Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CONTENIDO
1. INTRODUCCION A
2. LA HISTORIA DE SAMUEL (1)
SU ORIGEN, NACIMIENTO Y JUVENTUD
3. LA HISTORIA DE SAMUEL (2)
SU RELACION CON EL CADUCADO Y DECADENTE SACERDOCIO
AARONICO (1)
4. LA HISTORIA DE SAMUEL (3)
SU RELACION CON EL CADUCADO Y DECADENTE SACERDOCIO
AARONICO (2)
5. LA HISTORIA DE SAMUEL (4)
SU MINISTERIO (1)
6. LA HISTORIA DE SAMUEL (5)
SU MINISTERIO (2)
7. SAMUEL: UN HOMBRE CONFORME A DIOS
8. LA HISTORIA DE SAUL (1)
SU ORIGEN Y UNGIMIENTO
9. LA HISTORIA DE SAUL (2)
SAUL DERROTA A LOS AMONITAS Y SAMUEL HACE UN
RECORDATORIO A ISRAEL
10. LA HISTORIA DE SAUL (3)
SAUL DERROTA A LOS FILISTEOS
11. LA HISTORIA DE SAUL (4)
LA DESOBEDIENCIA DE SAUL AL DERROTAR A LOS AMALECITAS
12. LA HISTORIA DE DAVID (1)
DIOS LO PREPARA PARA QUE SEA UN HOMBRE CONFORME A SU
CORAZON 1 SAMUEL 16—2 SAMUEL 1 (1)
ESCOGIDO, INSTRUIDO, UNGIDO, PUESTO A PRUEBA Y APROBADO
13. LA HISTORIA DE DAVID (2)
DIOS LO PREPARA PARA QUE SEA UN HOMBRE CONFORME A SU
CORAZON SAMUEL 16—2 SAMUEL 1 (2)
SAUL LO PERSIGUE Y LO PONE A PRUEBA (1)
14. LA HISTORIA DE DAVID (3)
DIOS LO PREPARA PARA QUE SEA UN HOMBRE CONFORME A SU
CORAZON 1 SAMUEL 16—2 SAMUEL 1 (3)
SAUL LO PERSIGUE Y LO PONE A PRUEBA (2)
15. LA SOBERANIA DE DIOS Y LAS LECCIONES DE LA CRUZ QUE
APRENDIO DAVID
16. LA HISTORIA DE DAVID (4)
DIOS LO PREPARA PARA QUE SEA UN HOMBRE CONFORME A SU
CORAZON 1 SAMUEL 16—2 SAMUEL 1 (4)
SAUL LO PERSIGUE Y LO PONE A PRUEBA (3)
17. LA HISTORIA DE DAVID (5)
DIOS LO PREPARA PARA QUE SEA UN HOMBRE CONFORME A SU
CORAZÓN 1 SAMUEL 16—2 SAMUEL 1 (5)
SAUL LO PERSIGUE Y LO PONE A PRUEBA (4)
18. LA HISTORIA DE DAVID (6)
DIOS LO PREPARA PARA QUE SEA UN HOMBRE CONFORME A SU
CORAZÓN 1 SAMUEL 16—2 SAMUEL 1 (6)
SAUL LO PERSIGUE Y LO PONE A PRUEBA (5)
19. LAS LECCIONES QUE NOS ENSEÑAN LOS CINCO PERSONAJES
PRINCIPALES QUE SE VEN DE 1 SAMUEL 1 A 2 SAMUEL 1 EN
CUANTO A COMO DISFRUTAR DE LA BUENA TIERRA
20. LA HISTORIA DE DAVID (7)
PROCLAMADO REY PARA QUE ESTABLEZCA EL REINO DE DIOS EN
LA TIERRA 2 SAMUEL 2—24 (1)
EL PUEBLO LO PROCLAMA REY (1)
21. LA HISTORIA DE DAVID (8)
PROCLAMADO REY PARA QUE ESTABLEZCA EL REINO DE DIOS EN
LA TIERRA 2 SAMUEL 2—24 (2)
EL PUEBLO LO PROCLAMA REY (2)
22. LA HISTORIA DE DAVID (9)
PROCLAMADO REY PARA QUE ESTABLEZCA EL REINO DE DIOS EN
LA TIERRA 2 SAMUEL 2—24 (3)
DAVID SE PREOCUPA POR LA HABITACION DE DIOS (1)
23. LA HISTORIA DE DAVID (10)
PROCLAMADO REY PARA QUE ESTABLEZCA EL REINO DE DIOS EN
LA TIERRA 2 SAMUEL 2—24 (4)
DAVID SE PREOCUPA POR LA HABITACION DE DIOS (2)
24. NECESITAMOS QUE DIOS FORJE A CRISTO EN NOSOTROS
25. LA SIMIENTE DE DAVID Y EL HIJO DE DIOS
26. DIOS EN CRISTO SE FORJA EN NUESTRO SER POR MEDIO DE UN
PROCESO DE TRANSFORMACION METABOLICA
27. SE PROFETIZA QUE UN DESCENDIENTE DE DAVID SERIA
LLAMADO HIJO DE DIOS
28. DIOS DESEA FORJARSE EN NOSOTROS Y FORJARNOS A NOSOTROS
EN EL Y ASI PRODUCIR UNA MORADA MUTUA
29. DIOS EN CRISTO DESEA FORJARSE EN NOSOTROS
30. EL DIOS TRIUNO PROCESADO REALIZA UNA SOLA OBRA: SE
FORJA EN NUESTRO SER
31. LO QUE SIGNIFICA QUE LA SIMIENTE DE DAVID SEA DESIGNADA
HIJO DE DIOS
32. LA HISTORIA DE DAVID (11)
PROCLAMADO REY PARA QUE ESTABLEZCA EL REINO DE DIOS EN
LA TIERRA 2 SAMUEL 2—24 (5)
DAVID VENCE A SUS ENEMIGOS Y FORTALECE SU REINO
33. LA HISTORIA DE DAVID (12)
PROCLAMADO REY PARA QUE ESTABLEZCA EL REINO DE DIOS EN
LA TIERRA 2 SAMUEL 2—24 (6)
EL PECADO DE DAVID Y EL CASTIGO QUE DIOS LE INFLIGE
34. EL FRACASO DEL HOMBRE Y EL CASTIGO DE DIOS
35. LA HISTORIA DE DAVID (13)
PROCLAMADO REY PARA QUE ESTABLEZCA EL REINO DE DIOS EN
LA TIERRA 2 SAMUEL 2—24 (7)
EL CASTIGO QUE DIOS INFLIGE SOBRE DAVID 2 SAMUEL 12:15b—
20:26 (1)
36. LA HISTORIA DE DAVID (14)
PROCLAMADO REY PARA QUE ESTABLEZCA EL REINO DE DIOS EN
LA TIERRA 2 SAMUEL 2—24 (8)
EL CASTIGO QUE DIOS INFLIGE SOBRE DAVID 2 SAMUEL 12:15b—
20:26 (2)
37. LA HISTORIA DE DAVID (15)
PROCLAMADO REY PARA QUE ESTABLEZCA EL REINO DE DIOS EN
LA TIERRA 2 SAMUEL 2—24 (9)
EL CASTIGO QUE DIOS INFLIGE SOBRE DAVID 2 SAMUEL 12:15b—
20:26 (3)
38. LA HISTORIA DE DAVID (16)
PROCLAMADO REY PARA QUE ESTABLEZCA EL REINO DE DIOS EN
LA TIERRA 2 SAMUEL 2—24 10)
LA ULTIMA ETAPA DEL REINADO DE DAVID 2 SAMUEL 21—24
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE UNO
INTRODUCCION
Lectura bíblica: 1 S. 1
Cristo vino con el propósito de cumplir la voluntad del Padre (Jn. 6:38; 4:34;
5:30), de llevar a cabo la economía de Dios. El vivió en la tierra y experimentó la
vida humana en todos sus aspectos. Luego, fue a la cruz y sufrió una muerte que
lo incluyó todo, y después de tres días se levantó en Su humanidad. Por medio
de la resurrección, El introdujo la humanidad en la divinidad y la hizo parte del
Hijo de Dios (Ro. 1:3-4). De esta manera El llegó a ser el Hijo primogénito de
Dios, y nosotros Sus muchos hijos (Ro. 8:29; 1 P. 1:3).
El era Dios y se hizo hombre, y nosotros somos hombres y llegamos a ser Dios
en vida y naturaleza, mas no en ser objeto de adoración. El es el origen, y
nosotros el producto. El producto debe ser semejante a su origen, así que,
nosotros, los hijos de Dios (Jn. 1:12), somos semejantes a Él en vida y
naturaleza, mas no en Su persona, no como objeto de adoración. En conjunto,
nosotros somos el Cuerpo de Cristo. Cristo es la Cabeza, y nosotros el Cuerpo, y
juntos conformamos el nuevo hombre (Ef. 4:24; Col. 3:10-11). Por ser creyentes
de Cristo, todos nosotros somos parte del nuevo hombre. Esto constituye un
breve esbozo de la revelación divina en cuanto a la economía de Dios.
2. El ministerio de Samuel, por medio del voto nazareo, acabó con el gobierno
de los jueces y trajo el sacerdocio, destinado al oráculo de Dios, y el reinado,
destinado a la administración de Dios.
3. Con su vida carnal, Saúl insultó el reinado en el gobierno divino, y por ende,
lo perdió.
4. La vida piadosa de David afianzó el reinado en la economía de Dios, y su
lujuria contaminó el reinado en cuanto a la santidad de Dios.
Aunque tal vez nos sea difícil entender la vida de Samuel, es fácil entender la
que llevó Saúl, pues él y nosotros padecemos de la misma enfermedad. La vida
de Saúl era carnal, y la nuestra lo es también. Sin importar cuál sea nuestra
nacionalidad, todos somos Saules. La vida carnal de Saúl insultó, ofendió y
deshonró el reinado en el gobierno divino, y esto lo llevó a perderlo. En cierto
sentido, muchos creyentes han hecho lo mismo, y han perdido el reinado.
David es lo opuesto a Saúl. Mientras que la vida de Saúl fue carnal, la de David
fue piadosa. La palabra carnal denota al hombre caído, mientras que la palabra
piadosa alude a una persona que está con Dios. La vida carnal de Saúl le llevó a
perder el reinado, pero la vida piadosa de David protegió el reinado en la
economía divina. Sin embargo, la lujuria de David contaminó y dañó el reinado
en cuanto a la santidad de Dios. Aunque David no perdió el reino en su
totalidad, sí perdió gran parte de él. Una sola tribu, Judá, se quedó con él.
III. LA EPOCA
IV. EL LUGAR
V. EL CONTENIDO
Hoy muchos continentes y países están abiertos al recobro del Señor. Así que es
menester que los santos hagan un voto, como lo hizo Ana. Espero que muchos
jóvenes hagan dicho voto. Usted debe decir: “Señor, soy Tuyo. Me entrego a Ti”.
Dios honrará el deseo que usted tiene en su corazón y hará algo para cumplir el
voto que le haya hecho.
Estos libros de historia describen cómo Dios desea que Su pueblo disfrute la
buena tierra. En el Antiguo Testamento, Dios repartió la buena tierra a Israel. Y
en el Nuevo Testamento, Dios nos repartió a Cristo como porción para que lo
disfrutemos (Col. 1:12). En cuanto a Elí, su fracaso le costó el disfrute de la
buena tierra, mientras que en el caso de Samuel, él disfrutó la buena tierra al
máximo, y al final fue establecido como profeta, como sacerdote y como juez.
LA HISTORIA DE SAMUEL
(1)
I. SU ORIGEN
En 1:1-20 se habla del origen de Samuel. No debemos pensar que Samuel nació
simplemente de su padre Elcana; en realidad, él provino de la economía de Dios.
Dios tenía Su economía eterna, pero la realización de ésta se había estancado. El
había ordenado que los descendientes de Aarón fuesen los sacerdotes que
llevaran a cabo Su economía, pero el sacerdocio se había deteriorado y había
perdido su eficacia. Así que, en el corazón de Dios había el deseo de obtener a
alguien que reemplazara ese sacerdocio.
Con este propósito, Dios unió en matrimonio a Elcana y a Ana. Elcana tenía dos
mujeres, y por la soberanía divina su segunda mujer, Penina, tuvo hijos, pero
Ana no. Además, “su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque
Jehová no le había concedido tener hijos” (v. 6). Esto obligó a Ana a orar
desesperadamente, pero no por su propio beneficio, sino por el de Dios. Ella
prometió a Dios que si le daba un hijo varón, se lo regresaría mediante el voto
del nazareato. A Dios le agradó la oración de Ana y su promesa, y le concedió su
petición. Ana concibió, y dio a luz un hijo, y le llamó Samuel. Con esto vemos
que el verdadero origen de Samuel no es el hombre, sino Dios, quien soberana y
secretamente actuaba en Su pueblo.
Desde la perspectiva humana, el origen de Samuel fue sus padres, los cuales
adoraban a Dios (vs. 1-8).
1. Permanecían en la línea de la vida que
Dios había establecido para cumplir
Su propósito eterno
Dios pudo motivar a Ana porque ella era uno con El al permanecer en la línea de
la vida. Mientras que Dios pueda obtener una persona así, El puede efectuar Su
propósito en la tierra. Espero que aunque sea algunos de nosotros seamos las
Anas de hoy y digamos: “Señor, si tienes algo en Tu corazón que deseas realizar,
heme aquí. Quiero permanecer en la línea de la vida para cumplir Tu
economía”. Si hacen esto, tengo la plena certeza de que Dios actuará por medio
de ustedes. El vendrá a ustedes y los motivará. Dios necesita muchas “Anas” que
puedan producir los “Samueles” que cambien la era.
El origen de Samuel fue su madre, quien era una persona que buscaba a Dios y
oraba (vs. 9-18). La oración de ella era un eco de lo que estaba en el corazón de
Dios. Su oración proporcionaba la cooperación humana al mover divino para
que se efectuara la economía eterna de Dios.
II. SU NACIMIENTO
III. SU JUVENTUD
En su niñez, tal vez a la edad de dos o tres años, Samuel fue ofrecido a Jehová
por su madre en cumplimiento del voto que ella había hecho a Dios (vs. 21-28,
11). No era fácil para Ana desprenderse de su hijo y ponerlo bajo la custodia de
otra persona, especialmente de una persona de edad, quien había perdido la
vista casi por completo. No obstante, Ana cumplió su voto y ofreció a Samuel a
Dios.
B. Para que fuera un nazareo
Como vimos, Samuel fue dedicado a Jehová para ser un nazareo (v. 11b).
En 2:1-10 se narra la oración que hace una madre que dedica a su hijo. En su
oración ella alaba a Dios porque El salva mediante Sus obras maravillosas. Su
oración estaba ligada al mover de Dios en Su economía, lo cual indica que ella
conocía la economía de Dios.
Desde su niñez, Samuel ministraba a Jehová delante de Elí el sacerdote (vs. 11b,
18-19). El aprendizaje es necesario para hacer cualquier cosa. Elí enseñaba a
Samuel cómo ministrar a Dios.
LA HISTORIA DE SAMUEL
(2)
(1)
Samuel creció bajo la custodia del viejo Elí, el último sacerdote del decadente
sacerdocio aarónico (1:25), lo cual muestra la sabiduría de Dios. Ya que la
intención de Dios era usar a Samuel para reemplazar el decadente sacerdocio,
fue necesario que éste fuera adiestrado bajo la custodia de Elí. Samuel se daba
cuenta de que Elí era un fracaso en el sacerdocio, pues tenía la capacidad de
entender lo que miraba en él, y esto le servía de advertencia para su futuro
servicio.
Los dos hijos de Elí menospreciaban las ofrendas de Jehová y tomaban por la
fuerza la mejor carne de las ofrendas del pueblo (vs. 12-17). Esto debe haber
dejado una profunda impresión en Samuel, lo cual le sirvió de advertencia para
su futuro servicio como sacerdote.
Los hijos de Elí también cometían fornicación con las mujeres que servían (v.
22). ¡Qué terrible! La historia nos cuenta como esto mismo se ha repetido entre
los siervos de Dios. Cuando servimos al Señor, no podemos evitar relacionarnos
con personas del sexo opuesto; no obstante, debemos aprender la lección de
guardar siempre nuestra distancia. Nunca debemos quedarnos con un miembro
del sexo opuesto en una habitación privada cuya ventana esté cubierta y la
puerta cerrada. Esto da lugar a que el maligno nos tiente a caer en pecado. Los
dos hijos de Elí cayeron en este pecado. En cuanto a ello, debemos aprender de
José, quien huyó de la tentación (Gn. 39:7-12), y de Booz, quien fue elogiado en
gran manera por la elevada norma de moralidad que manifestó en su relación
con Rut (Rut 3:1-14).
El versículo 29 dice que un varón de Dios habló a Elí, y le dijo: ¿Por qué habéis
hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y
has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las
ofrendas de mi pueblo Israel?” En 3:13 vemos que los hijos de Elí trajeron sobre
sí maldición, y Elí no los restringió.
Samuel comprendió que el juicio severo de Dios había caído sobre la casa de Elí
(2:27-36; 3:4-18; 4:1-22). No debemos pensar que Dios simplemente está
sentado en los cielos y que no le interesa hacer nada respecto a la situación que
vive Su pueblo en la tierra. El está bastante involucrado en la disciplina que le
imparte a Su pueblo.
El juicio de Dios sobre la casa de Elí fue profetizado primeramente por un varón
de Dios (2:27-36).
Segundo, este juicio severo fue confirmado por la palabra que Jehová habló
mediante Samuel (3:4-18). El propósito de Dios, creo yo, al usar a Samuel para
hacer saber a Elí acerca del juicio venidero, fue dejar una impresión inolvidable
en el joven sacerdote. Esto muestra la sabiduría de Dios.
En tercer lugar, el severo juicio de Dios fue ejecutado por medio de los filisteos
(4:1-22).
El pueblo de Israel fue derrotado por los filisteos, quienes mataron a treinta mil
soldados (v. 10). Durante el reinado de Ezequías, Judá pidió protección al
Señor, y una noche El envió a un ángel para que matara a ciento ochenta y cinco
mil en el campamento de los asirios (2 R. 19:35). Esto muestra que si el Señor
hubiera querido, habría derrotado a los filisteos fácilmente. Pero en esta ocasión
el Señor había entregado a Israel.
Los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, quienes habían huido con el arca, fueron
muertos por no haber hecho caso a Dios (v. 11b). Esto muestra que debemos
aprender la lección de no ser negligentes en el servicio de Dios.
En Mateo 16:18-19 vemos que la iglesia y el reino son idénticos. El reino hoy es
la iglesia, y dentro de la iglesia se halla la esencia intrínseca, a saber, el Cuerpo
de Cristo. La iglesia es visible, mientras que el Cuerpo de Cristo, como esencia
intrínseca, es invisible. En la iglesia visible se encuentra también el reino, el
gobierno, de Dios. En la iglesia visible está también la esencia intrínseca, la cual
es el contenido, la realidad, de la iglesia. Nuestro cuerpo humano es visible, pero
la vida que está en él es invisible. Este mismo principio se aplica a la iglesia y al
Cuerpo de Cristo. El Cuerpo es la vida intrínseca de la iglesia.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE CUATRO
LA HISTORIA DE SAMUEL
(3)
(2)
Al leer la Biblia uno necesita una clara visión de la economía de Dios y entender
el contenido de la Biblia con relación a dicha economía. ¿Con qué objetivo creó
Dios el universo? ¿Por qué creó al hombre y con qué propósito eligió a Israel?
Dios realizó todo esto por causa de Su economía. Al examinar la relación que
Samuel tenía con el decadente sacerdocio aarónico según se describe en 4:1—
7:2, debemos relacionar los eventos narrados ahí a la luz de la economía divina.
Es importante que veamos que Israel se degradó debido a que no le importó la
economía de Dios, Su mover ni Su reino.
El arca de Dios fue usurpada por los ancianos del pueblo de Israel, quienes se
habían apartado de la línea de la economía de Dios (4:1-8). Los ancianos
usurparon el arca porque tenían un concepto supersticioso de que ella les
ayudaría a pelear contra los filisteos. Los israelitas habían sido derrotados por
los filisteos, y los ancianos de Israel propusieron que el pueblo trajera el arca de
Dios que estaba en el tabernáculo en Silo y la llevaran consigo a la batalla. Los
ancianos dijeron: “Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto de Jehová,
para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos”
(v. 3b). Cuando el arca llegó al campo, el pueblo se alegró y gritó con gran júbilo
(v. 5). Ellos confiaron en el sistema que Dios había establecido, pero no pusieron
su confianza en Dios directamente. Debían haberse arrepentido por su fracaso e
inquirido de Dios en cuanto a lo que deberían hacer. Antes de sacar el arca del
tabernáculo debieron preguntarle a Dios, como lo hizo Josué en Jericó (Jos. 6:2-
4). Los ancianos conocían la historia de Jericó, pero la degradación en la que
habían caído y su falta de interés por el deseo de Dios, por Su economía, los
condujeron a una experiencia totalmente diferente.
Lo que hicieron los ancianos de Israel en 1 Samuel 4, fue usurpar a Dios. Dios no
deseaba moverse en aquella ocasión. A los hijos de Israel no les preocupaba ni
les interesaba la economía de Dios. Ellos sacaron el arca de su lugar, indicando
con ello que usurpaban a Dios procurando por sí mismos seguridad, paz,
descanso y bienestar. Ellos suplantaron a Dios, y lo obligaron a ir con ellos.
Hoy muchos creyentes usurpan a Dios. Ellos oran por prosperidad, salud o por
la familia sin tener en cuenta la economía de Dios. Cuando pedimos a Dios que
nos sane, debemos estar plenamente involucrados con Su economía. Si usted
está enfermo, no debe orar de manera que usurpe a Dios. Antes bien, debe decir
desde lo más recóndito de su espíritu: “Señor, no estoy en la tierra por el bien de
mi salud, de mi prosperidad, de mis hijos ni de mi trabajo. Estoy aquí para Tu
economía. ¿Quieres que siga viviendo en la tierra por causa de Tu economía? He
visto Tu economía, y me doy cuenta de que Tú necesitas nazareos, y yo deseo ser
uno de ellos por amor a Ti. Como uno que nació de Dios y que posee la vida y
naturaleza divinas, te pido que me muestres lo que hay en Tu corazón para mí”.
Si Dios quiere que usted siga viviendo en la tierra por causa de Su economía,
será sanado, ya sea por medio de un médico o por otro medio. Lo esencial es
que, en lugar de usurpar a Dios, lo que oremos, vivamos y seamos corresponda
al corazón de Dios y cumpla Su economía.
B. Capturada por los filisteos victoriosos, lo cual indicaba que la
gloria se había apartado de Israel
Finalmente, el arca de Dios, que había estado con los hijos de Israel por cerca de
400 años, fue capturada por los filisteos, lo cual fue una indicación de que la
gloria se había apartado de Israel (4:9-22). Desde aquel entonces, el arca de
Dios empezó a tener una historia propia dentro de la historia de los hijos de
Israel.
