La historia de las luchas de los sectores populares por mejores condiciones de vida registra
diversos tipos de reivindicaciones, formas organizativas y respuestas del aparato estatal,
Las tomas comenzaron en la década del cuarenta. Las familias que participaban en ellas se
instalaban en los terrenos y levantaban rústicas viviendas; era su forma de resolver el agudo
problema habitacional. El objetivo no residía en presionar al Estado para que les construyera casas
definitivas, sino en el otorgamiento de un sitio para vivir. Se trataba de una estrategia de
supervivencia de familias con escasos recursos, que apenas alcanzaban para cubrir los rubros de
alimentación y vestimenta. Si bien muchas de estas invasiones estaban conducidas políticamente
por militantes de izquierda y muchas de ellas fueron brutalmente reprimidas, nunca constituyeron el
eje central de su lucha política.
Sólo en el último trienio del gobierno de Frei las ocupaciones comenzaron a adquirir importancia
tanto cualitativa (por su relevancia en la lucha política) como cuantitativa (por la proporción de
habitantes que intervenían). Su máxima expresión se da en los años 1970-71: más del 10% de la
población del Gran Santiago reside en campamentos. Los constituían grupos de familias sin casa,
organizadas y dirigidas por partidos y movimientos políticos, que toman predios urbanos como
medio de presión extra institucional al Estado para que les otorgue vivienda definitiva.
El auge de este proceso no se debió sólo a las pésimas condiciones habitacionales de los sectores
populares (el déficit en todo el país se estimaba en 600.000 unidades en 1970), sino más bien a
que en una determinada coyuntura el Estado y los partidos políticos dirimieran sus fuerzas en torno
a una contradicción secundaria del sistema: la vivienda.
Las elecciones de diputados y senadores en 1969 suscitan la reactivación de las tomas, que van
adquiriendo la fisonomía propia de un movimiento social. Participan numerosos grupos familiares,
organizados y conducidos políticamente; se realizan 35 tomas de terrenos en el Gran Santiago, y
ya no sólo en las comunas que son asiento tradicional de los sectores populares, sino también en
algunas de los sectores medios, como Ñuñoa y La Reina
En marzo del mismo año, una toma en la ciudad sureña de Puerto Montt, en la que participaron 90
familias, es brutalmente reprimida y mueren 8 pobladores. Ello provocó una conmoción en el país.
Era la mayor represión efectuada contra las ocupaciones de predios y se suscitaron múltiples
manifestaciones en contra del gobierno, y hasta la Juventud Demócrata Cristiana condenó la
acción policial. (47)
En 1970, la agitación política desatada por la proximidad de la elección presidencial y las tácticas
de captación electoral implementadas por los partidos (tanto de izquierda como de derecha)
ofrecieron el marco propicio para que la reivindicación habitacional alcanzara su clímax.
Diferentes motivos confluyeron entonces para que las distintas fuerzas políticas hicieran de la
reivindicación habitacional el eje central de la lucha política. En el caso de la DC, por ser la
vivienda propia un objetivo popular, al cual no podía oponerse, y de presión al Estado, y no contra
la clase dominante. Los partidos de la Unidad Popular, en cambio, debido a que esta reivindicación,
al no cuestionar los fundamentos del sistema capitalista, convenía tácticamente para su proyecto
electoral de ascenso al gobierno. Al MIR (48) porque era una forma de inserción en las masas
urbanas, principalmente, debido a que le era difícil acceder directamente al frente sindical,
hegemonizado y controlado por los partidos comunista y socialista. (49)
A principios de enero, 1200 familias constituyen el campamento "Unidad Popular". A fines del
mismo mes, otras 575 forman el "26 de Enero", primer campamento dirigido por el MIR. La línea
política de esta organización determinó que el campamento sufriera una fuerte represión y
estuviera cercado por fuerzas policiales durante un mes. Debido a estas circunstancias y a la
preparación política previa, se desarrollaron en él complejas formas organizativas que
permanecieron mucho tiempo después de la toma.
Mientras las tomas de terrenos continuaban, la coyuntura preelectoral creaba las condiciones para
que el gobierno de la DC estuviera políticamente incapacitado para reprimir, puesto que ello
hubiera implicado la pérdida de bases electorales para el candidato oficial. Más aun, el partido del
gobierno se incorpora entonces al proceso de tomas, y las fomentan inclusive funcionarios
gubernamentales prometiendo a los pobladores una rápida solución a su problema habitacional si
ganaba el candidato presidencial democratacristiano.
La DC formaba los Comités Sin Casa por zonas residenciales, es decir, agrupaba a las familias sin
viviendas que habitaban en los conventillos o a los allegados de una población. Además de esta
forma de reclutamiento, los partidos de izquierda y las organizaciones obreras propiciaban la
creación de comités en las fábricas y sindicatos. Asimismo, aunque con menor relevancia
numérica, los partidos políticos crearon directamente comités, en los que se anotaban familias de
militantes y simpatizantes.
Las tomas, especialmente en el período en que eran reprimidas, exigían una organización previa y
secreta. Se empezaba por reunir a varios Comités Sin Casa de similar ideología política mientras
un grupo de militantes se encargaba de los preparativos: la elección del terreno, el día y la hora en
que se instalaría el campamento; la selección y preparación de las familias participantes; el
transporte de los pobladores y de los materiales para levantar las viviendas provisorias; la
planificación de la defensa contra la posible represión policial, etc. (51)
Los terrenos donde se instalaban campamentos durante el gobierno de Frei eran generalmente
fiscales, eclesiásticos, universitarios, institucionales, o de un propietario que no exigiera a la justicia
el desalojo policial. También se seleccionaban por el apoyo que pudieran recibir de poblaciones
vecinas, o por la importancia estratégica y política de su ubicación geográfica. Como forma de
evitar la represión policial solían hacerse presentes, en el momento de la toma, regidores,
diputados, senadores u otros dirigentes políticos.
Una vez instaladas las familias, levantaban sus rústicas viviendas y se organizaban para satisfacer
sus necesidades más elementales: provisión de agua y luz, sanitarios, alimentación, salud, defensa
y control social. Una asamblea general de los pobladores elegía mientras tanto el jefe y la
Comisión Directiva del campamento, los que iniciaban las primeras tratativas con las autoridades
para solucionar los problemas más inmediatos y para exigir la construcción de las viviendas
definitivas.
El Gobierno de la UP
El nuevo gobierno trató de reagrupar y de distribuir los campamentos existentes. Disminuyeron las
ocupaciones en Santiago patrocinadas por los partidos de izquierda. Mientras tanto, las fuerzas
políticas opositoras a la UP, principalmente la Democracia Cristiana, comienzan a dirigir
ocupaciones de casas y departamentos casi terminados destinados a otras personas.
A principios del año 1971, en el Gran Santiago, según un censo provisorio, se encuentran viviendo
en 312 campamentos alrededor de 55.000 familias, o sea, el 10% de su población. (52) En mayo de
1972 se dieron a conocer cifras superiores: según el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU),
83.000 familias residían en esa época en los campamentos, lo cual representa al 15% de la
población del Gran Santiago. (53)
Frente a las pésimas condiciones habitacionales de los campamentos, que exigían una solución
perentoria, el gobierno pone en marcha la "Operación Invierno". Ésta consistió en la entrega de
mediaguas (55) a los pobladores y la instalación provisoria de los servicios más elementales (grifos
de agua potable, electricidad, trazado y consolidación precaria de calles, etc.).
Pero el déficit habitacional no es sólo una característica de la dudad de Santiago. Por ello, el
proceso de tomas también se extendió al interior, abarcando las grandes ciudades, las capitales de
provincia y los pueblos. Los partidos de izquierda lideran este proceso y no tratan de frenarlo
-como en Santiago-, entre otras razones, por ser un mecanismo de contención de la migración
hacia la capital.
En las ciudades vecinas de Valparaíso y Viña del Mar las reivindicaciones habitacionales se
manifiestan a través de las tomas de terrenos en el año 1971, con la participación de 4600 grupos
familiares.
Durante el primer año de gobierno, caracterizado por el aumento del poder adquisitivo de los
sectores populares, el crecimiento del apoyo electoral a la UP y el avance en la formación del área
social de la economía, las ocupaciones de terrenos disminuyen en Santiago. Hay por parte de los
sectores populares una actitud de espera y de negociación con el gobierno.
Las manifestaciones de los pobladores se realizan contra "la burocracia tramitadora" y la acción
obstaculizadora de la Contraloría, organismo que, a través de su supervisión del mecanismo
financiero del Estado y de su posibilidad de cuestionar la legalidad de las decisiones
gubernamentales, llega a convertirse en el marco institucional chileno en importante resorte de
poder.
Analizando las propuestas políticas formuladas por los partidos conjuntamente con la forma en que
cristalizan en la praxis reivindicativa habitacional y su relación con el Estado, se pueden distinguir
tres tipos de modelos políticos y organizativos que denominaremos asistencialista, participacionista
y movilizador. (58) Los distintos modelos son una abstracción de la realidad, si bien se aproximan a
ella, tratando de rescatar las características esenciales de las prácticas poblacionales de las
principales fuerzas políticas.
El modelo asistencialista
El proyecto que llevó a cabo la DC en el gobierno de Frei y que en parte ha sido ya desarrollado en
el capítulo n corresponde en sus características principales al modelo asistencialista. Su aspecto
más relevante es el tipo de relación que establece entre el Estado y los sectores populares. Ella se
da a través de una política asistencialista cuya base material más importante es la satisfacción de
la necesidad de vivienda, complementada con una estrategia de organización popular y un
discurso ideológico formalmente resumible en la consigna: "Revolución en libertad".
El eje organizativo está centrado en los lugares de residencia y alrededor de las reivindicaciones
de consumo, especialmente de vivienda y equipamiento comunitario.
En su mayoría, los campamentos liderados por la DC y constituidos en el último año del período de
Frei responden en líneas generales a las características de este modelo. Especialmente por su
orientación asistencialista, y por el consiguiente percibir al Estado como una fuente que entrega
bienes y recursos, sufren un fuerte impacto al llegar la UP al Gobierno, En algunos de ellos, la
dirección del campamento cambia y es asumida por pobladores partidarios de la UP, lo cual no
significa que, necesariamente, se modifiquen sus expectativas asistencialistas. En otros los
dirigentes siguen respondiendo a las direcciones de la DC, pero modifican su relación con el
Estado, adoptando una línea de fuerte presión reivindicativa. (59)
El modelo participacionista
Este modelo surge como una respuesta de los partidos de izquierda tradicional a la estrategia de
organización popular asistencialista llevada a cabo por el gobierno de la DC. Se identifica con el
anterior en cuanto hace de él un medio de ampliación de las bases sociales de apoyo para su
respectivo proyecto político, bajo una modalidad electoralista. La izquierda se diferencia entre otras
cosas porque el frente poblacional no es el principal para su proyecto, sino que lo considera
tácticamente complementario en las luchas políticas del movimiento obrero basado en los
sindicatos y en los partidos proletarios, en pro de la transformación social. Por ello apoya la presión
reivindicativa de consumo y trata de patrocinarla partidariamente.
El cambio social postulado está orientado según un esquema de conflicto de clases; el modelo
asistencialista, en cambio, de integración de clases. Su objetivo político es llegar a la sociedad
socialista por etapas y usando la vía electoral, mediante una amplia alianza policlasista.
En los campamentos se combinan una estructura democrática de dirección con una estructura
horizontal constituida por los frentes creados para atender a las necesidades más inmediatas de la
población (salud, educación, vigilancia, justicia, etc.). Tal estructura, compleja y diferenciada,
permite y necesita la amplia participación de los pobladores en el proceso reivindicativo.
Los frentes son organizaciones que en un primer momento -durante el período de represión-
reemplazan parcialmente a los servicios estatales y cumplen funciones de solidaridad y cohesión
social, solucionando problemas concretos de los pobladores. Durante el gobierno de la UP sirven
de apoyo a las acciones gubernamentales (brigadas sanitarias, brigadas de vigilancia, etc.) y son
centros de formación política.
En ellos los dirigentes explican las conductas y los hechos cotidianos de la vida del poblador
(salarios de miseria, pérdida de trabajo, mortalidad infantil, baja escolaridad, etc.) por las
características sociales y económicas de la sociedad chilena y por los mecanismos de explotación
capitalista. Se insiste más en la "ideologización de las conductas cotidianas" que en la transmisión
teórica de los grandes postulados marxistas, alejados de la diaria realidad del poblador.
Al hacer de la lucha reivindicativa un frente de la lucha clasista son estos campamentos los que
presentan mayor vinculación con las luchas obreras. Tanto por la naturaleza de su formación a
través de tomas extralegales, como por su clara conducción política y por la respuesta del Estado,
se dieron en ellas experiencias nuevas de organización y administración, las cuales se destacan
por su amplia difusión o por su desarrollo en profundidad.
Los estudios del equipo poblacional de CIDU, y de Duque y Pastrana (60) describen y analizan en
forma comparada la organización social de los campamentos, tratando de señalar ejemplos de
"experiencias transformadoras", ya sea en cuanto a concientización, a nuevas formas de
institucionalización para realizar funciones normalmente desempeñadas por el Estado, o al logro de
nuevas soluciones para problemas específicos, como el de la vivienda, la salud, etc.
Para dar una idea más concreta de la realidad de un campamento altamente movilizado y con una
organización interna muy desarrollada conviene tomar el ejemplo de Nueva Habana,
probablemente el campamento más conocido de Chile. La atención que recibía, tanto por parte de
la derecha como de la izquierda, tanto periodística como académica, en Chile y en el exterior, (61)
producía una evidente mistificación del campamento. Para la derecha representaba el ejemplo de
la subversión a la legalidad institucional. Para la izquierda y para el movimiento poblacional, a
pesar de diferencias partidarias, su organización y sus conquistas servían como modelos para
otros campamentos. Asimismo, en Nueva Habana se originaron y tomaron impulso soluciones a
problemas poblacionales que se generalizaron después a otros sectores; la exigencia de que la
vivienda fuera construida por los mismos pobladores con gestión del Estado (y no mediante
empresas constructoras privadas o una cooperativa de autoconstrucción) impulsó la formación del
Departamento de Ejecución Directa de la CORVI. Fue también el primer lugar donde se
construyeron un comedor y una lavandería popular para hacer más fácil el trabajo doméstico de la
mujer, intentándose así permitir su incorporación en el proceso productivo o en actividades del
campamento. Y fue uno de los primeros en adoptar un sistema de abastecimiento directo a través
de la canasta popular y el Almacén del Pueblo (véase capítulo V).
