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Apuntes sobre Rusia, el Heartland y

la Flota del Mar Negro


 

En los últimos años del S.XIX y especialmente en la primera mitad del S.XX tuvo un auge
desmesurado una nueva disciplina científica: La geopolítica. Esta, mezcla como su nombre
indica de geografía y ciencia política trataba de explicar las relaciones entre la vida de los
estados y el entorno. Es más, pretendía establecer una serie de principios universales que
ayudasen a entender las actuaciones de los estados en todo lo referente a su expansión
física y también comercial en una época, la del colonialismo, en la que todos querían
saber cual iba a ser el próximo paso de sus rivales y pretendían encontrar un cierto
sentido a unos avances que, en ocasiones, parecían aleatorios.

Es con Rudolf Kjellén en primer lugar, pero muy especialmente con autores como John
Mackinder, James Fairgrieve, Alfred Thayer Mahan, Friedrich Ratzel o Karl Haushofer que
esta disciplina va tomando cuerpo y sirviendo para justificar lo que, en cada momento,
cada nación necesitaba: Desde el expansionismo nazi en busca de su “área vital” a la
política de Estados Unidos en el Caribe y América del Sur o, por supuesto, las actuaciones
británicas respecto a Rusia, en esa serie de movimientos fascinantes que se dio en llamar
el Gran Juego.

Sea como fuere, revisando sin mucha intención de profundizar ni de entrar en sesudos
debates las grandes teorías geopolíticas clásicas -pues en el último medio siglo han ido
apareciendo otras que bebían de las originales-, se pueden diferencias entre dos tipos de
potencias:

 Potencias terrestres: El ejemplo clásico es el Imperio Ruso, cuyos imperativos geoestratégicos,


aunque con cambios fueron heredados por la Unión Soviética y actualmente, a menor escala, por
la Federación Rusa.
 Potencias marítimas: El Imperio Británico en su día y Estados Unidos actualmente son el
ejemplo claro de lo que es una potencia marítima global.

Ambos tipos tenían, como es lógico, imperativos estratégicos diferentes:

Las potencias terrestres debían utilizar la capacidad de transporte interno por vía
terrestre, así como la de explotar los recursos del territorio para expandirse y dominar un
Heartland o Área Pivote.

Las potencias marítimas estaban obligadas a controlar el comercio mundial


-eminentemente marítimo- y a aprovechar la capacidad de desembarcar en cualquier
punto, especialmente en las penínsulas que rodean al Área Pivote, para frustrar el control
de esta por las potencias terrestres.
Somos conscientes de que esta es una visión muy simplista o, si se quiere, para dummies,
utilizando el término tan en boga. Es sin embargo la forma más sencilla de entenderlo.
Como una imagen vale más que mil palabras, en el siguiente mapa se puede entender a
las claras de qué estamos hablando, cual si partida de Risk se tratase:

Claro está, no todos los estrategas pensaban, como Halford Mackinder, que dominando el
Heartland se podía dominar el mundo. Precisamente, Nicholas Spykman, uno de los
primeros geopolíticos estadounidenses, aun aceptando la división del planeta propuesta
por Mackinder, pensaba que la superioridad caía de aquel que era capaz de controlar el
Rimland -que coincide más o menos con el creciente exterior o marginal y por ende, de
cercar a la potencia terrestre. Huelga decir que esta teoría, basada en las ideas de Alfred
Thayer Mahan sobre el poder naval, eran -y son- muy convenientes a la política exterior
de EEUU…

En el caso que nos ocupa hoy, después de décadas de cierta relajación -me gusta
denominarlos los “locos años 90”-, la partida por el control del Heartland está más viva
que nunca. Dos potencias con intereses globales se juegan el control del Heartland y del
Rimland enviando tropas y recursos allá a donde haga falta, como podemos ver en el caso
de la Guerra de Siria, el conflicto yemení o los conflictos de Georgia y Ucrania.

Se puede alegar, con razón, que Rusia no es, ni por asomo, el tipo de potencia global que
fue en su día la Unión Soviética. También que en la periferia, en el Rimland, han aparecido
potencias que, por su poderío económico en unos casos y económico-militar en otros,
tienen también intereses globales, como la República Popular China, la India o la Unión
Europea.

Nada de eso invalidad el hecho de que la estrategia global de EEUU continúa pasando por
dominar el Rimland y de que Rusia lucha una vez más, después de unos años de
retraimiento impuestos por sus problemas internos, por controlar el Heartland. Es así
como vemos a Estados Unidos enviar estos días al portaaviones USS Ronald Reagan con
su grupo de combate a la península coreana, como le vemos bombardear Siria, reforzar la
presencia en Europa a través de la OTAN mientras se financia a Ucrania y mantenerse fiel
a Arabia Saudita y Turquía pese a las traiciones de la casa Saúd y de Erdogan.

Es también por esto que la Federación Rusa tiene tamaño interés en Crimea, en la base de
Tartús en Siria y en mantener en el poder si no a Assad, si a un gobierno que asegure su
influencia en la zona. Del mismo modo que refuerza su posición en Asia Central ayudando
a mantener gobiernos déspotas o que intenta reforzar la natalidad -con cierto éxito- para
prevenir el despoblamiento de Siberia, presionada por el auge chino.

