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2. a.

Capa de ozono y cambio climático


Las Sustancias Agotadoras de Ozono (SAO) controladas por el Protocolo de Montreal, son también gases de
efecto invernadero (GEI) con alto potencial de calentamiento global (PCG), por lo que su eliminación gradual ha
permitido mitigar también su impacto en el Cambio Climático mundial; sin embargo, varias sustancias alternativas
para el reemplazo de las SAO, particularmente los hidroclorofluorocarbonos (HFC), siguen presentando un alto
PCG y están contemplados en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMCC) y su
Protocolo de Kyoto.

Los principales sectores que utilizan SAO y HFC son refrigeración y aire acondicionado, producción de espumas
rígidas de poliuretano, producción de aerosoles, equipos de protección contra incendios y solventes industriales.
De acuerdo a un reporte del IPCC del 2005, para el año 2015 las emisiones directas de CFC y HCFC pasarán de
2,1 (2002) a 1,2 GtCO2-eq por año (2015), mientras que las emisiones de HFC pasarán de 0,4 (2002) a 1,2
GtCO2-eq por año (2015).

En este contexto, el cumplimiento de los compromisos de eliminación del consumo de SAO ante el Protocolo de
Montreal implica retos hacia la articulación de estrategias que integren también los compromisos ante la CMCC.
La Unidad Técnica Ozono ha iniciado un proceso de articulación con las actividades de la Dirección de Cambio
Climático del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) y la Estrategia Colombiana de Desarrollo
Bajo en Carbono (ECDBC), con el fin de promover directrices y estrategias integrales en la eliminación y
mitigación de los impactos ambientales ocasionados por las SAO y sus sustitutos de alto PCG.

Por otra parte, las emisiones indirectas de CO2 relacionadas con el consumo de energía dependen del sector, y
en el caso de la refrigeración y el aire acondicionado, responsable del consumo de cerca del 98% de los HFC en
Colombia, puede ser mayor que las emisiones directas. Es por esto que el Ministerio de Minas y Energía ha
priorizado el sector de refrigeración y aire acondicionado entre los sectores que deben ser abordados por el
Programa de Uso Racional y Eficiente de Energía y Fuentes no Convencionales (PROURE).

La Unidad Técnica Ozono trabaja actualmente en tres proyectos que integran el cumplimiento de los
compromisos del país frente a la eliminación del consumo de SAO con la eliminación voluntaria de emisiones de
GEI: la formulación de una NAMA para el sector de refrigeración doméstica, evaluación para la implementación
de distritos térmicos en el país, y apoyo a la iniciativa para promover tecnologías alternativas a los HFC y
estándares de la Coalición del Clima y el Aire Limpio (CCAC).

Cambio climático, lluvia ácida y capa de


ozono
El mayor impacto del uso de combustibles fósiles es el aumento de la concentración de dióxido de carbono
(CO2) en la atmósfera. Durante siglos, la cantidad de CO2 había permanecido estable en la atmósfera, pero
desde 1750 se incrementó 30%. Lo significativo de este cambio es que provocó un aumento de la
temperatura de la tierra a través del efecto invernadero. El CO2 impide que la radiación de onda larga
escape al espacio exterior, dando como resultado que la temperatura global de la tierra aumente. El
calentamiento global tiene graves efectos sobre el medio ambiente. Acelera la fusión de los casquetes
polares, se estima que en 100 años el nivel del mar subirá más de un metro, cambia el clima regional y
globalmente (los inviernos son más fríos y los veranos más calientes, este efecto ya es notorio), altera la
vegetación natural y afecta las cosechas. En el siglo XX la temperatura media del planeta aumentó 0,6 ºC y
en el siglo XXI se estima que subirá entre 1,4 y 5,8 ºC.
La lluvia ácida causada por las grandes fábricas es un importante problema global. La acidez de algunas
precipitaciones en el norte de Estados Unidos y Europa equivale a la del vinagre. La lluvia ácida corroe los
metales, desgasta los edificios y monumentos de piedra, daña y mata la vegetación y acidifica lagos,
corrientes de agua y suelos, sobre todo en ciertas zonas del noreste de Estados Unidos y el norte de
Europa. Allí la acidificación lacustre hizo morir poblaciones de peces.

La capa de ozono, a unos 40 km de altitud sobre el nivel del mar es una región de la atmósfera que protege
al planeta de los dañinos rayos ultravioleta. Si no existiera esa capa, la vida sería imposible sobre nuestro
planeta.

En el siglo pasado, se descubrió que la actividad humana tenía un impacto negativo sobre la capa de ozono.
Los estudios mostraron que la capa de ozono estaba siendo afectada por el uso creciente de
clorofluorocarbonos (CFC, compuestos de flúor), que se emplean en refrigeración, aire acondicionado,
disolventes de limpieza, materiales de empaquetado y aerosoles. El cloro, un producto químico secundario
de los CFC ataca al ozono, que está formado por tres átomos de oxígeno, arrebatándole uno de ellos para
formar monóxido de cloro. Éste reacciona con átomos de oxígeno para formar moléculas de oxígeno,
liberando moléculas de cloro que descomponen más moléculas de ozono.

Estos cambios tienen un enorme impacto sobre la vida humana. En 1200 millones de años la tierra será
destruida por el sol al convertirse en una estrella gigante roja, pero así como vamos no tendremos que
esperar mucho para que el hombre destruya su hábitat.

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