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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos
Al Staff Excomulgado: Excopic por la
Traducción, a Kiti08 por la Corrección,
Diagramación y Lectura Final de este Libro para
el Club de Las Excomulgadas…

Pepper Espinoza – Avance Progresivo – Wildcats II


A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que
nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras
Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan
siempre. A Todas….

Gracias!!!

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El Club de las Excomulgadas

Argumento
Han pasado ocho meses desde que Melanie Smith conoció al quarterback
de los Wildcats, Derek Fox. Compartieron una noche que nunca olvidó, pero pensó
que eso sería todo entre ellos.

Hasta que Derek la invita a la apertura de la temporada en California.

¿Será que él quiere sólo otra noche salvaje con su mayor fan? ¿O será que
invitó a Melanie porque tiene algo más permanente en mente?

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El Club de las Excomulgadas

… Melanie se dio la vuelta, con una sonrisa tan amplia que pensó que se la
partiría la cara. Derek ya había tirado el casco a un lado y se sacaba las
almohadillas, y el pelo empapado de sudor se cernía sobre su frente. También
estaba sonriendo. Radiante, de hecho. Nunca había visto una sonrisa como la suya.

“Esperaba que estuvieses aquí”

“¿Dónde más podría estar?”

“No lo sé. Comprando una cerveza. Enfrentándote al tráfico de vuelta al


hotel” Sonrió tímidamente, y su pecho se apretó en respuesta. “O simplemente

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perdida en algún lugar”

“Eres sólo...” Increíble. Pero no tuvo oportunidad de decirlo porque Derek


reclamó sus labios en un duro beso. Su boca era como recordaba, e inmediatamente
gimió en el beso. Con sus brazos a su alrededor, y ella le ahuecó la parte de
posterior de su cuello, presionando su pecho contra el suyo, hundiendo su lengua
profundamente en su boca. Tan pronto como obtuvo su sabor, quiso más. Quería
subir por su cuerpo y romperle la camiseta de los hombros y tan solo devorarlo.

La multitud era un rugido sordo a su alrededor, pero Melanie no pudo oír


absolutamente nada, excepto el sonido de su propio corazón. Su abrazo era
apretado, y se dio cuenta que podría aplastarla. ¿Era más fuerte ahora? Tendría
sentido. Probablemente se había forzado duramente durante la temporada baja,
preparándose para el nuevo Campeonato. Quería poner las manos sobre su cuerpo
y lamer el sudor de su garganta y saborear el campo, el sol y la victoria en su piel.
¿Realmente habían pasado ocho meses desde que habían pasado la noche juntos?
Parecía haber pasado mucho más tiempo. Mucho más tiempo...

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El Club de las Excomulgadas

Melanie Smith ha sido una ávida fan del fútbol desde sus primeros
recuerdos. Ha estado en tantos partidos como pudo pagarse – cierto glorioso año
había ganado abonos para la temporada – y casi había diezmado su parca
economía para poder comprar una entrada para el Campeonato y ver a su adorado

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Wildcats jugar, y finalmente perder. Tenía los recuerdos, las cintas de sus partidos
favoritos, los libros de estadísticas, y hasta incluso un autógrafo o dos. Pero nunca
había soñado que estaría mirando a su equipo favorito desde un palco de lujo en el
fin de semana de la apertura, por invitación del quarterback de dicho equipo. Pero
allí estaba, vibrando con emoción mientras los jugadores se alineaban para el saque
inicial, y solo sintiéndose un poco fuera de lugar.

El palco estaba aparentemente destinado para las esposas de los jugadores


y sus familias. Ellas se sentaron juntas, en pequeños grupos, hablando de sus hijos,
compras, viajes, y, de vez en cuando – muy de vez en cuando – de fútbol. Ninguna
de ellas intentó entablar una conversación, para su gran alivio. No estaba allí para
hablar con extraños sobre cosas sin importancia. Estaba allí para ver el fútbol y...

Bueno, no sabía por qué estaba allí. Había intercambiado algunos e-mails y
cartas con Derek Fox, después de su noche juntos en el último enero. Había sido
más que emocionante recibir un e-mail de Derek Fox, aunque apenas la pusiese al
día de cómo estaba yendo el entrenamiento de campo. A medida que entraron en la
pre-temporada, los mensajes fueron disminuyendo de ocasionales a ninguno.
Melanie no se había perturbado con eso, al contrario estuvo sorprendida de que
hubiese estado interesado en mantener el contacto con ella.

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Una semana antes de la apertura de la temporada, recibió un mensaje de
texto de él. Hola. ¿Tienes planes para el próximo domingo? Por supuesto, ella dijo que
no. Incluso si los hubiese tenido, habría dicho que no. Pensó que tal vez él fuera a
hacer algún guiño para saludarla en la entrevista post-partido, o tal vez le dijese que
planeaba dedicarle su primer touchdown. Ambas opciones eran emocionantes, y un
poco infantiles, pero le daban escalofríos pensar que pudiese estar pensando en ella
durante todo el partido. Nunca había esperado una invitación para ver el primer
partido desde el palco. Melanie no se lo pensó dos veces antes de subirse a un avión
y volar por todo el país hasta California.

La serie de acontecimientos que la llevaron a ese momento fueran muy


reales, pero en realidad, estar en el palco era poco menos que surrealista. Ella
aguantó la respiración cuando los Wildcats se alinearon para recibir el primer chute

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de salida. En minutos, Derek estaría en el campo. Parecía que pasó una eternidad
desde que lo había visto por última vez, a pesar de haber seguido el mayor número
de partidos de pre-temporada que pudo. Melanie sabía que estaba siendo un poco
boba, pero casi tuvo que sentarse sobre sus manos para evitar aplaudir mientras la
pelota surcó el aire y aterrizó suavemente en los brazos del receptor asignado.