Pero a pesar de los logros considerables de Nueva Habana, este campamento sufría muchas de
las limitaciones y de los altibajos que caracterizaron al proceso chileno en general y al frente
poblacional en particular. Durante los períodos de reflujo del movimiento de masas, el campamento
también experimentaba un retroceso en la participación de sus integrantes. Aunque se distinguía,
específicamente en comparación con otros campamentos, por tener una base de conscientes y
activos dirigentes medios, el caudillismo no estuvo totalmente ausente. Algunos frentes de trabajo
llegaron a paralizarse, siendo reestructurados y reactivados más tarde.
La existencia concreta de Nueva Habana data de noviembre de 1970, cuando fue constituido por
los campamentos Elmo Catalán, Ranquil y Magaly Honorato, que se fusionaron trasladándose a un
terreno definitivo en la comuna de La Florida, al sudoeste del Gran Santiago. Los tres formaron
parte de ocho tomas conducidas por el MIR en el período preelectoral de 1970 y ese desenlace
devino de la presión que se ejerció sobre el gobierno democratacristiano para que satisficiera sus
reivindicaciones de terreno y vivienda.
Antes del traslado al nuevo sitio, los pobladores empezaron a planificar el trazado del campamento
con estudiantes y profesores de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile. Esta
relación universitaria-poblacional se profundizó cuando los pobladores rechazaron el plan de
vivienda propuesto por la CORVI, trabajando en conjunto con los arquitectos de la universidad en
el diseño de un plan de urbanización y vivienda que respondiera realmente a sus necesidades.
Aunque finalmente los pobladores rechazaron formas de vivienda más colectivas de lo habitual (se
había considerado la idea de realizar cocinas y baños compartidos), adoptaron la idea de patio
común y señalaron la importancia del equipamiento social en la vida del campamento y de la futura
población, especialmente de aquellas instalaciones que pudieran transformar actividades
tradicionalmente privadas en actividades más sociales o colectivas (por ejemplo: comedor popular
y lavandería popular). Lograron asimismo que la CORVI aceptara la construcción de casas, en vez
de los edificios proyectados de cuatro pisos. Cuando la Corporación propuso que todas fueran de
36 m2, los pobladores demostraron que el Departamento de Ejecución Directa podía construir
también casas de 46 m2 y 64 m2, para familias de distintos tamaños, con las mismas utilidades que
obtendría normalmente una empresa privada.
Las 1400 familias del campamento se instalaron en una estrecha faja de terreno, dividida en 24
manzanas de 64 sitios cada una. Los pobladores eligieron vivir en sitios chicos en el campamento
(5 X 9 m2 en vez de los 9 X 18 m2 típicos en las "Operaciones sitio") con el fin de dejar más terreno
libre para empezar la construcción de su vivienda definitiva, En el centro de Nueva Habana
estuvieron ubicados en locales provisorios, en el policlínico, los locales de reunión de los distintos
organismos de base y, en 1973, uno de los primeros Almacenes Populares de Chile (véase capítulo
V). La escuela primaria, que funcionó en antiguos trolley-buses convertidos en aulas, un jardín
infantil, un pequeño teatro y una sala que sirvió como hospital e internado provisorio para niños
enfermos y desnutridos, además de una cancha de baby fútbol, ocuparon el terreno entre el
campamento y la futura población.
La historia del campamento fue recuperada y elaborada por los propios pobladores, a instancias de
docentes y estudiantes de arquitectura, quienes confeccionaron el documento definitivo. Su
organización y sus conquistas, sus objetivos y sus fallas resaltan en esos testimonios mucho más
vividamente que en elaboraciones sociológicas del proceso, lo cual nos decidió a incluir de ese
valioso trabajo (62) una selección de entrevistas realizadas entre fin de 1971 y mediados de 1972,
donde se describen los frentes de mayor actividad. (63)
Del proceso que vivimos en los antiguos campamentos, nosotros "vimos que era
necesario planear un nuevo tipo de organización", al mismo tiempo de que era
necesario la integración de los diferentes campamentos y, fundamentalmente, poner
énfasis en algunas organizaciones de base, como fue la de los Frentes de Trabajos
dentro del campamento.
Con estos nuevos tipos de organizaciones se pretendía crear una mayor participación
de los pobladores en las decisiones.
Los primeros frentes que se crearon fueron el Frente de Vigilancia, el Frente de Salud,
y el Frente Cultural. Nosotros en principio nos planteamos de que la solución a
nuestros problemas debían ser consecuencia de nuestra propia movilización, o sea la
movilización de los pobladores. Tal es así que, por ejemplo, cuando nosotros
hablábamos de la solución a los problemas de la salud, no recurríamos
inmediatamente a solicitar o a pedir favores de alguna asistencia médica. Sino que
nosotros creábamos nuestro propio organismo y después exigíamos a los organismos
pertinentes que nos hicieran los aportes que correspondían hacer a ellos, dada su
responsabilidad en estos problemas. Y así con los demás Frentes.
Frente de Vigilancia
Al principio habían clandestinos. Pero luego, cuando se decía en tal parte hay un
clandestino, los pobladores allanaban la casa y el trago que encontraban se botaba
-después de una Asamblea General, con el apoyo de todos los pobladores. Entonces
ante el miedo de perder su plata los clandestinos desaparecieron. Ahora tenemos el
problema con los clandestinos de alrededor del campamento.
Después tuvimos que hacer una ampliación y cambiar el nombre de Comisión de
Disciplina por el de Frente de Vigilancia, pues ésta (la Comisión) estaba tomando un
mal camino.
Cada manzana tiene un subfrente de vigilancia interno. Así cada 25 días le toca hacer
guardia a un poblador, o sea, cada 25 días le toca a una manzana distinta. Y la
mayoría de la población, hombre y mujer, cumple con esta obligación.
¿Qué sanción aplicamos? Por ejemplo, acá tenemos un caso de un compañero -es un
mocoso- que era especialista en robar. Lo hemos pescado y como sanción le hemos
exigido un mes de trabajo voluntario para toda la población.
Frente Cultural
Llegó el mes de enero y se vio la necesidad de darle alguna entretención a los niños
de edad entre 6 y 12 años. Entonces se creó el parvulario, con compañeras que salían
con 300 niños para acá -al fondo de los terrenos, para mostrarles las vaquitas, el trigo;
así con todo el calor, a las 2 ó 3 de la tarde y ya no se entraba hasta las 5 ó 6 de la
tarde con ellos.
También el mismo tiempo se echó a andar la Escuela de Verano -la comisión de
relaciones públicas la hizo funcionar-. Se pretendió demostrar que los sectores eran
capaces de enseñarles -aunque no pedagógicamente pero sí ideológicamente- a sus
compañeros menores. Más de 30 ó 40 niños salían con una compañera o compañero
a cumplir con determinadas horas de clases. Estas clases -al aire libre- eran de:
dibujo, historia; aquí se les hablaba de la historia del cobre y de los mineros; la historia
de los campamentos y de los pobladores; sobre el problema del campo y de los
campesinos y los problemas sociales en general; Naturaleza -como aquí nosotros
tenemos un buen espacio libre, en ese tiempo había trigo-. Entonces se estudiaba el
trigo desde la semilla hasta cuando era espiga; además, la vaquita, el canal, la
corriente, el agua, en fin. Se trataba de adaptarse a las condiciones que existían.
Propaganda funciona cuando hay que hacer rayados de anuncio. Por ejemplo, cuando
el Frente de Salud tiene que hacer vacuna general a los niños, se pegan los cartelitos
en las diferentes manzanas. Por ejemplo, ahora hay una obra teatral, pues ya
Propaganda ha pegado sus cartelitos para que asistan a la función y cosas así. Si hay
una movilización, o una concentración, Propaganda actúa.
Otra cosa. Antes había que salir gritando, a recorrer todo el campamento avisando
casa por casa a los compañeros para cualquier reunión; lo mismo para avisar cuando
llegaba el médico al policlínico; la hora que se reparte la leche, y cosas así. Por
acuerdo de Asamblea General de todos los pobladores, usando unos fondos de todo
el campamento -ganado cuidando el trigo que había acá- se compró ese aparato que
sirve a todos los Frentes y a todo el campamento. Es un amplificador con parlante
(que se escucha en todo el campamento y aún a varias cuadras a la redonda fuera de
él), que es muy necesario para llamar a una reunión de Directorio; para llamar a los
compañeros cuando los llaman por teléfono; para llamar a los compañeros cuando,
por ejemplo, llega un familiar de fuera que no sabe en qué manzana ni en qué sitio
vive. Es un aparato muy necesario, tan necesario como la radio.
El otro Subfrente es el de Teatro. Hace poco se realizó una obra teatral tomada de la
realidad misma del campamento, pero ahí no actuaron pobladores sino que los
compañeros artistas de izquierda (de la escuela de teatro de la U. de Chile). Lo que
queremos nosotros es que sean los mismos pobladores los que monten su obra y que
hagan teatro.
Después viene el Subfrente Juvenil, está muy bien formado. Inclusive hasta le dimos
una mediagua para que tuvieran su sede. Agrupa a niños chicos desde 4 años hasta
cabritos de 16 ó 18 años, de ambos sexos. Hacen labor de entretenimiento.
Nosotros quisiéramos que todas las manzanas tuvieran un centro juvenil pero no hay
posibilidades, por falta de medios. Acá hemos hecho muy poco por la juventud. Se ha
pensado hacer muchas cosas, sobre todo, Deportes, Pero no tenemos medios para
ello, por esto es que en los jóvenes han surgido algunos delincuentes. Pero en
general, yo diría que el Frente ha tomado su camino.
Frente de Salud
Hicimos ver al S.N.S. que ellos eran sólo una parte más del Frente y que no podían
disponer de nada, pues quien controlaba el problema de la salud era la población
misma. Es decir, que el S.N.S. no pudo llegar e imponer su estructura pues se
encontraron con una población que tenía otra organización y no pudo imponer la suya,
que realmente todavía es una estructura totalmente burocrática.
O sea, tienen derecho a voz y a voto tanto las compañeras milicianas como los
médicos; o sea, quien toma determinaciones es el Frente de Salud mismo.
Es cierto que hay algunas deficiencias por ser una población en que son las
pobladoras las que atienden, y que son todas compañeras que cada una de las cosas
que van aprendiendo y que cada una de las cosas que van haciendo son experiencias
nuevas. No todo técnicamente sale a la perfección, pero por lo general se da una
atención que no haya rechazo en la población.
Frente de Trabajadores
Por ello se creó un Frente de Trabajadores, que sirvió como Comité de Cesantes y al
mismo tiempo como Comité de Trabajo Voluntario. Pero fundamentalmente con vista a
preparar a los compañeros que construirían en el futuro las viviendas.
En ningún momento para contratarlos -una vez que se iniciaron las construcciones- se
les condicionó a recomendaciones de patrones o certificados de buena conducta, sino
que para nosotros su mejor certificado era su participación que había tenido en el
campamento. Entonces a través de una comisión nombrada dentro de la misma
organización se entregaban los pases para irse incorporando (al trabajo) a medida que
la necesidad de la obra lo requería. Actualmente de un total aproximado de 500
trabajadores que hay en la obra, unos 300 compañeros son pobladores del
campamento.
Después cuando supimos, por ejemplo, el resultado de la mecánica del suelo, que fue
realmente negativo por la mala calidad del suelo, también exigimos de que se
mejoraran las fundaciones de las casas.
O sea que nuestra participación ha permitido superar cada una de las fallas que
pudieran haber habido en las casas, además ha permitido digamos, crear una
disciplina que no está basada en ningún reglamento, sino que está basada en la
conciencia de los trabajadores.
Frente de Madres
El Frente surgió cuando vimos la necesidad de organizar a las mujeres. Que estuviera
la mujer consciente del problema que se estaba viviendo en el plano nacional y
pensamos que la única forma de unirla era en lo que llamábamos Frente de Mujeres
Revolucionarias, y a través de eso se empezó a dar charlas políticas. En diciembre
(de 1970) nos organizamos por manzanas -por un comité de Navidad- para empezar a
trabajar para la Navidad de los niños del campamento. Nos organizamos una
delegada por manzana.
También hay 21 delegadas que corresponden a una por manzana. Cada delegada se
encargaba de organizar su manzana y de ver los problemas de cada compañera.
Una de las principales causas por las cuales el Frente no funcionó, fue de que no
teníamos el apoyo de nadie; la directiva no funcionaba bien porque es muy difícil
cambiarle la mentalidad a las compañeras de la noche a la mañana. Cuando habían
cosas que repartir en el Frente, se llenaba el local -les sobraba tiempo a las
compañeras, pero cuando se trataba de trabajar o de alguna reunión importante,
donde realmente tenían que estar las compañeras mujeres, no participaban. Era
siempre un grupo chico el que participaba.
La mayor parte de las compañeras que vinieron al frente, lo hicieron por la necesidad
de las cosas materiales. No era por organizarse para liquidar la situación de la mujer y
para que se dieran cuenta que la labor de la mujer no es solamente estar esclavizada
en la casa, sino que tener la misma participación de los compañeros. Y a pesar de
todo estuvimos trabajando bastante tiempo, como nueve meses.
Ahora, no es posible, digamos, que solamente se organicen así para decir vamos a
ubicarlos en tal sitio, sino que previo eso, lo fundamental, lo primordial, lo más
importante de todo esto, es que se cree una conciencia política en los compañeros
que les permita visualizar sus enemigos fundamentales, y cuales deben ser sus
metas: básicamente, la toma del poder junto con los trabajadores. Es por eso que
tenemos que vernos en la obligación de que cada uno de estos comités sin casa -que
luego se transformarán en campamentos, se vayan transformando en un medio de
poder-. A través de sus propias organizaciones, como ser: su propia organización de
vigilancia, de cultura, de salud, de construcción, etc., para incorporar al poblador al
proceso. Y que no sea un funcionario de CORVI quien determine de que a aquel
poblador le van a dar la casa tal o cual, sino que el compañero esté participando en
todo el proceso de la construcción de la vivienda. Y que cuando él reciba la llave de la
vivienda, ello sea la culminación de todo un proceso de participación y de movilización
y no el hecho de que en forma paternalista le entreguen una llave y le digan: esta es
su casa.
