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El Budismo Explicado a los Occidentales

Ringu Tulku Rimpoche


Fragmento: Cuarta parte, pp. 86-91
Editorial Helios
2012

[…]
El karma
Las tres formas de sufrimiento enumeradas en el capítulo anterior son el fruto
del karma.
El Sutra de los Cien Karmas detalla la manera en que los diferentes tipos de
karma crearon a las diversas criaturas, la gran variedad de seres vivos. Según el
budismo, todo es creado por el karma, nada es creación de un ser todopoderoso.
Nadie recompensa ni castiga nuestros actos positivos y negativos. La ley del karma,
que es la de la interdependencia, puede enunciarse de este modo: todo lo que
hacemos tendrá consecuencias; un acto positivo tendrá actos positivos, un acto
negativo tendrá actos negativos, nada ni nadie toma la decisión de recompensarnos
o castigarnos. Es la fuerza de la misma acción la que provoca el resultado que le
corresponde. Pero la interacción de todos los actos que planteamos es compleja.
Según esto, se cuenta la historia de una anciana que fue a un monasterio a
escuchar las enseñanzas. Allí escuchó al lama hablar de los resultados del karma.
Al hablar de los beneficios de los actos positivos, el lama afirmó que hasta una
pequeñísima acción positiva produce grandes resultados y que, por ejemplo,
pronunciar una sola vez el nombre del Buda Amitabha permitía renacer en la Tierra
Pura de Sukhavati. Al hablar de los efectos negativos de las malas acciones, el lama
señaló que el menor error, como una simple mentira, bastaba para hundirnos en los
infiernos durante miles de eras cósmicas. La anciana, perpleja, fue al encuentro del
lama y le dijo: <<Si lo que dice sobre el resultado de las buenas acciones es cierto,
no sólo los lamas, sino yo misma, no dejaríamos en convertirnos en budas en esta
vida. Por el contrario, si creo lo que dice respecto a lo de las malas acciones, no
sólo yo, sino incluso usted, deberíamos de estar seguros que iremos todos al
infierno. Entonces, ¿cómo se explica esto?>>
En realidad, ninguno de nosotros se comporta de una manera totalmente
positiva o negativa. Casi siempre nuestro comportamiento es mixto. Nada ni nadie,
ninguna situación ni ninguna acción es totalmente positiva o negativa, de manera
que los frutos que cosechamos también son variados.
La noción de karma suele comprenderse mal y confundirse con el fatalismo,
que es la aceptación pasiva de nuestro destino. El karma es visto entonces como
una fuerza que nos arrastra, como si fuésemos una brizna de paja en el océano de
la vida. Sin embargo, ésta no es la teoría budista del karma, que no es determinista,
sino mucho más dinámica.
La ley del karma no es otra cosa que la ley de la interdependencia, de la
producción condicionada. Como se ha explicado en el capítulo anterior, lo que
somos ahora es el resultado de nuestro pasado, del karma que hemos acumulado.
La fuerza de ese karma nos ha moldeado y ha trazado los límites de lo que somos
actualmente.
Esto es lo que explica por qué no siempre llegamos a hacer lo que
quisiéramos. Ciertamente, estamos limitados, pero en el seno de la forma, del
espacio limitado que es nuestro, tenemos la acción de actuar o no de una manera
determinada. Nuestro porvenir está en nuestras manos. Lo que hagamos ahora
creará nuestro futuro: ésa es la ley del karma. Cada uno tiene su propio karma o,
más exactamente, es su propio karma.
Además del karma personal, existe también lo que se denomina el karma
colectivo. El mundo en el que vivimos es el producto del karma colectivo de todos
sus habitantes. Los seres que comparten los mismos estados de existencia
kármicos están en condiciones de comunicarse entre sí, cosa que no pueden hacer
quienes viven en mundos diferentes. Sin embargo, la manera en que los seres
actúan en el seno de un mismo nivel kármico y en que resultan afectados
individualmente por los acontecimientos globales depende de su karma personal.
