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| ey ructore | Geologie, Hishri Beenie 4 Mor: folos OM © © Flmerite -enlra { ae BCNTGO Por. is iii een Ceabie| Ddeugo. lf ee ESTRUCTURA GEOLOGICA, | HISTORIA TECTONICA Y MORFOLOGIA DE AMERICA CENTRAL __ Inv, 32% POR ie GABRIEL DENGO 468 INSTITUTO CENTROAMERICANO DE INVESTIGACION Y TECNOLOGIA INDUSTRIAL (ICAITI) GUATEMALA r ond 1 p\ Im oo CENTRO REGIONAL DE AYUDA TECNICA i AGENCIA PARA EL DESARROLLO INTERNACIONAL (A.1.0,) MEXICO/BUENOS AIRES CONTENIDO \ INTRODUCCION Cartruco 1 CartruLo II: Carfreto TIT Propésito : Resefia de las investigaciones geolégicas en América Central Agradecimientos ESTRUCTURA GEOLOGICA REGIONAL Definicién de América Central Divisiones geolégicas Caracteristicas regionales del relieve Interpretacién de Ta estructura geolégica regional mediante Ia infor- macion geofisica Gravimetria ismologia Exploracin_ sismica Conclusiones HISTORIA TECTONICA DE AMERICA CENTRAL SEPTEN- TRIONAL Preambulo Evolucién Tecténica del Geosinclinal Paleozoico Problemas de correlacién de las rocas.paleozoicas Condiciones originales del Geosinclinal Paleozoic Deformacién tecténica durante el Paleozoico Medio Sedimentacién durante el Paleozoico Superior Orogénesis del Paleozoico Superior Eventos postorogénicos Evolucién Tecténica del Geosinclinal Mesozoico Fase inicial Fase orogénica Fase postorogénica Cuencas sedimentarias cenozoicas Correlacién con ciclos geotecténicos de México Zonas de afallamiento regional y serpentinitas Zonas de afallamiento Serpentinitas Voleanismo del Cenozoico y afallamiento postorogénico Actividad volcénica durante el Terciarlo Afallamiento postorogénico HISTORIA TECTONICA DE AMERICA CENTRAL MERIDIONAL Preémbulo Caracteres estructurales Fase prototecténi Condiciones iniciales Rocas del basamento Peridotita serpentinizada Sedimentacién durante el Cretécico Superior Fase_orogénica Eventos tecténicos Sedimentacién durante el Terciario Medio y Sup. Fase postorogénica Resumen de la actividad ignea ‘gina BScee oun a rr 12 2 B B B 4 14 15 15 16 IT 18 19 19 a 21 21 22 25 25 25 26 26 27 27 28 28 29 30 @ 6 Pagina Captruto IV: HISTORIA TECTONICA DE LA ZONA MARGINAL DEL PACIFICO 31 Preambulo u Cadena Volcanica Cuaternaria 31 Generalidades 31 Depresién de Nicaragua 32 Tipos de volcanes 3B Desarrollo de la Zona Marginal del Pacifico 33 Mecanismo de formacién 33 Fendmenos asociados con la formacién de la fosa 34 Cariruto. V: RELACIONES ENTRE AMERICA CENTRAL Y EL CARIBE 35 Preambulo 35 Fracturas del Pacifico y El Caribe 35 Problemas de interpretacion 35 Consecuencias del fracturamiento regional 37 Paleogeografia 37 Captruto VI: MORFOLOGIA 39 Consideraciones generales 39 Tierras de relieve montaioso 40 Sierras del norte de América Central 40 Sierras y mesetas volcdnicas al \. Sistema 'montafioso del sur de América Central 4l \ Cadena voleanica del Pacifico y depresion de Nicaragua 2 Tierras de relieve plano y colinas 2 Tierras bajas del Peién y peninsula de Yucatan 2 Planicie costera del. golfo de Mexico a2 Planicie costera del Caribe a Planicie costera del Pacifico B APENDICE A LA SEGUNDA EDICION 4 BIBLIOGRAFIA ad ILUSTRACIONES Pagina Fic. 1 Topografia y divisién politica de América Central BA 2. Informacion geofisica J distribucién de volcanes de América Central 8B 3, Relacién entre focos sismicos, Fosa Mesoamericana y zona de fallas 10A 4 Esquemas paleogeogrificos: Paleozoico-Mesozoico 1A 5 Esquemas paleogeogréficos: Mesozoico-Terciario 14a 6 Mapa geoldgico simplificado de América Central 16a 5 Seccién estructural generalizada a lo largo del Meridiano 89°IS'oeste —-16-B 8 Cuencas marinas del Terciario; América Central, septentrional 1BA 9 Zonas de fallas; parte media de América Central 1B 10 Elementos estructurales de América Central meridional 248 11 Cuencas de sedimentacién del Terciatio; América Central meridional 268 12 Seccién esquematica, parte sureste de Costa Rica 268 13. Esquema paleogeografico de América Central durante el Cretécico Superior 26€ 14 Seccién transversal esquematica; El Salvador 34A 15. Fracturas del Pacifico y El Caribe 36A 16 Unidades morfotecténicas de América Central 40-8 INTRODUCCION Propésito El relieve de América Central, como el de cualquiera otra regién que haya tenido una historia tect6nica activa durante las ultimas Epocas geolégicas, esta intimamente relacio- nado con Ia estructura y compostcién de las Tocas que constituyen su subsuclo, El pre- sente estudio persigue llegar a una descrip- cidn del relieve de América Central, partiendo primero del conocimiento actual sobre la es- tructura de la corteza terrestre de esta region, para resumir luego los eventos de su evolu- cin geolégica, con el objeto de poder final- mente establecer unidades morfotecténicas, es decir, éreas que presentan un relieve particu: lar como resultado de una estructura interna similar. El efecto del clima, como modelador final de la fisonomia de la regién, se men- ciona apenas brevemente, ya que ‘tal tema, por si mismo, deberia ser’ motivo de un estu- dio separado. En este estudio se reunen en un solo volu- men en espafiol, Jas ideas que el autor ha presentado anteriormente en otros trabajos, en su mayoria escritos en inglés. Se desea_con esto cumplir un compromiso moral adquirido con el que fuera Director del Instituto Geo- grafico de Costa Rica, Ing. Federico Gutiérrez Braun, cuyo reciente fallecimiento ha consti- tuido una gran pérdida en el campo de las ciencias de la tierra en América Central. Se han seguido las ideas presentadas en los tra- bajos intitulados Tectonic-Igneous Sequence in Costa Rica (Dengo, 1962a), Structural De- velopment of Northern Central America (Den- go and Bohnenberger, 1969), Geological Struc- ture of Ceniral America (Dengo, 1961) y Con. sideraciones sobre la Geografia Fisica de Cen- troamérica (Dengo, 1965). Al compilar en una sola obra la informacién contenida en esos estudios, se ha tratado, ademés, de correla. cionar Ia informacién geofisica con los aspec- tos de la tecténica regional, asi como de revi- sar algunos de los conceptos anteriormente expresados y de actualizar la informacién bi- Dliografica. En los trabajos anteriores, asi como en éste, se han perseguido varios objetivos: por una parte, el autor ha deseado ordenar sus ideas Tespecto a la geologia de América Central, ba- séndose tanto en el conocimiento directo de la regidn, como en el andlisis cuidadoso de la Uteratura, En este sentido hay un factor que es practicamente intangible: el conocimiento adquirido respecto a muchos aspectos y pro- blemas que ha resultado de numerosas ‘dis- cusiones ‘con un grupo numeroso de colegas que, a través de muchos afios, han compartido inguietudes comunes. Por otro lado, se ha tratado de mencionar, sobre cada uno de los t6picos discutidos, la literatura pertinente, en forma que permita a las personas interesadas en aspectos especificos orientarse mas expedi- tamente en las fuentes de informacion detalla- da. Como objetivo final, tal vez el de mayor consecuencia, se puntualizan problemas exis- tentes que deberfan ser estudiados individual- mente, tratando asi de contribuir a una mejor orientacién de futuras investigaciones. Cabe aclarar que las sintesis de geologia regional, como la del presente estudio, no son simples trabaios de recoleccién de datos de otras fuentes de informacién, sino que Henan el cometido de resumir el conocimiento adqui- ido hasta cierta fecha, y de interpretario a la Juz de las ideas geoldgicas de la época, Las ciencias geoldgicas, por ser en gran parte de- ductivas, estan en constante evolucién. Es por esto que el mismo conjunto de informacion basica puede ser sometido a diferentes inter- pretaciones. El continuo esfuerzo de llegar a conclusiones generales, partiendo de datos ais- lados y de una serie de incognitas, es uno de tos factores que estimula el progreso de la geo- logia. Resefia de las investigaciones goolégicas en América Central La geologia de América Central puede con- siderarse que empezd a ser conocida desde los tiempos precolombinos, pues, si bien no hay datos estritos en los cédices y otros do- cumentos referentes a ese tiempo, es evidente que el aprovechamiento del oro, principal- mente en Panama y Costa Rica, ‘del jade a través de casi toda la regidn, de diferentes ti- pos de roca para la elaboracion de figuras eligiosas y de monumentos, as{ como el uso de la obsidiana en la fabricacion de cuchillos y puntas de flecha, indica que los aborigenes ienian un ampli conocimiento sobre los ma- teriales que su tierra les podia proporcionar. Indudablemente, los chorotegas sablan que es mas facil laborar una escoria volednica que un basalto denso y los escultores mayas cono- cian las diferencias fisicas que presentan las ignimbritas de Copan, en contraste con las calizas del Petén. De igual manera, los fend- menos volcdnicos frecuentes en gran parte de Ia regién han sido motivo de adoracién, miedo y supersticiones desde entonces hasta hoy dia. Los espanoles, durante la Conquista, amp ron estos conocimientos mediante Ia busque- da incesante de minerales, principalmente me- tales nobles, debiéndose ‘a ellos el descub: miento de numerosos depésitos, algunos de Jos cuales aun se explotan. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XIX cuando otro tipo de conquistador, el naturalista en busca de conquistar lo desconocido, Hegé al suelo cen- troamericano, siguiendo los pasos de Hum- boldt en Sur y Norteamérica. Con ellos se iniciaron las primeras investigaciones cienti- ficas, aun cuando las ciencias geolégicas en ese tiempo se encontraban en proceso de ges- tacién. Y asi legaron a América Central naturalis- tas de la categoria del danés Oersted (1852), los alemanes Moritz Wagner y C. Scherzer (1856) y von Seebach (1865-1892). Vale citar también, dentro de esta época, los relatos geo- graficos; que incluyen numerosas descripcio- nes geolégicas y mineras hechas por el cénsul horteamericano en Honduras, EC, Squier, et- tre los afios 1847 y 1869, de las cuales se citan agul dos de las ms importantes (Squier, 1851- La parte norte de América Central, segin como se definird el término més adelante, se extiende sobre territorio mexicano hasta el Istmo de Tehuantepec. Las primeras observa- ciones geolégicas de esta area, segin Maldo- nado-Koerdell (1958), fueron hechas por don Andrés, Manuel del Rio, profesor de la Es- cuela de Minas de México, y fueron publica- das en 1844 en un informe relativo a las posi bilidades de un canal a través del istmo. 