Nadie más en el palco parecía notar que el partido había comenzado.


Melanie supuso que tenía cierto sentido. Todo esto no era novedad para ellas. La
mayor parte de sus vidas giraba en torno al fútbol, el juego en sí era probablemente
insignificante. Melanie pensó que jamás adoptaría esa actitud indiferente si
estuviese en sus zapatos. No es que creyese que estaría en sus zapatos.
Definitivamente no tenía ninguna expectativa para el fin de semana. Derek podría
no tener la ocasión de verla después del partido, y ella tenía que volar a casa a la
mañana siguiente, independientemente de lo que sucediese o no, entre ellos.

Pero si fuese la novia de un jugador – o la esposa – estaría aun más


decidida a ver cada jugada. El orgullo de ver a su marido ganar un partido debía ser
enorme. Además, querría ayudar activamente. Con ese fin, tendría que prestar
atención.

Melanie negó con la cabeza. Estaba colocando el carro frente a los bueyes.

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Peor que eso, estaba saliéndose de la realidad y visitando la tierra de
fantasía. Nunca iba a ser la novia de Derek, o su esposa. Aquella no era el tipo de
relación que tenían. Principalmente porque no tenían una relación. Habían pasado
una noche juntos, e intercambiaron algunos e-mails. Probablemente pasarían dos
noches juntos. Tal vez no. Necesitaba dejar de pensar en ello.

No lograba dejar de pensar en ello. Las horas que había pasado con Derek
habían sido completamente increíbles. Más que un sueño hecho realidad, porque
nunca había soñado con algo así en su vida. Derek había estado deprimido con la
derrota en el Campeonato. Ambos lo estaban. Una vida de sueños había sido
aplastada con la pérdida de un único balón. Había sido una dolorosa forma de
terminar una temporada mágica.

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Melanie aun no podía creer su suerte al tropezar con Derek. Esa suerte se
mantuvo cuando estuvo de acuerdo en ir a casa. Él había sido divertido,
apasionado y completamente sorprendente. Melanie podía admitir ante sí misma,
que probablemente había sido el mejor amante que jamás había tenido.

Su coño se contrajo con el recuerdo. El rostro de Derek apareció de repente


en la gran pantalla de la esquina, y sintió una ola de calor la atravesaba. Desde
aquella noche, cada vez que lo veía, se sentía excitada con el recuerdo. Fue
simplemente perfecto. Tal vez no en la definición de perfección de todo el mundo,
pero Melanie no podía encontrar un sólo defecto. Lo que le aterrorizaba, porque el
hombre era humano. Claro que tenía fallas. Por supuesto que no era perfecto. Pero
era difícil ver más allá de su propia pasión.

La primera jugada del partido fue casi suficiente para hacerla cambiar de
opinión. Derek envió su primer lanzamiento a la línea de veinticinco yardas, se
echó hacia atrás, a continuación, tiró un pase perfecto. La espiral fue hermosa.
Flotó en el aire, en lo que pareció una eternidad, y después cayó tan suavemente
como era posible, en las manos extendidas del receptor. No había un defensa
alrededor en varios metros, y él estuvo corriendo incluso antes de tener la pelota
segura debajo del brazo. Era apenas un borrón en blanco y azul mientras corría
junto a la línea lateral de las treinta, las veinte, las diez...

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“Vamos. ¡Corre! ¡Corre! ¡Joder! No pares. No pares... No...” Melanie se
puso en pie, sacudiendo los puños en el aire, y gritando emocionada.
“¡¡¡TOUCHDOWN!!! ¡Sí! ¡Joder, eso ha sido impresionante!”

Melanie se giró para celebrarlo con la persona más próxima, como si


estuviese viendo el partido en su bar favorito, el Point After, en vez del palco de
lujo, rodeada por extraños. Nadie le devolvió el sentimiento. De hecho, todas la
estaban mirando como si hubiese derramado una botella de champán sobre su
cabeza, y usado la mesa de los postres como cuarto de baño.

“Rogers acaba de marcar un touchdown” Dijo, deseando que el suelo se


abriese y la tragase. Y odiándolas por su vergüenza. ¿Por qué tendría que estar
avergonzada, por actuar como una fan en medio de un partido de fútbol?

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“Si, eso es muy emocionante” Dijo una mujer elegante en un tono que
indicaba que no era interesante en absoluto.

Melanie sonrió firmemente y se acomodó en su asiento, resuelta a no


volver a ver un partido en el palco, aunque Derek le enviase otra invitación.
Prefería mucho más estar en el bar, con unas cervezas frías, rodeada por altos,
ruidosos y animados amigos. Estaba tan resuelta a no atraer más la atención sobre
sí misma, que el propio partido parecía arrastrarse. Había una barra libre, pero ni
siquiera quiso arriesgarse a cruzar el pequeño espacio para conseguir una cerveza.
Por lo que sabía, beber en un partido de fútbol estaba tan mal visto como divertirse.

“¿Disculpe?”

Melanie saltó con el golpecito en su hombro. “¿Qué? No hice ningún


ruido”

El joven esbozó una confundida sonrisa. Probablemente no tendría más de


diecisiete o dieciocho años. Su visera, camiseta e insignia, todo anunciaba
orgullosamente que era parte de la organización Wildcat, aunque su función exacta
no quedase clara. ¿Aguatero? ¿Ayudante de alguien? ¿Hijo de alguien?

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“¿Me preguntaba si usted es Melanie Smith?”

“Lo soy”

“Yo soy Tony. Derek me envió hasta aquí para buscarla”

Melanie arqueó las cejas. “¿Para buscarme?”

“Eso es lo que me ha dicho, señora. 'Vete a buscar a Melanie Smith'”

“¿A dónde vamos?”