Además es necesario que los compañeros tengan conciencia que la solución del
problema de la vivienda no se limita a tener cuatro paredes y un techo, sino que el
problema incluye la seguridad de tener todo el equipamiento que permita -vivir en
condiciones dignas, como seres humanos, tener escuelas, tener policlínicos, tener
supermercados y todas esas cosas-. Y que estén incluso en manos de los propios
pobladores, para evitar la especulación, el robo o el enriquecimiento de determinados
sectores.
Entonces, todas esas cosas solamente pueden lograrse a través de un proceso que
se vive gracias al funcionamiento del campamento, como paso previo a la obtención
de la casa.
Nosotros aquí estamos planteando una labor política para mostrarles a los pobladores
al enemigo claramente, ello haciendo análisis político en todas las reuniones de la
situación actual. Es la única manera de que los pobladores -por el hecho de que no
están ligados al proceso productivo; o sea, no ven a sus enemigos como los ven los
trabajadores. .. estén al tanto y estén participando en las discusiones del problema
político nacional.
Nosotros planteamos de que el poblador tiene cada día que ligarse al proceso
productivo, y de ahí entonces las ideas impulsadas por nosotros de que se instalen
talleres de producción, áreas de cultivos, talleres artesanales dentro del campamento.
Como un cruel reverso de las descripciones anteriores, trascribimos la lacónica crónica periodística
sobre la vida cotidiana en el campamento después del golpe. (65)
"Los pobladores del 'Campamento Nueva Habana', el más organizado y combativo de Santiago de
Chile antes del golpe de estado del once de septiembre último, están ahora reducidos a la miseria.
"Durante la época del gobierno de Unidad Popular, los pobladores de ese campamento habían
logrado eliminar la venta clandestina de alcohol y los centros de prostitución.
"Los pobladores de Nueva Habana ejercían una auto-vigilancia ejemplar, aseguraban por ellos
mismos las funciones policiales y prohibían la entrada a los carabineros.
"Tal combatividad explica sus conquistas sociales: policlínico, escuelas instaladas en carrocerías
de ómnibus desafectados, jardín de infantes, construcción de casas de ladrillos, que iban a
terminarse antes de fines de 1974 y distribución de la 'canasta popular', el kerosén y el gas.
"Gracias a este método de suministro directo, Nueva Habana era, en agosto de 1973, en forma
paradójica, mejor aprovisionado que los barrios que no habían sabido organizarse.
"Después del once de setiembre último, los militares practicaron en Nueva Habana redadas
sistemáticas. Gran número de médicos, enfermeros y auxiliares han desaparecido y están siendo
desesperadamente buscados por sus familias. Lo mismo ocurre con los obreros de la construcción
que participaban en la edificación de las casas del campamento.
"Es así como cierto número de pobladores fue detenido por la policía. Tal es el caso de Silvia, que
trabajaba en el policlínico de Nueva Habana. Fue torturada, y su padre ha desaparecido.
"La delincuencia y el comercio de vino reaparecieron en Nueva Habana, las casas de ladrillos por
los cuales los pobladores lucharon durante tres años, son ahora inaccesibles. El policlínico
desapareció y las epidemias de diarrea infantil se propagaron.
"Nueva Habana se llama ahora Nuevo Amanecer. No es un caso particular, sino un ejemplo entre
tantos otros."
Notas:
45. No eran solamente expectativas psicológicas producto de la campaña propagandista de la DC, sino que muchas familias habían pagado
el número de cuotas correspondiente para tener una casa y el gobierno no se la había entregado.
46. Los nombres de los campamentos, además de la fecha o lugar de constitución, recuerdan a sus mártires, a los líderes populares chilenos
y latinoamericanos ("Manuel Rodríguez", "Bernardo 0'Higgins", "Emilio Recabarren", "Che Guevara", "Camilo Torres", etc.); a los grandes
teóricos marxistas ("Carlos Marx", "Lenin", etc.); a los parlamentarios que los apoyaron en las tomas ("Laura Allende", "Tito Palestro", etc.);
consignas políticas ("La Batalla de la Producción", "Venceremos", etc.).
47. Consúltese Bengoa, José, Pampa Irigoin: lucha de clases y conciencia de clases. Documento de Trabajo del CESO, Santiago de Chile,
1972.
48. El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que se formó en 1965 con una base principalmente estudiantil, plantea la vía no-
electoralista (lucha armada) para la toma de poder y la constitución de socialismo en Chile. Antes de 1970 realizaron acciones guerrilleras
urbanas y trabajo político entre universitarios y campesinos.
52. Datos de MINVU elaborados por Duque, Joaquín, y Pastrana, Ernesto, "La movilización reivindicativa urbana..., etc.", ob. cit., página 265.
53. Cifras citadas por Ignacio Santa María, "El desarrollo urbano mediante los 'asentamientos espontáneos': el caso de los campamentos
chilenos", Revista EURE, núm. 7.
54. Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, Política Habitacional del Gobierno Popular - Programa 1972, Documento informativo para la
Exposición y Encuentro Internacional de la Vivienda, Santiago de Chile, 1972.
55. Vivienda precaria de madera, con piso de tierra o, en el mejor de los casos, de madera, y techos de cartón con brea.
56. Duque, Joaquín, La movilización reivindicativa urbana en la provincia Concepción, ELAS-FLACSO, Santiago de Chile, agosto, 1972.
57. En el lapso de setiembre de 1971 a mayo de 1972 se registran en el Gran Santiago 88 tomas con la participación de 4.160 familias. En el
mismo período los campamentos participan en: 1 toma de Ministerio, 4 tomas de Municipalidades, 8 de delegaciones de CORHABIT, 5 de
industrias, 5 de hospitales, 21 de transportes colectivos; asimismo en numerosos bloqueos de calles, manifestaciones y concentraciones
públicas, etc., Duque y Pastrana, La movilización urbana..., págs. 255 y 268.
58. Muchas de las ideas expuestas en esta sección han sido desarrolladas, si bien a un mayor nivel de abstracción, por Joaquín Duque y
Ernesto Pastrana en los artículos citados.
59. Consúltese Equipo de Estudios Poblacionales, CIDU, ob. cit. Además se encontrará allí un análisis de las condiciones sociales que
posibilitan o impiden que una determinada línea política, impulsada por una organización partidaria, se efectivice en la práctica concreta de un
campamento.
60. Equipo de Estudios Poblacionales de CIDU, "Reivindicación urbana y lucha política. Los Campamentos de Pobladores en Santiago de
Chile", Revista EURE, núm. 6, págs. 59-66, y Duque, Joaquín, y Pastrana, Ernesto, "La movilización reivindicativa urbana de los sectores
populares en Chile: 1964-72", Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, núm. 4, diciembre 1972.
61. Entre los estudios que se refieren específicamente a Nueva Habana citamos los siguientes: Alvarado, Luis; Cheetham, Rosemond; Garat.
García, y Rojas, Gastón, "Movilización social en torno al problema de la vivienda", Revista EURE, núm. 7, págs. 59-62; el artículo de Jorge
Fiori en el mismo número de la revista citada (véase nota 4), y el trabajo de DEPUR (véase nota 3). En la Exposición Internacional de
Vivienda (VI-EXPO) realizada en Santiago en septiembre de 1972, Nueva Habana fue el tema de la ponencia del Departamento de Estudios y
Planificación Urbano-Regionales de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile y la exhibición también se refirió exclusivamente a
ella. Además de ser publicados (foto y descripción) en varios libros y artículos en el exterior, también fue el tema de una película realizada por
curas norteamericanos de la orden Maryknoll ("Campamento") y otras hechas por cineastas europeos. Finalmente, se aludía
periodísticamente a Nueva Habana en general, o a sus conquistas y formas de solucionar problemas en particular, en publicaciones de la
izquierda (Chile Hoy, Punto Final, El Rebelde, los diarios, etc.), y de la derecha (El Mercurio, La Tribuna, La Tercera, y otros diarios).
62. Organización y lucha poblacional en el proceso de cambios: la experiencia del campamento Hueva Habana, grupo de trabajo "Procesos
sociopolíticos y diseño urbano", H. Saa, R. Urbina, A. Victoria, Directorio y pobladores de Nueva Habana, Departamento de Estudios y
Planificación Urbano-Regionales, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile, Santiago, agosto de 1972, 105 páginas.
63. También existían frentes de bomberos, de áreas verdes (que se ocupó de las plantas para la futura población), y de comerciantes, que
posteriormente dio lugar al frente de abastecimiento.
64. Un detallado estudio del frente de vigilancia se encuentra en "Campamento Nueva Habana: estudio de una experiencia de
autoadministración de Justicia", por Jorge Fiori en Revista EURE, núm. 7, abril, 1973. El Equipo de Estudios Poblacionales del CIDU, en el
marco de un convenio con el Ministerio de Justicia, realizó un estudio relacionado con las perspectivas de implantar tribunales populares u
otras formas de justicia popular. Los resultados se encuentran en "Pobladores y administración de justicia", Revista EURE, núm. 5, julio 1972;
"Pobladores: del legalismo a la justicia popular", CIDU, octubre 1972, vols. I y II; "Experiencia de justicia popular en poblaciones", CEREN,
núm. 8, junio 1971.
65. "Por qué Nueva Habana se convirtió en Nuevo Amanecer", artículo de Le Monde, primera semana de enero de 1974, citado en La
Opinión, 5 de enero de 1974, Buenos Aires, pág. 2.
La formación de campamentos, que logró su mayor intensidad entre 1970 y 1971, fue la expresión
táctica y organizativa de la reivindicación referida a la vivienda y el equipamiento social,
componentes importantes del consumo y de la contradicción que definía al movimiento poblacional
hasta ese momento.
Pero el aspecto más básico del consumo -abastecimiento de productos esenciales- sirve como eje
fundamental en la movilización de sectores poblacionales mucho más amplios que los
campamentos. Habiendo comenzado a fines de 1971, la organización en torno del abastecimiento
crece durante 1972, para dar un salto cualitativo durante el paro patronal en octubre de 1972, y
servir ya, durante 1973, como expresión principal de la lucha de clases en el frente poblacional.
La única esperanza para amortiguar las consecuencias de la política inflacionaria era controlar la
distribución de productos. Durante todo el gobierno de la UP subsiste el debate sobre cuáles son
las etapas de comercialización (transporte, mayoristas, comercio al detalle) que resulta necesario
controlar en forma directa o indirecta. La JAP representaría la alianza del pequeño comerciante, el
último eslabón en la cadena de distribución, con el consumidor. Su tarea consistiría en amortiguar
los efectos a nivel popular de la política inflacionaria en general, y de los problemas en el sistema
de comercialización en particular.
Las mujeres chilenas siempre han votado en forma más conservadora que los varones. La UP no
solamente debe tratar de ampliar el apoyo prestado por las mujeres, sino evitar perder la base
femenina lograda en las elecciones municipales de 1971. (66) Puesto que los problemas del
mercado negro y del desabastecimiento afectan más directamente a la dueña de casa, se espera
que las JAP sirvan para canalizar su desesperación ocasionada por las colas, la inflación, etc., y
además para hacerle comprender las causas de la situación.
La idea de las JAP, un salto en ese sentido, se plantea públicamente por primera vez durante el
gobierno de la UP en un "Encuentro con las Dueñas de Casa", en Santiago, en Julio de 1971. Con
el impulso del Partido Comunista se empiezan a formar las JAP hacia fines de 1971, cuando
aparecen los primeros problemas de desabastecimiento de pollos y carne, y de especulación con
algunos otros productos. Aunque se habían formado pocas JAP hasta el momento, en abril de
1972 el gobierno establece la existencia legal y la reglamentación de las JAP con un decreto oficial
y crea el Departamento JAP en la Dirección de Industria y Comercio (DIRINCO). (69)
2) Facilitar el abastecimiento: las JAP deben servir como enlace entre los pequeños comerciantes y
las empresas de distribución, facilitando las órdenes de compra -especialmente con empresas
distribuidoras estatales- y vigilando la entrega y venta de productos.
3) Educación del consumidor: cambiar los hábitos de consumo para mejorar la nutrición de la
población y para ahorrar divisas (campaña para comer pescado chileno en vez de carne
importada).
4) Lucha "ideológica": los primeros documentos de DIRINCO hablan de "dar la lucha ideológica en
el seno de los comerciantes para ganarlos hacia una política correcta" frente al "enemigo común":
el monopolio y el gran comerciante mayorista. Entre los consumidores, la lucha ideológica consiste
en explicar las razones del desabastecimiento (el problema de divisas y el cerco del imperialismo,
acaparamiento por parte de la derecha, etc.) y su relación con la producción. El Partido Comunista
por su parte trata de vincular la "batalla de la producción" con el abastecimiento, mientras otros
partidos reivindican la aceleración y profundización de la reforma agraria y el paso al área social de
más industrias y distribuidoras, para mejorar la producción y distribución de los productos.
5) Lucha antiburocrática: por un lado, DIRINCO señala la "detección de fallas en el aparato estatal
de distribución y abastecimiento, aportando sugerencias concretas". Varios partidos de la izquierda
(principalmente sectores del PS, MAPU, la IC y el MIR), llevan la lucha antiburocrática más allá,
planteando la participación activa de organizaciones poblacionales en la política de distribución,
como parte de la transformación de la naturaleza de la institucionalidad del Estado.
La forma organizativa de la JAP planteada por DIRINCO es la siguiente: una dirección de cinco
miembros compuesta por dos representantes de la Junta de Vecinos, uno del Centro de Madres,
uno de los pequeños comerciantes y el quinto del club deportivo u otro organismo funcional de la
población. En la práctica surgen también otras instancias orgánicas: una asamblea amplia de
representantes de Juntas de Vecinos, Centros de Madres, sindicatos, clubes deportivos, etc., y/o
un cuerpo de delegados por sector de la población (manzana u otra unidad territorial menor). (70)
Desde DIRINCO se señala la JAP comunal como la instancia organizativa para coordinar entre sí
las JAP vecinales, para coordinarlas con otros organismos poblacionales (Unión Comunal de
Juntas de Vecinos, etc.), y con organismos estatales y distribuidoras.
Si bien los datos muestran el rápido crecimiento cuantitativo de las JAP durante los primeros seis
meses de 1972 (casi 1.000 en el país, con 675 en la provincia de Santiago), su desarrollo
cualitativo, especialmente antes del paro patronal de octubre de 1972, presenta algunas
deficiencias.
