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Ella vino al mundo sin nombre alguno, salvo la presentación de su sola y diminuta existencia, al igual que

todos cuando nacemos. Díganme, ¿Qué podía hacer ella sola? Mas que solo esperar recibir amor,
afecto, cariño ¿Pero de quién?, si nadie se molestó siquiera en darle un nombre.

Así la conocí, y así se hizo mi amiga. Una tarde lluviosa de otoño sentada esperando ¿Esperando que?
No lo sé, y sinceramente no necesito saberlo. Parecidos, diferentes… diferente mirada, diferente vida.
No dude en hablarle y ella no dudo en contestarme. Cabello mojado y rostro sucio, creí que jugaba y
quise jugar con ella, pero en sus ojos no había juegos, ni risas, solo lluvia.

A veces, esa lluvia salía en forma de pequeñas gotas perladas, que tímidas corrían por sus mejillas y
empapaban su rostro. Yo solo intentaba consolarla, y a veces, suavemente me preguntaba:

- ¿no te importa gastar tanto tiempo conmigo? -


- no me importa - le respondía
- si estoy contigo, el tiempo no pasa - y le sonreía.

Juntos jugábamos, juntos reíamos. Ella se divertía, reía, corría, olvidándose del pasado solo tenía ojos
para el futuro. Pero a veces, no podía evitar preguntarme ¿Qué se yo sobre lo que es no tener nada? O
creen que, si nacen con nada, ¿no tienen nada que perder?

Afuera dejo de llover, pero esa lluvia en sus ojos nunca se fue. Por eso, quiero estar con ella, al menos
hasta que mi vida me acompañé, porque todo muere y yo no soy la excepción.

Pero, créanme que quisiera ir tiempo atrás, que tuviera mucho más de lo que puedo darle, aunque eso
significase nunca haberla conocido, no importa. Se que al menos seria feliz, y eso me basta. Que tuviera
tantos amigos como ella lo merece, porque los de ella, todos murieron. Murieron, porque nunca los
tuvo.

Y así, siempre estará conmigo. Pero ese “siempre”, ¿cuánto tiempo durara?...

¿Qué si la amo me preguntan? No lo sé, no sabría decirlo, simplemente me entristece verla triste, en
cambio, su sonrisa me hace feliz, solo es eso… solo quiero estar con ella, al menos hasta que ella me lo
permita, y estar siempre ahí para recordarle que, aunque todo muere, nada desaparece…

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