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ESTUDIOS - N° 27 -ISSN 0328-185X (Enero-Junio 2012) 103-105
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Doctora en Letras, UNC. Directora del Doctorado en Estudios de Género, CEA-UNC.
Contacto: aboria9@yahoo.com.ar
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,etc) adquirieron en las concepciones de los siglos siguientes (sobre todo el siglo XIX)”.
(Bajtin,1990: 23) Al cuestionar estas interpretaciones se opone a toda separación de las
raíces materiales y corporales de la vida, a todo carácter ideal y abstracto, a todo
intento de exclusión en la reflexión teórica de lo que él denomina la estetización de la
vida práctica. En este sentido señala la importancia de no tratar al cuerpo en su fisiolo-
gía ni en aislamiento sino que se acerca a la idea de cuerpo social en cuanto aquél,
como principio material y festivo, refiere a un portador colectivo: el pueblo. Quisiera
destacar también que en el texto bajtiniano se señala cómo en esta tradición popular
medieval, la imagen de la mujer no está privada de alusiones «materiales» (considera-
das «bajas»: lo genital, lo erótico, lo excesivo) sino que se construye en una permanen-
te ambivalencia que señala al mismo tiempo la idea de generación, de renovación y de
vida. ( Ponzio, 1998)
En esta línea, la importancia del «cuerpo significante» ha sido ya señalada por
Eliseo Verón quien subraya la importancia de la «capa metonímica de producción de
sentido» (tal su denominación relativa al cuerpo social) en las interacciones sociales.
Nos interesa aquí remarcar la idea de una semiótica del cuerpo pues supone un recono-
cimiento acerca el carácter perceptivo y convencional y por lo tanto «sígnico» de las
materializaciones corporales. Como ya lo mencioné anteriormente, son numerosas las
investigaciones -no sólo en el ámbito de los lenguajes sociales- que refieren al cuerpo
como categoría analítica. ( Vaggione, Blazquez, entre otros en nuestro medio)
En este marco, el feminismo como teoría crítica de la subjetividad, se apropia
del concepto de cuerpo para resituarlo en su campo disciplinar. En este caso, hay sin
embargo una singularidad, que posibilita un arco mayor de inquisiciones. El feminis-
mo, en especial las reflexiones de J. Butler o D. Haraway realizan un desplazamiento
categorial a la noción de cuerpo, puesto que incluyen en sus estudios lo que se podría denomi-
nar el cuerpo significante sexuado; síntesis teórica que permite desunir/ separar / desmon-
tar los sentidos binarios y biologicistas que reducen lo humano a las categorías de varón/
mujer.
Con ello se pone en cuestión la idea de materialidad y de procesos de materiali-
zación centrándose en esta era de la virtualidad, en un centro tangible como es el
cuerpo.
De allí la pertinencia de un dossier sobre el tema en este volumen de la Revista
Estudios «Género, cultura y políticas públicas» pues delimita y construye un espacio de
divergencias fructíferas, en particular en el espacio de la cultura y las políticas que de allí
se desprendan en lo relativo a género y sexualidad.
En suma, la productividad de la noción de cuerpo se demuestra en las interven-
ciones textuales que siguen a esta presentación. Tres investigadoras Marta Segarra
(UB) Meri Torras (UAB) y Elsa Muñiz (UAM) toman como punto de partida el
cuerpo, poniendo/componiendo narraciones críticas singulares.
Meri Torras recupera una historia de las concepciones sobre el cuerpo acen-
tuando el carácter difuso entre lo interno y lo externo; entre el alma y el cuerpo, entre
lo cultural y lo anatómico. Ello sin duda repercute en las subjetividades y en los sujetos.
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Adriana Boria / Acerca del cuerpo como categoría analítica
Bibliografía Citada
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El cuerpo ausente
Representaciones corporales en la frontera
de una presencia ausente1
Meri Torras Francès2
Resumen Abstract
Este artículo deambula en la frontera de con- This article reflects on the confusion that is
fusión entre el cuerpo y el alma, con el propó- created betweeen the body and the soul. Its
sito de detenerse en aquellas propuestas fun- purpose is to ponder on those approaches that
damentalmente del ámbito científico-artísti- base themselves on the scientific and artistic
co, que se asientan en la interpretación de la territories, and that fundament their proposals
carne (lo material y visible) para revelar lo in- in that the flesh, that is, the material and the
visible (el espíritu, el alma), estableciendo un visible, reveals the invisible, that is the spirit
recorrido por ejemplos que van desde la mo- and the soul. I intend to establish and to mark
dernidad a la posmodernidad, desde la fisiog- the path of these schemes that go from
nomía al cyborg. Moder nity to Post-Modernity, parting fr om
physiognomy and ending with the cyborg.
Palabras claves: cuerpo, representación, ana-
tomía, fisiognomía Key words: body, repr esentation, anatomy,
physiognomy
1
Este texto se vincula a la labor del Grupo de Investigación Consolidado Cuerpo y Textuali-
dad (2009SGR-0651), que desarrolla el proyecto FFI2009-09026. Véase http://
cositextualitat.uab.cat.
