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Nietzsche y la
escritura
fragmentaria
30 de octubre de 2007 por Patricia
Damiano · 0 Comentarios
Archivado en Blanchot Maurice,
Ensayo, Filosofía, Nietzsche Friedrich
La intimidad de la fuerza es
exterioridad. La exterioridad así
afirmada no es la tranquila continuidad
espacial y temporal, continuidad cuya
clave nos la da la lógica del logos - el
discurso sin solución de continuidad.
La exterioridad - tiempo y espacio- es
siempre exterior a sí misma. No es
correlativa, centro de correlaciones,
sino que instituye la relación a partir de
una interrupción que no une. La
diferencia es la retención de la
exterioridad; lo exterior es la
exposición de la diferencia, diferencia
y exterior designan la distancia original
- el origen que es la disyunción misma
y siempre cortada de sí misma. La
disyunción, allí en donde el tiempo y el
espacio se juntan disyuntándose,
coincide con lo que no coincide, la no
coincidente que de antemano aleja de
toda unidad.
Diferencia: la no identidad de lo
mismo, el movimiento de la distancia,
el devenir de la interrupción. La
diferencia lleva en su prefijo, el rodeo
en donde todo poder de dar sentido
busca su origen en el apartamiento
que lo aparta. El “diferir” de la
diferencia es llevado por la escritura,
pero jamás está inscrito por ella, exige,
de ésta, por el contrario, que, en
últimas, no se inscriba que, como
devenir sin inscripción, describe una
ausencia de irregularidad que ningún
trazo estabiliza (no le da forma) y que,
trazo sin huella, sólo esté circunscrita
por el eclipsamiento incesante de lo
que la determina.
Diferencia: la diferencia sólo puede ser
diferencia de habla, diferencia
parlante, que permite hablar, pero sin
acceder ella misma directamente al
lenguaje - o accediendo a él, con lo
cual entonces nos remite a lo extraño
de lo neutro en su rodeo, a aquello
que no se deja neutralizar. Habla que
siempre de antemano, en su
diferencia, se destina a la exigencia
escrita. Escribir: trazo sin huella,
escritura sin transcripción. El trazo de
la escritura no será entonces jamás la
simplicidad de un trazo capaz de
trazarse confundiéndose con su
huella, sino la divergencia a partir de la
cual comienza sin comienzo la
continuidad- ruptura. ¿El mundo? ¿Un
texto?
Notas:
(1) Nietzsche dice en otra parte: “La
Voluntad de Poder interpreta” pero la
voluntad de poder no podría ser sujeto.
(2) ¿Habría además, que suponer al
intérprete detrás de la interpretación? Esto
es ya poesía, hipótesis.”
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