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Collazo - Lignocellulosic Fractions From Rice and Coffee Husks To Improve Functionality of Biode...
Collazo - Lignocellulosic Fractions From Rice and Coffee Husks To Improve Functionality of Biode...
De todos los materiales disponibles para el envasado de alimentos, los plásticos han aumentado
exponencialmente en las últimas dos décadas, con un crecimiento anual de aproximadamente el
5%. Se estima que la producción anual mundial de plástico supera los 300 millones de toneladas, y
fue de alrededor de 59 millones de toneladas en Europa en 2014. De hecho, hoy en día, los
plásticos representan casi el 40% del mercado europeo de envases (Muller et al. 2017a). De los
materiales plásticos, los plásticos a base de petróleo, como el polietileno (PE), el polipropileno
(PP), la poliamida (PA), se utilizan ampliamente como materiales de embalaje debido a su
disponibilidad inmediata a un costo relativamente bajo, buenas propiedades mecánicas y de
barrera, termo -Capacidad de procesamiento y características químicas, que los hacen adecuados
para el envasado de alimentos. Sin embargo, a pesar de sus buenas propiedades, su uso y
acumulación implican serios problemas ambientales y una dependencia de los combustibles
fósiles. El 63% de los residuos plásticos actuales provienen de aplicaciones de embalaje, y se
estima que menos del 14% es reciclable. Teniendo en cuenta este escenario, y teniendo en cuenta
la creciente conciencia ambiental, la investigación se ha centrado en el desarrollo de materiales de
bioenvasado alternativos, derivados de fuentes renovables, que sean biodegradables o
compostables.
Los biopolímeros se pueden usar para aplicaciones de envasado de alimentos o para fines de
recubrimiento de alimentos, reduciendo el impacto ambiental y la dependencia del aceite (Rivero
et al. 2017; Emadian et al. 2017). Se pueden dividir en tres categorías principales, según su origen
y naturaleza biodegradable. Junto con los plásticos convencionales, no biodegradables, a base de
aceite, existen bioplásticos biodegradables no degradables (por ejemplo, tereftalato de
polietileno: PET), bioplásticos biodegradables de base biológica (por ejemplo, ácido poliláctico:
PLA, almidón y otros polisacáridos o proteínas) o biodegradables a base de fósiles. bioplásticos (p.
ej., policaprolactona: PCL, alcohol polivinílico. PVA o succinato de polibutileno: PBS). Por lo tanto,
los biopolímeros son biodegradables, de base biológica o ambos, y pueden clasificarse como
aquellos obtenidos directamente de la biomasa (polisacáridos y proteínas), biopolímeros sintéticos
de biomasa o petroquímicos (por ejemplo, PLA, PCL) o aquellos obtenidos por fermentación
microbiana (polihidroxialcanoatos: PHA y celulosa bacteriana ) (Nair et al.2017). Los primeros se
extraen directamente de los recursos biológicos y naturales y son de naturaleza hidrófila y algo
cristalina, lo que constituye una excelente barrera contra los gases. Los poliésteres biodegradables
(sintéticos o biosintetizados) son más hidrófobos y constituyen mejores barreras para el vapor de
agua. En general, las propiedades funcionales de los materiales basados en biopolímeros en
términos de sus propiedades mecánicas y de barrera deben adaptarse a los requisitos alimentarios
mediante el uso de diferentes estrategias, como modificaciones físicas o químicas (reticulación),
mezcla con otros componentes, rellenos, plastificantes o compatibilizadores (Ortega-Toro et
al.2017).
Los usos industriales de los biopolímeros se han restringido debido a sus propiedades mecánicas,
de barrera o térmicas, generalmente pobres, y a su alto precio. Se ha visto que la incorporación de
agentes de refuerzo micro y nano en la matriz para obtener compuestos mejora sus propiedades
funcionales y, por lo tanto, su competitividad en el mercado de los plásticos. Los compuestos
están formados por una matriz polimérica continua en la que se dispersan las partículas de relleno,
lo que contribuye a una modificación de las características funcionales del material (Azeredo et al.
