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Introducción a la arquitectura gótica

Remedios García Rodríguez


21/02/2008

Gótico es el convencional nombre que el historiador italiano del siglo XVI, Vasari, dio al estilo que como
consecuencia de la evolución del románico, imperó durante los tres últimos siglos de la Edad Media. Para
él y sus contemporáneos, el arte gótico era producto de los godos y sinónimo de bárbaro e inculto. En
realidad, es uno de sus elementos. Hay quienes lo consideran un arte que se interpuso entre la grandeza
clásica y el Renacimiento. Cronológicamente comprende desde finales del siglo XII, hasta entrado el siglo
XVI y sobrevive sin dejar de evolucionar hasta enlazar con su resurrección romántica en el siglo XIX. Fue
el Romanticismo el que da un sentido positivo a este arte al entusiasmarse por todo lo medieval. El arte
gótico constituye una realidad multiforme con contrastes muy acusados entre unas y otras zonas de Europa
occidental.

       

El comienzo de la arquitectura gótica se debe al Abad Suger, constructor de la Iglesia de San Dionisio, a
unas cuatro millas de París. Surge así, en el norte de Francia, en 1140. Sólo aquí y en la Toscana, Italia, se
detecta una unidad en todas las artes constituyendo los modelos góticos principales que irradian al resto de
Europa. Así, el gótico francés del norte se extiende a lo largo del siglo XIII por Alemania, Inglaterra y
España. Mientras que el toscano, a Europa central, parte de Francia y España. La opción por uno u
otro modelo, surge de la propia clientela, movida por el prestigio y el carácter de vanguardia que
representara una u otra tendencia en distintos periodos. También influía en la elección, la oferta que
hacían de sus obras los artistas itinerantes en ciudades alejadas de su sitio de origen.

Los siglos XII y XIII son de profunda transformaciones en lo económico, político, social y cultural, con
un importante crecimiento demográfico. Afirmación de las monarquías nacionales, desarrollo de una
nueva clase social, la llamada burguesía, y la aparición de la economía monetaria y de cambio.

Se ha dicho que el arte de las catedrales góticas es un fenómeno fundamentalmente urbano o burgués.
Pero tal argumento no surge sólo de que en la construcción de estos edificios tengan cada vez más
influencia los laicos, sino porque nunca hubiera sido posible realizarlas sin la riqueza de las ciudades. El
extraordinario florecimiento que experimentan estas en este siglo, es consecuencia de la riqueza generada
por la actividad comercial y la industria artesana. Hay también cambio en el ámbito de las religiones. La
popularidad que tiene la orden del Cister se traslada a otras como la Franciscana, fundada por Francisco de
Asís, y la Dominica, fundada por Domingo de Guzmán. Lo importante es que la atracción que tiene en el
siglo XII los Cistercienses entre los fieles, se traslada ahora a los Franciscanos y Dominicos. Estos últimos
se instalan en las propias ciudades, al contrario que los Cistercienses, con el doble objetivo de predicar el
evangelio, los Franciscanos, y luchar contra la herejía, los Dominicos. Una y otra órdenes defienden un
ideal de pobreza absoluto.
Las ciudades, así, no sólo se van a convertir en centros económicos, sino que van a ser centros culturales
perdiendo los monasterios el control de la actividad intelectual, que pasa primero a las Escuelas
Catedralicias y un siglo después, a las Universidades. Son estas escuelas catedralicias las que van a
contribuir a los cambios de actitud y mentalidad góticas. De entre las escuelas catedralicias, la escuela más
importante fue la de Charter, dominada por un humanismo católico de corte racionalista, que, entre otras
cosas, planteó interpretar la naturaleza según leyes racionales.

Para el neoplatonismo implícito en el pensamiento cristiano desde antiguo, todas las cosas materiales
participan de las cualidades divinas y por ello la contemplación de la belleza material o de la luminosidad
de los objetos, nos permiten elevarnos al conocimiento de Dios, por cuanto Dios era la belleza absoluta y
la luz por excelencia. Estas ideas fundamentan el ideal estético del Abad Suger y justifican, por ejemplo,
la presencia de las vidrieras de colores de las iglesias y del oro y la plata en los objetos de culto.

Otro fenómeno que caracteriza al gótico, es la aparición de una cultura laica, consecuencia de la
secularización del saber y del ascenso e influencia de la burguesía. Esta cultura laica influye en la versión
más humana y asequible, más popular y menos dogmática de la religión. Explica además las
modificaciones que se experimenta en estos dos siglos a nivel iconográfico. Se pretende destacar la parte
más humana de Cristo y de la Virgen, para hacerlos más accesibles y semejantes al público que los
contempla. También en la iconografía profana se producen cambios, exaltándose los ideales caballerescos.

No todo el transcurrir de los cuatro siglos es crecimiento demográfico y económico. Del optimismo de los
siglos XII y XIII se pasa a una desaceleración de la economía y descenso de la población. La fecha de
1348 es cuando más arrasa la epidemia de peste a casi toda Europa, que pierde un tercio de su población.
También hay otro acontecimiento importante, la Guerra de los 100 años que involucra a Francia y a
Inglaterra. Uno y otro suceso marca un cambio en los siguientes tiempos, con respecto al optimismo de los
siglos XII y XIII.

La gran crisis del siglo XIV, conduce a una religiosidad íntima, individual y de contenido más emocional.
Es la época en el que se afirma el sentido de la muerte. Esto tiene su reflejo en la iconografía. Son muy
frecuentes las danzas macabras, las guadañas. Se afirma también el goce y el disfrute ante lo efímero de la
vida y esto influye así mismo en la pintura.

En la Arquitectura Gótica, que es lo que mejor le define, aparecen novedades. Entre ellas
está el arco apuntado u ojival formado por dos segmentos de círculos. Su utilización
supone una serie de ventajas. Como los dos segmentos que los forman se apoyan
mutuamente, el arco apuntado resulta más seguro que el de medio punto. Su mayor
verticalidad hace que las presiones laterales sean menores que la que ejerce el arco
semicircular. Quizás de las ventajas que aporta el arco apuntado, la más novedosa es que
tiene dos centros, lo cual permite que no exista la relación forzosa que se origina en el de
medio punto, entre su ancho y la altura. Con un mismo ancho en un arco apuntado puede
conseguirse, según las necesidades constructivas, alturas diferentes. El arco apuntado indica esfuerzo y
dinamismo.

Una vez que se complica la arquitectura gótica, el arco apuntado se convertirá en otros arcos más
complejos. Aparecen el arco conopial (arco muy rebajado con una contracurva en la clave) y el carpanel
(arco trazado mediante varios arcos de circunferencia que son tangentes entre sí y con las líneas de
mocheta o jambas), el Tudor (arco de cuatro centros interiores que rematan en ángulo), en Inglaterra, y el
mixtilineo (que presenta un intradós formado por líneas mixtas, guardando una perfecta simetría).
        

La bóveda de crucería o de ojiva, otra novedad, está formada por dos arcos apuntados que se cruzan en
diagonal. Estos arcos reciben el peso de la bóveda y lo transmite a cuatro puntos. En realidad lo que hace
el arquitecto gótico es descomponer la bóveda en dos elementos. Por una parte, los arcos, que son las
ojivas entrecruzadas y los plementos, y el arco fajón que constituyen el esqueleto de la bóveda. Sobre este
patrón se van introduciendo novedades que van enriqueciendo su traza. Así la bóveda sexpartita, así
llamada por los seis plementos en que resulta subdividida, las llamadas de terceletes y estrelladas, de gran
valor decorativo.

Las columnas adosadas van perdiendo su personalidad y se van haciendo más finas y apuntadas como
delgados baquetones. Los maestros góticos para resolver el problema de la gran elevación del templo y
crear interiores luminosos, inventan un sistema revolucionario y oponen a la fuerza viva de la bóveda la
otra fuerza no menos viva de otro arco, el arbotante o botarel, que va desde la bóveda de ojiva al muro
de la nave inmediata, sin quitar luminosidad al ventanal abierto en el muro de la nave de la cual
contrarresta. El arbotante conduce además el agua de la lluvia de las bóvedas y la boca suele terminar
decoradas con figuras animadas que son las gárgolas.

     

Pero el arco ojival, la bóveda de crucería y los arbotantes, no es lo que representan íntegramente a la
arquitectura gótica. Casi diríamos que lo mejor que la distingue es una diferencia de orden estético. La
verticalidad, el impulso ascensional, el ascetismo y la sensación de esfuerzo. Hay también un sentido
estético ante este arte, si bien el arte gótico es más complicado que el románico, como más complicada es
la sociedad que refleja.

El desarrollo y aceptación que alcanza el Gótico, no es igual en todos los países, pero podemos distinguir
las siguientes etapas. Una PRIMERA ÉPOCA, desde 2ª mitad del siglo XII y siglo XIII llamada del
Gótico Clásico. Una SEGUNDA EPOCA, siglo XIV y 1ª mitad del siglo XV, conocida en Europa con el
nombre de Gótico Internacional, y una TERCERA EPOCA, 2º mitad del siglo XV, llamado del Gótico
Flamígero o Decorativo.

En el interior la diferencia entre las iglesias del siglo XII y las del XIII, reside en la manera de articular la
nave central. De la segunda mitad del siglo XII es la iglesia con tribuna.

En el siglo XIII y primera mitad del XIV se suprime esta, quedando tres niveles, arquerías, triforios y
ventanales. A finales del siglo XIV se suprimen los triforios y el muro se va eliminando ganando espacio
la zona de ventanales y adquiriendo mayor luminosidad con abundancia de rosetones que tiene una
decoración semejante a los radios de una rueda.

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