“Abajo, junto a la línea de juego, señora”

Melanie miró al joven, boquiabierta. ¿Línea de juego? Nadie iba a la línea

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de juego, a menos que fuese un técnico, un jugador o un entrenador. La gente no
conseguía pasar el rato en la línea de juego, y ver el último cuarto del partido. No
era así como funcionaba. Por lo menos, no en la realidad. Pero Melanie,
aparentemente, ya no estaba viviendo en el mundo real. En algún lugar entre ese
punto y enero, había pisado en la tierra loca fantasía, donde consiguió tener sexo
con su quarterback favorito, antes de que la invitase a vivir todos sus sueños.

Mantén la calma. A él le gustas porque no eres una loca. Por tanto, cálmate y haz
como si fueses a la línea de juego de los partidos profesionales todo el tiempo.

Buen consejo. Excelente consejo, de hecho. Se calmaría y se mantendría


fría. Se levantó y frotó las palmas contra sus vaqueros. “Muéstrame el camino”

Podría haber sido su imaginación, pero creyó oír un suspiro de alivio


cuando salió del palco. Afortunadamente, no necesitó demasiado esfuerzo para
empujar a aquellas idiotas fuera su mente, y concentrarse en la razón por la que,
para empezar, estaba allí.

“Así que... ¿él hace este tipo de cosas a menudo?” Preguntó Melanie.

“¿Señora?”

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“Ya sabes, ¿Derek normalmente invita mujeres a verlo jugar y después las
lleva a la línea de juego?”

“No que yo sepa, por sólo llevo aquí unos meses”

Muy bien. Esperaba que ella fuese un poco especial para él, entonces.

Él ciertamente la hacía actuar completamente fuera de lo normal. Melanie


normalmente no llevaba hombres desconocidos a su casa, y pasaba horas y horas
adorando cada centímetro de su cuerpo. Sin embargo, lo había sentido como algo
correcto a hacer en ese momento. Era evidente que, actuar por impulso no siempre
era una mala idea.

Tony caminaba por el gigantesco estadio como si estuviese caminando a

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través de su propia casa, guiándola a través de una serie de pasillos sin
complicaciones. Todo, desde su cuero cabelludo hasta sus rodillas, hormigueaba de
anticipación. Iba a ver a Derek de nuevo. Iba a mirar el juego de fútbol de su
equipo favorito. Incluso podría tener la oportunidad de conocer al entrenador.

No, decidió que probablemente no lo conocería. Ella solo era una aventura
de Derek. No la chica que presentas a tu entrenador. Decidió seguir las
instrucciones de Tony al pie de la letra. Se sentaría donde le dijese que se sentase, y
mantendría la boca cerrada y los ojos en el partido de fútbol. Las oportunidades de
que nadie la molestase eran buenas, e iba a hacer su mejor intento para no molestar
a ninguno de los jugadores. Este era su trabajo. Estaban trabajando.

Salir del oscuro túnel hacia la luz del final de la tarde le robó el aliento. El
campo que había visto tantas veces por televisión parecía completamente diferente
en persona. Era más grande, más alto, y hermoso. Deslumbrante. Los sonidos del
partido y de la multitud, el olor de la hierba, a sudor, a palomitas de maíz, y los
colores. Colores brillantes que estaban por todas partes. Los fans tenían los rostros
pintados con banderas y símbolos. Los jugadores con sus cascos y hombreras
estaban pasando a poca distancia de ella. En comparación con la visión y los

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vibrantes sonidos, el palco había sido como una tumba. Melanie deseaba no volver
allí nunca más.

“Es increíble”

“Es genial” Estuvo de acuerdo Tony. “En el segundo en el que entré en el


campo, supe que no quería trabajar en otro sitio”

“No quiero irme nunca”

Tony sonrió e hizo un gesto para que lo siguiese. La llevó lejos del
banquillo de los jugadores hacia un grupo de personas que parecían una mezcla de
periodistas y de amigos y familiares regulares. Estaban conversando todos
alegremente unos con otros, pero sus palabras eran interrumpidas con jadeos,

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gemidos y gritos, dependiendo de la acción en el campo.

“Derek dijo que debía esperar aquí hasta después del partido. Él vendrá a
buscarla”

Melanie le sonrió al joven. “Gracias”

“Sin problema. ¡Disfrute del resto del partido!”

El sol de California era cálido y dulce en su piel, y tan cerca del campo,
podía decir que el césped era real, y recién cortado. Se abrió paso hacia lo más
cerca del campo que se atrevió, sonriendo y disculpándose mientras lo hacía, pero
no parecía importarle a nadie. Derek estaba en el campo de nuevo, y en cierta
forma, parecía más cerca y más lejos de ella de lo que había estado antes. Le picaba
todo por tocarlo. Por sentir los dedos ásperos y los músculos tonificados por debajo
de su tensa piel. Quería calmar los hematomas en los muslos y en las costillas,
sentir el olor de la tierra y la hierba en su piel, y el sabor de sus labios. La noche que
habían compartido parecía otra vida. O algo que había sucedido en un sueño.

Melanie se quedó quieta, sus ojos fijos en el partido. Los Wildcats


marcaron un touchdown a solo cinco minutos del fin del partido. Si asegurasen la

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ventaja – o la aumentasen – Melanie no tenía dudas de que ganarían. Mentalmente
les gritó una jugada los jugadores, estremeciéndose cuando Derek les gritó a los
jugadores exactamente la misma jugada una décima de segundo más tarde. Melanie
estaba en la línea de veinte yardas, y no podía estar segura, pero por un momento
pensó que Derek le había sonreído mientras caminaba hacia la línea de golpeo en la
línea de quince yardas. Todo dentro de ella se derretía. Él le ponía las piernas
débiles.