Poco después de que los israelitas sacaron el arca de Dios de su lugar, ellos
fueron vencidos, y el arca fue capturada. Treinta mil personas de Israel fueron
muertas, así como también los hijos de Elí, Ofni y Finees. Elí posiblemente
intuía algo acerca del arca de Dios; por ello, en lugar de permanecer en casa, se
sentó “en una silla vigilando junto al camino, porque su corazón estaba
temblando por causa del arca de Dios” (v. 13a). Cuando se dieron las nuevas de
que el arca de Dios había sido capturada, Elí cayó hacia atrás, se desnucó y
murió. Además, al mismo tiempo, la nuera de Elí, la esposa de Finees, dio a luz
un hijo a quien nombró Icabod, que quiere decir, sin gloria. Luego dijo ella:
“Traspasada es la gloria de Israel; porque ha sido tomada el arca de Dios” (v.
22). La gloria había sido traspasada de Israel porque el arca de Jehová había
sido capturada.
El arca, después de ser capturada por los filisteos, fue llevada a tres lugares
consecutivos, donde Jehová, para protegerla, lidió con ellos severamente (5:1-
12). El hecho de que Dios protegiera Su arca significa que El protegía Su
santidad.
Lo primero que hizo Jehová al lidiar con los filisteos fue dañar a su dios Dagón,
nombre que significa el dios pez (vs. 1-5). Después de que los filisteos llevaron el
arca a Asdod, la metieron en la casa de Dagón, y la pusieron junto a éste (v. 2).
Por la mañana del siguiente día, los de Asdod encontraron a Dagón “postrado en
tierra delante del arca de Jehová” (v. 3a). Ellos tomaron a Dagón y lo volvieron a
su lugar, pero “volviéndose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que
Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de
Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral,
habiéndole quedado a Dagón el tronco solamente” (v. 4).
En segundo lugar, Jehová hirió a los filisteos con tumores (vs. 6-12). El versículo
6 dice: “Y se agravó la mano de Jehová sobre los de Asdod, y los destruyó y los
hirió con tumores en Asdod y en todo su territorio”. Más tarde, el pueblo de
Asdod dijo que el arca del Dios de Israel no debía permanecer con ellos, pues la
mano de Jehová había sido dura sobre ellos y sobre Dagón, dios de ellos. (v. 7).
Entonces, los príncipes de los filisteos pasaron el arca a Gat, pero, “cuando la
habían pasado, la mano de Jehová estuvo contra la ciudad con gran
quebrantamiento, y afligió a los hombres de aquella ciudad desde el chico hasta
el grande, y se llenaron de tumores” (v. 9). Luego, el arca fue enviada a Ecrón.
Pero cuando llegó allí el arca, los ecronitas dieron voces, diciendo que habían
pasado a ellos el arca del Dios de Israel para matarlos. Así que dijeron a los
príncipes de los filisteos que enviaran el arca del Dios de Israel, y la devolvieran
a su lugar, para que no los matara. “Porque había consternación de muerte en
toda la ciudad, y la mano de Dios se había agravado allí” (v. 11).
De una manera supersticiosa, los filisteos enviaron el arca con cinco ratones de
oro y cinco tumores de oro, a manera de ofrenda por la transgresión, buscando
el perdón de Dios y para la gloria de Dios (vs. 3-5). La manera en que los
ancianos de Israel sacaron el arca de su lugar, al igual que la forma en que la
devolvieron los filisteos, fue un acto supersticioso. La superstición se halla en
todas las religiones. Pero en el recobro del Señor no tenemos superstición;
tenemos la revelación de la palabra de Dios.
Los sacerdotes filisteos dijeron a los hombres que ubicaran el arca de Jehová en
un carro nuevo, al cual debían ser uncidas dos vacas que criaban, a las cuales no
hubiera sido puesto yugo. Al lado del arca debían poner una caja, en la cual
debían colocar las joyas de oro que le pagarían a Dios en ofrenda por la
transgresión. Luego les dijeron que dejaran ir el arca y observaran si subía por el
camino de su tierra a Bet-semes. Si se dirigía allí, eso sería señal de que fue
Jehová quien hizo ese mal tan grande a los filisteos (vs. 7-9). Y aquellos
hombres lo hicieron así, y las vacas se encaminaron por el camino recto rumbo a
Bet-semes. “Y los de Bet-semes segaban el trigo en el valle; y alzando los ojos
vieron el arca, y se regocijaron cuando la vieron” (v. 13). Los levitas bajaron el
arca de Jehová, y la caja que estaba junto a ella, y “los hombres de Bet-semes
sacrificaron holocaustos y dedicaron sacrificios a Jehová en aquel día” (v. 15).
2. Mediante la preservación de
la santidad de Su arca
Dios preservó la santidad de Su arca, de tal modo que ésta fue llevada a Quiriat-
jearim y permaneció allí por veinte años, hasta que toda la casa de Israel se
lamentó en pos de Jehová (v. 19—7:2).
El versículo 19 dice que Jehová “hizo morir a los hombres de Bet-semes, porque
habían mirado dentro del arca de Jehová; hizo morir del pueblo a cincuenta mil
setenta hombres” (v. 19a). Estos hombres fueron muertos debido a la manera
irresponsable que trataron el arca. Esto muestra que no debemos ser
negligentes al relacionarnos con ella. Como ya dijimos, el arca es la presencia de
Dios, que está con Su pueblo con el propósito de realizar Su economía. Dios sacó
de Egipto al pueblo de Israel y lo adiestró en el monte Sinaí, y les encargó que
construyeran el tabernáculo y el arca para que quedara claro que era Él quien
llevaba a cabo Su economía. El objetivo del arca no era traerles prosperidad,
protección, seguridad o sanidad, sino cumplir la economía de Dios. No obstante,
en la época de Samuel, a los ancianos de Israel no les importó esto, sino su
propio beneficio y protección. Ellos pensaban que todo les pertenecía, e incluso
usurparon al propio Dios. Con todo y eso, Dios protegió Su santidad, y no
permitió que los filisteos y el pueblo de Bet-semes hicieran con el arca lo que
bien les parecía.
LA HISTORIA DE SAMUEL
(4)
SU MINISTERIO
(1)
Lectura bíblica: 1 S. 1:11, 28a; 2:35; 10:1; 16:1, 13; 3:20; 7:3-17; 8:6; 15:11b;
12:23
Samuel, quien por nacimiento era levita, nacido de un descendiente del rebelde
Coré (1 Cr. 6:33-38; cfr. Nm. 16:1-33), ministró en cinco categorías.
A. Como un nazareo consagrado a Dios con el fin absoluto de que
Dios cumpliera Su economía
En primer lugar, Samuel ministró como un nazareo que había sido consagrado a
Dios con el único fin de que Dios cumpliera Su economía. El fue un voluntario
que reemplazó a los que servían a Dios de manera oficial y formal (1 S. 1:11,
28a). El voto nazareo lo inició su madre y él lo completó.
B. Como sacerdote
Samuel fue un sacerdote, pero no por nacimiento, sino porque Dios lo levantó
de manera específica. Hablando de Samuel, Dios dice en 2:35: “Y yo me
suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le
edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días”. Esto indica
que Samuel sería un fiel sacerdote que actuaría en nombre de Dios, y que
incluso asignaría y nombraría reyes que establecieran el gobierno divino en la
tierra. Fue él quien designó y ungió a David. Con esto vemos que Samuel tenía
cualidades elevadas y una gran capacidad.
Samuel fue fiel a Dios, y actuó en conformidad con lo que había en el corazón y
la mente de Dios. Todo su ser, sus acciones, su vida y su obra, concordaban con
Dios. El ser de Samuel y el corazón de Dios eran uno solo. Por esta razón no
exageramos cuando decimos que Samuel, un hombre conforme a Dios, era Dios
mismo actuando en la tierra. Lo único que ocupaba sus pensamientos era lo que
estaba en la mente de Dios. El no tenía ningún otro pensamiento, ninguna otra
consideración. El objetivo de su vida y su obra era realizar todo lo que había en
el corazón de Dios. Esto lo capacitó para cambiar la era.
C. Como profeta
Samuel fue establecido por Dios para que comunicara Su palabra y reemplazara
el método de enseñanza del viejo sacerdocio. En el sacerdocio, la función
principal del sacerdote era hablar por Dios. El sacerdote usaba el pectoral, el
Urim y el Tumim, y por medio de ellos hablaba al pueblo en nombre de Dios. Al
degradarse el sacerdocio, esto se perdió casi por completo. Por ello, Dios levantó
a una persona vivaz, a un profeta: Samuel. Podemos decir que en cuanto a
ordenación divina, Samuel fue el primer profeta. Abraham, por supuesto, fue un
profeta que habló por Dios, pero, en términos de un procedimiento ordenado
por Dios, Samuel fue el primero que estableció el ministerio profético.
Samuel profetizó por primera vez cuando habló a Elí (3:1-18). El recibió la
palabra de Dios y se la comunicó al anciano Elí, quien estaba en el sacerdocio
decadente. Elí debió ser el que profirió estas palabras, pero él se había
degradado, y Dios no pudo hablar por medio de él; tuvo que expresarse por
medio de alguien mucho más joven.
a. En aquel tiempo
1) Cuando la palabra de Jehová escaseaba y
no había visión con frecuencia
El versículo 2 revela que Samuel profetizó por primera vez cuando la vista de Elí
estaba tan oscura que ya no podía ver.
3) Cuando la lámpara de Dios aún no se
había apagado en el templo
Durante la época de la que habla el capítulo tres, Samuel “no había conocido
aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada” (v. 7). Como se
describe en los versículos 4-9, Samuel tuvo una nueva experiencia: Jehová lo
llamó, y él comenzó a oír la voz de Jehová.
En la primera profecía que expresó Samuel, él habló del severo juicio de Dios
que venía sobre la casa de Elí (vs. 10-18)
D. Como juez
En cuarto lugar, Samuel ministró como juez. El sacerdote sirve a Dios, el profeta
habla por Dios, y el juez implementa Su administración gubernamental. Samuel
ocupó en la tierra la posición del propio Dios —de uno que representaba a Dios y
que obraba en nombre de El—, en calidad de sacerdote, profeta y juez. En la vida
de iglesia en el recobro actual del Señor, tenemos el oficio de sacerdote, de
profeta y de rey. Por ello todo está en orden.
Dios mismo estableció a Samuel para que ministrara como juez (7:15-17).
Samuel fue constituido juez para que reemplazara la manera en que el antiguo
sacerdocio juzgaba al pueblo. La tarea de juzgar en realidad pertenecía a los
profetas, pues la función de éstos era hablar por Dios y llevar a cabo Su
administración. Pero debido al deterioro del sacerdocio aarónico, Dios levantó a
Samuel como un nuevo sacerdote, un nuevo profeta y un nuevo juez.
Samuel pidió por los elegidos de Dios, los israelitas (7:3-14; 8:6; 15:11b).
Samuel oró para que los hijos de Israel fueran preservados en el camino de Dios,
que fueran uno con El, que no cayeran en el lazo de los ídolos paganos, sino que
disfrutaran a Dios como Eben-ezer, que significa: “piedra de ayuda”. “Tomó
luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre
Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová” (7:12).
Samuel oró por los elegidos de Dios, pidiendo que se cumpliera el deseo de la
voluntad de Dios para con ellos. Hasta ahora Dios nos ha ayudado, pero ¿por
qué nos ha ayudado? Nos ha ayudado para que se cumpla Su deseo. Debemos
darnos cuenta de que toda la ayuda que Dios nos brinda tiene como fin que El
cumpla Su economía, la cual consiste en edificar el Cuerpo de Cristo. Hoy
nosotros estamos disfrutando la bendición de participar en este cumplimiento.
Para Samuel, cesar de orar por los elegidos de Dios era pecar contra Jehová
(12:23). Nosotros también debemos orar por el pueblo de Dios. En particular,
los ancianos y colaboradores deben orar por las iglesias todos los días.
3. Dios reconoció ante Jeremías que Samuel,
tal como Moisés, era un hombre que estaba
delante de Él a favor de Su pueblo
Dios reconoció ante Jeremías que Samuel, al igual que Moisés, era un hombre
que estaba delante de El por causa de Su pueblo (Jer. 15:1). Moisés fue un
sacerdote, un profeta (Dt. 18:15, 18) y un juez que siempre oró por el pueblo de
Dios. Con Samuel sucedió lo mismo. En el Antiguo Testamento, sólo Moisés y
Samuel fueron aptos para participar plenamente en el oficio de sacerdote, de
profeta y de juez.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE SEIS
LA HISTORIA DE SAMUEL
(5)
SU MINISTERIO
(2)
Lectura bíblica: 1 S. 8
Samuel puso a sus hijos por jueces sobre Israel (vs. 1-3). Sin embargo, ellos no
anduvieron por los caminos de su padre (vs. 3a), antes se volvieron tras la
avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho (v. 3b). Esto fue malo a
los ojos de Dios (Ex. 18:21; 23:8; Dt. 16:19) y contrario a los caminos justos y
puros que su padre anduvo toda su vida (1 S. 12:3-5). Por lo tanto, ellos no
deben ser contados entre los jueces del pueblo de Israel, y su padre Samuel debe
ser considerado como el último juez. El representa la conclusión de la era de los
jueces.
Los caminos injustos de los hijos de Samuel dieron lugar a que el pueblo de
Israel pidiera que Samuel les nombrara un rey que los juzgara, como tenían
todas las naciones. Los ancianos del pueblo le dijeron a Samuel: “He aquí tú has
envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora
un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones” (8:5).
Al pedirle a Samuel que les nombrara un rey que los juzgara, el pueblo de Israel
desagradó a Samuel, lo cual lo llevó a orar por ellos (v. 6).
a. A Samuel no le gusta ver que los elegidos de Dios rechazaran a Dios como Rey
de ellos
A Samuel le desagradó que los elegidos de Dios rechazaran a Dios como Rey de
ellos. Desde la primera generación de la humanidad, el hombre ha rechazado a
Dios como su Cabeza, su Rey y su Marido.
b. A Samuel tampoco le agrada ver que los elegidos de Dios siguieran el camino
de las naciones
A Samuel tampoco le agradó que los elegidos de Dios siguieran el camino de las
naciones. Dios había escogido a Israel para que fuera un pueblo especial en la
tierra, y por ende, ellos debieron haber sido diferente a las naciones en todo
sentido. Sin embargo, ellos tomaron el camino de las naciones y rechazaron a
Dios.
El pueblo de Israel no sólo desagradó a Samuel, sino que también ofendió a Dios
al rechazarlo como Rey a cambio de un substituto. “Y dijo Jehová a Samuel: Oye
la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a
mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (v. 7).
En 12:12 Samuel declara: “Y habiendo visto que Nahas rey de los hijos de Amón
venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino que ha de reinar sobre nosotros un
rey; siendo así que Jehová vuestro Dios era vuestro rey.” Así vemos que en
realidad Dios era el rey del pueblo de Israel.
c. Dios manda a Samuel que escuchara la voz del pueblo, pero que les advirtiera
solemnemente
Dios mandó a Samuel que escuchara la voz del pueblo, pero que les advirtiera
solemnemente y les diera a saber la manera cruel en que tal rey los gobernaría
(8:9).
d. Samuel hace lo que Dios le manda
Samuel hizo lo que Dios le mandó y refirió “todas las palabras de Jehová al
pueblo que le habían pedido rey“(vs. 10-18).
El pueblo rehusó oír la voz de Samuel (v. 19a), y dijeron: “No, sino que habrá rey
sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro
rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras” (vs.
19b-20).
Samuel oyó todas las palabras del pueblo, y las refirió en oídos de Jehová.
Entonces Jehová le dijo que escuchara la voz de ellos y les pusiera un rey (vs. 21-
22).
El ministerio profético siempre ayuda al reinado. Esto debe ser una lección para
nosotros. En la vida de iglesia hoy, los ancianos tienen el reinado. Si usted no es
anciano y ve que algo no está bien en la iglesia, no debe criticar, confrontar, ni
chismear. Su posición debe ser la de un profeta que ora al Señor y lo escucha. Si
el Señor no le comunica ningún mensaje, debe callar; pero si El, por la
misericordia que tiene por la iglesia le comunica algo, una profecía, debe ir a los
ancianos y profetizárselo. Los ancianos deben comprender que sostienen el
reinado, reconocer que no pueden hacerlo todo, que son imperfectos, y deben
escuchar la profecía del hermano. Esta debe ser la experiencia adecuada en la
vida de iglesia.
Quisiera recalcar una vez más que Samuel no era un rebelde, y que él cambió la
era sin ejercer ninguna fuerza. Todo sucedió en total conformidad con la
revelación divina. Samuel se comportó, laboró, ministró y sirvió en una manera
apacible, moderada y apropiada, basada en la revelación. El fue un hombre de
revelación, y todo lo que hizo fue conforme a lo que vio. Además, él fue un
hombre conforme al corazón de Dios; es decir, fue una copia, un duplicado, del
corazón de Dios. Una persona así jamás se revelaría.
Cuando el sacerdocio era apropiado, los sacerdotes eran modelos para el pueblo.
Lo que los sacerdotes enseñaban y lo que ejercían en la autoridad de Dios, ellos
mismos lo practicaban. Ellos eran los primeros en llevar a cabo todo lo
relacionado con la economía eterna de Dios. Por ejemplo, los sacerdotes fueron
los primeros en entrar en el río Jordán y rodear la ciudad de Jericó. Esta fue la
manera correcta de ejercer la autoridad de Dios. Hoy, así se debe cuidar a la
iglesia: enseñando para hablar por Dios y tomando la delantera para ejercer Su
autoridad.
Samuel, como último juez, concluyó el oficio de los jueces y, como nuevo
sacerdote, dio principio al oficio de los reyes, quienes tenían el apoyo del
restablecido oficio profético, del cual Samuel fue el primer profeta (Hch. 3:24;
13:20; He. 11:32). Esto significa que Dios había desechado al antiguo sacerdocio
debido a que estaba deteriorado. Aunque éste tenía la palabra de Dios y ejercía
el gobierno de Dios, Dios lo reemplazó con el renovado ministerio profético, el
cual comunicaba la palabra de Dios a Su pueblo, y con el reinado, el cual
gobernaba al pueblo de Dios.
Samuel fue el factor que propició el estado en el que entró el pueblo de Dios. El
estableció una administración gubernamental en la economía divina, para que
Dios cumpliera las promesas que les hizo a los padres, y realizase Su deseo
conforme a Su economía, a saber, tener un linaje por medio del cual Cristo
vendría a la tierra. Indudablemente, el nacimiento de Cristo fue un hecho
trascendental. Hoy estamos disfrutando los beneficios del servicio de Samuel, y
le damos gracias a Dios por ello.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE SIETE
REPRESENTANTE DE DIOS
Cuando Samuel llega al final de su ministerio, durante el tiempo en que Saúl era
rey en Israel (9:3—10:27), él había alcanzado una posición importante. Podemos
decir que en todo el universo, la única persona que lo superaba era Dios. Nos
atrevemos a afirmar que, como representante de Dios, Samuel era el Dios que
actuaba. Dios deseaba actuar, pero para ello necesitaba un representante. Es así
que Samuel llega a ser profeta, sacerdote, y juez. Él era el oráculo de Dios y la
administración de Dios, y como tal, era el Dios que ejecutaba Su administración
en la tierra.
Mateo 16 habla del reino y la iglesia. Cuando Pedro recibió la revelación de que
Cristo era el Hijo del Dios viviente (vs. 16-17), Jesús le dijo: “Tú eres Pedro, y
sobre esta roca edificaré Mi iglesia” (v. 18). Y luego El habla sobre el reino de los
cielos (v. 19). En estos versículos, la expresión el reino de los cielos y la palabra
iglesia se usan de manera intercambiable, lo cual indica que Dios no está
interesado sólo en la iglesia, sino en la iglesia como reino Suyo. En Romanos
14:17, Pablo indica también que la vida práctica de la iglesia es el reino: “El reino
de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”.
Aunque Samuel había obtenido una posición prominente, Dios aún no había
alcanzado Su meta. Samuel era un hombre conforme al corazón de Dios, y sabía
que el deseo de Dios era obtener un reino. Pero para esto, Dios no usaría a
Samuel, sino a David.
Samuel nunca habría cooperado con Dios si hubiese sido una persona
ambiciosa. Como veremos en el siguiente mensaje, un día antes de que viniera
Saúl, Dios reveló a Samuel lo que deseaba que hiciera. Dios le dijo: “Mañana a
esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual
ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de
los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado
hasta mí” (9:16). Cuando Saúl y su siervo se presentaron delante de Samuel, éste
siguió estrictamente las instrucciones de Dios, sin pensar en su beneficio
personal ni en el de sus hijos.
Como podemos ver, Samuel fue útil en las manos de Dios porque no procuró lo
suyo ni deseó ganancias para sí. Como un nazareo, no se cortaba el pelo ni bebía
vino, y estaba totalmente consagrado a Dios. A él le agradaba ir adondequiera
que Dios lo mandaba, y hacer lo que Él le pedía. Samuel era un hombre idéntico
a Dios, y conforme a Su corazón. Por consiguiente, Dios pudo usarlo para llevar
a cabo Su economía.
No debemos pensar que Samuel no tenía conceptos. Un día, Jehová le dijo:
“Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos
me he provisto de rey” (16:1b). Cuando Samuel oyó eso, dijo: “¿Cómo iré? Si
Saúl lo supiera, me mataría” (v. 2a). Esto indica que Samuel era muy humano y
que tenía conceptos humanos. No obstante, él no buscaba lo suyo. Lo único que
le interesaba era lo que beneficiara a Dios y a Sus elegidos. Le preocupaba Dios,
Sus intereses y beneficios, y oraba por el pueblo de Dios.
Vale la pena comparar a Samuel con otro nazareo: Sansón. Sansón también era
nazareo por medio del voto que hizo su madre; sin embargo, él era muy
diferente de Samuel. Cuando la Biblia habla de Sansón y de otros jueces, declara
a menudo que el Espíritu de Dios venía repentinamente sobre ellos (Jue. 14:6,
19), pero no dice nada de esto con relación a Samuel. Lo que necesita un nazareo
no es un poder repentino, sino un corazón que refleje el de Dios. A diferencia de
Sansón, Samuel no ganó ninguna victoria importante en la que matara a
muchas personas; él fue un nazareo entregado a los intereses de Dios.
Dios tiene mucha paciencia. Aunque Elí no era un hombre confiable, Dios
permitió que fuese juez durante cuarenta años. No es fácil determinar cuánto
tiempo duró Samuel como juez; se calcula que desempeñó este papel por lo
menos treinta años antes del nefasto reinado de Saúl sobre Israel. Luego, Dios
toleró el reino de Saúl durante cuarenta años, para entonces levantar a David.
DIOS HABIA DETERMINADO QUE CRISTO
NACIERA DEL LINAJE DE DAVID
Sin Samuel, hubiera sido difícil que Dios llevara a cabo Su economía. La
intención de Dios era que Cristo naciera del linaje de David, y sólo Samuel podía
lograrlo. Sin el nacimiento de David no existiera el linaje genealógico de Cristo.
Para que se efectuara la encarnación, era necesaria cierta preparación, y Samuel
fue un factor importante de la misma. Dios levantó a Samuel y lo preparó con el
objetivo de que llevara a cabo todo lo necesario para que se produjera, por
medio de David, el linaje genealógico de Cristo.
Dios usó a Samuel para ungir primero a Saúl, y luego a David. Como veremos
cuando estudiemos la historia de Saúl, lo que Saúl fundó fue una monarquía. El
reino de Dios empezó con David, al establecerse el trono de Dios en Jerusalén.
