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Decía Marx que un niño que una formación social, no reproduzca las condiciones de
producción al mismo tiempo que produce, no sobrevivirá siquiera un año. Por lo tanto, la
condición final de la producción es la reproducción de las condiciones de producción. Puede
ser "simple" (y se limita entonces a reproducir las anteriores condiciones de producción) o
"ampliada" (en cuyo caso las extiende).
Las evidencias (evidencias ideológicas de tipo empirista) ofrecidas por el punto de vista de la
mera producción e incluso de la simple práctica productiva (abstracta ella misma con respecto
al proceso de producción) se incorporan de tal modo a nuestra conciencia cotidiana que es
sumamente difícil, por no decir casi imposible, elevarse hasta el punto de vista de la
reproducción. Sin embargo, cuando no se adopta tal punto de vista todo resulta abstracto y
deformado (más que parcial), aun en el nivel de la producción y, con mayor razón todavía, en
el de la simple práctica.
Debe, reproducir:
Por influencia de Marx, todo el mundo reconoce (incluso los economistas burgueses) que no
hay producción posible si no se asegura la reproducción de las condiciones materiales de la
producción: la reproducción de los medios de producción
Cualquier economista (que en esto no se diferencia de cualquier capitalista) sabe que todos
los años es necesario prever la reposición de lo que se agota o gasta en la producción.
Quesnay -que fue el primero que planteó ese problema que "salta a la vista"- y Marx -que lo
resolvió-, podemos decir que la reproducción de las condiciones materiales de la producción
no puede ser pensada a nivel de la empresa porque no es allí donde se da en sus condiciones
reales. Lo que sucede en el nivel de la empresa es un efecto, que sólo da la idea de la
necesidad de la reproducción, pero que no permite en absoluto pensar las condiciones y los
mecanismos de la misma.
{Hilo sin fin} El señor X, capitalista, que produce telas de lana en su hilandería, debe
"reproducir" su materia prima, sus máquinas, etc. Pero quien las produce para su producción
no es él sino otros capitalistas: el señor Y, un gran criador de ovejas, el señor Z, gran
industrial metalúrgico, productor de máquinas-herramienta, etc., etc., quienes, para producir
esos productos que condicionan la reproducción de las condiciones de producción del señor X,
deben a su vez reproducir las condiciones de su propia producción, y así hasta el infinito:
todo ello en tales proporciones que en el mercado nacional (cuando no en el mercado
mundial) la demanda de medios de producción (para la reproducción) pueda ser satisfecha
por la oferta.
Si bien la observación de lo que sucede en la empresa, podía darnos una idea aproximada de
la existencia del proceso material de la reproducción, entramos ahora en un terreno en el cual
la observación de lo que pasa en la empresa es casi enteramente ineficaz, y esto por una
razón: la reproducción de la fuerza de trabajo se opera, en lo esencial, fuera de la empresa.
Sociología segundo parcial – Sesión 6
Infraestructura y superestructura
Según Marx la estructura de toda sociedad está constituida por "niveles" o “instancias"
articuladas por una determinación específica: la infraestructura o base económica ("unidad"
de fuerzas productivas y relaciones de producción), y la superestructura, que comprende
dos "niveles” o "instancias": la jurídico-política (el derecho y el Estado) y la ideológica (las
distintas ideologías, religiosa, moral, jurídica, política, etcétera).
El Estado
efecto, el término teoría "choca" en parte con el adjetivo "descriptiva" que lo acompaña. Eso
quiere decir exactamente: 1) que la teoría descriptiva" es, el comienzo ineludible de la teoría,
pero 2) que la forma "descriptiva" en que se presenta la teoría exige por efecto mismo de
esta "contradicción" un desarrollo de la teoría que supere la forma de la "descripción".
Cuando decimos que la "teoría" marxista del Estado, que nosotros utilizamos, es en parte
"descriptiva", esto significa en primer lugar y ante todo que esta "teoría" descriptiva es, sin
ninguna duda, el comienzo de la teoría marxista del Estado, y que tal comienzo nos da lo
esencial, es decir el principio decisivo de todo desarrollo posterior de la teoría.
Toda teoría descriptiva corre así el riesgo de "bloquear" el indispensable desarrollo de la
teoría. Por esto pensamos que, para desarrollar esta teoría descriptiva en teoría a secas, es
decir, para comprender mejor los mecanismos del Estado en su funcionamiento, es
indispensable agregar algo a la definición clásica del Estado como aparato de Estado
Podemos decir que los clásicos del marxismo siempre han afirmado que:
1) el Estado es el aparato represivo de Estado;
2) se debe distinguir entre el poder de Estado y el aparato de Estado
3) el objetivo de la lucha de clases concierne al poder de Estado y, en consecuencia, a la
utilización del aparato de Estado por las clases (o alianza de clases o fracciones de clases)
que tienen el poder de Estado en función de sus objetivos de clase
4) el proletariado debe tomar el poder de Estado para destruir el aparato burgués existente,
reemplazarlo en una primera etapa por un aparato de Estado completamente diferente,
proletario, y elaborar en las etapas posteriores un proceso radical, el de la destrucción del
Estado (fin del poder de Estado y de todo aparato de Estado).
Desde este punto de vista, lo que propondríamos que se agregue a la "teoría marxista" de
Estado ya figura en ella. Pero nos parece que esta teoría, completada así, sigue siendo
todavía en parte descriptiva, aunque incluya en lo sucesivo elementos complejos y
diferenciales cuyas reglas y funcionamiento no pueden comprenderse sin recurrir a una
profundización teórica suplementaria.
Lo que se debe agregar a la "teoría marxista" del Estado es entonces otra cosa.
Para hacer progresar la teoría del Estado es indispensable tener en cuenta no sólo la
distinción entre poder de Estado y aparato de Estado, sino también otra realidad que se
manifiesta junto al aparato (represivo) de Estado, pero que no se confunde con él.
Llamaremos a esa realidad por su concepto: los aparatos ideológicos de Estado.
Con todas las reservas que implica esta exigencia podemos considerar como aparatos
ideológicos de Estado las instituciones siguientes (el orden en el cual los enumeramos no
tiene significación especial):
¿Con qué derecho podemos considerar como aparatos ideológicos de Estado instituciones que
en su mayoría no poseen carácter público sino que son simplemente privadas?
Gramsci, ya había previsto esta objeción. La distinción entre lo público y lo privado es una
distinción interna del derecho burgués, válida en los dominios (subordinados) donde el
derecho burgués ejerce sus "poderes". No alcanza al dominio del Estado, éste está "más allá
del Derecho”. El Estado, que es el Estado de la clase dominante, no es ni público ni privado;
por el contrario, es la condición de toda distinción entre público y privado. Partiendo esta vez
de nuestros aparatos ideológicos de Estado. Poco importa si las instituciones que los
materializan son "públicas" o "privadas"; lo que importa es su funcionamiento. Las
instituciones privadas pueden “funcionar” perfectamente como aparatos ideológicos de
Estado. Para demostrarlo bastaría analizar un poco más cualquiera de los AIE.
