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Cada vez que ladran los perros

fabiorubianoorjuela
(Premio nacional de Dramaturgia 1997. Ministerio de Cultura de Colombia.)

1
A Marcela Valencia.
Ella cuida los perros.
Incluyéndome.

2
Personajes.
UNO. Antes perro
DOS. Antes perro
CACHORRO. Un perro
VIEJO. Un perro
SEÑORA. Una mujer
HIJA. Una mujer
HOMBRE. Un hombre, padre de la hija, esposo de la señora
CERO. Un perro
MUJER. Una mujer
NUEVO. Antes perro
ISLA. Una perra. Luego: Antigua perra
DANTE. Un perro
ELE-I. Un perro
BABA. Un perro
NOVIA. Una perra
MADRE. Una perra
EQUIS. Un perro
CIEN. Un perro
DIEZ. Un perro

3
CADA VEZ QUE LADRAN LOS PERROS

I.

ORNITORRINCOS.

En la mitad del paisaje, Uno y Dos. Orinan. Dos ríe, ensaya risas

UNO:
¿Alguna vez viste un ornitorrinco?

DOS:
Una vez. Lo trajo el circo. Tenía un número con los perros amaestrados; les ladrábamos desde
afuera de la carpa, los enloquecíamos hasta que nos echaban a patadas los domadores o los payasos.

UNO:
Me siento como un ornitorrinco.

DOS:
No nos va a salir pico de pato.

UNO:
Nacen de un huevo.

DOS:
¿Cuál es el problema?

UNO:
Piensa...

DOS:
(Pausa.)
Pienso...
(Pausa.)
Más que antes...
(Pausa.)
Y me río...
(Ríe.)
Mira.

UNO:
Por eso.
Somos como ornitorrincos.
No somos de ninguna parte.
(Pausa.)
¿Quién nos parió?

4
(Pausa.)
Mira: Ya orinamos de pie.

DOS:
Es mejor así, no tenemos que marcar ningún territorio.
Todo nos pertenece.
Nos pertenecerá poco a poco.

UNO:
Extraño cuando era perro...
(Pausa.)
Pero no extraño ser perro.

DOS:
Ya no lo somos.

UNO:
Todavía somos un poco. Mírate las orejas y los pelos y el largo de tu cola.
(Pausa.)
Como ornitorrincos. Como si nos hubieran armado de pedazos.

DOS:
Me gusta ser así. Es mejor.

UNO:
Quiero echarme al sol y no pensar.

DOS:
Ya no eres perro.

UNO:
Por momentos.

DOS:
Ni un solo momento. Si así fuera tendría que matarte.

UNO:
Lo se.
(Pausa.)
¿Por qué?

DOS:
Porque matamos perros.

UNO:
¿Por qué?

5
DOS:
Porque...
(Pausa.)
No se. ¿Tu sabes?

UNO:
No.
No se tampoco por qué lo hago.
Me vuelvo algo que no sé que es.
(Aúlla.)

DOS:
¡No aúlles!. Ya no.

UNO:
Todavía.
(Un quejido suave.)
Vi colgada a mi hermana y a un hermano cachorro y no sentí nada.
(Pausa.)
Me duele no sentir nada.

DOS:
Esta mañana vi a mi antiguo amo tirado boca abajo.
La escopeta sin disparar.
Tenía cuatro huecos de bala en la espalda...olí, lamí.
No pude aguantar.

UNO:
Comiste.

DOS:
Un par de mordiscos.
(Pausa.)
No sabia bien mi amo.

UNO:
Al mío no lo volví a ver.
No lo extraño.
(Piensa.)
Me dejaba entrar en su casa, husmear en la basura.

DOS:
¿Te pateaba?

UNO:
Pocas veces.

6
DOS:
Ya nadie nos va a patear.
(Se miran. (Pausa.))

UNO:
Tengo frío.

DOS:
Hagamos fuego.

UNO:
No me acostumbro a la falta de pelo.

DOS:
Terminaremos usando vestidos.

UNO:
Me gusta el color rojo.

DOS:
¿Cuál es el color de la piel de las personas?

UNO:
Es el que queda cuando se arranca la piel de los animales.
El del cadáver de la Madama era casi blanco, rosado con estrías rojas, como las vacas Colgadas en
el matadero.

DOS:
¿Cómo este color ?

UNO:
Si.
(Pausa.)
Se nos cayó la piel.

DOS:
¿De que color entonces, éramos debajo?

UNO:
Como los hombres.
Mira.

DOS:
No te hagas eso.

7
UNO:
Casi no duele.

DOS:
Parece sangre...

UNO:
Arranca fácil.

DOS:
No quiero hacerme eso nunca.

UNO:
Puedo arrancarme más.

DOS:
El olor me inquieta.

UNO:
¿Tienes hambre?

DOS:
No te quites más.

UNO:
Quiero encontrar el corazón.

DOS:
¡Para!.
¡Ya!

UNO:
Los ornitorrincos comen insectos y gusanos y crustáceos y moluscos.

DOS:
Nosotros comemos carne.

UNO:
Tienes hambre.

DOS:
No sigas.

UNO:
Quieres morderme. ¿No?

8
DOS:
No eres perro.

UNO:
¿Entonces por qué te excitas con el olor?

DOS:
Me voy.

UNO:
¡No!

Lo ataca y se retira.

DOS:
No lo hagas de nuevo.

UNO:
¿En qué nos transformaremos ahora?
¿En pescado?
¿En pájaro?
¿En serpiente?
¿En estiércol...?

DOS:
No te arranques más...

UNO:
Quieres comer un poco... ¿no?

DOS:
Vete de aquí.

UNO:
Muerde.

DOS:
Corre, lárgate. ¡Huye!

UNO:
No me voy a ir. Quiero ver como me tragas y después a lo mejor poner huevos o caminas al borde
de los ríos con pies palmeados o lloras o te subes a los árboles como un mono o...

DOS:
¡Soy un hombre!

9
UNO:
Todavía no.
Me estás mordiendo como perro...
¡Sigue!

DOS:
Quiero vomitar.

UNO:
¿Y comer el vómito como lo hicimos tantas veces?

DOS:
No quiero hacerlo.

UNO:
Si.
Quieres comer.
Aquí estoy; aquí está tu comida.
Soy como un ornitorrinco
... y tu también.

DOS:
Somos hombres.

UNO:
Un día... tal vez

DOS:
¡Hoy!

UNO:
Éramos perros, ahora no somos nada.

DOS:
Somos hombres...

UNO:
Entonces mátame.

DOS:
No me pidas eso...

UNO:
Entonces olfatéame la verga como si volviéramos a ser cachorros.

DOS:

10
Ya no lo somos.

UNO:
Entonces te mato yo...

DOS:
No lo harás.

UNO:
(Lo muerde.)
Uno de los dos...

DOS:
(Con toda la furia.)
¿Así quieres que te trague?
Querías verme así ¿no?
Con el hocico empegotado de tu almizcle.
Hurgando.
No eres un perro, ni una babosa, ni un ornitorrinco.

UNO:
Lo soy.

DOS:
No te mueras sin decirme que buscas.

UNO:
(Ríe.)
Siempre supe que eras menos perro y más hombre que yo...

11
II.

RISA.

