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El río bojayá es un brazo del río atrato; a su oeste se encuentran los poblados de vigía
del fuerte y bellavista, por el norte, los de Pogue, Nambua y por el sur los de Napipi.
Comunidades Indígenas
Los indígenas Embera, junto con los Chamí, Dodiba, y Eperara Siapidara fueron los
primeros que se asentaron en la orilla del río Bojayá en la época prehispánica, esto
debido a sus creencias, estas comunidades se establecieron río abajo, pues relatan
que allí está el lugar de los hombres en el cual se puede vivir, y río arriba es donde
están los sitios peligrosos y temidos, pues es el nacimiento del agua y donde está la
selva con toda su fuerza.
Para las comunidades indígenas, sobre todo los Embera la principal fuente de
sostenimiento es la agricultura (esto también por ser tierras más fértiles) para los
productos como el maíz y el plátano. También se basa en la recolección, la pesca
como actividad permanente y la caza.
● Centro de memoria Histórica. (2015, junio). Pogue un pueblo, una familia, un río.
Centro de memoria histórica. https://bit.ly/2FPhk9D
“Los ancestros que vinieron embarcados desde el Baudó, la Troje, río Quito,
Tanando y otros lugares Atrato arriba, fueron entonces los primeros
pobladores de Pogue. Los padres de nuestros abuelos fueron la primera
generación que se embarcó Atrato abajo buscando tierras de trabajo y un
lugar donde hacer la vida. Nuestros padres llegaron siendo niños y otros
nacieron y se criaron en las tierras de la cuenca del río Bojayá. Ahora ya
somos aproximadamente otras tres generaciones las que hemos nacido aquí.
Pero tanto los que llegaron como los que nacimos nos consideramos de estos
dos ríos, Pogueños y Bojayaseños.” Centro de memoria Histórica. (2015,
junio)
“Sabemos cuándo se aproxima por el río un poqueño, porque el ruido del
motor es continuo y eso quiere decir que conoce bien su río y no se queda
estancado o varado en las playas que van surgiendo con el verano. Cuando
escuchamos un motor salimos a la orilla a ver quién del pueblo es el que
viene en camino. La comitiva, en su mayoría niños, salta entre el bote y la
orilla, para bajar todas las pertenencias y luego invitamos a los recién
llegados a la casa de la familia a tomar algo fresco acompañado con pan
recién horneado en leña, arroz con queso o con alguna “liga” de la cacería
del día.” Centro de memoria Histórica. (2015, junio)
Imagen 1: Plátano y lluvia. Daniel Ruiz Serna. Archivo del autor (2004-2008)
Imagen 2: Natalia Quiceno
El río bojayá y la guerra
Dirección. (2020). La desprotección de Bojayá y los corredores del narcotráfico. elmundo. https://bit.ly/3gusWM0
Los meandros del Bojayá
Los cofres donde reposaban los restos navegaron en una balsa rodeada de flores
blancas por el río Atrato, que en incontables ocasiones se ha teñido de sangre, pero
que le devolvió a esta comunidad un halo de alivio para continuar cicatrizando las
heridas. Al ritmo de 'alabaos', canticos fúnebres de alabanza; un ritual donde la
entrega significa el descanso eterno de las personas que fallecieron.
“Un río no es una raya azul en un mapa. Un río es gente. Gente que cultiva a su
orilla. Gente que juega dentro de él, junto a él, cerca siempre de su rumor. Gente
que se alimenta de lo que el río concede y que se enamora al ritmo de un caudal
mutante. Gente integrada en la biodiversidad que aglutina el río. Gente que muere
en él, por él, junto a él. En el Chocó, desde hace casi 10 años, los ríos de vida
xtracto
también traen la muerte y a los agentes de la muerte. Así es el río Bojayá.” (E
del libro ‘La guerra no es un relámpago’, publicado a principios de 2016)