2 La parte sur de América Central, es decir, Panamé y el érea de Atrato en Colombia, fue objeto de descripcién geografica por parte de Agustin Codazzi, y algunos datos geolégicos fueron incorporados al Mapa Geoldgico de la Gran Colombia, por H. Karsten, publicado en Viena, en 1856. Mas avanzado el siglo XIX, las investigacio- nes geoldgicas adquieren mayor importancia; las principales fueron Jas realizadas por los gedlogos franceses Dollfus y Mont-Serrat en El Salvador y Guatemala en i866 (publicadas en 1868), las del norteamericano William Gabb en Costa Rica en 1873 y 1874 (véase Gabb, 1874 y 1895), los trabajos sobre Nicaragua por los_ingleses’ Crawford (1890-1893) y Belt (1874), asi como los estudios de los profesores norteamericanos Hill (1898) sobre Panama y Costa Rica, y Hayes (1899) sobre la parte sur de Nicaragua, y los del aleman Fritzgirtner (1888-1889) en Honduras. Culminan las inves- tigaciones en este siglo con los primeros tra- bajos sobre geologia centroamericana del sa- bio aleman Karl Sapper, a quien con todo mérito se le conoce come el padre de la geo- Jogia de América Central. Sus investigaciones se extienden a lo largo de todo el istmo y sus cuidadosas observaciones son atin hoy dia ob- jeto de admiracion de quienes han recorrido de nuevo algunas de las innumerables veredas que aquel incansable investigador sigui6. Mas detalles sobre la historia de la. exploracion geolégica de América Central se encuentran en las obras de Gonzalez (1921), Schuchert (1935), Woodring (1957) y, particularmente, en la de Maldonado-Koerdeil (1958). Conjuntamente con el interés que despert6 la América Central por su geologia durante la iltima parte del siglo XIX y principios del siglo XX, se desarrolla una actividad de in- vestigacién similar en el Caribe. Los nuevos co- nocimientos geolégicos adquiridos atraen la atencién de los investigadores en cuanto al problema de las relaciones geolégicas entre Jas dos grandes masas continentales de Norte y Sur América, tema ya tocado inicialmente por Humboldt.’ Este problema es tratado por Suess (1888) en su obra clisica sobre La Faz de 1a Tierra, pudiendo aseverarse que su tra- bajo es el primero que trata de presentar un panorama completo de la geologia de América Central, aunque diluido en el contexto de una obra de caracter mundial, Puede considerarse, sin embargo, que la primera obra dedicada @ la geologia regional del Caribe fue la de Ro bert T. Hill, cuyos estudios entre 1894 y 1905 incluyeron fa parte sur de América Central, Cuba, Puerto Rico, Jamaica y las Antillas Me- ores. Otra de las’ primeras sintesis sobre las relaciones geolégicas de la regién del Caribe, y parte de América Central, es la de Vaughan (4918), quien también habia realizado nume- rosos trabajos sobre estratigrafia del Caribe y particularmente del érea del Canal de Pana- ina. Este trabajo es seguido diez afos més tarde por otra obra clasica sobre Ja tecténica del Caribe y América Central intitulada Teo- tonic Features of the Caribbean Region, por W. P. Woodring (1928). En 1935, es publicada la magistral obra de C. Schuchert, Historical Geology of the Antil- lean Caribbean Region, en la cual resume préc- ticamene toda Ia literatura geol6gica existen- te sobre Ia regién, Su obra presenta uno de Jos mayores pasos hacia una explicacién armé- nica de Ia historia teciénica de la regién, a pesar de que Schuchert tenia poco conoci- Tiento directo del érea_centroamericana. ‘Aproximadamente, en la misma fecha se pu- blican otras dos interpretaciones sobre la his- toria geolégica y la tecténica de América Cen- tral por Rutten (1935) y por Sonder (1936), Tas cuales son seguidas por otra obra funda- mental sobre la geologia centroamericana, Mittelamerika, por K. Sapper (1937). En este libro, Sapper ‘resume el conocimiento adqui- rido sobre el terreno durante numerosos anos de trabajo sistematico. Esta obra aun sigue siendo una de las mayores contribuiciones que se han hecho al conocimiento geol6gico de la regidn, y deberia considerarse como Ja culmi- nacién de una época de investigaciones carac- terizada por estudios de reconocimiento geo- Iogico general y por pocos estudios detallados. Durante esta época se asentaron las bases para os estudios modernos, més detallados y rea- lizados con las facilidades de mejores vias de comunicacién, mejores medios de transporte, mapas topograficos adecuados, fotografias x agreas y métodos geofisicos de exploracion mucho més avanzados. Durante la época de investigaciones contem- pordneas, es decir, a partir de 1937, se han €fectuado numerosas investigaciones’ detalla- das a las cuales se hace referencia en el texto de este estudio, incluyendo varias que estan en preparacion y cuyos resultados finales auin no han sido publicados, Asimismo, se han pu- blicado otras sintesis de Ia geologia regional de oda el area o de parte de ella y varios es tudios regionales sobre aspectos especificos. Entre las sintesis regionales pueden citarse los trabajos de Stille (1940), Eardley (1951-1954), Woodring (1954), Lloyd (1963), Vinson Brineman (1963),’Moody (en prensa), y Mal Honado Koetdell (1968), asi como los’ del au. tor de este estudio, antes mencionados. Como estudios de aspectos especificos se encuentran os de Roberts e Irving (1957) sobre yacimien- tos minerales, y Gonzalez Reyna (1956), quien, al describir los yacimentos minerales de Mé- xico, cubre gran parte de la region que aqué se trata como América Central; la Bibliogra- fia Geoldgica y Paleontoldgica de América Central por Maldonado-Koerdell (1958), y el volumen sobre América Central del Lexique Stratigraphique International, por Hofistetter et al (1960). Ademas, deben incluirse en este grupo’ los estudios realizados por Howel Williams y cus asociados, en particular A. R MeBiney, sobre la geologia volednica de la re- gion (Williams, 1952 a 1964). Finalmente, debe hacerse mencién por separado de la obta Die Geologie Mittelamerikas, por Weyl (1961a), en la cual se presenta una compilacién de la geologia de la regidn en sus diferentes aspec- fos, y que, paralelamente a la obra de Sapper de 1937, 28 una de las referencias de consulta principales sobre América Central. Agradecimientos Varias personas han contribuido directa 0 indirectamente en la preparacién de este tra. bajo: el Ing. Otto H. Bohnenberger y el Ing. Enrique Levy, del Instituto Centroamericano de Investigacion y Tecnologia Industrial (ICAITI) y el Dr. Samuel S. Bonis, del Insti- tuto Geografico Nacional de Guatemala, cola- boraron extensamente durante la ejecucién del “estudio; el Dr. Arthur A. Meyerhoff, Gerente de Publicaciones de la American Association of Petroleum Geologists, el Dr. Robert Hoff- ~stetter, del Institut de Paléontologie, del Mu- seo de Historia Natural de Francia, el Dr. César Déndoli, Director de Geologia, Minas y Petréleo del Gobierno de Costa Rica, el Dr. Zoltan de Cserna, del Instituto de Geologia de Ja Universidad Nacional Auténoma de México y el Ing. Gregorio Escalante, de la compania ‘Texaco Caribbean Ine,, que revisaron el texto completo y ofrecieron numerosas ideas para mejorarlo, El Profesor Salvador Umafa, de la Universidad de Costa Rica, hizo una revision Feneral de la redaccion y estilo. Fl autor desea vacer piiblico su agradecimiento a todas es- tas personas por su desinteresada colabora. cidn. También desea hacer patente su agrade. cimiento al Director del ICAITI, Dr. Manuel Noriega Morales, por el apoyo récibido tanto de su parte como por la colaboracién pres- tada por otros miembros del Instituto, parti- cularmente el Sr. Carlos Munguia, quien dic buje las ilustraciones, y la Sra. Ana 1. Solor zano, quien tuvo a su’ cargo el irabajo de me. canografia. Se desea dejar constancia de la colabora- cién recibida por parte de la Oficina Regional para Centroamérica y Panama (Regional Office Central America and Panama Atfairs), de la Agencia para el Desarrollo Internacional (A. 1, D.), del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, para lograr esta publicacién. CAPITULO I ESTRUCTURA GEOLOGICA REGIONAL Defini En este estudio se considera que América Central queda definida por su geografia fisica como el area terrestre y de plataforma conti- ental que se extiende desde el Istmo de Te- huantepec, en México, hacia el este y sureste, hasta las tierras bajas de Atrato en Colombia. Es necesario aclarar algunas otras acepciones de este término y otro similar, el de Centro- américa. Recientemente, en la V Semana Car- tografica de América Central, celebrada en San José de Costa Rica, en. junio de 1965, se aprobé la recomendacién de gue el. término América Central se use para la regién com- prendida por las areas de las republicas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panama. Dicha detinicién, de ca- En lo que se refiere a la estructura geolé- gica regional, América Central presenta dos partes 0 provincias diferentes, una Septentrio- nal y otra Meridional, que son el resultado de historias también ‘diferentes. Ambas, sin embargo, presentan una zona de historia’ geo- Iégica comin, mas joven, paralela a la costa del Océano Pacifico, razén por la cual se dis- cute por separado. Estas divisiones han sido reconocidas por casi todos los investigadores de la geologia regional del area; por ejemplo, Vaughan (1918), Woodring (1928), Schuchert (1935) y Sapper (1937), asi como por autores de publicaciones mas recientes. América Central Septentrional, en lo que concierne a su estructura e historia geolégica, es parte del continente norteamericano. Algue nos autores, por ejemplo, King (1962, pag. 584), consideran que el limite estructural de Norteamérica se puede situar en la parte cen- tral de Nicaragua y a lo largo del declive conti nental del lado sur del Banco de Nicaragua (Fig. 1), Este mismo limite separa las partes septentrional y meridional de América Central, y_se evidencia mejor tomando como base la distribucién de las rocas anteriores al volcanis- in de América Central racter_geogréfico-politico, fue aprobada por la VIII Asamblea del Instituto Panamericano de Geografia ¢ Historia, reunido en Guatema- Jaen julio y agosto de 1965 y, por lo tanto, es la que debe ser usada al refertrse al area po. litica. Por otra parte, el término Centroamé rica ain se usa con un significado historico- politico para designar el territorio ocupado por las repiiblicas mencionadas, con excepein de Panamé, las que en una época formaron una sola unidad politica. _La posicion geografica, las divisiones poli- ticas y los principales rasgos de la