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TRABAJO COMO PARCIAL

EL LIBRO DE LOS JUECES

Presentado por:
RIGOBERTO LONDOÑO GONZÁLEZ

Presentado a:
P. BLAS SAMIR LEMOS, CM.

SÍNTESIS BÍBLICA
I SEMESTRE DE 2020
EL LIBRO DE LOS JUECES
El libro de Jueces narra la historia de Israel desde la muerte de Josué hasta el tiempo de
Samuel, este periodo, durante el cual el pueblo desobedeció y se alejó de Dios
repentinamente. El escenario de este libro se desarrolla en una época difícil para Israel.
Donde la decencia, la apostasía y el pecado alejaban al pueblo de Dios. El Señor levantó
jueces (Otoniel, Ejud, Sangar, Débora y Barac, Gedeón y Abimelec, Tolá, Yair, Jefté,
Ibsan, Eleón, Abdon, Sansón) para superar dichas crisis. En este contexto de declinación
surgen los jueces como libertadores; gobiernan las tribulaciones y los sombríos años de la
historia de Israel y el cual finaliza con la instalación del santuario en Dan, el desorden
abominable de la nación y el deterioro político.
CONTEXTO HISTÓRICO
Por mucho tiempo investigadores y estudiosos de la biblia han privilegiado en este libro
una perspectiva sociológica. Por lo cual, la ocupación de la tierra de Canaán tuvo como
protagonistas a dos fuerzas que al fin terminaron por unirse: por un lado, un grupo de
esclavos liberados de Egipto por el poder de Dios YHWH; por el otro, grupos de
campesinos que se levantaron en armas contra los poderosos que vivían bajo la protección
de las ciudades- estado. Estos campesinos cananeos vivían en aldeas desprotegidas y
servían como fuerza laboral para cultivar las tierras que pertenecían a aquellos. Los
poderosos de las ciudades estado tenían ejércitos adiestrados que portaban equipos
sofisticados. Los campesinos y esclavos liberados que procedían de Egipto no tenían
ejército, ni conocían el uso del hierro. Su protección no venía de ejércitos imperiales, sino
de la mano poderosa de YHWH. El choque de fuerzas se explica a partir de los conceptos
hebreo de mishpat (consenso, orden establecido, sistema de gobierno) y sédeq (lo que es
recto, justo, correcto) dentro de los parámetros de mishpat. El libro de Jueces, aunque en
menor medida que el de Josué, muestra el enfrentamiento de dos maneras de entender el
mishpat o el derecho. La lucha de los “portadores de justicia” era el resultado del proyecto
de YHWH por crear una sociedad de iguales, en un contexto de paz y armonía. La falta de
éxito del proyecto se explica, en el mensaje del libro, por la incapacidad de Israel y de sus
líderes de seguir los lineamientos de YHWH y de confiar plenamente en Dios.
El interés del autor o de los autores de la tradición deuteronomista tenía una intención
pedagógica, por lo que se puede decir que, una primera versión del libro se produjo a
principios de la monarquía (1000 a. C.). en este momento el mensaje de la narración refleja
una actitud más bien favorable a la monarquía. Para terminar con el poderío filisteo, eran
necesarios un liderazgo con mucho poder y una nación unificada, y eso era exactamente lo
que ofrecía la monarquía. Más tarde cuando el libro pasó a formar parte del conjunto
literario conocido como historia deuteronomista (Jos, Jue, 1 y 2 Sm, 1 y 2 Re), el conjunto
del relato experimentó una primera revisión (reforma de Josías, 622) donde se nota que ya
no es la perspectiva pro-monárquica la que impera, sino la fidelidad a la alianza con
YHWH y la centralidad del templo de Jerusalén. Durante el exilio la historia
deuteronomista mira el mensaje de Jue desde otro ángulo. Ya no importa qué tipo de
gobierno o que institución política regían la vida de la nación, sino la maldad y el pecado
que han corroído las entrañas del pueblo de la alianza. Jue fue un terrible “espejo” y
recordatorio de las razones por las cuales Israel había perdido la tierra y su templo.
CARACTERÍSTICAS LITERARIAS
Ningún autor se menciona en el libro, pero el talmud judío identifica a Samuel quien fue un
profeta clave que vivió durante el tiempo que se llevó a cabo estos acontecimientos y
probablemente pudo haber resumido la época (1Sm 10, 25) El tiempo fue entes de la
captura de Jerusalén por parte de David 1004 a.C. (2Sm 5, 6-7) debido a que los jebuseos
aún controlaban el lugar. (Jueces 1,21) además el escritor se enfoca en una etapa en la que
todavía no había rey en Israel (Jueces 17,6;18,1; 2,25) debido a que Saúl comenzó su
reinado alrededor del 1043 a.C. poco después de que su reinado comenzara es probable que
se escribiera. El género literario es narrativo histórico y también profético.
En la Biblia hebrea, el libro de los Jueces sigue al de Josué e introduce al libro de Samuel,
haciendo la observación, como un estribillo, en su parte final, de que “en aquel tiempo no
había rey en Israel” (Jue 17,6; 18,1; 19,1; 21,25). Presenta así un tiempo intermedio entre la
conquista de la tierra (Josué) y la llegada de la monarquía (Samuel), el “periodo de los
Jueces”, entre 1200 y 1000 a. C., un tiempo reconocido en otros libros, como Rut 1,1 o 2
Re 23,22. Pero semejante conceptualización del tiempo supone una redacción bastante
alejada de los acontecimientos narrados, en una época que tiene en cuenta la periodización
de la historia israelita.
Estructura: (tomada del cuaderno bíblico n° 125 “El libro de los Jueces”).
El libro tiene dos introducciones. La primera se orienta hacia el pasado y acentúa el aspecto
militar y social de la nación (1,1- 2,5); la segunda se orienta hacia el futuro y pone más de
relieve el aspecto religioso de Israel (2,6- 3,6). La parte central, la sección que habla
propiamente de los doce jueces, se estructura de acuerdo con un paradigma cíclico, presente
ya en la segunda introducción (2, 11-23):
1. Los israelitas hacen lo malo delante de Dios.
2. YHWH los “vende” en manos de sus enemigos.
3. Los israelitas claman a YHWH.
4. YHWH suscita un “liberador”.
5. La nación “descansa” por un periodo de años.
De manera completa o parcial este paradigma cíclico se repite en los relatos
correspondientes a los denominados “jueces mayores” (Otoniel, Ehúd, Débora, Gedeón,
Jefté y Sansón). El autor se vale aquí de un procedimiento literario para mostrar el proceso
de desintegración social, religiosa y moral de la nación de la alianza. Entrelazados con los
relatos de los “jueces mayores”, aparecen los “jueces menores” (Samgar, Tolá, Jair, Ibsan,
Elón y Abdón). A diferencia de los mayores, los menores siguen un modelo particular.
Todos ellos se presentan con la fórmula: “Después de… vino…” (3,31; 10,1.3; 12,8.11.13).
Existen también dos conclusiones (17-18 y 19-21). La primera pone de relieve el aspecto
religioso; la segunda el militar y social. Junto con las dos introducciones, se presenta una
estructura concéntrica que está en correspondencia con las secciones periféricas del libro:
A. Hazañas militares (1,1- 2,5)
B. Dimensión religiosa (2,6- 3,6)
C. Cuerpo del libro: los doce Jueces (3,7- 16,31)
B´. Dimensión religiosa (17-18)
A´. Hazañas militares (19-21)

TEMAS TEOLÓGICOS
El liderazgo y la tierra: el tema del liderazgo aparece diametralmente opuesto al de Jos. En
el libro no aparece ningún líder de la talla de Moisés y de Josué. A nadie se le llama “siervo
de YHWH”, como ocurre en Jos. A medida que se desarrolla el libro van desapareciendo
los pocos buenos líderes tribales. En su lugar vendrán otros cuyo liderazgo está marcado
por la desconfianza en Dios, el interés personal o familiar, la violencia contra los propios
israelitas y el desorden moral y social.
Lo mismo sucede con el tema de la tierra. Si en Jos todos reciben la porción de la tierra
asignado a cada tribu, en Jue el pueblo tiene que luchar a cada paso contra la presencia de
naciones enemigas. La falta de la posesión de la tierra es aquí una declaración teológica
clara. La desobediencia a los preceptos de la alianza trae como consecuencia la incapacidad
del pueblo de Israel para ocupar la tierra o retenerla.
Decadencia religiosa y social: además del paulatino resquebrajamiento del paradigma
circular como recurso literario, otro rasgo característico se manifiesta en la forma en que se
presenta a la mujer. Las primeras mujeres aparecen como personas de empuje y valor,
capaces de tomar decisiones sobre la propia vida y la de otros, y aun de ejercer el liderazgo.
Ellas son Acsá, Débora Jael. Pero, a medida que avanza la historia las mujeres van
perdiendo protagonismo. Ya no toman iniciativas, sino que se van convirtiendo en víctimas
del machismo individual y colectivo, del egoísmo y del cambiante humor de los hombres y
de una indecible violencia social. El modo de viajar en burro muestra el radical contraste
entre la primera y la última mujer citada en Jue (1, 14-15; 19, 17-19).
El papel de Judá: además de estas dos formas de manifestar la decadencia de Israel, está el
papel desempeñado por la tribu de Judá. A diferencia de las otras tribus de Israel, rara vez
es Judá la protagonista de acciones perversas y de flagrante desobediencia a Dios. Desde el
capítulo 1 ella va de triunfo en triunfo y hasta aparece como la primera en vencer al
enemigo y ocupar su porción de territorio, aparece como la que conquista Jerusalén. En
otras partes del libro aparece, más bien como víctima de las malas acciones de las otras
tribus. Solo al final decide no comprometerse con las hazañas alocadas de Sansón, y al
cierre del libro es citada en forma irónica para una misión fracasada desde el comienzo.
El Espíritu de Dios: aún no se concibe al “espíritu de YHWH” en el marco de la Trinidad,
solo hasta el NT se puede hablar propiamente de “Espíritu Santo”, como se concibe en la
doctrina trinitaria. En el AT el “espíritu de YHWH” no se presenta como una “persona”
divina que santifica y transforma al creyente en la esfera moral y espiritual, sino como una
fuerza que procede de Dios y produce determinados efectos. En el libro de los Jueces, el
poder del espíritu garantiza el éxito en términos de poder militar o personal. Las personas
que lo reciben siguen siendo seres humanos llenos de miserias e imperfecciones. Varios de
ellos terminan su vida en la desventura y en el fracaso. La acción poderosa del espíritu de
Dios coincide con la manera en que esta manifestación divina se hace presente en la época
pre- monárquica y en las primeras etapas de la monarquía. El espíritu de Dios se
experimenta ante todo en momentos de sufrimiento y de penuria colectiva. El pueblo de
Dios se encuentra en grave peligro, y la fuerza del enemigo supera en mucho la capacidad
de Israel en mucho para librarse de esa amenaza. En tales circunstancias el espíritu se hace
sentir como un poder que cambia el curso de los acontecimientos, aunque de manera
indirecta. Por otra parte, nunca se presenta como “espíritu gurrero”. Los receptores del
espíritu de Dios no son estrategas militares ni hombres de guerra (3, 7-11; 6, 33-35; 11, 27-
29). En varios pasajes, el espíritu de Dios libera al pueblo de poderes enemigos que lo han
sometido a causa de su propio pecado. Por eso, más que espíritu de guerra es espíritu de
justicia y de misericordia, y su actividad está en relación con la gracia divina, ya que viene
a convertir a un individuo particular en “portador de justicia” sin tener en cuenta su
condición moral o espiritual.

HERMENÉUTICA DE ACTUALIZACIÓN
El redactor del libro, al presentar a cada uno de los jueces mayores desarrolla los elementos
de tradición con los que cuenta agrupándolos en torno al mismo esquema: Pecado- Castigo;
conversión- salvación. Podría decirse que todo el libro es una llamada a la fidelidad. Sin
ella no es posible mantener la Alianza, y el pecado es una grave ruptura de esa fidelidad
que introduce un desorden en las relaciones con Dios. Sin embargo, frente a la fragilidad
del pueblo se resalta la paciencia de Dios, que siempre vuelve a manifestar con su
protección el amor que tiene a sus elegidos. De modo personal, el libro es una llamada al
examen de conciencia que lleve a reconocer los propios pecados e infidelidades y a tener
confianza en Dios, que siempre es fiel y está dispuesto a traer la salvación cuando se lo
invoca con un corazón sincero.
La intervención salvadora de Dios comienza por la elección gratuita del hombre al que
corresponderá restablecer la situación. La gratuidad de la vocación es un rasgo
sobresaliente en todo el libro. Así lo expresa, por ejemplo, e1 diálogo de Gedeón con el
Ángel del Señor: “Él respondió: Señor mío, ¿cómo voy a liberar a Israel? Mi clan es el más
insignificante de Manasés y yo soy el más joven de mi familia. El Señor le dijo: Yo estaré
contigo y tú derrotarás a Madián como a un solo hombre” (Jue 6,15-16).
El libro también puede ser visto como un canto de liberación. Cuando Dios contempla las
dificultades de su pueblo ante el peligro y escucha su petición de ayuda, acude a liberarlos
de sus enemigos temporales. Estas experiencias de liberación son las primeras señales,
después de la liberación de Egipto, de esa acción divina que culminará en la liberación
definitiva. Estos recuerdos servirán para alimentar la esperanza en los momentos difíciles
del Destierro, y son anuncio de realidades más profundas que se manifestarán más adelante.
BIBLIOGRAFÍA
CANTERA, Francisco y IGLESIAS, Manuel. Sagrada Biblia, versión crítica sobre los
textos hebreo, arameo y griego. Ed. BAC, Madrid. 2015.
LEVORATTI, Armando J. Comentario Bíblico Latinoamericano. Antiguo Testamento I,
pentateuco y textos narrativos. Ed. Verbo Divino, Estella (Navarra), 2005. Pág. 633-661.
Grupo editorial Verbo Divino, textos de Xavier Pikaza. Ciudad Biblia, una guía para
adentrarse, perderse y encontrarse en los libros bíblicos. Ed. Verbo Divino, Estella
(Navarra), 2019. Pág. 76-81.
ABADIE, Philippe. El libro de los Jueces, Cuadernos Bíblicos n° 125. Ed. Verbo Divino,
Estella (Navarra), 2005.

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