Por su origen superestructural, tanto en lo que se refiere al aparato estatal como al partidario, las
JAP tienden a mantener una relación burocrática y vertical con organismos estatales, careciendo
de una base real y activa en la masa. Además, por el hecho de que en esta primera etapa,
funcionan en la práctica como intermediarias para conseguir con más facilidad determinados
productos (pollos, carne, etc.), en muchos casos se ve un predominio de los pequeños
comerciantes, quienes utilizan a las JAP como abastecedoras. El Partido Comunista, impulsor de
las JAP, es hegemónico en su formación y composición. Simpatizantes y miembros de otros
partidos integrantes o no de la UP tienen escasa participación en este período. (71)
A pesar de la relativa debilidad de las JAP también en este período, la oposición lanza una
campaña publicitaria denunciando la "ilegalidad" de las JAP y llamando a la formación de
"Comandos de defensa contra las JAP". En la práctica, sin embargo, la derecha se preocupa más
de movilizar a los pequeños comerciantes en contra del gobierno en general, postergando por el
momento la organización a nivel poblacional contra las JAP.
Por otro lado, la oposición denuncia que el gobierno está tratando de crear un "monopolio estatal"
de la distribución, lo que en realidad nunca superó a un 30% de los productos. El estado había
formado la Empresa Nacional de Distribución y Comercialización (DINAC) a partir de la quiebra de
una empresa distribuidora de capitales ingleses. Con la adquisición de varias otras empresas
medianas (también con participación de capitales ingleses) el control estatal de la distribución se
expandió, pero el gran monopolio de la distribución, CENADI (ex CODINA), con más de 30% de la
distribución, quedó en el área privada. Esta empresa fue "adquirida" por la Confederación de
Comercio Detallista Establecido y Pequeña Industria, negociación que significó posteriormente
eliminarla de la lista de las 91 industrias monopólicas destinadas al Área de Propiedad Social.
Después de un paro nacional del comercio durante 24 horas en septiembre de 1972, la derecha
logra en octubre una huelga indefinida del comercio, en apoyo al paro de los dueños de camiones.
Ello provoca una decidida respuesta por parte de los pobladores y de los obreros en sus centros de
trabajo. La distribución de alimentos y otros productos llega a ser uno de las tareas principales que
asume el pueblo (la otra es el abastecimiento de materias primas y de repuestos a las fábricas,
para que no se pare la producción).
Crecen así nuevas formas de organización popular, como los Comandos comunales, y se
fortalecen las organizaciones ya existentes a nivel poblacional. Las JAP, especialmente, empiezan
a cumplir su papel en este proceso. Por su mayor grado de organización interna, los campamentos
se destacan durante la crisis en cuanto a capacidad de movilización.
Almacenes que permanecen abiertos son amenazados o atacados por grupos paramilitares de la
derecha, provocando la defensa física del comercio por parte de obreros y pobladores. Allí donde
los negocios cierran, en algunos lugares brigadas populares se encargan de reabrirlos. En un
sector, estudiantes y pobladores toman un supermercado (véase pág. 99). Por otro lado se venden
productos directamente a la población desde supermercados móviles (antiguos tranvías
acondicionados) de DINAC.
La experiencia del paro de octubre determina un salto cualitativo en la organización de las JAP,
siembra el germen de otras formas de distribución y precipita la vinculación a nivel comunal y entre
distintas organizaciones de pobladores (JAP, Juntas de Vecinos, Consejos de Salud, etc.), y entre
pobladores y otros sectores, fundamentalmente de obreros y campesinos. Salvo en aquellos
lugares donde los pequeños comerciantes colaboran con los vecinos durante el paro, la alianza de
clase entre ellos forzosamente se debilita, abriendo paso a una creciente polarización.
Después de octubre
Pero también -en una escala mucho menor- las formas que surgen durante el paro de octubre, y
que florecen después (economatos, cooperativas, trueques y pago directo de productos en las
industrias) dan como resultado un doble abastecimiento, ya que además de recibir productos en el
lugar de residencia, es posible obtenerlos en algunos lugares de trabajo. Esto beneficia
principalmente a la fracción de clase del proletariado de la gran industria y empleados de la
administración pública. A pesar de que los partidos de la izquierda se pronuncian contra tal forma
de distribución, esta sigue creciendo en la práctica, porque el abastecimiento en el lugar de
residencia es aún más inestable.
Las familias que no tienen suministro de mercaderías en sus centros de trabajo, ni ingreso
suficiente para comprar al precio del mercado negro, están forzados a intentar abastecerse a
través de las JAP o a crear alguna forma de abastecimiento directo. Una encuesta hecha en
diciembre de 1972 revela que, en seis poblaciones populares de Santiago, más de dos tercios de
las dueñas de casa que compraban continuamente a precios oficiales lo hacían a través de las JAP
(54%) o directamente en los camiones de empresas estatales de distribución (16%). (72) Además,
dos tercios apoyaban la implantación de una tarjeta de abastecimiento (forma de racionamiento);
más de la mitad creía que la tarjeta beneficiaría principalmente a los "pobres y los obreros" y que
perjudicaría a los ricos y a los comerciantes. Casi la mitad confiaba en las organizaciones de
masas (las JAP y las Juntas de Vecinos) para repartir las tarjetas, mientras sólo un tercio prefería
la burocracia estatal, carabineros, visitadores sociales u otra persona ajena a la población. Aunque
casi un tercio adhería políticamente a la oposición, la mitad de ese tercio estaba de acuerdo con
las JAP.
Ya a fines de 1972, en sectores populares, las JAP están en funcionamiento y son ampliamente
conocidas; la idea del racionamiento está planteada, se la acepta y bastante. Sin embargo, el
nuevo año trae en general, una agudización de la crisis económica, una inflación aún más
acelerada, y por lo tanto, una grave situación en el abastecimiento. Esto provoca la creación de
una nueva forma de distribución: el abastecimiento directo, y nuevas respuestas por parte de las
JAP. En 1973, el abastecimiento llega a ser el centro de la acción poblacional, desplazando a la
vivienda como reivindicación principal.
Abastecimiento directo
El sector de la población más golpeado por la inflación -donde existe menos comercio establecido-,
el de los campamentos, empieza a gestar una forma distinta de distribución recogiendo sus
experiencias del paro patronal. En los campamentos se resisten los sistemas de distribución que
impliquen pasar por el comercio establecido. En ese período los pobladores no visualizan al
enemigo principal: el gran productor o distribuidor, sino al pequeño comerciante. En los
campamentos el comercio está poco desarrollado, y lo que existe son frecuentemente
revendedores de tercera mano a sobreprecio.
Surgen así dos formas principales de abastecimiento directo: 1) la "canasta popular", distribuida a
través de Agencias Graham (otra distribuidora estatal) a los Almacenes del Pueblo, de localización
permanente, y 2) "abastecimiento directo", o sea la venta directa desde los supermercados móviles
de DINAC, aunque más frecuentemente los pobladores conseguían un camión para recoger
productos de DINAC u otras distribuidoras estatales y las ventas se realizaban desde esos
camiones o desde un local comunitario del sector.
El primer Almacén del Pueblo ubicado en un campamento aparece en "Lo Hermida" en diciembre
de 1972; lo sigue el de Nueva Habana en enero. Dos meses después hay ya 79 almacenes en
Santiago y solicitudes de locales para 200 más. La mayoría se establece en campamentos, aunque
la primera experiencia quizás más desarrollada fue la del comercio Almac, un almacén que pasó a
estar controlado por sus propios empleados, en cogestión con los pobladores, en un sector de la
comuna de Ñuñoa, en Santiago. Durante el paro de octubre estudiantes y pobladores habían
tomado esa sucursal de una de las grandes cadenas de supermercados, habiendo resistido con
éxito intentos de devolución. Su Consejo de Administración estaba compuesto por delegados de
distintos sectores de las 4 unidades vecinales, los trabajadores del almacén y el interventor. A su
vez se eligieron en el Consejo representantes para integrar la comisión ejecutiva, agregando un
representante de cada partido de la UP y del MIR.
La política oficial del gobierno permitía el abastecimiento directo -la canasta popular u otras formas-
donde no existía comercio establecido o éste estuviese poco desarrollado (principalmente
campamentos y áreas rurales). Pero mientras el Estado mantiene en sus manos solamente el
mismo 30% de la distribución, no puede atender todas las familias que van agregándose a los
sistemas de abastecimiento directo y además las necesidades de las JAP. Cifras dadas a conocer
en agosto de 1973 indican que más de 167.000 familias tienen abastecimiento directo con
mercaderías que sólo alcanzan para 80.000. (73)
Esta situación, inserta en el contexto general del desarrollo de los comandos comunales y
cordones industriales, provoca movilizaciones callejeras y tomas exigiendo la expropiación de las
distribuidoras privadas y el paso al área social de todas las grandes industrias de alimentos.
Sin obtener respuesta a estas reivindicaciones por parte del Gobierno, el Comando Provincial de
Abastecimiento Directo de Santiago estableció por su propia cuenta convenios con organizaciones
de campesinos para el intercambio de abarrotes y hortalizas, y con fábricas textiles y de
confecciones para la distribución directa de sus productos a las poblaciones. En Concepción y
otros lugares del país hubo gérmenes del mismo proceso.
Aunque las JAP también alcanzaron gran auge después del paro de octubre, (74) tampoco son
ajenas a los mismos problemas que sufren los sistemas de abastecimiento directo, y otros aún más
engorrosos. Igualmente limitadas en sus tareas de conseguir suficiente mercadería a través de
distribuidoras estatales, las JAP tuvieron que mantener y fortalecer la frágil alianza con los
pequeños comerciantes en un floreciente mercado negro y al mismo tiempo satisfacer las
reivindicaciones de los pobladores, cumpliendo las tareas de abastecimiento a precios oficiales.
Las dos tareas fundamentales de las JAP: vigilancia contra la especulación y el acaparamiento;
organización del abastecimiento y distribución a través de los comerciantes, se desarrollaron a
nivel local según las pautas y reglamentos establecidos por el gobierno (a veces con
contradicciones entre distintos organismos oficiales) y además según iniciativas propias.
Puesto que había tan pocos inspectores de DIRINCO para vigilar el mercado negro y requisar
productos acaparados, los inspectores ad honorem de las JAP resultarían el único poder real y
legal para controlar precios. Sin embargo, el número de inspectores, tanto de DIRINCO como ad
honorem, fue insuficiente ante las necesidades, y las requisas demasiado engorrosas por razones
burocráticas o partidarias. Por eso, en algunas poblaciones bien organizadas, los pobladores
realizaron requisiciones directas, sin cumplir primero con los pasos legales. Encontraron apoyo
parcial del gobierno en el discurso del Ministro de Economía, Fernando Flores, el 10 de enero de
1973, donde se señalaba que "la denuncia no excluye la acción directa organizada y responsable
para impedir la especulación, el mercado negro y demás infracciones de este tipo." La mayoría de
las requisiciones, legales y "extra-legales" se realizan en el período preelectoral, relativamente
pocas se producen después de marzo.
Con la agudización de la crisis del abastecimiento, las JAP enfrentaron distintas situaciones. En
algunas unidades vecinales donde los comerciantes retiraron su colaboración a la JAP (por
amenazas o ataques físicos por parte de la derecha, o por razones directamente económicas),
surge una especie de abastecimiento directo en que la JAP sirve como único distribuidor de
productos al precio oficial. En otros sectores, hay una rebelión de la base contra la ineficacia o
corrupción de la JAP, pasando esta última a convertirse en un Comité de Abastecimiento Directo
(es decir, sin comerciantes). Y en otros sectores existen Comités de Abastecimiento Directo que
distribuyen los productos más esenciales, pero ayudando activamente a los pequeños
comerciantes a conseguir otro tipo de mercadería.
Al buscar el apoyo del general Alberto Bachelet, jefe de la Secretaría Nacional de Distribución, la
derecha resulta desilusionada en su intento de destruir las JAP, pues el militar adopta una clara
posición en contra de las JAP paralelas. Pero ya en junio de 1973, la campaña en contra de las
JAP es una de las piezas claves de la estrategia para derrocar al gobierno. La oposición
parlamentaria destituye al Ministro de Economía Orlando Millas con una acusación constitucional
basada en la "ilegalidad" de las JAP.
Después del "tancazo" la ofensiva toma formas cada vez más violentas. Aunque el nuevo y
extendido paro de los camioneros logra sabotear al abastecimiento, esta vez el comercio no se
pliega masivamente a la huelga. Pero la ola de terrorismo desatada tiene como uno de sus
objetivos los locales de las JAP y los comerciantes que todavía cooperan con ellas.
En este último período del gobierno de la UP, el problema del desabastecimiento y la organización
poblacional respecto a ello, adquieren una posición destacada en el movimiento de masas. En
cuanto a incorporación de gente, las JAP y las organizaciones de abastecimiento directo
probablemente se extiendan a un número mucho mayor que el movimiento sindical y las otras
formas organizativas poblacionales. Pero esta incorporación se debe no tanto a una mayor
conciencia política como a la cruda necesidad de alimentarse.
Durante los regímenes anteriores, la lucha económica de la clase obrera contra los efectos de la
inflación crónica se había realizado en el ámbito tradicional de la reivindicación salarial en el lugar
de trabajo, y a través de la negociación política en el Congreso para lograr reajustes de sueldos.
(75)
Durante el gobierno de la UP se lograron los reajustes solamente después de arduas luchas contra
una oposición mayoritaria e intransigente no dispuesta a ceder un reajuste progresivo. La lucha
salarial desbordó los marcos tradicionales. Pero la inflación llegó a ser de tal magnitud y la crisis
económica era tan aguda, que la lucha económica y anti-inflacionaria se dio principalmente en el
ámbito del consumo y por lo tanto fue asumida por el movimiento poblacional y no solamente por el
movimiento sindical como había sido anteriormente.
El método del frente poblacional para lograr sus reivindicaciones, la presión al Estado, se mezcla
con este caso con conflictos más directos con representantes de la burguesía y de la pequeña
burguesía. Las JAP, a pesar de sus intentos de alianza con los pequeños comerciantes, tuvieron
además que enfrentarlos en la tarea de control de precios y detección de acaparamientos, y en el
paro patronal de octubre entran en conflicto con comerciantes que cierran sus negocios. Las
organizaciones de abastecimiento directo, experimentando la insuficiencia del sistema estatal de la
distribución, exigen el traspaso al área social de las grandes distribuidoras, las industrias
alimentarias y aun incursionan en la problemática agraria.