2009). Se han utilizado rellenos que difieren en tamaño, forma, cantidad, distribución y naturaleza
química. Los materiales lignocelulósicos o celulósicos obtenidos de un agrowaste han sido
ampliamente estudiados como micro-rellenos orgánicos. Fibras de algodón (Ludueña et al. 2013),
paja de ajo (Kallel et al. 2016), cáscara de arroz (Johar et al. 2012), paja de trigo (Berthet et al.
2015) o piel de café (Sung et al. 2017) , se han utilizado como agentes de refuerzo en diferentes
películas de biopolímeros. Las micropartículas mejoraron significativamente el módulo elástico de
los compuestos al tiempo que proporcionan una gran resistencia térmica a las matrices debido a la
presencia de grupos hidroxilo que interactúan con la red de biopolímeros (Ludueña et al. 2013;
Berthet et al. 2015). Se pueden obtener diferentes nano-rellenos orgánicos, principalmente de
celulosa (nanocristales de celulosa o nanofibras), nanocristales de quitina / quitosano a partir de
desechos de crustáceos o nanopartículas de almidón. Estos agentes de nano-refuerzo mejoran la
resistencia a la tracción y el módulo elástico cuando tienen una distribución adecuada, afinidad
química con el polímero y una alta relación de aspecto. La estructura cristalina de nano-rellenos
mejora el factor de tortuosidad para el transporte masivo de moléculas de gas a la matriz de
biopolímeros, contribuyendo a la formación de una red unida por hidrógeno (Ng et al. 2015;
Azeredo et al. 2009; Azeredo et al. 2017) . Por otro lado, las partículas inorgánicas son relevantes
como agentes de relleno en los materiales de envasado de alimentos debido a la mejora de las
propiedades mecánicas y de barrera (MgO, carburo de silicio o nanoarcillas). Algunas de ellas
también exhibieron actividad antimicrobiana, como Ag, TiO2 y Nanopartículas de ZnO (Gutiérrez et
al.2017; Azeredo et al.2009).
Durante la última década, varios bioplásticos, de base biológica, biodegradables, o ambos, han
estado disponibles como una alternativa adecuada a los plásticos convencionales para aplicaciones
de envasado de alimentos (Fabra et al. 2014; Ortega-Toro et al. 2017). Al menos 90% de
biodegradable natural o sintético.
Los polímeros se descomponen en menos de 180 días (ASTM 2003). La figura 2 muestra los
principales polímeros de uso potencial en el envasado de alimentos. De los polímeros naturales,
diferentes polisacáridos y proteínas y biopolímeros producidos microbianamente se han estudiado
ampliamente para aplicaciones de envasado de alimentos.
Se obtienen otros polímeros biodegradables por síntesis a partir de monómeros de base biológica
(por ejemplo, PLA) y monómeros no de base biológica (por ejemplo, PCL, PVA o PBS). El PLA es el
polímero sintético más común obtenido de monómeros de base biológica. Las rutas sintéticas para
obtener PLA son a través de la polimerización de apertura de anillo de los ésteres del ácido y la
condensación directa del ácido libre (Cheng et al. 2009). El PLA tiene un gran potencial para la
industria del embalaje debido a sus propiedades mecánicas, de barrera y ópticas. Puede
procesarse utilizando tecnologías de producción fácilmente disponibles y exhibe un buen
comportamiento térmico y propiedades de barrera al vapor de agua, aunque es frágil y solo una
barrera moderada a los gases (Bonilla et al. 2013).
En la categoría de polímeros biodegradables a base de petróleo sintético, PCL, PVA y PBS son los
más representativos. PCL es un poliéster hidrofóbico semicristalino lineal, altamente flexible,
resistente y térmicamente estable (Correa et al.2017). En contraste, el PVA es un polímero
sintético soluble en agua que forma películas translúcidas con buena resistencia a la tracción,
alargamiento a la rotura y propiedades de barrera (Domínguez-Martínez et al.2017). El PVA se ha
utilizado en mezclas poliméricas, con glicerol como plastificante adecuado debido a su afinidad
química. El PBS es otro polímero termoplástico biodegradable que tiene una procesabilidad en
estado fundido deseable y buenas propiedades mecánicas, que son muy comparables a las de
polietileno (PE) o polipropileno (PP) ampliamente utilizados (Mizuno et al.2015).