Los últimos cuatro minutos de juego pasaron en un borrón. Sus dedos


temblaban, y tenía tanta energía en exceso, que necesitaba mover los pies, anduvo
por la franja mientras observaba a Derek dirigir no uno, sino dos, puntos
impecables. Era un hombre en el auge de su forma física. La última vez que la
nación lo había visto, había sido el perdedor. El perdedor debía haberse quedado en

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casa. El hombre que dejó caer el balón en una situación de vida o muerte. Pero
ahora estaba nada menos que triunfal. Por un momento, en el pecho herido de
Melanie su corazón se sintió lleno.

Tony había dicho que se quedase esperando hasta que Derek pudiese
buscarla después del partido. Pero fue difícil quedarse en su sitio. La multitud se
precipitó hacia el campo para felicitar a los jugadores, para entrevistar a los
entrenadores, para unirse a los círculos de oración de los jugadores que salpicaban
el césped, y para participar en la celebración que ya estaba en erupción. Esto
parecía bien. Melanie no lo podía negar. Se sentía condenadamente bien.

Unos dedos fuertes la agarraron por el codo y luego una voz profunda y
familiar le dijo, “¿Buscas a alguien?”

Melanie se dio la vuelta, con una sonrisa tan amplia que pensó que se la
partiría la cara. Derek ya había tirado el casco a un lado y se sacaba las
almohadillas, y el pelo empapado de sudor se cernía sobre su frente. También
estaba sonriendo. Radiante, de hecho. Nunca había visto una sonrisa como la suya.

“Esperaba que estuvieses aquí”

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“¿Dónde más podría estar?”

“No lo sé. Comprando una cerveza. Enfrentándote al tráfico de vuelta al


hotel” Sonrió tímidamente, y su pecho se apretó en respuesta. “O simplemente
perdida en algún lugar”

“Eres sólo...” Increíble. Pero no tuvo la oportunidad de decirlo porque


Derek reclamó sus labios en un duro beso. Su boca era como recordaba, e
inmediatamente gimió en respuesta. Sus brazos a su alrededor, y ella le ahuecó la
parte de posterior de su cuello, presionando su pecho contra el suyo, hundiendo su
lengua profundamente en su boca. Tan pronto como obtuvo su sabor, quiso más.
Quería subir por su cuerpo y romperle la camiseta de los hombros y tan solo
devorarlo.

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La multitud era un rugido sordo a su alrededor, pero Melanie no podía oír
absolutamente nada, excepto el sonido de su propio corazón. Su abrazo era
apretado, y se dio cuenta de que podría aplastarla. ¿Era más fuerte ahora? Tendría
sentido. Probablemente se había forzado duramente durante la temporada baja,
preparándose para el nuevo Campeonato. Quería poner las manos sobre su cuerpo
y lamer el sudor de su garganta y saborear el campo, el sol y la victoria en su piel.
¿Realmente habían pasado ocho meses desde que habían pasado una noche juntos?
Parecía que hubiese pasado mucho más tiempo. Mucho más tiempo...

“Dios, Mel...” Una gran mano sujetó un lado de su cara, sus grandes dedos
empujaron el pelo fuera de su mejilla. “No conozco a nadie que me haga sentir así”

“¿Cómo?”

“Como queriendo follarla aquí mismo en el centro del campo”

Melanie gimió. Casi podía imaginarse dejándolo hacer exactamente eso.


La hacía sentirse mareada y valiente. “¿Podemos ir a algún sitio con menos
cámaras?”

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“Si... sí, creo que conozco un sitio...” Él apretó su boca contra la suya otra
vez, besándola el tiempo suficiente para hacerla temblar. “¿Quieres que me duche
primero?”

“No”

“¿Estás segura?”

“Si. He estado esperando ocho meses para verte de nuevo. No quiero


esperar ni un minuto más innecesariamente”

“Bueno, ¿quién soy yo para negarle nada a una señora?” Su mano envolvió
completamente la suya. “Vamos. Creo que conozco un buen sitio”

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Melanie no preguntó si él estaba seguro, confiando en que no pondría su
propia reputación en riesgo. Si conocía un sitio lo suficientemente seguro para él,
entonces era suficientemente bueno para ella. Algunas personas intentaron atraer la
atención de Derek mientras atravesaban el campo en dirección al túnel, pero él los
ignoró. Tal vez todo el mundo sabía exactamente lo que estaban haciendo, debido a
la mirada de determinación, y a sus pasos apresurados para mantener sus zancadas
más larga. Pero a Melanie no le importó. Más tarde, probablemente se sentiría
avergonzada. Pero por el momento, sólo tenía una cosa en mente. Estaba feliz
porque Derek aparentemente tenía el mismo pensamiento.

¿Qué pasará después? ¿Sólo vas a follar con él hoy, regresar a casa por la mañana, y
mantenerlo todo en un tono casual? Melanie decidió que no valía la pena considerar
esas preguntas. El hecho era que Derek nunca actuó como si quisiese algo más que
una aventura rápida y, al fin de cuentas, estaba bien para ella. Ambos tenían cosas
más importantes de que preocuparse que las relaciones en ese momento. ¿Por qué
no deberían disfrutar uno del otro, mientras tenían la oportunidad? Su cuerpo
ciertamente no parecía tener problemas con eso. Sus pezones ya estaban erectos,
sus braguitas estaban más que húmedas, y no podía dejar de revivir el beso una y
otra y otra vez. Si no fuese besada nunca más, podría vivir con ello, mientras
tuviese el recuerdo de aquel beso.

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“¿A dónde vamos?” Preguntó Melanie, cuando estuvieron fuera del campo
y en el largo túnel que llevaba a los vestuarios.

“Hay un armario de almacenamiento”

“¿Crees que es seguro?”

“Es la cosa más segura en los alrededores. Nuestra otra opción es esperar
y...”

“No”

“¿Estás segura?”

“Ya te dije que no podía esperar”

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“Eres muy buena para el ego de un hombre”

“Creo que tener un juego increíble sería mejor”

Él se detuvo ante una puerta cerrada y miró sobre el hombro.