2
Profesora de teoría de la literatura y literatura comparada en la Universitat Autónoma de
Bar celona. Directora del grupo de investigación "Cuerpo y Textualidad" (http://
cositextualitat.uab.cat)
107
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Basta pasearse por los textos de Descartes para percatarse que ni siquiera el
padre de un método que lleva su nombre —y sirve para excluir, rechazar y prescindir—
, es capaz de preservar incontaminada la pureza de este par conceptual y, dejando para
otra ocasión dirimir acerca de la glándula pineal y el tratado de las pasiones, me limitaré
a recordar que el filósofo francés ideaba dietas afines a los apetitos de la razón para
disciplinamiento de su propio cuerpo. Mi propósito en este texto es deambular justo en
la línea fronteriza que separa el cuerpo y lo convierte en un afuera del sistema de pares
conceptuales al que poco más arriba me refería, especialmente el de invisibilidad/visi-
bilidad (aunque obviamente todos ellos están interconectados).
En efecto, si bien se presentan como dos entidades puras y monolíticas, contra-
rias y complementarias, mente y cuerpo no se descartan mutuamente y se interfieren a
menudo, especialmente en una dirección: la concreción material corporal visible y ac-
cesible sirve —como en las dietas del filósofo— para intervenir sobre la inmaterialidad
espiritual, o descifrarla, iluminarla, reconocer el funcionamiento de su determinismo
natural, y poder enmendarlo si se juzga preciso y conveniente. Así, el cuerpo muestra
signos y apunta señales; se convierte en un texto que se lee en busca de un significado —
uno solo— un significante que es posible satisfacer con una adecuada exégesis avezada,
experimentada, erudita.
Voy a referir un ejemplo: la sentencia el rostro es el espejo del alma puede sonar
hoy en día a una frase hecha y poco más. De todos los códigos que interpretan y por los
que el cuerpo dice, aquellos concernientes al rostro han despertado un especial interés,
dado que se supone que si es el espejo del alma, lo es —por tanto también— de la
esencia (presunta) del ser. Los tratados de fisiognomía (fisis+gnomon: quien conoce la
Naturaleza) se remontan a la antigüedad grecolatina: si el primero que se conserva es
del siglo III antes de Cristo y se atribuye a Aristóteles, probablemente el más conocido
en el período sea el del sofista Polemon, fechado entre el año 88 y el 144 después de
Cristo, que fue versionado y traducido, por ejemplo, al árabe. No voy a hacer aquí un
seguimiento de las genealogías de esta materia reconocida como ciencia, pero sí que
quisiera subrayar en ella una inflexión significativa que podemos relacionar con las
conceptualizaciones filosóficas de ser, tener o devenir un cuerpo, y con esta particular
encrucijada entre el cuerpo in/visible que perseguimos.
En una primera etapa, la fisiognomía se ubica en el estatismo, funciona como un
código interpretativo del rostro que permite conocer, descifrar el carácter verdadero de
la persona. Determinada forma de la nariz señala un temperamento agresivo; otra,
apunta unos ramalazos de debilidad intolerable y así sucesivamente. En el caso de la
imagen que sigue, tenemos el rostro del imbécil:
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Meri Torras Francès / El cuerpo ausente
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Meri Torras Francès / El cuerpo ausente
3
Cfr. Meri Tor ras «Muertos pero no mudos: cuerpos y retóricas del desvelamiento en «CSI».
Lectora: revista de dones i textualitat, 11, 2005: 75-92. Texto en pdf: http://dialnet.unirioja.es/
ser vlet/ar ticulo?codigo=2229628
111
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Pareciera que para el anatomista que da título a esta tela de 1869, Der Anatom,
debida al pincel del alemán Gabriel Von Max, tanto el cuerpo visible que se expone ante
sus ojos (y él colabora que se exponga más con su gesto) como el que inmediatamente
después se revelará a golpe de bisturí, desvelan más preguntas que respuestas. Elisabe-
th Bronfen, en un libro publicado en 1992, con el título envidiable de Over her dead
Body,4 se refiere al lienzo de Von Max y lo sitúa entre dos corrientes finiseculares: de un
lado, la antropología positivista que se centraba en el estudio de la naturaleza humana
y, por otro lado, el espiritualismo y su especulación —y fascinación— por la existencia
de un más allá de la vida terrenal, de la materia corporal.
El cuerpo de esta joven y hermosa mujer muerta —el tema poético más bello del
mundo, si hemos de creer a Edgar Allan Poe—, recientemente muerta (porque no hay
ni un solo signo de inicios de putrefacción) parece sumir el anatomista en un instante de
duda (o en un mar de dudas). ¿Cómo interpretar —se pregunta Bronfen— el gesto
ambivalente de la mano del anatomista (en cuyo dedo, me atrevo a añadir, brilla el oro
de una alianza matrimonial)? ¿Qué relación guardan esos dos cuerpos con los objetos
muertos y vivos que conforman la escena? Por ejemplo las calaveras, una parece de
simio, los libros, el microscopio y los manuscritos de la cabeza y, a la altura de las
rodillas, esa especie de mariposa nocturna. En griego alma y mariposa obedecen al
mismo vocablo (psyché). Cuando alguien moría, su psyché salía volando por la boca
como una mariposa. El cuerpo, por tanto, no es más que un envoltorio transitorio,
algo así como el capullo de un gusano que vivirá metamorfoseado después de su muer-
te. ¿Qué quiere desvelar (literalmente) el gesto del anatomista? ¿Estamos simplemente
ante un cuerpo de una mujer muerta o esta representación se trenza con otros discur-
sos y nos aboca a cuestiones sobre, por ejemplo, la sexualidad o la vida espiritual?