En Mateo 21:43, el Señor Jesús dice a los líderes judíos que el reino de Dios
sería quitado de ellos, lo cual indica que el reino de Dios empezó en el Antiguo
Testamento. El reino no empezó con Abraham ni con Moisés, sino con David.
Por consiguiente, lo que David estableció no fue una monarquía, sino el reino de
Dios.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE OCHO
LA HISTORIA DE SAUL
(1)
SU ORIGEN Y UNGIMIENTO
I. SU ORIGEN
A. De la tribu de Benjamín
Saúl pertenecía a la tribu de Benjamín, la más pequeña de las tribus (v. 1a).
B. De su padre Cis
El padre de Saúl se llamaba Cis y era un hombre valeroso (vs. 1b, 2a). El era un
hombre que tenía muchas riquezas y mucho valor.
C. De nombre Saúl
D. Un joven hermoso
Saúl era un joven hermoso (v. 2c). La palabra hebrea traducida joven en el
versículo 2 también significa selecto. Como joven, como un hombre escogido,
Saúl era la elección del pueblo. El hecho de que él era hermoso, de apariencia
agradable, indica que para el pueblo él era atractivo. En términos humanos,
Saúl era el mejor candidato para ser el rey.
II. SU UNGIMIENTO
Saúl llegó a ser rey al ser ungido por Dios. Dios lo ungió con el propósito de
usarlo como un “látigo” para disciplinar a Israel.
A. Mediante la pérdida de las asnas de su padre, bajo la soberanía
de Dios
Saúl fue hecho rey mediante la pérdida de las asnas de su padre, lo cual sucedió
por la soberanía divina (vs. 3-10). Yo creo que estas asnas se perdieron por
intervención de Dios, con el objetivo de que Saúl fuese constituido rey de Israel.
No cabe duda de que en la historia, él es la única persona que ha llegado a ser
rey mediante la pérdida de unas asnas.
Cuando Cis, el padre de Saúl, se enteró de que se habían extraviado sus asnas, le
pidió a su hijo que tomara a un criado y fuera a buscarlas (v. 3). No era cosa fácil
encontrar las asnas, pues nadie sabía dónde se habían ido, y probablemente no
había modo de rastrearlas.
Dios ungió a Saúl cuando éste se encontró con Samuel, lo cual sucedió bajo el
arreglo y llamado de Dios, por medio de Samuel (vs. 11-27).
Conforme a lo que Dios le había manifestado antes, Samuel le dijo a Saúl que las
asnas de su padre habían sido halladas y que todo lo codiciable en Israel era
para él y para toda la casa de su padre (v. 20).
Saúl se sorprendió al oír las palabras de Samuel y contestó: “¿No soy yo hijo de
Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más
pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has
dicho cosa semejante?” (v. 21; 15:17). La humildad que expresa Saúl aquí es
falsa. Desde el principio él fue un farsante. Como veremos, cuando él supo que
Samuel lo designaría rey, se escondió fingiendo humildad (10:22). El hecho de
que no estuvo dispuesto a ceder el trono manifiesta que su humildad no era
genuina. Su ambición lo indujo a intentar desesperadamente retener el trono
para pasárselo a su hijo Jonatán (20:30-31).
D. Es confirmado
Samuel le dijo a Saúl que él encontraría una compañía de profetas que estaban
profetizando y que el Espíritu de Jehová vendría sobre él (vs. 5b-6a). Estas
palabras se cumplieron ese mismo día cuando una compañía de profetas salió a
su encuentro; y el Espíritu de Dios vino sobre él con poder, y él empezó a
profetizar entre ellos (vs. 10-13).
Samuel también dijo a Saúl que después de que el Espíritu de Dios viniese sobre
él, él se “mudaría en otro hombre” (v. 6b). Esta palabra también se cumplió ese
mismo día (v. 9a).
E. Su tío lo interroga
Cuando su tío le preguntó adónde había ido con su criado, Saúl le dijo que
habían ido en busca de las asnas, y que al no encontrarlas, fueron a Samuel (v.
14). Entonces el tío de Saúl le pidió que le declarará lo que Samuel le había
dicho. Saúl le declaró lo tocante a las asnas, pero “del asunto del reino, de que
Samuel le había hablado, no le descubrió nada” (vs. 15-16).
Los versículos 17-27 relatan cómo Samuel puso por rey a Saúl.
Samuel convocó el pueblo delante de Jehová en Mizpa (v. 17). Esto indica que
Saúl fue hecho rey ante, y a la vista, del pueblo de Israel.
Saúl fue hecho rey después de que se echaran suertes para que se comprobara
que Dios lo había elegido (vs. 20-23a). Cuando la suerte cayó sobre Saúl, el
pueblo no podía encontrarlo, pero Jehová reveló que se había escondido entre el
bagaje, y lo trajeron de allí.
3. Mostrándolo al pueblo
Samuel mostró a Saúl ante pueblo (vs. 23b-24). En cuanto a Saúl, quien era más
alto que todo el pueblo, desde los hombros arriba, Samuel declaró: “¿Habéis
visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante a él en todo el pueblo?” (v.
24a). Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: “¡Viva el rey!”
Según el versículo 25a, Samuel recitó al pueblo las leyes del reino, y las escribió
en un libro, el cual guardó delante de Jehová.
5. Como resultado, los valientes cuyos corazones Dios había tocado
se van con Saúl a su casa
Saúl fue a su casa en Gabaa, y fueron con él los hombres de guerra cuyos
corazones Dios había tocado (v. 26). Esto sucedió después de que Samuel
constituyó a Saúl por rey.
Saúl, el hijo de Cis, salió en busca de unas asnas perdidas, y regresó a su padre
con el reino. En todo esto, Samuel cooperó con Dios para que éste estableciera
Su reino eterno, y llevara a cabo Su economía eterna.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE NUEVE
LA HISTORIA DE SAUL
(2)
Saúl, quien era alto y hermoso, llenaba los requisitos de lo que para Israel,
según sus conceptos humanos, debía ser un rey; por eso lo aceptaron
inmediatamente. Pero Dios, quien conoce todas las cosas de principio a fin,
sabía lo que había en el corazón de Saúl. Para Dios, Saúl fue útil en cierto
momento para llevar a cabo un propósito temporal que Dios había dispuesto,
para disciplinar y adiestrar a Israel; quien necesitaba ser educado bajo un rey
aparentemente bueno, pero que en realidad era interesado, codicioso. Por una
parte, Saúl era una persona calificada, capaz. Podríamos decir que él tenía la
destreza para gobernar a Israel; pero por otra, a los ojos de Dios, él era malo, era
un farsante que usaba diferentes rostros según la ocasión. Cuando fue investido,
Saúl mostró un rostro de humildad, pero al final de su vida, fue evidente que él
era una persona maligna.
Debido a que Samuel, un nazareo, fue sumiso y tomó a Dios como Cabeza, hizo
lo que Dios le mandaba, sin expresar su opinión. Por esta razón, cuando Dios le
pidió que ungiera a Saúl por rey sobre Israel, él obedeció.
Con esto en mente, estudiemos ahora la historia de Saúl narrada en los capítulos
once y doce.
Después de que Saúl fue ungido por rey, los amonitas amenazaron y
escarnecieron a los hijos de Israel (11:1-5). Nahas, amonita, acampó contra
Jabes de Galaad, y los hombres de Jabes le dijeron a Nahas que si hacia alianza
con ellos, ellos le servirían. Nahas contestó que él haría alianza con ellos con la
condición de que cada uno de ellos se sacara el ojo derecho, y pusiera esta
afrenta sobre todo Israel. Los ancianos de Jabes pidieron una tregua de siete
días para ver si alguien les salvaría, y enviaron mensajeros a Gabaa de Saúl. Esto
le brindó a Saúl la oportunidad de exhibirse, ya que a él no le interesaba el reino
de Dios, sino obtener su propia monarquía.
Saúl derrotó a los amonitas (vs. 6-11). Dios envió al Espíritu sobre Saúl con
poder (v. 6), y así lo fortaleció. Entonces Saúl congregó al pueblo, lo dividió en
tres compañías, y ellos hirieron a los amonitas (vs. 7-11).
La victoria que obtuvo Saúl lo elevó ante el pueblo de Israel. Algunos dijeron a
Samuel: “¿Quiénes son los que decían?: ¿Ha de reinar Saúl sobre nosotros?
Dadnos esos hombres, y los mataremos” (v. 12). Sin embargo, Saúl perdonó a
los que lo habían menospreciado, diciendo: “No morirá hoy ninguno, porque
hoy Jehová ha dado salvación en Israel” (v. 13). Saúl tuvo un comportamiento
llamativo, y se ganó el corazón del pueblo; pero Samuel conocía perfectamente
la verdadera condición de Saúl.
Después de que Saúl derrotó a los amonitas y perdonó a los que lo habían
menospreciado, Samuel exhorta a Israel acerca de renovar el reino, diciendo:
“Venid, vamos a Gilgal para que renovemos allí el reino” (v. 14). Todo el pueblo
fue a Gilgal, y allí invistieron a Saúl por rey delante de Jehová, y sacrificaron
ofrendas de paz delante de Jehová. Y Saúl, y todos los de Israel, se alegraron
mucho (v. 15). Saúl había vencido a los amonitas y aparentaba ser una persona
agradable y humilde, pero para Samuel, la nación de Israel todavía no era el
reino de Dios sobre la tierra.
B. El recordatorio de Samuel
En 12:1-18, leemos del recordatorio que hizo Samuel. Este recordatorio implica
una comparación entre Samuel y Saúl. Al compararlos, uno puede discernir las
cosas que verdaderamente provienen de Dios y que cumplen lo que está en Su
corazón.
1. Acerca de su integridad
Por último, Samuel les recordó a los hijos de Israel la maldad que cometieron al
pedir un rey, cuando Jehová su Dios era su Rey (vs. 12-18). Aunque Jehová era
su Rey, ellos quisieron otro rey (v. 12), y Samuel los reprende por abandonar a
su Marido. Al pedir un rey que substituyera a Dios, ellos no disfrutarían
debidamente la buena tierra.
Me parece que, hasta cierto punto, Samuel tenía la intención de provocar a los
hijos de Israel. Después de la victoria de Saúl sobre los amonitas, el pueblo
estaba alegre. Pero Saúl los había engañado, y a Samuel no le había agradado.
Samuel parecía decirles: “Ustedes debían haber permanecido bajo el gobierno
de Dios, tomándole como Marido y como Cabeza. Entonces habrían disfrutado
de una buena vida, porque El habría establecido Su reino entre ustedes. Han
errado al tomar a un hombre por cabeza en lugar de Dios. Lo que han hecho es
divorciarse de Dios para casarse con Saúl. Ustedes piensan que Saúl es hermoso,
excepcional, amable y humilde, pero ésta es solamente su apariencia exterior; su
interior es oscuro. El les hará sufrir y les despojara de todo”.
Jehová confirmó las palabras de Samuel enviando truenos y lluvias (vs. 16-18).
Samuel les dijo que esperasen y mirasen la gran cosa que Jehová haría delante
de sus ojos. Y luego, declaró: “¿No es ahora la siega del trigo? Yo clamaré a
Jehová, y él dará truenos y lluvias, para que conozcáis y veáis que es grande
vuestra maldad que habéis hecho ante los ojos de Jehová, pidiendo para
vosotros rey” (v. 17). Y clamó Samuel, y Jehová envió truenos y lluvias en aquel
día. Estas señales no eran positivas, pues no mostraban la complacencia de
Dios, sino Su desagrado.
Después de que Samuel clamó a Jehová, Jehová envió truenos y lluvias; y todo
el pueblo tuvo gran temor de Jehová y de Samuel (v. 18b).
Los versículos 19-25 narran que el pueblo confesó sus pecados, y que Samuel los
exhortó y oró por ellos.
El pueblo confiesa sus pecados, declarando que habían añadido a todos sus
pecados el mal de haber pedido rey. Así que, le ruegan a Samuel que ore a
Jehová su Dios para que ellos no mueran (v. 19).
En el versículo 23a, Samuel dice lo siguiente al pueblo que había pedido que
orase por ellos: “Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de
rogar por vosotros”. Esto revela que para Samuel, el hecho de no orar por el
pueblo de Dios, el cual era especial, constituía un pecado contra Jehová.
Debemos aprender de él y orar, no sólo por nuestros propios hijos, sino también
por los hijos de Dios. Si oramos por nuestros hijos sin pedir por los hijos de
Dios, somos egoístas y pecamos contra El. Cuando oramos por los hijos de Dios,
nuestros hijos estarán incluidos. Mientras oramos por los hijos de Dios, El
tendrá cuidado de los nuestros.
LA HISTORIA DE SAUL
(3)
En 1 Samuel 13:1-4, 6-7, vemos que Saúl se prepara para pelear contra los
filisteos.
Saúl sabía que necesitaba al pueblo, y tocó la trompeta a fin de congregarlo. Los
políticos hacen lo mismo hoy en día.
Por temor a los filisteos, algunos del pueblo se escondieron en cuevas y en fosos,
y otros escaparon a la tierra de Gad, al este del Jordán.
II. LOS FILISTEOS SE PREPARAN PARA
LA BATALLA CONTRA ISRAEL
Al prepararse para pelear contra Israel, los filisteos juntaron 30,000 carros,
6,000 jinetes y “pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del mar” (v.
5).
1. Su queja
Saúl desobedeció a Dios presentándole esta ofrenda, y con todo se quejó de que
Samuel no había venido dentro del plazo señalado. En esta situación, Samuel
era el representante de Dios. Saúl tenía una cita con Samuel, pero esto no le
daba la libertad de hacer lo que quisiera. El debió someterse a Samuel.
Aparentemente, Samuel erró al demorarse, pero su retraso sacó a relucir lo que
había en Saúl.
2. Su pretexto
1. Samuel lo censura
Samuel censuró a Saúl por haber actuado locamente y por no haber guardado el
mandamiento de Jehová (13:13a). Indudablemente Samuel hizo lo correcto.
2. Su reino no perduraría
Después de censurar a Saúl, Samuel le dice que su reino no perduraría (vs. 13b-
14a).
Samuel recitó al pueblo las leyes del reino (1 S. 10:25). Moisés dio la ley a los
hijos de Israel, pero antes de la venida de Samuel, ellos no tenían una
constitución. Samuel anunció al pueblo los estatutos, la constitución, la práctica,
las costumbres, el comportamiento que debían observar, las ordenanzas, y las
reglas de cómo implementar el reino de Dios sobre la tierra. Saúl debió haber
practicado la vida del reino conforme a esta constitución. Samuel, el autor de la
misma, observaba a Saúl y veía que en él había la tendencia a edificar una
monarquía humana. Saúl tendía a apoderarse del reino de Dios.
El recobro del Señor hoy es el reino de Dios. No obstante, algunos han intentado
edificar su propia obra y establecer una monarquía dentro del mismo. El
hermano Nee hizo énfasis en esto mismo. Dijo que algunos que se denominaban
a sí mismos colaboradores, edificaban dentro del recobro sus propios imperios.
Recientemente se estableció una monarquía en cierta área del país, pero los
santos no se sometieron a ella. Ellos me escribieron, y en su carta me dijeron
que las iglesias de esa área no fueron levantadas por la persona que quería
establecer su monarquía, sino por el nutrimento y la esencia del recobro del
Señor. Estos santos expresaron que amaban el recobro, el cual es el actual reino
de Dios.
Sólo hay un recobro en todo el mundo. La esencia intrínseca del reino de Dios es
el Cuerpo de Cristo, la iglesia de Dios. Durante muchas décadas, algunos
hermanos han laborado mucho, y valoramos lo que han hecho; no obstante,
algunos de ellos han establecido una obra dentro del recobro del Señor,
apoderándose del mismo. Incluso en ciertos lugares tienen la tendencia a
aprovecharse de los beneficios del recobro, y usan los materiales del ministerio,
y bajo el nombre del recobro, edifican algo diferente. En estos lugares se puede
percibir que la obra allí no es pura, es decir, no es una obra cuyo objetivo sea
edificar el Cuerpo de Cristo, el cual es el reino de Dios, sino obtener beneficios
personales.
Hace seis años surgió una enseñanza que aseveraba que las iglesias locales son
autónomas. Algunos afirman que una vez que los apóstoles establecen una
iglesia y designan ancianos, no deben interferir más en ella, sino permitir que la
iglesia sea autónoma. Esta enseñanza tiene como objeto edificar una
monarquía.
Por el lado de Israel (vs. 15b-16a), Saúl cuenta la gente que se hallaba con él,
como 600 hombres. Saúl, Jonatán y el pueblo permanecen en Gabaa de
Benjamín.
B. Por el lado de los filisteos
Por el lado de los filisteos (vs. 16b-18, 23), salen merodeadores del campamento
en tres escuadrones hacia tres direcciones.
A Israel le faltaban espadas y lanzas (vs. 19-22), pues en toda la tierra de Israel
no se hallaba herrero. En aquel entonces, Israel se encontraba bajo el total
control de los filisteos, los cuales no les permitían hacer espadas o lanzas. En el
día de batalla, los únicos que tenían espada y lanza era Saúl y su hijo Jonatán.
Jonatán tenía la certeza de que Jehová le daría la victoria (vs. 6-10), porque él
sabía que Jehová podía salvar con muchos o con pocos. Jonatán estaba seguro
de que Jehová entregaría a los filisteos en su mano.
Jehová entregó a los filisteos en mano de Israel (vs. 11-15). Jonatán y su joven
ayudante, mataron a los filisteos. “Hubo pánico en el campamento y por el
campo y entre toda la gente de la guarnición; y los que habían ido a merodear
también tuvieron pánico, y la tierra tembló.
Los versículos 16-23 describen la victoria que Saúl obtuvo sobre los filisteos.
1. La multitud de los filisteos se dispersa
Saúl se entera de que su hijo Jonatán y el ayudante de éste habían atacado a los
filisteos (v. 17).
En los versículos 18-19, Saúl hizo algo bueno: buscó orientación de parte de Dios
por medio del sacerdote y del arca.
5. Los hebreos que habían estado con los filisteos se pusieron del
lado de los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán
Los hebreos que habían estado con los filisteos de tiempo atrás, y habían venido
con ellos al campamento, se pusieron también del lado de los israelitas que
estaban con Saúl y con Jonatán (v. 21).
Jehová salva a Israel de mano de los filisteos aquel día (v. 23).
Los versículos 24-46 narran el precipitado juramento que hizo Saúl. Por lo
general, una persona de carácter fuerte actúa precipitadamente.
A. Maldice a cualquiera que comiera pan
antes de caer la noche
En el juramento que impuso al pueblo, Saúl declara que todo hombre que
comiera pan antes de caer la noche, antes de que él hubiese tomado venganza de
sus enemigos sería maldito (vs. 24-26).
El pueblo de Israel comió ovejas, bueyes y becerros con la sangre (vs. 31-35) a
causa del severo ataque contra los filisteos, y por el precipitado juramento que
Saúl efectuó. Saúl enmienda el pecado del pueblo y ordena que se degüellen
bueyes y ovejas para que comieran delante de él esa noche. Además, Saúl edifica
su primer altar a Jehová.
Saúl tomó posesión del reinado de Israel y pelea contra Moab, Amón, Edom,
Soba y los filisteos (v. 47).
Saúl derrotó valientemente a los amalecitas y libró a Israel de mano de los que
lo saqueaban (v. 48).
C. Las generaciones de Saúl
Este capítulo concluye diciendo que hubo guerra encarnizada contra los filisteos
todo los días de Saúl y que Saúl juntaba consigo a todo hombre esforzado y apto
para combatir (v. 52).
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE ONCE
LA HISTORIA DE SAUL
(4)
LA DESOBEDIENCIA DE SAUL AL
DERROTAR A LOS AMALECITAS
Lectura bíblica: 1 S. 15
En 1 Samuel 15:2, Jehová declara: “Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al
oponérsele en el camino cuando subía de Egipto”. En la guerra con Amalec que
se describe en Éxodo 17:8-16, Moisés está en la cumbre del collado con la vara
de Dios en su mano, y Josué sale al combate con hombres escogidos a derrotar a
Amalec. Mientras Josué luchaba, Moisés oraba. Después de la victoria de Josué
sobre Amalec, Dios declara que tendría “guerra con Amalec de generación en
generación” (v. 16). Esto muestra la importancia que Dios le dio a la
provocación de los amalecitas. Durante la época de 1 Samuel 15:2, Dios declara
que castigaría a los amalecitas por lo que hicieron a Israel.
Saúl, después de ser ungido como líder del pueblo de Dios, derrotó a los
amonitas y a los filisteos. Posteriormente, cuando los amalecitas se levantaron
para impedir que se estableciera el reino de Dios, Dios le manda a Saúl que los
destruya, diciéndole: “Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y
no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas,
ovejas, camellos y asnos” (v. 3). Al pedirle que destruyera a los amalecitas,
quienes representan la carne, el enemigo principal de Dios, Dios en Su sabiduría
puso a Saúl en un aprieto a fin de probarlo.
Los versículos 4-9 describen el ataque de Saúl contra los amalecitas. Saúl
convocó al pueblo y le pasó revista: 200,000 hombres a pie y 10,000 hombres
de Judá (v. 4). Saúl vino entonces a la ciudad de Amalec y puso emboscada en el
valle (v. 5). Antes de herir a los amalecitas, Saúl pide a los ceneos que se alejen
para preservarles la vida pues habían mostrado misericordia a todos los hijos de
Israel cuando ellos subieron de Egipto (v. 6). Entonces Saúl derrota a los
amalecitas y toma vivo a Agag, su rey (vs. 7-8a). Saúl mató a filo de espada a
todo el pueblo amalecita, pero perdonó “a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del
ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y
no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron” (vs.
8b-9). Saúl vio esto como una oportunidad para hacerse rico. El quería edificar
su propia monarquía dentro del reino de Dios.
V. LA DESOBEDIENCIA DE SAUL
Jehová le dijo a Samuel que se arrepentía de haber puesto por rey a Saúl, porque
éste no había cumplido Sus palabras. Samuel se apesadumbró y clamó a Jehová
toda aquella noche (vs. 10-11).
Saúl pidió a Samuel que lo perdonara y que volviera con él; mas Samuel no
accede, pues Saúl había desestimado la palabra de Jehová y por tanto Jehová
había desechado su reinado (vs. 25-26).
Saúl dijo a Samuel: “Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los
ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a
Jehová tu Dios” (v. 30). “Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró Saúl a Jehová” (v.
31).
VI. SAMUEL EJECUTA A AGAG
Samuel pide que le traigan a Agag, rey de los amalecitas. Agag vino a él
alegremente, diciendo: “Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte” (v. 32).
Samuel le dijo a Agag: “Como tu espada dejó a las mujeres sin hijos, así tu
madre será sin hijo entre las mujeres”. Y Samuel cortó en pedazos a Agag
delante de Jehová en Gilgal (v. 33).
LA HISTORIA DE DAVID
(1)
(1)
El capítulo quince concluye con una situación lamentable, pues Dios abandona a
Saúl, rechazándole como rey de Israel. En el primer versículo del capítulo
dieciséis, Dios envía a Samuel a encontrase con un joven de aproximadamente
quince años. Esto demuestra que mientras Saúl abusaba del reinado que Dios le
había dado, Dios conocía toda la situación y hacía algo maravilloso para
preparar la persona correcta. Dios fue en secreto a David, el bisnieto de Booz y
de Rut (Rut 4:21-22).
