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APLICACIÓN DEL PRECEDENTE JUDICIAL EN LAS ACTUACIONES

DISCIPLINARIAS DE CARÁCTER ADMINISTRATIVO.

En Colombia, el desarrollo legal y jurisprudencial del Precedente Judicial ha sido


de forma distinta. Mientras que desde la legislación ha sido escaso, desde la
jurisprudencia las Altas Cortes y en especial la Corte Constitucional se han
encargado de darle un impulso de forma insistente a la aplicación del Precedente
Judicial.

En primera medida, es necesario abordar la evolución jurisprudencial que ha


tenido este concepto y para ello, hay que traer de presente la definición del
mismo, el cual se ha entendido a juicio de la Corte Constitucional en sentencia T –
360 del 2014, por regla general, aquella sentencia o conjunto de sentencias que
presentan similitudes con un caso nuevo objeto de escrutinio en materia de (i)
patrones fácticos y (ii) problemas jurídicos, y en las que en su ratio decidendi se
ha fijado una regla para resolver la controversia, que sirve también para solucionar
el nuevo caso.

El tema del Precedente Judicial, se aborda inicialmente desde la Constitución


Nacional, esto se debe a que dentro del contenido constitucional se encuentra el
artículo 230, el cual establece en su literalidad que “Los jueces, en sus
providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley. La equidad, la
jurisprudencia, los principios generales del derecho y la doctrina son criterios
auxiliares de la actividad judicial”(Subrayado fuera del texto).

A partir del ejercicio de Control de Constitucionalidad que se les ha otorgado a los


ciudadanos, la Corte Constitucional ha logrado crear una extensa jurisprudencia
sobre la importancia y aplicación del Precedente Judicial.

Esto lo podemos evidenciar, desde los inicios de funcionamiento de esta Alta


Corte, debido a que en sentencia de constitucionalidad C-486 de 1993, la Corte
hace un esbozo sobre el artículo 230 de la Constitución Nacional y respecto a la
expresión “imperio de la ley”, logra zanjar el problema generado con dicho termino
al manifestar que:

“el cometido propio de los jueces está referido a la aplicación del ordenamiento
jurídico, el cual no se compone de una norma aislada - la "ley" captada en su
acepción puramente formal - sino que se integra por poderes organizados que
ejercen un tipo específico de control social a través de un conjunto integrado y
armónico de normas jurídicas. El ordenamiento jurídico, desde el punto de vista
normativo, no puede reducirse a la ley. De ahí que la palabra "ley" que emplea
el primer inciso del artículo 230 de la C.P. necesariamente designe
"ordenamiento jurídico".

Con ello, da pie para afirmar que la limitación a las fuentes formales del derecho
implicaría una cantidad de consecuencias jurídicas adversas y que por tal razón es
necesario permitir la aplicación de otras fuentes, siempre y cuando estén
armonizadas con los preceptos constitucionales y de ahí el entendido de aplicar la
voz ordenamiento jurídico.

Por otro lado, la necesidad de crear una unidad jurídica en torno a las decisiones
adoptadas por los jueces, hizo que la Corte Constitucional, se pronunciara sobre
los efectos y alcances de las consideraciones que ella ofrece en sus sentencias,
las cuales deben ser tenidas en cuenta por las demás jurisdicciones al momento
de fallar:

“La interpretación constitucional fijada por la Corte determina el contenido y


alcance de los preceptos de la Carta y hace parte, a su vez, del "imperio de la ley"
a que están sujetos los jueces según lo dispuesto en el artículo 230 de la
Constitución”1.

En palabras de la Corte, la uniformidad no es un fin despreciable, ya que con ella


se busca garantizar altos objetivos, como lo son asegurar la efectividad de los

1
C – 104 – 1993.
derechos y colaborar así en la realización de la justicia material, procurar la
exactitud, unificar la interpretación razonable y disminuir la arbitrariedad, permitir
estabilidad y otorgar seguridad jurídica materialmente justa.

Ahora bien, la inclusión del Precedente Judicial en todas las jurisdicciones de la


Administración de Justicia, tuvo como fundamento jurídico el Articulo 4 de la Ley
169 de 1896, que se refiere a la noción de Doctrina Probable, el cual reza de la
siguiente manera:

“Ley 169 de 1896.