topogra- fia terrestre y submarina de América Central se muestran en la figura 1 jones geoldgicas mo del Terciario Superior. Este voleanismo fue comin a ambas reas y sus productos cubren en gran parte el registro geolégico pre- existente, pero atin asi es posible reconocer las caracteristicas que las diferencian. América Central Meridional abarca desde la porcién sur de Nicaragua, aproximadamente, a la latitud del paralelo 12° 30° N, hasta las tierras bajas de Atrato en Colombia, inclu- yendo la totalidad de los territorios de Costa Rica y Panamé. Como unidad geoldgica tiene afinidades principalmente con el Caribe y el Pacifico, asi como con la porcion norocciden- tal de Colombia. Algunos autores consideran que geolgicamente esta area pertenece al Océano Pacifico, (Dengo, 1967; ‘Weyl, 1965; King, 1962, pag. 584). Es interesante hacer notar que tal punto de vista existia desde la publicacién de la obra de Suess (1888). En este capitulo se ha puesto el énfasis en los aspectos regionales dela estructura geolo- gica, los detalles tectonicos locales son men- Cionados tanto al discutir la historia de cada rea, como al presentar las bases para la cla- sificacién de unidades:morfotectdnicas. Caracteristicas regionales del r Con el objeto de poder relacionar mejor la estructura geolégica con Jos accidentes topo- aralicos, és necesaro hacer un breve recuenip le los principales aspectos del relieve de Amé- Tica Central, tal como se muestran en la fi- gura 1. En el capftulo final se enfoca de nuevo Ja morfologia de la regién, mostrando cémo cada unidad ha resultado de un proceso evo- lutivo durante la historia tecténica. El rasgo terrestre més prominente es el area de tierras altas, de elevaciones superidres a Jos 1,000'm y que en algunos picos sobrepa- sa los 4,000, Estas tierras altas ocupan una area prominente en la parte norte-central de la region, desde Chiapas, en México, a tra- Vés de Guatemala y Honduras, hasta la por Gién norte de Nicaragua. Hacla el norte de esta drea se encuentra una zona extensa de montaiias de menor elevacién y de_ticrras bajas que cubre la Peninsula de Yucatan, con- timia bajo el mar en el Banco de Campeche y termina abruptamente en la Escarpa de Cam- peche, dentro del Golfo de México. Esta zona Go ticrras bajas esta también limitada por otro escarpado submarino hacia el este, que a separa de la Cuenca Marina de Yucatan, cuya profundidad supera los 4,000 m. Hacia el sur y el este de las tierras alias se encuentra una area extensa, de cimas meno- Fes, pero de topografia abrupta que compren- de una gran parte de los territorios de Hon- duras y Nicaragua, y que contintia hacia el esie por una planicie costera y luego por un banco submarino de gran extensién, llamado Banco de Nicaragua (0 de Mosquito), que le- ga casi hasta Jamaica, y cuya profundidad es inferior a Jos 1,000 m. En América Central Meridional, otra promi- nencia tapografica terestre Ia constituyen las tierras de la parte central de Costa Rica y occidental de Panamé, con alturas superiores 2 los 1,000 m que alcanzan hasta 3.80 m. Ha- ve cia el este de ellas se extiende la parte més angosta del istmo centroamericano, formada por unas sierras y colinas de menor altura y Valles bajos, y que ocupa la mayor parte del territorio panamefio hasta la parte norocci- dental de Colombia. Esta parte de América Central, que une los continentes de Norte y Sudamérica, esta limitada por su lado norte por una parte profunda de] Mar Caribe, la Cuenca Marina de Colombia (con profundida- des mayores de 3,000 m), la que, a su vez, se- para cl Banco de Nicaragua y el Continente Sudamericano. Por el lado sur y suroeste 1 mita con el Promontorio del Coco del Ocedno Pacifico con profundidades inferiores a los 2,000 m. La topografia submarina en las dreas ale- dafias a América Central muestra dos fosas prominentes cuya historia tecténica esta inti- mamente relacionada con algunos de los as- pectos terrestres. La Fosa de Bartlett, o de Cayman, en el Caribe, alcanza profundidades mayores de 6,000 m, y limita el Banco de Ni- caragua en su flanco norte, separandolo del Promontorio de Cayman, que a su vez cons- tituye el limite meridional de la Cuenca Ma- rina de Yucatan, En el Océano Pacifico, la Fosa o Trinchera Mesoamericana (también co- nocida como Fosa de Acapulco y de Guate- mala), se extiende paralelamenté a la costa del Pacific de México y América Central, des- de las Islas Tres Marfas hasta la Peninsula de Nicoya. Su maxima profundidad, de poco mas de 6,600 m, se encuentra a la’ altura de la frontera Guatemala México, frente a la mayor elevacion de América Central, sobre 4,000 m, (Volcanes Tajumuleo y Tacand). En tierra fi me, paralela a la Fosa Mesoamericana, se en- cuentra la hilera de volcanes del Cuaternario, varios de los cuales estén activos (Fig. 2). Mar adentro, al otro lado de la Fosa, existe la Cuenca Marina de Guatemala, con profundi- dades poco superiores a los 3,000 m. Interpretacién de la estructura geolégica regional mediante la informacién geofi La estructura geolégica regional de América Central puede ser mejor interpretada hoy dia, gracias 2 la informacion geofisica reciente frente obtenida por diversas instituciones, tanto en ticrra como en el mar. Actualmente, existe informacién gravimétrica valiosa sobre ‘América Central, obtenida mediante pacientes observaciones efectuadas conjuntamente por las institueiones cartograficas de los paises del rea, el Instituto Panamericano de Geo- grafia ¢ Historia, el Servicio Geodésico Inter americano y la Universidad Nacional Auténo- ma de México. Las anomalias gravimétricas Bouguer, so- bre la tierra firme (Woolard y Monges’ Cal- dera, 1956; Monges Caldera er al, 1962), co- rresponden con los aspects topogrificos principales anteriormente descritos, es de- Gir, las mayores anomalias negativas con- cuerdan con las reas de tierras altas (Fig 2). Dichas anomalias ofrecen también una = - indieacién de los principales elementos de Ia estructura geologica. La minima gravi- métrica en Guatemala occidental (—100 a "150 mgal) corresponde a una drea de basa- mento granitico cercano a la superficie que aflora en algunos puntos. Bl area mis grande que circunda esta anomalfa, definida por la Tinea de —50 mgal, y que se extiende desde Chiapas a la parte ‘central de Honduras y norte de Nicaragua, posiblemente indica la extensién del basamento granitico, Asimismo, la anomalia gravimétrica negativa (—50 mgal) en el sureste de Costa Rica, concuerda con el area de intrusiones granodioriticas del Ter- ciario de la Cordillera de Talamanca. Ambas anomalias negativas deben también correspon- der con partes mas gruesas de la corteza te- rresire, si se toma en cuenta que existe una relacién directa entre Ja elevacion superficial, las anomalias Bouguer y el espesor cortical, como lo ha demostrado Woollard (1959). Las mayores anomalias positivas Bouguer (superiores a + 100 mgal) se encuentran en América Central Me: aay concuerdan con areas como las peninsulas de Nicoya y Azue- To, cuyo basamento esté formado por basalto y otras rocas basicas. Tal relacién habia sido notada anteriormente en Panama, con base a las medidas gravimétricas sobre los aflora- mientos del Complejo Basal al este del Lago Gatun (Jones, 1960, pag. 918). En la Peninsula de Yucatan, por otra parte, in Woolard, Monges Caldera, et al (1956, pag. 82) la fuerte gradiente de anomalia po- iva que caracteriza su mitad oriental “pa- rece concordar en su distribucién con las ano- malias de la gravedad observadas en el occi- dente de Cuba, sugiriendo una relacién tect6- nica entre ambas dreas. También la distribu- cidn y los valores de las anomalias indican un adelgazamiento cortical en la parte oriental de Yucatan”. La Cadena Volednica del Cuaternario no presenta ninguna relacién aparente con las anomalias Bouguer en terra firme. Su mayor parte, desde ef sureste de Guatemala hasta Gosta’ Rica, queda sobre una area de anoma- Tias un poco superiores 0 inferiores a 0 mgal. Es de esperarse que estudios mas detallados leguen a establecer una relacién més directa, como ocurre en otras zonas_ volednicas (Decker, 1965), principalmente con zonas de anomalias isostaticas negativas costa afuera, paralelas a la Cadena Voledinica. La informacién gravimétrica marina obteni- da por investigadores holandeses (Vening Meinesz, 1960) sobre e] Promontorio del Coco, no muestra anomalias de importancia, Sin embargo, en el Caribe se determiné una ano- malia isostatica negativa bastante alta (—58 mgal) al norte de Colén, Panamé. Investiga- ciones recientes efectuadas por el personal del Lamont Geological Observatory (Talwani, 1965), indican que tal anomalia corresponde a una franja negativa paralela a América Cen- tral Meridional. Sobre la Fosa de Bartlett se han medido anomalias isostéticas positivas (Fisher and Hess, 1963). El autor no tiene conocimiento de informa cién gravimétrica a todo lo largo de la Fosa Mesoamericana, pero algunos de los datos a Jados indican la presencia de una zona isosta- tica negativa (Vening Meinesz, 1948) similar ala de otras fosas del Océano Pacifico. Sismologia En lo referente a informacién sismica, se cuenta con datos de dos tipos para algunas partes de la regiGn: los derivados de los sis- amos naturales, (Gutenberg, y Richter, 1954; Schulz, 1963; Figueroa, 1963) y los objenidos en el mar por métodos artificiales de refrac cion (Worzel y Shurbet, 1965; Ewing, Antoine Ewing, 1960; Shor y Fisher, 1961). Ademds, los perfiles sismicos’continuos obtenidos re- cientemente por investigadores del Lamont Geological Observatory (Ewing, Talwani y Ewing, 1965) en el Caribe occidental, y los dae tos de refraccion en las costas del Pacifico de Costa Rica y Nicaragua medidos por personal de la Scripps, Institution of Oceanography, fortaleceran el conocimiento geofisico de Ja egidn, Esta informacion aun no ha sido pur jicada. Los epicentros de los temblores de tierra tue se indican en la figura 2 han sido tomados e‘ios estudios de Schulz y Figueroa antes ci tados. La mayoria estan localizados a lo largo de la costa del Pacifico, tanto sobre la Fose Mesoamericana y Ja plataforma continental como tierra adentro. Otro grupo menor sigue esencialmente la Fosa de Bartlett en el Caribe. Los temblores del lado del Pacifico pueden agruparse, de acuerdo con las profundidades de sus focos, en tres categorias: 1) temblores de focos someros asociados con fallas activas en Ja parte terrestre del ‘rea, particularmente con el graben conocido como Depresisin de