El discurso médico ha sido y sigue siendo (a pesar de que ha sufrido inflexiones
y ramificaciones innegables) el ámbito por excelencia donde los cuerpos devienen tex-
tos, y se leen en pos de un único posible significado. Los síntomas (lo visible) son
prueba de algo (oculto y significativo, determinante): la enfermedad. En este sentido,
podríamos decir que el cuerpo sano es un cuerpo invisible por callado, puesto que este
cuerpo sometido a la mirada médica se objetualiza y se aborda sobre todo como estruc-
tura de funcionamiento mecánico, donde los órganos —si todo va bien— están en
silencio. Este protocolo de abordaje impera incluso cuando se trata de esas enfermeda-
des denominadas mentales. El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales
o DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) las recoge ordenadas
por su sintomatología. Una muestra más de entrecruzamiento o —como canta Joaquín
Sabina— de que el alma está en el cuerpo; y, también, una posible sospecha de que el
cuerpo sano enmudecido de la medicina más tradicional —ese cuerpo callado al que me
refería más arriba— deviene a menudo un cuerpo (a)callado, amordazado; un cuerpo
cuyo discurso no se escucha y se afana por borrarse, silenciarse.
4
Elisabeth Bronfen, Over her dead Body. Death, femininity and the aesthetic. Manchester:
Manchester UP, 1992.
112
Meri Torras Francès / El cuerpo ausente
5
Desarrollo una lectura más amplia de la obra de ambas fotógrafas en «Mapa, territorio i cos.
Les cartografies corporals d’Adriana Calatayud i Tatiana Parcer o», del volumen A flor de text.
Representacions de la corporeïtat als llenguatges artístics, editado por Noemí Acedo y Aina
Pérez. Barcelona, Editorial UOC (Cuerpos que cuentan, 8): 47-55.
113
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pero también la del dibujo artístico (porque en definitiva las láminas anatómicas deben
mucho a la pericia de ilustradores, antes de que la tecnología brindara las radiografías,
las ecografías, los TACs, las mamografías, etc.). Se confrontan aquí dos convenciones
relacionadas: el cuerpo fotografiado y la representación anatómica. ¿Cuál de las dos
podría considerarse más real? En cualquier caso, la coincidencia de ambas, lejos de ser
tranquilizadora, nos lleva al extrañamiento, entre otras cosas a la percepción de un@
mism@ como otr@.
© Adriana Calatayud
114
Meri Torras Francès / El cuerpo ausente
© Tatiana Parcero
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©Tatiana Parcero
6
Remito al ensayo de Estrella de Diego, Contra el mapa. Disturbios en la geografía colonial de
Occidente. Madrid: Siruela, 2008.
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Meri Torras Francès / El cuerpo ausente
© Alexia Wright
7
Estoy preparando un ensayo titulado «Des/Integridades identitarias: las fronteras corporales
de la completitud», para el libro titulado Prácticas corporales: Performatividad y género, edita-
do próximamente por «El cuerpo descifrado» y La Cifra Editorial, en México.
117
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8
Maureen P. Sherlock,»El doble del cuerpo», en La certeza vulnerable. Cuerpo y fotografía en
el siglo XXI , ed. David Pérez, Gustavo Gili, Barcelona, 2004: 85.
118
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Resumen Abstract
En la perfección se encuentra la «verdad cor- Perfection is the «truth of body» both in
poral» de mujeres y hombres; y en las muje- women and men; but in women’s bodies,
res, la belleza es la verdad y la «norma». La beauty is rule and truth.The pursuit of
búsqueda de la perfección pasa por diversos perfection passes through diverse bodily
dispositivos corporales entre los que cumple devices, including cosmetic surger y where the
un papel singular la cirugía cosmética, donde most significant is its claim to normalize the
lo más significativo es su pretensión de nor- body of women and men by appealing to ideals
malizar el cuerpo de hombres y mujeres ape- of beauty defined from the mass media or
lando a ideales de belleza definidos desde los from operating rooms of surgeons. The boom
medios masivos de comunicación o desde los of cosmetic surger y today is also caused by a
quirófanos de los cirujanos. El auge de la ci- conception of the human body as the space
rugía cosmética en nuestros días obedece tam- where subjectivity is constructed, where
bién a una concepción del cuerpo humano individual agency manufactures identity. The
como el espacio de construcción de la subje- pursuit of beauty and bodily perfection,
tividad y de la agencia de los individuos como particularity for women, is associated to
parte de su hechura identitaria. La búsqueda success, social upward mobility, and to better
de la belleza y la perfección corporal, en parti- living conditions, perhaps also to achieving a
cular para las mujeres, está asociada a la obten- good job or a good marriage, to the «raise of
ción del éxito, a la posibilidad de ascenso so- self-esteem» and to perennial youth.
cial, al logro de mejores condiciones de vida y
tal vez a conseguir un buen empleo o un Keywords: bodily devices, cosmetic surger y,
buen matrimonio. body, beauty, perfection.
1
Doctora en Antropología, Maestra en Historia y Especialista en Estudios de la Mujer por El
Colegio de México; Profesora investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Xochimilco, Posgrado en Estudios de la Mujer, México. D.F . Contacto:
emunizfem@yahoo.com
119
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Presentación
2
Foucault, (1977): 93.
3
González, «Los textos ficcionales como mundos posibles», http://servicio.bc.uc.edu.ve/
educacion/revista/a2n20/2-20-12.pdf
4
Véase el libro de reciente aparición: La cirugía cosmética: ¿Un desafío a la naturaleza?, donde
se trata de manera más amplia y profunda la temática aquí abordada, Muñiz (2011).