Dios preparó a David para que fuese un hombre según Su corazón; de otro
modo esto no habría sido posible. Podemos decir que Dios creó a David para
que fuera tal hombre. Pero para ello David tenía que pasar por el proceso que
comprende el ser escogido, instruido, ungido, puesto a prueba y aprobado. Es
maravilloso ser escogidos, pero para ser adiestrados se debe pasar por
sufrimientos. Ser ungidos también es algo muy bueno, pero después de ser
ungidos, debemos ser puestos a prueba. En 2 Samuel 5:4 dice que David tenía
treinta años cuando empezó a reinar. Después de ser ungido por Samuel a la
edad aproximada de quince años, David fue puesto a prueba durante quince
años. El fue particularmente perseguido y acosado por Saúl. Al final, David pasó
la prueba y fue aceptado por Dios.
I. ESCOGIDO
David fue escogido por Dios (1 S. 16:1-10). “Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta
cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel?
Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos
me he provisto de rey” (v. 1). Siete hijos de Isaí pasaron delante de Samuel, pero
Jehová no escogió a ninguno de ellos. Da la impresión de que la familia de David
lo menospreciaba; sin embargo, Dios había determinado usarlo, pues él era el
escogido. De entre todos los hijos de Israel, Dios seleccionó a David.
III. UNGIDO
A. Por Samuel
Puesto que David era el elegido de Dios, Samuel, el representante de Dios, vino
a ungirle intencionalmente (v. 13a).
En los versículos 14-23, vemos que la unción de David también fue confirmada
por el lado negativo.
Cuando los criados de Saúl vieron que un espíritu malo de parte de Jehová lo
atormentaba, le aconsejaron que buscara a alguien que tocara el arpa cuando el
espíritu malo le sobrecogiera. Saúl acepta, y David viene a estar bajo su servicio.
David toca el arpa, da alivio a Saúl (v. 23) y llega a ser el paje de armas de Saúl
(v. 21c). Saúl le ama mucho.
Bajo la soberanía de Dios, David fue escogido para servir a Saúl. Dios reunió a
estos dos hombres para que viviesen y laborasen juntos. Sin embargo, cuanto
más estrecha se volvía esta relación, más Saúl odiaba a David; ellos llegaron a
ser una prueba el uno para el otro. Ambos fueron probados a lo sumo por el
simple hecho de estar juntos. Saúl fue manifestado como una persona que se
oponía a la voluntad de Dios, y David, como un hombre según el corazón de
Dios. Esto sucedió por la soberanía de Dios.
La prueba que David pasaba en su relación con Saúl era una crucifixión
continua para él. Es posible que ésta sea también nuestra experiencia en la vida
de iglesia y en nuestra vida matrimonial. Los santos en la vida de iglesia,
especialmente los ancianos, pueden convertirse en una prueba, una cruz, para
nosotros. Asimismo, en la vida matrimonial, puede ser que nuestro cónyuge sea
una cruz para nosotros. Puesto que no debe haber ni divorcio ni separación, la
única opción que nos queda en nuestra vida matrimonial es ir a la cruz y
permanecer allí hasta que ella elimine nuestra carne y cualquier ambición que
haya en nosotros.
IV. PUESTO A PRUEBA Y APROBADO POR SU CONFIANZA EN
DIOS Y POR DERROTAR A GOLIAT
Un paladín llamado Goliat, cuya estatura era de seis codos y un palmo, salió del
campamento de los filisteos y desafió a los ejércitos de Israel (vs. 4-11, 16).
1. Osado en su arrogancia
Cuando Saúl y todo Israel oyeron las palabras de Goliat, se turbaron y tuvieron
gran miedo (v. 11).
David oyó el desafío de Goliat y se enteró de que al hombre que matara a Goliat,
Saúl lo enriquecería, le daría a su hija por esposa y eximiría de tributos a la casa
de su padre (vs. 23-27). Para David, Goliat desafiaba a los escuadrones del Dios
viviente (v. 26b), y matarlo era quitar el oprobio de Israel (v. 26a).
David obtuvo el consentimiento de Saúl para pelear contra Goliat (vs. 31-39). Al
principio, Saúl lo desalentó diciéndole que él era un muchacho y que Goliat era
un hombre de guerra desde su juventud (v. 33). Sin embargo, David tenía la
seguridad de que Jehová entregaría a Goliat en sus manos, pues El lo había
librado de las garras del león y del oso cuando pastoreaba las ovejas de su padre.
Sus experiencias como pastor le habían enseñado a confiar en el Señor, por ello
le dice a Saúl: “Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras
del oso, él también me librará de la mano de este filisteo” (v. 37a). “Y dijo Saúl a
David: Ve, y Jehová esté contigo” (v. 37b). Saúl le pone su armadura a David, y
éste, después de probársela, la rechaza (vs. 38-39).
David salió a pelear contra Goliat (vs. 40-48). El tomó su cayado, escogió cinco
piedras lisas del arroyo, y tomó su honda en su mano (v. 40). Cuando Goliat lo
vio, le desdeñó por ser un muchacho, y le asemejó a uno que con palos trata de
alejar a un perro. Goliat también maldijo a David por sus dioses y dijo que daría
la carne de David a las aves del cielo y a las bestias del campo (vs. 41-44). A lo
cual David responde: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo
vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de
Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te
venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves
del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.
Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza;
porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (vs. 45-47).
La victoria de David sobre Goliat y los filisteos fue una clara confirmación de
que Dios lo había escogido y ungido.
Saúl se enteró de que David, quien tenía la cabeza de Goliat en su mano, era hijo
de Isaí de Belén (vs. 55-58).
LA HISTORIA DE DAVID
(2)
(2)
(1)
Saúl perseguía y afligía a David. El fue el origen de casi todas las tribulaciones
que le sobrevinieron a David. Sin embargo, junto con las tribulaciones, las
cuales en realidad le acontecieron por intervención divina, Dios hizo provisión
para él, y le preparó a Jonatán, el hijo de Saúl, el cual amó mucho a David (18:1-
5).
Jonatán amó a David como a sí mismo (vs. 1b, 3b). Mientras el padre perseguía
a David y complotaba su muerte, el hijo lo amaba a lo sumo. Da la impresión de
que había discordia en la familia por causa de David; el padre lo odiaba y el hijo
lo amaba. Si Dios no hubiese provisto a Jonatán de esta manera, David
difícilmente habría soportado los sufrimientos que Saúl le ocasionó. David pudo
pasar por estas pruebas debido principalmente a la ayuda que Jonatán le
proporcionó. Con esto vemos que cuando pasamos por las pruebas que Dios nos
envía, El sabe que necesitamos ser suministrados. Por una parte, están las
tribulaciones; por otra, la provisión que Dios nos envía para apoyarnos y
sostenernos en medio de ellas.
Jonatán y David hicieron pacto; algo que debían guardar y cumplir totalmente
(v. 3a).
Saúl tomó a David y no le permitió volver a la casa de su padre (v. 2). Esto indica
nuevamente que Dios había preparado todos los detalles que rodeaban a David.
La clave del éxito de David era su sabiduría. El se condujo con prudencia desde
su juventud. Por ejemplo, cuando su hermano mayor lo censuró por haber
venido al campamento de los israelitas, su respuesta (17:29) manifiesta que él
estaba consciente de que Dios tenía un propósito, para lo cual lo había
preparado y enviado. Dios lo había puesto soberanamente en el campo para
cuidar ovejas, y usó el ataque del león y del oso para adiestrarlo, prepararlo y
equiparlo para que matara a Goliat. No era nada insignificante el que un
adolescente matara un león y un oso. Su juventud estaba llena de experiencias
las cuales le daban la seguridad de que vencería a Goliat. David también era
muy sabio cuando hablaba y confrontaba a la gente.
Puesto que David se portaba prudentemente, Saúl lo puso sobre los hombres de
guerra, y esto fue acepto a los ojos de todo el pueblo y a los ojos de los siervos de
Saúl (18:5b). Todo lo que Saúl concedía a David contribuía a que éste ganara el
favor del pueblo.
Saúl tuvo celos de David después de que éste regresa de matar a los filisteos (v.
6a).
Cuando David regresó después de matar a los filisteos, las mujeres salieron de
todas las ciudades de Israel al encuentro de Saúl cantando: “Saúl hirió a sus
miles, y David a sus diez miles” (v. 7). Cuando Saúl oyó este halago, se enojó en
gran manera y dijo: “A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que
el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David” (vs. 8-9). Saúl
se enojó con David y tuvo celos de él.
Saúl intentó matar a David arrojándole una lanza (18:10-11a). Aunque Saúl
intentó matarlo, David no hizo nada por vengarse; él sencillamente huyó (v.
11b). Saúl le tenía miedo a David, pues Jehová se había apartado de él y estaba
con David. Si Saúl hubiera aprendido a conocer la carne, habría adorado al
Señor por haber escogido a David. Se habría dado cuenta de que el Señor era
soberano y que El debía ser el que originara las cosas.
Saúl alejó a David de él y le hizo jefe de mil (v. 13). En todas sus campañas,
David actuó sabiamente, y Jehová estaba con él. Cuando Saúl vio que David se
portaba con prudencia, le tuvo temor (v. 15). Mas todo Israel y Judá amaba a
David (v. 16).
Saúl confabula para que los filisteos mataran a David (vs. 17-30). Esta
confabulación consistía en darle a David a su hija mayor, Merab, por mujer; sin
embargo, Saúl no sostuvo su palabra (vs. 17-19). Cuando Saúl se entera de que
su otra hija, Mical, amaba a David, decide dársela por mujer para que le fuese
por lazo (v. 21). Saúl convino con David que le daría a Mical en cambio de cien
prepucios de filisteos (vs. 22-25). El usa esta estrategia para llevar a cabo su
plan de matar a David por mano de los filisteos.
David trajo todos los prepucios a Saúl, y éste le dio a Mical por mujer. Cuando
Saúl vio que Jehová estaba con David y que su hija Mical lo amaba, le tuvo más
temor y fue su enemigo todos los días (vs. 28-29). Además, cuando salieron a
campaña los príncipes de los filisteos, David superó a todos los siervos de Saúl.
Así que, se hizo de mucha estima su nombre (v. 30).
C. Determina matar a David
Saúl no sólo formó un complot para matar a David, sino que determinó matarlo
(19:1-7). Él les pidió a su hijo Jonatán y a todos sus siervos que mataran a David.
Jonatán amaba tanto a David que lo protegía (vs. 1b-3). Él le dijo que su padre
procuraba matarlo, y le prometió que intercedería por él ante Saúl y que lo
tendría al corriente de todo.
Por un tiempo Saúl desistió de matar a David (vs. 8-24; cfr. Sal. 59, título), pero
luego lo intentó de nuevo.
Mientras David tocaba el arpa, un espíritu malo de parte de Dios vino sobre
Saúl, y éste intentó de nuevo clavar a David contra la pared (vs. 9-10a). Es
posible que algunos de los que leen este libro les inquiete el hecho de que un
espíritu malo de parte de Jehová haya venido sobre Saúl. Tal vez se pregunten
cómo puede suceder semejante cosa. En asuntos como estos, debemos estar
conscientes de que Dios es soberano, que todo está bajo Su autoridad y que El
usa cualquier medio para llevar a cabo Su plan eterno.
Al venir a Samuel en Ramá (vs. 18-24), David vino a la fuente correcta para
recibir consuelo. En tres ocasiones, Saúl envió mensajeros para prender a
David, y en cada una de ellas el Espíritu de Dios vino sobre los mensajeros y
éstos profetizaron (vs. 19-21). Entonces Saúl mismo fue a Ramá, y el Espíritu de
Dios vino sobre él y lo hizo profetizar, a tal grado que se despojó de sus vestidos
y estuvo desnudo todo el día y toda la noche (vs. 22-24).
El capítulo veinte describe la ayuda que brindó Jonatán a David. David rogó a
Jonatán que lo protegiera (vs. 1-10), y éste le ayudó a huir de Saúl (vs. 11-41a).
Finalmente, David y Jonatán se despiden con un voto de amor (vs. 41b-42a). Y
David huye de Saúl (v. 42b), que era lo único que podía hacer.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE CATORCE
LA HISTORIA DE DAVID
(3)
(3)
(2)
A pesar de todas las persecuciones de parte de Saúl, David no peleó ni hizo nada
para vengarse; sólo huyó. Cuando Saúl procuró matar a David, Jonatán y Mical
le ayudaron a huir. Fue por medio de ellos que Dios soberanamente le facilitó a
David la información que éste necesitaba. Todo lo que atañía a David estaba
bajo la soberanía de Dios.
La experiencia que vivió David al ser perseguido por Saúl debe enseñarnos una
lección importante, a no permitir que en la vida de iglesia haya nada que
provenga de la carne; no debe haber enojos, maquinaciones, intrigas ni
confabulaciones. La iglesia es el reino de Dios (Ro. 14:17), y en ella debe reinar
la autoridad divina y el orden apropiado. Nadie debe disturbar este orden. Como
veremos, David temió a Dios y no se atrevió a deponer el orden que Dios había
establecido. Sería una vergüenza si afirmáramos que estamos en el recobro del
Señor y no reconociéramos que hay un orden establecido por Dios. La rebelión y
las contiendas anulan la vida de iglesia. Estas cosas no deben existir entre
nosotros. Es menester vivir a Cristo en el espíritu para llevar una vida de iglesia
según el orden divinamente ordenado.
David huyó de la presencia de Saúl y se fue a Aquis rey de Gat (1 S. 21:10-15; cfr.
Sal. 56, título). Los siervos de Aquis, quienes sospechaban de David, le dijeron:
“¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿No es éste de quien cantaban en las
danzas, diciendo: Hirió Saúl a sus miles, y David a sus diez miles?” (v. 11).
Cuando los siervos del rey Aquis estaban a punto de descubrirlo, David se hizo
pasar por loco para escapar de Gat (vs. 12-15; cfr. Sal. 34, título). Saúl perseguía
a David con tal intensidad que David se vio forzado a fingir demencia. Parecía
que no había ningún lugar para él en la tierra de Cristo. En Isaías 8, a la buena
tierra se le llama la tierra de Emanuel. En la tierra de Emanuel, la tierra de
Cristo, no había lugar para este hombre que temía y amaba a Dios.
David salió de Gat y fue a la cueva de Adulam (1 S. 22:1-2; cfr. Sal. 57, 142,
títulos), y de allí, a Mizpa de Moab (1 S. 22:3-4). Luego, cuando el profeta Gad le
pidió que se marchara y fuera a la tierra de Judá, David fue al bosque de Haret
de Judá (v. 5).
Según 23:1-12 David derrotó a los filisteos y habitó en Keila. A pesar de que era
perseguido, David peleaba con los filisteos. No obstante, en lugar de permanecer
en el lugar correcto, en la buena tierra, se quedó en Keila.
David permaneció en el desierto de Zif (vs. 13-28; cfr. Sal. 54, 63, títulos).
David fue fortalecido por Jonatán, el hijo de Saúl, y alentado a confiar en Dios
(vs. 15-18). En una ocasión, Jonatán deja a Saúl y visita a David con el propósito
de fortalecerlo. No hay duda de que Jonatán fue de gran ayuda para David.
C. David se da prisa para escapar de Saúl
David se dio prisa para escapar de Saúl; mas Saúl y sus hombres lo habían
encerrado a él y a su gente para capturarlos. Entonces vino un mensajero a Saúl
y le dijo que los filisteos habían hecho una irrupción en la tierra. Así que, Saúl
desistió de perseguir a David y partió contra los filisteos (vs. 25-28).
David subió del desierto de Zif y permaneció en los lugares fuertes de En-gadi
(v. 29). Cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dijeron dónde estaba
David. Entonces tomó a tres mil hombres escogidos y fue en busca de él (24:1-
2).
Saúl cayó en manos de David cuando entra en la cueva donde David y sus
hombres se escondían (vs. 3-4a). Así disciplinó Dios a Saúl por haber
perseguido a David.
Esta acción hizo que el corazón de David se turbara, pues David temía a Dios, ya
que Saúl seguía siendo el ungido de Dios (vs. 4b-7). En el reino de Dios existe un
orden divino de autoridad. Saúl no se había hecho rey a sí mismo, sino que Dios
lo había designado y ungido. Por consiguiente, Saúl era la autoridad divina, y
David temía a Dios en este asunto. David mantuvo el orden de autoridad que
Dios había establecido entre Sus elegidos, y al hacerlo estableció un buen
fundamento para ser el rey de los elegidos de Dios en los días venideros. Si él se
hubiera rebelado contra Saúl, a los ojos del pueblo él habría sido un ejemplo de
rebelión contra el rey que Dios había nombrado.
David defendió su causa ante Saúl, quien quedó impresionado ante tal apelación
(vs. 8-15). Lo que hizo David fue exactamente lo que enseña el Nuevo
Testamento con respecto a no pagar mal por mal sino vencer con el bien el mal
(Ro. 12:17, 21).
D. La vida de David, una vida que temía y honraba a Dios, somete
al imprudente Saúl
Finalmente, la vida de David, una vida que temía a Dios y que lo honraba,
sometió al imprudente Saúl y acabó con sus persecuciones (1 S. 24:16-22). La
manera en que David se relacionó con Saúl constituye un buen modelo para
nosotros en la vida de iglesia actual.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE QUINCE
Valoro mucho los libros de 1 y 2 Samuel porque contienen muchas historias que
presentan lecciones de la vida real. En la extensa sección que habla de las
persecuciones y aflicciones que sufrió David por parte de Saúl, se destacan dos
puntos: la soberanía de Dios y el hecho de que David aprendió las lecciones de la
cruz. En este breve mensaje, mi carga consiste en hablar de estos dos temas.
LA SOBERANIA DE DIOS
Por una parte, Dios preparó a David para que fuese un hombre conforme a Su
corazón con miras a Su reino; por otra, prepara a Saúl para que perfeccionara a
David poniéndolo a prueba y atribulándole. Lo que produjo y preparó a Saúl fue
la soberanía de Dios. Sin Saúl, David no habría sido perfeccionado. El padre de
David y sus hermanos no le daban mucha importancia, así que lo más que
recibió fue un perfeccionamiento limitado a través de su experiencia con el león
y el oso. La parte más importante del perfeccionamiento de David se efectuó por
medio de Saúl. Bajo la soberanía de Dios, Saúl fue un excelente perfeccionador.
Pese a que David fue perseguido y sufrió mucho, nunca peleó, reaccionó ni
respondió. Usando la expresión neotestamentaria, diríamos que él siempre
estuvo bajo la cruz. El llevó la cruz todos los días y en cada circunstancia, sin
quejarse, criticar, resistirse, ni condenar; sencillamente permanecía bajo la cruz
sufriendo todo tipo de pruebas.
La provisión divina
Bajo la soberanía de Dios, David aprendió las lecciones de la cruz. Debido a esto,
él no fue un perdedor, sino un ganador; no fue un sufridor sino uno que
disfrutaba. Mientras David ganaba, Saúl perdía y sufría. Esta debe ser nuestra
experiencia hoy. Debemos aprender dos lecciones fundamentales: la lección de
la soberanía de Dios y la lección de tomar la cruz junto con el poder de la
resurrección. Cuando no reaccionamos y permanecemos bajo la cruz,
aparentemente sufrimos y perdemos, pero en realidad, ganamos y disfrutamos.
Cuanto más aprendamos las lecciones de la soberanía de Dios y a tomar la cruz,
más ganaremos y más disfrutaremos.
LA HISTORIA DE DAVID
(4)
(4)
(3)
En 25:1a leemos que Samuel muere, que todo Israel lo llora y que es sepultado
en su casa en Ramá.
Samuel fue hecho sacerdote, profeta y juez para traer el reino davídico que
llevaría a cabo la economía de Dios en la tierra. Él fue quien trajo el reinado y
ungió a Saúl y a David, los dos primeros reyes. De esta manera, estableció el
reino de Dios y escribió todas sus leyes.
C. Decepcionado con el reinado de Saúl
Los versículos 2-9 narran cómo David buscó la ayuda de Nabal, un hombre rico.
David le envió diez jóvenes, quienes habrían de decirle: “Sea paz a ti, y paz a tu
familia, y paz a todo cuanto tienes” (v. 6). Los jóvenes también debían decir: “Te
ruego que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David” (v. 8).
David se condujo de manera humilde, pues se consideraba siervo e hijo de
Nabal.
A menudo pasa lo mismo con nosotros. Nos resulta fácil llevar las cruces
pesadas, pero no podemos soportar las livianas. Son las cruces pequeñas las que
ponen de manifiesto nuestra carne.
C. La sabiduría de Abigail,
mujer de Nabal, al apaciguar a David
Cuando Abigail refirió todas estas cosas a Nabal, “desmayó su corazón en él, y se
quedó como una piedra. Y diez días después, Jehová hirió a Nabal, y éste murió”
(vs. 36-38).
E. David toma por mujer a Abigail
El capítulo veintiséis relata que Jehová entregó a Saúl en manos de David, pero
David no lo mató por temor a Dios, pues Saúl seguía siendo el ungido de Dios.
Esto indica que antes de ser rey, David estableció un buen orden y modelo que
muestran que en el reino de Dios debemos honrar la ordenación divina y
respetar y tener en gran estima la autoridad de Dios. De esta manera, cuando
David fue hecho rey, todo quedó en el debido orden.
Saúl volvió a perseguir a David (vs. 2-4) y salió con tres mil hombres escogidos
de Israel para buscarlo en el desierto de Zif. David envió espías y supo con
certeza que Saúl venía en camino.
En los versículos 5-16, vemos que Jehová entregó a Saúl en manos de David,
pero éste no quiso matarlo. Saúl “estaba tendido durmiendo en el campamento,
y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos
alrededor de él” (v. 7). Abisai dijo a David: “Hoy ha entregado Dios a tu enemigo
en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la
tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe” (v. 8a). Entonces él incitó a David
a que matara a Saúl enclavándole en la tierra, pero David no quiso matar a Saúl
por temor a Dios porque Saúl seguía siendo el ungido de Dios (vs. 9-11). David
respondió a Abisai: “Guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido
de Jehová” (v. 11a). David fue débil al enojarse con Nabal y al tomar a Abigail,
mujer de éste, pero con respecto a Saúl, fue todo un éxito.
En los versículos 17-20 vemos que David apela a Saúl. Cuando Saúl reconoció la
voz de David, éste le preguntó: “¿Por qué persigue así mi señor a su siervo?
¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano?” (v. 18).
E. Saúl se arrepiente
Aunque Saúl era malvado, no dejaba de ser humano y fue conmovido por las
palabras de David y se arrepintió (vs. 21-25).
Saúl reconoció que había pecado, actuado neciamente y errado en gran manera
(v. 21).
Saúl dijo a David: “Bendito eres tú, hijo mío David; sin duda emprenderás tú
cosas grandes, y prevalecerás” (v. 25). Sin embargo, Saúl no dijo nada acerca del
reino, pues quería que su hijo Jonatán tomara la sucesión al trono.
XIX. DAVID ESCAPA A LA TIERRA
DE LOS FILISTEOS Y SE QUEDA ALLI
“Dijo luego David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de
Saúl; nada, por tanto, me será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos, para
que Saúl no se ocupe de mí, y no me ande buscando más por todo el territorio de
Israel; y así escaparé de su mano” (27:1). Después de pensar en eso, David y sus
hombres se pasaron a Aquis (vs. 2-3).