CACHORRO:
Llegaron abuelo.
Ya los cuentos no funcionan.
Están liberando los enjaulados mataron a los guardias a los amos acabaron con sus mujeres y sus
concubinas quemaron el prostíbulo y se comieron viva a la Madama con herramientas: trinches y
cuchillos.
Con fuego.
Los vi.
Cantan, aúllan.
No como nosotros no lo hacen bien no saben caminar en cuatro patas solo en dos exhiben sus
testículos pero no alcanzan a lamérselos pierden las apuestas les duele el lomo lo intentan de nuevo
no alcanzan.
Los vi.
No existe Cerbero ni Anubis ni ningún perro de siete cabezas que nos cuide.
Solo estamos nosotros... y ellos.
¿Qué son abuelo, qué son?.
Se parecen a los amos y a veces se comportan como nosotros.
Van a venir y nos van a quemar como a los demás.
Tengo miedo.
Me dijiste que los perros no sentíamos miedo y no puedo detener el temblor de las patas traseras.
Mira, mira, me estoy orinando y no es para marcar mi territorio.
Es la forma que toma el pánico.
Me estoy derritiendo.
No quiero ser perro.
De que sirve tanto pelo si estoy muerto de frío, me traspasa la piel.
Mis dientes son filudos pero ya no se morder.
Quiero aullar, es lo último que me queda.
Aullar como las putas de la Madama cuando las emboscaban y les arrancaban la piel a manotazos.
Lo vi.
Ninguna tenia pelo, solo tienen dos tetas y no ocho como Isla.
No tienen cola.
Siempre había creído que la mujer del amo guardaba su cola debajo del vestido, pero no.
No tienen.
A la más joven le quitaron la ropa y le tiraban pedazos de comida para que los atrapara en el aire
pero no podía, los recogía con la mano y se los echaba a la boca.
Ellos se reían.
¿Cómo es reírse abuelo?.
¿Esto?.
¿Esto?.
¡No!
Son muecas para dar miedo, de dolor o de rabia.

12
No risa.
La risa de ellos es imbécil.

VIEJO:
Movemos la cola.

CACHORRO:
Si, o saltamos como sapos, como gallinas, como monos.
Al perro de la Madama lo patearon y se quedó quieto, enroscado como una serpiente, miraba desde
el piso y esperaba a que hicieran con el lo que quisieran.
No se defendía, como las vacas con el fuego que se dejan quemar sin moverse.
¿Sabes que hicieron papá?.
¿Quieres saber?.
Le acariciaron la cabeza y le ofrecieron comida y el batió la cola, o sea que se rió, y ellos se rieron,
y comenzaron a patearlo nuevamente, cuando quiso correr, las patas no le servían, se arrastraba o
volaba de un lado a otro por las patadas.
Dejó de chillar.
Otra vez se quedó quieto.
Pero estaba vivo.
Lo vi.
Cerbero no existe papá.
Miré para todos lados esperando que llegara para conducirlos a todos de camino al infierno y no
llegó.
Cuéntame una historia papá.
Una verdadera, quiero saber si hay un perro que pueda defenderse de dos o diez seres que fueron
perros y poco a poco se están volviendo no se que cosa.
¿Hombres?.
O... ¿Ya eran hombres?.

VIEJO:
No es el momento...

CACHORRO:
¿Qué eran?

VIEJO.
No es el momento.

CACHORRO:
¿Qué eran?

VIEJO:
Perros.
Eran perros.

CACHORRO:
Quiero morirme antes de volverme así.

13
VIEJO:
Es bueno ser perro.

CACHORRO:
Aquí no es bueno.
Se que si me ofrecen comida después de matarte a ti, voy a mover la cola.
Aunque yo no quiera, ella se va a mover de alegría, entonces se van a reír y me patearan.
¿Cuándo se me olvidó morder?.
Si mis antepasados fueron chacales y mordían, ¿por qué yo no?.
¿Para qué los dientes?.
Solo para masticar sobras, para pescar huesos podridos entre la lavaza.
Es eso lo que me queda, ya no corro tan rápido y siento cosas que no sentía; asco de olfatearte el
culo para reconocerte, vergüenza de montar una perra si otros me observan.
Ayer una perra en celo era perseguida por otros cuatro perros.
Supe que estaba en celo por eso, porque la perseguían y no porque sintiera su olor. Tengo miedo de
no reconocerte y romper las reglas atacándote, miedo de que se me olvide que los perros adultos no
hacemos daño a los cachorros, ni peleamos con las hembras.

VIEJO:
Con el tiempo te volverás como ellos y no recordaras nada de lo que dices ahora.

CACHORRO:
No quiero caminar en dos patas ni manejar el fuego.

VIEJO:
Se te olvidará ladrar.

CACHORRO:
Hace rato no lo puedo hacer.
¡Ah!, ¡Ah!, ¡ja!, ¡ja!.
¡No puedo!.
Me comienzan a salir dedos.
Mira, ya casi sin pelo, tengo la lengua más corta.
Salgo a que me pateen.
Lo vi.
Quedar inerte.
Un perro muerto sucio de tierra, hinchándose por el sol.
Es mejor terminar así que caminando erguido, matando y riéndose con los dientes. Voy para allá.

14
III.
SEÑORA E HIJA.

(Un sofá en el centro del salón. Atrás de él, al fondo, escaleras circulares que terminan en un
pequeño balcón que apunta hacia el salón, no hacia el exterior. Tres puertas; una a la izquierda,
una a la derecha y la tercera en el balcón.)

(La Señora y la Hija sentadas en el sofá. Tomadas de las manos.)

SEÑORA:
Quisiera hablar de otra cosa pero no puedo.
En la cabeza se reconstruye una y otra vez la matanza.
Esta y otras que aparecen como si yo misma me las inventara.
Se repiten las escenas.
Siento que no las vi en la realidad, creo que fue en la televisión, en una enciclopedia, en un libro de
láminas.
No puedo cerrar los ojos.
(Cierra los ojos.)
Si me duermo los muertos vienen y hacen el simulacro de su propia muerte.
Veo como se ríen.
Muchos no tienen dientes.
Una familia de africanos se arrancan las cabezas a si mismos: la del niño se la coloca la madre la
del padre la toma la hija la de la hija se cae y rueda por el piso viaja entre otras familias muertas
envueltas en plásticos empañados la cabeza rueda llega hasta mis pies los ojos tristes de la niña me
miran tiene mechones de pelo enfangado sobre las mejillas y las mejillas ya no son de negra.
Toda la cabeza es gris.
No quiero dejarla tirada en el piso con esos ojos tristes y ese pelo sucio.
Trato de levantarla pero gruñe y me aprisiona los dedos con los dientes y aúlla como un perro.
Ahora es un perro, pero tiene manos, corre en dos patas, no tiene cola y se lleva mis dedos.
Abro los ojos y miro los dedos.
(Abre los ojos. Extiende las manos frente a su cara.)
Me miro los dedos y los cuento: uno, dos, tres, cuatro, seis...

HIJA.
¡Cinco!

SEÑORA.
Cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez...
(Grita.)
¡Ya se que están completos!
¿Por qué no puedo hablar de otra cosa?
(Pausa.)
Lo más espantoso de todo...

HIJA:

15
¿Hay algo más espantoso?

SEÑORA:
(Susurrando.)
La risa... me río.
Desde que mataron la familia del 16; la recuerdo y me río

HIJA:
Mamá...

SEÑORA:
Si. Es espantoso.

HIJA:
Mamá los quemaron.

SEÑORA:
(Grita.)
¡Lo se!
(Se ríe. no para de reír.)
No puedo dejar de reír.
Te juro que me avergüenzo.
Sueño que continúan amarrados a sus camas, que solo tienen libres las piernas y entonces corren
con sus camas amarradas a la espalda. Ardiendo en fuego... papá... mamá... y los dos pequeños...
(Susurrando.)
Como si apostaran una carrera hacia el río.
(Se ríe fuerte.)
La familia antorcha.
(Se ríe más fuerte.)
La familia colchón con patas.
(Deja de reír.)
Al llegar al río se lanzan y logran apagar su fuego, pero como no se pueden desatar... se ahogan.
(Estalla en una carcajada. La Hija la mira. No se ríe. Señora a la Hija.)
Si te da risa no te culpes.
No es nuestra culpa.
No es nuestra culpa.
Es una maldad de los muertos.
Vuelven calcinados
Decapitados
Sin ojos
Sin dedos.
Se meten en tus sueños y hacen un número de payasos.
Y los payasos dan risa.
(Ya no se ríe.)
Y me río.

HIJA:

16
¿Te vas a reír cuando nos quemen?

SEÑORA:
A las mujeres bonitas que son dóciles no las queman ni les quitan los brazos. Sirven para otra cosa.

HIJA:
No somos dóciles.
(Pausa.)
Vámonos mamá.

SEÑORA:
No hay tiempo.
Nunca hubo tiempo.
Ahora menos.
Ya no se ve el sol.
Ya vendrán.
(Pausa.)
No me gusta reírme.

HIJA:
No sueño con muertos.
No sueño.
Siempre tengo los ojos abiertos.
Me veo colgada del cuello con la cara roja muy roja a punto de estallar.
Estoy colgada en el panteón de los perros estrangulados.
Mamá...
No voy a volver muerta para hacerte un número de payasos.
Mamá...
Vámonos.

SEÑORA:
Tu padre dijo que no se iría.

HIJA:
Entonces nos van a matar.

SEÑORA:
Todavía hay luz.

(La iluminación baja en intensidad.)

HIJA:
Oscureció.

(La luz baja en su totalidad. Después de unos segundos las pupilas se dilatan y nos dejan ver de
nuevo a las mujeres. El terror casi no las deja mover.)

17
SEÑORA:
Ya quitaron la luz.
Ahora si oscureció.

HIJA:
Quiero gritar.

SEÑORA:
También yo.
(Señora e Hija alertas a cualquier ruido. Solo mueven el cuello y los ojos.)

HIJA:
(Susurrando.)
¿Qué?

SEÑORA:
(También en susurro.)
¿Cuánto tiempo hay de la planta hasta aquí?

HIJA:
¿A pie?

SEÑORA:
Si.
(Pausa.)
No han aprendido a conducir.
(Pausa.)
Solo a matar.

HIJA:
Diez minutos.

SEÑORA:
En diez minutos llegarán.

HIJA:
No van a poder entrar.
¿Verdad?

SEÑORA:
Nadie más vino a ayudarnos.
Tu papá está solo

HIJA:
(Fuerte.)
Cobardes.

18
SEÑORA:
(La abofetea)
¡No!
(Le pone un dedo en la boca.)
Shhhh...
Están muertos.
(La Hija mira a la señora.)
Si.
Hasta la Madama y sus putas.
Ellos no las quieren así.
Buscan carne como la nuestra.

HIJA:
Papa los matará y después nos iremos de aquí.
Lejos.
(Pausa.)
A otro país.

(Debajo del sofá hay dos cuchillos, la Señora los saca. Uno para la Hija, otro para ella.)

HIJA:
No se usar eso Mamá.

SEÑORA:
Entonces te lo clavarás antes de que ellos lo hagan.

HIJA:
No se como me voy a defender.

SEÑORA:
Solo hazlo.

HIJA:
Tampoco me voy a matar Mamá.
(Le devuelve el cuchillo a su madre.)

SEÑORA:
¿Vas a esperar a que te descuarticen?

HIJA:
No soy capaz de enterrarle un cuchillo a nadie y menos de enterrármelo a mi.

SEÑORA:
Entonces vete de juerga con ellos.

19
HIJA:
No van a poder entrar.

(Se escuchan los ladridos de un perro.)

HIJA:
Nos van a defender.

SEÑORA:
¿Un perro y un hombre con una escopeta?
(Se ríen. La señora pasa nuevamente el cuchillo a su hija.)
Escóndelo. Cuando estén cerca se lo clavas en la mitad de las piernas.
Si no lo matas por lo menos sabrás que no te podrá montar.

HIJA:
No voy a poder.

SEÑORA:
(Muy tranquila.)
Te van a cortar la cabeza.
Van a tirar un pedazo de tu culo en la mitad de la plaza y el resto de tu cuerpo al río.
Comida para los carroñeros.
No te vas a poder defender.
Defiéndete ahora que estás viva.

(Se escucha un disparo.)

HIJA:
Llegaron.
(Intenta clavarse el cuchillo. La señora la detiene y le dice...)

SEÑORA:
Todavía no.
Es tu padre para asustarlos.

HIJA:
Se van a asustar.
(Se acuesta en el sofá.)
Puedo dormir tranquila.
(Se levanta de inmediato.)
Se van a ir mamá.
Ven, acuéstate junto a mi.
Sueña con tus muertos.
Ríete.
(La señora niega con la cabeza.)
Entonces larguémonos ya.

20
¡Papá!
(Corre por el salón.)
Córtales la cabeza.
Dispárales a los testículos.
Pártelos por la mitad.
Bótalos al río.
(Se escucha otro disparo. La Hija se detiene. Trata de escuchar.)
...llegaron.
(Le quita el cuchillo a la Señora. Lo empuña. Ensaya un par de ataques. Lo empuña de otra
manera, lo mira como a un objeto desconocido. Lo tira lejos. Hija a la Señora.)
Voy a hacer todo lo que ellos digan.

(Se escucha uno de los nocturnos de Chopin. Las mujeres hacen una pausa. Escuchan. Se miran.)

SEÑORA:
Te pedirán cosas que no sabes hacer.

VOZ:
¡Comienza la función!
(Afuera se escuchan disparos, ladridos, risas, carreras, muchas carreras.)

HIJA:
¿Grito?
¿Corro?
¿Suplico?
¿Ataco?
¿Lloro?
¿Me río como tu?
¿Qué hago Mamá?

SEÑORA:
¿Qué hago hija?

(Los sonidos de afuera cesan.)

HIJA:
(Susurra.)
Se fueron.

(De afuera tocan muy suavemente a la puerta del balcón.)

SEÑORA:
¿Eres tu?

(Tocan a la puerta de la izquierda.)

HIJA:

21
¿Papá?

(Tocan a la puerta de la derecha.)

HIJA:
No es papá...

(La puerta del balcón se abre. Entra el Padre.)

HOMBRE:
Son muchos...

(Oscuro.)

