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PROLOGO
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que se necesitan si deseamos lograr, a corto plazo, la transformación
integral de nuestro "Yo Supremo" que nos piden los Hermanos
Mayores de Ganímedes como requisito esencial de quienes aspiren a
ingresar en su maravilloso mundo. Todos los que hayan leído "YO
VISITE GANIMEDES..." sabrán, perfectamente, a lo que me estoy
refiriendo.
mundo superior, les abro las puertas, con este nuevo mensaje, a la
superación personal y colectiva que nos enseñan, como ejemplo,
nuestros Hermanos Mayores de Ganímedes.
YOSIP IBRAHIM
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"En mi libro anterior, "YO VISITE GANIMEDES...", explicaba cómo fui
aleccionado por nuestro Muy Amado Hermano "Pepe" sobre la forma
en que él podría continuar instruyéndonos desde ese lejano satélite
del planeta Júpiter, a través del receptortransmisor que trajera de
allá y que dejó en mi poder, con instrucciones específicas y
concluyentes. Ante todo, quiero explicar el porqué del apelativo de
"Muy Amado Hermano" empleado por mí en varios pasajes de esta
obra: es el título que acostumbramos darnos los miembros de la
Antigua y Soberana Orden a la que pertenecemos todo el grupo que
trabaja, abnegada y firmemente, en la misión de hacer conocer a la
humanidad los trascendentales mensajes de estas horas cruciales
para nuestro mundo. Y quienes leyeron "YO VISITE GANIMEDES..."
estarán enterados de que esa pequeña y maravillosa máquina, del
tamaño de una simple y muy chica máquina fotográfica moderna o de
una radio a transistores, me ha servido para seguir comunicándome,
a través de más de setecientos sesenta millones de kilómetros, con
nuestro Hermano, desde los días en que dejó la Tierra para siempre.
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psíquica, y la poderosa influencia de este mundo al que tantos años
de experiencia terrena todavía nos unía- de salir de nuestra América
Latina, de nuestra patria peruana, para alojarnos en un desconocido
y misterioso monasterio perdido entre las nevadas cumbres de los
Himalayas. Ya lo expliqué, muchas veces, al escribir "YO VISITE
GANIMEDES...", cómo me sentía, a cada paso, enormemente
confuso, profundamente aturdido por culpa de mi atraso mental y
psíquico en comparación con nuestro hermano "Pepe"... y todo lo que
Él nos enseñara, a manera de base elemental de nuestra futura
preparación, sólo era un leve prólogo de lo mucho que teníamos que
aprender si queríamos estar en condiciones de aspirar a conocer
Ganímedes. Pero nuestra ignorancia y temor fueron dominándose,
poco a poco gracias a la amorosa ayuda de Pepe, que todas las
semanas, sin faltar una sola y en dos días cada una, se comunicaba
con nosotros a través del mencionado aparatito. De tal suerte, seis
meses después de su partida, estábamos listos para dejar nuestro
hogar, nuestras ocupaciones acostumbradas y nuestras amistades,
para emprender la marcha hacia el enigmático lugar en donde sería
realizada la profunda transformación de todo el grupo.
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lectores por las continuas alusiones a ese libro, pues ha de tenerse en
cuenta hechos importantes que fueron referidos en tal obra y que
resultarían incomprensibles a quienes leyeran estas líneas sin haber
conocido los hechos narrados en el anterior trabajo. Y uno de esos
hechos es el referente al jardín de nuestra casa de Monterrico, en el
cual, por su amplitud, pudo descender, varias veces, una de aquellas
astronaves conocidas vulgarmente como OVNI.
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Como de costumbre, la hora sería en la madrugada, cuando todo el
vecindario duerme y no hay posibilidad en esa extensa zona para
intromisión de curiosos. Listos nosotros y dos Hermanos nuestros que
quedarían a cargo de la casa y de algunas últimas diligencias de
Nuestra Orden, nos reunimos esa noche en una cena fraternal de
despedida. Para ninguno del grupo iba a ser una novedad aquello.
Tanto nuestros en territorio del Nepal; pero me dijo que nadie, en el
exterior, conoce aquel sitio, pues está enclavado entre altas
montañas nevadas en una zona verdaderamente inaccesible, a la que
únicamente se puede llegar por el aire, con helicópteros, porque no
tiene absolutamente pistas de aterrizaje, o por un pasaje secreto, a
través de la montaña, que es sólo conocido por los monjes que allí
viven.
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volví hacia Rosciano, que me tomó el brazo presionándolo como para
darme aliento. El corazón me palpitaba con fuerza. Mi esposa se
acercó a mí y me tomó de la mano. Todos habíamos formado un
grupo junto
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Mi Hermano Rosciano me observaba en silencio. Varias veces lo vi
sonreír; al fin, en un aparte, me dijo:
-Y, no quiero que ellos se den cuenta, ¿entiendes?... Pero ¿cómo será
la vida en ese sitio?... ¿dónde quedará Janlitpur?
-Veo que todo está igual -comentó, paseando su vista por los
contornos de la que fuera su casa-. Y ahora, se empieza a cumplir mi
promesa-de llevarlos a Ganímedes...
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-Sí, Hermano; ya soy de aquel mundo... Y espero que ustedes, algún
día, también lo serán... Pero no perdamos tiempo. Nuestros
Hermanos esperan en la nave y después de llevarlos a ustedes a
Janlitpur tienen que cumplir otras misiones importantes en lugares
diferentes de nuestro sistema solar. Yo he venido con ellos para
acompañarlos en el viaje y darles mayor fuerza, porque todavía no
están lo suficientemente preparados para desechar el infantil temor
que veo en todos... Pero una vez que los hayamos instalado allá,
deberé regresar a Ganímedes a continuar mi labor diaria.
-Y ¿cuál es la tuya?
Todos nos miramos en silencio. Pepe nos pidió ser breves. Salimos al
jardín y nos aproximamos a la máquina. Era una gigantesca lenteja
metálica, refulgente. Tendría irnos veinte metros de diámetro, y a
través de las ventanillas de la cúpula central vimos a varias personas
que nos observaban, sonrientes.
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gran diferencia entre aquellos seres y nosotros. Solamente los ojos,
un poco rasgados y de un brillo
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luminiscencia que nos destacaba de la oscuridad reinante en torno
nuestro. Los tres tripulantes seguían
más tarde, serán los padres de la nueva raza que pueble una nueva
Tierra, ya regenerada y lista a cumplir las promesas Crísticas...
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explicó Pepe-. Así no nos exponemos a interferir ninguna línea de
vuelo terrestre y no nos pueden ver desde abajo.
-Ya estamos llegando -nos dijo-. ¿Ven esos picos nevados hacia los
que nos dirigimos?... Son los Himalayas. Dentro de unos minutos
estaremos descendiendo en Janlitpur. -
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y celestes medias tintas, ese extenso panorama de rocas y de nieve.
Y frente a nosotros, que ya viajábamos a marcha lenta, se divisaban
las grandes moles de un conglomerado de picos al cual parecía que
nos estábamos dirigiendo. -Allá está Janlitpur-nos explicó Pepe.
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Alto y Muy Amado Hermano nuestro - señalando a Pepe- y
esperamos que sepan corresponder a la confianza que en ellos hemos
puesto, al permitirles llegar hasta nosotros. Que sean bien venidos y
que puedan encontrar aquí la Paz, El Amor y La Luz que tanto
anhelan y«que tanto faltan en el resto de la Tierra..."
YOSIP IBRAHIM
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