimas y
negar o justificar ciertas conductas delictivas. (Protocolo de investigación de violencia
sexual, Fiscalía General de la Nación, sf. p. 6)

Así mismo, “la creencia entre algunos fiscales de que los hechos de violencia sexual
sólo pueden ser tipificados como delitos de propia mano”, restringe la posibilidad de
responsabilizar a quien directamente haya cometido la transgresión.Tal creencia suprime las
diversas posibilidades que poseen los fiscales que investigan estos delitos que le permiten
vincular a todos los responsables, teniendo en cuenta las distintas maneras de “participación
y autoría”. (Protocolo de investigación de violencia sexual, Fiscalía General de la Nación, sf.
p. 6)

Conforme a lo establecido, es importante para esta investigación resaltar el concepto


de “rape culture”, el cual es utilizado para referirse a los discursos y prácticas sociales y
culturales por los cuales la violencia sexual es tolerada, aceptada, trivializada, erotizada, y
minimizada. En esta “cultura de abuso” la violencia es erotizada, y las víctimas son
rutinariamente desmentidas o se les culpabiliza por su propia victimización, en lo cual los
victimarios son sujetados como excusados o sus comportamientos son vistos como
entendibles. Esta manifestación no existe por sí sola, sino que son producto de una inequidad
de género, prevalencia en el lenguaje, leyes e instituciones que deben criminalizar, desafiar, y
prevenir la violencia sexual, pero en cambio son apoyo, perpetuar, condonar, y reflexión de
estos actos. (Henry y Powell, 2014)

Teniendo en cuenta que los temas relacionados con violencia sexual, para su análisis e
investigación de dichos fenómenos sociales, intervienen instituciones de carácter
investigativo tales como la Fiscalía General de la Nación. De esta manera, procedimos a
formular preguntas a fiscales acordes con la temática en mención con el propósito de conocer
la percepción de estos profesionales y lo ateniente a los procesos que ellos investigan.
Consideramos que son fuente confiable para nuestro objetivo, pues nos proporcionan
información valiosa para soportar evidencias, estadísticas, resultados, avances de la
institución en estos aspectos, para conocer sobre los prejuicios, estereotipos y creencias de los
mismos respecto a este objeto de investigación.

Finalmente, como se ha mencionado a través de esta investigación existen cifras


alarmantes en torno a abuso sexual a menores. Además, existen investigaciones que
mencionan algunos factores que inhiben a las víctimas a denunciar debido al tipo de
prejuicios y creencias que hay alrededor de esta problemática, a pesar de la sensibilización
que ha aumentado el acceso a denuncias. Como se evidencio en la investigación realizada por
XXX la percepción de los profesionales puede influir en el ejercicio de los jueces debido a la
percepción social. Cabe mencionar que es muy importante entender y analizar la mirada de
profesionales que manejan estos casos, ya que son muy pocas las investigaciones encontradas
que hablan de los factores que le permiten acceder o no a un proceso penal que logre un
efectivo restablecimiento de derechos de las víctimas que han visto sus derechos vulnerados
en casos de violencia en todas sus manifestaciones posibles.(Almeras, 2012) De acuerdo a
con esto, las creencias y actitudes que los fiscales tienen cumplen una función importante en
la decisión de investigar estos delitos, ya que son ellos quienes toman las decisiones sobre si
se deberá o no considerar un delito. Es por esto quepor lo que en la presente investigación se
formula como pregunta investigativa ¿Cuál es la percepción social de fiscales sobre el abuso
sexual infantil en menores de edad?; por la cual se busca entonces ampliar la disponibilidad
de investigaciones que se remontan a esta problemática y servirá como base para favorecer
investigaciones que aborden temas similares en el contexto colombiano. Además, la
identificación de estas diversas percepciones, permitirá brindar herramientas a los fiscales
para no permitir afectar el objetivo de la problemática tanto a las víctimas como a sus
familias, y de esta manera emplear información importante con la cual se puedan crear
programas para capacitar a profesionales adecuadamente en torno a esto mismo, que como
nos refería Wilmer Alexander Estrada (2018), les permitan no quedarse solo en la razón sino
que lograr una buena intervención que le posibilite a la víctima sanar y continuar con su vida
de una manera positiva.

Objetivos
Objetivo General
Describir las percepciones sociales de los fiscales sobre el abuso sexual en menores, en la
ciudad de Pereira.