Ni- caragua, descrito mas adelante; 2) focos sis- micos de poca profundidad, variable entre 30 ¥.70 km, que coinciden principalmente con el mite de la platalorma continental o con la Fosa Mesoamericana; y 3) temblores con fo- cos de profundidad’ intermedia, entre 70 y 120 km, alineados a la fosa submarina, pero bajo la'tierra firme. Los temblores de focos profundos e_ intermedios, segin Benioff (i954), se originan en una zona de afallae iiento de gran magnitud que se inclina del Océano Pacifico hacia el continente. La figura 3 muestra esquemAticamente dichas relacio- nes, Hasta la fecha, no se han registrado en a a region temblores con focos profundos (de mas de 300 km de profundidad) como los que ocurren a lo largo de Ja masa continen- tal de Sudamérica. En el area de América Central Meridional tampoco se han registrado sismos de focos intermedios. Los temblores que se originan en esta parte de la region presentan, ademas, caracteristicas que indi- can un basamento’ menos rigido que los del area septentrional (comunicacién verbal de Schulz). Exploracién sismica La informacién sismica obtenida artificial. mente por diversas instituciones de investiga: cidn oceanogréfica en las dreas periféricas de América Central arroja los siguientes datos: 1) Una seccién normal a Ja Fosa Mesoame- ricana, frente a la costa de Guatemala (Fisher, 1961; Shor and Fisher, 1961) indica que el es: pesor de la corteza terrestre es de 9 km mar afuera, 16 km bajo la Fosa Mesoamericana, y 17 km bajo Ja plataforma continental. En otras palabras, Ja corteza presenta un engro- samiento notable del mar hacia la tierra. 2) Una seccién investigada del lado’ del Golfo de México sobre el Banco de Campeche (Worzel and Shurbet, 1955), muestra que la corteza es de 17 km. de espesor hacia el norte de la Escarpa de Campeche, de 18 a 25 km desde el borde de la plataforma continental hasta Ja linea de la costa, y que aumenta tie- rra adentro bajo la Peninstila de Yucatén. 3) Una seccion estructural investigada sfs- micamente a través del Caribe occidental (Ewing, Antoine and Ewing, 1960), indica que la ‘corteza bajo el Promontorio ‘de Cay- 10 man tiene 10 km de grueso, bajo la Fosa d Bartlett mide 62.8 km, alcanga mée de 30 kim en el area del Banco de Nicaragua, 9 13 2°18 kmen la Cuenca Marina de Colombia. Conelusiones La informacién geofisica anteriormente re- sumida permite obtener ciertas conclusiones referentes a la naturaleza de la corteza terres- tre en diferentes partes de América Central, asi como en las reas marinas vecinas. Amé. rica Central Septentrional, incluyendo como parte integrante el Banco de Nicaragua, esta soportada por una corteza de tipo continental. La historia geolégica de dicha drea deserita més adelante, corrobora esta aseveracién, ya que muestra ‘Ja existencia de un basamento compuesto por rocas cristalinas (metamorfi- cas e igneas), originado durante principios © a mediados’de Ia Era Paleozoica. América Central Meridional, por otra part una corteza de espesor intermedi del Caribe, similar a la de la Cuenca Marina de Colombia, y una corteza mas delgada, pro- bablemente de tipo ocednico, del lado del Par ico, La historia geoldgica de esta area corro. bora iambién esta conclusién, ya que muestra que, su basamento esta compuesio por rocas le composicion basica, de tipo ocednico, per teneciente a la Era Mesozoica (Dengo, 1962b; Weyl, 1966a). En conclusién, se puede aseverar que la i terpretacién de los datos geofisicos, en_t minos geoldgicos, a su vez da mayor énfasis a la separacién de dos areas 0 provincias prin- cipales en que se ha dividido la region. oun 1 MAR | carpe eo — a MEXICO Wa eral ge Nicaracua OCEANS costa ? a & | c i NEA BS DLE eoLomera AUS ERIS 0S AMERICA CENTRAL IE eee T ops b Cie eA EY 1 I NOTA : datos segin Benioff (1954) y Schulz (1963) © posicion de algunos focos sfsmicos FIG. 3 RELACION ENTRE FOCOS SISMICOS, FOSA MESOAMERICANA Y ZONA DE FALLAS CAPITULO II HISTORIA TECTONICA DE AMERICA CENTRAL SEPTENTRIONAL Preémbulo Se ha preferido usar el titulo de historia tec- tonica y no el de historia geologica, porque la descripcién se basa principalmente en los diferentes eventos que intervinieron en la for. macién de la arquitectura actual de la regién, Si se tratara de la historia geolégica en gene. ral, deberian enfocarse otros aspectos que aqui apenas si se tocan, tales como paleogeo- gralia, distribucién de facies durante diversas épocas, climas pasados, etc. E] desarrollo estructural de América Cen- tral ‘septentrional ha sido discutido reciente mente por Dengo y Bohnenberger (1969). Este - capitulo se cife esencialmente a dicha presen- tacién; en unas partes casi textualmente y, en otras, con algunas variantes, Schuchert (1935) us6 el término de América Central Nuclear para designar “las tierras de montafias_ antiguas afalladas y plegadas de Chiapas, Guatemala, Honduras, El Salvador y gran parte de Nicaragua", y considero como antepais de esas moniafias el rea de los es. tados mexicanos de Tabasco, Campeche y Yu- gatan. Stille (1940) usé la designacién de “Sapperland”, esencialmente como sinénimo de América Central Nuclear. Ambos términos han sido empleados repetidas veces en la lite: ratura geolégica reciente. La historia geologica y tectonica de América Central Septentrional la han discutido varios autores mencionados ya en la introduccién, en particular Vinson y Brinemann (1963). Aig nos aspectos especificos de la tecténica e his- toria de ciertas partes han sido tratados te- cientemente por McBirney (1963) en lo refe- rente a la Cordillera de Guatemala; Butterlin y Bonet (1963) en cuanto a la paleogeografia de Ia Peninsula de Yucatan; Mills er al (1967) sobre Honduras; Guaman y de Csemna (1963) sobre la parte mexicana de América Central, ¥ Dixon (1956) sobre los Montes Mayas en Belice. Ios tGrminos geblopicos, de origen inglés se han usado respetando Ia ortografia del nombre original BI uso de’ mayusculas en terminos estfatigrdicos se cite principalmente al Congo ae Nemmenierars En cuanto al conocimiento estratigrafico del area, que constituye la base sobre la cual se uede reconstruir la historia geoldgica, las Fuentes de informacién son numerosas, pero aunque es imposible citarlas todas, sf es nece- sario mencionar al menos las de mayor im- portancia, Antes de 1958, las compilaciones estratigraficas principales fueron las de Cooke, Gardner y Woodring (1943), Imlay (1944a y 1944b) y el resumen presentado por Roberts e Irving (1957). El conocimiento estratigrafico del rea hasta 1958 fue presentado en forma de Iéxico or Hoflstetter et al (1960). Después de este Féxico han aparecido varios trabsjos. con ‘ime portantes contribuciones estratigraticas, entre Jos que se enumeran los siguientes: Chubb (1959), Walper (1960), Vinson (1962), Ross (1962), Hirschman (1962), Lattimore (1962), McBirney (1963), Richards (1963), Butterlin y Bonet (1963), Bermmidez (1963), Salas y Lé- pez Ramos (1951), Burkart (1965), Bohnen- berger (1966a), Crane (1965), Clemons (1966), Bonis (1966b),'Mills et al (1967). Ademés, hay algunos en preparacién, como los de Bosc, Blount, Bohnenberger y Anderson. Geoldgicameile, América Central Septentrio- nal esta formada por un basamento de rocas metamérficas de la Era Paleozoica sobre el cual yacen rocas sedimentarias del Paleozoico Superior (Pennsylvanico y Pérmico)! a lo lar- go de una franja angosta. Es posible que den- tro de las rocas metamérficas existan algunas del Precémbrico, pero esto atin no ha sido comprobado. Las rocas paleozoicas estan cu Diertas en grandes extensiones por sedimentos mesozoicos, principalmente por rocas carbo- néticas del’ Cretécico. En areas menos exten- sas se encuentran rocas sedimentarias del Ter- ciario. Rocas intrusivas de diversos tipos y edades aparecen en varias partes del area, asi como rocas volcdnicas del Terciario y el Cua- ternario. stra tigréfica, version en castellano, preparada por la Comision Americana de Nomenelatura Estratigrafica, Eats torial Stylo, Mexico 28 pags. 1961. 1" ¢ Estructuralmente, América Central Septen- trional ha sido clasificada de diversos modos, pero sobre las mismas bases. Una clasificacién. Simple y que se ajusta a los propésitos de descripcidn de la historia tectonica fue la em- pleada por Schuchert, quien dividié el 4rea en Gos grandes partes: una franja de cadena de montafias afalladas y plegadas (América Cen- tral Nuclear) y un’ antepafs hacia el norte. @ Légico es suponer que dichas partes pueden subdividirse como Jo han hecho otros autores (Lloyd y Dengo, 1960; Alvarez, 1961; Vinson ¥ Brinemann, 1963; Atwater, "1959; "Murray, 1961), y como se hace mas adelante en este estudio. En las siguientes paginas se resume la his- toria de la region, y s& destacan Jos aspectos salientes de su evolucién tecténica. Evolucién tecténica del Geosinclinal Paleozoico Problemas de correlacién de las rocas paleozoicas Meyerhoff (1966) se ha referido al Ortogeo- sinclinal Paleozoico de América Central, Sep- tentrional, e indica que esta representado ac- tualmente por Jas rocas metamérficas y sedi mentarias paleozaicas que se extienden desde fl sureste de México (Chiapas), a través de Guatemala, Honduras y Nicaragua, y que po- siblemente continiian bajo el Caribe, tanto en el Promontorio de Cayman como en el Banco Ge Nicaragua, Con el objeto de poder especu- lar sobre las condiciones originales de, este geosinclinal, se presenta primero una breve Gescripcisn’de las rocas paleozoicas. \.Las rocas sedimentarias mas antiguas, de América Central cuya edad ha sido posible establecer por medio de fdsiles pertenecen al Periodo. Pennsylvanico, Algunos autores han postulado una edad dei Mississippico (Maldo- RadoKoerdell, 1954, pig. 126; Eardley, 1954 pag. 715), pero sin poder apoyar tal suposi Ban con datos paleontolégicos. Bajo estas ro- cas sedimentarias y separadas por una dis- Cordancia, se encuentran una o varias series de, rocas tmetamérficas que han sido clasificar das en cuanto a edad como del Precambrico y como del Paleozoico Inferior. Actualmente, prevalece la opinin de que son paleozoicas. Bu distribucion geografica detallada puede apreciarse en los mapas geologicos de Améri- ca Central (Roberts © Irving, 1957) y de Mé- xico (Salas et al, 1960). Para poder establecer Jas condiciones origi- nales de sedimentacion de las rocas prepenn- sylvanicas es necesario resolver una serie de problemas relativos a su edad y correlacién Estratigrafica. Hasta la fecha estas rocas se han estudiado en detalle Gnicamente en una rea pequefia