Articulo 4.- Tres decisiones uniformes dadas por la Corte Suprema como Tribunal
de Casación sobre un mismo punto de derecho, constituyen doctrina probable, y
los Jueces podrán aplicarla en casos análogos, lo cual no obsta para que la Corte
varíe la doctrina en caso de que juzgue erróneas las decisiones anteriores.”

Inicialmente, este concepto solo era de aplicación exclusiva de la jurisdicción


ordinaria, no obstante, a través de la sentencia C – 836 de 2001, la cual entró a
estudiar la constitucionalidad de dicha norma, permitió que la jurisdicción
contenciosa administrativa, diera uso de esta figura. Uno de los apartes de dicha
jurisprudencia dice que:

“En la medida en que el Consejo de Estado carecía legalmente de funciones


jurisdiccionales en el momento en que fueron expedidas las normas que crearon
la doctrina legal y la doctrina probable, estas dos instituciones, y los grados de
autonomía que conferían, resultaban aplicables a toda la actividad judicial. Con
todo, la regulación actual de los procedimientos judiciales ante las diversas
jurisdicciones y de las facultades de los jueces pertenecientes a cada una de ellas
son independientes. A pesar de ello, y sin desconocer que la autonomía judicial
varía dependiendo de la jurisdicción y de la especialidad funcional, el análisis
general de dicha prerrogativa es predicable de los jueces que integran la
administración de justicia, tanto los que corresponden a la denominada
jurisdicción ordinaria, como a los que pertenecen a la justicia administrativa y
constitucional”.

Lo anterior se debe a que, la Corte Suprema de Justicia en el año de 1896, era la


cabeza única de la jurisdicción y aun cuando el Consejo de Estado también
contaba con un fundamento constitucional como cabeza de la justicia contencioso
administrativa, el ejercicio de esta competencia estaba supeditado
constitucionalmente a que la ley estableciera dicha jurisdicción. Para el año de
1910, mediante el Acto Legislativo 03, desarrollado por la Ley 130 de 1913, se
dispuso la creación de la jurisdicción de lo contencioso administrativo,
restableciéndose el Consejo de Estado a través del Acto Legislativo 01 de 1914.

De la misma manera, la Corte Constitucional estableció que el amparo a la figura


del Precedente Judicial se debe en gran medida al derecho fundamental de
igualdad ante la ley y de trato, que ostentan todas las personas.

“el fundamento constitucional de la fuerza normativa de la doctrina elaborada por


la Corte Suprema se encuentra en el derecho de los ciudadanos a que las
decisiones judiciales se funden en una interpretación uniforme y consistente del
ordenamiento jurídico. Las dos garantías constitucionales de igualdad ante la ley
–entendida ésta como el conjunto del ordenamiento jurídico- y de igualdad de trato
por parte de las autoridades, tomada desde la perspectiva del principio de
igualdad –como objetivo y límite de la actividad estatal-, suponen que la igualdad
de trato frente a casos iguales y la desigualdad de trato entre situaciones
desiguales obliga especialmente a los jueces”.

Finalmente, resuelve declarar exequible dicho artículo bajo el entendido de que


para lograr apartarse de la doctrina probable dictada por aquella, es decir,
Jurisdicción Ordinaria y Contencioso Administrativa, están obligados a exponer
clara y razonadamente los fundamentos jurídicos que justifican su decisión.

En lo que respecta sobre la manera de determinar cómo resultan vinculantes las


decisiones judiciales, es importante destacar que la Corte Constitucional nos
brinda claridad sobre este punto, al definir el concepto de la ratione decidendi y
la obiter dicta:

“Para determinar qué parte de la motivación de las sentencias tiene fuerza


normativa resulta útil la distinción conceptual que ha hecho en diversas
oportunidades esta Corporación entre los llamados obiter dicta o afirmaciones
dichas de paso, y los ratione decidendi o fundamentos jurídicos suficientes, que
son inescindibles de la decisión sobre un determinado punto de derecho. Sólo
estos últimos resultan obligatorios, mientras los obiter dicta, o aquellas
afirmaciones que no se relacionan de manera directa y necesaria con la decisión,
constituyen criterios auxiliares de la actividad judicial en los términos del inciso 2º
del artículo 230 de la Constitución”.