Debido a que David se había fugado a la tierra de los filisteos, Saúl dejó de
buscarle (v. 4). Saúl se sentía tranquilo porque David había salido de la tierra
santa. Esto indica que David había hecho lo correcto al irse momentáneamente
de la tierra santa.
C. Mora en Siclag
LA HISTORIA DE DAVID
(5)
(5)
(4)
David fue a los filisteos, particularmente al rey Aquis. Cuando los filisteos
juntaban sus campamentos para luchar contra Israel, David, quien era el
guardaespaldas personal del rey Aquis, se encontraba en un dilema muy grande,
pues tenía que unirse a los filisteos para pelear contra Israel. Esto fue provocado
por la ambición de Saúl. Y no sólo eso, el pueblo de Israel sufrió una derrota y
muchos murieron debido a dicha ambición. Con todo, el Dios soberano
intervino para subyugar a Saúl y rescatar a David de su dilema.
En 1 Samuel 28:3a dice que ya Samuel había muerto y que todo Israel lo había
lamentado y lo había sepultado en su ciudad, Ramá. La muerte de Samuel
representó una gran pérdida para Saúl.
Para la época del capítulo veintiocho, Saúl había arrojado de la tierra a los
encantadores y adivinos (v. 3b). Puesto que éstos se relacionaban con los
espíritus malignos, Saúl hizo bien al arrojarlos fuera de Israel.
Los filisteos se reunieron contra Israel, y Saúl tuvo miedo de ellos (vs. 4-5)
porque Dios le había despojado de su valor y denuedo. Dios es nuestro
verdadero aliento y denuedo. Sin Él, no tenemos nada.
Saúl buscó una adivina e inquirió por medio de ella (vs. 7-11). En el capítulo
quince, Samuel le había advertido a Saúl que su rebelión era como el pecado de
adivinación (v. 23), y ahora, en el capítulo veintiocho, Saúl practica la
adivinación, lo cual implicaba relacionarse con los espíritus malignos y
constituía un mal peor que el culto a los ídolos.
Sin la intervención de la adivina, Samuel vino y habló a Saúl (vs. 12-19), y le dijo
que Jehová se había apartado de él y que se había convertido en su adversario
(v. 16). Además, le dijo que Jehová había quitado el reino de su mano y se lo
había dado a su compañero David (v. 17). Y concluye diciendo que Jehová
entregaría a Israel juntamente con Saúl en manos de los filisteos y que al día
siguiente él y sus hijos serían destruidos (v. 19).
G. Saúl se aterra
Saúl se sintió amenazado y cayó en tierra, y luego se alejó de la adivina (vs. 20-
25).
Si David hubiera luchado contra Israel, habría sido un estigma para el resto de
su vida. Sin embargo, él no tuvo nada que ver con la muerte de Saúl, ni de sus
hijos (incluyendo a Jonatán), ni de los hombres de Israel (31:1-6).
El capítulo treinta relata que David derrotó a los amalecitas y capturó a los
cautivos de ellos.
Finalmente, los versículos 26-31 indican que David regaló parte de su botín a
sus amigos y a los amigos de sus hombres en muchas ciudades.
Ahora sería útil comparar las situaciones en las cuales se encontraban David y
Saúl al final de 1 Samuel. Como resultado de derrotar a los amalecitas, David
obtuvo un gran botín. Mientras él se enriquecía, Saúl era derrotado. David
prosperaba, pero Saúl disminuía, incluso hasta la muerte. Si Saúl hubiera tenido
la visión apropiada respecto al reino de Dios, él se habría dado cuenta de que
David, un luchador experimentado y vigoroso, le hubiera ayudado muchísimo
para derrotar a los filisteos y edificar el reino de Dios. No obstante, Saúl, por
buscar sus propios intereses, desperdició esa ayuda, y no sólo eso, sino que
persiguió a David y lo obligó a huir. Con todo y eso, la soberanía de Dios
permitió que ese hombre, perseguido continuamente, prosperara, se
estableciera en la buena tierra y disfrutara de la porción de Dios. La situación de
David se volvía cada vez más brillante, mientras que la de Saúl se oscurecía más
y más, hasta el momento en que él y sus hijos sufrieron una muerte trágica.
El trágico fin de Saúl nos advierte que nos debemos jugar con Dios. No
intentemos edificar una monarquía. Todos estamos aquí para edificar el reino,
el Cuerpo de Cristo. En el recobro del Señor, no tenemos muchas obras.
Dondequiera que estemos, tenemos una sola obra. No debemos ser el Saúl de
hoy, únicamente interesados por la obra de nuestra región y en edificar nuestra
propia monarquía.
LA HISTORIA DE DAVID
(6)
(6)
(5)
En este mensaje veremos cómo muere Saúl (1 S. 31) y cómo reacciona David (2
S. 1).
A estas alturas, quisiera dirigirles unas palabras sobre las etapas del proceso que
Dios pasó. Dios en la eternidad pasada era solamente Dios, divino y triuno: el
Padre, el Hijo y el Espíritu. Conforme a Su deseo, El hizo una economía, según
la cual creó los cielos y la tierra y al hombre como centro. Con todo, El seguía
siendo únicamente divino. Sin embargo, el deseo de Dios era unirse al hombre.
Así que se hizo hombre mediante la encarnación y participó de sangre y carne
(He. 2:14). En la eternidad pasada, El era únicamente divino, pero al
encarnarse, se hizo un Dios-hombre llamado Jesucristo. A través del proceso de
encarnación, entró en la humanidad y El, quien era divino, se hizo uno con la
humanidad. De esta manera llegó a ser el Dios-hombre, quien es tanto divino
como humano, el Dios completo y el hombre perfecto.
Él era el Dios todopoderoso, eterno y completo, y como tal vivió entre los
hombres durante treinta y tres años y medio. Luego, como el Dios eterno, quien
es la vida eterna, entró en la muerte y se paseó por el Hades durante tres días, y
habiéndose levantado del Hades, salió de la muerte y entró en la resurrección.
Por medio de la encarnación, El introdujo a Dios en el hombre, y en
resurrección, introdujo al hombre en Dios. Por medio de la encarnación,
introdujo lo divino en lo humano, y en resurrección, introdujo lo humano en lo
divino. Después de resucitar, entró en el cielo, y hoy está en los cielos sentado en
el trono como hombre (Hch. 7:56; He. 1:3b; Ef. 1:20).
El ahora es el Dios consumado, quien pasó por las etapas de encarnación, vivir
humano, la muerte, la resurrección y la ascensión. En ascensión, Dios, el Dios
Triuno consumado, sigue siendo el Dios completo mezclado con el hombre
perfecto, o sea, el Dios-hombre. Este entendimiento constituye la conclusión a
la cual hemos llegado después de haber estudiado la Biblia por más de siete
décadas.
En la época del capítulo treinta y uno, los filisteos pelearon contra Israel (v. 1a).
Los Filisteos siguieron a Saúl y a sus hijos y mataron a sus tres hijos, incluyendo
a Jonatán (v. 2).
La batalla arreció contra Saúl, y él fue alcanzado por los flecheros. Saúl pidió a
su escudero que sacara su espada y lo traspasara con ella, pero el escudero no
quiso. Entonces Saúl tomó su espada y se echó sobre ella (vs. 3-4).
El escudero de Saúl también se echó sobre su espada y murió con él (v. 5). Por
consiguiente, en aquel día murió Saúl, sus tres hijos y su escudero (v. 6). Esta
muerte colectiva fue el justo juicio de Dios sobre el que se había rebelado contra
El, lo había usurpado y se había convertido en Su enemigo. Saúl había
establecido su propia monarquía y había abusado a lo sumo de todas las cosas
divinas que se le habían dado.
Los hombres de Israel que eran del otro lado del valle y del otro lado del Jordán
dejaron las ciudades y huyeron; y los filisteos vinieron y habitaron en ellas (v. 7).
Al siguiente día, los filisteos vinieron a despojar a los muertos y hallando a Saúl
y a sus tres hijos tendidos en el monte de Gilboa, le cortaron la cabeza a Saúl, lo
despojaron de sus armas y las enviaron por toda la tierra de los filisteos, para
que llevaran las buenas nuevas al templo de sus ídolos y al pueblo. Y pusieron
las armas de Saúl en el templo de Astarot y colgaron su cuerpo en el muro de
Bet-sán (vs. 8-10). ¡Qué fin más horrendo!
Los habitantes de Jabes de Galaad oyeron lo que los filisteos le habían hecho a
Saúl, y todos los hombres valientes anduvieron toda aquella noche y quitaron el
cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán, los quemaron y
los sepultaron en Jabes. Luego ayunaron siete días (vs. 11-13).
XXIV. LA REACCION DE DAVID
El relato del trágico fin de Saúl constituye una seria advertencia a todos los que
sirven en el reino de Dios. Les advierte que no deben llevar a cabo una obra
separada dentro del reino de Dios ni abusar de nada que esté relacionado con el
reino. En el recobro del Señor debemos estar con temor y temblor, y laborar
siempre en pro del reino de Dios y no llevar a cabo nuestra propia obra.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE DIECINUEVE
Lectura bíblica: 1 S. 2:27-30, 35; 3:21; 12:3-5, 23; 18:1-4; 23:16-18; 9:1-2, 17;
13:13-14; 15:19, 23; 16:1, 12-13; 30:6b-10; 26:19b
Los libros de Samuel, como libros históricos, hablan de que Cristo es nuestro
deleite, y que cuando lo disfrutamos, Dios realiza Su economía. Estos libros
revelan la forma correcta, específica y plena en que debemos disfrutar a Cristo, y
así formar parte de la economía de Dios. En cuanto a esto, debemos entender
que Dios desea personas que sean conforme a Él, que sean Su réplica. En el
extenso período histórico que abarca 1 y 2 Samuel, se destacan cinco personajes
principales: Elí, Samuel, Jonatán, Saúl y David. Ellos nos brindan lecciones
relacionadas con la economía de Dios, las cuales debemos aprender.
Elí, un descendiente de Aarón, quien fue escogido para ser sacerdote de Dios,
era sacerdote por nacimiento conforme a la ordenación divina.
Como levita, Samuel sirvió a Dios toda su vida; como nazareo, mantuvo su
consagración sin tacha; como sacerdote y profeta, fue un honesto vocero de Dios
y dio comienzo al oficio profético respecto a la revelación divina, que reemplazó
el sacerdocio degradado; y como juez, fue fiel a Dios y justo con el pueblo. El
concluyó el ministerio de los jueces e inició el reinado, el cual cambió la era con
relación al cumplimiento de la economía de Dios sobre la tierra.
El único error que cometió Samuel fue que nombró a sus dos hijos como jueces
sobre los hijos de Israel. Ellos no anduvieron en sus caminos, y esto dio motivo
para que los hijos de Israel pidieran un rey (8:1-7). Desde la perspectiva
humana, Samuel cometió un error en este asunto; sin embargo, este error
permitió que Dios controlara la situación entre Su pueblo y cumpliera Su
economía.
Jonatán amó a David, hizo pacto con él y predijo que él sería el segundo en el
reino de David cuando éste fuere rey (18:1-4; 19:1-7; 20:8, 14-17, 41-42; 23:16-
18). La intención de Saúl era conservar el reino para su hijo Jonatán. Sin
embargo, Jonatán no estaba interesado en el reino pues reconocía que era David
quien debía estar en el trono. Jonatán debió haberle dicho esto a su padre y
seguir a David. Si Jonatán hubiera seguido a David, esto habría concordado con
nuestra experiencia de seguir y darle la preeminencia a Cristo. Si él hubiera
acompañado a David, Saúl no habría sufrido un fin tan trágico. Es posible que
hasta hubiera ayudado para que Saúl no edificara su propia monarquía, sino el
reino de Dios.
B. No sigue a David sino que
prefiere quedarse con su padre
Jonatán sabía que David iba a ser el rey, pero en lugar de seguirlo, se quedó con
su padre, influido por el afecto natural que le tenía.
Por no dejar a su padre, Jonatán sufrió el mismo destino que él, pues murió con
Saúl en la batalla.
Dios escogió a Saúl, y Samuel lo ungió como rey de Israel (9:17; 10:1, 24).
Primero, David fue escogido y ungido por Dios mediante Samuel (16:1, 12-13).
Después de matar a Goliat, David fue alabado por las mujeres de Israel como
alguien superior a Saúl (18:7).
Después de ser ungido y antes de ser entronizado como rey de Israel, David pasó
por la prueba de ser perseguido por Saúl durante unos siete años, desde 1063
hasta 1057 a. de C. Y fue aprobado como la persona apropiada para llevar a cabo
la economía de Dios para el establecimiento del reino de Dios en la tierra.
Mientras era perseguido por Saúl, David tuvo dos oportunidades de eliminar a
Saúl, pero no lo hizo por temor a Dios, pues Saúl era el ungido de Dios
(capítulos 24 y 26). El hecho de que David no quisiera perjudicar al ungido de
Dios indica que él guardó el orden apropiado en el reino de Dios.
E. Se ve obligado a quedarse en
la tierra de los filisteos
Aunque David había matado a Goliat, el gigante filisteo, y pudo haberle sido útil
para derrotar totalmente a los filisteos, Saúl no quiso valerse de él, sino que
prefirió perseguirlo a fin de matarlo. Debido a ello, David se vio obligado a
quedarse en la tierra de los filisteos (27:1-7).
David fue un verdadero hijo de Israel que disfrutó de la buena tierra que Dios
prometió y dio a Su pueblo escogido, al confiar y andar con El conforme a Su
dirección e instrucción. El anhelo de David era estar siempre en la buena tierra,
participando de la herencia de Jehová y sirviéndole (26:19b). El confió
plenamente en Dios y vivió fielmente con El, lo cual lo hizo apto para disfrutar
de la buena tierra en un nivel elevado, el nivel del reino, conforme al corazón de
Dios. El reino que David experimentó llegó a ser el reino de Dios sobre la tierra.
David fue uno con Dios. Lo que era de él, era de Dios, y lo que era de Dios, era
de él. Dios y él tenían un solo reino. David disfrutó de la buena tierra, o sea, que
se deleitó de Cristo a lo sumo.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE VEINTE
LA HISTORIA DE DAVID
(7)
(1)
(1)
Después de pasar por todas las pruebas y de ser aprobado por Dios, David es
coronado por la tribu de Judá.
A. En Hebrón
Cuando David inquiere de Jehová para saber si debía entrar en una ciudad de
Judá, Jehová le dice que suba a Hebrón. Así que, David, junto con los hombres
que lo acompañaban y sus familias, mora en las ciudades de Hebrón. Es allí que
los hombres de Judá lo ungen como rey sobre la casa de Judá (2:1-4a).
En 5:4 vemos que David tenía treinta años de edad cuando empezó a reinar.
La casa de Judá sigue a David, y él reina sobre ellos por siete años y medio
(2:10b-11).
D. Gana para sí a los hombres de
Jabes de Galaad,
quienes sepultaron a Saúl
Cuando David se entera de que los varones de Jabes de Galaad habían sepultado
a Saúl (vs. 4b-7), les envía mensajeros y les dice que Jehová los iba a bendecir
por haber hecho esta misericordia con Saúl, y promete devolverles el bien que
habían hecho. De esta manera, David gana para sí a estos varones de Jabes de
Galaad.
En los versículos 8-10a vemos que Is-boset, hijo de Saúl, a la edad de cuarenta
años, rivaliza con David en el reinado cuando Abner, hijo de Ner, general del
ejército de Saúl, le ayuda a ser rey sobre todo Israel. Is-boset reinó sobre Israel
durante dos años.
Los siervos de Is-boset compiten con los siervos de David y son derrotados por
ellos (vs. 12-17). En el versículo 17 leemos: “La batalla fue muy reñida aquel día,
y Abner y los hombres de Israel fueron vencidos por los siervos de David”.
Abner pide paz, y Joab le oye (vs. 24-29). El versículo 28 dice que Joab tocó la
trompeta y que “todo el pueblo se detuvo, y no persiguió más a los de Israel, ni
peleó más”. Hubo paz durante cierto tiempo.
4. Los siervos de David matan
trescientos sesenta hombres de Is-boset
“Hubo larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba
fortaleciendo, más la casa de Saúl se iba debilitando” (2 S. 3:1).
Abner apela a David, y le pide que pacte con él. David acepta y pide que Abner le
traiga a su esposa Mical, hija de Saúl (vs. 12-16).
Abner persuade a los ancianos de Israel a tomar a David como rey (vs. 17-21). El
les dice que Jehová había hablado a David, diciendo: “Por la mano de mi siervo
David libraré a mi pueblo Israel de mano de los filisteos, y de mano de todos sus
enemigos” (v. 18). David hace banquete para Abner y su comitiva. Y Abner dice
a David: “Yo me levantaré e iré, y juntaré a mi señor el rey a todo Israel, para
que hagan contigo pacto, y tú reines como lo desea tu corazón” (v. 21).
10. Joab no consiente con David en lo
tocante a la apelación de Abner
En todos los eventos que transcurrieron en estos capítulos, Dios fue soberano, y
estuvo detrás de las circunstancias. Después de la muerte de Saúl, una sola
tribu, Judá, fue leal a David, la cual lo proclamó como rey. Con todo, Is-boset
fue su rival en el reinado, lo cual causó guerra entre la casa de David y la casa de
Saúl. Todos los acontecimientos favorecieron a David. El no tuvo que hacer
nada; sencillamente gozarse en el trono. Quisiera subrayar el hecho de que
detrás de todos los detalles relacionados con la casa de David y la casa de Saúl,
Dios estuvo allí soberanamente dirigiendo cada situación a fin de que todo
favoreciera a David.
Dios quiso acabar con la casa de Saúl. Saúl tuvo cuatro hijos, tres de ellos lo
acompañaron a la guerra y murieron con él en la batalla. El cuarto hijo, Is-boset,
sobrevivió, pero lo mataron dos años más tarde. Fue así que se extinguió la
familia de Saúl. Cuando la nodriza del nieto de Saúl, Mefi-boset, se enteró de
que Saúl y Jonatán habían muerto en la batalla, ella corrió con el niño en sus
brazos, y éste se cayó (4:4). Como resultado, él quedó cojo. Así que, en poco
tiempo, Dios acabó con toda la familia de Saúl, dejando solamente un niño
lisiado y huérfano bajo el cuidado amoroso de David, el cual respetó el pacto que
había hecho con Jonatán (1 S. 20:14-17; 2 S. 9:1-13). La lección que estos
ejemplos nos dan, nos debe enseñar a temer a Dios y no jugar con El.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE VEINTIUNO
LA HISTORIA DE DAVID
(8)
(2)
(2)
Abner fue quien hizo a Is-boset rey de Israel (2:8-9). Cuando Is-boset oyó que
habían matado a Abner en Hebrón, se amedrentó y todo Israel se atemorizó
(4:1).
En 5:1-5 se revela que David ganó el corazón del pueblo y que fue proclamado
como rey por las demás tribus.
A. En Hebrón
David fue proclamado rey por las demás tribus en Hebrón (vs. 1-3), las cuales
vinieron a él y le dijeron: “Henos aquí, hueso tuyo y carne tuya somos. Y aun
antes de ahora, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú quien sacabas a
Israel a la guerra, y lo volvías a traer. Además Jehová te ha dicho: Tú
apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre Israel” (vs. 1b-2).
Cuando todos los ancianos de Israel vinieron al rey David en Hebrón, él hizo
pacto con ellos delante de Jehová, y ellos lo ungieron por rey sobre Israel (v. 3).
Los versículos 4-5 revelan que David empezó a reinar a la edad de treinta y siete
años.
David reinó durante cuarenta años. En Hebrón, reinó sobre Judá durante siete
años y seis meses, y en Jerusalén, reinó sobre Israel y Judá durante treinta y
tres años (vs. 4b-5).
Dios estableció a David como rey y exaltó su reino por amor de Su pueblo Israel
(vs. 6-25). Esto muestra que fue Dios quien estableció el reino de David. En
cambio Saúl siempre se exaltó a sí mismo y trató de establecer su propia
monarquía, aunque sin ningún resultado. Esto nos enseña que si hacemos algo
para nosotros mismos, Dios no nos exaltará; pero si vivimos para el reino y para
el pueblo de Dios, El nos exaltará por causa de ellos. Así que debemos evitar
toda clase de exaltación propia, de lo contrario sufriremos y seremos humillados
(Mt. 23:12). Saúl trató de exaltarse a sí mismo, y como resultado de ello, en un
solo día murieron él y tres de sus hijos. En ese mismo día, mientras Dios
humillaba a Saúl, exaltaba a David (1 S. 30—31).
Hiram, rey de Tiro, le envió a David materiales y obreros para que le edificaran
un palacio (2 S. 5:11-12). Esto es una fuerte evidencia de que era Dios quien
había establecido a David por rey sobre Israel. Tener esta certeza es importante
y necesario para laborar para el Señor. Es menester obtener estas dos cosas: la
presencia de Dios y la confirmación por medio de nuestras circunstancias.
Los versículos 13-16 revelan que en Jerusalén le nacieron más hijos a David,
incluyendo a Salomón.
Los enemigos más acérrimos de Israel eran los amalecitas y los filisteos. Aun
antes de entrar en la buena tierra, Israel fue estorbado por los amalecitas. En
Éxodo 17, los hijos de Israel guerrearon contra los amalecitas de una manera
particular bajo el mando de Moisés y Josué. En tipología, estos dos líderes
representan a Cristo en dos aspectos: Josué representa al Espíritu que mora en
nosotros, y Moisés, al Cristo que en los cielos ora por nosotros. El Cristo
pneumático, quien es el Espíritu vivificante y la realidad de Cristo en
resurrección, vive y labora dentro de nosotros, mientras que el Cristo ascendido
intercede por nosotros. Los amalecitas representan nuestra carne, el enemigo
más persistente. Nunca debemos pensar que podemos subyugar la carne. El
único que puede lograrlo es el Cristo que está en nosotros como Espíritu, y en
los cielos, como nuestro Intercesor.
El otro enemigo de Israel era los filisteos, los cuales eran vecinos muy cercanos
de Israel, a tal grado que en ocasiones llegaron a mezclarse con ellos. David,
quien mató a Goliat y derrotó a los filisteos, incluso se hizo amigo de Aquis, un
rey filisteo. En tipología, los filisteos representan a los cristianos mundanos.
Los filisteos estaban muy cerca del pueblo de Dios. Sin embargo, ellos eran
mundanos y manejaban las cosas de Dios de una manera mundana. Piense por
un momento cómo devolvieron el arca de Dios. Según lo que Dios había
estipulado, el arca no debía transportarse por otro medio que no fuera los
sacerdotes; sin embargo, los filisteos la llevaron sobre una carreta. El arca, que
representa a Dios mismo, nunca debió ser transportada de esta manera. El uso
de una carreta y dos vacas para devolver el arca a Israel constituye un método
mundano. Los filisteos sabían algo acerca de las cosas divinas, pues ofrecieron
una ofrenda por las transgresiones para aplacar la ira de Dios, pero lo hicieron
de manera mundana. Hoy hay dos cosas que nos disturban: la carne por dentro
y el cristianismo mundano por fuera.
Dios soberanamente dispuso todo lo que atañía a David para cumplir un solo
propósito: edificar Su reino en Sus elegidos por medio de la persona apropiada.
