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ESQUIZOFRENIA
LA GRAN MENTIRA DE LA PSIQUIATRIA BURGUESA
2
Esquizofrenia, Laing
y Dictadura Social (1)
«Querido doctor y amigo: para impedirme destrozarlo todo, voluntad y de sus fuerzas es capaz de
«La cuestión que se le plantea a us- son los mismos que le han embru- imponer silencio a ese doble retrasa-
ted, doctor F., es mucho más sencilla. jado también, a fin de extraer de do de usted mismo, que me envidia
Y se le plantea de la misma manera usted un doble que me odie y de ha- y me odia, para hacer de él un Naci-
para todo el mundo. cer de usted un Nacido-del-Sudor; do-del-Sudor. Y lo que han querido
«Se trata de que cese mi interna- ellos saben muy bien que, en cuanto los iniciados es justo lo contrario.
miento, que es un acto canallesco. recobre mis fuerzas, los destrozaré Quieren extraer de usted un perso-
«Se trata de traerme heroína porque seguramente, pero que arreglaré las naje de odio que impida mi alivio y
he sido canallescamente envenenado, cosas por otro lado. Si prefiere sal- la pacificación generalizada de las
y porque en todo momento estoy cana- varlos a ellos y sacrificar al resto, cosas, y que reduzca a la más baja
llescamente embrujado por un montón incluido usted mismo, tiene que ne- servidumbre al que, dentro de usted,
de brujos asesinos, y sólo la heroína garme lo que le pido, porque sin lo quería ayudarme y permitirme arre-
puede permitirme resistir. que le pido, las cosas no se arregla- glarlo todo. Y no puedo dudar del
«Los que han conseguido enga- rán ya nunca para nadie. sentido de su elección.
ñarle haciéndole creer que lo des- «Pero yo tengo fe, doctor F., en 3 de junio de 1939.
trozaré todo cuando haya tomado su verdadero personaje, y creo que
heroína y que no hay que dármela lo mejor y más representativo de su Antonin ARTAUD (3).
VLADIMIR STEPANOV
desencadena un proceso natural; es decir, una sucesión
4 racional». «Sus familias y la clínica -continua Laing-
con comienzo, parte intermedia y fin. Porque se llega a ambas, les impiden embarcarse en la salida metanoica
un punto «en el que el viajero regresa, a través de una de su intrincado embrollo. El comienzo del proceso
acelerada neogénesis, hacia adelante, una vez más, y ha- metanoico es temido por todos, incluido el paciente.
cia fuera, al mundo, sin pérdida de ser». El viaje puede Se le ve a menudo como el comienzo de una enfermedad
durar horas -«cuando el movimiento parabólico no va esquizofrénica cuando es el posible comienzo de recupe-
muy lejos hacia detrás o hacia dentro»- o meses -«a tra- ración. Se trata con tranquilizantes, compresas frías,
vés de formas arquetípicas cósmicas»-. electroshocks, etc. Si este proceso metanoico se con-
En otros casos, el problema radica en que la persona firma por otros -que es lo que yo sospecho que es: una
diagnosticada como esquizofrénica no puede iniciar el fuente de curación abierta a veces sólo a aquellas per-
viaje. Estás atascadas, «profundamente inmovilizadas sonas cuyo tratamiento consiste en negarles esta posi-
en un nudo complejo», que suele ser resultado de la bilidad-, no podía existir un malentendido más trágico
«internalización de una situación familiar multigene- o irónico».
Esquizofrenia y arte
No es tarea mía verificar, ni tan siquiera defender quizá porque se aleja de los esquemas impuestos por Poe
clínicamente, el proceso metanoico de Laing en tanto en el género y el lector y el crítico aún no han aceptado
que fuente de curación de la esquizofrenia. Pero debo las propias reglas del juego de Lovecraft. Cuando uno
defender a ultranza el derecho del lector medianamente de sus protagonistas decide emprender un viaje oníri-
informado o, simplemente, con un mínimo de sentido co- co, en busca de la Ciudad de sus Sueños, y está a punto
mún, a establecer asociaciones y apuntar observaciones de perecer realmente a manos de uno de los monstruos
como las siguientes: de su fantasía, se le brinda la oportunidad de escapar
despertando, interrumpiendo el sueño y retornando al
a) El lenguaje metafórico de Laing no es nuevo en la mismo punto del que partió. El protagonista se niega.