en el departamento de Baja Ve- rapaz, en la parte central de Guatemala (McBirney, 1963) y en menor detalle en los Montes Maya de Belice (Dixon, 1956) y en el norte de Nicaragua (Engels, 1965). McBirney (1963, pag. 221) denominé Serie Chuacis a una secuencia estratigrafica de es- quistos biotiticogranatiferos y de gneisses, wz con intercalaciones de anfibolitas y mérmoles. J, en menor grado, gneisses estaurolitico-ciant Yeos, Estas son las rocas metasedimentarias que han alcanzado un grado mayor de meta- jhorfismo en toda la regidn, Rocas de un’gra- do de metamorfismo similar se encuentran en toda la extensién de la Sierra de Chuactis y aparecen tambien en Ia Sierra Madre del Sur, en Chiapas y en la Sierra de Merendén, y Omoa en Honduras, En los Montes Mayas de Belice, Dixon, (1956, pigs. 1317) describio Ia Serie Maya, formada por metagrauvacas, cuarcitas, piza rras y filitas con esquistos y gneisses subor. dinados. Tanto Dixon como Moody (en pren sa) informan que en estas rocas se han con centrado algunos fragmentos de invertebra Gos fésiles. Aun no ha sido posible establecer Si las series Maya y Chuactis son cronologi camente correlativas. Al sur del Valle del Rio Motagua, en Gua temala, afloran diversos tipos de rocas meta sedimentarias y metavolcénicas (Williams MeBirney y Dengo, 1964). Una seccién estrati grifica de estas “rocas’ fue estudiada po McBirney y Bass (1967), quienes la denomi naron Formacién El Tambor. Otros estudio: detallados de las mismas por Eric Bosc 3 Burke Burkart estan ya por terminarse. Esta! rocas son principalmente metabasaltos y meta diabasas con ftanitas, asociadas con rocas me tasedimentarias, principalmente filitas. No hi sido posible establecer si la Formacién E Tarubor representa una untdad ind joven au la Serie Chuacis, 0 si es equivalente a aqué lla y dnicamente se diferencia por su meno grado de metamorfismo. McBimey y Bass f Yorecen su correlacién con la Serie Chuaci En la parte sur de América Central septer trional, en el sur de Guatemala, Honduras el norte de Nicaragua, afloran en areas exte sas Tocas metamérficas de bajo grado de m tamorfismo, donde prevalecen las filitas, per se encuentran también cuarcitas y marmole En Nicaragua, estas rocas han recibido | Mor abierto Area terreske Area marina, de ‘sedimentactén, GEOSINCLINAL NOTA : segin Dengo_y Bohi FI PALEOZOICO 11967), ESQUEMAS PALEOGEOGRAFICO: EMERSION DURANTE EL MESOZOICO INFERIOR. PALEOZOICO — MESOZOICO - nombre de Formacién Palacagiiina (Zoppis Bracci, 1957), y de Esquistos de Nueva Sego- via (Del Guidice, 1960). En ninguna parte se than encontrado éstas rocas subyaciendo a las rocas sedimentarias del Pennsylvanico, a dife- rencia de la situacién como aparece fa Serie Chuacis, sino que se encuentran bajo sedimen- tos mesozoicos, por lo cual su posicién es twatigréfica se presta a varias alternativas. Narios problemas de importancia en lo re- ferente a la historia tectonica resultan al tra- tar de establecer la correlacién estratigréfica de la Formacién Palacagiina y rocas simila- Fes con otras de las formaciones conocidas. El problema principal estriba en el poco conecimiento que se tiene de la estratigra- fia de las rocas metamorficas de Honduras y Nicaragua, por lo cual no ha sido posible esta- Dlecer si las filitas son todas de una misma edad. Existe la posibilidad de que la Forma- cién Palacagitina pudiera correlacionarse con a Serie Chuactis, pero que su grado de meta- morfismo sea menor. También la Formacién Palacagiiina podria ser mas joven, en cuyo caso seria equivalente a las rocas sedimenta- Flas clasticas del Pennsylvanico y el Pérmico del norte de Guatemala, Belice y Chiapas (Grupo Santa Rosa) tal como lo han interpre- tado Crane (1965), Burkart (1968) y Clemons 1966, Condiciones originales del Geosinclinal Paleozoico Del conocimiento fragmentario que se tiene de las rocas metamérficas, hay que partir para tratar de establecer las condiciones originales del Geosinclinal Paleozoico de América Cen- tral Septentrional. Si se parte de las condicio- nes palcotectsnicas postuladas para México por de Cserna (1960), y por Guzman y de Cserna (1963), proyectandolas hacia el orien- te, se puede suponer que un geosinclinal se extendié sobre gran parte de América Central Septentrional durante la Era Paleozoica. (In- ferior y Media), aproximadamente, en direc. cién esteoeste. ‘Una plataforma terrestre, 0 antepafs, se encontraba al norte del geosincli- nal, en Ta actual posicién de Ja Peninsula de Yucatén y el Banco de Campeche, mientras que, hacia el, sur, existia mar abierto, en lo que hoy es América Central Meridional, De acuerdo con esta interpretacién se postula la existencia de un geosinclinal marginal a lo largo del borde sur del antepais. Es dificil especular sobre la posible extensién del geo- sinclinal hacia el Caribe, pero indudablemente ecupaba e] Promontorio de Cayman y parte del actual Banco de Nicaragua. La figura 4 muestra esquematicamente estas condiciones. En parte por los problemas de correlacién de las rocas metasedimentarias paleozoicas y también por falta de estudios més detallados, no es posible definir los limites entre las fa. cies de miogeosinclinal y eugeosinclinal. Las Tocas que més tipicamente representan las facies eugeosinclinal son las de la Formacién El Tambor, es decir, las metavolcdnicas. Tam. bien la Serie Chuaciis tiene earacteristicas de haberse originado en un ambiente de eugeo. sinclinal. Se supone que la facies de miogeosin- clinal se deposits més hacia el norte de la zona de afloramiento de la Serie Chuacis y gue actualmente esta cubierta por rocas més Jovenes. Recientemente, un pozo de explora- ion petrolera localizado en el centro de la Peninsula de Yucatén, en el limite entre el es: tado de Yucatan y Quintana Roo (Mina Uhink, 1965) localiz6 la cima del basamento meta: mérfico a una profundidad de 3.178 m. Seria interesante determinar por métodos radiomé- tricos la edad de este basamento para dar apoyo o refutar la hipétesis aqui presentada. Deformacién tecténica durante el Paleozoic Medio Los sedimentos del geosinclinal fueron fuer- temente deformados e intrusionados por plu- tones en el Paleozoico Medio durante una oro- génesis que posiblemente correspondié con la ‘Acadiana de Norteamérica, tal como ha. sido inferido por Eardley (1954, pag. 718). Edades radiométricas (375 millones de afios, por el método rubidio-entroncio) de las rocas meta- mirficas y graniticas indican que este evento tuvo lugar durante el Periodo Devénico (Mc- Birney y Bass, 1967). Guzman y de Cserna (1963) indican’ que el complejo ynstarnorfico en Chiapas fue intrusionado durante el Paleo- zoico Medio y, de igual manera, en Guate mala se conocen rocas graniticas ‘prepennsyl- vénicas que corresponden a este episodio dias- tréfico. Es posible que el granito que corta las rocas de la Serie Maya en Belice también pertenezca al mismo grupo de intrusiones. Moody (1964) menciona una edad determina. da_radiométricamente para este granito de 235 + 35 millones de afios, lo cual lo situa- rfa en el Periodo Pérmico, pero tal resultado puede no ser del todo indicativo, ya que esas Tocas estuvieron sujetas a deformaciones pos- teriores, pues las relaciones estratigraticas de- muestran que son prepennsylvanicas (Dixon, 1956). Sedimentecién durante el Paleozoico Superior Las rocas del geosinclinal, deformadas y ero- sionadas, indudablemente ampliaron el area del antepais 0 plataforma que se extendia ha- cia el norte y posiblemente por movimientos Postorogénicos subsecuentes formaron islas al sur del mismo. En estas condiciones se de- posité discordantemente sobre ellas una se- 8B ® cuencia de rocas clasticas durante el Pennsyl- vanico Superior, seguida por rocas carboné- ticas del Pérmico Inferior (Wolfcampaniano- Leonardiano). Estas rocas se conocen hoy dia como Grupo Santa Rosa la inferior y Forma: cién Chochal la superior, Los detalles litolé- gicos, asf como los problemas de nomencla- fura estratigrdfiea correspondientes, han sido tratados por Walper (1960), McBirney (1963), Richards y Vinson (1963), Gutiérrez Gil (1956), Dixon (1956), Ross (1962), Kling (1960)'y Bohnenberger (1966a). Las rocas del Paleozoico Superior han sido interpretadas por Dengo y Bohnenberger (1967) como una “cufia clistica”, es decir co- mo Ia fase de sedimentacién inmediatamente ‘Siguiente al metamorfismo de las rocas de geosinclinal, localizada a lo largo de la posi- Cidn original de la facies miogeosinclinal. Orogénesis del Paleozoico Superior Después de la sedimentacién del Pérmico, y posiblemente durante la tltima parte de Zste periodo, tanto las rocas originales del geosinclinal como las de las de la cura clés- fica fueron severamente plegadas y afalladas, correspondiendo esta deformacién con la oro- génesis Appalachiana de Norteamérica. Algu- hos autores (jc. Eardley, 1954) sittan esta orogénesis a principios de la Era Mcsozoica J la relacionan mas bien con los primeros Gfectos de la deformacién Nevadiana de la Costa occidental de Norteamérica, Eardley ha considerado también que en América Central convergieron las zonas de deformacién de Norteamérica, lo cual puede haber sido el caso a fines del Pérmico y principios del Trié- sico. Los conceptos modernos sobre movimien- tos orogénicos sostienen que si bien éstos al- canzan su climax durante un intervalo geolé- gico corto, se extienden a través de largos pe- Tiodos de’ tiempo. Asi, actualmente se consi- Sera que un ciclo orgénico presenta varias fa. ses y que las Tlamadas orogénesis Acadiana del Paleozoico Medio y Appalachiana del final del Paleozoico corresponden a un mismo ciclo de consolidacién del Geosinclinal Appalachiano (king, 1964). Varios autores, principalmente Schuchert (1935), Sapper (1937), Eardley (1954), Weyl (1961)'y Vinson y Brineman (1963) han con- siderado que la deformacién al final de la Era Paleozoica fue de grandes proporciones y que fue acompafiada de intrusiones graniticas. embargo, McBirney (1963) es de la opinién de que esta orogénesis no fue tan fuerte y que no estuvo acompafiada de intrusiones granfti- cas, Como se hizo notar antes, las intrusiones 4 graniticas paleozoicas fueron emplazadas du- rante la primera gran deformacién del gco- sinclinal, a mediados de la Era Paleozoica. La tinica intrusion sobre la cual se tiene certeza que fue emplazada después del Pérmico Me. io y antes del Cretacico, es el pérfido de Bladen descrito por Dixon (1956) en los Mon- tes Mayas de Belice. ‘Aun considerando la falta de intrusiones concomitantes