En cuanto a su forma organizativa, las JAP, con pocas excepciones, nunca lograron superar su
origen burocrático y verticalista. Las Organizaciones de Abastecimiento Directo y los Almacenes del
Pueblo, por localizarse principalmente en campamentos, que en general están mejor organizados
que las poblaciones, muestran formas más amplias y variadas de operación.
Aunque no es fácil determinar la responsabilidad de las organizaciones populares de distribución
en los relativos éxitos y los fracasos respecto a concientización y politización, sí es posible sacar
algunas conclusiones. Por un lado, la encuesta de la CEA muestra la existencia de un nivel de
conciencia proletaria entre los entrevistados algo más alto que lo esperado. Por otro lado, las
predicciones de la derecha y los temores de la izquierda de una fuerte baja en el apoyo femenino a
la UP en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, por la insatisfacción entre dueñas de
casa debida al desabastecimiento, no se materializaron.
Al analizar los resultados electorales, tomando en cuenta la abstención, queda claro que la UP
perdió en general poco apoyo, comparado con 1971, y que esa pérdida se dio en casi igual
proporción entre hombres y mujeres. Además, la UP logró mantener gran parte del aumento en su
votación femenina, con relación a la elección presidencial (26,3% de las inscritas en 1970, 33,4%
en 1971 y 31,8% en 1973 ). (76) Por otro lado, un 49,6% de las inscritas en 1973 votó por la
oposición (frente a un 39,7% correspondiente a los hombres), indicando que la UP no logró ampliar
su base entre las mujeres tanto como necesitaba.
Pese a todas sus limitaciones, la movilización respecto al abastecimiento llegó a paliar en parte los
efectos de la crisis económica, evitando una situación potencialmente aun más explosiva,
particularmente en los sectores con mayor capacidad organizativa. Pero en muchos casos fueron
precisamente estos sectores, de hecho los más golpeados por la inflación, los primeros en darse
cuenta de los problemas del sistema distributivo y de su vinculación con la producción, lo que los
llevaba a plantearse reivindicaciones que iban mucho más allá del estrecho marco de la
distribución.
El otro factor que los empujó a trascender el ámbito poblacional fue la interacción en los Comandos
Comunales con el movimiento sindical, aspecto que pasamos a analizar.
Notas:
66. Podemos ver la importancia de la votación de la mujer en datos electorales. Por ejemplo, en los comicios municipales en 1971, la UP
obtuvo un 48,6% y la oposición 48,2% del total de los votantes (3,2% votos nulos, en blanco e independientes). Sin embargo, la UP ganó
claramente entre los hombres (53,4% contra 43,1 de la oposición) y perdió entre las mujeres (UP 43,6%, oposición 53,5%). La votación
femenina, que alcanzó al 38,1% por la UP en las elecciones parlamentarias de 1969, bajó a 30,5% en las presidenciales y subió de nuevo a
43,6% en las municipales, Chile Hoy, núm. 34, 2-8 de febrero de 1973, pág. 9.
67. Desde 1939, año de la formación de las "Juntas de Vigilancia", que actuaban conjuntamente con organismos estatales en la fiscalización
del comercio, casi todos los gobiernos se ocuparon del problema. Durante la Segunda Guerra Mundial las Ligas de Consumidores intentaron
enfrentar la escasez producida por la guerra. El presidente González Videla creó la Asociación Nacional de Dueñas de Casa para combatir la
especulación. Los gobiernos de Ibáñez y Alessandri formaron organizaciones para impartir educación sobre el consumo. La Democracia
Cristiana llevó la organización en torno al consumo a su mayor desarrollo durante el período de Frei, mediante el Comando Nacional Contra
la Inflación (CONCI), que organizó con los comerciantes centros de abastecimiento que se convirtieron en "centrales de compra" y
supermercados. Durante el gobierno de Allende y especialmente antes de las elecciones, el PDC intentó abastecer su base a través de estos
centros. "Antecedentes de la JAP", Chile Hoy, núm. 3, 30 de junio al 6 de julio de 1972, pág. 19.
68. En 1950 se creó el "Comando Nacional contra la especulación y las alzas de precios", uno de los precursores de la Central Unica de
Trabajadores (CUT), que organizó una inmensa "Marcha de Hambre" en 1953. "La escalada hacia la unidad de la clase trabajadora." Clotario
Blest, Punto Final, separata núm. 177, 13 de febrero de 1973, págs. 8-11.
69. DIRINCO, organismo dependiente del Ministerio de Economía encargado de fijar y controlar los precios de los artículos de primera
necesidad, como también de fiscalizar su distribución al consumidor y de tomar las medidas necesarias adecuadas para el normal
abastecimiento de la población (requisando empresas comerciales e industriales que lo obstaculicen.)
70. Sobre tareas y estructura orgánica véanse "Las Juntas de abastecimiento y control de precios" (cartilla de DIRINCO), 3 páginas, 25 de
febrero de 1972; documento sobre objetivos y acción de Consejería Nacional de Desarrollo Social: "Las JAP: respuesta del pueblo a la
especulación" por Jacinto Nazal en Principios (revista teórica del Partido Comunista), mayo-junio de 1972.
71. Esta caracterización coincide con la expuesta en "Comandos Urbanos: Alternativa de Poder Socialista", Rosemond Cheetham, et. al., ob.
cit.
72. El estudio lo realizaron investigadores del Centro de Estudios Agrarios de la Universidad Católica. La composición de clase de las seis
poblaciones encuestadas se encuentra en la referencia 32 del capítulo III. Fuente: dos artículos de Jorge Bengoa aparecidos en Chile Hoy,
"Racionamiento para los ricos, abastecimiento para los pobres", núm. 32, pág. 5; "Las JAP rompen el empate", núm. 33, pág. 9.
73. Aguirre, Claudio, "El abastecimiento y las tareas del poder", Chile Hoy, núm. 65, 13 de septiembre de 1973, pág. 7.
74. En enero de 1973 ya hay casi 2.200 JAP en el país, en todas las provincias. Santiago tiene más de 1.000 JAP en 34 comunas (Chile Hoy,
núm. 32, pág. 15). En marzo el total nacional aumenta a 2.500 (Chile Hoy, núm. 40, pág. 11).
75. Pinto, Aníbal, "Estructura social e implicaciones políticas", página 19, trabajo mimeografiado, FLACSO-ELAS, citado en Franz
Vanderschueren, ob. cit
76. Cifras calculadas a partir de los resultados consignados por Chile Hoy, núm. 34, 2 al 8 de febrero de 1973, págs. 8-9 y Chile Hoy, núm.
41, 23 al 29 de marzo de 1973, pág. 9. También referirse a nota 66.
No intentaremos aquí responder a interrogantes de orden teórico, sino trazar el desarrollo del
movimiento de pobladores en relación con los Comandos Comunales, a partir de que las
circunstancias históricas produjeron las condiciones objetivas para el surgimiento de estos últimos.
El "poder popular" mismo, pero entendiéndose como una organización popular que democratizara
el poder estatal, estaba presente en forma embrionaria en el proyecto de la Unidad Popular. Los
Comités de la Unidad Popular (CUP) figuraban en el Programa Básico como "intérpretes y
combatientes de las reivindicaciones inmediatas de las masas y sobre todo se prepararán para
ejercen el poder popular". Formados en el período preelectoral, sirvieron efectivamente como
frente unido de la izquierda para movilizar a las masas en apoyo de la candidatura de Allende y en
pro de sus reivindicaciones. En los dos meses intermedios entre la elección de septiembre y la
asunción de Allende a la Presidencia, funcionaron como organismos movilizadores por la defensa
de la victoria electoral.
Después de la ratificación de Allende por parte del Congreso, los CUP fueron languideciendo, ya
que el Gobierno aparecía como defensor principal de los intereses del pueblo. Además, conforme
se iba consolidando el dominio de los partidos de la UP sobre el Ejecutivo, el problema del poder
parecía ser menos perentorio y los CUP decayeron hasta su virtual extinción.
Por otra parte, como la UP se había comprometido a respetar las organizaciones vigentes, no trató
de deshacer las Juntas de Vecinos, sino que daba la pelea en su seno y presentaba candidatos en
las elecciones de dirigentes, tal como lo había hecho en años anteriores.
Una acción similar desarrolló la gente de los campamentos en las unidades vecinales,
demarcaciones territoriales en que estaba dividido el país. Ellos se incorporaban a la organización
correspondiente a esa división en zonas, a saber, las Juntas de Vecinos, con los demás residentes,
o las constituían si no estaban formadas todavía. Paralelamente, la Unidad Popular creó las JAP y
los Consejos de Salud * para ampliar la participación de los pobladores en la satisfacción de sus
reivindicaciones específicas. Pero las Juntas seguían siendo los organismos con mayor y más
amplia autoridad en el ámbito poblacional.
Las masas poblacionales y las bases de los partidos de izquierda, e incluso de la DC, impulsan
entonces el agrupamiento de esas organizaciones en cada población, reformando y revitalizando
las Uniones Comunales de Juntas de Vecinos, Centros de Madres, JAP Comunales. Todas estas
formas organizativas de hecho daban mayor capacidad de presión y negociación con el aparato
estatal, representado ya sea por Ministerios o Municipalidades, al tiempo que se van movilizando
sectores anteriormente pasivos.
Por lo tanto, cuando por un lado se obstaculiza el camino legal hacia el socialismo y la burguesía
pasa a utilizar abiertamente todos los considerables recursos políticos y económicos todavía a su
alcance para revertir el proceso, y por otro, cuando la izquierda encuentra dificultades para
mantener su unidad táctica, encontramos al movimiento poblacional, con una creciente conciencia
de participación política y con una situación orgánica caracterizada por el agrupamiento de sus
organizaciones. Y allí donde los brazos locales del aparato estatal aparecían públicamente hostiles
a los pobladores identificados con líneas de acción más radicalizadas, surge la conciente denuncia
del carácter de clase de esas instituciones estatales.
Al promediar 1972 el movimiento de masas entra en una nueva fase. La difícil coyuntura a nivel de
las relaciones entre el Gobierno y la derecha no deja de afectar a las bases. Los conflictos se
agudizan; hay un incremento de las huelgas y ocupaciones de industrias. A nivel del frente
poblacional se realizan en Santiago varias acciones dirigidas principalmente por el Movimiento de
Pobladores Revolucionarios: toma de varias carreteras, manifestaciones callejeras, a fin de obtener
la expropiación de los terrenos ocupados; toma de una Gobernación (77) en protesta por la
tramitación burocrática a que estaban sujetos. En ese marco se da el fenómeno -superior a la mera
agrupación de organizaciones a la cual nos hemos referido- de una coordinación de las luchas
obreras y populares a nivel local. Organizaciones funcionales aisladas tales como un sindicato, una
JAP, un campamento, empiezan a comunicarse, a intercambiar experiencias y a vincularse
orgánicamente en forma temporaria y semipermanente. Estos son los gérmenes de los Comandos
Comunales. Se trascienden los marcos de los problemas particulares de cada organización para
centrarse en objetivos más generales.
Los acontecimientos de mayor repercusión en este período, y de los que surgirá uno de los
principales Comandos, son los que ocurren en Santiago en la comuna de Maipú. (78)
Esta comuna alberga la mayor concentración de industria moderna del país -unas 250 empresas-,
una vasta extensión agrícola proveedora de Santiago y algunas áreas urbanas de baja densidad.
Su centro es el antiguo pueblo de Maipú, de clase media, y el resto es de urbanización reciente,
habiéndose duplicado la población en los últimos diez años, lo cual dio lugar a unos 30
campamentos y a una variedad de poblaciones obreras y de la pequeña burguesía. Es de destacar
que una proporción considerable de ocupados en las industrias de la comuna también residen en
ella. (79)
Las movilizaciones empezaron teniendo como eje al problema de la locomoción colectiva, que era
excepcionalmente deficiente en esa comuna y tenía la peculiaridad de depender de la
Municipalidad, en vez de estar en manos privadas. Se habían ya producido diversas acciones de
protesta (interrupción del tránsito, etc.) protagonizadas por los usuarios, lo cual hizo que, cuando
un partido político, el PS local, tomó la iniciativa y llamó a una concentración para tratar el
problema, estaban dadas las condiciones para que asistieran los más diversos sectores: gente de
los campamentos, la pequeña burguesía de algunas unidades vecinales controladas por la DC, el
regidor municipal socialista y representantes políticos del Alcalde, también de la DC.
En el plano político, el PS local se planteaba canalizar esta situación hacia un objetivo: la creación
de un Consejo Comunal de Trabajadores (80) basado en el modelo del "soviet" de la Revolución
Rusa. Es a partir de esa movilización y dentro de la orientación general del PS local que se
estructuran comisiones de trabajo destinadas a organizar y activar a los pobladores con respecto a
los problemas de locomoción, salud y vivienda, preparando el terreno para una segunda asamblea,
más formal, que denominaron "Cabildo Abierto" y donde las comisiones denunciarían los
problemas al Alcalde. La preparación del "Cabildo" se efectuó en las organizaciones de masa de la
comuna y mediante panfletos y pintadas callejeras, acompañados de la consigna: "¡la comuna en
poder del pueblo!" y la llevaron a cabo militantes de todos los partidos de izquierda, excepto el PC,
pero lo sustancial de la actividad fue responsabilidad de esos obreros que vivían y trabajaban en la
comuna, sin apoyo de ninguna estructura partidaria hasta los días previos al acto mismo.
Para el "Cabildo" la asistencia fue más masiva y estuvo marcada por la ausencia de la derecha,
destacándose la combativa participación de los campesinos y de trabajadores de unas cuantas
industrias, además de los pobladores. La concentración tomó carácter de una abierta denuncia a la
Municipalidad y al Alcalde -quien faltó a su compromiso de asistencia- y hubo consenso en torno a
la necesidad de suplantar ambos por un organismo paralelo propio de los trabajadores: el Consejo
Comunal.