Objetivos Específicos

● Identificar las creencias de los fiscales sobre el abuso sexual en menores en la ciudad
de Pereira
● Conocer los estereotipos de los fiscales sobre el abuso sexual en menores en la ciudad
de Pereira
● Conocer los prejuicios de los fiscales sobre el abuso sexual en menores en la ciudad
de Pereira

Consideraciones éticas
Para la aplicación del instrumento se suministró información veraz, eficaz, necesaria y por
escrito a los participantes sobre los alcances de la investigación, sujetándose a las normas
nacionales e internacionales en los casos que lo ameriten.
Igualmente se tendrá en cuenta criterios de responsabilidad, seriedad, y confidencialidad en
los datos dándoles el debido tratamiento sin producir el mínimo daño o perjuicio a los
implicados, recurriendo a diversas fuentes de información confiables teniendo respeto por las
mismas, y haciendo uso de la veracidad en todo el proceso investigativo.
Se solicitó permiso a cada uno para grabar las entrevistas, haciendo énfasis en respetar el
derecho a la negativa, y a la privacidad de las opiniones. Se garantiza la destrucción final de
la grabación y el anonimato de los datos obtenidos tras su análisis. La participación fue
voluntaria y se requirió firma de consentimiento informado.

Metodología

Método
La presente propuesta de investigación se realizó mediante el tipo cualitativo con un
alcance descriptivo, puesto que el interés es dar a conocer los diferentes estereotipos,
creencias, y prejuicios frente al determinado fenómeno de estudio lo cual permite comprender
la realidad social en la cual se encuentran inmersos los fiscales. El cual implica una
recolección de datos sin medición numérica para descubrir preguntas de investigación en el
proceso interpretativo analizando la realidad subjetiva de los sujetos en la investigación.
(Hernandez, 2014)

Variables
Teniendo en cuenta la propuesta investigativa se desarrolló el siguiente cuadro
operativo, el desglose realizado en este se permite la comprensión de las variables en
cuestión, se ven relacionadas las variables que se medirán a través de la investigación.

Tipo
Definición de
Variable Definición Operativa
conceptual variabl
e
Percepción Este proceso permite -Estereotipos Signo Indepen
Social conocer y pensar a las Óptica individual/Óptica -
personas, sus colectiva diente
características, Positivos/Negativos/Neutros
cualidades, y estados
internos de acuerdo a -Creencias Aceptación/Rechazo
estereotipos,
creencias, y prejuicios Positivas/negativas
creados de un mundo -Prejuicios
perceptual coherente
a partir de estímulos Dirección
físicos caóticos .
(Ovejero, 2007, p. 20) -Acercamiento/Aceptación
-Alejamiento/Rechazo
A. Violento
B. Incapacidad de
“Violencia Sexual es Consentimiento
todo acto o
comportamiento de Actos
tipo sexual ejercido sexuales A. Acceso Violento
sobre un niño, niña o B. Acceso Abusivo
adolescente, Acceso
utilizando la fuerza o Carnal A. Prostitución
cualquier forma de B. Conflicto Armado
coerción física, Explotación Etc. Depend
Abuso
psicológica o Sexual i
Sexual
emocional, -ente
Infantil acciones y comporta-
aprovechando las Acoso
condiciones de Sexual mientos de tipo verbal,
indefensión, de escrito, no verbal, físico o
desigualdad y las Matrimonio virtual con contenido sexual
relaciones de poder Temprano en donde se hostigue, acose,
existentes entre humille, asedie, ofenda,
víctima y agresor” Otros
persiga; acercamientos
(Art. 2 de la Ley 1146
de 2007) corporales u conductas
físicas de tipo sexual,
dirigido a un menor

Técnicas

Se utilizará como técnica de investigación la entrevista semiestructurada, la cual se


desarrollará con preguntas abiertas que permitan identificar y describir las percepciones
sociales de fiscales frente a casos de abuso sexual en menores, posteriormente será validada
por jueces externos. Puesto que el interés es dar a conocer los diferentes estereotipos,
creencias, y prejuicios frente al determinado fenómeno de estudio. El cual implica una
recolección de datos sin medición numérica para descubrir preguntas de investigación en el
proceso interpretativo analizando la realidad subjetiva de los sujetos en la investigación.
(Sampieri, 2014)
Participantes

En la presente investigación se tendrá en cuenta Fiscales de Pereira, obteniendo una muestra


de selección gradual puesto que se elegirán en la marcha de la investigación, se pretende
recoger información de especialistas en el tema del abuso sexual en menores, por medio de
cadena donde los funcionarios ya identificados en determinadas instituciones podrían sugerir
candidatos para participar en el estudio, ya que la población de fiscales es reducida y de
limitado acceso.

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