El signo más frecuente de la laringitis es la ronquera. Los cambios en la voz
pueden variar según el grado de la infección o la irritación, desde una ronquera leve hasta la pérdida casi total de la voz. Si tienes ronquera crónica, es posible que el médico te pida que hables para examinar tus cuerdas vocales y te derive a un especialista en otorrinolaringología.
Algunas veces, se utilizan estas técnicas para diagnosticar la laringitis:
Laringoscopia. El médico puede examinar visualmente las cuerdas
vocales con un procedimiento llamado “laringoscopia”, en el que usa una luz y un pequeño espejo para observar la parte trasera de la garganta. O bien, puede realizar una laringoscopia de fibra óptica. En este procedimiento, se coloca un tubo delgado y flexible (endoscopio) con una pequeña cámara y una luz a través de la nariz o la boca hasta la parte trasera de la garganta. De este modo, el médico puede observar los movimientos de las cuerdas vocales cuando hablas.
Biopsia. Si el médico observa un área sospechosa, puede realizar una
biopsia, es decir, tomar una muestra de tejido para examinarla en un microscopio.
Biopsia con aguja
Tratamiento
La laringitis aguda generalmente mejora por sí sola aproximadamente en una
semana. Las medidas de cuidado personal pueden ayudar a mejorar los síntomas.
Los tratamientos para la laringitis crónica están orientados a tratar las causas ocultas, como ardor de estómago, tabaquismo o uso excesivo de alcohol.
Estos son los medicamentos utilizados en algunos casos:
Antibióticos. En la mayoría de los casos de laringitis, un antibiótico no
servirá de nada porque la causa generalmente es viral. Pero si tienes una infección bacteriana, es posible que el médico te recomiende un antibiótico. Corticoesteroides. A veces, los corticoesteroides pueden ayudar a reducir la inflamación de las cuerdas vocales. Sin embargo, este tratamiento solo se usa cuando hay una necesidad urgente de tratar la laringitis —por ejemplo, cuando necesitas usar la voz para cantar o dar un discurso o una presentación oral, o en algunos casos cuando un niño pequeño padece laringitis diftérica—.