5
Castro, (2004): 99.
120
Elsa Muñiz / La cirugía cosmética: Productora de mundos posibles
6
Las prácticas corporales como sistemas dinámicos y complejos de agentes, de acciones, de
representaciones del mundo y de creencias que tienen esos agentes, quienes actúan coordina-
damente e interactúan con los objetos y con otros agentes que constituyen el mundo; si
consideramos que forman parte del medio en que se producen, es decir, que son históricas,
estaremos de acuerdo en que los procesos cambiantes que las caracterizan y diferencian, no son
independientes de las transformación del medio y/o del contexto en el que se desarrollan,
Muñiz, (2010): 41-42. Hemos propuesto como eje de la investigación a las prácticas corpora-
les consideradas, en primer término, desde las dos series que constituyen el biopoder y la
biopolítica: la serie cuerpo-organismo-disciplina- instituciones; y la serie población-procesos
biológicos-mecanismos reguladores-Estado, Foucault, (1999): 202.
121
ESTUDIOS - N° 27 (Enero-Junio 2012) 119-132
Los hechos
7
Este trabajo forma parte de la investigación titulada «Disciplinas y prácticas corporales en la
modernidad mexicana. Una mirada transdisciplinaria de la construcción cultural del cuerpo y
las identidades (género, raza, etnia, edad, sexualidad)», apoyada por el Consejo Nacional de
Ciencia y tecnología (CONACyT) de 2006 a 2010, y por la Universidad Autónoma Metropo-
litana Azcapotzalco y vigente ahora en la Unidad Xochimilco.
8
http://www.isaps.org/
9
Los 25 países encuestados son: Estados Unidos; China; Brasil; India; México; Japón; Corea
122
Elsa Muñiz / La cirugía cosmética: Productora de mundos posibles
Los avances científicos han sido tan ostentosos a partir del siglo XIX, que dan a
la humanidad la impresión de patentizar un dominio total de la cultura sobre la natura-
del Sur; Alemania; Turquía; España; Argentina; Rusia; Italia; Francia; Canadá; Taiwán; Reino
Unido; Grecia; Tailandia; Australia; Venezuela; Arabia Saudita; Países Bajos; Por tugal.
10
ENCUENSTA GLOBAL BIANUAL DE ISAPS.
123
ESTUDIOS - N° 27 (Enero-Junio 2012) 119-132
Susan Bordo en su notable texto Unbearable Weigth señala que las imágenes se
convierten en una manera de interpretar el propio cuerpo, en una pedagogía percep-
tual. Nos enseñan cómo ver, son creaciones visuales, cyborgs visuales, que nos educan
en lo que debemos esperar de la sangre y de la carne. Y se pregunta ¿somos lo suficien-
temente sofisticados para darnos cuenta de que esas imágenes no son reales? Pero,
¿acaso importa? No hay advertencias de que las imágenes son producidas por compu-
tadoras, que no esperes lucir de la forma en la que miras a las modelos, pero ¿quién se
124
Elsa Muñiz / La cirugía cosmética: Productora de mundos posibles
11
Bordo, (2003): 8.
12
Le Breton, (2010): 16
13
Le Breton, (2010): 16.
125
ESTUDIOS - N° 27 (Enero-Junio 2012) 119-132
belleza aceptada, hace las funciones de una máscara. En esta búsqueda la máscara o las
transformaciones,
Suelen tomar las riendas, apoderarse del hombre, quien creía dominar, orientar
su acción. Querer escurrirse a hurtadillas de los propios rasgos no es una inten-
ción libre de riesgos. Cambiar de rostro implica cambiar de existencia, librarse o
tomar una distancia provisoria, no sin peligros, del sentimiento de identidad
que hasta ese momento regía la propia relación con el mundo.14
14
Le Breton, (2010): 17.
15
Vigarello, (2005): 10
16
Vigarello, (2005): 11.
17
En 2010 publiqué un libro titutalo Transformaciones corporales. La etnocirugía, Muñiz,
(2010).
126
Elsa Muñiz / La cirugía cosmética: Productora de mundos posibles
Me hice una operación en el contorno de los ojos para quitarme las arrugas.
También me estiré la cara y el cuello para no ver me tan vieja…estoy contenta,
no sabes el sufrimiento que era levantarme y mirarme al espejo, no me
reconocía…ahora estoy rejuvenecida.
18
Luna, Vallejo, (2000): 8-15.
127
ESTUDIOS - N° 27 (Enero-Junio 2012) 119-132
19
Luna, Vallejo, (2000): 14.
20
Jefe de Servicios y Profesor Titular y Cir ujano Residente III (respectivamente), de Ciruhía
Plástica y Reconstructiva CMN 20 de Noviembre, ISSSTE.
21
Cuenca-Guerra, (2006): 84-85.
22
El ápex es la punta de la nariz y la columela se refiere al cartílago que une la punta de la nariz
con el labio superior.
128
Elsa Muñiz / La cirugía cosmética: Productora de mundos posibles
23
Bordo, (2003): 11.
24
Pitts-Taylor, (2007): 2.
129
ESTUDIOS - N° 27 (Enero-Junio 2012) 119-132
Me gustaría concluir con una reflexión sobre la importancia que la cirugía cos-
mética tiene en nuestros días en términos de la definición de la identidad de género al
tomar parte en los procesos de materialización de los sujetos, en particular, desde su
capacidad para crear mundos posibles creados a partir de la perfección y la belleza que
prometen.