con la deformacién de fines de la Era Paleozoica, es necesario indicar que el plegamiento fue intenso, como lo ha demos- trado Bohnenberger (en’ preparacin) en sus estudios en el norte del departamento de Qu ché, en Guatemala. En todo caso, es dificil comprobar la intensidad de esta ‘orogénesis YB Que otra mas joven y, tal vez mas intensa, a afectado las mismas rocas y borrado en. parte los efectos de la primera. Si las filitas de Palacagiiina y rocas similares son estratk graficamente correlativas con el Grupo Santa Rosa, la orogénesis fue suficientemente inten- sa para producir su metamorfismo. Eventos postorogénicos Estos movimientos orogénicos fueron segui- dos por un levaniamiento general de la region. Durante el Tridsico, practicamente toda el frea de América Central Septentrional per- manecié cmergente, como lo evidencia el he- cho de que casi nd existan rocas sedimenta- rias marinas del Tridsico y del Jurdsico Infe- rior en la regién. En la Sierra de Chiapas, se- gin Garfias y Chapin (1949), no se han encon- trado depésitos que definitivamente puedan clasificarse como del Tridsico, ¢ igual sucede en Guatemala. En el flanco norte del Istmo de Tehuantepec se han encontrado rocas se- dimentarias que posiblemente sean del Trié- sico. Superior-Jurasico Inferior (Benavides, 1956, pag. 506). Sin embargo, es posible que sean'mas_jOvenes. Las tnicas rocas en la, re- gion que han sido asignadas sobre la evide Cia paleontolégica al Tridsico Superior Jurasi co Inferior a Medio son las de la Formacién E] Plan en Honduras (Carpenter, 1954); Mills et al, 1967), las que consisten en areniscas y limolitas Tutiticas casi negras, posiblemente depositadas en aguas someras, y que contie- nen plantas fésiles. Estas plantas han sido determinadas como del Raético Superior y el Lias-Dogger (Jurdsico Inferior Medio) segin un resumen de la informacion pertinente pre- sentado por Hoffstetter (1960, pags. 141-2), asi como por Erben (1956, pag. 34). En todo caso, la informacién actual permite tnicamen- te aseverar que durante el Jurdsico Inferior Medio, y tal vez desde el Tridsico Superior, en la parte central de Honduras tuvo lugar una sedimentacién marina y litoral a lo largo de una depresién angosta, alargada aproxima- (plataforma Area maring, de Area de mor LI} are terrestre sedimentacicn, obierta. GEOSINCLINAL MESOZOICO EMERSION DURANTE EL TERCIARIO MEDIO.— NOTA : sean Dengo y Bohnenbarger (1967 FIG. 5 ESQUEMAS PALEOGEOGRAFICO: MESOZOICO—TERCIARIO o damente en direccién_esteveste y controlada estructuralmente por fallas en la misma direc- cién. Hoffstetter (comunicacién personal) Gree que es ilusorio tratar de Hegar a concli- jones ‘paleogeograticas de mayor significan- Gia, bastndose tinicamente en estos datos ais! dos, Evidentemente, esta parte de la estrati grafia centroamericana amerita una investiga- Gién detallada. Algunas otras localidades que fueron inter- pretadas por Millerried (1942), como. del ‘Tridsico y el Jurasico en Guatemala y Nica- ragua, deberian ser investigadas nuevamente e interpretadas de acuerdo con el conocimien- to actual de ta estratigratia de fa regién. ~*En América Central Septentrional, desde Chiapas hasta Nicaragua, se encuentra un con- Junto estratigrafico de sedimentos de origen continental, formado principalmente por are- niscas, conglomerados y lutitas de color rojox- Durante muchos afios, en Guatemala y Chia- as, estas rocas se han conocido bajo el nom- Gre de Formacion Todos Santos y. por care. cer de fésiles y estar localizadas estratigré- ficamente entre rocas del Pérmico y el Creté- cico, se consideré que podrian ser del Tridsi- co-Jurasico, Sin embargo, algunos estudios mas recientes (Richards, 1963) permiten in- ferir que su edad varia desde el Jurdsico Su- _perior al Cretacico Inferior (Neocomiano) Bn E] Salvador, unos afloramientos de capas rojas equivalentes a Todos Santos fueron la- mados Formacién Metapin, por Sapper. Des- ‘afortunadamente, a partir de la publicacion de Weaver (1942) ts princi valmente de la de Roberts e Irving (1957), ef término Metapin fue usado tanto para las capas rojas como para las calizas cretacicas que fas cubren en muchos lugares, dando lugar a numerosas complicaciones de nomenclatura. Igualmente, el término Formacién Tegucigalpa, original: mente empleado para las rocas hoy conocidas como El Plan, ha originado confusiones, pues el mismo Sapper y atros autores: posteriores Jo emplearon para designar Jas capas rojas que afloran en la ciudad de Tegucigalpa, las cuales son mas jévenes que las de Todos San- tos y Metapan (en el sentido original) y pos Dlemente sean del Cretdcico Superior. Aun- que en este trabajo se ha evitado discutir pro- blemas de nomenclatura estratigrafica, se ha Evolucién tecténica del Geosi Fase Inicial La sedimentacién, de las capas rojas con tinentales fue seguida durante el Cretacico por un episodio de sumersidn gradual de parte de la regién, el cual parece haberse iniciado en el norte, del lado del Golfo de o hecho una excepcidn en este caso, ya Jes confusiones han repercutido en la inter, pretacion de la historia y de la paleogeografia, Valga citar el caso del mapa paleogeograth del Jurdsico Superior presentado por Vinson y Brineman (1963, pag, 106) basado en una correlacién errénea de las Formaciones Teg cigalpa y Todos Santos. Los cambios de espesor locales de Ia Forma- cién Todos Santos indican que su sedimenta- ién estuvo localizada en parte a Jo largo de depresiones afalladas 0 grabens orientados principalmente de este a oeste. Algunas de es- tas fallas fueron de grandes proporciones y produjeron o dejaron bloques levontados u horsts, como pudo ser comprobado en levan- tamientos detallados efectuados por compa- iifas petroleras en Guatemala entre 1955 y 1962. Tal es el caso de Jos Montes Maya y su prolongacidn estructural en el subsuelo én el departamento de Petén, Guatemala (Lloyd y Dengo, 1960), Es posible que un caso similar Jo presente el Macizo de Jalpa en el Estado de Tabasco, México, el cual ya era una pro- minencia estructural durante el Mesozoico (Benavides, 1956, pag. 503). EI afallamiento que acaecié durante el Mesozoico posiblemente produjo el inicio de tales estructuras como el Promontorio de Cay- man y la Fosa de Bartlett sobre la cresta de tun geanticlinal gue se extendia desde Chiapas hacia el Caribe, incluyendo el Banco de Nica- ragua, que Schuchert denominé Geanticlinal Antillano. Los eventos de levantamiento general, afa- Hamiento con formacién de fosas ¥ horsts, co- tresponden a Ia fase postorogénica o tafroge- nica del ciclo que se inicié con el Geosineli- nal Paleozoico. Los sedimentos continentales representan las facies de molasa correspon dientes al final de este ciclo, durante el cual se formé el nicleo principal de América Cen- tral Nuclear. Durante Ja fase tafrogénica hubo clerta actividad voleénica, previa a la sedi- mentacién de la Formacién Todos Santos; por ejemplo, en la Sierra Madre del Sur de pas (Gutiérrez Gil, 1956, pag. 14) y posible mente también en el suresie de Honduras (Mills, ef al, 1967). Las fases inicial y final de este proceso estén Indicadas en Ja figura 4, inal Mesozoico México, durante el Calloviano (Erben, 1957) y extendido hacia el sur. Asi, en algunas par- tes la Formacién Todos Santos presenta en su parte superior estratos depositados en ambiente litoral que pasan a capas de origen 15 marino (Richards, 1963). En otras partes, principalmente sobre los actuales territorios de Honduras y partes vecinas de Guatemala y Nicaragua, la sedimentacion del Cretacico fue controlada por los grabens preexistentes, mien tras que los horsts permanecieron como islas, resultando en una situacién similar a la pos: tulada en un mapa paleogeografico elaborado or Woodring (1954, pag. 724, Fig. 1) en la figura 5, En esta forma se inicié en América Central Septentrional un nuevo geosinclinal, que en realidad era parte de uno de grandes propor- ciones que se extendié a lo largo def oriente de México y probablemente continué hacia el este sobre las Grandes Antillas. General mente, se le conoce con el nombre de Geosin- clina] Mexicano y Antillano (Schuchert 1935; Erben, 1956 y 1957; Chubb, 1960). Las condiciones paleotecténicas prevalen- tes fueron del tipo de miogeosinclinal, con su parte més profunda a lo largo del flanco norte actual de la Sierra Madre Oriental de Chiapas y ‘sw continuacién en Guatemala, por las Sierras de Cuchumatanes y de Chama. E antepais original del Paleozoico, localizado en la parte norte de la Peninsula'de Yucatan y el Banco de Campeche, se mantuvo como una rea estable, pero sumergida, mientras que las islas hacia el sur del geosinclinal y las partes parcialmente sumergidas correspon- dian al traspais. La parte centroamericana de! Geosinclinal Mesozoico presentaba, ademés, otras carac- teristicas que influyeron en el desarrollo sub- siguiente de la estructura geolégica. Su parte central estaba separada por la prominencia estructural precretécica de los Montes Maya, Ja cual,en parte formaba una isla, y en parte estaba ‘sumergida, dejando dos porciones de mayor profundidad, una hacia el norte y otra hacia el sur, Esta prominencia estructural se conoce con el nombre de Arco de la Libertad en Ja parte norte de Guatemala (departa- mento de Petén) ¥, aparentemente, es parte le un gran bloque afallado (Lloyd y Deni 1960), Hacia el sur, (Area al sur del valle actual del rio Polochic), las condiciones de sedimentacién fueron diferentes a las de la parte profunda del geosinclinal, como lo han echo notar Crane (1965), Burkart (1965) y Mills e¢ al (1967), particularmente en las cuencas mas grandes como Ia de Uhia en Honduras. Al norte del rio Polochic, las rocas sedimentarias, cuya edad posiblemente com- prende desde’ el Neocomiano hasta el Seno- hiano (Vinson, 1962, Walper, 1960), son prin- cipalmente dolomitas de gran espesor que gradualmente pasan a calizas en la parte su- perior (Formacién Coban y Campur). Hacia el oeste, en Ja Sierra de los Cuchumatanes, como en Chiapas, el mismo intervalo estrati- 16 grafico esta representado casi exclusivamente por calizas (Formacién Ixcoy en los Cuchu. matanes y Formacion Sierra Madre en Méx. co) mientras que hacia el norte en el sub. suelo, las dolomitas se intercalan con grandes | espesores de anhidrita. Al sur del rio Polo- | chic, y a través de las cuencas de Honduras, el Aptiano y el Albiano estan caracterizados por calizas, intercaladas en varios lugares con Jutitas y areniscas rojas, mientras que la parte | superior