Es obligatorio aquí hablar de China y de la Unión Europa. Si bien las potencias europeas,
por una feliz casualidad histórica, durante la Edad Moderna y especialmente tras la I
Revolución Industrial se vieron en posición de dominar por completo el orbe, hoy pese a
su innegable poderío económico, al no cuestionar la supremacía naval de EEUU se ven
otra vez abocados a la periferia. La República Popular de China, por su parte, trata de
hacerse fuerte en su zona, expandiéndose por el Mar Amarillo y de intervenir en todo el
mundo utilizando su influencia económica, pero no hay nada que indique que a medio
plazo pueda cuestionar la superioridad militar de Estados Unidos a escala planetaria, pese
a las palabras de los agoreros.

Claro está, como siempre ha sucedido, una coalición de dos o más de estas potencias
“periféricas”, podría comprometer seriamente la influencia global de EEUU y es,
precisamente esto, lo que EEUU más teme y lo que trata de evitar por todos los medios,
introduciendo cuñas entre Europa y la Federación Rusa, entre la Federación Rusa y China
y entre estos y la India o Arabia. Cierto es que no debe esforzarse demasiado, ya que
debido a las desavenencias históricas entre estas, solo ha de molestarse en azuzarlas en
muchos casos para lograr sus objetivos.

Además, y merecería capítulo aparte, China es posiblemente la mayor amenaza para


Rusia, debido a la ingente cantidad de recursos que hay en Siberia y lo exiguo de su
población acosada por la emigración china… Lo que no impide su unión frente a un rival
que consideran más importante que sus propias desavenencias.

Presen
cia Militar de Estados Unidos en el Mundo en 2015. Fuente: Quartz.

Tenemos pues, que hay dos potencias que por extensión o por intereses, tienen influencia
y tocan con el otro en buena parte del mundo, desde el Estrecho de Bering al Polo Norte y
desde Asia Central o las Islas Kuriles al Caspio y el Mar Negro. Es precisamente en torno a
este, en donde se dirimen buena parte de las cuitas entre ambas potencias. Lo es, porque
si bien antaño la Unión Soviética, al menos durante un tiempo, tuvo recursos suficientes
como para plantear la rivalidad en cualquier escenario, la Rusia de hoy solo es capaz de
atender a las zonas más importantes y de entre todas, la vital continúa siendo para ella el
Heartland.
Solo así se entiende que, en los últimos años pese a que sobre el papel, las Flotas del
Norte y del Pacífico sean más importantes, sea la Flota del Mar Negro la que más se haya
reforzado en proporción a su tamaño, a las capacidades de sus bases navales y al poder
desplegado allí por las otras potencias regionales. Entre otros sistemas, que incluyen el
despliegue de antenas OTH, la modernización de la aviación naval y la construcción de
nuevas instalaciones en Crimea y así como de una imponente base naval en Novorosïisk,
se han comisionado los siguientes:

 3 fragatas del Proyecto 11356P/M


 4 submarinos Proyecto 636.3
 2 corbetas Proyecto 21631 Buyan M, que deberán aumentar hasta seis en próximos años.
 2 Buques de la Proyecto 11711 Ivan Green

Se está hablando además continuamente de nuevas corbetas y fragatas, así como de


aumentos en la aviación desplegada en la zona y sobre todo, de nuevas capacidades que
van desde misiles Kalibr (3M-54 Club) -que hemos visto a Rusia utilizar en el conflicto sirio-
a sistemas de defensa aérea S-400 y S-500 en breve.

Tenemos pues que, sin entrar en profundidad, todo indica que el Mar Negro, pese a los
tímidos actos de presencia por parte de EEUU, es un “lago ruso” en toda su extensión,
situación que no va a cambiar en los próximos años sino que se seguirá consolidando.

La diferencia, respecto a épocas pasadas es que, muy a pesar de los voceros de uno y otro
lado, Rusia no da muestra alguna de querer avanzar hacia Europa del Este, las Repúblicas
Bálticas o Escandinavia.  Tensa a diario la situación hasta el límite con sus bombarderos
estratégicos, hostigando a los aviones de la OTAN o realizando ejercicios, pero es lógico,
pues es ella la que se siente rodeada y amenazada al estar en una posición de debilidad
frente a la Alianza Atlántica. No obstante, su política respecto a Ucrania, sin
comprometerse más con los separatistas y echando agua fría sobre la situación para que
no vaya a más o su disposición a colaborar incluso con EEUU, Francia y Reino Unido
respecto a Siria son indicativos de sus verdaderas intenciones que pasan por:

 Seguir fortaleciendo la posición óptima que ha conseguido con la reincorporación de Crimea


para que esta no pueda volver a revertirse.
 Fortalecer la Flota del Pacífico, pues es allí, una vez asegurado el escenario europeo en donde se
juega su futuro.
 Seguir avanzando en su control sobre las aguas del Polo Norte en previsión del aumento de
tráfico marítimo y de la posibilidad de explotar los ingentes recursos de la región, que ya ha
reclamado.

Ahora nos queda por saber si el rearme que parece va a vivirse en breve en la Unión
Europea, toda vez que Alemania y Francia ya han comenzado a aumentar su gasto militar
y parecen por una vez dispuestas a asumir el coste de su defensa en lugar de confiar en
EEUU se gestiona correctamente. Rusia, para Europa, pese a sus ambiciones y
peculiaridades, solo puede ser una oportunidad.
No hay peligro, ni por población ni por recursos ni por capacidades, de que sus divisiones
blindadas avancen en unas semanas hasta Portugal ni nada por el estilo y si bien sería
estúpido no ser cautos y mantener un nivel adecuado de defensa, lo cierto es que es un
aliado de primer nivel si lo que queremos es imponernos en aquellos escenarios en los
que de verdad los europeos nos estamos jugando el tipo, como son el Flanco Sur y
Oriente Medio. Veremos.

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