Desde diversos análisis se ha reflexionado acerca de la preeminencia de lo indi-
vidual sobre lo colectivo en las sociedades contemporáneas, en particular, en lo refe-
rente a la importancia del cuerpo como parte del proyecto personal. No obstante, la
tensión entre la persecución de un ideal identitario muy personal y las ficciones corpo-
rales imperantes en estas sociedades, se convierte en una de las paradojas más revela-
doras del extremo contemporáneo. En este sentido, retomando a Judith Butler, consi-
dero necesario poner de manifiesto la relevancia de la performatividad de las prácticas
y los discursos que hacen realidad lo que nombran mediante «la apelación a la cita»,25
en este caso, de las quimeras producidas por imágenes de mujeres sometidas a cirugías
cosméticas. Supongo, con la autora, que los procesos de identificación no se dan como
una actividad imitativa, mediante la cual un ser consciente se moldea a imagen y seme-
janza de otro, por el contario, «la identificación es la pasión por la semejanza, mediante
la cual emerge primariamente el yo».26 El yo, enfatiza Butler citando a Freud, «es un yo
corporal», ese yo es, además, «una proyección de una superficie» que ella caracteriza
como una «morfología imaginaria», y señala:
25
Retomo esta idea de «apelación a la cita» planteada por Judith Butler, quien la explica de la
siguiente manera: «Lo que Lacan llama la ‘asunción’ o el ‘acceso’ a la ley simbólica puede
interpretarse como una especie de ‘cita’ de la ley y así ofrece la oportunidad de vincular la
cuestión de la materialización del ‘sexo’ con la concepción de la performatividad como una
apelación a la cita…Si el ‘sexo’ se asume del mismo modo en que se asume una ley, …luego, ‘la
ley del sexo’ se fortalece e idealiza repetidamente como la ley solo en la medida en que se la
reitere como una ley, que se produzca como tal, como el ideal anterior e inaproximable,
mediante las citas mismas que esa ley ordena. Si se reinterpreta la significación que da Lacan a
la ‘asunción’ como cita, ya no se le da a la ley una forma fija, previa a su cita, sino que se la
produce mediante la cita, como aquello que procede y excede las aproximaciones mortales que
realiza el sujeto», Butler, (2002): 36-37.
26
Butler, (2002): 35.
27
Butler, (2002): 36.
130
Elsa Muñiz / La cirugía cosmética: Productora de mundos posibles
Bibliografía
.
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28
Butler, (2002): 38.
29
Butler, (2002): 38-39.
131
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Resumen Abstract
Este trabajo examina los rasgos comunes de This paper examines the common traits related
una serie de películas del cine francés, la ma- to women’s body and desire of several French
yoría realizadas por mujeres en los últimos films, most of them directed, at the end of
años del s. XX y los primeros del s. XXI, en the XXth centur y and the beginning of the
cuanto a la filmación del deseo y del cuerpo XXIst, by women such as Agnès Varda, Marie
femenino: Agnès Varda, Marie Mandy, Virgi- Mandy, Virginie Despentes, Jeanne Labrune,
nie Despentes, Jeanne Labrune, Anne Fon- and Anne Fontaine, among others. It analyzes
taine, entre otras, para detenerse en un análi- with more detail Romance (1999) by
sis más pormenorizado de la película Roman- Catherine Breillat. This work tries to reflect
ce de Catherine Breillat (1999). Se plantea la on the uses of the pornographic genre in these
consideración del género pornográfico por films, and especially on an eventual feminist
parte de estas cineastas, reflexionando sobre use of this genre.
el eventual uso feminista de dicho género. Keywords: women’s cinema, Catherine
Br eillat, Romance , pornography, women’s
Palabras clave: cine de mujeres, Catherine body.
Breillat, Romance, pornografía, cuerpo.
1
Catedrática en la Universidad de Barcelona. Directora del Centro Mujeres y literatura y de la
Cátedra Unesco Mujeres, desarrollo y culturas en esta misma universidad e investigadora
asociada del Centre d’Études féminines et d’études de genre de la Universidad Paris 8. Con-
tacto: martasegarra@ub.edu
2
J. Lacan lo afirma en «Le désir et son interprétation», Séminaire VI, 12-11-1958; reprodu-
cido en: http://www.ecole-lacanienne.net/stenos/seminair eVI/1958.11.12; y M. Duras
en Savannah Bay c’est toi (1983), un documental de Michelle Porte sobre los ensayos de la
obra homónima escrita y dirigida por M. Duras.