de Ja secuencia, equivalento en edad | a la Formacion Campur, se compone de con- j glomerados de caliza y'capas rojas. Fase orogéniea : Durante el Creticico, después 0 a finoles del | Albiano, el Geosinclinal Mesozoico sufrié una { deformacién parcial acompafiada de intru-, siones graniticas a lo largo de una linea que se extiende desde Ja Sierra Madre del Sur, en 4 Chiapas, a través de Guatemala central. Otra Tinea dé intrusiones graniticas, un pogo’ mas jOvenes, se encuentra en el norte de El Sab vador, el sur y centro de Honduras, y e] norte de Nicaragua. La edad de dos de estas rocas intrusivas ha sido determinada por el método otasioargén, una al norte dela ciudad de Guatemala tiene 92 millones de afios (Williams, 1960), y otra del batolito de Dipilto, entre Nicaragua y Honduras, de 83 13 millones de atios (Zoppis Bracci, 1961). Hacia el norte del rio Polochic no ha sido posible determinar si esta deformacién tuvo algin efecto. Algu- nos autores, por ejemplo, Bonis (19660), con. sideran que este fue el inicio de la Orogénesis Laramidica en América Central Septentrional Durante el Cretacico Superior (Maestrich- timo) y a través del Paleoceno hasta el Eoceno, el Geosinclinal Mesozoico fue fuerte- mente deformado por movimientos de la Oro- génesis Laramidica, depositéndose simulté heamente una cufia clastica de sedimentos de facies flysch en una cuenca marina alar gada. Esta cuenca estuvo localizada esencial- mente sobre la parte més profunda (ante fosa) del geosinclinal; Vinson y. Brineman (1963) la denominan cuenca de Chapaval y Sarstiin. Las rocas resultantes fueron. prin- cipalmente calacarenitas, conglomerados, are- niscas y lutitas, generaimente conocidas’baio el nombre de Formacién Sepur en Guatemala (Sapper, 1937), Toledo en Belice (Ower, 1928) y Ocozocuauila en Chiapas (Gutiérrez. Gil, 1956). Sin embargo, varios nombres y edades han sido asignadas a estas rocas, principal mente por Vinson (1962) para Guatemala, y Chubb (1959) para Chiapas. Una discusién sobre la edad ha sido presentada por Berm dez_ (1963), mientras que Bonis (1966b), ha criticado la nomenclatura de Vinson por su Poca utilidad practica, ya que no se presta facilmente para levantamientos geoldgicos. AMERICA = CENTRAL MAPA GEOLOGICO SIMPLIFICADO WAR CARIBE, OCEANO PACIF ico FIG 6 + MAPA GEOLOGIC SIMPLIFICADO OE AMERICA CENTRAL. ° Al norte del Arco de Ja Libertad, y sobre a plataforma de Yucatan, los sedimentos del Crstacieo Superior y del Eoceno son princk palmente calizas, calcarenitas y evaporitas de ambiente de plataforma poco profunda, como lo han descrito Vinson (1962) y Butterlin y Bonet (1963). En la parte nortecentral de Honduras, Ja sedimentacién marina del Cretdcico también continué hasta el Eoceno en otra pequena cuenca, In de Esqujas (Mills ef al, 1967). Esta cuenca’ desaparecié durante los movimientos epirogenéticos del Eoceno superior y el Oligo- ceri y no estuvo sujeta a nuevas invasiones marinas. Los sedimentos de la Formacién Sepur, y formaciones correlativas, presentan una gran cantidad de fragmentos volcdnicos, muchos de los cuales indudablemente se derivaron de as rocas metavolcénicas del Paleozoico, que se encontraban ya sea expuestas en forma de islas, o que fueron levantadas en el traspais, durante Jos episodios de la Orogénesis Lara- mnidica, Sin embargo, la presencia de fragmen- tos volcinicos sin indicaciones de metam fismo hace. pensar que también hubo activi- dad volcdnica durante el Cretacico Superior el Eoceno. Esta opinién coincide con la Interpretacion de los resultados de investiga. ciones sismicas por Ewing, Antoine y Ewing (1960), quienes consideran ‘que algunas de las sierras submarinas en el Caribe Occidental, al norte del Banco de Nicaragua, estan forma das por rocas yolcénicas, posiblemente del Cretacico Superior. De la Orogénesis Laramidica resulté el pa- trén tecténico que, caracteriza la estructura actual de América Central Septentrional como se indica en las Figs. 6 y 7. Se pueden distin guir los siguientes elementos: a) un antepais que se extiende desde la parte sur del depar- tamento del Petén en Guatemala hacia el norte, cubriendo toda la Peninsula de Yu tan, El antepais, en su parte sur, se presenta plegado, mientras que hacia el norte los plie- gues son més abiertos y los estratos aparecen casi horizontales 0 inclinados por fallas nor- males. El Arco de la Libertad y los Montes Maya ‘marcan el limite de las dos zonas de diversa intensidad de plegamiento; b) una zona de afallamiento y plegamiento intenso denominada para Guatemala por Lloyd y Dengo (1960) como Cinturén Afallado de Alta Verapaz, gue es parte de lo que Alvarez (1958) denominé Pliegues Frontales en Chiapas, y ambas son a Ja vez parte de Ja Franja Plegada @ Marginal del Golfo de México sexin la clasie ficacion de Atwater (1959). Esta zona press: (a numerosos pliegues angostos y alargados y en su parte frontal se caracteriza por fallas de corrimiento imbricadas, inclinadas hacia el sur. Este tipo de plegamiento hace pensar que tales estructuras resultaran por un déco- lement de Jas calizas y dolomitas de} Creté- cico que corrieron sobre rocas mas plasticas, posiblemente anhidritas del Cretacico Inferior (Formacién Coban); ¢) un entrepais o zona central rigida donde afloran las rocas meta- mérficas y sedimentarias del Paleozoico, re- presentado por la Sierra Madre del Sur de Chiapas y la Cordillera Central de Guatema- Ta; y d) un traspals de rocas del Mesozoico y Paleozolco, pero plegadas con menor inter. Bidad que la’ de Ia Zona de plisgues frontales En ef traspais se encuentran la mayorla de las intrusiones igneas Fase postorogénica La Orogénesis Laramidica fue seguida por el levantamiento general de América Central Septentrional, la que permanecié emergida durante el Eoceno superior y casi todo el Oli- goceno. Algunas peauefias Cuencas locales y reas marginales, sufrieron mas tarde una pe- quefia transgresién marina durante el Mioceno (Big. 5). EI Jevantamiento general fue acompafado © seguido por fallas normales, correspondiex- do tal evento a tna nueva fase tafrogénica durante la cual se formaron varios grabens, Algunos de éstos, como la parte baia del Polechic, fueron ‘el sitio de. sedimentacion marina, ‘mientras que otros, dentro del con: Unente, controlaron la sedimentacién de ma- teriales de origen continental, prineipalmente en el drea comprendida entre el valle del Rio Motagua en Guatemala, hacia el sur, hasta el norte de Nicaragua. Estos depésitos conti- nentales, cuya edad no ha sido bien definida, pero que posiblemente varia desde el Creta- cico Superior al Terciario Medio, han recibido ios nombres; por ejemplo. Formacin Subinal_ (Hirschman, 1962; Williams, McBir- ney y Dengo, 1964), y Formacién Totogalpa (Del Guidi ). La fase tafrogénica fue acompafiada por intrusiones_graniticas y seguida durante el Terciario Superior por actividad volcdnica extensa, la cual se describe por separado mas adelante. Cuencas sedimentarias cenozoicas Las cuencas sedimentarias cenozoicas de América Central Septentrional estan indicadas en la Fig. 8. Pueden distinguirse Jas siguien- tes dreas de’ sedimentacién, con excepeién de 7 ° las de Sarsttin y Esquias, que ya fueron des- critas: a) Cuenca Macuspana-Campeche; b) Peninsula de Yucatan; c) Babfa del Rfo Dulce; 4) Cuenca de Mosquitia; ye) Posible area de sedimentacién marginal de] Pacifico. Todas estas Areas, con excepcién de Ia tiltima, estan del lado del Golfo de México y del Mar Caribe, La Cuenca Macuspana-Campeche esta locali- zada en Mexico, al oeste de la Peninsula de Yucatén y al norte de la Sierra Madre Orien- tal. Por él oeste, la limita el Macizo de Jalpa, que Ja separa dé la Cuenca Salina del istmo. n esta cuenca se encuentran sedimentos ma- rinos desde el Eoceno hasta el Reciente (Be- navides 1956; Salas y Lopez Ramos, 1951) y posiblemente’ tiene tin basamento de rocas Sedimentarias mesozoicas. Dos transgresiones marinas han sido determinadas durante el Yerciario Superior, Ia primera durante el Mioceno inferior, representada por la Forma. cién Amate, seguida por una mayor durante el Mioceno’ medio representada por la For macién Zargazal. La cuenca estuvo, sujeta a plegamiento y afallamiento durante el Mioceno superior y principios del Plioceno, Sobre la Peninsula de Yucatan, aunque con- tigua a Ia Cuenca Macuspana-Campeche, las condiciones que controlaron Ja sedimentacién cenozoica fueron diferentes, ya que se trata. ba de un mar poco profundo sobre una pla- taforma, Desde e) Cretdcico Superior al Eoce- no medio, la sedimentacién fue practicamente continua 'y consistié en carbonatos y evapo- Htas, no habiendo sido interrumpida 6 alec: tada’ por la Orogénesis Laramidica, cuyos efectos fueron nulos © minimos, Una regresién durante el Eoceno superior, que resulté del levantamiento de gran parte de Ia peninsula, restringié la sedimentacién Inarina del Eocéno superior y el Oligoceno a una rea pequefia localizada én su parte norte. Estas condiciones se muestran en una serie de ‘mapas paleogeograticos preparados por Butter tin y Bonet (1963). En la parte norte de América Central Sep- tentrional, con excepcién de Ja Cuenca Macus- o panaCampeche, pricticamente no existen se dimentos del Oligoceno, indicando que esta fue una de las épocas de mayor extension te rrestre (Fig. 5). Hacia el oeste de la Penin| sula de Yucatdn, el mar del Oligoceno leg casi al limite entre Jos estados de Tabased y Campeche (Butterlin, 1961). Hacia el est de la peninsula, se han determinado sedimen| tos del Oligoceno en pozos de exploracié; petrolera costa afuera de Belice. Durante el Mioceno superior, una pequetia transgresién cubrié el lado oriental de ky peninsula, correspondiendo con la invasién marina en la Cuenca Macuspana-Campeche y con la de la Bahfa del Rio Dulce hacia el sur. La Bahia del Rio Dulce fue una pequeita area de sedimentacién de calizas durante el Mioceno, localizada en la parte inferior del actual valle del Rio Polochic en Guaternals (area del Lago Izabal). La Cuenca de Mosquitia, que era una d& Jas cuencas en el antepais del Geosinclinal Mesozoico, continué como una drea de sedi mentacién’ marina, de rocas clasticas, practi camente durante ‘todo el Periodo Terciaric (Mills et al, 1967; Karim, Chilingar y Hoylman 1966). En ‘esta cuenca se ha atravesado e perforaciones petroleras un espesor de, apro ximadamente, 2,800 m de sedimentos.. L: cuenca se extendié sobre el Banco de Nicara gua hasta el oeste por una distancia descono cida, Algunas de las islas que se