En junio de 1972 el Ministerio de Trabajo dejó sin solucionar varios conflictos sindicales donde se
solicitaba la intervención estatal, a raíz de que estaban en curso las conversaciones de Allende con
la DC sobre la delimitación del Área de Propiedad Social, resultado de la adopción por parte de la
UP de la llamada política Millas-Matus. (81) Fueron los obreros y pobladores de Maipú que habían
participado en las movilizaciones anteriores quienes supieron aprovechar la cercanía geográfica de
las industrias en conflicto para coordinar sus acciones y "dar la pelea juntos". Así nace el primer
"Comando de Trabajadores del Cordón Cerrillos-Maipú" (sector de la comuna de Maipú, en la cual
están ubicadas la mayoría de las industrias). Significativamente su primera acción coordinada
consiste en cerrar todas las vías de acceso a la comuna mediante barricadas, de tal forma que
todo el territorio quedó bajo control de los trabajadores (los obreros de la extensa concentración de
industrias que atraviesa la comuna y los pobladores de campamentos vecinos). Las barricadas se
mantuvieron todo el día hasta que varios funcionarios del Gobierno trajeron el decreto de
intervención para una empresa y garantías de que se procedería de igual manera con otras dos.
Además de esa exigencia, el Comando había declarado en su Manifiesto, después de verter
expresiones de adhesión al compañero Presidente, "repudiar al Poder Judicial y a la Contraloría y
exigir la libertad de los interventores y dirigentes presos..." y "... aquí estamos los trabajadores en
la pelea contra la justicia burguesa". (82)
Paralelamente la agudización de los conflictos entre los intereses de los sectores populares y la
burguesía se reflejaba en las movilizaciones políticas partidarias de la izquierda, donde toma
cuerpo el debate teórico (expuesto con anterioridad) en torno a la línea de comportamiento político
que permitiría romper la camisa de fuerza que la derecha parecía ponerle al programa de Gobierno
(por ejemplo con la Reforma Constitucional Hamilton-Fuentealba). Las expresiones concretas de la
línea más radicalizada se dan a nivel de partidos políticos, en los acontecimientos de Concepción.
(83)
¿Cómo se va perfilando el Comando Comunal en relación con las necesidades del movimiento de
pobladores y sus posibilidades objetivas? De hecho, ocurre de dos formas, según las fuerzas que
lo van impulsando. Por una parte, la perspectiva planteada por la Asamblea Popular sitúa a los
"Consejos" como integrantes de un nuevo orden institucional, potencialmente reemplazante del
Parlamento. La asamblea estaría conformada democráticamente por delegados elegidos entre los
integrantes de los "Consejos", mientras que éstos a su vez, serían representantes de la voluntad
del pueblo en la base. En este marco, la función que se le atribuía al "Consejo" era la de un órgano
de poder democrático, o sea de naturaleza política: constituiría la máxima expresión local de la
clase trabajadora, que debería darse funciones decisionales y de control, legitimándolas a partir de
ella misma.
Por otra parte, las experiencias de agrupación y coordinación local de las luchas dan la posibilidad
de acumular fuerzas, con la esperanza de lograr con ellas una reivindicación concreta, sea
económica o política, como lo demuestran los mismos acontecimientos. Además en comunas tales
como Las Condes, Florida y Maipú, al no encontrar satisfacción después de presionar sobre el
brazo local del aparato estatal, la Municipalidad se identifica con mayor claridad como organismo al
servicio de los intereses de la clase dominante y se plantea su modificación, siempre con el
entendimiento implícito de que el motivo de la movilización pudiera así ser atendido. Se propone en
un caso la creación de un Consejo Comunal de Administración integrado por pobladores, que
funcionaría como parte de la Municipalidad; en otro, la remoción de la persona del Alcalde y su
reemplazo por un representante de los pobladores y obreros o el reemplazo de la misma institución
por un Comando Comunal de Trabajadores.
Ahora bien, en Concepción, con tal enfoque y en el período referido (al promediar el 72), la forma
de Consejo propuesta parecía un tanto alejada de las necesidades inmediatas de los frentes
poblacional o sindical. Siendo una Provincia de fuerte implantación de la izquierda, con direcciones
políticas más combativas, se da el fenómeno de que, una vez formalmente abandonada la
iniciativa, las reivindicaciones obreras y populares no se encauzan allí a través de Comandos
Comunales en este período. En Santiago, sin embargo, surgen formas de organización de las
masas potencialmente embrionarias de Consejos Comunales de Trabajadores, que no son
impulsadas por partidos políticos ni organizaciones de masas a nivel de la estructura provincial,
sino de la base, a nivel local, apareciendo aisladamente donde se producen situaciones
particularmente conflictivas.
En consecuencia, se puede decir que, en todo el período anterior a la crisis de octubre, el debate
teórico que se llevaba a cabo en el seno de la UP en cierto modo no estaba a la altura de los
acontecimientos. El problema del poder popular había quedado marginado de la discusión central
hasta tal punto que, cuando sectores aislados de las direcciones centrales de los partidos políticos
impulsan las primeras tareas (anteriormente señaladas), su acción es rechazada por la cúspide, o
son eliminados de sus cargos, y ellos a su vez se repliegan. Se discute públicamente la Asamblea
Popular de Concepción, pero la mayoría coincide en llamarla "divisionista" (87) o en estimar que
habría que esperar tener la mayoría parlamentaria antes de impulsarla. (88) Y, sí los pequeños
partidos situados a la izquierda de la UP, en particular el MIR, plantean la creación de organismos
de poder popular, no reúnen las condiciones para superar la situación.
En el mes de octubre la derecha, representada por los partidos Nacional y Demócrata Cristiano,
desencadena una crisis política aprovechando el conflicto en el gremio de camioneros de una
provincia. Lidera una huelga de todas las fuerzas bajo su control; adhieren a la medida los gremios
nacionales del transporte terrestre y colectivo, principalmente los dueños de camiones, buses y
taxis, el gremio del comercio minorista y mayorista, los gremios profesionales (médicos, ingenieros,
etc.), parte de los técnicos, funcionarios públicos y empleados privados, parte de los estudiantes
secundarios y universitarios. Por otra parte los empresarios intentan parar la producción
ausentándose de las fábricas. La clase trabajadora y todos los sectores de izquierda se vieron
forzados a movilizarse en respuesta. Si el objetivo de la derecha fue paralizar totalmente la
economía del país, la consigna de la izquierda fue de mantener en funcionamiento todas las
actividades donde fuera posible.
Por esa cadena de efectos, obreros y pobladores resultaron doblemente golpeados, siendo
productores y consumidores a la vez, por lo que se empieza a clarificar masivamente el hasta
entonces confuso vínculo existente entre la producción, la distribución y el consumo.
Este es el telón de fondo sobre el cual surgirán múltiples Comandos Comunales, llamados también
en esa coyuntura Comités Coordinadores. Brotan asambleas en todos los frentes; en las fábricas
se asegura la no paralización a pesar de la ausencia de los gerentes y de parte de los técnicos. En
las poblaciones, el cierre o el desabastecimiento del comercio obligó a recurrir a una relación
directa con las distribuidoras estatales y con las industrias para conseguir la entrega de los
productos esenciales. De esta forma, en el frente sindical se empieza a trabajar conjuntamente con
el frente poblacional y también con el frente campesino. Esta instancia de cooperación representa
un avance cualitativo en la lucha poblacional, ya que implica un acercamiento entre diferentes
frentes de lucha e incluso entre distintas fracciones de clase y grupos sociales. En tanto se
articulan los frentes, el proletariado industrial lucha junto a otros sectores del proletariado, al
subproletariado y al pequeño burgués. Asimismo, el campesino de los sectores colindantes con el
área urbana de Santiago, tal como Conchalí o Maipú, comienza a integrarse con pobladores y
obreros de su sector.
Lo que posibilita ese acercamiento de las diferentes clases explotadas no es solamente el estado
de crisis política en que se encuentra sumido el país, aunque evidentemente, la simple solidaridad
con el Gobierno atacado juega un papel que no hay que desestimar, sino es la desarticulación
parcial del aparato de estado causada por la misma burguesía. Es decir que el Gobierno deja
momentáneamente de ser el centro del proceso de toma de decisiones, (89) y los partidos político
tampoco tienen la capacidad de coordinar una respuesta sino en forma muy parcial.
El organismo que da forma a las iniciativas mencionadas y asume la función de centro de decisión
local es el Comando Comunal. En total, se forman estos organismos en las provincias de Santiago,
Concepción, Valparaíso, Nuble, Cautín, Linares, aunque con diferente intensidad, llegando a sumar
alrededor de cien según algunas estimaciones. (90)
Sin jerarquizar las experiencias vividas, cabe destacar algunas que demostraron cierto grado de
complejidad en cuanto a su funcionamiento. En Maipú hubo una variedad de intentos, aunque el
Comando no logra un avance notable con respecto a su evolución anterior. Los campesinos
acordaron traer sus productos y venderlos directamente en ferias libres a los pobladores, quienes
en algunos casos se habían empadronado previamente y habían distribuido tarjetas por familia
para asegurar una distribución equitativa. Por otra parte, de las industrias alimenticias salían
camiones cargados a recorrer las poblaciones y vender a las Juntas de Abastecimiento y Precios.
Además se revitalizó el Consejo Local de Salud de la comuna, incorporándose al Comando y
elaborando con él una amplia plataforma de lucha de 14 puntos sobre la situación de la salud en el
sector, logrando la participación masiva de obreros y pobladores en sus reuniones posteriores. El
Comando llegó inclusive a imprimir un boletín informativo de cuatro páginas para difundir sus
actividades.
En el cordón industrial de Vicuña Mackenna también el Comando organizó ferias populares, donde
se vendieron telas, loza, zapatos, vino, etc. Implantó un criterio selectivo respecto a quienes podían
comprar, teniendo acceso únicamente los miembros de aquellas organizaciones que habían
cooperado en su preparación. Por otra parte el Comando organizó medios de transporte colectivo a
lo largo de la carretera, hacia el centro, y apoyó la toma de varias industrias. Impulsó la elaboración
de un "Pliego del Pueblo", respuesta popular al amarillo "Pliego de Chile" presentado por los
gremios en huelga contra el Gobierno.
Aunque no existen datos sobre el número preciso de organizaciones de masas vinculadas a los
Comandos, indicaciones sobre la composición de algunos pueden dar una idea de su poder de
convocatoria. Por ejemplo en Santiago el "Comité Coordinador Área Norte", uno de los más
organizados y diversificados, según una declaración emitida por él, señala la adhesión de 21
organizaciones de masa, de las cuales 4 son poblacionales, 3 son de industrias importantes, 2 son
campesinas, 2 estudiantiles, y el resto de industrias pequeñas y talleres. Un reportaje efectuado en
el mes de noviembre (91) menciona cifras que varían entre 10 y 19 organizaciones incorporadas a
los Comandos más fuertes, y menos para los que no superaron su carácter incipiente.
En cuanto a organicidad y dirección, si bien hay muy pocas investigaciones al respecto, (92) los
datos para las 20 organizaciones referidas sugieren la existencia de una multiplicidad de
situaciones diferentes. En su mayoría fueron los promotores de su respectiva formación las que se
mantuvieron a la cabeza de los Comandos legitimados por la base o por un acuerdo entre las
fuerzas políticas participantes, aunque no siempre elegidos en forma absolutamente democrática,
en el sentido de votado por la asamblea. Por lo tanto, la dirección a veces no correspondía
estrictamente al peso o a la composición de las organizaciones de masas participantes. Estas
estaban generalmente representadas oficialmente por un dirigente, incluso el mismo Presidente, o
por otro delegado elegido. Pero en algunas oportunidades concurrieron dirigentes o miembros de la
base en nombre propio, o en representación de una corriente más radicalizada que la dirección
sindical (como en el caso de algunas industrias grandes con sindicatos contrarios a los cordones o
comandos).
La mayoría de los Comandos tiene una estructura conformada por una mesa directiva y comisiones
de abastecimiento, transporte, propaganda y difusión, control y dirección obrera, aunque en
muchos de los casos éstas existen más nominal o embrionariamente que en la práctica.
Los integrantes de la dirección, o sea los impulsadores, son frecuentemente dirigentes de masas,
tanto militantes como sin afiliación partidaria, aunque en algunos casos son activistas políticos sin
frente de masas propio. De esa forma, la inserción de los partidos políticos en el Comando se
efectúa a través de la dirección, y en menor grado a través de las bases de los frentes.
Los partidos más activos en los Comandos y sus principales impulsadores fueron el PS y el MIR. El
primero, por ser un partido de masas enraizado en las organizaciones populares, es el que tiene el
verdadero poder de convocatoria, aunque en varios de los Comandos más avanzados comparte la
conducción con el segundo. Además es de notar la fuerte presencia a nivel directivo -comparado
con su implantación en las masas-, de pequeños partidos situados a la izquierda de la UP;
presencia que no se mantiene más allá del período de formación de los Comandos. También
participaron bases del MAPU y de la IC, aunque en mucho menor medida. Finalmente, el PC,
aunque no impulsó ni apoyó la creación de los Comandos Comunales, e inclusive de alguna forma
se pronunció en contra, no por ello estuvo ausente de la actividad de masas desplegada en la
coyuntura referida, en el sentido de que su organización de otras tareas contribuyó al nivel de
movilización general. Similarmente la CUT y el Comando de Pobladores sin casa, controlados en
su cúspide por el mismo partido, se abstendrá de entregar su aporte a la constitución de los
Comandos, excepto en la provincia de Valparaíso, donde la CUT provincial (socialista) recoge el
llamado que hiciera el PS a través de una declaración pública. Allí consecuentemente, será en el
proletariado industrial sindicalizado que prenderá esa semilla: se constituían unos siete Comandos,
preponderantemente industriales y apoyados en dirigentes sindicales. (93)
El ritmo de creación de los Comandos Comunales, así como la audacia de las tareas que algunos
asumían, se aceleraba cuando el Gobierno y la oposición llegaron al acuerdo que formalmente
puso fin al paro patronal, incorporando al gobierno a los tres Comandantes en Jefe de las Fuerzas
Armadas. Pero aún después del nuevo Gabinete del 5 de noviembre, el grado de movilización se
mantuvo durante un tiempo y cobró momentáneamente cierto empuje, ya que vino a sumarse un
motivo adicional de lucha: la defensa contra la devolución de las empresas, una de las condiciones
del acuerdo. Se dan varias movilizaciones llamadas por los Comandos, que demuestran su
capacidad de convocatoria, a pesar de no contar con la cooperación de direcciones políticas
nacionales (v. g. partidos, CUT o UP).
