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— ! !

HEDDA GABLER 111

las noclies y podremos trabajar á nues- [Se oye un disparo. Tesman, Thea
tras anchas. ¿Eh? y Brack saltan de sus sitios.)
Thea. — Sí ,
quizá será lo mejor,
Hedda. [Desde la pieza del fondo ^ — Tesman. — ¡Bueno! ¡Ya está otra vez
Oigo muy bien todo lo que dices, Tes- jugando con las pistolas! [Descorre mo-
man. Pero, ¿y yo? ¿Qué hago, mien- lentamente las cortinas y se precipita en

tras tanto , de las noches? la pieza del fondo. Thea lo sigue. Hedda
Tesman. ( Hojeando las notas. ) —
yace sin vida en el sofá. Todos corren y
¡Oh! El asesor tendrá la amabilidad de gritan. Berta, completamente desencaja-
venir á verte. da, acude presurosa por la puerta de la
Brack. [Exclama alegremente.) — ¡To- derecha)
das las noches, si le place, señora! Tesman. ( Gritando d Brack. ) — ¡ Se
¡Ya encontraremos manera de distraer- ha matado! ¡Se ha disparado un tiro

nos los dos! en la sien


Hedda. [Con mz clara y distinta. ) Brack. [Medio desvanecido en el si-

¿Verdad , asesor ? ¿Es eso lo que V. es- llón.) —Pero, ¡Dios poderoso! , esas cosas
pera? Galio único. no se hacen

Enrique Ibsen.

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