encuent en las margenes del banco presentan sedimen tos del Mioceno en la superficie (Biirg 1961b).. Del lado del Pacifico, las rocas volcénica y los sedimentos aluviaies jvenes no perm ten hacer observaciones directas de rocas ma antiguas. Algunas exploraciones geofisicas ha determinado la existencia de sedimentos en area de Ja actual plataforma continental, lo me posiblemente sean de edad Terciari CAgocs, 1958). Hasta cuando se obtenga info macién por medio de perforaciones, no se p: dra establecer la edad de dichos sédimento Correlacién con ciclos geotecténicos de México Al describir la evolucién del Geosinclinal Paleozoico y del Geosinclinal Mesozoico, se han usado Jos nombres corrientemente ‘em pleados para Jas orogénesis conocidas en Ne teamérica. Esto presenta problemas, tanto poraue los conceptos sobre orogénesis han Eambiado en los ultimos afios, como porque algunas de las zonas de plegantiento de ambos Jados del continente norteamericano conver- gen en América Central, como lo ha hecho 18 ver Eardley (1954), Algunos autores, pri cipalmente King (1958, 1964), consideran at Ia historia tecténica de una regién es toc parte de un solo proceso evolutivo y, a incluyen a América Central como parte ¢ Sistema Cordillerano que se extiende dest esta area hasta Alaska y cuya evolucién inicié en el Paleozoico y terminé en la Epo Reciente. Keea marginal de Yucatcin ( Miocene) micoweTRos ae j- se repiten y que, si bien no son idénticos nos a otros, siguen un desarrollo similar, ni por ejemplo, de Cserna (1960) y Guamin ‘de Cserna (1963), han explicado Ia historia setoniea de México de acuerdo con varios jclos. Seguin la definicién adoptada por de sera, un ciclo geotecténico es “un intervalo ¢ tiempo durante el cual un ortogeosinclinal asa a Ser parte de un cratén o de una zona structural” y define la zona estructural como wna region alargada que se consolida durante n cielo geotecténico”. Dentro de esta defi iclén, cada ciclo presenta las siguientes fa ss: "'L) una fase de ortogeosinelinal (eu y jiogeosinclinal) con, o sin, actividad mag. ‘itica inicial; 2) una fase’ anatexitica que pnsiste_en el emplazamiento de batolitos sompafiada de metamorfismo regional en el igeosinclinal y de la sedimentacién de una ia clastica o de flysch sobre el miogeosin- inal; 3) una fase orogénica que consiste en ‘plegamiento y sobrecorrimiento de los sdimentos del rhiogeosinclinal y de Ja cufia Astica sobre el antepals; y 4) una fase frogénica o de afallamiento en. bloques, ompaiiada de acurulacién de debris post. rogénico 0 molasa, actividad {gnea subse 1ente principalmente: extrusiva y con pocas trusiones, y actividad ignea final de fené- enos extrusives”. En México, han sido reconocidos tres ciclos jo los nombres de Jaliscoano, Huastecano Mexicano. Dengo y Bohnenberger (1957) mn correlacionado la historia tecténica de mérica Central Septentrional con los ciclos Jaliscoano y Mexicano, Sin embargo, se introducido’ algunas. modificaciones ‘al cls tecténico descrito por de Cserna, ya que se puede reconocer que las fases uno y des son en parte contempordneas y que en algunas areas la fase tafrogénica no esta bien definida, También han hecho ver que la actividad ignea en algunos casos es contempordnea con la- fase orogénica. La historia del Geosinclinal Paleozoico en América Central Septentrional concuerda bien con el ciclo Jaliscoano en todas sus fases, Tal concordancia se establece desde la Formacién del ortogeosinclinal en el Paleozoico Inferior, la subsecuente fase anatexitica durante el Paleozoico Medio hasta la formacién de la cufia clistica durante el Pennsylvinico y el Pérmico. La fase orogénica acontecié durante el Pérmico Superior al Tridsico y, la fase tafrogénica, durante el TridsicoJurdsico, y fue acompafiada por el debris postorogénico 0 molasa del Jurdsico y por actividad volcdnica muy restringida. El desarrollo evolutivo del Geosinclinal Mesozoico, correspondiente al ciclo Mexicano, se inicid posiblemente en el Jurasico Superior ¥ continu durante el Cretacico; pasé por una Fase anatexitica de intrusiones durante parte del Cretacico y una fase orogénica del Creta- cico Superior al Eoceno, acompafiada de una curia clastica, La fase tafrogénica corresponde al levantamiento del Eoceno superior y_ el Oligoceno y, la actividad ignea postorogénica, al voleanisiio Terciario, que se describird mas adelante, Zonas de afallamiento regional y serpentinitas Dos aspectos estructurales importantes por | magnitud regional son las zonas de fa- 1s Jongitudinales que atraviesan gran parte , América Central Septentrional desde Chia- 15 hasta e] Caribe, v la zona de serpentinitas te sigue una distribucién a lo largo de las Has longitudinales 0 paralelas a éstas, lo re sugiere que ambas han estado elaciona- S durante su historia tecténica,}Tanto, la rmacién de las fallas como ei ~émpla: fento de las serpentinitas han sido el resul- do de varios eventos durante la histori légica de la region por lo cual se ha pre- rido discutirlas separadamente. nas de afallami Durante la evolucién de Ja regién se forma- mn diversos sistemas de fallas de mayor 0 enor importancia; las mas prominentes con- ten en fallas de corrimiento con buzamien- to al sur, formadas durante la Orogénesis Laramidica (Fig. 9, letra A), fallas- longitu nales que aparecen’principalinente en el ante- pais (Fig. 9, letra B), y fallas mas jévenes en direccién NW-SE que han localizado el vulcanismo del Cuaternario,/Otro sistema de fallas aparece en la parte central de Honduras en direcciones cercanas a N-S. Los dos iiltimos sistemas se discutirin brevemente mas ade- ante, dedicando Ia discusién siguiente a las fallas longitudinales. De Ja descripcién de Ia historia geolégica se desprende que estos conjuntos de fallas hap sido el resultado de diversos sistemas de esfuerzos ocurridos durante distintas épocas geologicas. Debe anotarse, no obstante, que algunos investigadores (Moody, 1963) consi. deran que un solo sistema de’ esfuerzos ha producido todas las fallas y que partes de tal sistema han estado activos’en diferentes tiem- pos. 19 Las principales fallas longitudinales son las que controlan los valles de los rios Negro, Polochic y Motagua, en Guatemala, las que tienen un rumbo de este a oeste en Ia parte central, de N.70°.60? W en su parte occiden- tal y de N60°E hacia el oriente, Desde los primeros estudios de Sapper (1899), se reco- nocié la existencia de estas fallas. En 1922, ‘Taber hizo ver que tales fallas son la exten- sién de las que controlan Ja Fosa de Bartlett y consider que su origen debe estar relacio- nado. La extensién de ambas zonas de falla hacia el occidente es poco conocida. La zona de Polochic contimia por el Rio Selegua y luego entra a México, donde ha sido poco estudiada. La zona de fallas del Motagua, en su parte occidental, est4 cubierta por racas volcanicas del Cuaternario. Tanto al norte como al sur de estas fallas existen otras paralelas, entre las cuales las mas prominentes son ‘las que controlan el valle del Rio Chamelecén en Honduras y que se extienden hacia el oeste en el territorio guatemalteco, donde se les conoce como fa Tias de Jocotan (Crane, 1966) Estas fallas se han interpretado como per- tenecientes al tipo de desplazamiento orizon- tal, puesto que, ademis de ser fallas longitu- dinales, su expresion topogréfica es similar a Ia que usualmente resulta de tal desplaza- miento. La informacién obtenida hasta el momento sobre dichas fallas por Walper (1960), McBir- ney (1963) y Bonis (1966b) no es concreta sobre el tipo de movimiento. En el caso par- sular de Ja zona de fallas del Motagua, si se correlacionan algunas lavas en ambos ‘lados de la falla, resultaria un desplazamiento hori. zontal levomovil! de, aproximadamente, 20 km (McBirney, 1963). La deformacién de las rocas de Ja Formacién Rio Dulce, en la parte oriental de la zona de fallas del Polochic, tam- bién ha sido interpretada como el resultado de desplazamiento horizontal levomévil, a Jo largo de dichas fallas (Dengo y Bohnenber- ger, 1969). Las fallas menores asociadas con la zona de afallamiento de Chamelecén (Fig. 9) per- miten determinar el sentido del desplazamien- to a Jo largo de Ja misma. La zona de afalla- miento consiste por lo menos de dos fallas ee es empl, ors Incr feelmusic Ena iy rae ene cata ee eee 1 EE ACRES a alia nities reece’ Hla de falls ¥ detasslne So fea eee rad en_ambos lades de un pli yi“sinisteal” Cleft Jateral su derecha 0 izquierda. principales; una al noroeste y otra al sureste de la parte media del valle del Rio Chamele. cén. Su continuacién hacia el Caribe esta interrumpida por el graben de Ulta, de for macién més reciente. Del lado noroeste de Ta zona se encuentran por lo menos cinco pe- quefios valles controlados por fallas en direc. cién N-S. La falla del lado sureste, por otra parte, esta interrumpida por tres fallas pe queiias, con rumbo E-W. Segin sus caracte-j risticas, las fallas de rumbo N-S son el resul tado de esfuerzos de tensién, mientras que las} de rumbo E-W se formaron por cizallamiento, EI sistema en su conjunto puede explicarse} como el producto de un considerable despla- zamiento horizontal hacia la izquierda, es de ir, el Jado noroeste se movié hacia el ceste y, el jado sureste se movié en sentido opuesto.t Varios autores (Taber, 1922; Hess, 1938;! Woodring, 1954) que han discutido el origen’ de la Fosa de Bartlett, han considerado que el afallamiento data del Mioceno 0 aun de épo- cas posteriores. Una opinién totalmente dis" tinta es la de Meyerhoff (1966), quien sos- tiene que se originé a lo largo de una zona de dedilidad del Geosinclinal Paleozoico, y que fue reactivada durante el Cretécico, ha biendo adquirido sus caracteristicas presentes durante el Mioceno y el Plioceno. La historia tecténica de la regién en la for ma aqui expuesta favorece una interpretaciéa parecida ala de Meyerhoff. Las diferencias de grado cle metamorfismo en ambos lados del Rio Motagua indican que éste marca una zona de debilidad estructural desde el Paleozoico, que separa areas de historia tectOnica un tan to diferentes. Durante la fase tafrogénica que siguié la orogénesis de fines de la Era Paleo zoica, se formaron una serie de horsts y gra bens ‘de gran magnitud y es muy posible que también en este episodio las zonas de afalla miento de Polochic y Motagua tomaran sus caracteristicas principales. Tales caracteristi cas fueron acentuadas mas tarde durante la Orogénesis Laramidica y la fase tafrogénica siguiente, al levantarse el antepais. