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Roberto Neurburger
El pequeño libro Psicología y Cáncer, que reúne los textos de cinco conferencias de 1964, en la
Sociedad de Cancerología, es un buen ejemplo de la tendencia que habría de multiplicarse en los
sucesivos volúmenes de la Revista de Psicoanálisis. La disertación de Schavelzon es una densa y
apretada acumulación de referencias para mostrar el peso del factor psicológico (la psicogénesis)
en la etiología del cáncer; Bleger muestra el integracionismo como enfoque científico completo, al
que ninguna “área de la conducta” escapa, y Luchina pormenoriza lo exhaustivo que puede ser el
inventario de las emociones que pululan en la relación médico-paciente.
Pero son las mujeres – Lily Bleger y Marie Langer – las que, al presentar fragmentos de su práctica,
dan la nota diferente. Solemos decir que el médico recurre al interconsultor “psi” cuando su saber
flaquea. Sin embargo, se halla más cerca del borde que la muerte le señala, que nosotros,
psicoanalistas. Aún así, lo real también desarma nuestros torpes esfuerzos por alcanzar una
construcción teórica más o menos estable (que, desde luego, también flaquea, y no precisamente
menos…). De este modo, las psicoanalistas mencionadas son obligadas, por lo insondable que les
ha salido al encuentro, a ir más allá del background teórico con el que cuentan, y por el que en
otras circunstancias exhiben una adhesión épica: la contratransferencia freudo-kleiniana
rioplatense.
M. Langer se despoja de la misma para referirse al film “Cuando huye el día (Fresas salvajes)” de
Bergman, y encontrar referencias para que lo imaginario en torno a la muerte (las ansiedades
paranoides infantiles) pueda ser mitigado.
Con similar objetivo indaga el linaje familiar y la disposición del entorno. Es notable que mantenga
una distancia crítica con respecto a los alcances de la psicologización, y que sostenga la
singularidad como límite (hay que adaptarse a cada caso). Y, finalmente, vuelve a sorprendernos
con el relato de su clínica. La última presentación es la más vecina a una interconsulta, ya que hay
una breve referencia al médico que realiza la demanda, y a las condiciones que estipula (no revelar
el diagnóstico). “Mimi” – sin claudicar ni un instante en su ética – las sortea con giros nada
convencionales, que no cesan de dar en el blanco. De modo que cuando insiste que su acto “no es
psicoanálisis“, no tenemos motivo alguno para creerle…
II.
La saga de la creación, por parte de Mauricio Goldemberg, de los Servicios de Psicopatología en los
Hospitales Generales se pierde en tiempos legendarios. Al mismo tiempo puede seguirse los
documentos que inscriben su objetivo y metodología. Pese a que en ellos la referencia a una
anterioridad existe, la segregación que sufriera Mauricio por parte de la estructura manicomial y el
corte con ésta que produjo – no hay mal que por bien no venga – obligan a considerar que la
historia de la Psiquiatría en Argentina (si es que tal “especialidad” puede conservar una dimensión
ética sostenible) comienza, lisa y llanamente, con él.
En efecto: antes sólo hallamos el horror pre-histórico que describe bien Foucault en su “Historia
dela Locura“. Además, en los “artículos científicos” que producen los manicomios para camuflar
decorativamente sus abismos no puede encontrarse la referencia a Freud más que en términos
condenatorios.
El clima de los viejos hospitales psiquiátricos – dice Goldemberg – sigue siendo desolador y
pesimista… frases que aparecen ante el lector casi como eufemismos. Y como contraste, menciona
resueltamente los geniales descubrimientos de Freud y sus continuadores. Si bien el tiempo ha
cuestionado y mostrado las grietas de la concepción “integracionista” cuyo eclecticismo podía
envolver más de una regresión, el crédito de haber introducido y fomentado al psicoanálisis en la
institución hospitalaria le es inalienable.
La función Consulta, que firman Valentín Barenblit – como Encargado del Departamento
Consultor -, Juan J. Criscaut, L. Damigella, O. Davidovich, M. Fefer, S. Karol, I. McDonell, A. Schere y
Fernando Ulloa, presentada en la X Conferencia de Salud Mental (Mar del Plata) de la FAP,
propone ya una articulación que diferencia lo psicológico como agregado o secundario a un cuadro
en un paciente internado en otros motivos en la institución, del campo de las enfermedades
llamadas psicosomáticas, y lo sitúa en un contexto, el entorno que define, provoca o sufre de
algún modo el impacto emocional que significa la situación enferma. Es decir que se advierte la
subjetividad en las márgenes de los signos que la institución recibe o admite, apareciendo en
significantes distintos de los que el fenómeno psicosomático apelmaza, y que recorren la red
institucional sobre la que se establece la transferencia.