Hay una diferencia fundamental entre los AIE y el aparato (represivo) de Estado: el aparato
represivo de Estado “funciona mediante la violencia", en tanto que los AIE funcionan
mediante la ideología. Todo aparato de Estado, sea represivo o ideológico, "funciona" a la vez
mediante la violencia y la ideología, pero con una diferencia muy importante que impide
confundir los aparatos ideológicos de Estado con el aparato (represivo) de Estado. Consiste
en que el aparato (represivo) de Estado, por su cuenta, funciona masivamente con la
represión (incluso física), como forma predominante, y sólo secundariamente con la ideología.
(No existen aparatos puramente represivos.) Ejemplos: el ejército y la policía utilizan también
la ideología, tanto para asegurar su propia cohesión y reproducción, como por los 'Valores"
que ambos proponen hacia afuera.
De la misma manera, pero a la inversa, se debe decir que, por su propia cuenta, los aparatos
ideológicos de Estado funcionan masivamente con la ideología como forma predominante,
pero utilizan secundariamente, y en situaciones límite, una represión muy atenuada,
disimulada, es decir simbólica. (No existe aparato puramente ideológico). Así la escuela y las
iglesias "adiestran" con métodos apropiados (sanciones, exclusiones, selección, etc.) no sólo
Sociología segundo parcial – Sesión 6
a sus oficiantes sino a su “grey”. También la familia y el aparato ideológico de Estado cultural
(la censura, por mencionar sólo una forma), etcétera.
¿Sería útil mencionar que esta determinación del doble "funcionamiento" (de modo
predominante, de modo secundario) con la represión y la ideología, según se trate del
aparato (represivo) de Estado o de los aparatos ideológicos de Estado, permite comprender
que se tejan constantemente sutiles combinaciones explícitas o tácitas entre la acción del
aparato (represivo) de Estado y la de los aparatos ideológicos del Estado?
La vida diaria ofrece innumerables ejemplos. Sin embargo, nos encamina hacia la
comprensión de lo que constituye la unidad del cuerpo, aparentemente dispar, de los AIE. Si
los AIE “funcionan" masivamente con la ideología como forma predominante, lo que unifica su
diversidad es ese mismo funcionamiento, en la medida en que la ideología con la que
funcionan, en realidad está siempre unificada, a pesar de su diversidad y sus contradicciones,
bajo la ideología dominante, que es la de “la clase dominante". Si aceptamos que, en
principio, “la clase dominante" tiene el poder del Estado (en forma total o, lo más común, por
medio de alianzas de clases o de fracciones de clases) y dispone por lo tanto del aparato
(represivo) de Estado, podremos admitir que la misma clase dominante sea parte activa de
los aparatos ideológicos de Estado, en la medida en que, en definitiva, es la ideología
dominante la que se realiza, a través de sus contradicciones, en los aparatos ideológicos de
Estado. Por supuesto que es muy distinto actuar por medio de leyes y decretos en el aparato
(represivo) de Estado y "actuar" por intermedio de la ideología dominante en los aparatos
ideológicos de Estado. Sería necesario detallar esa diferencia que, sin embargo, no puede
enmascarar la realidad de una profunda identidad. Por lo que sabemos, ninguna clase puede
tener en sus manos el poder de Estado en forma duradera sin ejercer al mismo tiempo su
hegemonía sobre y en los aparatos ideológicos de Estado.
Esta última observación nos pone en condiciones de comprender que los aparatos ideológicos
de Estado pueden no sólo ser objeto sino también lugar de la lucha de clases, y a menudo de
formas encarnizadas de lucha de clases. La clase (o la alianza de clases) en el poder no
puede imponer su ley en los aparatos ideológicos de Estado tan fácilmente como en el
aparato (represivo) de Estado, no sólo porque las antiguas clases dominantes pueden
conservar en ellos posiciones fuertes durante mucho tiempo, sino además porque la
resistencia de las clases explotadas puede encontrar el medio y la ocasión de expresarse en
ellos, ya sea utilizando las contradicciones existentes, ya sea conquistando allí posiciones de
combate mediante la lucha.
1) Todos los aparatos de Estado funcionan a la vez mediante la represión y la ideología, con
la diferencia de que el aparato (represivo) de Estado funciona masivamente con la represión
como forma predominante, en tanto que los aparatos ideológicos de Estado funcionan
masivamente con la ideología como forma predominante.
unas veces limitadas, otras extremas, expresan los efectos de los choques entre la lucha de
clases capitalista y la lucha de clases proletaria, así como sus formas subordinadas.
3) En tanto que la unidad del aparato (represivo) de Estado está asegurada por su
organización centralizada y unificada bajo la dirección de representantes de las clases en el
poder, que ejecutan la política de lucha de clases de las clases en el poder, la unidad entre
los diferentes aparatos ideológicos de Estado está asegurada, muy a menudo en formas
contradictorias, por la ideología dominante, la de la clase dominante.
En las formaciones sociales del modo de producción "servil" (comúnmente llamado feudal)
comprobamos que, aunque existe (no sólo a partir de la monarquía absoluta sino desde los
primeros estados antiguos conocidos) un aparato represivo de Estado único, formalmente
muy parecido al que nosotros conocemos, la cantidad de aparatos ideológicos de Estado es
menor y su individualidad diferente. Comprobamos, por ejemplo, que la Iglesia (aparato
ideológico de Estado religioso) en la Edad Media acumulaba numerosas funciones (en especial
las escolares y culturales) hoy atribuidas a muchos aparatos ideológicos de Estado diferentes,
nuevos con respecto al pasado que evocamos. Junto a la Iglesia existía el aparato ideológico
de Estado familiar, que cumplía un considerable rol, no comparable con el que cumple en las
formaciones sociales capitalistas. A pesar de las apariencias, la iglesia y la familia no eran los
únicos aparatos ideológicos de Estado. Existía también un aparato ideológico de Estado
político (los Estados Generales, el Parlamento, las distintas facciones y ligas políticas).
En el período histórico pre-capitalista que acabamos de examinar a grandes rasgos, existía un
aparato ideológico de Estado dominante, la Iglesia, que concentraba no sólo las funciones
religiosas sino también las escolares y buena parte de las funciones de información y
"cultura". Si toda la lucha Ideológica del siglo XVI al XVII, desde la primera ruptura de la
Reforma, se concentró en la lucha anticlerical y antirreligiosa, ello no sucedió por azar sino a
causa de la posición dominante del aparato ideológico de Estado religioso.