En aquel momento era David, pero ahora debe ser el pueblo que está en el
recobro del Señor. En cada época, Dios tiene un objetivo específico que cumplir,
y en esta era, en el siglo veinte, lo que El quiere realizar es recuperar todo lo que
perdió el cristianismo mundano actual.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE VEINTIDOS
LA HISTORIA DE DAVID
(9)
(3)
(1)
Lectura bíblica: 2 S. 6
I. TOMA CUIDADO DE LA
HABITACION DEL ARCA DE DIOS
En el capítulo seis vemos que a David no le faltaba nada y que todas las cosas
habían obrado para su bien. Había llegado a ser rey no solamente de Judá sino
también de todas las tribus del pueblo de Dios y había obtenido una fortaleza:
Sión, y una capital: Jerusalén. Además, poseía un palacio edificado con cedro de
Líbano. Por otra parte, estaba bajo la soberanía de Dios, y la presencia de Dios
estaba con él. Pensando en esto, David empieza a meditar en cuanto a la morada
de Dios. El vivía en una casa de cedro, mientras que el arca, que representaba a
Dios, aún no tenía un hogar (2 S. 7:2). David, no pudiendo aceptar dicha
situación, decidió transportar el arca de Dios a una morada permanente. Esto
indica que el corazón de David estaba puesto en la casa, en la habitación de
Dios.
El arca, que estaba hecha de madera de acacia cubierta con oro, tipificaba a
Cristo como la corporificación del Dios vivo y activo. El arca estaba ubicaba en
la cámara interior del tabernáculo, el lugar Santísimo, y, por ende, era el centro
del tabernáculo. En la tapa del arca, Dios venía y se relacionaba con Su pueblo.
Allí la justicia de Dios era aplacada, y Dios y el hombre podían tener paz y
armonía entre sí. Además, allí estaba también el oráculo de Dios, donde Dios
hablaba con el hombre.
Los judíos respetaban el arca a lo sumo, porque para ellos ésta era la presencia
de Dios, y acudir a ella era acudir a Dios. Así que, mudar el arca a la fortaleza de
David significaba trasladar a Dios desde el cielo a la tierra, luego a la tierra santa
y finalmente a Sion, donde Dios podía establecer Su residencia.
El arca fue hecha por Moisés (Ex. 25:10-22) según el diseño que Dios le mostró,
y su objetivo era contener la ley en dos tablas como testimonio de Dios. La ley
concordaba con Dios y de hecho era un retrato de Dios. Ella regulaba la relación
que el hombre tenía con Dios y con sus semejantes. La ley era el testimonio de
Dios, y puesto que estaba ubicada dentro del arca, a ésta se le llamaba el arca del
testimonio (vs. 16, 22; 26:33). El arca era también donde Dios se reunía con Su
pueblo y hablaba con ellos (25:22).
Según Éxodo 40:20-21, el arca fue colocada en el Lugar Santísimo, el cual estaba
dentro del tabernáculo.
El arca anduvo por el desierto con los hijos de Israel durante aproximadamente
cuarenta años (Nm. 10:33-36). Esto significa que el propio Dios andaba con Su
pueblo. En cierto sentido, los sacerdotes lo transportaban a Él, pero en realidad
fue Dios quien inició la jornada y llevó adelante a toda la congregación de los
hijos de Israel.
4. Permanece en Silo
Después de que los hijos de Israel entran en la buena tierra, el arca permanece
en Silo (Jos. 18:1).
En cierto momento de su historia, el arca fue capturada por los filisteos (1 S. 4:4,
11a, 21-22).
David, un hombre conforme al corazón de Dios, sabía que Dios deseaba tener Su
propia casa. Por consiguiente, quería quitar el arca de la casa de Abinadab y
trasladarla a Sion, la ciudad de David (2 S. 6:1-10).
El pueblo de Israel, influidos tal vez por los filisteos, trasladaron el arca en una
carreta, en lugar de los levitas quienes debían haberla llevado (1 Cr. 15:2). Dios
no hizo nada cuando los mundanos filisteos hicieron esto mismo; pero El no le
toleraría esta acción a Su pueblo. Bajo la soberanía de Dios, los bueyes
tropezaron en la era de Nacón y, Uza, con buena intención, extendió su mano al
arca de Dios y la sostuvo (2 S. 6:6), y murió instantáneamente al encenderse
contra él el furor de Jehová (v. 7). El contacto de algo divino por la mano
natural, la mano del hombre, encendió el furor de Dios.
En los versículos 11-23 vemos que David saca el arca de la casa de Obed-edom y
la lleva a Sion, su ciudad.
Obed-edom ofrece hospedaje al arca de Dios, y por esta razón Dios le bendice a
él y a toda su casa. Cuando David oye que Dios había bendecido la casa de Obed-
edom y todo lo que él tenía a causa del arca de Dios, él regresa y saca el arca de
Dios y la lleva a Sion, la ciudad particular de David, la cual era el centro de
Jerusalén (vs.11-12).
Cuando los que llevaban el arca de Jehová habían avanzado seis pasos, David
sacrifica un buey y un carnero engordado (v. 13). Además, David danza con toda
su fuerza delante de Jehová, vestido con un efod de lino (v. 14). Se puso un
vestido que sólo los sacerdotes podían ponerse. Ese día, él era el sumo sacerdote
que llevaba el efod, y al mismo tiempo era el rey. En cierto sentido, él quebrantó
lo que Dios había estipulado; con todo, esto fue para la honra y gloria de Dios.
3. El arca de Dios es llevada con
júbilo y con sonido de trompeta
Todos estaban contentos menos Mical, la esposa de David, quien era de la casa
de Saúl. Cuando ella ve al rey David saltando y danzando delante de Jehová, le
menosprecia en su corazón (v.16). Después de que David bendice al pueblo,
regresa para bendecir a su casa, y Mical le sale al encuentro y se burla de él,
diciendo: “¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy
delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un
cualquiera!” (v. 20). Entonces David respondió a Mical: “Fue delante de Jehová,
quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por
príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de
Jehová” (v. 21). El capítulo concluye diciendo que Mical, la hija de Saúl, no tuvo
ningún hijo hasta el día de su muerte (v. 23). El haberse burlado de David, le
acarreó la maldición de ser estéril por el resto de sus días.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE VEINTITRES
LA HISTORIA DE DAVID
(10)
(4)
(2)
Lectura bíblica: 2 S. 7
En el mensaje anterior vimos que el capítulo seis narra cómo David se preocupó
por el lugar donde habitaba el arca. En este mensaje estudiaremos que, según
consta en el capítulo siete, David quiso edificar una casa para Dios. En cuanto a
esto, tengo una carga muy especial.
Dios le dice a David que no había habitado en casa desde el día que sacó a Israel
de Egipto, y que nunca le había pedido a nadie que le edificara una casa en la
cual morar, sino que había andado en tienda y en tabernáculo (vs. 5-7).
2. Dios toma a David del pastizal de las ovejas para que fuese
príncipe sobre Su pueblo Israel
Dios encarga a Natán que le diga a David que El lo había tomado del pastizal, de
detrás de las ovejas, para que fuese príncipe sobre Su pueblo Israel (v. 8), que
había estado con él en todo cuando había andado, y destruido a todos sus
enemigos (v. 9a). Esto se refiere a la presencia de Dios. David había prosperado
porque tenía la presencia de Dios. Esto nos debe enseñar una lección. Siempre
que comuniquemos la palabra de Dios, debemos asegurarnos de que tenemos la
presencia de Dios. Si no tenemos esta certeza, debemos orar hasta que sintamos
profundamente la presencia de Dios dentro de nosotros.
Dios le promete a David que le daría nombre, como el nombre de los grandes
que había en la tierra (v. 9b).
Dios manifiesta que El fijaría lugar para Su pueblo Israel y que lo plantaría para
que habitara en su lugar y nunca más fuese removido, ni los inicuos le afligiesen
más (v. 10). En el corazón de David estaba el deseo de construir un lugar para
que Dios habitase, pero lo que Dios quería era que Su pueblo fuese establecido y
aun plantado. Sin embargo, para que esto suceda, el pueblo elegido de Dios debe
cooperar con El.
Dios le dice a David que El le daría descanso de todos sus enemigos (v. 11a).
Dios parecía decir: “David, tu corazón está inclinado a Mí, y el mío a ti, y quiero
que halles descanso de todos tus enemigos”.
Jehová dice a David que El le haría casa (v. 11b). Cuando amamos al Señor,
sentimos que debemos hacer algo por El. Sin embargo, una vez que decidimos
realizarlo, experimentamos una profunda sensación de que somos nosotros los
que necesitamos que El haga algo por nosotros. Como veremos, estamos faltos
de Cristo y necesitamos más de Él.
Siempre que pensamos en hacer algo para Dios, El nos dice en nuestro interior
que nos falta algo y ese algo es Cristo. Todos necesitamos a Cristo. En este
punto, quiero pedirles que reflexionen sobre algunos versos de un himno acerca
de nuestra necesidad de Cristo (Himnos, 476):
¡Necesitas, necesitas,
Necesitas a Jesús!
¡Sí, para tu redención!
¡Sí, para tu
salvación!
¡Y para vida eternal!
¡Le necesitas!
El Cristo que Dios desea forjar en nosotros no sólo es nuestro tesoro sino
también nuestro hogar. ¿Dónde vivimos hoy? Vivimos en Cristo. Antes de que
Cristo, el Hijo de Dios, se forjara en nuestro ser, no teníamos hogar. No tener
hogar significa no tener a Cristo. Sin Cristo, no tenemos hogar. Asimismo, sin
Cristo, no tenemos justicia, ni justificación ni satisfacción. Necesitamos que
Dios forje a Cristo en nuestro ser para que sea nuestra justicia, justificación,
alimento, bebida, vestimenta, satisfacción, morada y hogar. Para que esto
suceda, Dios nos ha puesto en Cristo (1 Co. 1:30), y ahora Cristo se está
volviendo todo para nosotros.
Para forjarse en nosotros, Dios primero tuvo que hacerse hombre por medio de
la encarnación. En Su condición de hombre, El murió por nosotros. Luego,
resucitó de entre los muertos y fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45b). El
Espíritu vivificante es nuestro Salvador, quien nos redimió en la cruz y ahora
está en nuestro espíritu y nos salva continuamente. El es nuestro Redentor,
nuestro Salvador, nuestra vida y nuestra simiente. Como tal, El se edifica, se
forja en nosotros y nos hace parte de Él, de la misma manera que El se hizo
parte de nosotros.
En 2 Samuel 7:13 se revela que es Cristo quien edificará casa para el nombre de
Dios, y que Dios establecerá el trono del reino de Cristo para siempre.
9. Dios sería Padre de Cristo,
y Cristo, Hijo de Dios
Leamos el versículo 14: “Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo”. Esto revela
en realidad que Dios sería Padre de Cristo y que Cristo sería Hijo de Dios (He.
1:5b). La salvación que Dios efectúa consiste sencillamente en hacer que Cristo,
Su corporificación, sea nuestro. El Hijo de Dios, quien es la corporificación de
Dios, el propio Dios, está en nosotros. Por consiguiente, podemos afirmar que
Cristo, el Hijo de Dios, se ha forjado en nosotros.
1. Agradece a Dios por todas las grandezas que hizo para con él por
causa de Su Palabra
En los versículos 18-21, David agradece a Dios por las grandezas que había
hecho por causa de Su palabra y conforme a Su corazón.
Luego, David alaba a Dios por Su grandeza en todo lo que había hecho por
Israel, Su pueblo (vs. 22-24). En el versículo 24, David expresa: “Porque tú
estableciste a tu pueblo Israel por pueblo tuyo para siempre; y tú, oh Jehová,
fuiste a ellos por Dios”.
Finalmente, David le pide a Dios que edifique, afirme y bendiga su casa para
siempre según Su promesa (vs. 25-29). David concluye diciendo: “Ten ahora a
bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante
de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la
casa de tu siervo para siempre” (v. 29).
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE VEINTICUATRO
Lectura bíblica: 2 S. 7:12-14a; Ef. 3:14, 16-17; 1 Co. 3:11-12; Ef. 4:4-6
No es fácil entender el capítulo siete de 2 Samuel, por ello, son pocos los
cristianos que han podido profundizar en él. Llevo ya más de sesenta años
estudiando este capítulo, y la primera impresión que recibí fue que en él vemos
el amor y la bondad de un Dios que deseaba edificarle casa a David en lugar de
que éste le edificara casa a Él. Esto no era más que el concepto natural y
humano de un joven. Por varios años me reuní con las asambleas de los
Hermanos, donde se hacía hincapié en 2 Samuel 7. Ellos predicaban y
enseñaban sobre este capítulo, e incluso editaron libros acerca de él. Sin
embargo, ellos no vieron el significado intrínseco del mismo, especialmente el
significado de lo que Dios expresó a David en los versículos 12-14a.
Los que estudian la Biblia saben que ésta contiene dos asuntos difíciles de
entender: la tipología y la profecía. El libro de Apocalipsis, por ejemplo, es
principalmente un libro de profecía; no obstante, contiene también tipología.
Así que, Apocalipsis consta de una combinación de profecías y tipología. Pasa lo
mismo con 2 Samuel 7. Este capítulo presenta una gran profecía, la cual se da a
conocer mediante la tipología. Podemos decir que se trata de una profecía en
tipología.
En el capítulo siete de 2 Samuel vemos que David quería edificar la casa de Dios,
y que Dios quería que David se diera cuenta de que era él quien necesitaba que
Dios forjara a Cristo en él. Por consiguiente, 2 Samuel 7 revela una profecía por
medio de la tipología, en la cual vemos que no necesitamos edificar algo para
Dios. Sencillamente no tenemos la capacidad para ello. No podemos edificar
nada para Dios con nuestros propios esfuerzos ni con nuestro conocimiento
bíblico o teológico. Lo que necesitamos es que Dios forje a Cristo en nuestro ser
interior para que El sea el elemento constitutivo que llene nuestro ser. Esta
infusión de Cristo en nuestro ser no sólo producirá un cambio en nosotros, sino
que nos transformará en personas diferentes.
A estas alturas debemos definir una vez más la economía de Dios. La economía
divina consiste en que Dios, en Cristo como Su corporificación, se forje en
nosotros. Cristo pasó por la muerte y la resurrección, y por medio de éstas se
hizo el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Ahora debemos permitir que Dios forje
a Cristo como Espíritu en cada parte de nuestro ser. Cuanto más se lo
permitamos, más podremos afirmar: “Para mí el vivir es Cristo”, y “Con Cristo
estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Fil. 1:21;
Gá. 2:20).
En 1 Corintios 3:12, Pablo habla de dos categorías de materiales con los cuales
se puede edificar: la madera, el heno y la hojarasca, los cuales son humanos y
mundanos, y el oro, la plata y las piedras preciosas, los cuales son tesoros
preciosos y materiales transformados. Si edificamos la iglesia con madera, heno
y hojarasca, es decir, con los logros que provienen de nuestro trasfondo natural
o con la manera natural de vivir, destruiremos la iglesia (v. 17). Debemos
edificar la iglesia con oro, plata y piedras preciosas, que representan a Dios, a
Cristo y al Espíritu respectivamente. Edificar la iglesia con estos materiales
equivale a edificarla con el Dios Triuno procesado y consumado. Cuando
edificamos la iglesia de esta manera, en realidad no somos nosotros los que la
edifican, sino que Dios la edifica valiéndose de nosotros como conductos para
impartirse y transmitirse en las personas.
LA IGLESIA SE EDIFICA CON EL DIOS TRIUNO COMO ORIGEN,
ELEMENTO Y ESENCIA
El capítulo siete de 2 Samuel presenta una profecía que anuncia que el propio
Dios edificaría la iglesia con Su pueblo neotestamentario. De hecho, es Cristo
quien edifica la casa de Dios, Su templo. Además, Cristo es el elemento en el
cual y con el cual se edifica la iglesia como casa de Dios. En este capítulo, Dios
parecía decir a David: “David, aún estás vacío. No pienses que debes hacer algo
para edificarme casa. Date cuenta de que tú necesitas que Yo, como Padre, Hijo,
y Espíritu, me forje en ti. Entonces tendrás una casa, y esa casa también será Mi
casa”.
Este Cristo es la casa de Dios y también nuestra casa. Por tanto, nosotros y Dios
tenemos una misma morada. Cristo mora en nosotros, y nosotros en El. El y
nosotros, nosotros y El estamos mezclados en una sola entidad. Todo el
universo desea ver esto. Romanos 8 dice que toda la creación aguarda con
anhelo la expresión del Dios Triuno mezclado con el hombre tripartito, por
medio de la edificación que El efectúa consigo mismo, en Sí mismo y para Sí
mismo. Esto es lo que nosotros necesitamos, y esto es lo que el universo
necesita.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE VEINTICINCO
LA SIMIENTE DE DAVID
Y EL HIJO DE DIOS
En 2 Samuel 7 vemos que David tenía un buen corazón para con Dios y quería
edificarle casa. Pero Dios intervino y no se lo permitió porque David no tenía
una visión completa de la economía de Dios. Después de impedir que David le
edificara casa, Dios le dio más revelación en cuanto a Su economía. Por
consiguiente, en este capítulo, la revelación divina da un paso gigantesco.
Esto nos lleva a abordar el tema de la deificación, es decir, que Dios desea
divinizar a los creyentes en vida y en naturaleza, mas sin que sean objetos de
adoración. Atanasio habló de la deificación en el concilio de Nicea en el año 325
d. de C, con estas palabras: “El [Cristo] se hizo hombre para que nosotros
lleguemos a ser Dios”. Muchos teólogos y maestros cristianos conocen la palabra
deificación, pero en los pasados dieciséis siglos sólo unas pocas personas se ha
atrevido a enseñar sobre la deificación de los creyentes.
David deseaba edificarle casa a Dios, pero Dios le dio a entender que esto no era
lo que El ni David necesitaban. Dios le dijo a David que levantaría a uno que
sería su linaje, el cual se llamaría el Hijo de Dios. Este linaje sería divino y
humano. Hebreos 1:5 indica que esto se refiere a Cristo en calidad de Hijo
primogénito de Dios. Además, como hemos visto, Romanos 1:3-4, que
corresponde con 2 Samuel 7:12-14a, dice que en resurrección, el linaje de David
fue designado Hijo de Dios. Según el significado intrínseco, 2 Samuel 7:12-14a y
Romanos 1:3-4 revelan a una persona humana y divina.
Para lograr esto, Dios en Cristo se hizo hombre, y como tal pasó por un proceso
que lo transformó en una persona divina. En resurrección, El fue designado Hijo
primogénito de Dios. En ella, Cristo, el Hijo primogénito de Dios, fue hecho el
Espíritu vivificante, quien ahora entra en nosotros y se nos imparte como vida
para ser nuestra constitución interna, para hacernos Dios-hombres como El. El
era Dios y se hizo hombre, y nosotros somos hombres que llegan a ser Dios en
vida y en naturaleza, mas no en ser objeto de adoración.
Efesios 3:17 revela que Cristo está en nosotros y que se forja en nuestro ser a fin
de producir la morada mutua. A menudo decimos que Cristo vive y opera en
nosotros. Ahora debemos preguntarnos: ¿Con qué propósito se forja Cristo en
nosotros? Para edificar la habitación de Dios.
David quería edificar una casa de cedro para Dios, pero Dios, en Cristo, quería
forjarse en David. Lo que Dios forjara en David sería tanto la casa de Dios como
la casa de David. Esta morada mutua también se revela en Juan 14:23: “El que
me ama... Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. En
esta morada no sólo habitará el Dios Triuno sino también nosotros. Lo que Dios
forja en nosotros constituye la morada de Dios y también la nuestra.
Es menester que nos demos cuenta de que Dios obtiene Su habitación, no por
nuestras propias obras, sino porque El la edifica. Cristo es quien edifica la
iglesia (Mt. 16:18) al entrar en nuestro espíritu y extenderse de ahí a nuestra
mente, parte emotiva y voluntad, hasta ocupar nuestra alma completamente.
Entonces la iglesia se convierte tanto en la habitación de Dios como en la
nuestra. Esto es lo que necesitamos, y esto mismo deseamos recalcar.
No es necesario que edifiquemos nada para Dios. Lo que Dios en Cristo desea es
forjarse dentro de nosotros como vida, naturaleza y esencia. Finalmente, el Dios
Triuno llegará a ser nuestra constitución intrínseca; El estará forjado en nuestro
ser. Esto será la simiente de David y el Hijo de Dios, algo divino y humano que
satisfará la necesidad de Dios y la nuestra de tener una morada donde ambos
moremos el uno en el otro, cuya consumación será la Nueva Jerusalén. Todos
estaremos allí.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE VEINTISEIS
Es así como el Señor Jesús nos hace como El, e inclusive, nos hace El mismo.
Cada vez que lo miramos, El imprime Su persona en nuestro ser. Entonces nos
convertimos en Su reflejo. Lo que reflejamos es nada menos que al propio
Señor. A esto el Nuevo Testamento llama transformación.
LA TRANSFORMACION ES UN PROCESO METABOLICO
Los miembros del Cuerpo de Cristo, al igual que los miembros de nuestro
cuerpo físico, son orgánicos. La iglesia se compone de un grupo de personas
transformadas que han llegado a ser un organismo, el Cuerpo orgánico de
Cristo. Llegamos a ser dicho organismo creciendo, y crecemos comiendo,
bebiendo y respirando a Cristo. Sin importar cuál sea nuestro linaje o
nacionalidad, todos estamos pasando por el mismo proceso metabólico que día
a día produce la transformación, la cual equivale a la edificación. Esto es el
crecimiento espiritual y también la edificación espiritual.
Cada miembro de nuestro cuerpo físico no sólo es orgánico sino que también
está conectado al cuerpo, pues todos los miembros han crecido juntos
orgánicamente y han llegado a ser una sola entidad. El principio es el mismo
con relación al Cuerpo de Cristo. Después de llevar más de sesenta años en la
iglesia, puedo testificar que no puedo separarme de ella. Sin la iglesia, no podría
vivir; sin ella la vida no tendría sentido.
Lectura bíblica: 2 S. 7:12-14a; Mt. 22:41-45; Ap. 22:16; Is. 11:1; Mt. 26:63-64;
Ro. 1:3-4
En este mensaje, siento que debo continuar exponiendo sobre 2 Samuel 7:12-
14a.
Hoy todavía hay muchos que no creen que Cristo, después de Su resurrección y
ascensión, sigue poseyendo un cuerpo físico. Ellos piensan que El murió con un
cuerpo físico, pero que al resucitar se despojó de él, resucitando únicamente en
calidad de una persona divina. Este entendimiento erróneo les impide
interpretar muchos versículos de la Biblia.
Apocalipsis 22:16 dice que Jesús es “la raíz y el linaje de David”. Cristo es Dios, y
en Su divinidad, es el origen, la raíz, de David; Cristo es un hombre, y en Su
humanidad, es el linaje, el descendiente, el renuevo de David. Como raíz, David
nació de Cristo; y como el renuevo, Cristo nació de David.
Leamos Isaías 11:1: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de
sus raíces”. Todos los maestros de la Biblia confirman que este versículo se
refiere a Cristo. Durante la época de Salomón, la casa de David era un árbol
floreciente; pero poco tiempo después, ese árbol empezó a ser cortado, hasta
convertirse en un tronco que consistía principalmente de dos personas: José y
María. De ese tronco salió una vara, un vástago, que es el niño Jesús. Así
edificaba Dios una casa para David, y le daba un descendiente.
