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Génesis 1-11

En este apartado tenemos las narraciones de la creación pero también de Adán


y Eva con todas las implicaciones teológicas.
Es también significativa la historia tribal de Abel y Caín (4,3-16), historia de
una relación entre dos tipos de cultura (la agrícola y la pastoril) destruida por
la violencia. Caín es el emblema de las fracturas sociales, de los odios y los
homicidios que se derivan de ellas. Las relaciones entre los hombres son
siempre relaciones entre hermanos: todo homicidio es un fratricidio. Es
también depuradísima la historia del ziggurat o «torre de Babel», símbolo de
la superpotencia político-religiosa mesopotámica, que ambiciona subyugar
toda la tierra bajo la sombra de su imperialismo. Dios es contrario a los
hegemonismos y los castiga con una atomización que no es sólo étnico-
política y cultural, sino que tiene también implicaciones negativas porque
imposibilita la colaboración internacional.
Interesa advertir también que esta tradición (y la paralela Sacerdotal) utiliza,
para su reflexión más bien pesimista sobre las relaciones entre hombre y
creación, entre hombre y mujer, sobre las tensiones sociales y las grandes
catástrofes naturales (el diluvio), o sobre las relaciones internacionales,
materiales mitológicos, es decir, meditaciones que se han desarrollado en el
ámbito de la cultura del llamado «Creciente Fértil», en el antiguo Oriente
Próximo. Son, con todo, reflexiones purificadas y leídas a la luz de la
revelación divina. Un ejemplo muy conocido, la narración del diluvio, aparece
también en textos babilónicos, como las epopeyas de Gilgamés, de Ziusudra y
de Atrakhasis.
En los dos actores del episodio tipifica la Biblia dos modelos sociales: Caín
simboliza la civilización agrícola y sedentaria, mientras que Abel encarna el
tipo nómada pastoril. Las simpatías se inclinan evidentemente por este
segundo esquema de vida, menos dominado por el afán de bienestar y la
idolatría de las cosas. El otro elemento está encarnado en la diversa reacción
de Dios frente a los diferentes sacrificios de los dos hermanos. En realidad,
con la expresión «complacerse en el sacrificio» el autor sagrado pretende dar a
entender que Abel era próspero, bendito de Dios, feliz. Y es precisamente este
dato el que desencadena la violencia. La verdadera raíz del pecado de Caín es
la envidia.
Samuel Díaz Meza

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