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Apuntes sobre Video Leonard Bernstein

A la hora de visionar y analizar de un modo somero el fragmento de imagen


propuesto, varias observaciones puedo hacer al respecto.

La fundamental, es que NO hay porque tener la necesidad de una “técnica gestual”


estándar de dirección en cada individuo. La malamente entendida técnica clásica, se
queda sin argumentos, ante un ejemplo de este calibre. ¿Qué pretendo decir? Pues
que realmente, lo que existe y lo que entiendo que conecta con el músico para sacar
de él todo el provecho posible, en este caso, es una comunicación visual y facial
continua y directa.

Si observamos el vídeo, solo hay dos momentos en los cuales se ven una dirección
como tal: en el inicio, para atacar el arsis inicial, con el motivo de establecer un
tempo y al final del movimiento, para romper en el forte, se aprecia una mayor
energía en el movimiento de su rostro y tiene un motivo claramente visible: marcar la
entrada correspondiente con el carácter y matiz que pide la música.

Por otro lado, también es planteable el hecho la necesidad de un director o no a la


hora de comandar un grupo de instrumentos. En este caso, con una obra de plantilla
clásica, podemos intuir que en numerosas interpretaciones llevadas a cabo en la época
de composición no existiría, como tal, la figura del director; actuando en su defecto el
1º violín o concertino. Ello no influye en absoluto en un óptimo resultado, como
puede apreciarse, sobre todo en una música de marcado carácter rítmico y en la que la
búsqueda de una riqueza melódica y colorista no era la prioridad básica; más bien lo
era la consonancia entre todos los aspectos musicales por encima de todo.

Como consecuencia de ello, y visto lo cual, podemos concluir que el factor que
directamente influye sobre el músico es el carisma del Maestro, que es capaz con un
mero guiño de ojos o con un movimiento de labios, activar o incitar a la orquesta a lo
que pretenda. Es lo que se conoce como la técnica “neurodirectorial”, una nueva
corriente basada en influir directamente en las emociones y el plano más intrínseco
del músico, es decir, que el director sea el único generador de lo que realmente se
pretende que ocurra.

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