José llegó muy rápidamente a la cima, de las paredes de la prisión al palacio de Faraón. Su entrenamiento para esta importante posición incluyó ser esclavo primero y luego prisionero. En cada ocasión aprendió la importancia de servir a Dios y a los demás. Quizá Faraón procuraba que José fuera más aceptable a la cultura de Egipto al darle un nombre y una esposa egipcios. Probablemente quería restar importancia al hecho de que José era un pastor nómada, profesión que los egipcios menospreciaban, hacer que el nombre de José fuera más fácil de pronunciar y recordar y demostrar el gran mérito que tenía al darle a la hija de un funcionario egipcio prominente. José tenía treinta años cuando llegó a gobernador de Egipto. Era de diecisiete años cuando sus hermanos lo vendieron en esclavitud. Por lo tanto, había pasado once años como esclavo y dos en prisión.
LECCIÓN: Cualesquiera que sean sus circunstancias, por indeseable que sean, considérelas parte de su programa de entrenamiento para un futuro servicio a Dios.