133
ESTUDIOS - N° 27 (Enero-Junio 2012) 133-142
en movimiento lo vuelve todavía más apto para representar esa fuerza nunca estática
sino siempre en movimiento, que es el deseo. Desde su época «primitiva», el cine juega
con el poder de sugestión del cuerpo utilizando la carga erótica de la desnudez femeni-
na (como en las primeras películas llamadas de «ojo de la cerradura»: la cámara espia-
ba, desde el punto de vista del voyeur, a una mujer mientras se desnudaba sola en su
habitación). Sin embargo, fue solo tras el establecimiento de los códigos visuales del
«cine clásico» cuando el deseo quedó, a su vez, codificado en una serie de imágenes
que configuran, como en la literatura, ciertos estereotipos femeninos.3 En el cine clási-
co, el deseo sigue tradicionalmente una única dirección: va del hombre a la mujer, la
cual queda así transformada en objeto de deseo y nunca es sujeto de deseo, aunque a
veces lo parezca, como en el caso de la femme fatale, que no es sino una creación
masculina según Catherine Breillat.4
Marie Mandy, directora belga y autora del documental Filmar el deseo [Filmer le
désir] (2000), sostiene que existen diferencias según si es un hombre o una mujer quien
«filma el deseo». Como afirma Agnès Varda, entrevistada en esta misma película, el
primer «gesto feminista» de las mujeres que, como ella, se incorporaron en tanto que
pioneras al universo tan masculino de la dirección cinematográfica consiste en «ver el
mundo a través de la propia mirada». Podríamos objetar que esta es la aspiración de
cualquier cineasta, hombre o mujer; no obstante, como resulta evidente que las muje-
res han sido definidas por la mirada masculina, ese deseo de «mirar» y de hablar por
ellas mismas implica un componente reivindicativo que no tiene por qué existir en el
caso de un cineasta hombre. Además, añade Varda, incluso si no sabemos claramente
lo que significa el término «mujer» y si creemos que «la Mujer (con mayúscula y en
singular) no existe», «ser mujer es haber nacido en un cuerpo de mujer» —desde un
punto de vista más posmoderno y queer podríamos corregir a Varda diciendo, en lugar
de «haber nacido», «haber elegido un cuerpo de mujer».
Uno de los pocos rasgos comunes del cine contemporáneo dirigido por muje-
res, las cuales se han introducido —decir aquí «masivamente» sería exagerar, pero sí en
un número importante— en la industria cinematográfica francesa como directoras y a
menudo como escritoras de sus propias películas, podría ser una nueva manera de
filmar el cuerpo y el deseo de las mujeres. Françoise Collin (2000) observa que el
cuerpo femenino, objeto por excelencia del arte de todas las épocas hecho por los
hombres, no está menos presente en la creación de las mujeres, sino más bien al con-
trario: muchas artistas plásticas, escritoras y mujeres cineastas han hecho de este cuer-
po un tema privilegiado en sus obras. Ahora bien, en general, esas creadoras ofrecen
de ese cuerpo una visión desde dentro, donde el cuerpo deja de ser un objeto de adora-
3
Vid. Bou (2007).
4
Breillat (1999): 11. Este libro de C. Breillat incluye un texto introductorio de la autora
titulado «De la femme et la morale au cinéma, de l’exploitation de son aspect physique, de sa
place dans le cinéma: comme auteur, comme actrice ou comme sujet. Propos à bâtons rompus ou
libre propos», p. 8-20, seguido del guion de la película.
134
Marta Segar ra / Cuerpos y deseo en el cine de mujeres
ción o de admiración, o bien víctima de la violencia, para mostrar otros aspectos ausen-
tes en su representación tradicional, aunque con frecuencia también incluyan la violen-
cia.
No solo las directoras, evidentemente, sino también un elevado número de ci-
neastas franceses varones dedican sus obras a una reflexión en torno al deseo. Se ha
convertido en un tópico, sobre todo fuera de Francia, decir que el cine francés de todas
las épocas se concentra en la temática amorosa, e incluso específicamente en el adulte-
rio, el ménage à trois y otros tipos de situaciones amorosas al margen de las normas
morales de cada momento. Pero en los últimos años del siglo XX y los primeros del
XXI, podríamos decir desde 1997, aparecieron algunas películas que tratan esta temá-
tica de una manera radicalmente nueva, sobre todo porque adoptan el punto de vista de
las mujeres implicadas en esos juegos de deseo, es decir, porque adoptan la mirada de
ellas sin que la dirección de la película sea asumida necesariamente por una mujer.
Pensamos en películas como Una relación privada [Une liaison pornographique] (1999)
de Frédéric Fonteyne o Intimidad [Intimacy] de Patrice Chéreau (2001), la cual des-
taca por su manera de mostrar el cuerpo, masculino y femenino, alejándose de modelos
estilizados e irreales, y utilizando un nuevo código visual para mostrar escenas que
representan la actividad sexual.
Ahora bien, no debemos deducir de ello que la representación del deseo y la
mostración de los cuerpos que ofrecen las películas dirigidas por mujeres comporte una
visión idealizada de las relaciones amorosas o sexuales entre hombres y mujeres o entre
mujeres, ni que esa representación evite la violencia para preferirle una armonía tan
simplona como inverosímil. La mayoría de las directoras —o, al menos, las que crean
las obras más interesantes— no eluden la violencia y los juegos de poder implícitos en
cualquier relación de deseo. Al contrario, muchas insisten en el lado violento del deseo,
en mayor o menor medida, y algunas transmiten esa violencia acercándose a los códi-
gos del género pornográfico. Esto ha impactado a una parte del público femenino, y
sobre todo feminista: tradicionalmente —dado que ya podemos hablar de una tradición
en el movimiento y pensamiento feminista—, esa parte ha considerado que la porno-
grafía se basa en un sentimiento de desprecio, e incluso de odio, por parte de los
hombres respecto al cuerpo femenino. La feminista Susan Griffin (1981) asimila, en
este sentido, la «imaginación pornográfica» a la tradición ascética cristiana. No obstan-
te, y a pesar de lo que suele creerse, pocas feministas han defendido la censura o la
prohibición de la pornografía, al menos en Europa —y, en Estados Unidos, de manera
minoritaria. Lo que sí es cierto, no obstante, es que las feministas clásicas de los años
70 creyeron que la liberación de la sexualidad femenina —y, con ella, también de la
masculina— comportaría la extinción natural de ciertas prácticas como la violación, la
prostitución o la pornografía. No parece que la evolución de los hábitos sexuales en
Occidente (aunque, después de Foucault, ya no creamos en la «liberación» sexual)
tenga que comportar esta desaparición, sino más bien lo contrario. La aparición o el
éxito de la pornografía dirigida a un público lesbiano o la reivindicación del llamado
postporno desde nuevas generaciones de mujeres feministas, por ejemplo, desmienten
esta idea un tanto ingenua, ciertamente, de la bondad inherente a la sexualidad.
