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INTRODUCCION:
DESARROLLO:
En este punto debo mencionar la coincidencia de los distintos votos del fallo, ya que
todos remarcaron la importancia de los precedentes de la CSJN en aras de la seguridad
jurídica. Sin embargo, es de notar como el mismo argumento fue utilizado para pronunciarse
sobre su modificación, como así también por el voto en disidencia para justificar el
mantenimiento del precedente Fayt. A modo ejemplificativo, encontramos en el voto del
ministro Rosatti quien manifiesta que “es deseable y conveniente” que los precedentes de la
corte sean considerados y seguidos en casos ulteriores a fin de preservar la seguridad jurídica.
Y en el voto completamente contrario, Rosenkrantz expresa es imperante el respeto de los
precedentes de la CSJN como modo de resguardar la seguridad jurídica, y por el hecho de que
se juzga la validez de una reforma constitucional debe ser aún más riguroso el respeto a las
decisiones anteriores de la Corte.
Así las cosas, Lorenzetti encuentra sus fundamentos en que la actividad de una
Convención Constituyente se trata de la voluntad soberana del pueblo, expresada a través de
un órgano que cuenta con el grado más alto de representatividad, ya que los ciudadanos eligen
a los convencionales con plena conciencia de que llevarán a cabo la reforma constitucional.
No actuar de esta manera, implicaría un alto riesgo de interferir en el proceso democrático,
porque por una parte, se altera el equilibrio entre los poderes constituidos; y por la otra,
debido a que un poder constituido no puede dejar sin efecto la voluntad soberana del pueblo
expresada mediante una Convención Constituyente.
El ministro entiende que existen solo dos casos excepcionales en que el Poder Judicial
podría declarar la inconstitucionalidad de una Comisión reformadora, en sus palabras, estos
son: “cuando se demuestre categóricamente que exista una grave, ostensible y concluyente
discordancia sustancial que haga absolutamente incompatible la habilitación conferida y la
actuación llevada a cabo por la convención constituyente; o cuando lo decidido por la
Convención afectara, de un modo sustantivo y grave, el sistema republicano como base del
estatuto del poder constitucional; o los derechos fundamentales inderogables que forman
parte del contenido pétreo de la Constitución.”[ CITATION Ric17 \l 11274 ] . Resulta pertinente
remarcar la concepción que deja ver Lorenzetti acerca de lo que él entiende por Constitución,
se puede interpretar que el ministro adhiere a un modelo axiológico y como norma. Como lo
entiende Paolo Comanducci, este modelo ve en la Constitución un conjunto de normas
positivas que son fundamentales y jerárquicamente superiores a las demás, pero éstas tendrán
este carácter siempre que cuenten con un valor intrínseco, que expresen principios o derechos
anteriores a cualquier texto legal[ CITATION Pao16 \l 11274 ].
Analizando los dos argumentos expuestos por el ministro, resulta interesante remarcar
el modelo de Constitución descriptivo entendido como orden al que parece adherir, según el
cual (resumidamente) si bien existe un documento normativo, los múltiples operadores
jurídicos a través de una práctica compleja y compartida van determinándole un significado
concreto, que va variando con el correr del tiempo; tal como lo manifiesta Paolo
Comanducci[CITATION Pao16 \l 11274 ].
