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A diferencia de otros países del entorno latinoamericano, en Colombia cabría

considerar que los grandes flujos migratorios no han formado parte fundamental de
nuestra historia. La propensión de ser un país emisor de emigrantes tiende a
evolucionar y ya se observa que los flujos migratorios por año van cambiando, “en
2017, por primera vez, la inmigración superó a la emigración” (Robayo, 2019). Ante
esta realidad, el fenómeno de la inmigración masiva proveniente de Venezuela se
constituyó en un desafío sin antecedentes poniendo en evidencia la necesidad de
priorizar el tema migratorio dentro del contexto de la política exterior y, al
mismo tiempo, sobre bases de coherencia, articular, hacia lo interno, tanto
acciones a distinto nivel como estructurar un marco jurídico que involucre a todos
los actores y sectores de la sociedad.
Contexto y alcance del fenómeno migratorio
No existe ningún sistema global para regular el movimiento de las personas, es una
competencia que recae en la soberanía de los Estados y que, por su complejidad,
también hace parte de la agenda multilateral. Más que una crisis, “la migración ha
de entenderse como un derecho”, así lo plantea (Lagos, 2018). Un reconocido
investigador del tema en América Latina, Lelio Mármora, quien fuera invitado como
conferencista cuando el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia preparaba
el Documento CONPES 3603 de 2009 "Política integral migratoria", citado por
(Markous, 2018), estima que más que una crisis migratoria, el mundo está frente a
una crisis política y considera que “La migración en sí no es que haya aumentado
tanto. El problema es la respuesta de los gobiernos. Hay un incremento de la
xenofobia, del prejuicio racista y un negocio electoral”.
En 2017, según la ONU, más de 258 millones de personas vivían en un país distinto
de aquel donde nacieron, el mayor número hasta ahora, frente a 173 millones en el
2000. Esta cifra incluye unos 68 millones de desplazados por la fuerza, de estos
unos 25 millones de refugiados, 3 millones de solicitantes de asilo y cerca de 40
millones de desplazados internos (Naciones Unidas, 2019).
La complejidad y alcance de este asunto multilateral, tal como anota (Valdivieso

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