Su color era aun intenso, pero sus ojos estaban más suaves. “Puedes pensar
así. Pero... no. Definitivamente me haces sentir mejor”

Eso fue estúpido e infantil, pero sintió que se le ruborizaba el rostro. No


pudo evitarlo. ¿Cuando fue la última vez que un hombre la había hecho
ruborizarse? ¿Cuándo fue la última vez que se había deslizado como una
adolescente caliente, ávida de cada segundo que podía tener con su novio? Había
sido una adolescente. En vez de preocuparse con este cambio repentino de
comportamiento, se deleitó con ello. Adoraba la manera como Derek la empujaba
a ser más aventurera, simplemente con existir.

Abrió la puerta, revelando un sorprendente almacén bien iluminado y


organizado. Las paredes tenían de todo, desde balones de fútbol, cascos y

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suspensorios. Derek cerró rápidamente y atrancó la puerta tras ella, y después no
hubo nada que hacer excepto quedarse allí y estudiar al otro en silencio.

“Gracias” Comenzó Derek.

“¿Por qué? Creo que soy yo quien debe agradecerte”

“Has viajado por todo el país en el último minuto, porque te lo pedí. Lo


hiciste porque querías verme, ¿verdad? Quiero decir, entendería que solo lo
hubieses hecho porque te atraje con un pase al palco de lujo...”

Melanie colocó un dedo en su boca, silenciándolo. “Vine porque te echaba


de menos, y no podía creer que estuvieses invitándome de nuevo a estar aquí el día
de la inauguración”

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“Entonces, ¿incluso si te hubiese enviado entradas para la última fila,
habrías venido?”

“Definitivamente”

Él sonrió y después aplastó su boca nuevamente. Separó los labios y colocó


los brazos alrededor de él, entregándose al beso inmediatamente. Él la empujó
contra la puerta, sujetándola allí con su cuerpo mucho más grande. Su estómago se
agitó y su coño se contrajo. Estaba completamente rodeada por él – su calor y el
olor de su sudor. Sus grandes manos se movieron hacia abajo por su cuerpo, para
tirar del dobladillo de su camisa fuera de sus pantalones. Él tiró de sus ropas,
arrancando la camisa para exponer sus senos. Cada uno encajaba perfectamente en
la palma de sus manos, y apretó la suave carne entre los dedos a la vez que
empujaba la lengua en su boca, avivando las llamas que ya corrían bajo su piel.

Melanie llevaba vaqueros, pero cuando lucho por conseguir abrir el botón
y la cremallera, deseó haber tenido la precaución de haberse puesto una falda.
Habría sido mucho más simple deslizar simplemente el material hacia arriba,
enrollar sus piernas alrededor de él, y montarlo, pues era todo lo que deseaba.

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Tendría que recordarlo para la próxima vez. Ahora no parecía haber razón para
reprenderse. Habría seguramente una próxima vez, tarde o temprano.

Derek separó la boca lejos de ella, y concentró sus energías en su cuello.


¿Recordaría cuan sensible era bajo su oreja? Parecía como si no fuese a recordar un
detalle tan insignificante, pero sus labios se dirigían directamente hacia aquel punto
que le hacía estremecer todo el cuerpo. Lo sintió sonreír por su reacción solo una
fracción de segundo antes de que mordiese su carne, y la hiciese retorcerse
nuevamente. No pudo evitarlo. Sentía la presión de su mordisco desde los dedos de
los pies hasta su garganta. Melanie alisó las palmas de las manos sobre los hombros
de Derek, y las deslizó por su espalda, manteniendo su toque ligero, por si
encontraba cualquier contusión reciente.

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Derek surcó su garganta, chupando y besando la piel. Melanie pensó que
probablemente saldría de la habitación con una serie de chupones en su pálida piel,
pero no le incomodaba. Cualquiera que los viese salir del almacén juntos sabría con
certeza lo que habían estado haciendo de todos modos. Y su boca se sentía tan
bien. Así como sus dedos. Melanie dejó caer la cabeza hacia atrás y cerró los ojos,
momentáneamente disfrutando su atención. Hubo unos pocos hombres desde
enero, y aunque el sexo había estado bien, ninguno de ellos había sido capaz de
hacer que sus terminaciones nerviosas surgiesen a la vida con aquella simple
caricia.

“Dios, sabes tan bien. Y hueles tan bien. Podría hacer esto durante horas”

La única respuesta de Melanie fue un suave gemido. Podría ser feliz


dejándolo hacer esto durante horas. Allí mismo en la sala de almacenamiento. El
aire acondicionado ronroneaba, el aire frío brotaba de la ventilación hacia lo alto,
provocándole piel de gallina en su cuerpo. El frío repentino la hizo aún más
sensible a sus dedos calientes y su boca caliente.

“Dios, Derek... Te necesito...”

“¿Si?”

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“Si. Ahora mismo. No puedo...” Gimió mientras él chupaba su oreja entre
los labios. “No puedo esperar. En serio”

“Veamos” Él empujó sus dedos por la parte delantera de sus pantalones, en


busca de sus escurridizos e hinchados labios. Se estremeció con el primer toque,
extasiada con la presión de su piel áspera contra su suave carne. Él abrió los labios
con dos dedos y rozó el pulgar contra su duro clítoris. Melanie era feliz por tenerlo
para sujetarse, porque sus piernas estaban completamente débiles. Sus rodillas se
doblaron bruscamente, y ella enterró el rostro en su cuello, respirando con
dificultad, mientras él tocaba su clítoris. “Estás lista para mi”

Melanie gimió. “Eso era lo que intentaba decir”

“¿Por qué gané hoy?”