La revolución francesa tuvo ante todo por objetivo y resultado no sólo trasladar el poder de
Estado de la aristocracia feudal a la burguesía capitalista-comercial, romper parcialmente el
antiguo aparato represivo de Estado y reemplazarlo por uno nuevo (el ejército nacional
popular, por ejemplo), sino también atacar el aparato ideológico de Estado, la iglesia. De allí
la constitución civil del clero, la confiscación de los bienes de la iglesia y la creación de
nuevos aparatos ideológicos de Estado para reemplazar el aparato ideológico de Estado
religioso en su rol dominante.
Puede decirse que la burguesía se apoyó en el nuevo aparato ideológico de Estado político,
democrático-parlamentario, implantado en los primeros años de la Revolución, restaurado
Sociología segundo parcial – Sesión 6
luego por algunos meses, después de largas y violentas luchas, en 1848, y durante decenas
de años después de la caída del Segundo Imperio, para dirigir la lucha contra la iglesia y
apoderarse de sus funciones ideológicas, en resumen, para asegurar no sólo su hegemonía
política sino también la hegemonía ideológica indispensable para la reproducción de las
relaciones capitalistas de producción.
{El aparato ideológico de Estado que fue colocado en posición dominante en las formaciones
capitalistas maduras, como resultado de una violenta lucha de clase política e ideológica
contra el antiguo aparato ideológico de Estado dominante, es el aparato ideológico escolar.
El aparato ideológico de Estado dominante en las formaciones sociales capitalistas no es la
escuela sino el aparato de Estado político, es decir, el régimen de democracia parlamentaria
combinado del sufragio universal y las luchas partidarias. No obstante, la historia, incluso la
historia reciente, demuestra que la burguesía pudo y puede adaptarse perfectamente a
aparatos ideológicos de Estado políticos distintos de la democracia parlamentaria.}
¿Por qué el aparato escolar es realmente el aparato ideológico de Estado dominante en las
formaciones sociales capitalistas y cómo funciona?
1) Todos los aparatos ideológicos de Estado, sean cuales fueren, concurren al mismo
resultado: la reproducción de las relaciones de producción, es decir, las relaciones capitalistas
de explotación.
2) Cada uno de ellos concurre a ese resultado único de la manera que le es propia: el aparato
político sometiendo a los individuos a la ideología política de Estado, la ideología
"democrática", "indirecta" (parlamentaria) o "directa" (plebiscitaria o fascista); el aparato de
información atiborrando a todos los "ciudadanos" mediante la prensa, la radio, la televisión,
con dosis diarias de nacionalismo, chauvinismo, liberalismo, moralismo, etcétera. Lo mismo
sucede con el aparato cultural (el rol de los deportes es de primer orden en el chauvinismo),
etcétera: el aparato religioso recordando en los sermones y en otras grandes ceremonias de
nacimiento, casamiento, o muerte que el hombre sólo es polvo, salvo que sepa amar a sus
hermanos hasta el punto de ofrecer su otra mejilla a quien le abofeteó la primera. El aparato
familiar.... no insistimos más.
3) Este concierto está dominado por una partitura única, ocasionalmente perturbada por
contradicciones, las de restos de las antiguas clases dominantes, las de proletarios y sus
organizaciones: la partitura de la ideología de la clase actualmente dominante que integra en
su música los grandes temas del humanismo de los ilustres antepasados que, antes del
cristianismo, hicieron el milagro griego y después la grandeza de Roma, la ciudad eterna, y
los temas del interés, particular y general, etc., nacionalismo, moralismo y economicismo.
4) No obstante, un aparato ideológico de Estado cumple muy bien el rol dominante de ese
concierto, aunque no se presten oídos a su música: ¡tan silenciosa es! Se trata de la Escuela.
Toma a su cargo a los niños de todas las clases sociales desde el jardín de infantes les
inculca, con nuevos y viejos métodos, durante muchos años, precisamente aquellos en los
que el niño, atrapado entre el aparato de Estado-familia y el aparato de Estado-escuela, es
más vulnerable, "habilidades" recubiertas por la ideología dominante.
Hacia el sexto año, una gran masa de niños cae "en la producción”: son los obreros o los
pequeños campesinos. Otra parte de la juventud escolarizable continúa: bien que mal se
encamina y termina por cubrir puestos de pequeños y medianos cuadros, empleados,
funcionarios pequeños y medianos, pequeño-burgueses de todo tipo. Una última parte llega a
la meta, ya sea para caer en la semi desocupación intelectual, para proporcionar, además de
los "intelectuales del trabajador colectivo", los agentes de la explotación (capitalistas,
empresarios), los agentes de la represión (militares, policías, políticos, administradores, etc.)
y los profesionales de la ideología (sacerdotes de todo tipo, la mayoría de los cuales son
“laicos" convencidos).
Sociología segundo parcial – Sesión 6
Cada grupo está prácticamente provisto de la ideología que conviene al rol que debe cumplir
en la sociedad de clases:
-rol de explotado (con "conciencia profesional", "moral", "cívica", "nacional" y apolítica
altamente "desarrollada")
-rol de agente de la explotación (saber mandar y hablar a los obreros: las "relaciones
humanas"): de agentes de la represión (saber mandar y hacerse obedecer "sin discutir" o
saber manejar la demagogia de la retórica de los dirigentes políticos)
-de profesionales de la ideología que saben tratar a las conciencias con el respeto, es decir el
desprecio, el chantaje, la demagogia convenientes.
Se enseñan también en la familia, la iglesia, el ejército, en los buenos libros, en los filmes, y
hasta en los estadios. Pero ningún aparato ideológico de Estado dispone durante tantos años
de la audiencia obligatoria (y gratuita), 5 a 6 días sobre 7 a razón de 8 horas diarias, de
formación social capitalista. Con el aprendizaje de algunas habilidades recubiertas en la
inculcación masiva de la ideología de la clase dominante, se reproduce gran parte de las
relaciones de producción de una formación social capitalista, es decir, las relaciones de
explotados a explotadores y de explotadores a explotados. Naturalmente, los mecanismos
que producen este resultado vital para el régimen capitalista están recubiertos y disimulados
por una ideología de la escuela universalmente reinante. Ésta es una de las formas esenciales
de la ideología burguesa dominante: una ideología que representa a la escuela como un
medio neutro, desprovisto de ideología (porque es laico), en el que maestros de la
"conciencia” y la libertad de los niños que les son confiados (con toda confianza) por sus
"padres” (que también son libres, es decir, propietarios de sus hijos), los encaminan hacia la
libertad, la moralidad y la responsabilidad de adultos mediante su propio ejemplo, los
conocimientos, la literatura y sus virtudes “liberadoras”.
