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Un día me dio miedo la crisis ecológica. La mayoría de los análisis son bastante
pesimistas respecto al futuro de la humanidad –particularmente el de Robert
Kurtz, pero también el de Zizek, de Kacsinsky, Zerzan y muchos otros-. Ese fue el
punto de partida. La desesperada necesidad de remar contra una cascada, todos
los días, como una rutina. En mi caso, la de artista.
Años atrás la revista Adbusters lanzó la campaña “vivir sin tiempo muerto”, que
hacía un llamado a des-alienarse de la viciada experiencia de vida en un
organismo capitalista. Re-wild era el verbo que usaban.Ese viejo -pero no
obsoleto- discurso de reconectarse con la experiencia genuina de la vida por
medio de la naturaleza, de lo salvaje, o en su defecto, de lo artesanal.
Mis ejes centrales eran evitar a toda costa un escenario apocalíptico y vivir lo más
plenamente posible el proceso. Recuperar el tiempo muerto en la sociedad
tecnocrática (la sociedad híper-conectada) en la naturaleza, por medio de una
satisfacción de carácter biológico o naturalista.
Los iconos totalitarios tienen que ver con avivarle el fuego al fantasma de los
totalitarismos modernos. No de modo irónico como estamos acostumbrados en el
capitalismo avanzado, sino que llamando a reconsiderar la necesidad de
confabular un tejido social, incluso un infame cuerpo social, como contrapunto a
la retórica individualista del presente tecnocrático. Ethos contra ethos.
Recuerdo esa conversación, tiene que ver con un texto de Holey Cantine llamado
“Play and its perversions”. Básicamente es un esquema así: lo opuesto al
trabajo/acto de alimentarse es el juego/ocio. Un león tras comer, descansa, juega,
como cualquier otro animal. En ese esquema Cantine ubica al arte como una
forma compleja de juego humano, como una actividad lejana al trabajo. Ahora
bien, lo que reviste esta práctica de trabajo, aquí y ahora, es el hecho de producir
o no dinero (dinero = comida). Si no produces dinero, socialmente eres un niño,
como un esquimal incapaz de cazar su propia comida. Pero cuando vendes, la
sociedad capitalista te reconoce como trabajador-artista, porque llevas comida a
tu mesa. Es una especie de dicotomía. En este esquema, el tema era claramente el
juego. Embarrarse, trabajar desde la alegre economía de la naturaleza, con
chorreos y todo el material a disposición que pudiese recolectar en pos del goce,
más que del futuro productivo.
5. Vas a seguir explorando esta vía de producción de tus propios
materiales para hacer arte, o estás trabajando en otra línea.
En otra línea, totalmente. En una línea mucho más burda, más entretenida. Más
sumida en la cultura capitalista (desesperanzada, melancólica, arrebatada, sumida
en el momento). Necesito dinero. Ahora bien, entré en la política formal,
partidista. En los aparatos de comunicación y cultura específicamente. Entiéndase
que mi campaña no tiene sentido desde un individuo. Fue un breve paso la verdad,
no me fue muy bien, al menos en esta pasada. Ahora voy a volver a trabajar en un
ateneo. Fantaseo con una especie de Bauhaus pero enfocada en superar la crisis
ecológica más que la sociedad de clases.