22
IV.
SARNA.

PERRO:
(Al Perro. Su hijo.)
Eran muchos
Al amo lo dejaron vivo
Y a mi
Estaban distraídos con la Señora y la Hija
Me amarró el día siguiente al que mataron sus dos mujeres
Jamás volvió a acercarse a mi
Nunca regresó para mirarme
Si lo llamaba con aullidos mandaba a alguien a que me callara: con trozos de comida o con chorros
de agua.
El infierno es bueno.
Allí no te mueres, no te enfermas, no te pudres.
El nombre está mal dado.
Si el infierno es horror y dolor, no es allí, es aquí donde los padeces porque estás vivo.
Las cicatrices quedan toda la eternidad; como tengas la piel, las extremidades, el gesto de tu rostro
al morir, así seguirás viviendo toda tu muerte.
¿Ves las escamas?.
No soy un perro que quiere volverse pez, es la costra de sangre y polvo y saliva y lluvia y sol y
pelos muertos que deja la sarna padecida a la intemperie.
Cuatro años duré tapizándome de pústulas, arrancando con los dientes y las uñas veloces las capas
y capas de carne que picaba hasta llegar a la piel más primitiva; cercana a los huesos, manjar de
moscas y hervidero de gusanos.
Ahí acababa el angustioso y permanente cosquilleo del dolor.
Varias veces traté de estrangularme
Para morir como han muerto tantos cuando ellos llegan
Prensarme el cuello con la propia cadena que me sostenía a dos metros de mi árbol.
El único compañero.
La cadena era también perro
Se estaba pudriendo conmigo, hasta el final.
Cuando el corazón dejó de bombear sangre sarnosa, ella también reventó.
No sé que producía, pero estoy seguro que no era asco.
Terror tal vez, una bestia prófuga de un leprosario.
Mi pelo mojado, mis vejigas reventadas y mi población de ampollas, eran el vestido de un espectro
nada parecido a los perros caseros que corretean con los niños.
Era tal la impresión que a veces para no acercarse demasiado, dejaban la comida del día justo en el
punto donde la cadena marcaba su límite.
Así duraba horas intentando lo inútil, arañando el piso como a mi lomo, alargando el hocico... solo
alcanzaba el olor.
Las sobras acumuladas para el perro se pudrían intactas con más velocidad que mi piel.
(Abraza a su hijo. Su hijo grita)
No te asustes muchacho: ya no se prende.
Mientras estuve vivo no infecté a nadie

23
Ni a tu madre... Isla...

Isla...
(Pausa. Al fondo Isla se baña)
Isla venía, fiel como una loba en cada celo.
Dejaba que la montara y se iba.
Llegaba sudorosa de luchar con los pretendientes que rechazaba.
Se quedaban a la distancia...
Mirando el apareamiento
Sin atreverse a acercarse
Tal vez por miedo a ella
Tal vez por miedo a la sarna
(Pausa.)
Tal vez por no distinguir que animal era el que estaba convulsionando sobre ella.
(Olfatea el aire, como buscando un olor lejano.)
Un día dejó de venir, pero seguía sintiendo sus marcas olorosas a 2000 metros de distancia, rondaba
el aire con su mensaje dulce y abierto de estar preparada para la cópula.
Era cuando más lloraba: Un aullido lastimero.
Era cuando más picaba la piel: Chillidos de rata.
Era cuando más apretaba el cuello: Ladridos de angustia.
Dar vueltas a la misma parte, enredarme con mi propia cadena, inmóvil, sujeto muchas horas, las
coyunturas entumecidas.
Amarrado hasta la muerte como castigo por no defender la vida de las mujeres del amo.
Habrían hecho falta 10 perros más para detener los asesinos.
Estábamos solos
Nos dejaron vivos
Ni el amo ni yo pudimos
Hubiera sido preferible morir mientras las defendíamos
Perdedores
Uno de los perdedores encadenó al perro y se acostó viudo en su cuarto a esperar la
Muerte
Empecé a cambiar
No quería morir así
Mi gran ilusión era reventar los seguros, correr por última vez
Saltar por el ventanal de su dormitorio cortándome con el vidrio
Ver al amo despertando en la cama de su esposa muerta.
Una mirada frente a frente.
Uno contra uno.
Cerrar las mandíbulas sobre sus testículos o su cuello: Una prensa de hierro que aprieta hasta
triturarse a si misma.
Eso quería, antes de viajar al infierno.
De tanto intentarlo el cuello se desencajó y terminó balanceándose como el de una gallina muerta.
Habían terminado las punzadas y el escozor
(Quitándose el collar y la cadena. Colocándosela a su hijo)
Como un príncipe Danés, tienes que vengar el honor de tu padre.
Afila los dientes y cobra con sangre la sangre.
Ahí sigue él.

24
No se enteró de mi muerte, no me ha enterrado aún.
Sigo sujeto a sus decisiones.
Los bichos se disputan mi carroña.
Los buitres llegan cuando las hienas terminan de vomitar.

Como un perro he tenido que morir.


Como un perro me tienes que vengar.

25
V.
PREGUNTAS.

MUJER:
¿Qué recuerda?

NUEVO:
A las ovejas agrupándose por los ladridos.

MUJER:
¿Dónde está la luna?

NUEVO:
Por encima de los lobos.

MUJER:
¿Cuál es el virus?

NUEVO:
Nos estamos curando.

MUJER:
¿Se comió un pájaro alguna vez?

NUEVO:
Maté algunas gallinas.

MUJER:
¿Cómo se llamaba su amo?

NUEVO:
Olvidé el nombre después de que me tiró en la carretera.

MUJER:
¿Cómo es la tierra?

NUEVO:
Ya no la huelo. Camino en dos patas.

MUJER:
¿Tiene hambre?

NUEVO:
Si me desata se lo diré.

MUJER:

26
¿Quiere copular?

NUEVO:
No me gustan las perras.

MUJER:
¿Y los perros?

NUEVO:
(Silencio.)

MUJER:
¿Las mujeres?

NUEVO:
Los perros terminarán extinguiéndose.

MUJER:
¿Amigos?

NUEVO:
(Silencio.)

MUJER:
¿Madre?

NUEVO:
(Silencio.)

MUJER:
¿Qué es un cachorro?

NUEVO:
(Silencio. Luego, un pequeño quejido.)

MUJER:
¿Eso es un llanto o un aullido?

NUEVO:
Es la risa. Se reír.

MUJER:
¿Dónde está la basura?

NUEVO:
Yo como de pie.

27
MUJER:
¿Tiene miedo?

NUEVO:
Nadie me patea, nadie me ata del cuello.

MUJER:
Tiene atadas las manos.

NUEVO:
A la fuerza. Desáteme y trate de atarme de nuevo.

MUJER:
¿Sabe hacer fuego?

NUEVO:
Así huele mejor la carne.

MUJER:
¿Qué es el dolor?

NUEVO:
Tengo atados los tobillos y las muñecas.

MUJER:
¿Cuántos dedos hay en cada mano?

NUEVO:
Las tengo atadas a la espalda.

MUJER:
¿A la espalda o atrás del lomo?

NUEVO:
No me podrán colgar como a un perro.

MUJER:
¿Sabe conducir?

NUEVO:
Aprenderé.

MUJER:
¿Nombre de perro?

NUEVO:
No soy un perro.

28
MUJER:
¿Nuevo nombre?

NUEVO:
(Pausa.)
Vendrán por mi. Lo van a quemar, a usted y a los demás.

MUJER:
¿Camina entre la gente?

NUEVO:
Pronto estaré listo. Van a quemarlo todo.
Formaremos un Circo con putas amaestradas.
Construiremos un Museo exhibiendo miembros de perro.
Abriremos una Feria para que nuestros hijos los miren a ustedes dentro de una jaula comiéndose a
mordiscos por el hambre... como si fueran perros.
Tendremos una Galería con urnas de vidrio donde se expongan sus pieles.

MUJER:
¿Tiene sueños?

NUEVO:
Ya tengo las manos libres.
¿Quiere mirar?

MUJER:
(Silencio.)