El marxismo entiende por sociedad a aquella forma de organización que tiene el hombre para
subsistir y satisfacer sus necesidades transformando la naturaleza a través de la técnica
(trabajo). Ese cuerpo social, la forma de organización de los hombres, está dada por los
modos de producción imperante en cada sociedad y en los distintos contextos históricos.
Entonces plantea Marx: que la sociedad está construida en distintos niveles articulados entre
sí: la infraestructura (o base económica) que abarca las relaciones y las fuerzas de
producción: y la superestructura que se construye desde esa base económica para servirle a
ésta como soporte, como protección y garantía de su reproducción. La superestructura: tiene
dos instancias: la jurídico-política (abarca el Derecho y el Estado) y la ideológica (abarca los
aspectos religiosos, morales, etc.). la única manera de mantener una formación social es
mediante la reproducción de las relaciones de producción existentes y también la fuerza
productiva.
Reproducción social: toda formación social debe reproducir las condiciones de producción,
es decir: las fuerzas productivas y las relaciones de producción existentes.
El problema que Althusser agrega a la hora de hablar de las fuerzas productivas, es que no
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basta con darle a la fuerza de trabajo las condiciones materiales de su reproducción para que
se reproduzca como tal, sino que se debe asegurar la reproducción de la calificación
(diversificada) de la fuerza de trabajo en el régimen capitalista, fuera de la esfera de la
producción, por medio del sistema educativo capitalista y de otras instancias e instituciones.
Es decir, introduce el concepto (o va "preparando" el camino) de ideología, bajo el imperio de
la cual deben reproducirse las condiciones de producción.
La definición del Marxismo clásico: considera al Estado como el aparato represivo con que
cuenta la clase dominante (la burguesía) para someter al proletario y expropiarle la plusvalía.
El aporte que hace Althusser es incorporar a la distinción clásica entre poder de Estado y
Aparato (represivo) de Estado a los AEI que se presentan junto al AE pero teniendo
diferencias muy marcadas. Los Aparatos Ideológicos del Estado (AIE) funcionan masivamente
con la ideología como forma predominante, y secundariamente, casi de forma simbólica, con
la represión. Además, la diversidad con la que funcionan los AIE, queda unificada bajo la
ideología dominante, que es la de la clase dominante.
2. El concepto de disciplina encierra el de una “obediencia habitual” por parte de las masas
sin resistencia ni critica.
Una asociación es siempre en algún grado asociación de dominación por la simple existencia
de su cuadro administrativo. Solo que el concepto es relativo. La asociación de dominación es
normalmente asociación administrativa. La peculiaridad está dada por la forma en la que se
administra, pero el carácter del circulo de personas que ejercen la administración, por los
objetos administrados y por el alcance que tenga la dominación.
Las dos principales características dependen en gran medida de cuales sean los fundamentos
de legitimidad de la dominación.
Tipos de dominación
No toda dominación se sirve del medio económico y tampoco tiene fines económicos. Pero
toda dominación sobre una pluralidad de hombres requiere de un modo normal un cuadro
administrativo, es decir, la probabilidad, en la que se puede confiar, de que se dará una
actividad, dirigida a la ejecución de sus ordenaciones generales y mandatos concretos, por
parte de un grupo de personas cuya obediencia se espera.
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Este cuadro administrativo puede estar ligado a la obediencia de su señor (o señores) por la
costumbre, de un modo afectivo, por intereses materiales o por motivos ideales (con arreglo
a valores). La naturaleza de estos motivos determina el tipo de dominación. Motivos
puramente materiales y racionales con arreglo a fines como vínculo entre el imperante y su
cuadro implican una relación relativamente frágil. También se le agregan otros motivos:
afectivos o racionales con arreglo a valores.
En lo cotidiano domina la costumbre y con ella intereses materiales, utilitarios, en esta como
en cualquier otra relación. Pero la costumbre y la situación de intereses, no menos que los
motivos puramente afectivos y de valor, no pueden representar los fundamentos en que la
dominación confía. Se les añade otro factor: la creencia en la legitimidad.
De acuerdo con la experiencia ninguna dominación se contenta voluntariamente con tener
como probabilidades de su persistencia motivos materiales, afectivos o racionales con arreglo
a valores. Todas procuran despertar y fomentar la creencia en su “legitimidad”. Según la
legitimidad es diferente el tipo de obediencia. Por eso es determinante distinguir las clases de
dominación según sus pretensiones típicas de legitimidad.
- La utilidad de esta división solo puede mostrarla el rendimiento sistemático que con ella
se busca. El concepto de “carisma” (gracia) se tomó de la terminología del cristianismo
primitivo. Rudolf Sohm fue el primero en emplear el concepto.
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Que todo derecho, pactado u otorgado, puede ser estatuido de modo racional con
arreglos a fines o racional con arreglo a valores (o ambas cosas), con la pretensión de
ser respetado, por lo menos, por los miembros de la asociación y también
regularmente por aquellas personas que dentro del ámbito de poder de la asociación
(en las territoriales: dentro de su dominio territorial) realicen acciones sociales o
entren en relaciones sociales declaradas importantes por la asociación.
Que todo derecho según su esencia es un cosmos de reglas abstractas, por lo general
estatuidas intencionalmente.
Que el soberano legal típico, la persona puesta a la cabeza, en tanto que ordena y
manda, obedece por su parte al orden impersonal por el que orienta sus disposiciones.
Domina la idea de que los miembros de la asociación, no obedecen por atención a su
persona, sino que obedecen a aquel orden impersonal y que están obligados a la
obediencia dentro de la competencia limitada, racional y objetiva.
El que obedece solo lo hace en cuanto miembro de la asociación y solo obedece al
derecho.
No existe apropiación de los cargos por quien los ejerce. Donde se dé un “derecho al
cargo” no sirve a un fin de apropiación por parte del funcionario sino de aseguramiento
del carácter objetivo (“independiente”), solo sujeto a normas de su trabajo en el cargo.
Principio administrativo de atenerse al expediente: Fijar por escrito las
propuestas y decisiones, así como en las disposiciones y ordenanzas de toda clase. El
expediente y la actividad continuada por el funcionario hacen que la oficina sea la
medula de toda forma moderna en la actividad de las asociaciones.
El tipo más puro de dominación legal es aquel que se ejerce por medio de un cuadro
administrativo burocrático. Solo el dirigente de la asociación posee su posición de imperio,
por apropiación, por elección o por designación de su predecesor. Sus facultades de mando
son también “competencias legales”. La totalidad del cuadro administrativo se compone de
funcionarios individuales los cuales:
La dominación burocrática se ofrece en forma más pura en donde rige con mayor fuerza el
principio de nombramiento de los funcionarios.
Dominación tradicional
Por la fuerza de la tradición que señala el contenido de los ordenamientos, así como su
amplitud y sentido tal como son creídos, y cuya conmoción por causa de una
transgresión de los limites tradicionales podría ser peligrosa para la propia situación
tradicional.
Por arbitro libre del señor, al cual la tradición le demarca el ámbito correspondiente.
Esta arbitro tradicional descansa en la limitación, por principio, de la obediencia por
piedad.
Dominación carismática
Carisma: cualidad que pasa por extraordinaria de una personalidad, por cuya virtud se
la considera en posesión de fuerzas sobrenaturales o sobrehumanas (o por lo menos
extra cotidianas y no asequibles a cualquier otro), o como enviados del dios o como
ejemplar y en consecuencia como jefe, caudillo, guía o líder.
Sobre la validez del carisma decide el reconocimiento nacido de la entrega a la
revelación, de la reverencia por el héroe, de la confianza en el jefe por parte de ls
dominados, reconocimiento que se mantiene por corroboración de las supuestas
cualidades carismáticas.
El reconocimiento es un deber de los llamados en méritos de la vocación y de la
corroboración a reconocer esa cualidad. Este reconocimiento es, psicológicamente, una
entrega plenamente personal y llena de fe surgida del entusiasmo o de la indigencia y
la esperanza.
Si falta de un modo permanente la corroboración, si la persona carismática parece
abandonada de su dios o de su fuerza mágica o heroica, le falla el éxito de modo
duradero y sobre todo, si su jefatura no aporta ningún bienestar a los dominados,
entonces esta la probabilidad de que su autoridad carismática se disipe. Este es el
sentido genuinamente carismático del imperio “por la gracia de Dios”.
La dominación carismática supone un proceso de comunicación de carácter emotivo. El
cuadro administrativo de los imperantes carismáticos no es una “burocracia” y menos
una burocracia profesional. Se es elegido a su vez por cualidades carismáticas: al
profeta corresponden los discípulos, al príncipe de la guerra el sequito, al jefe los
hombres de confianza. No hay ninguna colocación ni destitución, sino solo llamamiento
por el señor según su propia inspiración fundada en la calificación carismática del
volcado.
La dominación carismática se opone, igualmente, en cuanta fuera de lo común y extra
cotidiana, tanto a la dominación racional, especialmente la burocrática, como a la
tradicional, especialmente la patriarcal y patrimonial o estamental. Ambas son formas
de dominación cotidiana, la carismática (genuina) es todo lo contrario.
La dominación burocrática es específicamente racional en el sentido de su vinculación a
reglas discursivamente analizables. La carismática es específicamente irracional en el
sentido de su extrañeza a toda regla. La dominación tradicional está ligada a los
precedentes del pasado y orientada por normas. La carismática subvierte el pasado y
es en este sentido revolucionaria. No conoce ninguna apropiación de mando, al modo
de la propiedad de otros bienes, ni por los señores ni por los poderes estamentales,
sino que es legitima en tanto que el carisma de la persona rige por su corroboración,
es decir, en tanto que encuentran reconocimientos.
El carisma puro es extraño a la economía.
Las formas típicas de cobertura de necesidades de carácter carismático son: las
mecenisticas (donaciones, fundaciones, soborno, propinas) y las mendicantes (botín,
extorsión violenta o formalmente pacifica).
El carisma es la gran fuerza revolucionaria en las épocas vinculadas a la tradición. A
diferencia de la fuerza igualmente revolucionaria de la ratio que, o bien opera desde
fuera por transformación de los problemas y circunstancias de la vida, y por lo tanto,
de modo mediático, cambiando la actitud ante ellos, o bien por intelectualización, el
carisma puede ser una renovación desde dentro, que nacida de la indigencia o del
entusiasmo, significa una variación de la dirección de la conciencia y de la acción, con
reorientación completa de todas las actitudes frente a las formas de vida anteriores o
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frente al mundo en general. En las épocas pre racionales tradición y carisma se dividen
entre si la totalidad de las direcciones de la conducta.
- Nueva busca, según determinadas señales del que, como portador del carisma está
calificado para ser el líder. Por ejemplo, la búsqueda del nuevo Dalai Lama. Entonces la
legitimidad del nuevo portador del carisma está unida a señales, por tanto, a reglas
respecto de las cuales se forma una tradición, o sea, retrocede el carácter puramente
personal.
- Por revelación: oráculo, sorteo, juicio de Dios u otras técnicas de selección. Entonces la
legitimidad del nuevo portador del carisma es una que deriva de la legitimidad de la
técnica (legalización). Por ejemplo, los shofetim israelitas tuvieron este carácter.
- Por designación del sucesor hecha por el portador actual del carisma y su reconocimiento
por parte de la comunidad. Las magistraturas romanas tuvieron este carácter. La
legitimidad se convierte en una legitimidad adquirida por designación del sucesor.
- Por designación del sucesor por parte del cuadro administrativo carismáticamente
calificado y reconocido por la comunidad. Está muy lejos de la concepción de “elección”,
“pre elección” o “propuesta electoral”. No se trata de una selección libre, sino
rigurosamente unid a un deber, no se trata de una votación de mayorías sino de la
designación justa. Esta legitimidad toma fácilmente forma de una adquisición jurídica
realizada con todas las cautelas de lo que la justicia exige y la mayoría de las veces
sujetándose a determinadas formalidades.
- Por la idea de que el carisma es una cualidad de la sangre y que por tanto inhiere al linaje
y en particular a los más próximos parientes: carisma hereditario. En este caso el orden
de sucesión no es necesariamente el mismo que el existente para los derechos
apropiados, o tiene que determinarse con ayuda de los medios.
- Por la idea de que el carisma es una cualidad que, por medios hierúrgicos, puede ser
transmitida o producida en otro (originariamente por medios mágicos): objetivación del
carisma, y en particular carisma del cargo. La creencia de legitimidad no vale entonces
con respecto a la persona, sino con respecto a las cualidades adquiridas y a la eficacia de
los actos hierurgicos, puede ser transmitida o producida en otro por medios mágicos:
Sociología segundo parcial – Sesión 6
Carácter indelebilis: separación de las facultades carismáticas, en virtud del cargo, de las
cualidades de la persona del sacerdote.