Acumulamos karma por la ley de causa y efecto, de acción-reacción. Según
el Abhidharmakosha, hay dos tipos de acciones, dos factores de acumulación de
karma, lo que en tibetano se llama sempélé y sampélé.
El primer factor es la actividad del espíritu, el pensamiento, la intención.
Sempélé significa el hecho de pensar sin actuar. En realidad, cada acción comienza
con un pensamiento. Sin pensamiento previo no es posible ninguna acción. Toda
acción comienza con nuestra mente. Es el karma de la mente, de la motivación.
Todavía no se pasa a los actos, pero la motivación ya está presente.
El segundo factor, sampélé es el hecho de pasar al acto física o verbalmente,
lo cual es otra manera de acumular karma.
Estas diferentes categorías de acciones tienen tres clases de efectos: del
karma positivo, negativo o neutro.
El karma negativo es el resultado de una acción verdaderamente nociva,
como matar, mentir, robar, etc. Se habla de los <<diez actos nocivos>> que figuran
entre las causas principales del karma negativo. En realidad, nuestros karmas están
compuestos de tantos elementos inconexos imbricados unos en otros, los actos
positivos con los actos negativos, que los resultados también son sumamente
complejos. Sólo un ser plenamente realizado puede determinar con precisión qué es
la causa de qué. Se dice que cada uno de los colores que irisan la pluma de un
pavo real tiene su propia causa kármica. No obstante, en términos generales, puede
afirmarse que los actos negativos del cuerpo, de la palabra y de la mente tienen
efectos negativos.
Se distinguen tres tipos de resultados.
El primero se denomina <<resultado directo>> o <<resultado de la
maduración>>, y es el karma que ha llegado a la plena madurez.
Tomemos el ejemplo del homicidio, cometido con odio, de una persona
excepcional que se ha mostrado muy buena con nosotros. El resultado directo de un
acto tan horrible podría ser, por ejemplo, renacer en los infiernos o experimentar un
sufrimiento muy grande.
El segundo tipo de resultado es lo que se denomina la <<condición similar>>,
es decir, el resultado en armonía con la causa.
Así como el resultado directo de un homicidio es renacer en los infiernos, la
condición similar sería renacer a continuación en el mundo de los humanos, pero
tener una vida corta. En razón de la similitud de condición, entonces uno moriría allí
violentamente de un accidente, de una agresión o víctima de un acontecimiento
parecido.
El tercer tipo de resultado comprende los efectos secundarios.
Para retomar nuestro ejemplo, después de la consecuencia directa, que sería
renacer en los infiernos, y después de haber vivido las condiciones similares,
todavía se pueden sufrir los efectos secundarios, como por ejemplo renacer en un
lugar muy agitado, inestable, donde hacen estragos el hambre y la guerra.
Es útil precisar las cuatro maneras en que el karma llegar a la madurez.
La primera es inmediata. El acto es seguido inmediatamente por su resultado.
Golpeamos a alguien y esa persona nos golpea a su vez. Insultamos a alguien y ese
alguien nos responde al instante. Ese efecto boomerang que se produce en el curso
de una misma vida se denomina resultado inmediato.
La segunda ocurre cuando el resultado no es inmediato, sino que sobreviene
en el curso de la vida siguiente.
La tercera manera se da cuando el resultado se produce en un futuro
indeterminado porque el acto cometido no tiene gran fuerza.
La cuarta manera ocurre por último cuando no es seguro que el acto vaya a
tener un resultado. Sus fuerza es tan débil que podría no tener ninguna
consecuencia significativa.
Las cuatro maneras en que el karma llega a la madurez dependen de la
fuerza y de la motivación de la acción. Cuanto más fuerte sean la emoción, la
motivación y la aspiración, más acentuado será el resultado.
[…]

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