(Notemos que el médico no sólo no se menciona directamente, sino que la alusión al mismo ¡no
aparece más que al final!)
En una clase que dicta Juan J. Criscaut en la Facultad de Psicología, a la que es convocado por el
titular Fernando Ulloa, aparece la propia “mitología de los orígenes” del Departamento de
Interconsulta, con los apodos que el mismo recibiera y cuya procedencia permanecerá para
siempre anónima: “patrulla” (metáfora “policial” de una disponibilidad en continuo movimiento,
itinerante dentro de la institución hospitalaria, errante y con el constante reclamo de no contar
con un sitio propio) “frente interno” (metáfora “política” que muestra el costado de pulsión de
dominio de una situación de exterioridad con respecto a la institución) y “los bomberos de la
angustia” (metáfora “hídrica y servicial” del apaciguamiento demandado). 2 Para que la
exposición sea honesta, es menester no ahorrar el detalle de una estética de lo insoportable: los
cuerpos sufrientes, los olores, los gemidos, la inermidad de la sala colectiva o de los pasillos
abiertos en lugar de la comodidad de un consultorio…
III.
Que lo “médico” aparezca destacado, ya en su lugar primero en el título, no obsta para que el
psicoanálisis halle su lugar, y que en los casos, en general, se desista de la psiquiatrización: el
“recurso” psicofarmacológico no se encuentra jerarquizado, sino que por momentos se establece
su función sintomática de velamiento.
Al contrario, resaltar la figura del médico tiene un objetivo preciso: la lectura de lo que en él se
vuelve obstáculo. Por otra parte, el interés en extender dicha lectura a la institución entera
relativiza el subrayado. Lo mismo sucede con la relación médico-paciente: si bien se la propone
como objeto, la consideración de su contexto y de la subjetividad la cuestiona al mismo tiempo.
Cuando se propone pasar de la enfermedad al (ser/estar) enfermo – y no descartarlo como mero
terreno de ésta – es inevitable que el cambio de perspectiva se convierta en una indagación de
otra índole. El integracionismo no deja de declararse, claro está, pero ya no importa tanto si
efectivamente se logra…
Sin embargo, a veces el énfasis en la “técnica” – característico del momento, en que más de una
vez desviaba por la senda del manual de instrucciones, con su correlativo se debe o debe hacerse
– se interpone.
Un papel similar le cabe a la “traducción simultánea” kleiniana, que grava a veces las descripciones
con solemne pesantez. La depositación masiva de los objetos persecutorios, final obligado del
“ballet” de las relaciones objetales (no se pregunta cuántas ni cuáles son; se pide que vayan
saliendo) y el constante (ab)uso del término psicótico más allá de cualquier límite de significación
– o sadismo para referirse a un estudio diagnóstico o a una intervención quirúrgica -, hace que al
mismo texto pueda caberle la muy adecuada afirmación de las primeras páginas (que se refiere allí
a la tarea médica): la organización de este campo sigue siempre algunos vectores estereotipados
que presuponen resoluciones más o menos fijas, basadas en las ideologías que subyacen… 4
Se entiende, sin embargo, que se trata de situaciones extremas o en las que se pone en escena
cierto exceso…
El capítulo dedicado a la clínica es, desde luego, el más vívido y preciso. El panorama de la
interconsulta es expuesto en extensión e intensión, tanto la vertiente del trabajo con los médicos
y con la institución, como con los pacientes. Algunas veces, sin embargo, algunas intervenciones –
como la “toma” de hora de juego y tests a una niña con edema de papila – parecen maniobras
dilatorias a la búsqueda de un pasaporte científico que legalice un estatuto de sujeto supuesto
saber, cuando la psicologización por parte del plantel institucional se convierte en la traba que
frena el acto médico. Ocho años después, el mismo equipo prolonga su producción en un segundo
volumen, Asistencia institucional, que puede considerarse un desarrollo del eficaz “slogan”
propuesto por los autores, asistir en la asistencia. La duplicidad señalada antes no hace sino
profundizarse. Así, en no pocas ocasiones el acercamiento al discurso médico-psiquiátrico (la
referencia a los determinados trabajos de la bibliografía) es un riesgo que insiste, al tiempo que la
pesquisa de la intención reparatoria y de gratificación vocacional por momentos parece conducir a
un psicologismo descriptivo autosuficiente.