Párrafo aparte merece el análisis de cómo los ministros van construyendo su argumento
conforme a la teoría de interpretación constitucional del brillante profesor de la Universidad
de Oxford Ronald Dworkin. Conforme lo explica Gargarella (y muy resumidamente), dicha
teoría consta de dos pasos: En primer lugar, el constitucionalista estadounidense sostiene que
los jueces, a la hora de interpretar la Constitución deben ser fieles tanto al texto escrito, como
también a las tradiciones y a la práctica constitucional de la comunidad; de este modo deben
demostrar de qué manera la concepción que proponen encaja con la experiencia constitucional
de la comunidad. Pero la interpretación no termina aquí, sino que es necesario que dicha
concepción se encuentre justificada en principios que los respalden, lo que él llama leer las
normas constitucionales “a su mejor luz”. Con este razonamiento, los jueces podrán ir
progresando en la interpretación de la Constitución conforme al paso del tiempo, sin
desconocer completamente el devenir de la cultura constitucional del Estado; pero a la vez
podrá desechar aquella interpretaciones realizadas con a lo largo de la historia que se hubiesen
corrido del eje de los principios conformados con el devenir de la praxis constitucional, a la
vez que estos principios, sostiene Dworkin, deberán ser objeto de una revisión continuada, no
con el objeto de encontrar substitutos para determinar qué es lo que dice la constitución, sino
con el objeto de respetar lo que ella dice.[ CITATION Rob09 \l 11274 ]
La mayoría en el fallo en cuestión, cada uno con su voto y sus particularidades, a la vez
que argumentan conceptualmente las razones por las cuales debe tomarse un estándar amplio
respeto hacia la actividad de la Convención Constituyente, van introduciendo al lector poco a
poco en la historia constitucional argentina, expresando las particularidades de cada reforma y
dejando muy en claro que la única vez en la historia en que el poder judicial declaro la
nulidad de una cláusula constitucional fue en el caso Fayt.
Si todo esto resultó interesante, aún más lo será la disidencia formulada por el ministro
Carlos Rosenkrantz: ya que el mismo trae a colación el mismo argumento de la importancia
de la voluntad soberana del pueblo utilizado por Lorenzetti, pero mediante una brillante línea
argumental lo utiliza de piedra fundante para declarar la inconstitucionalidad de la reforma
constitucional en cuestión. Así las cosas, comienza por remarcar la máxima importancia del
tema a discutir, ya que del procedimiento de reforma constitucional depende el modo en que
han de perdurar el sistema de derechos y garantías y la forma de gobierno establecida por la
Constitución.
Además, señala que las facultades del Congreso de iniciar el proceso de reforma
constitucional y de establecer las restricciones a la comisión reformadora en realidad es
“potenciador de la soberanía popular” ya que el mecanismo del art 30 de la Carta Magna
permite que el pueblo participe dos veces en el proceso: primero a través de sus representantes
en el congreso identificando que es lo que será objeto de reforma, y posteriormente a través de
los convencionales constituyentes que el pueblo decida, consagrando la reforma que estos les
propongan al momento de las elecciones. Es entonces cuando el ministro de manera brillante,
citando al consejo para la consolidación de la democracia, expresa que: “Si en la tarea de
reformar la Constitución Nacional la Convención no estuviera restringida por la declaración
efectuada por el Congreso, el pueblo de la Nación vería reducida su aptitud para determinar
qué es lo que, en última instancia, formará parte de la Constitución bajo la cual deberá vivir.
De esa manera, su soberanía se vería limitada. En efecto, si la Convención ignorara los
límites impuestos por la declaración de la necesidad de reforma no solo se burlaría la
competencia y la calificación de la mayoría del parlamento prevista en la constitución, sino
también el voto del electorado que tuvo en cuenta la declaración de ese órgano al elegir los
miembros de la convención (Consejo para la consolidación de la democracia, reforma
constitucional. Dictamen preliminar del consejo para la consolidación de la democracia
1986)”[CITATION Car17 \l 11274 ].
Es por estas razones por las cuales, luego de analizar la ley de necesidad de la reforma y
la cláusula en cuestión, decide rechazar el recurso interpuesto por el Estado Nacional y
declarar la inconstitucionalidad del art. 99 inciso 4° tercer párrafo de la Constitución
Nacional.
Ahora bien, mal que me pese, soy consciente de que un pueblo se da sus propias
normas, que van siendo constituidas por el inconsciente colectivo de la comunidad; y los
argentinos formamos un país donde las reglas son interpretadas siempre en un sentido laxo y
permisivo, de acuerdo a las conveniencias del momento, tal como se realizó en casi todas las
reformas constitucionales, y como se da en la vida cotidiana. Por esta sencilla razón, sumadas
claro a las notables construcciones argumentativas de la mayoría, llego a la conclusión de que
la reforma es completamente acorde a la Constitución Argentina.
BIBLIOGRAFÍA