En ese mismo sentido, se ha pronunciado el Consejo de Estado al referirse a la


aplicación del precedente:

“como interpretación consolidada de la ley, la cual garantiza fines constitucionales


como la prevalencia del debido proceso; la igualdad; la seguridad jurídica y el
acceso a la administración de justicia. Siendo así, se entiende que el precedente
debe ser una interpretación, no solo reiterada de forma amplia sino que, además,
debe existir una posición consolidada. Esto es, se trata de una decisión que, a
través de las razones de la decisión (ratio decidendi) resuelva de fondo el
problema jurídico planteado. Las razones en las que se apoya la parte motiva de
la sentencia deben guardar relación con la parte resolutiva de la sentencia, para
delimitar así la cosa juzgada expresa y tácita de la decisión, que aunque para el
caso en concreto tiene efectos vinculantes para las partes en el proceso, su parte
motiva pasa a formar el precedente judicial en lo que respecta a la protección que
se hace extensiva para los derechos fundamentales, y que se espera sea
respetada para casos análogos”2.

2
CONSEJO DE ESTADO - SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO - SECCION PRIMERA Consejera
Ponente: MARIA CLAUDIA ROJAS LASSO. 7 de marzo de dos mil trece (2013). Radicación número: 11001-03-
15-000-2013-00131-00(AC)
Ahora bien, en cuanto a lo que se refiere a la aplicación del Precedente Judicial en
actuaciones de materia contenciosa administrativa, queda claro que es posible
debido a lo ordenado en la sentencia C-836 del 2001, que avala el uso de la
doctrina probable en esta jurisdicción.

Sin embargo, con la expedición de la Ley 1395 de 2010 y con posterioridad con la
entrada en vigencia de la Ley 1437 de 2011 y en conjunto con todo el
ordenamiento jurídico, es plausible afirmar que la aplicación del Precedente
Judicial no es solo de competencia exclusiva de los jueces, sino que la
Administración Publica también está en el deber legal y constitucional de dar
cumplimiento a las jurisprudencias que se han determinado como precedente.

A pesar de la corta duración en el tiempo de la Ley 1395 del 2010, esta incluía una
disposición la cual decía así:

Artículo 114.- Las entidades públicas de cualquier orden, encargadas de


reconocer y pagar pensiones de jubilación, prestaciones sociales y salariales de
sus trabajadores o afiliados, o comprometidas en daños causados con armas de
fuego, vehículos oficiales, daños a reclusos, conscriptos, o en conflictos tributarios
o aduaneros, para la solución de peticiones o expedición de actos administrativos,
tendrán en cuenta los precedentes jurisprudenciales que en materia ordinaria o
contenciosa administrativa, por los mismos hechos y pretensiones, se hubieren
proferido en cinco o más casos análogos.

Dicha norma, aun cuando solo se refería a asuntos de carácter laboral, de la


seguridad social y ciertos daños antijurídicos ocasionados por la Administración,
fue sin duda una antesala para lograr la consolidación de la tendencia creciente
del Precedente Judicial en materia administrativa.

Luego, con la entrada en vigencia de la Ley 1437 de 2011, Código de


Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, trajo consigo el
Artículo 10° el cual es de gran importancia para la aplicación del Precedente
Judicial en sede administrativa y que permite afirmar la tesis de que en las
actuaciones disciplinarias de carácter administrativo es procedente la aplicación
del Precedente Judicial.

“Artículo 10. Deber de aplicación uniforme de las normas y la jurisprudencia. Al


resolver los asuntos de su competencia, las autoridades aplicarán las
disposiciones constitucionales, legales y reglamentarias de manera uniforme a
situaciones que tengan los mismos supuestos fácticos y jurídicos. Con este
propósito, al adoptar las decisiones de su competencia, deberán tener en cuenta
las sentencias de unificación jurisprudencial del Consejo de Estado en las que se
interpreten y apliquen dichas normas.”

Esta disposición, fue estudiada por la Corte Constitucional en sentencia C – 634


del 2011 y declaró la exequibilidad de la misma en el entendido de que las
autoridades tendrán en cuenta, junto con las sentencias de unificación
jurisprudencial proferidas por el Consejo de Estado y de manera preferente, las
decisiones de la Corte Constitucional que interpreten las normas constitucionales
aplicables a la resolución de los asuntos de su competencia. Esto sin perjuicio del
carácter obligatorio erga omnes de las sentencias que efectúan el control
abstracto de constitucionalidad.