Con la rutinización del carisma por motivos de la sucesión en el marchan paralelos los
intereses del cuadro administrativo. Solo en statu nascendi y en tanto que el genuino líder
carismático rige de modo extra cotidiano, puede el cuadro administrativo vivir con el señor,
reconocido como tam por fe y entusiasmo, en forma mecenística o de botín o gracias a
ingresos ocasionales. La pequeña capa de los discípulos y secuaces está dispuesta a vivir de
esta forma, a vivir de su vocación solo idealmente. La masa de los discípulos y seguidores
quiere también, a la larga, vivir materialmente de esta vacación.
Por eso la cotidianización del carisma se realiza también:
El carisma solo puede ser despertado o probado no aprendido o inculcado. Todas las especies
del ascetismo mágico y todos los noviciados pertenecen a esta categoría caracterizada por el
cierre o clausura de la comunidad formada por el cuadro administrativo.
El jefe carismático genuino puede oponerse con éxito a estas pretensiones, pero ya no el
suceso y mucho menos el elegido por el cuadro administrativo.
Se incluyen todas las prácticas de ascética mágica y guerrera que tienen lugar en las casas
de varones, con ritos de pubertad y clases de edad. Quien no resiste las pruebas de guerra es
una mujer, es decir, está excluido del sequito.
indiferentes, fue condicionada muy fuertemente por esta consideración: que habría de
conmoverse toda la propiedad heredada y legítimamente adquirida si se derrumbaba la
vinculación intima a la santidad de la herencia del trono, no es, por tanto, cosa casual el que
aquella afección sea más adecuada a las capas poseedoras que al proletariado.
Poder es, para Weber, la probabilidad de imponer, en una relación social, la voluntad propia
sobre la de otro u otros aún contra la resistencia del otro. Para él es “sociológicamente
amorfo” este concepto porque es impreciso, en él pueden entrar múltiples tipos de relación
social.
Asociación para Weber es toda relación social con una “regulación limitadora hacia afuera”
con un orden garantizado por la conducta de un dirigente o de un cuadro administrativo.
Una asociación de dominación sería entonces toda relación social delimitada cuyo orden está
garantizado por la conducta de un dirigente o de un cuadro administrativo y cuyos miembros
obedecen regularmente a ciertos mandatos específicos, que los cuadros se esfuerzan por
hacer cumplir.
Una asociación política se caracteriza por que la existencia de la misma (¿Qué "misma"? ¿La
asociación? Si es así, OK. O sea, para los que lean, la asociación política es un CASO
asociación de dominación) y la validez de sus pretensiones están garantizadas por el
ejercicio, por parte del cuadro administrativo correspondiente, de la amenaza (en última
instancia) de coacción física, en forma continua y en un territorio determinado. Se diferencia
de otro tipo de asociaciones de dominación como por ejemplo las hierocráticas, cuyo sustento
está no en la aplicación de la fuerza, sino en el otorgamiento o no de “bienes de salvación”
(una coacción psíquica o moral).
Diferencias con el marxismo: Se podría decir que, para Weber, la dominación puede apoyarse
en lo económico, pero no necesariamente, porque los motivos y los intereses, los medios y
los fines que sostienen a las diferentes formas de dominación son variados.
Tipos de dominación:
a) El tradicional, que se basa en que los que obedecen lo hacen “porque lo mandan
costumbres sagradas”, arraigadas, sostenidas “desde lejanos tiempos”. Quien obedece al
“patriarca” porque eso “siempre fue así”, quien obedece al rey porque “es el depositario de la
soberanía desde hace siglos”. Acción tradicional: base de la dominación tradicional: es la más
vinculada con la vida cotidiana, lindante con la irreflexividad. “Doy la vida por mi amo y
señor”.
b) El carismático, que se basa en que los que obedecen lo hacen “porque el líder tiene
cualidades extraordinarias”, es un fuera de serie, tiene “algo” que los demás no tienen
(carisma): coraje, habilidad, visión de futuro, ¡magia! Acción afectiva: base de la dominación
carismática: obedezco al líder porque me mueve mis emociones, mis sentimientos: quiero ser
como él (diría Freud en “Psicología de masas”), él tiene “un no sé qué”. “¡La vida por Perón!”
c) El racional, que se basa en que los que obedecen lo hacen “porque la asociación está
sujeta a reglas formales, procedimientos impersonales que son hechos cumplir teóricamente
por personal idóneo, profesional, capacitado, jerarquizado”: es decir: la tan denostada
¡burocracia! Acción racional: base de la dominación racional: hago la cola en el Anses y llevo
todos los papelitos que me piden funcionarios y empleados porque admito que hay una serie
de reglas impuestas que hacen que todos tengan chance de realizar su trámite: mido mi
acción sopesando mis fines (u obedeciendo a valores): si me peleo con todos y le pego al que
atiende, a) se armaría un despelote y no atenderían a nadie y no me conviene (acción
racional con arreglo a fines); o pienso b) "un buen ciudadano no se pelea con nadie" (acción
racional con arreglo a valores). O laburo como una bestia en cierta empresa con el objetivo
de que, según “el escalafón”.
Omnipresencia del poder: Se está produciendo a cada instante, en todos los puntos, en toda
relación de un punto con otro. El poder está en todas partes, no es que lo englobe todo, sino
que viene de todas partes. El poder en lo que tiene de permanente, repetitivo, inerte, de auto
reproductor, no es más que el efecto de conjunto que se dibuja a partir de todas esas
movilidades, el encadenamiento que se apoya en cada una de ellas y trata de fijarlas.
Sociología segundo parcial – Sesión 6
El poder no es una institución y tampoco una estructura, es el nombre que se presta a una
situación estratégica compleja en una sociedad dada.
como la red de las relaciones de poder concluye por construir un espeso tejido que
atraviesa los aparatos y las instituciones sin localizarse exactamente en ellos.
Problema a resolver: en el discurso sobre el sexo, en tal forma de extorsión de la verdad que
aparece históricamente y en lugares determinados (en torno al cuerpo del niño, a propósito
del sexo femenino, en la oportunidad de prácticas de restricciones de nacimientos, etc.),
¿cuáles son las relaciones de poder, las más inmediatas, las más locales, que están
actuando? ¿Cómo tornan posibles esas especies de discursos, e, inversamente, cómo esos
discursos les sirven de soporte? ¿Cómo se ve modificado el juego de esas relaciones de poder
en virtud de su ejercicio mismo —refuerzo de ciertos términos, debilitamiento de otros,
efectos de resistencia, contracargas (contre-investissements), de tal suerte que no ha habido,
dado de una vez por todas, un tipo estable de sujeción? ¿Cómo se entrelazan unas con otras
las relaciones de poder, según la lógica de una estrategia global que retrospectivamente
adquiere el aspecto de una política unitaria y voluntarista del sexo? Grosso modo: en lugar de
referir a la forma única del gran Poder todas las violencias que se ejercen sobre el sexo,
todas las miradas turbias que se le dirigen y todos los sellos con que se oblitera su
conocimiento posible, se trata de inmergir la abundosa producción de discursos sobre el sexo
en el campo de las relaciones de poder múltiples y móviles.
inestable donde el discurso puede, a la vez, ser instrumento y efecto de poder, pero
también obstáculo, tope, punto de resistencia y de partida para una estrategia
opuesta. El discurso transporta y produce poder. El silencio y el secreto abrigan el
poder, anclan sus prohibiciones; pero también aflojan sus apresamientos y negocian
tolerancias más o menos oscuras.
