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El judaísmo: Un estudio desde la figura de Abraham

Los estudios sobre la religiones suelen ser complejos en la medida que, estos,
requieren esfuerzos interdisciplinarios que van desde la antropología, pasando por
la arqueología hasta las ciencias históricas, políticas y/o filosóficas. El caso del
judaísmo no es una excepción e incluso –en comparación con las otras
manifestaciones religiosas- encuentra serías dificultades al tratarse de
conceptualizar. En esta medida, este ensayo tiene como finalidad presentar –en
primera instancia- un panorama general sobre lo que se ha comprendido por
judaísmo para luego, destacar la figura de Abraham como legitimo representante
de esta religión y con ello, argumentar la tesis según la cual, la cultura judía se
instaura simbólicamente en la figura del padre de la fe.

Tal y como se exponía líneas antes, el judaísmo es un fenómeno socio-cultural


difícil de abordar. Históricamente, el concepto judaísmo ha tenido diferentes usos,
unos más adecuados que otros, pero siempre designan una cierta colectividad de
personas unidas por un vinculo común bien sea la tradición o la sangre.

Se ha hablado hasta no hace demasiado de la “raza judía”. Más allá de la


connotación prejuiciosa que tal definición arrastra por su empate con las
teorías decimonónicas que desembocaron en el odio racial antijudío (y que
tuvo su expresión más demoniaca y perniciosa en el nazismo), es
incontrovertible que no exista tal raza judía. Hay y hubo miembros del
pueblo judío de casi todas las razas desde antiguo. Hay judíos blancos
caucásicos (la mayoría es cierto), pero los hay negros en Etiopía […] Por
todo ello es claro que hablar de la raza judía es no sólo incorrecto, sino
también prejuicioso. (Bronstein, 2003, p.39)

Hay otro tanto de teóricos que no se toman en serio esta concepción y prefieren
definir al judaísmo como una religión, aun cuando, múltiples coyunturas sociales
muestren que el vinculo que une a los que se hacen llamar judíos no estén
estrictamente relacionados con la religión, estos teóricos insisten en el carácter
religioso del judaísmo. Claramente, no es un hecho objetable, pero si se reduce a
este campo se esta perdiendo mucho de la polisemia innata al concepto judaísmo
en aspecto teóricos como prácticos. Hay una tercera posición que designa al
judaísmo y a los judíos propiamente, como un pueblo o una nación unida por un
cúmulo de tradiciones, algo que, sin duda, no dista de la definición más lata de
nación cuando se le comprende como una comunidad humana con cierta
identidad definida aun cuando no tenga un territorio definido (Estado); bien se
sabe que la población judía se extiende sobre la faz de la tierra, claro esta, con
mayor concentración en ciertos espacios más que otros.

No obstante, tal y como sostiene Bronstein (2003) Kaplan sería quien designaría
de manera más oportuna un concepto que realmente describiera el fenómeno del
judaísmo. De acuerdo a Kaplan, el judaísmo es una civilización en tanto se ha
mantenido a través de la historia con y por diferentes manifestaciones de cualquier
civilización como el arte, la política o la religión de manera dinámica. Mas, asienta
Kaplan, el judaísmo es una civilización religiosa, es decir

La idiosincrasia judía se expresa en su cenit cuando define y ayuda a


aclarar los valores de la existencia humana; cuando se revuelve a luchar
con Dios, además de seguirlo (mas jamás a negarlo); y en el ámbito ritual
expresado en ceremonias tanto en el hogar como en la sinagoga. En
palabras del mismo pensador, “la religión judía abraza a la vez propósito y
el producto de la experiencia del pueblo judío en su búsqueda de una
existencia plena de significado” (Bronstein, 2003, p.42)

Empero, es plausible pensar que si la civilización que es el judaísmo tiene


precisamente ese carácter religioso, es totalmente aceptable ubicar sus raíces en
el telón de fondo que motiva y diseña sus prácticas, a saber, la historia de Israel
consignada en los libros veterotestamentales. Mas, sin lugar a dudas, la
centralidad espiritual del judaísmo recae en la imagen de Abraham, e incluso, es
desde ella, donde configura esa relación entre el judaísmo y la cultura occidental.
Abraham creció en un ambiente totalmente politeísta donde se adoraban
diferentes astros.Para esta época, la adoración a través de ritos era común y
tenían entre otras intenciones, calmar la furia de los dioses, procurándose su
salvación y en pro de ser perdonados para no recibir castigos. Se hace evidente
como en su época la manera de ser religioso es la adoración a los Dioses
creadores y como de esta persona nace el monoteísmo religioso en un Dios,
padre único creador.[ CITATION Bie15 \l 9226 ]