En resumen, las autoridades públicas en el ejercicio de la función de adoptar


decisiones en relación a su competencia, deberán tener en cuenta, la
Constitución, la ley, el reglamento, las sentencias de unificación del Consejo de
Estado y las sentencias de la Corte Constitucional.

Y en aras de materializar el Articulo 10 de la Ley 1437 del 2011, se creó un


procedimiento denominado Extensión de la Jurisprudencia del Consejo de
Estado a terceros por parte de las Autoridades, consagrado en el Articulo 102
de la Ley 1437 del 2011, el cual en síntesis, permite que el particular solicite
mediante petición a la autoridad pública, la extensión de la jurisprudencia del
Consejo de Estado en la que se haya reconocido un derecho, siempre y cuando
se cumplan los mismos supuestos de hecho y derecho. Sin embargo, la autoridad
pública puede negar la petición, hasta tanto no se surta un periodo de pruebas,
exponiendo que la situación del solicitante es totalmente distinta a la sentencia de
unificación y explicando de manera clara los argumentos por los cuales las normas
aplicar no deben interpretarse en la forma indicada en la sentencia unificación.

Este articulo ha sido objeto de análisis constitucional en dos oportunidades,


mediante sentencia C – 816 del 2011 y C - 588 del 2012, el cual fue declarado
exequible condicionalmente y luego confirmada la decisión, por dichas sentencias
respectivamente.

Es importante destacar que en la sentencia C – 816 de 2011, la Corte a manera


de síntesis establece los siguientes puntos relacionados al precedente judicial y su
apartamiento:

“(i) la jurisprudencia, por definición constitucional, es “criterio auxiliar” de


interpretación de la actividad judicial -CP, artículo 230.2-, y de este modo los
jueces en sus providencias “sólo están sometidos al imperio de la ley” -CP,
artículo 230.1; (ii) sin embargo, las decisiones de la Corte Suprema de Justicia, el
Consejo de Estado, la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura
-autoridades de cierre de las correspondientes jurisdicciones- y la Corte
Constitucional -en todos los casos, como guardián de la Constitución-, tienen valor
vinculante por emanar de órganos diseñados para la unificación de la
jurisprudencia, y en virtud de los principios de igualdad, buena fe y seguridad
jurídica -CP, artículos 13 y 83-; (iii) excepcionalmente, el juez puede apartarse del
precedente judicial vinculante de los órganos jurisdiccionales de cierre, mediante
una argumentación explícita y razonada de su apartamiento, en reconocimiento a
la autonomía e independencia inherentes a la administración de justicia y al
ejercicio de la función judicial -CP, artículo 228”.

En lo relativo a la obligatoriedad de las autoridades administrativas de aplicar el


precedente judicial, dice la Corte que estas solo pueden pueden ejercer las
funciones atribuidas por la Constitución y la ley, además de que la función
administrativa se adelanta con fundamento en el principio de igualdad, lo cual
implica un deber de trato igualitario a las personas en el reconocimiento,
adjudicación y protección de sus derechos. Y las sentencias de los órganos
judiciales de cierre y unificación de las diferentes jurisdicciones, además del valor
de cosa juzgada propio de ellas frente al caso sub judice, posee fuerza vinculante
como precedente respecto de posteriores decisiones judiciales que examinen
casos similares y cuenta con la posibilidad legal de apartamiento administrativo
siempre y cuando ofrezca argumentaciones explícitas al respecto.

Además, la Corte condicionó esta norma en el entendido de que al extender los


efectos de las sentencias de unificación jurisprudencial dictadas por el Consejo de
Estado e interpretar las normas constitucionales base de sus decisiones, deben
observar con preferencia los precedentes de la Corte Constitucional que
interpreten las normas constitucionales aplicables a la resolución de los asuntos
de su competencia.

En el mismo sentido, se pronunció la Corte Constitucional en sentencia C – 588


del 2012 al estarse a lo resuelto en lo dicho en la sentencia C – 816 del 2011.

Así mismo, se resalta que para lograr una buena aplicación del Precedente
Judicial es necesario que el Consejo de Estado en su Sala Plena unifique la
jurisprudencia en aquellos casos que por su importancia jurídica, trascendencia
económica o social deban ser resueltos por ellos 3.

Con relación a la aplicación del Precedente Judicial en las actuaciones


disciplinarias de carácter administrativo, es necesario precisar que con la entrada
en vigencia de la Ley 734 del 2002 4, Código Disciplinario Único, se ordenó la

3
Artículo 111. Funciones de la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo. La Sala de lo Contencioso
administrativo en pleno tendrá las siguientes funciones:
3. Dictar sentencia, cuando asuma la competencia, en los asuntos que le remitan las secciones por su
importancia jurídica o trascendencia económica o social o por necesidad de unificar o sentar jurisprudencia.
Esta competencia será asumida a petición de parte o a solicitud del Ministerio Público o de oficio cuando así
lo decida la Sala Plena.
4. Requerir a los tribunales el envío de determinados asuntos que estén conociendo en segunda instancia,
que se encuentren para fallo, y que, por su importancia jurídica, trascendencia económica o social o
necesidad de unificar jurisprudencia, deban ser resueltos por el Consejo de Estado a través de sus secciones
o subsecciones.
4
Ley 734/ 2002. Artículo 76. Control disciplinario interno. Toda entidad u organismo del Estado, con
excepción de las competencias de los Consejos Superior y Seccionales de la Judicatura, deberá organizar una
unidad u oficina del más alto nivel, cuya estructura jerárquica permita preservar la garantía de la doble
creación de las Oficinas de Control Disciplinario Interno, en cada una de las
entidades u organismos del Estado. Estas oficinas, son las encargadas de conocer
y fallar en primera instancia los procesos disciplinarios adelantados contra los
servidores públicos pertenecientes a dicha entidad u organismo. Si se verifica en
los organigramas de las entidades públicas, se ve que en cada una de ellas existe
esta Oficina.

Uniendo los fundamentos anteriormente expuestos, los funcionarios que ejercen la


acción disciplinaria en estas oficinas, también son destinatarios del Artículo 10° y
102 de la Ley1437 del 2011 y aún más cuando sus decisiones son objeto del
control contencioso administrativo a través de la nulidad y restablecimiento del
derecho.

Es decir, que un servidor público que esté siendo investigado disciplinariamente


por la Oficina de Control Disciplinario de la entidad a la cual está legalmente
vinculado, puede solicitar al funcionario disciplinario que extienda a su favor al
momento de fallar, el precedente judicial que hay sobre el asunto que está siendo
investigado, toda vez que cumple los mismos supuestos de hecho y de derecho
exigidos para el efecto. Así mismo, el funcionario podrá acceder o no a dicha
petición siempre y cuando exponga de manera clara y razonada el porqué de su
decisión.

Es de aclarar, que la aplicación de la figura del precedente judicial por parte de los
funcionarios pertenecientes a la Oficina de Control Disciplinario Interno de la
entidad, no se puede entender como una usurpación de las funciones
jurisdiccionales que le incumbe a la Rama Judicial, sino que es una deber de
orden legal5 del cual no se puede hacer caso omiso, puesto que estarían
instancia, encargada de conocer y fallar en primera instancia los procesos disciplinarios que se adelanten
contra sus servidores. Si no fuere posible garantizar la segunda instancia por razones de estructura
organizacional conocerá del asunto la Procuraduría General de la Nación de acuerdo a sus competencias.

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Ley 734/ 2002. Artículo 34.- 1. Cumplir y hacer que se cumplan los deberes contenidos en la
Constitución, los tratados de Derecho Internacional Humanitario, los demás ratificados por el Congreso, las
leyes, los decretos, las ordenanzas, los acuerdos distritales y municipales, los estatutos de la entidad, los
reglamentos y los manuales de funciones, las decisiones judiciales y disciplinarias, las convenciones
colectivas, los contratos de trabajo y las órdenes superiores emitidas por funcionario competente.
incurriendo en una falta6, sino que ha de tener en cuenta las jurisprudencias con
carácter de precedente existentes al momento de su actuación, bien sea en el
trascurso de la investigación disciplinaria o en el propio fallo, para que sea
aplicada en sede administrativa y así evitar un desgaste innecesario en el que
deba incurrir el investigado llevándolo a acudir al aparato jurisdiccional, en caso de
que el funcionario no hiciere uso del precedente judicial.