135
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5
Las camioneras son simpáticas.
6
Sorman (2007): 32.
136
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7
Vid. Segarra (2002).
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proviene del uso de la cita y de los rasgos genéricos por parte de Tarantino transforma
sus películas en textos muy diferentes de la primera, Lara Croft, inspirada en un vide-
ojuego).
Otra película, casi contemporánea de la de Jeanne Labrune y que combina sexo
y violencia, es Nettoyage à sec (1997) de Anne Fontaine. Narra de manera bastante
cruda los trastornos que suscita el deseo en una pareja burguesa que tiene una tintore-
ría en una ciudad francesa de provincias, cuya rutina vital se ve interrumpida por la
aparición de un joven que seduce tanto a la mujer como al marido. A diferencia de una
trama más convencional, la relación entre los tres se resuelve de manera muy violenta
pero sin consecuencias aparentes para la pareja, que no recibe ningún castigo, ni divino
ni humano, por haber eliminado al causante de tales trastornos.
La película «pornográfica» y violenta por excelencia de esos años es, no obstan-
te, Fóllame [Baise-moi] de Virginie Despentes y Coralie Trinh Thi (2000), basada en la
novela homónima de Despentes. La agresividad desatada de las dos protagonistas —
interpretadas por dos actrices profesionales del cine porno— obedece a la venganza
por una violación. Este elemento de la trama, que debería ser del agrado de ciertas
feministas o simplemente de ciertas mujeres, fue de hecho mal recibido, precisamente
por la violencia extrema en la que se complace la película. Pero el mayor escándalo
provocado por esta tuvo lugar cuando Fóllame fue calificada «X» y retirada de las salas
comerciales, lo que se juzgó como el efecto de la censura más obsoleta y provocó una
campaña de apoyo a la película y en favor de la libertad de expresión del cine, lanzada
por Catherine Breillat y secundada por la mayoría de directoras francesas.8 Más allá de
la calidad de la película —muy baja o nula para la mayoría de los críticos—, Fóllame
suscitó muchas reflexiones sobre la violencia en el cine dirigido por mujeres (considera-
da con más severidad por el prejuicio según el cual las mujeres serían pacíficas por
naturaleza). Françoise Collin afirma que Fóllame, así como Romance de Catherine
Breillat, no son más que reacciones —saludables pero un poco «infantiles»— que con-
sisten en «copiar» el modelo masculino invirtiéndolo, como una «devolución al remi-
tente» (Collin, 2000). Respecto al tema aún más controvertido de la violencia ejercida
contra las mujeres, este tipo de películas se contenta, según la filósofa, con reproducir
la misma violencia del cine masculino, pero sin el «goce» que este le halla, lo cual
provoca que su efecto resulte más impactante.
Terminaremos esta panorámica, nada exhaustiva (puesto que hay muchas otras
películas destacables que juegan con la violencia pornográfica, como En avoir ou pas de
Laetitia Masson, estrenada en 1995), de películas hechas por mujeres que mezclan sexo
y violencia examinando más detalladamente la película ya mencionada de Catherine
Breillat (Romance, 1999).9 Breillat es una de las cineastas y escritoras que transgrede
prohibiciones colocando el deseo y la sexualidad en el centro de su obra, ya desde 1976
8
Sobre este debate, vid. Audé (2002): 113-114.
9
Estrenada en España bajo el título Romance X. La «X» se añadió al título original por motivos
comerciales y, quizás, también para prevenir a los espectadores.
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con su primer largometraje titulado Une vraie jeune fille, que no se estrenó hasta 2001.
Romance cosechó un éxito internacional, debido en parte a que mostraba explícitamen-
te los fantasmas sexuales más inconfesables de su heroína, una joven enamorada de un
hombre que la descuida. Para provocar su deseo y como compensación de su forzada
abstinencia, Marie lleva a cabo algunos de sus fantasmas con otras parejas, incorporan-
do a sus relaciones rituales sadomasoquistas, un intercambio económico o cierta vio-
lencia física. La película contiene una escena especialmente polémica que parece repro-
ducir una violación, en la que Marie se cruza en la escalera de su edificio con un
desconocido que le propone sexo a cambio de dinero, lo cual acepta, aunque el hombre
se vaya sin pagarle después de un acto rápido y brutal.
Romance es una película que desconcierta, ya que, a pesar de que su autora se
declara contraria a los estereotipos vehiculados por el cine pornográfico más rutinario
—el que utiliza el cuerpo de la mujer como mero objeto sexual y se complace mostrán-
dolo en situaciones humillantes de sumisión e incluso como víctima a menudo consen-
tida de la violencia masculina—, Breillat también parece sostener en ciertas escenas
esos mismos clichés. Ella objeta que la voz en off del personaje principal acompaña
todas las escenas sexuales —algunas de ellas mucho más explícitas que lo que el cine
comercial o de autor había admitido nunca (a excepción, según la misma autora, de El
imperio de los sentidos de Nagisa Oshima, 1976) y claramente inspiradas en los códigos
del lenguaje pornográfico—, lo cual mostraría su control de la situación y no permitiría
verla como víctima pasiva de la violencia sexual de los hombres con los que se va
encontrando.