Sin duda, el mayor aporte que hizo Abraham tanto a la cultura de su tiempo como
la posterior, fue la institución del monoteísmo como posición legitima en términos
religiosos, es decir, desde Abraham, cualquier práctica politeísta va a ser por de
bajeada, menospreciada como idolatría y paganismo. Básicamente, desde el
monoteísmo de Abraham las prácticas politeístas eran sinónimo de magia, en
cuanto se compraba a diferentes dioses con ofrendas y sacrificios con la intención
de ganar favores, mientras que, con Abraham, la obediencia ciega y desinteresada
a un solo dios, se hacía totalmente plausible. Un pasaje que retrata muy bien la
diferencia entre la fe fuerte y la débil se da en el propio seno de la familia de
Abraham cuando su esposa Sara que en un principio se burla, quien desconfiando
de la promesa de Dios convence a Abraham de engendrar un hijo con su esclava
llamada Agar, concibiendo a Ismael, quién se convierte en heredero al ser su
primer hijo, aun así siendo fruto de adulterio.Dios deja como mensaje la promesa
de que Sara puede concebir un hijo a pesar de su edad cruzando la menopausia
que le impedía procrear, aun así concibe a un hijo llamado Isaac.

Por otra parte, el bien conocido pasaje en donde Abraham es probado por Dios
pidiéndole que sacrifique a su hijo Isaac es otra muestra de la ética que recién
instaurada Abraham y que sería perpetrada no sólo por el judaísmo sino también
por el cristianismo y por antonomasia, la cultura occidental. Abraham con la daga
en la mano apuntó de sacrificar a su hijo siguiendo la voluntad de dios, estaría
instaurando la idea de autoridad vertical, una idea constante en la cultura
occidental. En todo caso, Tomando como base la afirmación y creencia de que
existe un solo Dios como omnipotente, único creador de un todo, Salvador de la
humanidad, es evidente la fe y la obediencia de parte de Abraham como el elegido
por Dios, desde la comunicación que tiene con el hasta la obediencia y cómo
interpreta su voluntad para aplicarla sobre sí mismo sin importar cuales Sean las
consecuencias a pesar de su edad y el largo viaje al que se aventuró en el nombre
de Dios, no es de sorprender que este hombre, adelantado a su época en
términos de concepción filosófica sea el único además de Dios, en ser adorado
por las tres principales religiones monoteístas del mundo, el cristianismo, el
judaísmo y el islam.

Ahora bien, la razón por la que los acontecimientos relatados del principio de la
promesa de Dios con Abraham al emprender su viaje a la tierra prometida en
medio de todo se crean mandatos y mandamientos de parte de Dios a su tribu que
toma a Abraham como el patriarca a quien deben seguir para lograr la llegada a la
tierra prometida por Dios. En medio de este camino, Abraham recibe los mandatos
o mandamientos tomadas como las normas mínimas que se deben cumplir dentro
de la tribu para fortalecer la fe y lograr sobrevivir tantos años en el desierto, su
cumplimiento por parte de la tribu el respaldo o mandato divino, como compromiso
de que sí toman todos los mandatos al pie de la letra será seguro para ellos la
llegada a la tierra prometida por Dios. Estas normas ya sentenciadas aún luego de
los acontecimientos sucedidos entre Abraham y Agar esclava de Sara concibiendo
un hijo, se crea como acto pecaminoso el Adulterio desde allí se ve y es criticado
los actos humanos de Abraham y en ocasiones se hace dudosa la forma como
Dios se comunicaba y como era interpretado por Abraham esos mensajes
tomados tan al pie de la letra.

Empero, ¿Cuál es el mensaje simbólico que se esconde tras de Abraham? A


continuación se presenta una breve interpretación acerca de esta cuestión. En
primera instancia, Abraham transforma la relación hombre-divinidad antes
horizontal a una vertical. Mientras que las manifestaciones religiosas rudimentarias
tenían un contacto cercano con diversos dioses y estos, respondían a actividades
cotidianas de la humanidad (agricultura, fertilidad, guerra, etc.) Con Abraham, esta
relación ya no se refiere a contextos particulares ni a un tipo de vínculo de
intercambio entre sacrificio-milagro, sino que el Dios único y verdadero se oculta;
Todo lo ve, lo vigila y lo castiga; dictamina las leyes que el pueblo escuchar y la
alianza se hace a través de una promesa de obediencia, donde el pueblo, puede
ser sometido a toda clase de maltratos en espera de la tierra prometida.

En segunda instancia, Abraham nos revela un componente esencial dentro del


judaísmo: la creación y el creador. Dentro del judaísmo y a través de la figura de
Abraham, la idea del Dios creador se acentúa como también, la noción de que
toda criatura divina, debe ser amada, en tanto estas son un medio para conocer la
verdad absoluta: Dios. Igualmente, el hombre toma una posición privilegiada
dentro del conjunto de la creación, este es designado como co-creador y
administrador de las demás creaciones. En un tercer momento, Abraham funda el
monoteísmo como única forma legítima no mítica pero si religiosa de
manifestación de la relación hombre-Dios. Abraham instituye la idea de que el
universo tiene un creador de donde viene todo, pero también, un salvador a donde
todos van. Es decir, convive lo cosmogónico-teogónico con lo escatológico, el Dios
judío, el todo poderoso, la verdad absoluta, la ley moral en cuanto tal.