Un medio alternativo para mejorar las propiedades de los biopolímeros para aplicaciones de
envasado de alimentos, y reducir algunos de sus inconvenientes, es mediante la incorporación de
micro o nanofillers a la matriz con el fin de obtener micro y nano compuestos. Los compuestos
tienen fases inmiscibles constituidas por la red continua de polímero en la que se dispersan las
partículas de relleno, generando así nuevas estructuras con diferentes propiedades a las de la
matriz de polímero original. El relleno puede modificar positivamente las características
funcionales del material, dependiendo de las interacciones de la red de polímero de relleno. Se
han utilizado diferentes tipos de rellenos, que modifican las características del material en función
de las interacciones matriz de relleno. El tamaño, la forma, la cantidad, la distribución y la
naturaleza química de las cargas son factores cruciales en las propiedades finales del material
compuesto.
Muchos estudios informaron el uso de diferentes tipos de rellenos. Como se muestra en la Tabla 1,
la celulosa se ha utilizado con frecuencia como agente de refuerzo en diferentes formas, como las
fibras celulósicas (Martino et al. 2015; Moustafa et al. 2016; Ludueña et al. 2012), celulosa
bacteriana (Fabra et al. 2016), fibras nanocelulósicas (Abdul Khalil et al.2016) o nanocristales de
celulosa (El-Hadi 2017; Fortunati et al.2013a; Follain et al.2013). En las matrices de polímeros, la
incorporación de cargas celulósicas afecta directamente las propiedades mecánicas y de barrera
dependiendo del tamaño de partícula (micro o nano), que es un factor significativo. Como han
observado varios autores, el tamaño de partícula tiene diferentes efectos sobre las propiedades
mecánicas. Cho y col. (2006) estudiaron el efecto del tamaño de partícula en las propiedades
mecánicas de los compuestos poliméricos con partículas esféricas de micro (0,5 mm) y nano (15
nm). Observaron que, a nanoescala, el módulo de Young y la resistencia a la tracción aumentaron
a medida que disminuyó el tamaño de partícula. En cuanto a las propiedades de barrera, se espera
que la nanoescala y una distribución homogénea aumenten el factor de tortuosidad para la
migración de moléculas a través del material compuesto, disminuyendo la permeabilidad tanto del
vapor de agua como de los gases. Por otro lado, la cantidad de relleno incluida afecta
significativamente las propiedades compuestas.
A altas concentraciones, la matriz polimérica podría perder cohesión y continuidad, lo que podría
conducir a una pérdida de propiedades funcionales (mecánicas y de barrera). En este sentido,
Maqsood et al. (2016) estudiaron la capacidad de refuerzo de los microcristales de yute más largos
hidrolizados con enzimas en matrices de ácido poliláctico. El módulo elástico y la resistencia a la
tracción aumentaron en un 40% y 28% respectivamente, una vez que la carga de relleno aumentó
al 5% con respecto al PLA puro. Sin embargo, una carga de relleno del 10% condujo a una
disminución del 32% en el módulo elástico y del 33% en la resistencia a la tracción con respecto a
los materiales que contienen el 5% de los rellenos. Otros rellenos orgánicos son los nanocristales
de quitina (Herrera et al.2016) a partir de desechos de crustáceos que mejoran las propiedades
mecánicas y la transparencia del PLA puro. Además, los nanocristales de almidón se agregan con
frecuencia a varios biopolímeros, mejorando las propiedades mecánicas y de barrera y
disminuyendo el tiempo de biodegradación (Mukurubira et al.2017; Le Corre y Angellier-Cousy
2014).
Residuos lignocelulósicos como fuente de agentes de refuerzo y compuestos activos útiles para
la aplicación de envases de alimentos.
Objetivo general
Objetivos específicos
1. Aislar y caracterizar las fibras de celulosa y los nanocristales de celulosa de las cáscaras de café y
arroz y analizar su capacidad de refuerzo en las películas de almidón de maíz, a través de su efecto
sobre el comportamiento a la tracción de la película.