Un rasgo insólito de la película, ajeno al cine pornográfico, consiste en presentar
el sexo de manera muy cruda aunque completamente alejado de la «concupiscencia»,
en palabras de Breillat. Tanto para su protagonista como para su directora, la sexuali-
dad es un «ámbito de identidad», una vía de investigación para conocerse a sí mismo y
también, más generalmente, para saber «cuál es la naturaleza del deseo».10 Además, tal
y como sostiene Léa Pool, cineasta quebequense, la sexualidad no se sitúa solamente en
el cuerpo y los órganos genitales, sino que siempre implica el cerebro y la imaginación.
Y, para Léa Pool, resulta bastante complicado llegar a «mostrar lo imaginario en el
cine». 11 El cine de las últimas décadas del siglo XX nos acostumbró a una representa-
ción visual muy codificada y estilizada de los cuerpos en el acto sexual, que debe com-
pletar las imágenes con música, sonidos y palabras para no limitarse a una mecánica
gestual, a una gimnasia falta de cualquier interés más allá del puramente voyerista.
Catherine Breillat utiliza en Romance la voz en off para marcar la distancia entre la
«realidad» (donde la violencia tiene efectos peligrosos y, a veces, irreversibles) y el
fantasma sexual (que puede usar la violencia como elemento coreográfico y estimulan-
te). A esta fluidez de los límites entre la violencia real y la fantaseada se refiere una
película posterior, también polémica, La pianista de Michael Haneke (2001).
10
Así lo afirma Catherine Breillat en Filmar el deseo, el documental de Marie Mandy ya citado.
11
También en Filmar el deseo.
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12
Breillat (1999): 9.
13
Breillat (1999): 17.
14
Breillat (1999): 23.
15
Breillat (1999): 23-24.
16
Audé (2002): 117.
17
Breillat (1999): 74.
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narcisismo de 1914 que la mujer narcisista solo tiene una solución para librarse de ese
exceso de autosuficiencia que le impide amar, y esa solución es ser madre. En Roman-
ce, parece que Marie consigue su única experiencia de goce durante el parto. A esto se
añade el hecho de que la película gira en torno a la guerra de sexos; el segundo amante
de Marie exclama, por ejemplo: «la única posibilidad de amor con las mujeres pasa por
la violación».18 Sin embargo, es Marie la que ejercerá esta violencia —como en Fólla-
me—, suprimiendo al Hombre para tener al Hijo y convertirse en Madre (las mayúscu-
las son de la autora).
Además, y aunque uno de los aspectos que la prensa más destacó en el momen-
to del estreno de la película fue que uno de los actores es Rocco Siffredi, célebre en el
ámbito del cine pornográfico por el tamaño de sus atributos viriles, Romance se aleja
muy a menudo de los rasgos esenciales de ese género. Por ejemplo, durante la secuen-
cia de la sesión sadomasoquista de Marie y su segundo amante,19 la transgresión se lleva
a cabo mediante la palabra; mientras la está atando, su amante establece con ella una
conversación completamente banal y alejada de cualquier tipo de erotismo. Asimismo,
el actor que interpreta a este personaje (director del colegio católico en el que Marie
trabaja como maestra), François Berléand, luce un cuerpo que no corresponde al cli-
ché del actor porno, por su edad y su aspecto más bien burgués y mucho menos
«macizo» que los estándares al uso. Esta relación sadomasoquista tiene, por otra parte,
un efecto totalmente beneficioso en ambos amantes, que, después de ese acto tan
perverso, cenan juntos tranquilamente, comportándose como amigos o compañeros de
trabajo. El encuadre utilizado para filmar la puesta en escena sadomasoquista (un plano
general que comprende todo el cuerpo de Marie) y la inmovilidad de la cámara también
son contrarios a los usos e intenciones del cine pornográfico, que fragmenta el cuerpo
femenino y, así, lo reifica. La placidez del rostro de Marie, que parece estar lavando los
platos o hablando con una amiga en vez de prestándose a un juego de amo y esclavo,
contrasta también con el uso muy codificado de la expresión exorbitada del rostro
femenino en el cine X.
La transgresión de los límites entre el cine convencional y el cine pornográfico
que efectúa Catherine Breillat en Romance puede compararse con el relato publicado,
dos años después, por otra Catherine (Millet). Más allá del carácter innovador e incluso
del interés teórico que tienen estos dos casos de transgresión de los tabúes por parte de
dos mujeres —lo cual aumenta su impacto en el público—, no hay que olvidar que
tanto la película como el libro forman parte, a su vez, de una iniciativa comercial: es
sabido que el sexo «vende». No obstante, no puede negarse que Catherine Breillat se
aleja radicalmente de las propuestas banales y talladas según el mismo patrón a las que
se limita en la mayoría de los casos el cine comercial cuando filma los cuerpos en una
situación de deseo, y también el cine pornográfico tradicional. Breillat nos ofrece, en
cambio, una mirada compleja y sutil del deseo y del cuerpo, especialmente de las mu-
18
Breillat (1999): 47.
19
Que corresponde a las páginas 59-62 del guion.
141
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jeres, una visión que no evita la violencia implícita en ese deseo, y que sufre o provoca
el cuerpo, sino que, al contrario, la expone a la mirada crítica del espectador y de la
espectadora.
Referencias bibliográficas
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