El impacto geopolítico a nivel mundial causado por la pandemia del Coronavirus
que nos afectó drásticamente, puede estar a punto de ocasionar una desglobalización que tendría efectos no solo secundarios, si no terciarios en lo que ha sido la economía y la expansión global a lo largo de todos estos años. Se podría considerar como la crisis más difícil en toda la historia después de la gran recesión y la epidemia del ébola y los impactos nocivos que estas dejaron, además de ser un momento muy difícil y único en la historia, ha dejado una gran enseñanza y nos ha motivado a conocer más acerca de nosotros y de como los estados e incluso nosotros mismos manejamos nuestro dinero. Hemos evidenciado como Potencias mundiales han logrado refugiarse en capsulas de escape ante la crisis como lo son la reserva federal y la subida en aumento del dólar a causa de el bajo precio que comenzó a tener el petróleo semanas antes de que se declarará completamente pandemia mundial, además de china que abrió pasó a el comunitarismo, la cooperación y sobre todo la solidaridad hacia las personas que estuviesen siendo afectadas a causa de este gran impacto; lo que nos lleva a pensar en que será de los países subdesarrollados que no están preparados en ningún aspecto para enfrentar consecuencias negativas de gran impacto que corren contra reloj y podrían terminar siendo más perjudiciales de lo que se podría llegar a esperar si no se buscan soluciones pronto. "Estamos en un período en el que el soberanismo está regresando y esta crisis seguramente animará a los Estados a ser aún más soberanistas, pues como ya he nombrado antes está carrera contra reloj solo podrá ser ganada por los estados que estén capacitados para salir adelante incluso más rápido que cualquier otro, esto le traerá ventajas que evidentemente aprovecharan para crear un nuevo orden internacionalmente tanto económicamente como políticamente y así abrirse paso en la soberanía mundial. Cabe la posibilidad que encontremos tres escenarios que definirían lo que llegaría a ser de la futura globalización. El primero y no más negativo, sería que estos efectos llegarán a ser similares a la crisis del 2000, y tan negativos que la naturaleza como la urbanidad salieran perjudicados no en gran medida y les permitiera seguir en su proceso de globalización. El segundo efecto podría ser que este tuviera un gran alcance el más negativo y perjudicial en su clase y a causa de sus efectos se cerraran los intercambios mundiales en todos sus planos y la desglobalización tuviera lugar en su ámbito económico-político hasta de un 9% a 10% congelando así, gran parte de la economía mundial. No solo afectando a las grandes potencias que cada día enriquecen sus cuentas bancarias con el dinero obtenido de sus ganancias y proyectos, sino también los pequeños, medianos e incluso grandes países que no habían llegado a alcanzar su tope mínimo de subsistencia y pudiesen terminar en una crisis que los obligaría a depender en todos sus sentidos de las decisiones de sus proveedores (en este caso las grandes potencias) que si tendrían recursos con los cuales obtener beneficios. El tercer y ultimo escenario sería de alguna u otra forma los beneficios de conocer los hechos en todos sus aspectos de tecnología, ciencia y política, para contrarrestar los efectos que pudiesen suceder, es decir premeditar lo que podría llegar a pasar en el segundo escenario y así de está manera evitarlo a toda costa. Algunos grandes científicos, investigadores e inversores han dado su opinión critica sobre la pandemia y las consecuencias que esta traería a cada una de las ramas que se benefician económicamente del intercambio cultural, de la amplitud y de lo que hemos llamado hasta el día de hoy como la globalización. Críticamente y con un punto de vista parcial llegan a sus propias conclusiones, la mayoría de estas ya se encuentran inclinadas al pesimismo como lo podemos evidenciar en este comentario de Jean- Yves Le Drian” Me “Parece que estamos presenciando una amplificación de las fracturas que han estado socavando el orden internacional durante años”, lo que nos lleva a pensar en si realmente esto es la primera señalización antes de el gran derrumbe. Es evidente que lo que más necesitamos en este momento es la denominada autonomía estratégica, teniendo en cuenta la probabilidad de que la economía mundial llegue a un estándar más duradero de lo propuesto, no queda nada más y nada menos que desafiar la misma globalización y sus cadenas de suministro. Acabando así con la famosa teoría de la ventaja comparativa propuesta por David Ricardo, en la que plantea que los países se especializan en la producción y exportación de aquellos bienes que solo pueden fabricar con costes relativamente más bajos. Pero, si adaptáramos está famosa teoría en época de crisis donde la exportación dejo de ser una opción y fue el mismo país quien abrió sus puertas al desarrollo económico evidenciamos que esto dejo de ser una ventaja y las nuevas estrategias pasaron a ser más que una necesidad. Concluyendo solo puedo decir que no queda nada que sea más importante que rediseñar estrategias, en todos los aspectos de su vida, que le permitan expandir sus horizontes y estar predispuesto a cualquier nueva oportunidad que abra paso en el mundo que va a empezar a surgir. Ya que para nadie será sorpresa que los efectos que tendrán en el funcionamiento del capitalismo llevados hasta entonces y en el mapa de poder global reflejados en esta crisis, no podrán ser visualizados con precisión en un futuro cercano puesto el único que nos queda por ver es incierto.