Pero en sectores donde la requisición o intervención de industrias había sido la tarea principal del
Comando, los pobladores empiezan a marginarse, y el problema del paso al Área Social se
transforma en un asunto más bien sindical, dependiente de la decisión de los sindicatos
individuales en muchos casos, y a veces quedando relegado al plano de la reivindicación
económica (94) o de la negociación entre el Gobierno y los propietarios. Es decir que el asunto en
cierta forma sale del control de los Comandos, prueba de que éstos no tenían legitimidad ni
autoridad política masiva.
Por otra parte, la reanudación del transporte terrestre y la apertura del comercio minorista
disminuyó en gran parte el problema inmediato del abastecimiento (aunque volvería a agudizarse);
al menos lo disminuyó como para que se pudiera imponer la vuelta a los canales normales de
distribución capitalista. (95) Por lo tanto, la gran masa de pobladores se encontró parcialmente
liberada de su principal motivo movilizador reivindicativo, sobre todo por el hecho de que gran parte
de los asalariados recibieron un reajuste de remuneraciones del orden del 100%. Para resumir, la
nueva coyuntura está marcada por un retomar las riendas de la situación por parte del Gobierno,
teniendo al Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas como Ministro del Interior. Coincide esto
con una desmovilización en la base, lo cual hace que la articulación establecida entre el frente
poblacional y el frente sindical se desintegre.
Pero organizatividad (sic) no significa automáticamente poder local o comunal. Para que los
Comandos Comunales se convirtieran en verdadero poder, se necesitaba que el potencial
demostrado espontáneamente por los más combativos fuera encauzado políticamente tras del
objetivo de que ellos asumieran la conducción del conjunto del movimiento de masas a nivel local,
y que éste además los reconozca como autoridad. Por lo tanto se necesitaba la dirección de una
fuerza política respaldada por un proyecto político específico y, en última instancia por el Gobierno.
Para decirlo brevemente, se necesitaba -a fin de desarrollarse- pasar al plano de la lucha política
nacional, y si bien algunos partidos habían apoyado la formación de los Comandos y en el caso del
PS se había lanzado un llamado al respecto, las posiciones de los diversos partidos sobre el
"poder popular" y la institucionalidad eran tales que, cuando se impuso la línea de la "paz social" y
todos los esfuerzos se volcaron hacia la preparación de las elecciones parlamentarias del cercano
mes de marzo, el movimiento obrero y el poblacional se quedó con poca apoyatura política para
ampliar las tareas emprendidas. El fin de la coyuntura de Octubre significó entonces un
estancamiento.
Sin embargo, aquello no entrañaba tampoco el rotundo triunfo del proyecto político que expresaba
el nuevo Gabinete. Para lograrlo, éste necesitaba concretar la devolución de las industrias
ocupadas durante la crisis y asegurar que el comercio minorista siguiera ocupando el mismo
eslabón en la cadena de la distribución. Y esto, como veremos, no pudo llevarlo a cabo.
La apertura del nuevo período de luchas se halla marcada por el encauzamiento en dos sentidos
distintos de la experiencia adquirida durante la coyuntura anterior en las luchas obreras y
populares. El frente sindical y el poblacional asumen cada uno una dinámica propia, centrándose
en tareas diferentes y constituyendo organizaciones separadas. Los Comandos Comunales se
dividen: en unos casos se alejan de los sectores poblacionales, y en otros, el Comando se
reconstituye sobre base sindical exclusivamente, y pasa a llamarse "cordón industrial". Estos
organismos recogerán la voluntad de los sectores más combativos del proletariado industrial.
Mientras tanto, todo el esfuerzo del movimiento poblacional se canaliza hacia tareas relativas al
abastecimiento a través de las JAP, los Comandos de Abastecimiento Directo y los Almacenes del
Pueblo. A diferencia de la etapa anterior, ésta se caracteriza inicialmente por un regreso a la
organización funcional del movimiento de masas.
Pocos son los Comandos Comunales propiamente tales, en el sentido de organismos que articulan
reivindicaciones habitacionales y de abastecimiento con aquellas referentes al trabajo, que siguen
activos en los primeros meses de 1973. Las luchas populares, por darse en un período político de
"vuelta al orden", en que los militares en el Gabinete tienen como misión establecer una "paz
social" que garantice la estabilidad del período pre-electoral y el correcto desenvolvimiento de las
elecciones, se ven restringidas y no tienen la amplitud que correspondería a la agudización de la
crisis económica. Ello ocurre, además, porque todos los partidos necesariamente se vuelcan hacia
la contienda electoral.
En la respuesta del movimiento de masas a los acontecimientos claves del período, quedan
privilegiadas otras formas de organización que no son Comandos Comunales en los términos en
que se dieron durante octubre. Los pobladores libran una lucha en torno a las distribuidoras
estatales, tomando oficinas públicas y efectuando diversas acciones de protesta independientes de
formas de organización territorial. Ésta última se mantiene sin embargo en los cordones
industriales, que siguen organizándose por sectores geográficos. Y, como respuesta al Proyecto de
Ley del Gobierno que introducía la probabilidad de que se llegasen a devolver empresas
intervenidas, se dan otra vez tomas de distritos enteros, constituyendo barricadas, como en
Cerrillos-Maipú y Vicuña Mackenna.
Una concentración llamada a fines de febrero por los partidos socialista y MIR para que se reúnan
todos los Comandos y Cordones en un acto unitario, parece indicar el reconocimiento "oficial" del
papel de tales organismos, pero en los hechos se demuestra su debilidad orgánica. Es la primera
vez que se reúnen Comandos y Cordones, pero la desorganización y la ausencia de política por
parte de los partidos con respecto a su función se traduce en la falta de un programa o de una
plataforma de lucha para los sectores políticamente representados, haciendo que no se concreten
tareas ni acciones comunes. Es decir, que la función propia de los Comandos y Cordones queda
relegada a segundo plano. En primer plano en dicho acto está la consagración de la alianza
electoral MIR-PS, como expresión de la polarización política en el seno de la UP, y la manifestación
de apoyo a la candidatura de Altamirano, Secretario-General del PS, a senador por la Provincia de
Santiago.
Ahora bien, el relativo triunfo electoral de marzo no llega a ser debidamente aprovechado por la
UP, y no llegó a marcar un auge de la movilización popular, pero sí se puede decir que a partir de
abril se da un nuevo ascenso lento en las formas combinadas de lucha entre los diferentes frentes
de movilización.
Sin embargo, se ponen de manifiesto formas de coordinación del frente poblacional en las cuales
se expresa una preocupación por tareas que afectan al conjunto de la comuna y hasta por
problemas de política nacional desvinculados del quehacer cotidiano. Tal es el caso de una
comuna de Santiago donde los pobladores resuelven efectuar una nueva toma de terrenos,
formando un campamento de gran combatividad, que a su vez juega un importante papel en la
creación del Comando Comunal. Éste, además de preocuparse por los problemas de transporte
colectivo, en declaraciones públicas manifiesta su apoyo a los trabajadores en conflicto. Durante
uno de los frecuentes paros de la locomoción colectiva, el Comando, de común acuerdo con los
chóferes, requisa algunos micros que cubren el servicio local para ponerlos a disposición de la
comuna. Planifican conjuntamente un nuevo recorrido que toma en cuenta las necesidades de los
trabajadores y pobladores, en vez de la conveniencia de la empresa.
En otra comuna son los pobladores, especialmente las mujeres, los que tratan de movilizar a los
obreros; se concentran frente a una empresa imperialista de productos básicos tales como jabón y
margarina, totalmente ausentes del mercado libre, tratando de impulsar al sindicato a que acuerde
un paro, a fin de obligar a la patronal a dejar de entregar la producción a los canales del mercado
negro.
En una de las pocas movilizaciones llamadas por los cordones industriales en esa época, acuden
cientos de pobladores de campamentos vecinos a concentrarse frente a la mayor distribuidora
privada (CENADI), cerrando el tránsito con barricadas, pidiendo la intervención por parte del
Gobierno,
Es decir que la creciente agudización de las contradicciones sociales, acompañada por la crisis
económica de proporciones cada vez mayores, produce un alza en la conciencia de los
pobladores. El carácter de las reivindicaciones es afectado por la situación. El problema del
abastecimiento se enfrenta crecientemente en términos de la expropiación de industrias
alimentarias o de empresas distribuidoras o se propone una solución que pasa por una forma más
compleja de organización. La lucha es menos inmediata, en tanto que el logro de las
reivindicaciones se visualiza como posible sólo a través de pasos políticos. Además puede
articularse de esta forma con el movimiento obrero, específicamente el sector alimentario y de la
construcción.
Por otra parte, también el campo de acción de los Comandos se amplía, incluyendo nuevas
reivindicaciones referidas a la agudización de problemas como el de la salud y del transporte. Así la
movilización popular en torno a la salud, que tenía anteriormente un escaso nivel de participación,
se acentúa y se pasa a atacar el "negocio de la salud". Se implementan varias campañas de
denuncia sobre el funcionamiento clasista de los servicios de salud, campaña que sale de los
marcos de la "participación popular" para mejoramiento del servicio. En el área de Santiago, este
proceso culmina con la formación, impulsada también por el Comando Comunal -de un Comando
de Defensa de la Salud del Pueblo-, en donde se integran todos los sectores de izquierda de los
hospitales y consultorios con las organizaciones poblacionales.
En abril, una serie de acontecimientos en Constitución, una pequeña ciudad balnearia, demuestran
tajantemente las mayores posibilidades de acción de los Comandos Comunales. El motivo del
conflicto había sido el problema de la vivienda de 3.000 obreros, que padecían el ver las
innumerables casas de veraneo de la burguesía vacías durante la mayor parte del año, mientras
ellos no encontraban alojamiento adecuado, y también el problema del desabastecimiento con el
mercado negro, la especulación y el acaparamiento, sobre las cuales las autoridades permanecían
indiferentes. Allí la ciudad entera fue ocupada por sus obreros y pobladores; durante dos días.
Cerraron las vías de acceso e impusieron el control de la ciudad, bajo la dirección del Comando.
Enjuiciaron a sus autoridades máximas por incumplimiento en su deber de defender la satisfacción
de las necesidades del pueblo. La Gobernadora (96) del A.P.I. (adherido a la UP) fue expulsada de
su cargo y reemplazada por un trabajador técnico elegido y propuesto por el Comando,
imponiéndose así el criterio de las bases por sobre el del Ministerio del Interior.
El Comando se había constituido dos meses antes sobre la base de unas 10 organizaciones de
masas, con una plataforma de lucha que reivindicaba la implantación de la "Canasta Popular" y
abarcaba cuestiones sindicales, de abastecimiento, vivienda y de protesta contra la actuación de la
justicia local. Las movilizaciones había resultado insuficientes para alterar la indiferencia de la
Gobernadora. Por lo tanto el Comando llamó a una nueva movilización que contó con unos 3.000
participantes, donde se resolvió exigir la renuncia de la Gobernadora y la de otro funcionario. Ante
su negativa posterior se procedió a la ocupación del edificio de la Gobernación -donde también
funcionaba los demás servicios públicos de la ciudad-, a la ocupación de las vías de acceso a la
ciudad y de la línea férrea, y se difundió un petitorio por la radio local. Al tercer día asumió el nuevo
Gobernador.
Este caso demuestra cómo el tamaño reducido de una localidad tiene como efecto maximizar la
influencia del medio y minimizar la dispersión entre los intereses particulares de una clase o capa
explotada y otra. Además, por tratarse de una pequeña ciudad, el lugar de residencia de los
obreros se encontraba cercano al lugar de trabajo, por lo cual se daba la inmediata vinculación
entre el movimiento obrero y el poblacional. Los pobladores tenían por otra parte cierta trayectoria
de lucha en la ciudad: un año atrás habían tomado terrenos y formado un campamento. El éxito de
la lucha derivó en que el Comando llegó a constituirse, en un primer momento, en autoridad
paralela a la de la burguesía, al mismo tiempo que ésta seguía ejerciendo su función, y, en vez de
pedir un cambio de política, pide el reemplazo. El Comando se alza en una posición de autoridad,
porque está legitimado por todos los sectores de la clase trabajadora.
Lucha en contra del aparato de Estado burgués y contra su funcionamiento discriminatorio,
deficiencia que el Comando viene a suplir en un segundo momento, cuando comienza a funcionar
coordinadamente con el nuevo gobernador en forma permanente.
El comando logra momentáneamente tener poder local, mientras controla los flujos de la ciudad y
sus actividades, haciendo reinar el criterio clasista de las brigadas de obreros y pobladores contra
la voluntad minoritaria de la clase dominante. Por ejemplo el comercio cerrado se ve obligado a
ceder y a abrir sus puertas.
A esta altura del proceso, la consigna levantada por la mayoría de las masas, es "¡Crear, Crear
Poder Popular!", pero ella está referida en la práctica a cualquier tipo de organización de masas en
donde éstas tuvieran un alto grado de intervención, no siendo una consigna específicamente
referida a la creación de Comandos Comunales. Se trata de imponer el criterio de las bases, aun si
no coincide con él de las conducciones políticas nacionales; ello traduce el claro convencimiento de
que hay que defender ante todo un interés de clase, y que éste no está automáticamente
representado en el desempeño del Gobierno. La imposibilidad del Gobierno para satisfacer las
reivindicaciones es identificada principalmente como burocratismo. Por lo tanto, las lucha
poblacional asume en general un carácter antiburocrático. Y, frente a ese fenómeno, para las
masas ya no es cuestión de mantener una lealtad incuestionada hacia sus direcciones. Se llegan a
dar brotes de resentimiento en contra de la conducción gubernamental con respecto a las
organizaciones del poder popular, y hay una acentuación de la presión que ejerce el movimiento
poblacional sobre el Gobierno, sin por ello desconocerlo como conducción política.
Al contrario, si algunos sectores políticos esperaban del poder popular que se alzara como
alternativa frente al poder estatal, el período demuestra nada más que un potencial encubierto en
ese sentido. El hecho de que el movimiento poblacional pudiera objetivamente articular sus
reivindicaciones con la contradicción principal, con problemas de la producción, significaba que
estaba en condiciones de golpear mejor que antes a la burguesía y contribuyó a impedir la política
aliancista que un sector importante de la UP quería concretar.