(Oscuro.)

29
VI.
NOVIA.

(En el centro del paisaje. Perros asu alrededor. Se acercarán o alejarán dependiendo de las
dentelladas de Novia.)

NOVIA:
Ninguno va a acercarse, ni el que domine a los demás.
Deben matarse entre ustedes, si.
Rifar a dentelladas esta vulva larga.
Pero el ganador no me ganará.
Verá mis mandíbulas descubiertas.
No le daré la espalda a ninguno.
Si vienen en manada van a copularme muerta.
Quiero ser una hiena. Hoy soy una hiena.
La vagina obstruida.
No hay entrada para nadie.
¡Para nadie más!.
9, van 9, toda la manada, fueron pacientes, no atacaban siquiera a los que se quedaban pegados.
Solo me atacaban a mi cuando me rehusaba.
Que vergüenza.
No eran perros, como si fueran personas, como 9 hombres esperando su turno ante una puta.
Ninguno me defendió.
Aullaba de dolor y continuaban, no se detuvieron cuando comenzó la sangre; siguieron, siguió mi
hermano, siguió mi padre.
Y ahora ustedes me miran, me huelen.
Si pudiera detener la descarga de olores para no excitarlos o haría, pero es mi naturaleza, la misma
naturaleza que manda obedecer la voluntad de una hembra cuando esta no quiere un macho.
Estoy vieja, miren estos pechos
(Ríe.)
A mi ferocidad le quedan pocos dientes pero voy a matar a quien haga el más pequeño intento.
¿Para qué fecundarme?, moriré antes de que nazcan.
No habrá más partos.
Soy una hiena, no lo intenten.
El noveno eyaculó, dio la espalda y esperó.
El que más dolió, con el que más lloré.
Lo miré esperando, de espaldas a mi.
Lo sentí adentro, su verga hinchada, pulsando, marcando el ritmo de su corazón
El compás de su lengua colgante.
Estaba caliente, lo apreté, contraje los músculos, lloré, lloró, nadie miró, los demás habían
terminado y se dejaban adormecer por el sol.
Apreté más, trató de voltearse pero cualquier movimiento aumentaba su dolor, apreté Más.
Mi vagina una prensa dentada.
Así me defendía, cobraba por mi dolor, apreté hasta que se separaron los cuerpos.
Como las hienas hembras ahora yo también tenía un sexo largo y grande.

30
(Pausa.)
Los machos lamen sus sexos pintados con mi sangre.
Uno sin sexo se muere.
(Cae, uno de los perros huye temeroso, otros dos se acercan con cautela.)
No me puedo parar.
Tengo un espinazo corrompido porque los perros aprendieron a violar, las perras a vengar.
Vienen, los siento.
Vendrán y estaré muerta.
(Muere lentamente.)

ELE-I:
Se está muriendo

BABA:
Está muerta.

ELE-I:
No podemos dejarla aquí.

BABA:
Ya está muerta.

ELE-I:
Escondámosla antes de que lleguen ellos.

BABA:
El olor atraerá las moscas.

ELE-I:
Se la van a tragar.

BABA:
Hace días que no comemos carne.
(Mira fijo a Ele-i.)

ELE-I:
Es un perro, y nosotros también.

BABA:
Ellos se la comerán.

ELE-I:
Que ellos lo hagan
Yo no
(Marchándose.)

BABA:

31
Te alcanzarán.

ELE-I:
No son tan veloces.

BABA:
Hay muchos en el camino.

ELE-I:
Soy fuerte

BABA:
Si te alimentas serás más fuerte

ELE-I:
No digas nada más o terminaré tragándome tu lengua de porcino
Déjame ir

BABA:
Me dejas solo

ELE-I:
Si
(Olfatea el aire.)
Están cerca.

BABA:
Tengo hambre

ELE-I:
Te comportas como un cerdo
Huye

BABA:
(Sin escucharlo.)
Si nos ven con el hocico entre sus vísceras pensarán que somos del lado de ellos.
(Ele-i se marcha.)

BABA:
(Solo.)
Muerdo.

(Oscuro.)

32
VII.
PAREJA.

(Una mujer mayor completamente vestida de luto. Sobre su cabeza inclinada una mantilla del
mismo color del vestido. Llora en silencio, de rodillas ante el cadáver de su esposo. El espacio está
tapizado de muertos, perros muertos y hombres muertos, muchos envueltos en plástico. No hay
espacio por donde caminar. Por la izquierda entra Isla, por la derecha Dante. Se miran. Caminan
encima de los cuerpos, se mantienen a cierta distancia. Huelen. poco a poco, en círculos, se van
acercando. Cuando están a un par de metros se detienen. La mujer de luto continúa mirando a su
esposo.)

ISLA:
¿Sientes el olor?

DANTE:
¿El tuyo?

ISLA:
(Alegre.)
¿Lo sientes?

DANTE:
(Levantando el hocico.)
Es el más fuerte de todos los que hay aquí.

ISLA:
Entonces acércate.

DANTE:
¿Y los otros?

ISLA:
¿Cuáles otros?

DANTE:
¿No sienten el olor?

ISLA:
Les da miedo...

DANTE:
Yo no tengo miedo.
¿Por qué iban a tener miedo los demás?

33
ISLA:
Algunos cuerpos aún están calientes.
No hay sol pero tengo calor.
¿No tienes calor?

DANTE:
El río está lleno de cuerpos. El agua está contaminada. No se puede tomar.

ISLA:
Me podría acostar aquí, fingir que estoy muerta y esperar que por el olor algún perro me descubra.
Estoy más caliente que todos los que están aquí.
¿No tienes calor?

DANTE:
Ahora todos somos desconocidos.
Yo no se que haces aquí caminando entre los muertos y tu no sabes de donde vengo ni que busco.
(Isla le da la espalda. Levanta la cola.)
Quedan pocas.

ISLA:
Estoy yo
¿No es suficiente?

DANTE:
(Amenazante.)
El olor del celo no es tan fuerte como para evitar que te ataque.
(Dante le da la espalda.)
Las perras ya no son tan poderosas.

ISLA:
Espantamos los pretendientes a mordiscos.

DANTE:
(Aún de espaldas a ella.)
O los buscan entre los muertos.

ISLA:
(Colocándose frente a el.)
Tienes calor.
Quieres acercarte y comerte el almizcle.
Quieres montarme.
Quieres tener tu lengua batiendo mientras me montas.

DANTE:
¿Conoces alguno de estos?
¿Buscas a tu amo?
¿A tu padre.?

34
¿Vienes solamente a enloquecer con tus olores a los pocos vivos?

ISLA:
(Se lanza contra Dante, le da un pequeño mordisco en el cuello, se aleja unos pasos.)
Todavía somos poderosas.

DANTE:
Todavía quedan perros que respetan a los cachorros y a las hembras.
Es la ley.

ISLA:
(Se acerca al hocico de Dante, le da la espalda. Levanta la cola.)
Móntate.

DANTE:
No puedo.

ISLA:
Todos pueden.

DANTE:
Acabo de montar una.

ISLA:
(Acostándose.)
Puedo echarme a esperar.

DANTE:
Lloraba.

ISLA:
Conocí uno que lloraba cada vez que montaba una perra
Se quedaba quieto. Parecía que pensara.
¿Tu piensas?

DANTE:
Éramos 9.
La obligamos.

ISLA:
¿Y los demás?

DANTE:
Duermen.

ISLA:
Móntame.