Colosenses 1:12 dice que Cristo es la porción que Dios nos asignó; y el versículo
15 expresa que Cristo es “la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda
creación”. Dios es el Creador, y, Cristo, la imagen del Creador. Como tal, Cristo
ciertamente es divino. El también es el Primogénito de toda creación, lo cual
indica que El es también una criatura. Dado que llegó a ser un hombre de sangre
y carne (He. 2:14), no hay duda de que El también es una criatura. Así que, El es
divino y a la vez humano. El es Dios y simultáneamente hombre. El es el
Creador y al mismo tiempo una criatura.
Naturaleza humana se
puso,
Conforme al plan de
Dios El murió.
Resucitado fue con un
cuerpo,
Y como hombre
ascendió.
Dios se humilló en El
en la tierra,
Dios con el hombre
así residió;
El hombre en El al
cielo exaltado,
Reconciliado fue
con Dios.
La iglesia está
identificada
Con el glorificado
Jesús,
Siendo Sus miembros
edificados
Por Su glorioso
Espíritu.
¡Ved en el cielo a un
hombre entronado!
De todos es ahora
Señor;
Dios con Su gloria lo
ha coronado,
Este es Jesús, el
Salvador.
Quisiera que prestaran atención a los versos que dicen que la iglesia está
identificada con el “glorificado Jesús”. Cristo fue glorificado y exaltado como
hombre, y nosotros estamos identificados con El.
Resucitó corporalmente
En cuanto a esto, necesitamos una visión que nos permita ver que no somos
nada. Cristo nos anuló y ha llegado a ser nosotros mismos. En la iglesia, en el
Cuerpo y en el nuevo hombre, Cristo lo es todo, y El está en todos.
En la eternidad, Dios deseó llegar a ser nosotros para que nosotros lleguemos a
ser El en vida, en naturaleza y en constitución (mas sin ser objeto de adoración).
Esto es justamente lo que revela la profecía de 2 Samuel 7, la cual habla de que a
un descendiente de David se le llamaría Hijo de Dios. Este descendiente es
divino y también humano; es humano y también divino. Él, el Hijo primogénito
de Dios, es nuestro hermano mayor, y nosotros, Sus muchos hermanos, somos
los muchos hijos de Dios. La salvación dinámica que Dios efectúa no depende de
que nosotros nos corrijamos o nos cultivemos. Lo que necesitamos es que El se
forje en nosotros por medio de un proceso metabólico de transformación. Este
proceso hace posible que El opere en nosotros y nos transforme gradualmente
en Su imagen (2 Co. 3:18) hasta que seamos idénticos a Él en vida, naturaleza y
constitución. Esto es lo que efectúa la salvación y lo que revela la Biblia.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE VEINTIOCHO
LA REVELACION DIVINA
CONTENIDA EN LA BIBLIA
ES PROGRESIVA
El caso de Job
En el caso de David, la revelación divina avanza un poco más, y nos muestra que
el hombre no sólo necesita a Dios, sino que necesita que Dios se forje en él. Dios
no sólo quiere ser nuestra vida y nuestra provisión de vida; El desea forjarse en
nosotros. Lo que a Él le agrada es forjarse en nosotros y forjarnos a nosotros en
El.
David quería edificarle casa a Dios, pero Dios lo detuvo y le dijo que El le
edificaría una casa, una familia a él, de la cual saldría una simiente. Así vemos
que Dios se forja en el hombre para edificar una casa, de la cual nace una
simiente: Cristo. Después de eso, Cristo entra en nosotros y realiza una obra
edificadora, mediante la cual hace Su hogar en nuestros corazones (Ef. 3:17).
Cristo edifica Su casa en nuestros corazones con el elemento divino y el
humano.
Este hogar es una morada mutua. En Juan 14:23, el Señor Jesús dice: “El que
me ama... Mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada con él”. Las
palabras “haremos morada” equivalen a edificar una casa. Esta casa, esta
morada, es mutua. Por ello, el Señor Jesús añade: “Permaneced en Mí y Yo en
vosotros” (15:4a).
La revelación divina llega al nivel cumbre
en el Nuevo Testamento
¿Está siguiendo usted a Cristo? ¿Está ganando más de Él? Es maravilloso ser
una persona que va en pos de Cristo y lo gana, pero esto no es suficiente. Juan
14 y Efesios 3 revelan que Cristo entra en nosotros no solamente para morar o
permanecer en nosotros, sino especialmente para edificar Su hogar en nuestro
ser interior. Esta es la edificación.
Lectura bíblica: 2 S. 7:11b-14a; Is. 11:1; Ef. 3:17; Jn. 14:23; 1 Co. 3:10-12; Ap.
21:2-3, 9, 12-14
En este mensaje deseo hablar del deseo que Dios tiene de forjarse en nosotros,
lo cual realiza en Cristo. El no está interesado simplemente en suplir nuestras
necesidades; lo que El quiere es forjarse a Sí mismo en nuestro ser.
Cuando Dios apareció a Abraham, El le prometió darle dos cosas: la buena tierra
y una simiente, los cuales representan a Cristo. Esto indica, en tipología, que
Dios daría a Abraham a Cristo en dos aspectos: como buena tierra y como
simiente: el verdadero Isaac. La genealogía de Cristo contenida en Mateo 1
presenta a Cristo como el “hijo de Abraham” (v. 1). Isaac tipifica a Cristo como
hijo de Abraham, el que hereda la promesa y la bendición que Dios le dio a
Abraham (Gn. 22:17-18; Gá. 3:16).
Según el entendimiento y punto de vista de los cristianos, Dios nos dio a Cristo
para que sea nuestro Redentor y Salvador. El murió por nuestros pecados,
efectuando con ello la redención; resucitó de los muertos; y ahora es nuestra
vida. Sin embargo, esto no nos dice lo que Dios desea realizar. Dios en Cristo
desea forjarse en nosotros. Esta es la meta de la redención y la salvación. Cristo
se encarnó, llevó una vida humana, murió y resucitó para que se cumpliera el
deseo de Dios de forjarse en nosotros. Todo lo que Cristo es y todo lo que Cristo
realizó, tiene esta meta. Todos los pasos que Dios toma en nuestra vida diaria,
grandes y pequeños, llevan a cabo Su intención, que consiste en forjarse, en
Cristo, en nuestro ser.
En Mateo 16:18, el Señor Jesús dice: “[Yo] edificaré Mi iglesia”. ¿Cómo edifica
Cristo Su iglesia? El no la edifica simplemente salvando pecadores y
constituyéndolos creyentes y miembros Suyos, sino forjándose en ellos. Cuando
creímos en Cristo, El entró en nosotros y empezó a forjarse gradualmente en
nuestro ser.
El hecho de que Dios en Cristo se forja en nosotros, constituye una línea bien
marcada a lo largo de la Biblia. Por ende, el Nuevo Testamento subraya este
tema reiteradas veces. Según la revelación divina, Dios en Cristo produce el
edificio forjándose en nuestro ser. Esta edificación supone una mezcla de lo
divino con la humanidad redimida, resucitada y elevada.
Dios en Cristo se forja en nuestro ser a fin de hacer una casa, no sólo para
nosotros, sino de nosotros. Esta casa será la morada mutua de Dios y nosotros.,
En conclusión, el Dios Triuno y la humanidad redimida se mezclarán, se
compenetrarán y se edificarán en una sola entidad, y esta entidad será la Nueva
Jerusalén. Si vemos eso, nos daremos cuenta de que todas las dificultades que
enfrentamos se deben a una sola cosa: no permitimos que Dios se forje en
nuestro ser. Por tanto, necesitamos no solamente ser santos, espirituales y
vencedores, sino permitir también que Dios lleve a cabo Su obra edificadora en
nosotros.
¡Qué gran luz nos ha mostrado el Señor en 2 Samuel 7! Dios le reveló a David
que uno de su linaje, la simiente de un hombre (v. 12), llegaría a ser el Hijo de
Dios (v. 14). ¿Cómo puede ser esto? La respuesta es que un descendiente
humano sea designado Hijo de Dios (Ro. 1:3-4). Lo humano es designado en la
divino, y la naturaleza divina y la naturaleza humana se compenetran y forman
una sola entidad. Hoy, nosotros, los seres humanos, estamos en camino a ser
hijos de Dios, hijos divinos, mediante un proceso de edificación. Alabamos al
Señor porque en el recobro que El lleva a cabo sobre la tierra hoy,
experimentamos la obra de Dios, una obra de edificación. Dios en Cristo lleva a
cabo Su deseo de forjarse en nuestro ser y, finalmente, el resultado de esta
edificación será la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva por la
eternidad.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE TREINTA
Lectura bíblica: 2 S. 7:11b-14a; Jn. 14:23; Ef. 3:16-17; Mt. 13:3, 8, 23; 16:18; Ap.
21:2, 9-10, 12, 14, 22
Damos gracias al Señor porque, al paso de los años, El nos ha abierto Su Palabra
y nos ha hablado en Su recobro. En este mensaje, siento la carga de ayudarles a
comprender cuál es la obra principal que realiza Dios en Su recobro, en Su
economía.
Las palabras recobro y economía aluden a lo mismo desde dos puntos de vista.
Desde la perspectiva de Dios, es economía, mientras que desde la nuestra, es
recobro. Dios reveló Su economía por medio de los apóstoles, pero debido a que
los creyentes perdieron el adecuado entendimiento de la misma, tuvo que surgir
un recobro. Por tanto, lo que se está recobrando hoy es la economía de Dios.
La economía de Dios gira en torno a una sola cosa: la obra de Dios. La obra
singular que Dios en Cristo ha llevado a cabo en el universo a través de las eras y
generaciones, es la de forjarse en Su pueblo elegido y hacerse uno con él. Esto
supone la mezcla de lo divino con lo humano.
Dios se hizo hombre y llevó una vida humana sobre la tierra. Luego, pasó por la
muerte, entró en resurrección y ascensión y llegó a ser el Espíritu consumado y
vivificante, listo para entrar en nosotros. Cuando entró en nosotros, El regeneró
nuestro espíritu. Ahora opera y se incrementa en nosotros con el propósito de
formarse en nuestro ser.
La Biblia revela que Dios opera en nosotros, y que Cristo vive en nosotros. Con
todo, en ella encontramos un término especial para referirse a la obra que Dios
realiza en nuestro ser: edificar. En Efesios 3:16-17 Pablo ora al Padre, lo
siguiente: “Para que os dé, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser
fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu; para que Cristo
haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe”. El hecho de que Cristo
haga Su hogar en nuestros corazones alude a una edificación. Si queremos
construir un hogar, primero debemos edificar una casa. Tener un hogar implica
establecerse en un lugar específico. Sin embargo, esto requiere que tengamos
una casa. Las palabras “para que Cristo haga Su hogar” indican claramente que
El está en nosotros realizando una obra de edificación. Cristo está edificando un
hogar en nuestro ser interior.
La divinidad y la humanidad
Para construir una casa se necesita el material adecuado. Cuando Dios creó el
universo, El no usó ningún material; El simplemente habló, y todo fue hecho.
Por ejemplo, El dijo: “Hágase la luz”, y fue la luz. Sin embargo, para que Cristo
edifique una casa en nosotros, El necesita materiales. Por una parte, este
material es Cristo mismo como elemento; por otra, el material incluye algo de
nosotros, algo de nuestro elemento humano.
Otro versículo que indica que el Dios Triuno lleva a cabo una obra de edificación
en nosotros es Juan 14:23. En este versículo, el Señor Jesús expresa: “El que me
ama... Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Las
palabras haremos morada de este versículo equivalen a la expresión haga Su
hogar de Efesios 3:17. El Dios Triuno entró en nosotros para realizar una obra
de edificación consigo mismo como elemento y también con algo de nosotros
como material. Lo que se dice acerca de la edificación en estos versículos
implica que el hecho de que Dios en Cristo se forje en nosotros tiene mucho que
ver con lo que somos.
El ejemplo de Job
La visión del edificio de Dios hará un efecto en nuestra obra. Si vemos lo que es
el edificio de Dios, no intentaremos ayudar a los demás a ser más humildes o
amables, pues esto pertenece a la esfera de las virtudes humanas, y no es lo que
Dios desea. En cuanto a esto, les pediría que mediten sobre el caso de Job, quien
alcanzó el nivel más elevado en lo que a edificar la integridad, la rectitud y la
perfección se refiere. Al final, Dios lo despoja de todos sus logros para mostrarle
que lo único que él necesitaba era a Dios.
Cristo vive en nosotros y disfruta de Sí mismo como la buena tierra
Después de relacionarse con Job, Dios se relacionó con Abraham, a quien le hizo
promesas con respecto a una simiente y la buena tierra. ¿Quiénes son los que
disfrutan la buena tierra? La respuesta se da en la profecía que, a manera de
tipología, recibió David en 2 Samuel 7. En realidad, El que disfruta la buena
tierra es Cristo mismo. Esto significa que Dios en Cristo se convierte en nosotros
mismos y disfruta la buena tierra. David era un hombre conforme al corazón de
Dios, pero Dios sabía que esto no era suficiente. Así que, Dios revela que El le
edificaría casa a David por medio de Su Hijo, el cual sería simiente de David.
Por una parte, esta simiente es la buena tierra; por otra, la simiente es quien
disfruta la buena tierra. Entonces, ¿quién disfruta a Cristo? La respuesta es que
Cristo en nosotros se disfruta a Sí mismo. Ya no vivimos nosotros, mas Cristo
vive en nuestro ser (Gá. 2:20). Cristo vive en nosotros para disfrutarse a Sí
mismo como la buena tierra.
Una persona puede ser conforme al corazón de Dios, y aún así no tenerlo a Él,
pues no se ha forjado en ella. La caída de David es un ejemplo del hecho de que
si Dios no está forjado en nosotros, sin importar si somos personas conforme a
Dios, no somos mejores que los demás. ¿De qué sirve ser conforme al corazón
de Dios, si El no está constituido en nuestros corazones? Si comprendemos que
Dios desea forjarse en Sus elegidos, y que esto es también lo que nosotros
necesitamos, entonces la meta de nuestra obra será ministrar a Cristo a los
demás para que el Dios Triuno se forje en ellos.
Les pido que mediten sobre la labor que están llevando a cabo para el Señor. Tal
vez ustedes hayan iniciado la obra en una región o hayan traído muchas
personas a Dios, pero les hago esta pregunta: ¿Cuánto de Cristo como
corporificación del Dios Triuno se ha forjado en ellas? Si somos sinceros, nos
humillaremos y confesaremos que muy poco del Dios Triuno se ha forjado en las
personas que hemos traído a Dios. Por consiguiente, debemos poner en práctica
una sola cosa: ministrar al Dios Triuno procesado en los demás para que El se
forje en el hombre interior de ellos. En cada aspecto de nuestra obra, sea
predicar el evangelio, nutrir a los creyentes, o perfeccionar a los santos,
debemos ministrar al Dios que edifica y el Dios edificado a las personas. Les
insto a que oren para que el Señor les enseñe a laborar de esta manera.
Lectura bíblica: 2 S. 7:12-14a; Mt. 22:41-46; Ro. 1:3-4; 1 Co. 3:12; Ap. 21:2, 11,
18-21
Los libros históricos del Antiguo Testamento contienen muchos relatos que, por
una parte nos ayudan, y por otra, nos distraen de la meta única revelada en la
Biblia. Por muchos siglos, los cristianos no le han dado la debida atención a esta
meta, pero el Señor en Su recobro nos la ha mostrado claramente.
En el versículo 12, Dios habla del linaje de David, y en el versículo 14a, declara:
“Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo”. Estas palabras muestran algo de
gran importancia, a saber, que el linaje de David llega a ser el Hijo de Dios. En
estos versículos se revela claramente que un descendiente humano, es decir, el
hijo de un hombre, puede convertirse en Hijo de Dios, lo cual implica que el
deseo de Dios es humanarse para divinizar al hombre, en vida y naturaleza, mas
sin que sea objeto de adoración. La implicación que esto tiene es sumamente
importante. Esta es la conclusión de toda la Biblia. La Nueva Jerusalén, la
consumación máxima de las Escrituras, manifiesta el hecho de que Dios se hizo
hombre y que el hombre se hizo Dios en vida y naturaleza, mas sin ser objeto de
adoración, y que Dios y el hombre se mezclan y llegan a ser una sola entidad.
El diamante en la caja
Si leemos la Biblia sin tomar en cuenta este punto crucial, ella nos será un libro
vacío. En otras palabras, aunque la Biblia en sí es real, nos parecerá que carece
de contenido. Por ejemplo, supongamos que dentro de una caja muy primorosa
se halla un diamante grande. Sin lugar a dudas, un niño se interesaría más por
la caja, que por el diamante. Pero una persona adulta le daría más importancia
al diamante que está en la caja. Hoy muchos cristianos tienen la Biblia como si
fuera “la caja”, pero no ven ni aprecian el “diamante” que está en ella; y no sólo
eso, sino que condenan a los que sí lo valoran. El “diamante” contenido en la
“caja”, es decir, en la Biblia, es la revelación de que Dios en Cristo se hizo
hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza mas sin ser
objeto de adoración.
Esta revelación debe ser el principio que gobierne nuestro entendimiento acerca
de Dios y de Su edificio. Cuando hablamos de la edificación de la iglesia o de la
edificación del Cuerpo, debemos ver que dicha edificación es el forjamiento del
elemento divino en el elemento humano y viceversa. Por tanto, el edificio de
Dios es una constitución que se produce al forjarse el elemento divino y el
humano recíprocamente, lo cual los funde en una sola entidad. Esta es la
edificación de la iglesia, la edificación del Cuerpo de Cristo.
LA HISTORIA DE DAVID
(11)
(5)
Ya vimos que la tribu de Judá fue la primera en proclamar rey a David (2:1-
4:12), y que más tarde las demás tribus hicieron lo mismo (5:1-5). Entonces Dios
lo puso por rey y exaltó su trono por el bien de Israel, el pueblo de Dios (vs. 6-
25). Además, vimos que a David le inspiró interés la habitación de Dios, lo cual
se deduce por el hecho de que a él le preocupaba el lugar donde moraba el arca
(cap. 6) y por su deseo de edificarle casa a Dios (cap. 7). Los capítulos del ocho
al diez giran en torno a la victoria que obtuvo David sobre sus enemigos y con el
fortalecimiento de su reino.
David derrota a los filisteos y los somete tomando la ciudad principal (8:1).
David derrota a Moab matando a los adultos y preservando la vida de los más
jóvenes. Los moabitas fueron siervos de David y le pagaron tributo (v. 2).
En su victoria sobre Soba y Siria (vs. 3-8), David derrota a Hadad-ezer, hijo de
Rehob, rey de Soba, y toma de él mil setecientos jinetes y veinte mil soldados de
infantería. Cuando los sirios de Damasco vienen a ayudar al rey de Soba, David
hiere a veintidós mil hombres de entre los sirios. Los sirios fueron hechos
siervos de David y le pagaron tributo. Así vemos que “Jehová dio la victoria a
David por dondequiera que fue” (v. 6b).
IV. TOI REY DE HAMAT LE MANDA FELICITAR
David recibió felicitaciones de parte de Toi rey de Hamat por su victoria sobre el
rey de Soba (vs. 9-10).
David dedicó a Jehová el botín que había obtenido de todas las naciones: oro,
plata y bronce (vs. 11-12).
Los versículos 13-14 relatan la victoria que David obtuvo sobre Edom. El puso
guarniciones por todo Edom, y todos los edomitas fueron siervos suyos.
El capítulo nueve describe la bondad que mostró David para con Mefi-boset,
hijo de Jonatán.
David llama a un siervo de la casa de Saúl, cuyo nombre era Siba, y le pregunta
si había quedado alguien de la casa de Saúl, a quien hiciera él misericordia de
Dios, y el siervo le responde que aún quedaba un hijo de Jonatán, quien estaba
lisiado de los pies (v. 3). Cuando Mefi-boset se presenta ante él, David le dice
que no tenga miedo, porque él le mostraría misericordia por amor de Jonatán su
padre, que le devolvería todas las tierras de Saúl su padre y que comería siempre
a su mesa (v. 7). Ante estas palabras, Mefi-boset le rinde homenaje y dice:
“¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?” (v. 8).
A. Vence a Amón
Los sirios que estaban más allá del Eufrates ayudan a los sirios de Siria a luchar
contra Israel (vs. 15-16). David derrota a los sirios, y, al ver esto, todos los reyes
que eran siervos de Hadad-ezer, rey de Siria, hacen paz con Israel y le sirven (vs.
17-19). Así vemos que David salió victorioso, que los enemigos en su derredor
fueron derrotados y sometidos, y que muchos pagaron tributo a David.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE TREINTA Y TRES
LA HISTORIA DE DAVID
(12)
(6)
EL PECADO DE DAVID
Y EL CASTIGO QUE DIOS LE INFLIGE
I. EL PECADO DE DAVID
David pecó porque satisfizo la concupiscencia de sus ojos y de su carne (vs. 2b-
3).
David comete adulterio siendo consciente de ello, y hurta abusando así del
poder de su reinado (vs. 4-5). Esto insultó gravemente a Dios. Este terrible
pecado anuló casi por completo todo lo que David había realizado en el pasado.
David conspira con Joab, y asesina a Urías, su siervo fiel (vs. 14-25).
David envía una carta a Joab, y le dice que ponga a Urías al frente, en lo más
recio de la batalla, y que se retirasen de él para que fuese herido y muriese (vs.
14-15). Al dar estas órdenes a Joab, David abusó de su reinado. Joab hizo lo que
David ordenó, y Urías fue muerto.
Urías no murió solo, también murieron “algunos del ejército de los siervos de
David” (v. 17b). Esto muestra que David asesinó a Urías a costa de sacrificar la
vida de algunos de sus siervos.
Sin duda, Joab se da cuenta de que había sido víctima de un complot, cuyo fin
era cometer un pecado grave, y su conciencia lo molesta. David, quien era el
autor de la conspiración, consoló y alentó a Joab, diciéndole: “No tengas pesar
por esto, porque la espada consume, ora a uno, ora a otro; refuerza tu ataque
contra la ciudad, hasta que la rindas” (v. 25). ¡Estas palabras de David son
terribles! Urías no había sido simplemente consumido por la espada; en
realidad, David lo había asesinado con el fin de quedarse con su esposa.
David se comportó de una manera muy distinta a la de José y Booz. José fue
tentado, pero él corrió y escapó del adulterio (Gn. 39). Booz, un ascendiente de
David, también se conservó limpio de los deseos de la carne pecaminosa (Rut 3).
Esta pureza preservó a Booz en la línea genealógica de Cristo. David, por su
parte, adulteró a conciencia. Con este pecado, él quebrantó los últimos cinco de
los diez mandamientos (Ex. 20:13-17).
Cuando la esposa de Urías oye que su marido era muerto, hace duelo por él. Y
pasado el luto, David la toma por mujer (11:26-27a).
Lo que hace David es desagradable a los ojos de Jehová (v. 27b). Su pecado se
menciona en otros pasajes de la Biblia. En 1 Reyes 15:5 leemos: “Por cuanto
David había hecho lo recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le
mandase se había apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a
Urías heteo”. Aun la genealogía de Cristo en Mateo 1 se refiere a eso: “Y David
engendró a Salomón de la que había sido mujer de Urías” (v. 6b). Esta
genealogía no dice: “de Betsabé, sino “de la que había sido mujer de Urías”, para
recalcar el grave pecado que cometió David.