La entrada en la Argentina del pensamiento lacaniano, por fuera de la institución oficial – que ya
ha tenido lugar, posiblemente antes de la redacción del libro -, no parece haber sido advertida por
los autores (tal vez, precisamente, por su pertenencia “institucional”, es decir, a la IPA) fuera de
una breve referencia al deseo especular, que contribuye, por cierto, a situar adecuadamente
determinados excesos en la institución. Del mismo modo, si bien se procura detectar la trama
latente de las demandas, en algunos sitios el acento recae en la labor educativa del plantel
médico, como si los conocimientos psicológicos pudieran concederle al interconsultor un papel de
Maestro-Amo, y el médico fuese alguien a quien habría que “enseñarle” algo. Y, afortunadamente,
en otros parece aspirar tan sólo a servir de punto de viraje, en la transferencia, para lograr del
médico la “pequeña y necesaria modificación” balintiana.
Determinadas expresiones del kleinismo porteño aguardan aún su examen crítico, que les
permitan su circulación en un discurso analítico. Así, la insistencia en localizar, en la disfunción
institucional, los núcleos indiscriminados de filiación blegeriana, podría entenderse acaso como la
sumisión en tanto objeto a un Otro omnímodo. Pero es en el capítulo final donde se devela la
clave de las referencias, y asimismo se plantea el problema mayor, si se ha de recuperar una
herencia analítica “argentina”: los textos de Pichon Rivière, con su amalgama dialéctica bio-psico-
social, y su análisis de situación.
No es cuestión de intentarlo aquí. En lo sucesivo habría de verse de sobra que un retorno a Freud
– una lógica del no-Todo – podía ser más conducente para su crítica.
… En este período nuestros objetivos eran claros, obvios: todo o casi todo saltaba a la vista. La
brillante y acogedora claridad de lo bien conocido iluminaba casi hasta el enceguecimiento
nuestros sentidos y nuestros pensamientos…
… Para no cegarnos más por la claridad de la rutina, obscurecimos artificialmente las categorías
convencionales de nuestro conocimiento profesional y, en nuestra luminosa obscuridad,
comenzamos a percibir…
…Un aspecto poco estudiado es el efecto que tiene la actividad de la interconsulta sobre los
profesionales encargados de realizarla, que a su vez pasan a formar parte del campo…
y utiliza el equívoco significante con relación al cuerpo… médico, para el cual, nuevamente, el
interconsultor tendría que
“… cumplir el rol de sostén, una especie de tejido conectivo… La constitución de este aparato
mediador es equivalente a la instauración de una frontera. Ésta separa y/o une; a través de ella los
territorios tienen identidad, pero también sirven para el intercambio… Esta contención implica la
transformación de aquello que escapa a la simbolización y se manifiesta a través de actos que
entorpecen el proceso de la cura… Este objetivo del interconsultor, trabajando en los diversos
enlaces, cumple una función de síntesis e integración…”
Sin embargo, la metáfora no es desarrollada más allá de su enunciación, con lo que parece
detenerse en un empeño idealizado, en el que a veces se atenuaba, precisamente, el
maternalismo winnicottiano.
“…εσείς είστε αιωνίως παιδιά, γιατί δεν έχετε μέσα σας παλαιές αντιλήψεις απο αρχαία
παράδοση ούτε και καμία διδασκαλία που να πάλιωσε με το πέρασμα του χρόνου”
(“vosotros sois eternamente niños, pues no tenéis dentro de vosotros viejas concepciones de
antigua tradición, ni enseñanza alguna que envejezca con el paso del tiempo” Platón, Tímeo)
IV.
En los informes del este nuevo Equipo llama la atención un rasgo sintomático “en negativo” que
habrá de reencontrarse en un gran número de trabajos sucesivos de todas las latitudes de nuestro
país: la grieta abierta por la dictadura militar, que absorbió parte de la historia en un abismo
aparentemente sin retorno.
Pese a que Izrailit, Amoedo, Demarchi, Fazzito, Polite, Guiñazú y Raiden comienzan – en Algunas
reflexiones sobre la práctica de la Interconsulta en el Hospital “Aráoz Alfaro” – con la referencia a
los fundadores, el desarrollo hasta 1976 del Equipo de Interconsulta no es mencionado, y
asimismo se omite el cataclismo que lo golpea brutalmente deteniendo su marcha hasta su
reinicio.
Finalmente, en dos trabajos estrechamente relacionados, Izrailit y Fazzito desarrollan una original
Tipificación de situaciones institucionales en un hospital general – respondiendo acaso a la
proposición de Criscaut – distinguiendo un campo de desconocimiento del que un paciente
designado puede ser epifenómeno. O bien es reconocido – por la tarea del Equipo – como
paciente, o bien la situación se cristaliza a tal grado que su cuestionamiento se vuelve imposible.
Entre la adaptación y el repudio sitúan la emergencia de la singularidad refiriéndola a dos
coordenadas indispensables: la interconsulta como malentendido procedente del discurso médico
(si el “psi” cediera al mismo perdería su ética, como señaló Clavreul) y la posibilidad de trabajo a
través del mismo y de sus síntomas.
V.
Pero ya en 1980 se había publicado la chispa que enciende la aparición de un número creciente de
artículos y trabajos sobre Interconsulta psicoanalítica, en proporción con el alza demográfica de
psicoanalistas en los Servicios de Psicopatología de los hospitales. Se trata de Sobre la relación de
dos discursos en un ámbito institucional, de Silvia Chiarvetti y Eduardo Gandolfo, una primera
consecuencia, acaso necesariamente “paranoico-crítica”, de la introducción del análisis de
Clavreul. 8 Las dificultades, hasta los choques con el cierre hegemónico-jerárquico institucional, si
bien exhiben ruidosos impasses, señalan asimismo nuevas herramientas para su elaboración, al
tiempo que se mantiene un desesperado estado de alerta contra la demoníaca tentación de
asimilar lo “psi” a la enciclopedia médica des-subjetivante. El grupo Balint ya ha pasado también
por el tamiz francés, según la experiencia de Raimbault.
…entendemos que el cuerpo médico supuso un deseo en la paciente… (¿lo que se debe
desear?) cuando en ésta había demanda…
y goce en el cuerpo que sangra y convulsiona, quedando obturada la vía del deseo. El médico
apuntó al “bien” de la paciente…
La vacilación del médico, que advirtiendo su propia angustia llama a un analista capaz de recibirla,
logra hacer de ella una carta que llega a destino, y sitúa el plan del equipo:
a menos que logre su trabajoso pase a una posición analítica. Aún cuando el crédito que los
autores conceden a Clavreul – como ya mencionamos – pueda discutirse (la ecuación que
proponen, Enfermedad = paciente – hombre, es un ejemplo), queda el rédito de una
puntualización de las coordenadas de la irreductible demanda institucional en tanto variables de la
transferencia, así como los destinos de una subjetividad no reconocida a tiempo:
a) será excluída;
Se trata del sitio en el que el analista puede ofrecer una alternativa y localizar el fantasma, a veces
en el reverso del enunciado manifiesto: los pacientes se nos van puede remitir, así, al propio
“fading” del médico, ¡los pacientes vienen y nosotros nos vamos!
Y cerrando nuestra serie, M. Colovini analiza dicha a-topía recurriendo a categorías modales en su
escrito Entre necesidad y contingencia: la Interconsulta. En dicho intersticio, lo que no cesa de
escribirse halla su letra cuando un médico nos dice: Necesito una evaluación del paciente… ,
demanda que al referirse a un no quiero saber nada de eso proscribe cualquier preparación previa
o anticipación, y requiere un “semblant de dupe”, un ser chorlito de lo imposible–imprevisible.
VI.
Notas
En lo que sigue, la itálica indica citas del texto que se comenta en cada ocasión.
2 Último en la serie, el neologismo “interconsulta”, será sancionado por el uso como nominación
formal y estable.
3 Desde luego, el presente libro se ubica – con algún desvío ocasional – con respecto a dicho
armazón.
4 ¿Envejecen las teorías analíticas? ¿O son desbordadas por lo Real? Si Freud nos es
indispensable, lo es a través del retorno que Lacan produjo; ¿o al intentar la ficción de un Freud
“virgen” (que ha de ser “superado”), la consecuencia no es, invariablemente, el carril del post-
freudismo?
5 En su momento, Melanie Klein lo notó. Lanzó como un perro de presa a su fiel Hanna Segal, su
futura princesa heredera, a hacer la crítica de un libro de Donald W., el apóstata. Hanna terminó
su comentario asegurando que, si bien el autor se pronunciaba en contra del sentimentalismo y la
condescendencia, ella había encontrado el libro both sentimental and patronizing.
descarga (13)
6 Véase Formación del Equipo de Interconsulta en el Hospital, PsA y el Hosp., No.7, 1995, p. 94-96
7 Puede deducirse otras consecuencias: por ejemplo, la inestabilidad de los profesionales en el
hospital, que determina que en un servicio de Psicopatología nadie sepa cuántos equipos de
interconsulta hubo sucesivamente, ni quiénes los integraban.
Referencias bibliográficas
Amoedo, S.; Demarchi, G.; Fazzito, A.; Guiñazú, L.; Izrailit, D.; Psicoanálisis en la institución desde la
interconsulta. El Malentendido, No. 1, Julio 1986, p. 15-18
Baremblit, Valentín; Criscaut, Juan J.; Damigella, Luis; Davidovich, Octavio; Fefer, Marcos; Karol,
Saúl; MacDonnell, Isabel; Schere, Ariel; Ulloa, Fernando: Integración de la Asistencia Psiquiátrica
en los Servicios de un Hospital General: La función Consulta (inédito). X Conferencia de Salud
Mental, FAP, Mar del Plata, 1966
Criscaut, Juan J.: Interconsulta Hospitalaria (inédito) Clase enla Facultad de Psicología, Julio 1974
Criscaut, Juan J.: La Interconsulta: una práctica para seguir pensando desde el psicoanálisis. II
Congreso Metropolitano de Psicología, Octubre 1983, p. 149-153
Criscaut, Juan J.: La Interconsulta(inédito) Solicitud de autorización de curso de capacitación para
graduados (presentada enla Facultad de Medicina, UBA), 1985
Criscaut, Juan J.: La Interconsulta: una práctica psicoanalítica en el campo de la medicina (inédito),
1988
Chiarvetti, Silvia; Gandolfo, Eduardo: Sobre la relación de dos discursos en un ámbito institucional.
Revista Argentina de Psicología, Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, Año X No. 26, Marzo de
1980, p. 115-124
de la Mota, Oscar; Prieto, Paula; Toyos, Marcelo: La posición del analista en el Hospital General:
entre la disposición y la indisposición. Tramas, Revista de Psicoanálisis, Año V No. 6, Buenos Aires,
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Ferrari, Héctor; Luchina, Isaac L.; Luchina, Noemí: La Interconsulta médico-psicológica en el marco
hospitalario. Nueva Visión, Buenos Aires, 1971
Ferrari, Héctor; Luchina, Isaac L.; Luchina, Noemí: Asistencia institucional. Nuevos desarrollos de la
interconsulta médico-psicológica. Nueva Visión, Buenos Aires, 1979
Goldemberg, Mauricio; Barenblit, Valentín; Fernández Mouján, Octavio; Galli, Vicente; Kesselman,
Hrenán; Müller, Anatolio; Pérez, Aurora; Ricón, Lía; Sluzki, Carlos; Stein, Gerardo: La Psiquiatría en
el Hospital General. La Semana Médica, Año LXXIII, No. 4015, Tomo 118 No. 1, Enero de 1966, p.
80-102
Izrailit, Daniel; Fazzito, Alicia: Hacia una tipificación de situaciones institucionales en un hospital
general desde un Equipo de Interconsulta (inédito), 1988/9
Marín, Rubén; Enghel, Cristina; Virginillo, Carmen; Pustilnik, Clara: La interconsulta a Psiquiatría o
cuando el Amo deja de ser idéntico a sí mismo. Reunión Lacanoamericana de Montevideo, 1986,
p. 167-171
Polite, V.; Amoedo, S., Demarchi, G.; Fazzito, A.; Guiñazú, L.; Izraelit, D.; Raiden, S.: Algunas
reflexiones acerca de la práctica de interconsulta en el Hospital “Aráoz Alfaro” (inédito) Jornadas
“Psicoanálisis enla Institución Hospitalaria”, Hospital “Mi Pueblo”, Florencio Varela, Junio 1985
Schavelzon, José; Luchina, Isaac; Bleger, José; Bleger, Lily; Langer, Marie: Psicología y Cáncer.
Hormé, Buenos Aires, 1965
Schiavo, Claudia; Braverman, Carlos; Fantín, Juan Carlos: El psicoanálisis en el hospital general. Un
dispositivo analítico para la interconsulta. En: Neurosis, Psicosis, Perversión; III Jornadas
Municipales de Salud Mental, Hospital Dr. Teodoro Álvarez. Lugar editorial, Buenos Aires, 1992,
p.152-158
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3 THOUGHTS ON “PEQUEÑA (PRE)HISTORIA DE LA INTERCONSULTA PSICOANALÍTICA (2A.PARTE):
DE ESTE LADO DEL OCÉANO”
Interesante hallazgo, hace tiempo que buscaba un texto sobre la historia de esta práctica. ¡Mil
gracias!