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La pregunta parecía provenir de una larga distancia. Había un zumbido en
sus oídos, y eso solo empeoraría hasta que Derek finalmente la follase como ella
necesitaba. “No... No...”

“Entonces, ¿qué es lo que te excita tanto?”

Ella lloriqueó nuevamente y besó su cuello. ¿No era obvio lo que la


excitaba? ¿No era obvio lo que necesitaba? ¿Lo que quería? Tal vez fuese eso, Derek
solo estaba jugando con ella. O tal vez no fuese obvio, y él realmente no lo sabía.
Tal vez necesitaba decírselo. “Tú. Tú me excitas, Derek”

“Será mejor que aproveche ese hecho”

“Hay un condón... en mi bolso”

“Espera un segundo...”

Él aplicó más presión contra el clítoris, presionando hacia abajo con el


pulgar y girando la muñeca. Ella se arqueó contra el contacto, presionando más,
moviéndose para aumentar la fricción. Él giró sus caderas con ella, empujándola
suavemente contra la pared cada vez que ella se impulsaba hacia delante. Cada vez

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que se movían juntos, más chispas estallaban detrás de sus ojos cerrados. La gente
buscaría a Derek en breve. La gente intentaría entrar en el almacén en breve. No
tenían tiempo que perder, pero Derek no daba señales de parar, y ella ciertamente
no se iba a alejar.

“Quiero sentirte correrte” Murmuró Derek, con su aliento caliente y fuerte


en su oído. “Quiero sentirte correrte en mis dedos antes de que te folle”

Melanie gimió. Estaba cerca. Estaba tan, tan cerca. Pero tan bueno como
cada toque parecía, lo que realmente deseaba era su gruesa polla deslizándose en su
cuerpo, estirándola hasta que finalmente se enfundara por completo. Quería sentir
su carne palpitando contra sus paredes contraídas. Quería su áspero bello raspando
su sensible clítoris, volviéndola loca con cada fuerte impulso.

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“Vamos, Mel, estás tan cerca. Puedo sentirlo. Sólo déjate ir”

Nuevos destellos de luz explotaron tras sus ojos. Colocó el brazo alrededor
de su cuello, sujetándolo firmemente mientras gritaba contra su piel. El placer
cortaba a través de ella, fuerte y sorprendente. Pero no completamente satisfactorio.
En todo caso, aumentó su hambre por Derek, como un aperitivo podría saciar su
hambre de una excelente comida gourmet. Sus dedos se abrían y cerraban,
flexionándose con cada latido de deseo. Su coño se contraía y relajaba
rápidamente, y sintió la humedad fresca escurrir por sus braguitas y la parte interior
de sus muslos.

“Eso es” Susurró Derek. “Eso lo que yo quería. Dios, que bien hueles,
Melanie” Se apartó de ella y llevó sus dedos hasta la nariz. Sus fosas nasales se
inflamaron, y ella no consiguió dejar de mirar como su lengua se deslizó hacia
afuera para probar los jugos que revestían sus dedos. “Sabes tan bien como
recordaba”

“No puedo creer que aun pienses en mi” Consiguió decir ella.

“No puedo creer que creyeras que podría olvidarte. Dios, estoy a punto de
explotar”

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Melanie abrió el bolso, buscando a través del caos hasta encontrar la
pequeña caja de preservativos. Tomó uno y en silencio se lo ofreció, observando, a
continuación, con mucha atención como rápidamente retiraba sus pantalones y
suspensorio. Siguió su ejemplo, quitándose los vaqueros, y enviando una breve
oración de agradecimiento al cerrojo, porque sabía que se hubiese quedado tal y
como vino al mundo, independientemente de la presencia de la cerradura.

Melanie tuvo un momento para recuperar el aliento, mientras observaba a


Derek desenrollar el preservativo sobre su eje. Había reproducido sus horas juntos
millares de veces, tal vez hasta millones, pero su memoria no hacía justicia a la
realidad. Derek había sido increíble, pero ahora su cuerpo estaba más duro, los
músculos aun más marcados, sus muslos y antebrazos gruesos sin ser brutos.
Estaba mirando un hombre que estaba realmente en su auge físico.

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“¿Estás lista?”

Melanie asintió en silencio. ¿Qué otra respuesta podría dar? Nunca había
estado más preparada para cualquier otra cosa en su vida. Él sonrió y entonces la
levantó del suelo con un gran brazo. Colocó sus piernas alrededor de él, deslizando
los labios de su coño a lo largo de su eje, mojando el preservativo. Ambos se
estremecieron con el contacto, y ella se balanceó hacia atrás y hacia adelante,
provocándolo con su calor. Su clítoris se contraía cada vez que raspaba en su
longitud, y el placer golpeaba más y más a través de su cuerpo.

“Más... Derek...”

Él metió la mano entre sus cuerpos para sujetar la base de su pene.


Contuvo la respiración, esperando que la gruesa cabeza presionase contra su
estrecha entrada. Todos los músculos se tensaron en respuesta, preparados para el
corto instante de dolor y mucho, mucho más brillantes, brotes de placer. Melanie a
ciegas buscó su boca, sabiendo que gritaría cuando finalmente la penetrase.

Derek presionó sus caderas hacia adelante, deslizándose dentro de ella con
un preciso golpe. Un grito rasgó su garganta antes de que siquiera pudiese pensar

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en detenerlo. Fue mejor de lo que esperaba – de lo que podría incluso podría haber
esperado. Su cuerpo se estiró para acomodarlo, y podía sentir su latido, sentir su
respiración, sus increíbles músculos flexionándose y moviéndose en su contra.
Estaba laxa. No era nada, excepto carne en combustión y sangre vibrando. Estaba
inconsciente y dolorida. Lo sujetó tan firmemente como pudo, gritando cada vez
que se echaba hacia atrás y luego la volvía a llenar de nuevo.

No pares, no pares, no pares, no pares. “No pares. Joder, no pares. Por favor,
no pares” Melanie no estaba segura cuando su monólogo interior se volvió un
discurso real, pero no hizo nada para intentar detener las palabras y llamarlas de
regreso. Incluso cuando las palabras cesaron, fue porque, él cambió de ángulo y
comenzó a golpear en su punto G. No hubo tiempo para emitir sonidos. No había
tiempo para respirar, tampoco. No podía gritar. No podía ni gemir. Su boca se

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abría y cerraba en un débil esfuerzo por respirar antes de que Derek reclamase sus
labios una vez más. Estaba agradecida por ello, especialmente cuando él exhaló
oxigeno en sus pulmones hambrientos.

En cada impulso, ella golpeaba la puerta, y eso debería haber dolido.


Debería haber una ampliación del círculo de dolor que se movía a través de su
cuerpo. Pero apenas lo sentía. Lo máximo que el dolor hizo fue encrespar las ondas
de placer descendiendo por su columna, estrellándose allí y luego subiendo de
regreso otra vez. La boca de Derek volvió a su cuello, pero esta vez no fueron los
dientes los que la hicieron retorcerse. La barba en su barbilla y mandíbula arañó su
suave y dolorida garganta, con cada pequeño roce de contacto envió chispas a los
dedos de sus pies.

Nada en Derek fue amable. Estaba muy colmado de adrenalina del partido
y la victoria, pero Melanie se encontró con él, golpe a golpe. Le encantaba el poder
que sentía en su cuerpo. Le encantaba la fuerza que sentía. Como si él estuviese a
segundos de romperse por completo, y perder el control de sí mismo. Sin previo
aviso, sus dientes se hundieron en la parte carnosa de su hombro, y la súbita
presión fue suficiente para enviarla por encima del borde por segunda vez. Su

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cuerpo se sacudió por el vigor del éxtasis, y una vez que comenzó a temblar, ya no
pudo parar.

El segundo orgasmo desencadenó una reacción en cadena, sobre la que


Melanie no tenía absolutamente ningún control. Cada vez que Derek empujaba en
su cuerpo, una nueva explosión sacudía su esencia. Su coño se apretaba y latía sin
cesar, y no dejaba de preguntarse cómo Derek se resistía a su placer. ¿Tal vez
tuviese un mando más rígido sobre su auto control de lo que había supuesto la
primera vez? Tal vez ella estuviese sólo proyectando su propia necesidad
desesperada sobre él, y ahora él sólo se estaba aprovechando de ello.

“No puedo... No aguanto más...”

“Si, puedes” Murmuró Derek.

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“No... Demasiado sensible... mucho...”

Su mano se coló entre sus cuerpos, y ella supo lo que iba a hacer. De
alguna forma, tenía la consciencia suficiente para entender su plan, pero cuando él
realmente tocó su clítoris palpitante, la sorprendió con otro grito de su garganta. El
mundo se volvió borroso, y después se desvaneció hacia el negro mientras otro
poderoso orgasmo explotaba a través de ella. Pensó que sentía su pene estremecerse
en reacción, pero su ritmo fuerte nunca se desaceleró. Él ni siquiera vaciló. Quería
protestar otra vez. Quería hacerle entender que realmente no podía tener otro
golpe, otro segundo, otro momento de esos. Tenía la sensación de que estaba a
punto de descubrir si era o no posible tener demasiado de algo bueno.

“Me siento tan bien. Mel... me haces sentir tan bien... joder... joder...
joder...”

Melanie alisó su mano por su espalda, los dedos rozando nuevos cortes y
cicatrices antiguas. Le encantaba su piel. Le encantaba la forma como contaba la
historia de un centenar de partidos de fútbol, de toda su vida. Le encantaba que
fuese perfecto por sus imperfecciones. Le encantaba que cada caricia de sus dedos
trajese una nueva exclamación de él, sobre cuanto la deseaba, cuanto le gustaba que

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lo tocase, cuan cerca estaba. Si ellos estuviesen en una habitación, Melanie no le
dejaría correrse en el condón. Se dejaría caer en sus rodillas, tiraría el preservativo,
y le bombearía hasta que explotase sobre su pecho y rostro. Porque le encantaba
cuando él hacía esto, y porque le encantaba sentir su semen contra su piel antes de
que él lo lamiese.

“Oh... Dios... Mel...”

“Si, si, si, si, si...” Ella respiró hondo, y, de repente, reclamó su boca en un
beso que era cada vez más exigente y duro, como ningún otro que él jamás le
hubiese concedido. Sus labios y los dientes se enfrentaron, las lenguas se
enroscaron con fuerza sorprendente.

Un último y fuerte impulso, y después, él se quedó inmóvil, sus muslos y

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trasero se flexionaron bajo sus piernas cuando él se corrió. Ella se deslizó hacia
arriba y hacia abajo por su eje lentamente, ordeñando el orgasmo tanto tiempo
como pudo. Lo que envió réplicas diminutas a través de su propio cuerpo, y no
pudo hacer nada más que cerrar los ojos y dejarlos venir, gimiendo y retorciéndose
con cada uno.

“Jesús Cristo...”

Melanie casi se echó a reír. “Lo sé”

“Quiero decir... Jesús Cristo...”

“Lo sé”

“Yo... tengo que descubrir como volver a andar. Y luego tengo que tomar
ducharme e ir a la reunión post-partido. Sin embargo me gustaría no ir”

“Está bien. ¿Podemos encontrarnos para cenar, no?”

“Si. ¿Te recogeré en tu hotel, cuando termine aquí?”

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Melanie alejó el pelo de su rostro. “Me parece bien. Realmente has estado
increíble”

“¿En qué? ¿En el partido o justo ahora?”

Ella le besó en la frente y sacó las piernas de sus caderas. “Ambos”

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El Club de las Excomulgadas

Casi se sintió normal hasta el momento en que Derek golpeó en su puerta.


Se había duchado, vestido la ropa que había traído en caso de que saliesen, y
cuidadosamente se había aplicado el maquillaje. Derek nunca la había visto tan
femenina antes, pero a ella le gustaba. Quería que supiese que tenía su lado

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femenino, incluso aunque pasase gran parte de su tiempo lanzando groserías a la
televisión durante los eventos deportivos profesionales. Pero aun se sentía adolorida
por la forma en que había golpeado en su interior, y cada paso venía con el
agradable recuerdo de aquel sexo rápido.

“Estás preciosa” La saludó cuando abrió la puerta.

“Gracias. Limpio, también eres realmente muy atractivo” Él llevaba puesta


una camisa y pantalones oscuros, con su pelo peinado hacia atrás. Se había,
incluso, tomado tiempo para afeitarse. “Entra”

“Pensé que podríamos ir a uno de mis restaurantes mexicanos favoritos. Si


te gustan los mexicanos”

“¿Estás bromeando? Me encantan los mexicanos”

“Bien. Bien. Mira... ¿me preguntaba si podríamos hablar de algo primero?”

Su estómago se hizo un nudo con su tono, pero calmadamente señaló una


silla próxima. “Claro. Siéntate”

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“Mira... Sé que esto puede parecer extraño, y no quiero imponerme a ti o
cualquier otra cosa, pero...”

“¿Qué?” Su vacilación sólo hacía que su alarma creciese.

“Me gustó mucho saber que me estabas viendo durante el partido. Sentí
como... Sentí como si jugase mejor, sabiendo que estabas allí”

Melanie sonrió orgullosa. “Bueno, realmente me gustó verte jugar”

“Esperaba que dijeses eso. Podría arreglarlo para que pudieses estar allí en
cada partido”

Ella parpadeó, su sonrisa desapareciendo lentamente. “¿Quieres que te siga

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por todo el país durante toda la temporada?”

“Si”

“Derek... me gustaría. Quiero decir, eso es todo lo que siempre quise hacer.
Pero tengo un trabajo y obligaciones familiares, y... no puedo simplemente dejarlo
todo y salir cada fin de semana”

Derek suspiró y miró hacia abajo. “Tenía miedo de que dijeses eso”

“Lo siento mucho. Eso sólo... eso sólo no es viable”

“¿Qué no es viable? ¿Acompañarme? ¿O nosotros?”

“¿Quieres que haya un nosotros?” Preguntó Melanie cuidadosamente.

“Si... creo que sí. Quiero decir, obviamente el enero pasado no fue sólo una
casualidad. Tú y yo... estamos muy bien juntos”

“Lo estamos”

“Y te gusto. Creo que podría haber algo entre nosotros además de sexo y
fútbol”

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Melanie se lamió los labios secos. Quería tocarlo. Sentada allí, mirándolo,
intentando mantener una conversación con él, y lo único que quería era tocarlo.

“También lo creo. Pero no creo que tengamos tiempo para descubrirlo


ahora. Pero sabes... Ya tengo mis entradas para el gran partido contra los Bulldogs
de esta temporada”

“¿En serio?”

“Claro que sí. Y definitivamente vamos a vernos el uno al otro”

“Nunca he conocido a nadie como tú antes” Derek alzó la mirada, atrapó


la de ella. Sus ojos eran suaves otra vez. Cuando la miraba así, estaba en peligro de
perder la razón. “No quiero hacer alguna estupidez y estropearlo todo. Y créeme,

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lo estropeo todo, todo el tiempo”

“Voy a hacer un trato contigo. Tú ahora te concentras en el fútbol, y yo me


concentraré en garantizar que no lo estropees todo”

Él inclinó la cabeza, considerando su oferta. “Me gusta eso. Parece un


buen negocio”

“Es un buen negocio” Le prometió Melanie.

Derek se levantó y le ofreció la mano. “Vamos. Hablaremos de los detalles


durante la cena. Me estoy muriendo de hambre”

“Si, me parece recordar a alguien comiendo todo lo que tenía en casa hace
algunos meses”

“Para ser justos, invitaste a un jugador de fútbol hambriento a tu casa.


Deberías haber estado preparada para las consecuencias”

Melanie se echó a reír. No estaba en absoluto preparada para las


consecuencias. No estaba preparada. Todos sus instintos decían que estaba
haciendo lo correcto. Y, a veces, tienes que confiar en tus instintos. Cualquier buen

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jugador de fútbol lo sabía. Sus empleos, la distancia física entre ellos, y sus horarios
conflictivos eran obstáculos, pero nada que no pudiesen vencer. Tenían el tiempo
de su lado, y cada metro que ganaban juntos contaba como un avance progresivo.

FIN

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El Club de las Excomulgadas

Serie Wildcats

01- Recuperando El Balón Perdido

Melanie Smith ha seguido el fútbol toda a su


vida, y es una fan desde hace tiempo de los
Wildcats de California. Cuando ellos pierden el
Campeonato Mundial en los segundos finales del
partido, quedo devastada.

Peros no tan desolada como Derek Fox, el guapo


y sexy mariscal de campo de los Wildcats.

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Un encuentro casual sitúa Melanie y Derek
juntos, y después de la decepcionante derrota, se vuelven el uno hacia el otro, para
darse consuelo durante la humeante larga noche por delante...

02- Avance Progresivo

Han pasado ocho meses desde que Melanie Smith


conoció al quarterback de los Wildcats, Derek
Fox. Compartieron una noche que nunca olvidó,
pero pensó que eso sería todo entre ellos.

Hasta que Derek la invita a la apertura de la


temporada en California.

¿Será que él quiere sólo otra noche salvaje con su


mayor fan? ¿O será que invitó a Melanie porque
tiene algo más permanente en mente?

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