historia. En la reveladora obra de M. Foucault, «Histoi- Entiende que peor que la muerte es interrumpir el pro-
re de la folie», se describe minuciosamente una tradición ceso, «el movimiento», la búsqueda de una Ciudad que,
medieval alemana, conforme a la cual el loco recibe, por al fin, resulta ser su infancia (la dirección del viaje no
parte del pueblo, el tratamiento de un viajero más que es más, pues, que una regresión metanoica), que no ha
el de enfermo. Se entiende que el loco ha emprendido un muerto, sino que sobrevive intacta en su corazón. Y al
viaje interior que debe traducirse en la realidad exterior prologuista (7) de la edición española de Lovecraft se
como un viaje real. Así, los locos se embarcan volun- debe precisamente el haber puesto al descubierto el ínti-
tariamente o son embarcados en barcos especialmente mo parentesco entre el viaje de dicho escritor y el viaje
destinados para ellos -stultifera navis-, o, sencillamente, exteriormente provocado o estimulado con sustancias alu-
confiados a los marineros (5). (Recordemos que no fue cinógenas o, según la terminología de otros investigado-
otra la terapia empleada en el caso de Hamlet, príncipe res, «que expanden la mente».
supuestamente loco de Dinamarca). ¿Y a quién recurre Wilhelm Reich en su trabajo para
el ingreso en la Sociedad Psicoanalítica de Viena? (8). A
b) Pero es que, además, el tema del viaje ha sido, desde Peer Gynt, es decir, a Ibsen. Reich se siente particular-
siempre, una de las más características fuentes de crea- mente interesado en esta obra de Ibsen, porque en ella
ción literaria. Ulises, para regresar a su reino perdido, queda claramente patente ese proceso en virtud del cual
Ítaca, debe aventurarse durante largos años en toda cla- el delirio, la fantasía, no son más que «una tentativa de
se de mares y debe afrontar los riesgos más diversos. reconstruir el “yo” perdido». Reconstrucción en la que
Dante se encuentra perdido, a mitad de camino de su siempre se experimenta «esta armonía sin límites entre
vida, en una oscura selva; se encuentra atascado, «pro- el “yo” y el mundo exterior». Mientras el hombre me-
fundamente inmovilizado en un nudo complejo», y debe dio de hoy -dice Reich- ha perdido todo contacto con su
descender, uno a uno, a todos los Infiernos antes de as- naturaleza real, con su fondo biológico, y lo experimen-
cender, antes de regresar, «a través de una acelerada ta como un elemento hostil, los esquizofrénicos, los que
neogénesis, hacia adelante, una vez más, y hacia fuera, sienten sus percepciones interiores como provinentes del
al mundo, sin pérdida del ser», y recuperar su Ítaca, en mundo exterior, y viceversa, «poseen, al menos, una sos-
su caso, la amada, rodeada de toda la corte celestial. pecha de lo que es el Universo».
Nunca, en la moderna literatura, se ha dado un caso Al llegar a este punto se nos plantea espontáneamente
más evidente como el del Lovecraft onírico (6), precisa- una interrogación: ¿Es el mismo sentimiento de armonía
mente el que se ha dado en llamar «el peor Lovecraft», entre el «yo» y el mundo exterior el que está en la base
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de la creación del artista y del delirio del esquizofréni- dia de un esquizofrénico con «capacidad creadora». A la
co? ¿Es el mismo proceso de búsqueda el que se expresa vista de la número 1, quizás un profesor de dibujo co-
a través del viaje literario y del viaje metanoico? Y si, mentara que el alumno no tiene excesivas «dotes», pero
como intuimos, la respuesta es afirmativa, ¿hasta qué que, en todo caso, el movimiento esta bien expresado.
punto es artista el esquizofrénico y esquizofrénico el Pues bien, para Navratil, puesto que el dibujante es un
artista? Esto es, ¿hasta qué punto debe temerse, enca- esquizofrénico, encuentra precisamente en el movimien-
sillarse y combatirse, por los métodos convencionales, to un síntoma de su esquizofrenia. Se trata, dice, «de
este tipo de enfermedad -o no tan enfermedad- mental? una figura excesivamente movida». ¿Por qué? Misterio.
En todo caso, es casi imposible no recordar aquel «movi-
c) Decíamos que «intuíamos» que la respuesta era afir- miento» metanoico, principio de liberación, del que ha-
mativa; la obra ya citada de Leo Navratil, «Esquizofrenia blaba Laing. Al enfermo se le aplican electroshocks y di-
y arte», viene a confirmarnos en nuestras suposiciones. buja la figura número 2, absolutamente estremecedora,
Tras largos años de investigaciones con sus «enfermos», increíble; la expresión más brutal y artísticamente con-
y con una especial sensibilidad para la comprensión del seguida de lo que es esta especie de tortura que consiste
arte, este doctor vienés concluye, en su estudio, que lo en provocar breve inconsciencia y convulsiones muscu-
único que separa al artista del esquizofrénico, al menos lares, equivalentes a un ataque epiléptico, mediante la
en teoría, es la presencia en el artista de «talento», es aplicación, durante una fracción de segundo, de una co-
decir, de dotes innatas, más acuerdo con el arte, más asi- rriente alterna de 90 a 110 voltios en la región temporal.
milación de la cultura o cultura a secas, mientras que Ante el dibujo, Navratil comenta: «Es una manifestación
ambos, enfermo y artista, poseen «la capacidad más no- propia del tratamiento empleado». ¿Cómo no recordar
table»: la fuerza creadora. el análisis de Laing de las protestas de ser envenenado
¡Muy frágiles nos parecen estas fronteras! Parecen de un paciente tratado con fármacos tranquilizantes,
indicar que, con un poco de «talento», un hombre podría que paralizaban su proceso metanoico al tiempo que le
dejar de recibir electroshocks para empezar a recibir provocaban trastornos físicos (o las propias protestas de
los homenajes de la crítica. Y viceversa. Imaginemos, Antonin Artaud)? Protestar significaba un agravamien-
por un momento, que Max Ernst no hubiera delimitado to de la crisis y, por tanto, fueron duplicadas las dosis
con cierta claridad -una claridad total es imposible, eso del veneno… La figura número 3, por el contrario, es
lo sabe cualquier «creador»- las fronteras entre su vida absolutamente convencional, relamida, conforme a los
«social» y su obra, y hubiese caído en manos de los «ini- cánones del esteticismo más tranquilizante y burgués.
ciados». Su caso parecería sumamente grave y sin remi- Pero es esta figura, precisamente, la que se interpreta
sión. Porque… ¿qué son sus visiones pictóricas sino esas como síntoma de curación. El dibujo permite reconocer,
«formas arquetípicas cósmicas» de las que habla Laing? dice Navratil, una «representación mesurada del movi-
El propio Leo Navratil, pese a su evidente «cultura», miento». Aunque el tema, desde luego, no se presta sar-
se nos muestra como un hombre atrapado por la jerga casmos, cabe la sospecha de que, de electroshock en elec-
y la función de su especialidad. Ruego se me perdone la troshock, en la hipótesis de un Max Ernst diagnosticado
evidente mala fe de mi razonamiento, pero, ¿qué habría como enfermo mental, habría acabado por pintar según
sido de Max Ernst, en tanto que artista, en sus manos? los cánones del realismo socialista.
Tomemos tres de las ilustraciones de un caso que estu-
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Esquizofrenia y represión social
En la obra citada de Reich, éste afirmaba que Peer locos, ni al de los locos geniales, sino al del loco común,
Gynt, que «los Peer Gynt» podrían tener razón «después el loco anónimo, el ser improductivo social por excelen-
de todo». Y al hablar así no se refería exactamente a los cia. En este punto, habrá que releer con cuidado aquella
«locos», sino a todos aquellos que sienten estallar impe- carta publicada en «La Révolution surréaliste», en 1925,
tuosamente en sí las fuerzas de la naturaleza, fuerzas a y que pese a llevar la firma de todos los miembros del
cuyo análisis dedicó toda su vida de investigador. Tam- grupo fue redactada por el mismo Artaud, un Artaud
bién afirmó que sobre «los Peer Gynt» recaería todo el todavía «sano» y no «loco». No es difícil imaginar el
peso de la venganza de los hombres «normales», esos escándalo y el silencioso desprecio con que la clase mé-
que han perdido todo contacto «con su naturaleza real, dica debió acoger aquella Lettre aux Médicins-chefs des
con su fondo biológico», y lo experimentan «como un asiles de fous. «No admitamos -decían- que se trabe el
elemento hostil». Su esquema visionario de una neuro- libre desenvolvimiento de un delirio, tan legítimo, tan
sis colectiva, alimentando sadomasoquísticamente las lógico como cualquier otra sucesión de ideas o actos hu-
estructuras autoritarias y represivas, confrontada a las manos. La represión de las reacciones antisociales es
esquizofrenias individuales, no resulta tan visionaria, al también quimérica e inaceptable por principio. Todos
fin y al cabo. Resulta más bien de actualidad. los actos individuales son antisociales. Los locos son
Las débiles fronteras entre el artista y el esquizo- las víctimas individuales por excelencia de la dictadu-
frénico tampoco se refuerzan en el momento de analizar ra social; en nombre de esta individualidad propia del
una cierta represión social. Porque, en efecto, ¿qué es hombre, reclamamos que se libere a estos forzados de la
sino una represión de hecho la obligada marginación sensibilidad…» (10).
social del artista? La sociedad ha sabido tolerar el arte Boutade, sí, pero también paternidad de toda una
en tanto puede ser un producto comercializable. Pero corriente que analiza con Laing el delirio en tanto que
que el artista pretenda hacer realidad, al mismo tiempo, «sucesión», proceso, viaje metanoico, no sólo legítimo,
su «alivio y la pacificación generalizada de las cosas», sino liberador (y terapéutico); paternidad de toda una
que pretenda diluir las fronteras entre su vida real y su corriente que analiza con Basaglia el carácter represivo
obra, y recaerá sobre él todo el peso de la ley. O manico- de una ciencia pretendidamente objetiva, instrumento
mio o Real Academia, pero sobre todo Real Academia, de la dictadura social; paternidad de toda una corriente
a la que se accede incluso después de haber fallecido en que analiza con Deleuze la condición revolucionaria -de
los manicomios. Hay que sacralizar, asimilar los cadá- la revolución «total» que diría Breton- de la máquina
veres de Nietzsche, de Van Gogh, de Artaud, los grandes deseante de los esquizos.
«incomprendidos». Pero ¡cuidado con la operación res- La dictadura social de la sociedad industrial no puede
cate a mayor gloria de la cultura! Miente y nos engloba permitirse el lujo de liberar a los improductivos, a los
a todos en su gran mentira…, porque los Nietzsche, los que, como Peer Gynt, podrían tener razón «después de
Van Gogh, los Artaud fueron perfectamente «compren- todo». Insistamos: no se trata de humanizar la repre-
didos»: su lenguaje estaba perfectamente catalogado en sión, de implantar la tolerancia. Se trata de que no se
el punto más bajo de la escala de valores sociales, era el puede, aunque se quisiera, permitirse tal lujo. Aún más,
lenguaje de la locura, y, en tanto que locos, dieron todos la ciencia de la medicina mental tiene ante sí un bri-
ellos con sus huesos en el manicomio. Habrá que insis- llante futuro de instrumentalización política. Llegará el
tir en que no fueron tratados con injusticia sino con día en que a los disidentes no se les aplicará el código
justicia, que no eran «excéntricos incomprendidos», penal, sino la terapia mental. Exactamente como en los
sino locos y muy locos. Deleuze y Guattari, en su es- orígenes de la Edad Moderna se entregó a los disiden-
tudio sobre las «máquinas deseantes» esquizoides, nos tes políticos a la Inquisición, rehuyéndose astutamente
lo recuerdan con toda claridad: «Artaud -dicen- es el los procesos civiles (11). Pero la que se avecina no será
despedazamiento de la psiquiatría, precisamente por- una manifestación de astucia, sino de bastarda buena
que es esquizofrénico y no porque no lo sea. Artaud es conciencia: el hombre común, ese embrujado al decir de
la realización de la literatura, precisamente porque es Artaud, no podrá concebir la disidencia: ésta sólo podrá
esquizofrénico y no porque no lo sea» (9). ser producto de la «locura» (12).
El problema, pues, no se reduce al de los artistas
aUN
ar IR
90 y ss.
(10) El estudio hasta el momento más completo sobre la persona y
obra de Artaud se encuentra en: Gérard DUROZOI, Artaud: La enajena-
ción y la locura, Guadarrama, Madrid, 1975. A PUDR
(11) El fascismo encubierto o desenmascarado no parece vaya a re-
currir a tales sutilezas. Lo suyo es la represión pura y simple, la masacre
de los opositores y, si es necesario, el genocidio. No necesita de doctores
teniendo a mano, como tiene, torturadores y verdugos a bajo precio. Ver,
a este respecto, el espeluznante alegato del Tribunal Rusell sobre la tortu-
ra en Latinoamérica (Los derechos humanos en Latinoamérica, Ed. Euros,
Barcelona, 1976): electroshocks a niños de dos y tres años para obligar
a hablar a los padres, crucifixión de campesinos en campos de deporte y
otras hazañas similares que están ahora mismo sucediendo conforme a
una campaña perfectamente planificada de aterrorización de las pobla-
7 ETC.
ETC
ETC. .
ES LOGICO
ciones. Los únicos doctores a los que se recurre son los que alertan sobre
un posible fallo cardíaco de los detenidos «valiosos»… a fin de poder
mer
co
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continuar la tortura con plenas garantías de éxito.
Los estadios más evolucionados del capitalismo, así como las democra- RA
n
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PA
cias populares europeas y asiáticas, son, por el contrario, campo abonado
ci
para una despolitización del opositor político, al que hay que considerar
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meramente un anormal o enfermo. Ya no amenaza al opositor una perse-
cución maccartista, cuanto un aislamiento social más propio del leproso SO e
medieval que del resistente político desde el Renacimiento hasta nuestros
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que
días; y, en el Este, ya no le amenaza el campo de trabajo estaliniano,
cuanto la institución psiquiátrica soviética o los centros de «reeducación»
chinos o camboyanos. En ambos casos hay que «curar», «sanar», «reedu- d
car» o limitarse a «aislar» lo patológico de lo sano. Al opositor político
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se le escamoteará hasta la posibilidad de morir ante un pelotón de fu-
silamiento. Ya no despertará enemistad, sino amor, compasión y ansias
«reeducadoras». TO r po
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αD
(12) P. S. A sólo cuatro años vista de la primera redacción de este artí-
culo habrá que observar dos fenómenos que han ido surgiendo durante
el período y que, desgraciadamente, no acaban de contradecir sus previ-
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A
siones más bien pesimistas. En primer lugar, hemos asistido a la enérgica
reacción de la clase política y de la mayoría de la clase médica contra los
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intentos de institucionalización de las premisas antipsiquiátricas: aisla-
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MISMA
miento en Inglaterra, persecución legal en Italia, rescisión de contratos en
Ro y s,
España, represión directa o indirecta, en nombre de la Ciencia o en nom-
nes
bre de las Leyes Penales, en un intento de contener esta quinta columna
antipsiquiátrica. Pero, por otro lado, hemos asistido a la popularización
de las tesis y reivindicaciones antipsiquiátricas hasta unos extremos hace
SI
sólo cuatro años insospechados: el impacto inicial de Family Life, seriales
en la RTI (transmitidos por TVE), resurrección editorial de una obra
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A « “de
marginada como la de Ken Kesey, Alguien voló sobre el nido del cuco,
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(Argos Vergara, Barcelona, 1976) y su lanzamiento multitudinario de la
mano cinematográfica de Milos Forman. La sensibilidad (y politización)
del público ante estos temas ha cambiado y sin este cambio previo, nadie
se habría arriesgado a la promoción de best sellers «antipsiquiátricos».
Esta sensibilización parece ir ligada a una más general toma de concien-
cia en torno a la opresión totalizadora de las Instituciones en cualquier
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sociedad industrial contemporánea. Lógica es, pues, la desmedida dureza
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