4. Movilización de masas sin salida política: del "tancazo" al golpe militar (julio-septiembre
1973)
El período anterior fue como vimos de lento recrudecimiento de la organización de los pobladores.
Su situación dentro del conjunto del movimiento de masas se puede resumir de la siguiente forma:
en el plano político el frente poblacional no había logrado avances decisivos, en el sentido de que
sus organizaciones no tenían todavía voz propia ni peso político, a pesar de haber registrado
avances orgánicos importantes y de mantener una persistente aunque silenciosa existencia en
varios Comandos Comunales predominantemente poblacionales.
Por otra parte, la enorme ofensiva organizada en torno al abastecimiento se llevaba adelante en
una relación biunívoca con el Gobierno. Si bien los Comandos de Abastecimiento o las comisiones
de abastecimiento de cada Comando ejercían enorme presión sobre el Gobierno para que adopte
medidas tendientes a impedir el sabotaje económico de la derecha, por otra parte, cualquier forma
de organización eficaz que distribuyese los productos de manera equitativa entre las masas
populares, aliviaba la escasez y era entonces favorable a la imagen del Gobierno.
Eran los cordones industriales las organizaciones que hasta ese momento habían desempeñado
un papel director del movimiento de las masas más radicalizadas; a través de ellos se expresaban
esos sectores del proletariado industrial. Se habían afianzado orgánicamente y estaban creciendo
en número, tanto en las provincias como en Santiago. Habían logrado un avance político
fundamental al ser reconocida su existencia por el propio Presidente. (97)
Ahora bien, frente a la creciente polarización de clases y a la crisis institucional desencadenada por
el "tancazo" que viene a coronar la ofensiva de la derecha, la izquierda se encuentra en una
situación de cuestionamiento de su táctica. La burguesía estaba mostrando algunas de sus cartas,
¿con qué "as" le contestaría la izquierda? Como se podía comprobar desde hacía un tiempo, la
discrepancia estratégica había dejado de ser una polémica entre el MIR y el PC, para convertirse
en un debate primordial dentro de la UP. Las perspectivas posibles para el proceso cubrían un
abanico de matices entre los dos polos siguientes.
Por un lado, se podía adoptar la táctica de hacer hincapié principalmente en la defensa del
Gobierno, buscando un acuerdo con la derecha a expensas de las metas fundamentales del
Programa, para salvaguardar así la subsistencia del Gobierno y evitar ante todo la probabilidad de
la violencia. Ello implicaba entre otras cosas la devolución de la mayoría de las industrias
intervenidas anteriormente, y el desmantelamiento del poder popular, de los cordones y comandos.
El fortalecer a las organizaciones de masas no venía a ser sino un método para llegar a la mesa de
las negociaciones en una posición de fuerza.
Por otro lado, las líneas opuestas juzgaban que la única solución se encontraba en la movilización
de conjunto de las masas, organizadas como un poder alternativo, para rechazar cualquier
conciliación con la burguesía, acelerando así el proceso de polarización de clases alcanzando a
todas las capas sociales, dividiendo inclusive a las Fuerzas Armadas según los intereses de clase.
De esta forma se prepararía el terreno para el enfrentamiento decisivo que se avisoraba en alguna
forma.
La UP se debatió bajo la presión de estas posiciones extremas, pero la gran tensión social
contribuyó a impedir el surgimiento de una conducción coherente, quedándose la mayoría de los
sectores políticos en una posición intermedia, quizás porque ninguno de los polos conformaba un
camino u opcional real en ese momento concreto de la lucha de clases.
Los Comandos y Cordones existían de facto. ¿Frente a esa realidad concreta, que había de ser de
ellos?
Los sectores políticos como el PC, que no apoyaban la creación del poder dual, rechazaron la
consigna de crear Comandos Comunales, aunque se volcaron hacia la tarea de lograr la
integración de los Cordones Industriales como estructura comunal de la CUT. Este esfuerzo fue
parcialmente exitoso, ya que se apoyaba en un propósito realista: la democratización de la central
obrera era anhelada por los mismos sectores radicalizados de la clase obrera. Ese planteamiento
desencadenó iniciativas contradictorias por parte de las fuerzas políticas que querían implantar otra
dinámica al proletariado de los Cordones. Un sector del PS, en particular, creó una Coordinadora
de Cordones Industriales que, en el concepto de otras fuerzas de izquierda, constituía una forma
de paralelismo sindical con la Central Unica, considerada como la mayor conquista de la clase
trabajadora chilena. Aquel sector apoyaba la formación de Comandos Comunales entre las
organizaciones poblacionales, pero sostenía que había necesidad de fortalecer y extender los
Cordones antes de que ellos pasaran a incorporarse al Comando y dirigir al resto de las fuerzas
movilizadas en el frente poblacional.
Por último, los sectores más radicalizados insistían en la urgencia de que los Cordones ampliaran
su ámbito de influencia, constituyendo Comandos Comunales, poniéndose a la cabeza de las
organizaciones de su sector geográfico, como núcleo dirigente de éste, para movilizar contingentes
cada vez mayores de trabajadores, dueñas de casa, estudiantes, etc., a favor de los intereses del
conjunto de las clases explotadas. El objetivo era realizar otra vez la articulación de los frentes
reivindicativos, en una fusión jerarquizada del frente poblacional y el frente sindical, como había
ocurrido en parte en octubre. El argumento apuntaba a que la coordinación de las organizaciones
existentes otorgaría suficiente amplitud de acción a las masas para sobrepasar el marco de la
simple presión reivindicativa, que era en última instancia dependiente de una respuesta favorable
por parte del Gobierno. La articulación de los frentes impulsaría a las masas a plantear sus
reivindicaciones en un plano político, elevando el nivel de conciencia como para poder vincular la
necesidad de obtener una reivindicación con el propósito de desafiar al poder institucional burgués.
Únicamente así se podría desarrollar el Comando como una autoridad estatal paralela, legítima
para las masas pero que desconociera la institucionalidad burguesa. Ello conformaría una situación
de "poder dual", que en condiciones pre-revolucionarias permitiría a las fuerzas revolucionarias
plantearse el aplastamiento político, económico y militar de la burguesía.
El día del "tancazo", 29 de junio, cuando un regimiento de unidades blindadas del Ejército rodeó al
Palacio Gubernamental en un intento de derrocar el Gobierno, la CUT lanzó un llamado a todos los
trabajadores a tomar las fábricas, poniéndose así otra vez a la cabeza del movimiento obrero y
llenando el vacío de conducción que los Cordones y Comandos habían comenzado a copar. Al
asumir otra vez el papel de conductor, la CUT afianza su control sobre la situación y de hecho los
roba viento a las velas de las direcciones políticas que querían proponer tareas más avanzadas a
las masas, para dar una respuesta más fuerte a la burguesía. En casi todos los sectores, iniciativas
tales como las de realizar ocupaciones de calles, de puestos de abastecimiento o de combustible y
otros lugares estratégicos de la comuna no se generalizaron. La respuesta del movimiento
poblacional en su conjunto fue débil, además de que las actividades no llegaron a coordinarse. En
una comuna de Santiago se produce la ocupación de la Municipalidad, pero el nivel de la respuesta
popular general no da para que se mantenga en manos de los pobladores y se devuelve al fin del
día, una vez aplastada la sublevación por el Alto Mando del Ejército.
La iniciativa de la CUT sin embargo no forma parte de un proyecto de ofensiva contra la burguesía,
y pronto se plantea la necesidad de que las industrias tomadas el día del "tancazo" sean devueltas,
en un intento contradictorio de facilitarle al Presidente el inicio de un diálogo con la Democracia
Cristiana, con miras a lograr un acuerdo político. La devolución de muchas empresas es impedida
por los propios trabajadores y pobladores. En una movilización masiva, centenares de pobladores
acuden a apoyar el llamado de impulsar la expropiación de empresas alimentarías y de
distribuidoras. Bajo la consigna "A Impedir la Conciliación!" se construyen barricadas en varios
puntos, cortando el tránsito de una arteria principal de Santiago. Un poblador muere como
consecuencia de la represión policial llamada por el Ministro del Interior.
Concientes ahora del abierto peligro golpista, las masas recurren a sus organizaciones en
búsqueda de apoyo e instrucciones. Hay una reactivación de los Comandos Comunales existentes
y se dan intentos de constituir otros nuevos.
Una de las tareas principales es el problema de la locomoción, ya que se dan varias huelgas del
transporte colectivo y una segunda huelga de los camioneros. El Comando Comunal Estación
Central logra la incorporación de un Comité de Choferes de una de las empresas de microbuses
del sector. Juntos elaboran una plataforma de lucha referente al transporte colectivo, en la cual
piden la expropiación de empresarios que posean más de 3 coches, y la intervención estatal en la
administración de la línea en cuestión, con participación de los pobladores en la parte financiera a
través del "Comité de Dirección y Control Obrero" del Comando Comunal. "Lo que nosotros
queremos es que se formen empresas de transporte comunales que pertenezcan al Estado, pero
que sean controlados por Consejos de Choferes, pobladores y obreros", declara uno de los
choferes. (98) Inclusive la Subsecretaría de Transporte propone un plan para incorporar a los
pobladores en cada fin de recorrido, para vigilar el comportamiento de las empresas y formar
brigadas que viajan con el chofer para protegerlo de los ataques de la derecha, pero no llega a ser
aprobado por la UP y no es puesto en práctica Sin embargo se dan iniciativas similares en las
bases: el Comando de Pobladores de Conchalí requisa unos siete micros y los pone en
funcionamiento.
Otro Comando, el de Barrancas, una comuna sin industria importante, que está constituido
fundamentalmente con organizaciones poblacionales y los obreros de construcción, dirige la toma
de un extenso sector de la comuna. Se mantiene cerrada por barricadas durante dos días y se
corta el acceso al aeropuerto internacional en apoyo a una serie de reivindicaciones de los
pobladores. Estas incluían el abastecimiento (la expropiación de CENADI, la instalación de un
Almacén Popular), la vivienda y el alcantarillado y se protesta en contra de los "regidores
reaccionarios" de la Municipalidad, cuya destitución forma parte del petitorio. También se propone
la necesidad de coordinación entre ésta y el Comando para que sirva como instrumento de lucha
de los trabajadores. El Gobierno accede a las demandas. Según cuenta un dirigente, la experiencia
fue un ejemplo de la forma en que las masas podían ejercer un grado de poder, "porque impusimos
nuestras condiciones". Fueron ellos los que controlaron quienes podían entrar al recinto cerrado y
quienes no. Rechazaron violentamente los intentos de derribar las barricadas por parte del Grupo
Móvil.
A pesar de que la consigna de formar Comandos es reiterada por los principales cordones y que
los Comandos ya existentes lanzan un Manifiesto (99) para impulsar la creación de otros, las
iniciativas que se toman no llegan más allá de las reuniones preliminares. Y ello se debe al
deterioro político general que se experimenta; como la institucionalidad existente le resulta
insuficiente para detener el avance del proceso, la burguesía ya no la legitima. Con el Gabinete del
9 de agosto en que militares ocupan de nuevo cargos ministeriales, se marca el fin de la
contraofensiva popular que habían empezado a generarse. A partir de entonces, el Gobierno se
encuentra virtualmente maniatado por las presiones golpistas provenientes de la misma burguesía
sobre cuya institucionalidad éste se había apoyado.
Mientras la derecha embestía a fondo para lograr el derrocamiento de Allende, las Fuerzas
Armadas se ejercitaban allanando locales sindicales, fábricas, empresas y hospitales con el
pretexto de buscar armas. Ni para el movimiento poblacional, ni para el movimiento obrero, el
Gobierno continuaba siendo ya un instrumento, una palanca para sus luchas. Confundidos por la
debilidad del Gobierno, frustrados por la impunidad con que la derecha desataba el terrorismo,
humillados por la violencia de los allanamientos militares, el movimiento de masas se hunde en la
incertidumbre y en la inmovilidad. Así lo encontraría el 11 de septiembre.
Notas:
76 bis Los Consejos Locales de Salud fueron creados por decreto del Ministerio de Salud. Integrados por representantes de los servicios de
salud de un área hospitalaria y por representantes de organizaciones de base, éstos tenían el objetivo de aumentar la movilización y
participación popular sobre los problemas de la salud de la comunidad.
77. Autoridad administrativa dependiente del Ministerio del Interior con jurisdicción sobre una zona urbana o rural que incluye a varias
comunas.
78. Véase "Consejo Comunal de Trabajadores y Cordón Cerrillos-Maipú: Balance y Perspectivas de un Embrión de Poder Popular", CIDU,
Universidad Católica de Chile, Santiago, Documento de Trabajo Nº 67.
79. Ibid.
80. Así se denominaba en un primer momento lo que más tarde se llamó corrientemente Comando Comunal.
81. Véase capítulo II. Orlando Millas era Ministro de Hacienda y Carlos Matus Ministro de Economía en el Gabinete de junio de 1972.
83. Ciudad sureña situada a unos 50 km de Santiago, tercer centro industrial más importante de Chile, Los acontecimientos incluyen la
decisión de un grupo de cinco partidos de izquierda de impedir que la derecha haga una manifestación de repudio al Gobierno. Ambos
bandos son reprimidos por carabineros y resulta muerto un estudiante del MIR.
86. "Carta a los jefes de los partidos de la Unidad Popular" (31 de julio).
87. Marta Harnecker, Chile Hoy, núm. 12, agosto de 1972, pág. 6.
88. Theotonio Dos Santos, Chile Hoy. Núm. 8 agosto de 1972, pág. 4.
89. R. Cheetham, Jaime y Gastón Rojas, Alfredo Rodríguez, "Comandos urbanos: alternativa de poder socialista", art. incluido en Revista
Latinoamericana de Planificación núm. 30, junio de 1974.
92. Una excepción es el artículo de R. Cheetham et. al., "Comandos Urbanos", etc., que se basa en unas 15 organizaciones principalmente
de Valparaíso.
93. Ibid.
94. Varias industrias pudieron ser devueltas a sus dueños mediante la promesa a los trabajadores de que se les concederían los aumentos
pedidos y de que no se tomarían represalias contra los dirigentes de la toma.
95. Se devolvió a sus dueños la distribuidora más grande del país, CENADI (ex CODINA).
97. Discurso de la "Plataforma de la Victoria", 29 de febrero de 1973. También Discurso a la Apertura del Congreso Nacional, 21 de mayo de
1973.