Dios castiga a David por medio del profeta Natán (v. 1a). En el capítulo siete,
Natán había ayudado a David a comprender que el universo necesita que Dios
entre y se forje en los seres humanos. En el capítulo doce, Natán se presenta
ante David para traerle a la memoria lo que había hecho y para reprenderle.
Natán le recuerda a David todas las cosas que Dios había hecho por él (vs. 7b-8);
en particular, el hecho de que Dios le había dado la casa de Israel y de Judá; y
que si esto hubiera sido poco, Dios le habría añadido mucho más.
“¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante
de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a
él lo mataste con la espada de los hijos de Amón” (v. 9). En este pasaje, Dios,
hablando por medio de Natán, censura a David por haber asesinado a Urías y
por haberle robado su esposa.
Así vemos que Dios es amoroso, pero también temible. Debido al castigo de
Dios, hubo fornicación y matanza en la familia de David, e incluso, su hijo
Absalón se rebeló contra él.
F. David confiesa su pecado contra Jehová,
y Natán le dice que Jehová había remitido
su pecado y que no moriría
En este mensaje, deseo decir algo acerca del fracaso del hombre y del castigo de
Dios.
Dios en Cristo desea forjarse en Su pueblo elegido y formar una sola entidad
orgánica con ellos. Esto significa que el Dios Triuno procesado y consumado se
forma en el ser intrínseco de Su pueblo elegido, a fin de tener una constitución
divina y humana. Esta entidad es el reino de Dios, el organismo del Dios Triuno
y el Cuerpo orgánico de Cristo. Mientras Dios edifica esta entidad, muchas
personas ciegas espiritualmente se esfuerzan por establecer su propia
monarquía dentro del reino divino.
Los libros de Samuel revelan también el fracaso del hombre. David, un hombre
conforme al corazón de Dios, falló en lo relativo a los apetitos de la carne. Su
defecto consistió en que no restringió su carne. Cuando le proclamaron rey en
Hebrón a la edad de treinta años, ya tenía por lo menos seis mujeres (2 S. 3:2-
5). Más tarde, abusó de su reinado al asesinar a Urías y robarle su mujer.
Cuando Dios creó al hombre, El estableció que éste tuviera una sola mujer con el
fin de producir hijos piadosos (Mal. 2:14-15). Booz, un importante elemento de
la genealogía de Cristo, fue un buen ejemplo, pues él tuvo control de sus apetitos
carnales (Rut 3). Samuel también fue un buen ejemplo. Su madre lo consagró a
Dios como nazareo, y él respetó el voto de su madre toda su vida. Sin embargo,
algunos hombres quebrantaron este principio. Por ejemplo, Gedeón, uno de los
jueces de Israel, tenía muchas mujeres (Jue. 8:30). Lo mismo David, quien a
pesar de ser un hombre conforme al corazón de Dios, experimentó un tremendo
fracaso con respecto a los apetitos carnales.
EL CASTIGO DE DIOS
Además del fracaso del hombre, los libros de Samuel revelan el castigo de Dios.
Dios castigó severamente a David a causa de la magnitud de su pecado.
El cambio que se produjo en los hijos de David debe enseñarnos a temer Dios.
Debemos aprender la lección y mantener un miedo santo hacia Dios y de
temblar ante El. Que nuestros hijos salgan buenos o malos depende totalmente
de Dios; sin embargo, lo que seamos a los ojos de Dios afectará a nuestros hijos.
Además, el castigo y la disciplina gubernamental que Dios inflige sobre los que
le aman, siempre afectan a los hijos de ellos.
Como parte del castigo de Dios, el primer niño que le nació de la esposa de
Urías, murió (2 S. 12:18). Por la misericordia soberana de Dios, a ella le nació
otro niño. El nombre que le dio Dios fue Jedidías, que quiere decir “el amado de
Jehová” (v. 25), y David lo llamó Salomón, que significa “hombre de paz” (v.
24). Esto indica que David esperaba disfrutar momentos de paz. Sin embargo,
desde ese tiempo en adelante no hubo paz en su familia ni en todo el reino de
Israel. El reinado de Salomón tuvo un principio maravilloso, pero a él le sucedió
lo que a su padre, y tuvo un fin lamentable. Salomón tuvo setecientas mujeres y
trescientas concubinas (1 Reyes 11:3). Sus mujeres paganas trajeron sus ídolos
consigo e hicieron que el corazón de Salomón se apartara de Dios (vs. 4, 8).
Los detalles del castigo que Dios infligió sobre David están escritos como una
advertencia para nosotros (1 Co. 10:11). Debemos leer con seriedad este relato
en la presencia de Dios. En él se nos advierte que entregarse a los deseos
carnales es muy grave. Una breve mirada bastó a David para ser tentado y no
poder resistirse.
Al relacionarnos con miembros del sexo opuesto, nosotros, los que estamos en
el recobro del Señor, debemos estar santificados y separados para Dios. La
maldad que el sexo acarrea es muy contagioso. Si queremos vencer nuestra
carne y nuestro viejo hombre, debemos ejercitar nuestro espíritu. Pero esto no
debe ser una simple enseñanza, sino una vivencia diaria.
Todos los santos, sobre todo los jóvenes, deben escudriñar sus corazones y
tomar la gran resolución de corazón (Jue. 5:15-16) de no entregarse a los
apetitos carnales. Nuestro Dios es vivo, y Cristo es real. Si tenemos a Cristo
como Espíritu vivificante, todo es real, pero sin Él, todo es vanidad de
vanidades. El Espíritu obra en nosotros de una manera muy apacible. Debemos
decir: “Señor Jesús, te amo, te necesito, y te recibo”. Si decimos esto, El será
nuestro Salvador y nuestra salvación dinámica. El es el Cristo de pneuma, y
como tal, nos salvará, nos guardará y nos protegerá de la contaminación de esta
era, para que conservemos la gloria que hemos ganado.
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE TREINTA Y CINCO
LA HISTORIA DE DAVID
(13)
(7)
(1)
Jehová hiere al niño que la mujer de Urías había dado a David, y el niño se
enferma gravemente (v. 15b).
David ruega a Dios por el niño ayunando y pasando la noche acostado en tierra
(v. 16).
En el séptimo día, el niño muere, y David queda liberado (vs. 17-23). Cuando
David se da cuenta de que el niño había muerto, se levanta de la tierra, se lava,
se unge, cambia sus ropas y entra a la casa de Jehová y adora.
Jehová ama a Salomón, y envía un mensaje por medio del profeta Natán, y
llama su nombre Jedidías, a causa de Jehová (vs. 24b-25). El nombre Jedidías
quiere decir “amado de Jehová”.
Los versículos 26-31 describen la victoria que obtuvo David sobre los hijos de
Amón.
David derrota a los hijos de Amón por medio de su capitán Joab (vs. 26-29).
David quita la corona de la cabeza del rey de los amonitas, la cual pesaba un
talento de oro. Además, David saca muy grande botín de la ciudad (v. 30).
Al vencer las ciudades de los hijos de Amón, David los pone a trabajar con
sierras, con trillos de hierro y hachas de hierro, y además los hace trabajar en los
hornos de ladrillos (v. 31).
Después de cometer incesto con Tamar, Amnón la aborrece y la echa (vs. 15-19).
C. Absalón, hermano de Tamar,
descubre el incesto
Los versículos 23-39 relatan el asesinato de Amnón por parte de Absalón, hijo
de David. Absalón determina el asesinato de Amnón desde el día en que éste
había forzado a Tamar su hermana (v. 32b).
A. Por conspiración
Los versículos 23-29 indican que el asesinato de Amnón por parte de Absalón
fue una conspiración.
B. Informan a David
Los versículos 30-33 revelan que David se entera del asesinato de Amnón.
Los hijos de David alzan su voz y lloran, y David junto con todos sus siervos
también llora con grandes lamentos (vs. 34-36).
En 2 Samuel 14:1-24 se revela la estratagema que usa Joab para que Absalón
regrese.
Joab percibe que el corazón de David se inclinaba por Absalón (v. 1).
B. Efectúa su trama
por medio de una mujer
Joab procura el regreso de Absalón por medio de una mujer (vs. 2-22).
Cuando David le pide a Joab que traiga a Absalón, Joab va a Gesur y trae a
Absalón a Jerusalén (v. 23).
David no permite que Absalón vea su rostro sino que lo manda ir a su casa (v.
24).
No había nadie más hermoso que Absalón en todo Israel. Desde la planta de su
pie hasta su coronilla no había en él defecto (vs. 25-26).
A Absalón le nacen tres hijos y una hija de hermoso semblante (v. 27).
En los versículos 28-33 se narra cómo Absalón procura ver a su padre David.
Absalón permanece en Jerusalén por espacio de dos años sin ver el rostro de su
padre (v. 28).
Por medio de Joab, Absalón puede ver finalmente a su padre (vs. 29-32).
Joab se presenta ante David y habla con él. David pide ver a Absalón, y Joab lo
trae para que vea a su padre (v. 33a).
D. Su padre lo besa
Absalón se inclina a tierra delante del rey, y el rey lo besa (v. 33b).
ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL
MENSAJE TREINTA Y SEIS
LA HISTORIA DE DAVID
(14)
(8)
(2)
Los versículos 2-6 describen cómo Absalón roba el corazón del pueblo de Israel.
Absalón conspira y se subleva con el fin de ser el rey en Hebrón (vs. 7-12). Pide
permiso al rey David para ir a Hebrón a pagar un voto que había prometido a
Jehová, y el rey le despide en paz (vs. 7-9). Absalón entonces envía mensajeros
por todas las tribus de Israel, diciendo: “Cuando oigáis el sonido de la trompeta
diréis: Absalón reina en Hebrón” (v. 10). La conspiración fue cobrando fuerza, y
fue aumentando el pueblo que seguía a Absalón (v. 12).
Los versículos 13-23 revelan que David y sus siervos huyen de Absalón.
1. David deja diez concubinas
para que guardasen la casa
El rey David y todo el pueblo salen, pero deja a diez concubinas para que
guardasen la casa (v. 16).
Cuando el rey sale, toda la gente le sigue, y pasa al camino que conduce al
desierto (vs. 17-23).
Los versículos 24-37 muestran que David plantea una estrategia para
contrarrestar la conspiración de Absalón.
Sadoc y todos los levitas se presentan ante David, llevando consigo el arca de
Dios. David les pide que devolvieran el arca a la ciudad de Jerusalén y se
quedasen allí para que lo tuvieran informado (vs. 24-29).
David sube la cuesta de los Olivos, llorando mientras subía. El llevaba la cabeza
cubierta y los pies descalzos. Todo el pueblo que tenía consigo hizo lo mismo, e
iban llorando mientras subían (v. 30).
Cuando David oye que Ahitofel estaba entre los conspiradores, dijo: “Entorpece
ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel”. Luego llega a la cumbre del monte
para adorar allí a Dios (vs. 31-32a).
David pide a su amigo Husai que se quedase en el palacio y colaborara con los
sacerdotes a fin de derrotar el consejo de Ahitofel (vs. 32b-37).
F. Siba, criado de Mefi-boset,
sale al encuentro de David
Cuando David pasa un poco más allá de la cumbre del monte de los Olivos, Siba
sale a su encuentro (v. 1a).
Cuando David le pregunta a Siba dónde estaba el hijo de su amo, Siba dice que
éste moraba en Jerusalén, esperando que la casa de Israel le devolviera el reino
de su padre. Entonces David le dice a Siba que todo lo que pertenecía a Mefi-
boset era suyo (vs. 3-4).
En los versículos 5-14, vemos que Simei, hombre de la familia de la casa de Saúl,
sale al encuentro del rey David.
2. Maldice a David
Simei sale maldiciendo. El arroja piedras contra David y contra todos los siervos
del rey David (vs. 5b-8).
Mientras David y los suyos iban por el camino, Simei iba por el lado del monte
delante de él, maldiciendo y arrojando piedras contra David y esparciendo polvo
(v. 13).
David y todo el pueblo que con él estaba, llegan fatigados, y allí él renueva sus
fuerzas (v. 14).
Los versículos 5-22 revelan que Husai frustra el consejo de Ahitofel, conforme a
la ordenación de Dios.
Husai frustra el consejo de Ahitofel con la ayuda de los sacerdotes y de sus hijos,
quienes le dicen a David cómo escapar de su hijo Absalón (vs. 15-22).
5. Ahitofel se ahorca
Barzilai galaadita y otros van y apoyan a David y al pueblo que estaba con él (vs.
27-29).
Los versículos 6-8 narran que Absalón y su gente son derrotados por los siervos
de David en un bosque.
5. Absalón es muerto
Alguien lo ve y avisa a Joab que acababa de ver a Absalón colgado de una encina
(v. 10).
Joab pregunta a ese hombre por qué no había matado a Absalón echándole a
tierra (vs. 11-13), y él responde que él no extendería su mano contra el hijo del
rey, porque el rey había ordenado que no tocaran a Absalón.
Joab toma tres dardos y los clava en el corazón de Absalón mientras él aún
estaba vivo en medio de la encina, y diez jóvenes escuderos de Joab rodean a
Absalón, lo hieren y lo matan (vs. 14-15).
En vida, Absalón había erigido una columna para sí mismo en el valle del rey,
porque había dicho: “Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre.
Y llamó aquella columna por su nombre, y así se ha llamado Columna de
Absalón, hasta hoy” (v.18).
Ahimaas hijo de Sadoc, sumo sacerdote, quiso dar la noticia a David, pero Joab
se lo prohíbe, y manda en su lugar a un cusita. Cuando el cusita se presenta ante
David, le dice al rey que Jehová lo había vengado de todos los que se habían
levantado contra él (vs. 19-32).
h. David estaba muy preocupado por su hijo Absalón,
y llora mucho su muerte
David, preocupado por su hijo Absalón, pregunta en dos ocasiones: “¿El joven
Absalón está bien?” (vs. 29a, 32a). Cuándo se entera de la muerte de Absalón,
llora sin consuelo. “Entonces el rey se turbó, y subió a la sala de la puerta, y
lloró; y yendo, decía así: ¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién
me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!” (v. 33).
LA HISTORIA DE DAVID
(15)
(9)
(3)
Hubo debate entre el pueblo de todas las tribus, el cual decide que David vuelva
a reinar (vs. 8b-10).
David pide a los sumos sacerdotes y al capitán del ejército que persuadan al
pueblo de Judá para que el rey David vuelva a su lugar (vs. 11-15). El envía
palabras a Sadoc y a Abiatar, diciendo: “¿Por qué seréis vosotros los postreros
en hacer volver el rey a su casa, cuando la palabra de todo Israel ha venido al rey
para hacerle volver a su casa? Vosotros sois mis hermanos; mis huesos y mi
carne sois. ¿Por qué, pues, seréis vosotros los postreros en hacer volver al rey?”
(vs. 11-12).
Abisai, el general de David, declara que Simei debía morir por haber maldecido
al ungido de Jehová (v. 21), mas David le contesta: “¿Ha de morir hoy alguno en
Israel? ¿Pues no sé yo que hoy soy rey sobre Israel?” (v. 22). Entonces el rey le
jura a Simei que no moriría (v. 23).
En los versículos 24-30, vemos el arreglo generoso y justo que hace David para
con Mefi-boset. Después de la justificación de Mefi-boset, David establece que
Mefi-boset y Siba, su siervo, compartan la tierra.
1. El reclamo de Israel
Los hombres de Israel le preguntan a David por qué los hombres de Judá habían
llevado y hecho pasar el Jordán al rey y a su familia, y a todos sus siervos con él
(v. 41). Los de Israel dicen que en el rey tenían diez partes, y que en el mismo
David tenían más que Judá (v. 43a).
2. El reclamo de Judá
Judá reclama que David era un pariente cercano de ellos, que no habían comido
nada de David ni recibido ningún regalo (vs. 42, 43b). Los reclamos de Israel y
de Judá muestran que todo el pueblo dio una calurosa bienvenida a David
cuando éste regresó a su reinado.
Todos los hombres de Israel abandonan a David y siguen a Seba, pero los
hombres de Judá siguen a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén (v. 2).
David recluye a las diez concubinas que su hijo Absalón había contaminado, y
las encierra hasta que ellas mueren (v. 3).
D. La orden que David da a Amasa
David manda a Amasa a que convoque a los hombres de Judá para dentro de
tres días (v. 4). Amasa salió para convocar a los hombres de Judá, pero se
detiene más del tiempo que se le había señalado (v. 5).
En los versículos 6-22, David ordena a Abisai que persiga a Seba. Le dijo que
Seba les haría más daño que Absalón (v. 6).
Los hombres de Joab salen tras Abisai, junto con los cereteos, los peleteos y
todos los valientes, para ir tras Seba (v. 7).
Los versículos 8-13 relatan cómo Joab mata a Amasa. Amasa sale al encuentro
de Joab y de sus seguidores, y Joab lo hiere con una espada y derrama sus
entrañas por tierra (vs. 8-10a). Entonces todo el pueblo sigue a Joab y a su
hermano Abisai para ir tras Seba el rebelde (vs. 10b-13).
Seba pasa por todas las tribus de Israel, y el pueblo se junta y lo sigue (v. 14).
Joab sitia a Seba en Abel de Bet-maaca, poniendo baluarte contra la ciudad (v.
15). Una mujer sabia le propone a Joab una manera de matar a Seba, y éste fue
muerto (vs. 16-22a). Entonces Joab toca la trompeta para dispersar al pueblo de
la ciudad y vuelve al rey David en Jerusalén (v. 22b).
LA HISTORIA DE DAVID
(16)
(10)
En 21:1-14, se narra cómo David atiende el problema del hambre del pueblo.
A. Consulta a Jehová
El hambre dura tres años, y David consulta a Jehová al respecto (v. 1a).
Por pago del daño, los gabaonitas piden que siete descendientes de Saúl fuesen
ejecutados (vs. 2b-14a). David manda al pueblo que cumpla el requisito de los
gabaonitas. Y Dios fue propicio a la tierra después de esto (v. 14b).
Los versículos 15-22 describen la victoria que obtiene David sobre los filisteos.
A. David se cansa
En su lucha contra los filisteos, David se cansa y corre peligro de ser muerto por
un gigante filisteo (vs. 15-16).
David habla a Jehová las palabras de este cántico el día que Jehová le libra de la
mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl (v. 1; Sal. 18, título).
Este cántico, el cual es una conversación íntima de David con Dios, llegó a ser el
salmo 18 del libro de Salmos. El contenido de este salmo se incluye a
continuación.
1. Alaba a Dios
David agradece a Dios por haber oído su clamor y haberle rescatado de sus
problemas con Sus acciones maravillosas (vs. 7-20).
Los versículos 21-28 muestran que David pensaba que su justicia, perfección,
fidelidad, limpieza y pureza eran el motivo por el cual Dios lo había salvado, y
que la salvación que experimentó era una recompensa de parte de Dios.
4. Agradece a Dios por ser su lámpara
David también agradece a Dios por ser la lámpara que alumbra sus tinieblas (v.
29).
Estas son las palabras postreras de David hijo de Isaí (v. 1b).
El versículo 1c expresa que éstas son las palabras del varón que fue levantado en
alto, el ungido del Dios de Jacob, el dulce cantor de Israel.
David añade que el Dios y la Roca de Israel le había hablado (v. 3a).
David, un tipo de Cristo, era como la luz de la mañana, como el resplandor del
sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la
tierra (v. 4). Cuando Cristo gobierna con justicia y con el temor de Dios entre los
hombres, es como la luz de la mañana cuando sale el sol, como la lluvia que hace
brotar la hierba de la tierra.
En el versículo 5a, David dice que su casa es así para con Dios, pues Dios había
hecho un pacto eterno con él, ordenado en todas las cosas y seguro. Entonces
David pregunta: “¿no hará él florecer toda mi salvación y mi deseo?” (v. 5b).
David concluye diciendo que los impíos son como espinos arrancados y
quemados en su lugar (vs. 6-7).
El segundo grupo de tres valientes son los que sacaron agua del pozo de Belén
para David (vs. 13-23). Abisai, jefe de los tres y el más renombrado de los
treinta, llega a ser jefe, mas no iguala a los tres primeros (vs. 18-19). Benaía, que
era más renombrado que los treinta (aunque no iguala a los tres primeros), fue
puesto por David como jefe de su guardia (vs. 20-23).
Los versículos 24-39 enumeran los nombres de los treinta valientes, uno de los
cuales fue Urías, a quien David mató mediante una conspiración.
Joab desaprueba que se realizara el censo del pueblo y dice a David: “Añada
Jehová tu Dios al pueblo cien veces tanto como son, y que lo vea mi señor el rey;
mas ¿por qué se complace en esto mi señor el rey?” (2 S. 24:3).
Joab y los capitanes del ejército se vieron obligados a llevar a cabo el censo del
pueblo (vs. 4-9). El pueblo es censado en todo el país durante nueve meses y
veinte días. El número total de valientes que sacaban espada era 800,000 en
Israel y 500,000 en Judá.
En los versículos 11-14, el castigo de Dios viene por medio del profeta Gad, el
vidente de David. Dios le da tres opciones a David: siete años de hambre en la
tierra, tres meses huyendo delante de sus enemigos, o tres días de peste en la
tierra (v. 13). David, en grande angustia, escoge caer en mano de Jehová, porque
Sus compasiones eran grandes, mas no quiso caer en manos de hombres (v. 14).
Jehová envía una peste sobre Israel, y 70,000 personas mueren desde Dan hasta
Beerseba (v. 15).
H. Dios se arrepiente de aquel mal
y David confiesa su pecado
En los versículos 16-17, vemos que Dios se arrepiente de aquel mal, y que David
confiesa su pecado. Cuando el ángel extiende su mano sobre Jerusalén para
destruirla, Jehová se arrepiente de aquel mal y dice al ángel: “Basta ahora; detén
tu mano” (v. 16b). Cuando David ve al ángel que destruía al pueblo, él dice: “Yo
pequé, yo hice la maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se
vuelva contra mí, y contra la casa de mi padre” (v. 17).
David levanta un altar a Jehová para que cesara la mortandad del pueblo (vs.
18-25). David hace esto conforme al mandato que Dios había dado por medio
del profeta Gad (vs. 18-19). El altar es erigido sobre la era de Arauna jebuseo (vs.
20-24), y David sacrifica holocaustos y ofrendas de paz (v. 25a). Jehová oye la
súplica de la tierra (v. 25b), y cesa la plaga en Israel (v. 25c).
Por medio de David, un hombre conforme al corazón de Dios, Dios pudo traer la
era del reinado para establecer Su reino sobre la tierra, y así propiciar la primera
venida de Cristo. Pero, lamentable, David, en un momento crucial, cuando se
vio tentado por el maligno, no ejerció un control firme sobre sus apetitos
carnales, sino que se entregó a ellos y cometió un pecado grave que ofendió
sobremanera a Dios. Este se convirtió en el factor que lo llevó a perder once de
las doce partes que constituían el reino que Dios le había dado, el factor que
sembró la semilla de la corrupción de Salomón, lo cual redundó en la pérdida
del reino, y el factor que sembró la semilla de la corrupción de sus
descendientes, lo cual provocó que se perdiera la tierra santa y que el pueblo
santo fuese llevado en cautiverio y dispersado por todo el mundo hasta el día de
hoy.