En el S XIX, la aparición en la psiquiatría, la jurisprudencia y también en la literatura
de toda una serie de discursos sobre las especies y subespecies de homosexualidad,
inversión, pederastia y “hermafroditismo psíquico”, con seguridad permitió un empuje
muy pronunciado de los controles sociales en esta región de la “perversidad”, pero
permitió también la constitución de un discurso “de rechazo”. Los discursos son
elementos o bloques tácticos en el campo de las relaciones de fuerza; puede haberlos
diferentes e incluso contradictorios en el interior de la misma estrategia; pueden por el
contrario circular sin cambiar de forma entre estrategias opuestas. A los discursos
sobre el sexo hay que interrogarlos en dos niveles: su productividad táctica (qué
efectos recíprocos de poder y saber aseguran) y su integración estratégica (cuál
coyuntura y cuál relación de fuerzas vuelven necesaria su utilización en tal o cual
episodio de los diversos enfrentamientos que se producen.
Se trata, en suma, de orientarse hacia una concepción del poder que reemplaza el
privilegio de la ley por el punto de vista del objetivo, el privilegio de lo prohibido por el
punto de vista de la eficacia táctica, el privilegio de la soberanía por el análisis de un
campo múltiple y móvil de relaciones de fuerza donde se producen efectos globales,
pero nunca totalmente estables, de dominación. El modelo estratégico debe ser
preferido al modelo del derecho.
La noción freudiana no debe ser interpretada como un simple dato natural o un mecanismo
biológico sobre el cual la represión vendría a depositar su ley de prohibición, sino, según esos
psicoanálisis, como algo que ya está profundamente penetrado por la represión. La carencia,
la castración, la prohibición, la ley, ya son elementos a través de los cuales se constituye el
deseo como deseo sexual, lo cual implica, una transformación de la noción primitiva de
instinto sexual tal como Freud la había concebido al final del siglo XIX. Es necesario, pensar al
instinto como una elaboración, todo un juego complejo entre el cuerpo y la ley, entre el
cuerpo y los mecanismos culturales que aseguran el control sobre el pueblo.
Por lo tanto, Foucault dice que los psicoanalistas desplazaron considerablemente el problema,
haciendo surgir una nueva noción de instinto. Lo que le parece insuficiente es que ellos
cambian el concepto de deseo, pero no cambian la concepción de poder.
Continúan considerando entre sí que el significado del poder, el punto central, aquello en que
consiste el poder, es aun la prohibición, la ley, el hecho de decir que no. El poder es
esencialmente aquello que nos dice “tu no debes”. Pero esta definición es insuficiente, y es
necesario una concepción de poder que permita comprender mejor las relaciones que se
establecieron entre poder y sexualidad en las sociedades occidentales.
Frecuentemente encontramos entre los psicoanalistas, los psicólogos y los sociólogos, esta
concepción del poder según la cual el poder es esencialmente la regla, la ley, prohibición, lo
que marca un límite entre lo permitido y lo prohibido. Esta definición fue elaborada a fines del
siglo XIX, por la etnología.
La etnología intento detectar sistemas de poder en sociedades diferentes en términos de
sistemas de reglas. Y nosotros mismos cuando intentamos reflexionar sobre nuestra
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sociedad, sobre la manera en como el poder ejerce en ella, lo hacemos desde una concepción
jurídica: donde está el poder, quien detenta el poder, cuales son las reglas que rigen al
poder, cual es el sistema de leyes que el poder establece sobre el cuerpo social. Por lo tanto,
para nuestra sociedad hacemos siempre una sociología jurídica del poder y cuando
estudiamos sociedades diferentes a las nuestras hacemos una etnología que es esencialmente
una etnología de la regla y de la prohibición.
El problema que siempre reaparece es la prohibición del incesto. A partir de acá, se intentó
comprender el funcionamiento general del sistema.
¿Cómo fue posible que nuestra sociedad occidental, haya concebido el poder de una manera
restrictiva, pobre y negativa?¿Por qué lo concebimos como regla y prohibición?
Se debe a una influencia de Kant, idea según la cual, la ley moral “tu no debes”, la oposición
“debes/no debes” es la matriz de la regulación de toda conducta humana. El problema
consiste en saber si Kant tuvo realmente esa influencia, ¿Por qué fue tan poderosa? ¿Por qué
Durkheim pudo apoyarse en Kant?
En el fondo, en Occidente, los grandes sistemas establecidos desde la Edad Media, se
desarrollaron por intermedio del crecimiento del poder monárquico, a costas del poder feudal.
En esta lucha entre los poderes feudales y el poder monárquico, el derecho fue siempre en
instrumento del poder monárquico contra las instituciones, las costumbres, los reglamentos,
las formas de pertenencia.
El poder monárquico está representado en el derecho. Sucede que al mismo tiempo que la
burguesía que se aprovecha del desarrollo del poder real, y de la disminución, del retroceso
de los poderes feudales, tenía un interés en desarrollar ese sistema de derecho que le
permitiera dar forma a los intercambios económicos, que garantizaban su propio desarrollo
social. De modo que el vocabulario, la forma del derecho fue un sistema de representación
del poder común a la burguesía y a la monarquía.
Ambos, lograron instalar de a poco, desde el fin de la Edad Media hacia el siglo XVIII una
forma de poder que se representaba como discurso, como lenguaje, el vocabulario del
derecho. Y cuando la burguesía se separó del poder monárquico, lo hizo precisamente
utilizando ese discurso jurídico que había sido hasta entonces el de la monarquía, el cual fue
usado en contra de la propia monarquía.
Occidente nunca tuvo otro sistema de representación, de formulación, de análisis del poder
que no fuera el sistema del derecho, el sistema de la ley. Y por eso no tuvimos otra
posibilidad de analizar el poder excepto en nociones elementales, fundamentales, que son las
de la ley, regla, etc.
La gran invención tecnológica de Occidente fue la máquina de vapor. Pero también hubo otras
invenciones tecnológicas, tan importantes como esas. Así ocurrió con la tecnología política,
hubo toda una invención al nivel de las formas de poder a lo largo de los siglos XVII y XVIII.