35
DANTE:
No puedo.

ISLA:
Puedes montar una vieja y enferma y no a mi.

DANTE:
Me viste.
Estabas ahí cuando la montamos a ella.
Por eso viniste.
Quieres que te monten 9.

ISLA:
Quiero que me monte uno.

DANTE:
Eres tan sucia como yo.

ISLA:
Si.
Cuando estés encima puedo apretarte hasta arrancártela como lo hizo ella con el último.

DANTE:
¿Por qué no hiciste nada?

ISLA:
¿Qué hiciste tu?

DANTE:
(Intenta atacarla. No se atreve, se arrepiente.)
¿Y si no me viste?
¿Si no estabas allí?
¿Si yo tampoco estaba allí?
¿Si solo eran 8?
Yo no monté ninguna enferma.

ISLA:
Tienes memoria.
Cuando se tiene memoria se recuerda.
Sabes mentir.
Mientes para copularme.
Eras uno de los 9, 9 perros contra una perra vieja y enferma...
Aquí somos dos
Yo no estoy enferma y estoy joven... por eso no te acercas.
El olfato te empuja

36
¿Qué te retiene.?

DANTE:
Como si fueras uno de nosotros.

ISLA:
Como si ya no fueran perros.

DANTE:
No éramos 9.
10. Tu le décima.
El décimo.
Nos ayudaste a maltratarla.
No hiciste nada.
Solo mirabas.
Te gustó ¿verdad?
Eres más asesina que yo.
El olor de ella no te enloqueció, en cambio a mi me convirtió en una bestia, yo no podía hacer nada,
¡tu si!

ISLA:
Entonces enloquécete.
Quiero tener una bestia encima de mi.

DANTE:
Yo no quiero hacerlo de nuevo.
Tu si.

ISLA:
Tu también.
Te vi hacerlo
No me acerqué porque no parecían perros

DANTE:
Soy un perro

ISLA:
Por ahora
Si lo fueras completamente no habrías hecho lo que vi y yo no me habría quedado mirándolos
¡Ahora les gusta a todos!
¿No quieres copular sobre un lecho de muertos?

DANTE:
Lo seguirás haciendo, vas a provocarnos para que produzcamos más muertas y esta vez puede que
comiences y no alcances a terminar.
Mientras te monto voy a tragarme tu espinazo hasta encontrarte el corazón.

37
ISLA:
Somos iguales.

DANTE:
No.

ISLA:
Lo dijiste.
Somos iguales.
Mientras tu me tragas yo aprieto.

DANTE:
No puedes con tu propio olor.

ISLA:
Eres tu el que no es capaz de resistirlo.

DANTE:
Para los machos es natural, no para las hembras.

ISLA:
Comienza.

DANTE:
Todos lo van a saber.

ISLA:
Comienza.

DANTE:
Date la vuelta, levanta la cola.

ISLA:
(Se pone en cuatro patas.)
Todavía eres un perro.

DANTE:
¿Y tu?

ISLA:
Me llamo Isla.
Me estoy volviendo otra cosa.
Tal vez una mujer.
(Da la vuelta, queda boca arriba, abre las piernas.)
¿Puedes meterte por aquí?

38
(Oscuro.)
VIII.
PRINCIPE DANES.

(Amanece. El cuarto del padre con una cama y una ventana por la que se cuelan tiras de humo
raquítico salido de un fuego extinguido. En la esquina del cuarto una escopeta descansa contra la
pared.)

(Entra el Perro, viene de afuera, coloca las patas sobre la cama. Olfatea. Olfatea por el suelo,
escarba una bolsa con restos de comida. Lame de un líquido regado en el piso. Escupe.)

(Del interior de la casa ingresa el Padre, mira al Perro. Se queda inmóvil mirándolo. Da la
impresión que no lo mirara a el si no a través de el. Se acuesta en la cama. La mirada fija en el
techo.)

CACHORRO:
Mi padre murió.
Se pudrió.

HOMBRE:
Es el destino de los muertos.

CACHORRO:
Estaba podrido mucho antes de morirse.

HOMBRE:
Puedo ordenar que te encadenen del mismo árbol.
Lárgate.

CACHORRO:
La cadena se reventó.
¿Mandará comprar otra?

HOMBRE:
¿Ya eres una persona o todavía eres perro?
(Se ríe.)
¿Sabes hacer otra cosa diferente a oler y comer basura?
¿Tienes algo más que pelos?
¿Quieres que te adopte y así reemplace a mi mujer y mi niña por la compañía de un perro?
¿Sabes qué es la muerte?
¿Sabes lo que es quedarse solo?
¿Ya sabes reír?

CACHORRO:
(Es un gran cómico.)

39
Sobre la tierra, en el sitio exacto donde están enterradas tus mujeres nació una capa delgada de
musgo.
La piel desollada de tu esposa y tu hija fue reemplazada por la carne de la tierra.
Húmeda.
Debe gotear, atravesar el suelo y mojar los huesos secos de las dos.
Un acto milagroso de Dios puede que reconstruya sobre los huesos una fina membrana que se irá
volviendo pequeña cáscara, luego pellejo y luego carne y por fin piel y un día tal vez tus niñas
vuelvan a cubrir sus esqueletos con el vestido que les arrancaron los asesinos.
(Pausa.)
Ellos exhiben los cascarones de ambas por todas partes; los usan como capas, se disfrazan con
ellos, a veces los rellena de algodón y les colocan ropas robadas a otras muertas.
(Pausa.)
Cuando la piel paria de tus mujeres se rasgue, se acabe o los aburra, ellos vendrán por los huesos.
Deberías vigilar sus tumbas para evitar esto.
Ellos siempre lo hacen.
Mi padre me lo contó.
Sabía todo.
Como mataron las 15 familias.
Como mataron tus mujeres.
Como lo encadenaste al árbol.
Como te vengaste con quien no lo merecía.
Tal vez deberías ir por la piel, arrebatársela a los asesinos.
¿No puedes?
¿Te hace falta un perro que te acompañe?

(El Padre se levanta, toma la escopeta, la prepara para disparar. Apunta al Perro.)

CACHORRO:
Alguien desenterró los cráneos de tus mujeres y los enterró en otro lado

HOMBRE:
¿Quién?

CACHORRO:
Tal vez un perro.

HOMBRE:
(Baja la escopeta. Mira por la ventana.)
Elifaz de Temán tomo la palabra y dijo:
“Y no temerás a las bestias de la tierra;
harás un pacto con las piedras del campo,
y las bestias salvajes serán tus aliadas;
vivirás a salvo en tu tienda
y al revisar tu morada, nada te faltará;
tu descendencia será numerosa,
tus vástagos, como la hierba del campo;
llegarás a la tumba lleno de vigor

40
como el grano que a su tiempo se recoge.” 1

Job tomó la palabra y dijo:


“Mi carne está cubierta de gusanos y de costras terrosas,
mi piel agrietada, no deja de supurar.
Mis días corren más que la lanzadera,
se han acabado al terminarse el hilo.
Recuerda que mi vida es un soplo,
que mis ojos no volverán a ver la dicha.
El que me veía, ya no me verá;
cuando me mires, ya no estaré.
Como nube que pasa y se disipa,
así es el que baja al abismo para no volver;
ya no retorna a su casa,
su morada no lo vuelve a ver.
Por eso daré rienda suelta a mis palabras;
hablaré, pues mi espíritu está angustiado;
me quejaré pues estoy lleno de amargura.
Si digo: «El lecho me consolará,
la cama aliviará mi sufrimiento»,
entonces con sueños tu me espantas,
me aterrorizas con visiones.
Preferiría ser estrangulado;
morir, antes que vivir con este cuerpo,
ya no puedo más, no viviré por siempre;
déjame, que mis días son un soplo”. 2

CACHORRO:
¿Alguna vez rezaste por el?

HOMBRE:
(Pausa.)
No se pedir perdón

CACHORRO:
No te lo creería

HOMBRE:
No hay nada que hacer
Hay que dejar en paz a los muertos

CACHORRO:
Mi padre perdió la piel estando vivo...
¿Por qué tus mujeres no van a poder ser decapitadas si ya están muertas?

1
La Biblia. Job 5 (22-26)
2
La Biblia. Job 7 (5-11, 13-16)

41
HOMBRE:
Los dos estamos de luto y con heridas de muerte.
Hay que parar ya.

CACHORRO:
Hace un minuto me apuntabas con tu escopeta.

HOMBRE:
¿Dónde están mis niñas?

CACHORRO:
Cuando un perro es arrollado por un carro y queda vivo, tendido a un lado de la carretera, no
permite que nadie se le acerque ni lo toque.
Le clava los dientes al que intente tocar su herida.
No importa si es o no el conductor del carro asesino.
(Pausa.)
Eso hiciste con mi padre.
Decidiste cobrar la piel de tus hembras con la de él
Con el más cercano a tus heridas

HOMBRE:
¿Dónde las dejaste?

CACHORRO:
Tu mujer y tu hija van a durar 4 años partidas repartidas enterradas por todo el paisaje
Los mismos 4 años que duró mi padre esperando sujeto junto a su árbol, primero tu piedad, luego tu
muerte, luego esta venganza.

HOMBRE:
Aprendiste la venganza
Estás dejando de ser perro

CACHORRO:
Es una patraña tuya para que no me trague, como lo hace un perro,
Los huesos de tus mujeres
Para que no te clave los dientes y te cuente como tengo intactas
Las mandíbulas de perro

HOMBRE:
Hazlo entonces

CACHORRO:
No
No viste la muerte de tus mujeres
Mi padre si... quiero que escuches... después veremos

42
(El padre apunta nuevamente contra el perro.)

CACHORRO:
Luego te diré en que lugares enterré hueso por hueso

HOMBRE:
Después de escucharte te mataré

CACHORRO:
No tendrás fuerzas
¿Sabes por qué?
(Susurra cerca al oído del padre.)
Mentí: No están muertas
(Da un gran lametón en la mejilla del padre y se aleja rápidamente mientras dice...)
Los gritos que escuchaste no fueron los de tus mujeres
Ellas solo voces, fingidas por ellas...
... Y las risas...
... Esas si eran de tus vírgenes
No hubo necesidad de que les arrancaran la ropa
Ellas mismas con sus mismas manos lo hicieron
A veces la madre a la hija... a veces la hija a la madre
Enloquecieron a los asesinos
Y te engañaron a ti
¿Crees que los cuerpos sin piel que se quedaron tirados en el piso del salón eran de ellas?
No
Los traían las bestias para engañarte
El cuerpo más grande era el de la Madama
Y el que abrazaste como si fuera el de tu hija no era el de tu hija
Lloraste aferrado al cuerpo de la puta más joven del burdel
Las dos se marcharon con ellos
¿Por qué no vas a buscarlas?
Siguen bailando desnudas, danzan sobre los muertos
Se abren y muestran sus sexos como si fueran heridas para excitar las bestias
Se mantienen con vida
Esperan que vayas a rescatarlas
Rezan cada noche por tu llegada mientras todo un ejercito se sirve y se duerme
¿No recitas otra parábola?
Deberías visitarlas y contarles la parte donde Dios dice que la virginidad ocupa un lugar de
excelencia después del martirio
Hace rato perdieron la primera
Pero tienen mucho tiempo para lo segundo

HOMBRE:
¿Dónde están?

43
CACHORRO:
Vas a tener que buscarlas tu solo
El perro que siempre te acompañaba se pudrió

(Del interior de la casa entra Isla. Es casi una mujer. Aún tiene rasgos de animal.)

CACHORRO:
(La mira. Dura un momento antes de reconocerla. Sacude la cabeza. Está aturdido.)
Isla...

ISLA:
(Al padre.)
No vayas...

HOMBRE:
Están vivas

CACHORRO:
(A Isla.)
También tu
Por eso no volviste donde mi padre
(Al Padre.)
Por eso no lo soltaste
(Aúlla.)
¡Dejaste que se pudriera para poder estar con ella!
(A Isla.)
¡No te importaron sus aullidos ni sus dolores ni su queja por tu celo!

ISLA:
¿Crees que tu padre me hubiera recibido así?
¿Crees que si te viera así, hoy, estaría feliz?

CACHORRO:
¿Por qué no te fuiste?

ISLA:
¿Con ellos?
No
No voy a matar a nadie
No tenía a donde ir

HOMBRE:
¿Dónde están ellas?

CACHORRO:
(Coloca su hocico contra la cara del padre.)
¿La verdad?

44
Felices... divirtiéndose... bailando sobre una montaña de vergas... dejándose morder
A pedacitos
Riéndose...

(El padre golpea con la escopeta la cara del perro.)

CACHORRO:
¿Sabes por qué no me trago tu lengua?
Quiero verte la cara cuando mires a tus mujeres felices porque las bestias se reparten tus miembros

(El padre sale corriendo.)

ISLA:
Lo van a matar

CACHORRO:
Es la guerra
(Pausa. Mira a Isla, se da cuenta de que ella lo mira fijo.)
¿Qué?
¿Vas a provocarme para que te monte?
¿O repudias a los perros?
Mamá

ISLA:
Ya no eres un perro

CACHORRO:
Tu dejaste de serlo hace mucho
Me alegra que mi padre no te haya visto así

ISLA:
Ni a ti... así...
Ya casi no caminas en cuatro patas

CACHORRO:
¿Tu lo hiciste alguna vez o siempre te disfrazaste de mujer?

ISLA:
Tu también cambias y no lo puedes detener

CACHORRO:
No voy a dejar de ser perro

ISLA:
Es inevitable

45
CACHORRO:
Entonces ve y búscate otro

ISLA:
Vámonos

CACHORRO:
¿A dónde?

ISLA:
No quiero morirme aquí

CACHORRO:
Yo si
(Pausa.)

ISLA:
Entonces me quedo

CACHORRO:
Ya no sirve de nada

ISLA:
¿Dónde están las dos mujeres?

CACHORRO:
Siempre han estado enterradas en el mismo sitio
Ellas mismas se acuchillaron antes de que las tocaran

ISLA:
Lo inventaste

CACHORRO:
(Ríe.)
Todo
(Se da cuenta de su risa, se toca las comisuras de sus labios. Deja de reír.)
Tenía que vengar a mi padre
(Pausa.)
Pero no puedo matar a nadie

(Largo silencio.)

ISLA:
Sabes reír

46
CACHORRO:
No me gusta

ISLA:
(Acariciándolo.)
Te queda muy poco pelo, pero todavía tienes cola

CACHORRO:
Como ornitorrincos
Como si nos hubieran armado de pedazos

Oscuro final.

47
Las dos escenas siguientes decidí sacarlas de la estructura inicial porque no intervenían en la
acción. Su presencia era simple información del dolor de otros personajes. Como información las
anexo. Se dejan leer, pero hasta donde alcanza mi entendimiento no se dejan ver.

ADAGIO.

(Salón cerrado. Sucio, sin ventanas. El piso lleno de ceniza.)

CIEN:
(A Diez.)
Fue más grande de lo alguno haya visto.
De los muslos para abajo no eran más que serpientes enroscadas, y sus brazos, cuando los extendía,
llegaban a centenares de leguas de distancia, las puntas de sus dedos cabezas de serpientes y su
propia cabeza de asno bestial tocaba las estrellas.
Si quería, oscurecía el sol con las alas, la mirada era de fuego y escupía rocas inflamadas.
Cuando quiso asustó a los dioses; corrió hacia ellos y los inmortales y valientes dioses huyeron
despavoridos a Egipto, el miedo los hizo transformarse en animales.
No.
Ninguno en perro.
Zeus en un cabro
Apolo en un cuervo
Dionisio en una cabra
Hera en una vaca blanca
Artemis en un gato
Afrodita en un pez
Ares en un oso y Hermes en una grulla.
Con el tiempo fue un parque zoológico al que los hombres iban con sus niños a mirarlos y botarles
maní y galletitas desde el exterior de las jaulas.
La más antigua de las mujeres hermosas se casó con el, la mitad de su cuerpo era blanco, la piel
dulce; la otra mitad una serpiente moteada.
El se dejó seducir cuando vio su parte serpiente cambiando de piel y le pareció la mayor desnudez
de cuantas había visto.
Con los ojos quemó las escamas esparcidas en la tierra, introdujo sus dedos en el sexo del lado
mujer y rasgó hasta el lado serpiente completando el orificio.
El miembro en forma de cinocéfalo expulsó dentro de ella semen con fuego y rocas hirviendo.
Ella dejó rezumar veneno y los dos líquidos se volvieron una espuma brillante.
Tres gotas de la mezcla rodaron entre las cuatro piernas, formando tres ríos de lava.
El resto fecundó su vientre y 100 años después dio a luz:
Una serpiente acuática que vivía en Lerna
Una cabra con cabeza de león que respiraba fuego
Y dos perros: Ortro, el perro de dos cabezas de Geriones y el máximo y mayor de los perros:
CERBERO, el que conduce las almas al infierno.
Ahí está: afuera.
Para defendernos, devorar a los intrusos, los desertores y los cobardes que huyen. Nadie a vencido
a Cerbero.

48
VOZ:
¡Comienza la función!

DIEZ:
¿Volvieron con el fuego?

CIEN:
El perro lleva el fuego en la punta de la cola.

DIEZ:
Muchos han muerto quemados desde la cola hasta el hocico.

CIEN:
Se tornan rojos, les crecen alas y obtienen la inmortalidad. Perros eternos.

DIEZ:
No quiero ser inmortal.

CIEN;
Ya es muy tarde. vamos a arder.

DIEZ:
¿Y si salimos?

CIEN:
Terminaremos colgados junto a los hombres.

DIEZ:
Que nos defiendan los antepasados

CIEN:
Somos nosotros, el pasado es ya.

DIEZ:
Las historias que cuentas...

CIEN:
También las cuenta otro.

(Se escucha alguno de los nocturnos de Chopin.)

DIEZ:
Tengo calor.

CIEN:
Ya empezó la matanza
Escucha la música

49
Hay que comenzar a saltar.

DIEZ:
El piso quema.

CIEN:
Salta.

DIEZ:
La música...

CIEN:
Un perro repartió el fuego a una aldea de hombres; al terminar descansó sobre un trozo de madera
donde había sentada una mujer... la madera se prendió, la mujer se puso a llorar y dijo al perro: “Tu
me has deshonrado, ahora debes desposarme”.

DIEZ:
Las patas se me queman, las paredes están ardiendo.

CIEN:
Los celtas rinden homenaje a los héroes comparándolos con perros.

DIEZ:
Mírame, me quemo, salto como un perro de circo.

VOZ:
¡Que salten los artistas!

DIEZ:
Me canso, quiero morder el piso.

CIEN:
Salta, más arriba, salta.
Ya pronto nos saldrán alas para escaparnos.

DIEZ:
Como los buitres que nos están esperando.

CIEN:
No los mires.
No salto más.

DIEZ:
Tampoco yo.

CIEN:
Mírame.

50
DIEZ:
Estás ardiendo.

CIEN:
También tu.

DIEZ:
Estas brillando.

CIEN:
Tu también.
Mariposas enamoradas del fuego, volviéndose fuego.

DIEZ:
Lo que nos pasa es una historia.

CIEN:
Si
No vale la pena.
Nadie la va a contar

VOZ:
Fin del primer número.

51
COLOSTRUM

(Ante el tribunal.)

MADRE.
Jamás tuve que invocar a los lobos para tener hijos, como lo hacén las estériles.
Antes de esta tuve cuatro camadas; de la tercera, el padre fue mi primer hijo
De la quinta un desconocido.
Los cachorros siempre sanos.
Estos eran mis ultimos siete hijos.
Dejé que amamantaran solo una vez.
Chupaban como si fueran a seguir viviendo.
Era la primera y la ultima cena.
La leche se va acumulando.
Poco a poco empezarán a gotear cuatro pares de pezones.
Lágrimas sucias por mis hijos sin entrañas.
Me las comí.
Es la costumbre de las madres con los que no van a vivir... ¿no?
Quedaron como cascarones abiertos al sol.
Nacieron a la madrugada.
Vivieron el tiempo de las polillas que nacen en la mañana y agonizan sin conocer la noche.
Devoro mis hijos antes de verlos convertidos en otra cosa que no sean perros.
No quiero arriesgarlos.
Al padre lo vi una vez, cuando me montó, era jóven.
No se si aun es perro o si ya se transformó.

EQUIS.
Soy yo. Tengo sangre de perro y asi seguiré hasta morír como perro.

MADRE.
No es la hora de aparecer.
¿Dónde estabas?
Batiendo la cola ante una mao para que cuidara de ti antes que tu de él.
Apareces para copularme y para juzgarme cuando no estuviste para defenderme a mi a tus
cachorros.
No vangas a reclamar lo que unicamente fue mio.
Si vienes por tu semen sácatelo tu mismo.
No aulles.
Mírame:
No aullo
No chillo
No se llorar.
Mis niños siguen en mi vientre.
Conozco la ley.
Solo se elimina a los tarados a los débiles a los enfermos.
Mis hijos estaban todos sanos pero no por mucho tiempo.
Antes de abrir los ojos habrían sido colgados junto a los demás.

52
Donde deberías estar tu si hubieras a los tuyos como el perro que dices ser.
No te veo las heridas de la lucha.
A tus hijos si, estuvieron en la guerra con más ferocidad que el padre.
Y yo también.
¿Me condenarán a muerte?
Hay que darse prisa porque pronto vendrán por los que quedamos y sin saberlo van a hacer cumplir
el veredicto con más inclemencia que los jueces.
Pasarán muchos días después de que muera para que mis pechos dejen de gotear.
Asi que quien tenga sed y quiera chupar puede hacerlo, pero solo despues de que esté
balanceandome con el cuello desencajado y los ojos abiertos.
Voy a dejarlos muy desorbitados para mirar a los sedientos acercarse a hurtadillas.
Sobreviviendo sin dignidad a costa de los muertos.

(Se escucha un nocturno. De Chopin o del que sea.)

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