ARISTÓTELES. “Llegó al final del período creador de la filosofía griega y en dos mil años no se produjo otro pensador de su valía” (B. Russell).
1. La filosofía de Aristóteles se caracteriza, simultáneamente, por la fidelidad y la ruptura
con Platón, el amigo y maestro: fidelidad que conduce a la ruptura, y ruptura que es una forma de fidelidad (a la verdad y a Platón). Así, se encuentran en Aristóteles (en adelante, A.) elementos eminentemente platónicos: lo universal como objeto de la ciencia, prioridad de la forma, la enteléchia y la especie, carácter separado del entendimiento agente, etc. Pero también, elementos evidentemente “nuevos” y opuestos. Lo “nuevo” aparece como un intento de resolver los problemas planteados por el platonismo. Y hay que reconocer que el aristotelismo, si bien ha perdido la fascinación y la fuerza poética y creativa de Platón, parece un pensamiento mucho más sólido y congruente. La novedad máxima consiste, quizá, en la negación del dualismo de los dos mundos, la afirmación de que el individuo concreto (la substancia primera) es lo auténticamente real, y la dinamización de éste último. 2. No hay, pues, más mundo que éste ni más ser que la substancia primera. Se supera el monismo de Parménides y el dualismo platónico. Y el devenir del ser queda plenamente asumido. Devenir y movimiento no son causas de degradación del ser, sino las condiciones de su desarrollo y perfeccionamiento, la expresión de un anhelo o deseo del cosmos hacia su plenitud. Así, Dios y las inteligencias de las esferas celestes mueven el mundo como motores inmóviles. Sin duda, en la inmovilidad de estos motores, y en la afirmación de que la felicidad última del ser humano radica en la contemplación de lo inmutable, vuelve a reaparecer la esencia del platonismo. La física aristotélica se basa en la teoría de las cuatro causas. Pero A. da la preeminencia a la forma (física esencialista, de formas y enteléchias, física cualitativa) y al fin (física teleológica, de acuerdo con Platón y contra Demócrito). 3. La evolución del pensamiento de A. le conduce a tratar al ser humano no como una realidad trascendente (alma inmortal e inmaterial), sino como a un organismo más compuesto de materia y forma. Se inaugura así una concepción del ser humano como ser unitario (una sola substancia) que terminará por imponerse y que actualmente es la más habitual.
A. La crítica a la teoría platónica de las Ideas.
A. dedica mucho espacio a esta crítica. Según él, la teoría de las Ideas parte de la búsqueda por parte de Sócrates/ Platón de determinar y definir la esencia de las cosas. Al definir ésta (“lo que es” tal cosa) se obtiene el concepto general o universal de la misma. Pues bien, según A., “Sócrates no otorgaba una existencia separada ni a los universales ni a las definiciones”. Otros, más tarde, los separaron y los llamaron “Ideas”. Es este carácter separado de las esencias lo que A. no puede admitir, porque si las Ideas son esencias que existen separadamente de las cosas, entonces son substancias (realidades subsistentes, es decir, seres que existen, independientemente, en sí mismas). Las críticas son: 1º) Platón duplica este mundo al intentar explicarlo, ahora hay que explicar dos mundos, éste y el de las Ideas; 2º) el Mundo de las Ideas no explica nada porque si las esencias de las cosas están separadas de las cosas mismas, es que no son propiamente sus esencias, “las esencias deben estar en las cosas” (inmanencia frente a trascendencia); 3º) las Ideas tampoco permiten explicar el origen y el devenir o cambios de las cosas, son las causas de las cosas pero no son causas productivas y motrices (“causa del movimiento” dice A.), es por eso que Platón tiene que inventarse el Demiurgos. En conclusión, no es posible que la esencia de las cosas exista separada de las cosas. Es lo único que A. no acepta de la teoría de las Ideas de Platón. Por lo demás es fiel a la herencia socrático-platónica: la ciencia versa sobre lo general y lo universal, es una búsqueda de la esencia común que se encuentra en las cosas mismas y no separada de ellas. Éstas es la idea clave de la lógica y la metafísica aristotélica.
B. La búsqueda de la ciencia: La “filosofía primera”.
“La prueba de Aristóteles sobre los primeros principios se puede enunciar en un trabalenguas, que sonaría así: los principios son verdad no porque sean verdad, sino porque tienen que ser verdad, porque hace falta que sean verdad [...]; tiene que haber verdades improbadas e improbables, porque de otro modo sería imposible la ciencia.” JOSÉ ORTEGA Y GASSET. Es la ciencia que A. llama también “sabiduría” (metafísica –tras la física- la llamará Andrónico con gran fortuna). Su obra “Metafísica” trata de ella. A diferencia de Platón, para quien la filosofía es aquella actividad virtuosa que conduce a la felicidad, y que coincide, sin más, con “la sabiduría”, para A. la sabiduría es una ciencia más –si bien la primera- y tiene carácter puramente especulativo (la vida virtuosa será el objeto de estudio de una “filosofía segunda”, la ética). ¿Sobre qué especula la metafísica? Sobre lo más universal que existe: “el ser (tò òn) en cuanto ser y sus atributos esenciales”. La “filosofía primera” es una ontología (ciencia del “ser”). En otros textos, A. dice que “la ciencia por excelencia debe tener por objeto el ser por excelencia”, es decir, Dios, convirtiendo así a la “filosofía primera” en una teología.