2. Analizar las propiedades de refuerzo de las fibras de celulosa de las cáscaras de café y arroz,
cuando se incorporan a las matrices de almidón de maíz en diferentes proporciones, a través de la
caracterización de los cambios inducidos en la microestructura de la película, las propiedades de
tracción, barrera y ópticas y la estabilidad térmica.
Conclusiones
1- Los contenidos de celulosa de las cáscaras de arroz y café fueron similares en el rango de 34-
35%, lo que los convierte en una buena fuente de material celulósico para diferentes usos
industriales. La purificación de la celulosa, utilizando los tratamientos clásicos de álcali y
blanqueamiento, fue efectiva para eliminar la hemicelulosa y la lignina, proporcionando fibras
blancas con un grado de cristalinidad de aproximadamente 50% y una longitud de 60500 µm, con
buena estabilidad térmica. Las fibras de café eran más planas y más dobladas helicoidalmente que
las fibras de arroz. La hidrólisis ácida de ambas fibras dio lugar a CNC, con pequeñas diferencias
morfológicas. Los CNC de la cáscara de café eran ligeramente más delgados (20 contra 39 nm, de
diámetro promedio), pero con una relación de aspecto similar (superior a 10). Los CNC exhibieron
una estabilidad térmica ligeramente menor que las fibras de celulosa. Las propiedades de las
fracciones celulósicas de la cáscara de arroz y café las hacen muy adecuadas como materiales de
refuerzo en los compuestos de biopolímeros, especialmente el refuerzo de tamaño nanométrico
que aumentó el módulo elástico de las películas de TPS en un 186% y 121%, respectivamente. Por
lo tanto, la cáscara de café representa una fuente interesante de material de refuerzo celulósico,
cuyo uso en diferentes aplicaciones, como materiales de embalaje, podría aumentar el valor de
estos desechos.
2- Las fibras celulósicas de café y cáscara de arroz provocaron un efecto de refuerzo relevante en
las películas de TPS plastificadas con glicerol, siendo mayor (más del 200%) cuando el contenido de
fibra aumentó hasta el 10% en peso, mientras que redujo la capacidad de estiramiento de la
película. Sin embargo, la CF mantuvo mejor la ductilidad de la película que la RF al 1 y 5% en peso.
Este efecto de refuerzo se mantuvo durante el almacenamiento de la película (28 semanas). Se
observó una red de fibras orientadas finas en la superficie de las películas, lo que podría contribuir
en gran medida al aumento de la resistencia a la deformación de las películas. Las fibras
distribuidas en la parte interna de la matriz exhibieron una buena adherencia a la red de polímeros
como lo revela el análisis FESEM de la sección transversal de la película. El WVP de las películas de
TPS no se redujo en compuestos, aunque el OP se redujo en aproximadamente un 17%. La
transparencia de la película disminuyó por la adición de fibra en el rango UV-VIS, lo que podría ser
interesante para preservar los alimentos de las reacciones de oxidación inducidas por la luz. La
estabilidad térmica de los compuestos fue ligeramente mayor que las películas netas de TPS. Estos
resultados indican la excelente capacidad de las fibras de las cáscaras de café y arroz para mejorar
las propiedades funcionales de las películas de TPS, a la vez que representan una buena alternativa
para dar valor agregado a estos desechos agrícolas.
4- Las matrices almidón-PLA compatibilizadas con PCL injertada presentaron una mejor dispersión
del PLA en la fase continua de almidón, especialmente para la mayor cantidad de compatibilizador.
El uso de PCLG provocó una inversión de fase en la matriz cuando el 40% del almidón fue
sustituido por PLA. Las interacciones entre polímeros y compatibilizadores podrían deducirse de
datos microestructurales, térmicos y espectrales. Las películas de mezcla compatibilizadas
exhibieron valores más altos de EM que las películas de almidón puro, pero fueron menos
extensibles, con una resistencia a la tracción similar a la rotura, los valores dependientes de la
relación PLA y el tipo y concentración de compatibilizador. Desde el punto de vista mecánico, la
formulación de la película que contiene aproximadamente 20% de PLA y 5% de PCLG exhibió una
buena resistencia a la tracción y una gran extensibilidad, siendo adecuada para fines de envasado.