Por lo tanto, es necesario hacer no solo la historia de las técnicas industriales, sino también
de las técnicas políticas. Ambas se desarrollaron en direcciones diferentes: de un lado existe
la tecnología llamada disciplina. Disciplina es, el mecanismo del poder por el cual
alcanzamos controlar en el cuerpo social hasta los elementos más tenues por los cuales
llegamos a tocas los propios átomos sociales, es decir, los individuos. Técnicas de
individualización del poder. Como vigilar a alguien, como controlar su conducta, su
comportamiento, sus aptitudes, como intensificar su rendimiento, como multiplicar sus
capacidades. La disciplina fue descubierta en el ejército.
En otro lugar aparece la educación. Fue primero en los colegios y después en las escuelas
secundarias donde vemos aparecer esos métodos disciplinarios donde los individuos son
individualizados dentro de la multiplicidad. El colegio trata de ejercer sobre ellos un poder que
será mucho menos oneroso que el poder del preceptor que no puede existir sino entre
alumno y maestro. Tenemos un maestro para muchos discípulos y es necesario, a pesar de
esa multiplicidad de alumnos que se logre una individualización del poder, un control
permanente, una vigilancia en todos los instantes, así, la aparición del vigilante, que en la
pirámide corresponde al suboficial del ejército, aparición de las notas cuantitativas,
exámenes, concursos, etc., y posibilidades, de clasificar a los individuos de tal manera, que
cada uno este exactamente en su lugar bajo los ojos del maestro o en la clasificación que
hacemos sobre cada uno de ellos.
Lo que paso en el ejército y en los colegios puede ser visto igualmente en las oficinas a lo
largo del siglo XIX. Es lo que el autor llama “tecnología individualizante” de poder, y es la
tecnología que enfoca a los individuos hasta en sus cuerpos, comportamientos. Se trata de
una especie de anatomía política, una política que hace blanco en los individuos hasta
anatomizarlos.
También existieron tecnologías que tenían como blanco a la población. El siglo XVIII
descubrió que el poder no se ejerce simplemente sobre los individuos entendidos como
sujetos-súbditos lo que era la tesis fundamental de la monarquía, según la cual por un lado
está el soberano y por otro los súbditos. Se descubre que aquello sobre lo que se ejerce el
poder es la población.
Población: grupos de seres vivos que son atravesados, comandados, regidos por procesos
de leyes biológicos. Una población posee una natalidad y una mortalidad. Una población
puede perecer o desarrollarse.
Todo esto comienza a ser descubierto en el siglo XVIII. Se percibe que la relación de poder
con el sujeto/individuo, no debe ser simplemente esa forma de sujeción que permite al poder
recaudar bienes sobre súbdito, riquezas y eventualmente su cuerpo y su sangre, sino que el
poder se debe ejercer sobre los individuos en tanto constituyen una especie de entidad
biológica que debe ser tomada en consideración si queremos precisamente utilizar esa
población como máquina de producir todo, de producir riquezas, bienes, producir otros
individuos, etc. El descubrimiento de la población es al mismo tiempo que el descubrimiento
Sociología segundo parcial – Sesión 6
del individuo y del cuerpo adiestrable (otro núcleo tecnológico en torno al cual los
procedimientos políticos de Occidente se transformaron).
A partir del siglo XVIII existen cuerpos y poblaciones. El poder se hace materialista. Deja de
ser esencialmente jurídico.
La vida entra en el dominio del poder, mutación capital, el sexo se vuelve una pieza capital,
porque en el fondo, el sexo esta exactamente ubicado en el lugar de la articulación entre las
disciplinas individuales del cuerpo y las regulaciones de la población. El sexo viene a ser
aquello a partir de lo cual se puede garantizar la vigilancia sobre los individuos y entonces se
comprende porque en el siglo XVIII y justamente en los colegios, la sexualidad de los
adolescentes se vuelve un problema médico, un problema moral, casi un problema político,
porque a través de esto se puede controlar a los colegiales, a los adolescentes a lo largo de
su vida. Entonces, el sexo se tomará un instrumento de disciplinarización y va a ser uno de
los elementos esenciales de la anatomo-política. Pero por otro lado el sexo asegura que la
reproducción de las poblaciones, y con el sexo, con una política del sexo podemos cambiar las
relaciones entre natalidad y mortalidad, en todo caso la política del sexo se va a integrar al
interior de toda esa política de la vida. El sexo es el eje entre la anatomo-político y la bio-
politica.
La concepción “jurídica” del poder se basa en la regla que prohíbe, que le otorga al soberano
la capacidad para otorgar o negar “derechos” (dejar vivo o matar, en el caso extremo). Esta
concepción analiza, entonces, al poder como SOBERANÍA, asentada en un territorio
geográficamente delimitado. Es “negativa” porque hace hincapié en aquello que el poder
(soberano) puede NEGAR, puede prohibir. Por eso lo relaciona con la “represión” psíquica,
represión que está originada en el poder exterior (Foucault plantea que esta es la posición de
Marcuse o de Reich: un “superyó” represor originado en la estructura social.)
Para Foucault, la concepción jurídica del poder se mantuvo en Occidente porque fue utilizada
por las monarquías absolutistas de la Edad Moderna (en las que el rey es el “soberano” y con
el uso del “derecho”, de la regla, justificaba su poder sobre los “poderes locales”,
feudalizantes), y también porque, en un principio, esta concepción le convenía a la burguesía
en ascenso, ya que, con ella, se podía “unificar” un territorio y consolidar los intercambios
mercantiles. El lenguaje de la burguesía revolucionaria es el del “derecho”, el “contrato social”
(Rousseau), y así la “justificación” del estado burgués se mantuvo como justificación jurídica.
Para Foucault, la concepción jurídica “oculta” las relaciones de poder que existen en cada
campo específico: las que se dan entre el maestro y su alumno, entre el padre y el hijo, entre
el periodista y el televidente, entre el médico y su paciente, entre el sacerdote y sus
feligreses. Todas estas relaciones de “micro poder” se le escapan a lo jurídico, y dejan
“incompleto” el esquema de relaciones de fuerza. Por eso Foucault habla de un “principio de
doble condicionamiento”, ya que hay una interacción recíproca entre “micro poderes” (locales,
puntuales) y “macro poderes” (efectos de poder global), que se sostienen mutuamente. Si
nos quedamos en el “arriba”, perdemos de vista el otro lado, el “abajo”, que también sostiene
a la “estrategia de conjunto”. Y perdemos, tal como señala el documento de cátedra, que la
dimensión de lo cotidiano también sostiene al ejercicio del poder. Lo jurídico separa el poder
de lo cotidiano; Foucault intenta “reunirlos” y verlos de conjunto.