Es más, la situación podría complicarse ya que al omitir la aplicación del


precedente judicial el servidor público podría también estar en curso en un delito
de prevaricato por acción, toda vez que según consideraciones de la Corte
Suprema de Justicia en su Sala Penal y la Corte Constitucional, son elementos
constitutivos del tipo penal los siguientes7:

(i) el delito puede ser cometido por los jueces, los servidores públicos y en
ocasiones por particulares que ejercen funciones públicas, en los términos que
señala el Código Penal; (ii) en cuanto al sujeto pasivo de la conducta, se ha
estimado que es la administración pública, aunque se admite que, en ciertos
casos, pueda tratarse de un delito pluriofensivo como cuando con aquél se
vulneran igualmente bienes jurídicos de los particulares; (iii) el objeto material del
delito comprende resoluciones, dictámenes o conceptos, es decir, abarca tanto
decisiones judiciales como actos administrativos. A su vez, la expresión “contrario
a la ley”, ha sido entendida por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, en
el sentido de que con aquélla se designa: (i) la norma jurídica aplicable al caso
concreto; (ii) el ordenamiento jurídico colombiano; (iii) los mandatos
constitucionales; (iv) ley en sentidos formal y material, ya que no distingue entre
una y otra; y (v) actos administrativos. En otras palabras, de conformidad con la
jurisprudencia sentada por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, la
expresión “ley”, contenida en el artículo 413 del Código Penal no ha sido

6
Ley 734/2002. Artículo 50. Faltas graves y leves. Constituye falta disciplinaria grave o leve, el
incumplimiento de los deberes, el abuso de los derechos, la extralimitación de las funciones, o la violación al
régimen de prohibiciones, impedimentos, inhabilidades, incompatibilidades o conflicto de intereses
consagrados en la Constitución o en la ley.
7
Sentencia C-335/08
entendida como norma jurídica aplicable al caso concreto, interpretación que es
plausible y ajustada a la Constitución.

Se concluye, que dentro de las actuaciones disciplinarias de carácter


administrativo, es de imperiosa necesidad la aplicación del precedente judicial, ya
que la finalidad del mismo es la materialización del derecho fundamental a la
igualdad material y formal que ostentan todas las personas, así como también
lograr una seguridad jurídica en las decisiones adoptadas y sobretodo el beneficio
que este trae a la descongestión judicial, porque así se evitaría el acceso a la
jurisdicción de forma innecesaria.

El buen uso del precedente judicial, trae consigo ventajas en las cuales tanto la
administración como el particular resultan ampliamente beneficiados, pero todo
esto se logra en mayor escala si por parte de la administración se adecuan los
protocolos necesarios y se adelantan procesos de capacitación a los servidores
públicos para que tengan conocimiento del mismo y si los particulares también
tuvieran en mayor medida idea sobre el uso de esta figura.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.

Constitución Nacional.

Corte Constitucional Sentencia T – 360 del 2014, Magistrado Ponente Jorge


Ignacio Pretelt Chaljub.

Corte Constitucional Sentencia C- 486 – 1993; Magistrado Ponente Eduardo


Cifuentes Muñoz.

Corte Constitucional Sentencia C - 104 – 1993; Magistrado Ponente Alejandro


Martínez Caballero.

Corte Constitucional Sentencia C-634 de 2011; Magistrado Ponente Luis Ernesto


Vargas Silva.
Corte Constitucional Sentencia C - 816 – 2011; Magistrado Ponente, Mauricio
González Cuervo.

Corte Constitucional Sentencia C - 588 – 2012; Magistrado Ponente Mauricio


González Cuervo.

Corte Constitucional Sentencia C - 588 – 2012; Magistrado Ponente Humberto


Antonio Sierra Porto.

Consejo de Estado; Sala de lo Contencioso Administrativo; Sección primera


Consejera ponente María Claudia Rojas Lasso. Radicación número: 11001-03-15-
000-2013-00131-00.

Ley 1395 del año 2010.

Ley 1437 del año 2011.

Ley 734 del año 2002.

El precedente judicial y el ejercicio del derecho ante las Altas Cortes. Universidad
de Medellín y Fundación Universitaria Tecnológico de Comfenalco; 1° edición;
2015.

Alcance del precedente judicial en las actuaciones administrativas; Universidad


Militar Nueva Granada; 2014.

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