El WVP se redujo mezclando hasta 33 o 50% para aproximadamente 20 y 40% de PLA,
respectivamente, aunque las películas con 40% de PLA y 5% de PCLG, exhibieron una reducción
más marcada (67%). La incorporación de compatibilizadores disminuyó significativamente la OP en
aproximadamente un 40% con respecto a las muestras no compatibilizadas, independientemente
del% de PLA y el tipo y cantidad de compatibilizador. Por lo tanto, sustituir el 20% del almidón por
PLA e incorporar el 5% de PCLG sería una buena estrategia para obtener películas que sean útiles
para el envasado de alimentos; La fase de almidón proporcionó a las películas una excelente
capacidad de barrera al oxígeno, mientras que el PLA mejoró la resistencia mecánica y redujo la
permeabilidad al vapor de agua. En particular, los productos secos o parcialmente deshidratados y
los alimentos grasos o sensibles a la oxidación podrían empaquetarse adecuadamente con estas
películas, mejorando así su conservación.
5- Las fracciones lignocelulósicas de la cáscara de café podrían usarse para mejorar las
propiedades funcionales de las películas de PLA de almidón compatibilizadas, dependiendo de su
uso final. De las fracciones celulósicas, la CF no era adecuada para mejorar la funcionalidad de la
película de mezcla, pero el CNC previamente incorporado en la fase de almidón fue eficaz para
reforzar las propiedades de tracción del material (148% y 45% de aumento en EM y TS,
respectivamente) y en la reducción de WVP y OP de las películas (reducciones de 28% y 42%,
respectivamente en WVP y OP). Del mismo modo, el extracto antioxidante no impartió un mejor
rendimiento mecánico a las películas de mezcla, pero redujo su permeabilidad al oxígeno y confirió
su capacidad antioxidante, promoviendo su utilidad para prevenir las reacciones de oxidación de
los alimentos.
Como conclusión general, las cáscaras de café y arroz representan una fuente interesante de
material de refuerzo de celulosa y compuestos activos, con propiedades antioxidantes y
antibacterianas (probado en L. Innocua y E. coli). Ambos agentes de refuerzo y activos aislados de
ambos residuos fueron efectivos para mejorar las características funcionales de las películas de
almidón. El módulo elástico y la resistencia a la rotura se mejoraron, especialmente cuando se
utilizaron refuerzos de tamaño nano y extractos activos, mientras que se redujo la capacidad de
estiramiento de la película. Los extractos activos proporcionan a las películas una mayor capacidad
de barrera al oxígeno y actividad antioxidante y, como en el caso de los rellenos, reducen la
transparencia de la película en el rango UV-VIS, todo lo cual es de interés para preservar los
alimentos de la luz inducida reacciones de oxidación La mezcla de almidón y PLA con PCL
funcionalizado también mejoró la funcionalidad de las películas de almidón, aumentando su
resistencia mecánica y promoviendo su capacidad de barrera para el vapor de agua. La
incorporación de fracciones lignocelulósicas en las películas de mezcla fue menos efectiva en
términos de refuerzo mecánico que en las películas de almidón neto, pero mejoró su capacidad de
barrera de vapor de agua, mientras que los extractos activos también conferían actividad
antioxidante. Por lo tanto, el uso de fracciones lignocelulósicas de cáscara de arroz y café permite
una mejora en la funcionalidad de las películas a base de almidón, haciéndolas más adecuadas
para cumplir con los requisitos de envasado de alimentos. Teniendo en cuenta la naturaleza
biodegradable de los materiales utilizados y la valorización de los subproductos, las películas
desarrolladas se encuentran en el marco de la economía circular y proporcionan materiales
sostenibles interesantes para aplicaciones de envasado de alimentos. Se deben realizar estudios
de aplicación específicos en diferentes tipos de productos alimenticios para validar su utilidad.