Por último, se funda una estrecha dinámica entre religión y política. Los judíos, a
partir de la alianza con Dios, comenzaron a esperar la tierra prometida, no como
lugar metafísico pos muerte, sino como lugar concreto de transformaciones
políticas. Por eso, Jesús no fue reconocido como el salvador o cumplidor de la
promesa antigua, porque el hombre de Nazaret hablaba de un reino del espíritu y
no un reino político donde por fin, la civilización judía tendría su propio espacio.
Incluso, hay ciertas coyunturas histórico-políticas interesantes con relación al
islam.

Gracias a la historia de Abraham y las promesas de Dios a él para su pueblo,


sin embargo ¿Cuál pueblo? Tal pueblo seria su nación, sin embargo Dios
promete el surgimiento de dos naciones, la de Ismael y las doce tribus (Islam)
y la de Isaac (Judaísmo), ¿No es Abraham el padre de ambas religiones?
Discutir sobre cuál de las dos naciones tendría más validez seria sumergirse
en una discusión que ha sido interminable desde tiempos antiguos, sin
embargo el punto importante es el hecho de que Dios nunca excluyo a
Abraham, ni le dijo a este que dejaría de tener vínculo alguno con sus hijos,
Dios continuo siendo benevolente con ambos, incluso si la Tora judía o el
Corán musulmán le atribuye a un hijo o al otro más o menos importancia. Dios
entonces designo a Abraham como padre, padre de la humanidad, de los
creyentes o si se quiere ser menos idealista, padre de las tres religiones
monoteístas. ‘‘Pero la batalla no será fácil. Si Abraham es realmente el
patriarca de las tres religiones, entonces sería como un padre que ha dejado
un disputado testamento. ’’ [CITATION Bie15 \l 9226 ]. Y es este el elemento que
debería unir, esta debería ser la esperanza de unión entre las tres religiones,
el cese a la discusión sobre la connotación más o menos divina de un hijo o
del otro.

Sin embargo esta ilusión se ve opacada por las banalidades bajo las cuales la
parte musulmana y la judía cimientan sus argumentos, como lo es en meros
registros realizados por ascendientes de su misma línea, sean árabes o
musulmanes. Tenemos así entonces un grupo que defiende sus argumentos
citando a antiguos escribas suyos, cuando estos ya estaban en seria
discusión con sus contrapartes. Esta ha sido en parte la culpable de la
perpetuidad del conflicto entre árabes (aunque es más apropiado definir
musulmanes) y judíos, repiten lo que sus padres les han dicho. Biema (2002)
plantea:

Hacia el siglo XI, el gran estudioso bíblico Rashi, citando a otras


autoridades anteriores, describió a Ismael como un "ladrón" a quien "todo el
mundo odia", un insulto que todavía se encuentra entre sus comentarios
situados en un lugar prominente en muchas ediciones actuales de la Torá, y
que se sigue enseñando en muchas escuelas ortodoxas judías. IbnKathir,
comentador coránico del siglo XIII, contraatacó alegando que los judíos
habían introducido a Isaac "deshonesta y falsamente" en la historia de la
Torá, aun sabiendo que no era cierto: "Forzaron esta versión porque Isaac
es su padre, mientras que Ismael es el padre de los árabes". Este
sentimiento también sobrevive hoy día entre los musulmanes. (p. 45)

Es evidente como desde el siglo XI se viene repitiendo lo que para cada religión es
la verdad, topándose con el primer elemento necesario para una verdadera
resolución del conflicto, y esto envuelve no solo a estas dos religiones, también al
cristianismo. Este elemento es la separación del dogmatismo. En un principio esto
puede sonar contradictorio e irrealizable debido a la naturaleza misma de estas
religiones, sin embargo no se pretende desligar el dogmatismo de la esencia
misma de la religión, solo de aquello que contrario a lo que busca una verdadera
fe, está dividiendo a la humanidad.

En todo caso, y a manera de conclusión, habría que señalar que todo el


entramado de creencia y modus operandi de la comunidad judía se encuentra
cimentada en la figura del padre de la Fe. Tal y como pasa en el cristianismo con
Jesús (guardando claras y contundentes diferencias) el judaísmo encuentra un
modelo de creyente, de ser humano que seguir adoptando sus hábitos, creencias
y acciones con el fin no de conseguir la salvación sino de vivir adecuadamente su
fe

Bibliografía
Biema, D. V. (2002). Mercaba.org. Recuperado el 03 de 2015, de
http://www.mercaba.org/FICHAS/BIBLIA/legado_de_abraham.htm

Brostein, B. (2004). El judaismo un panorama. En D. Ortmannn, Anuario de las ciencias de la


religión: Las religiones en el Perú hoy (págs. 37- 55). Lima: CONCYTEC.

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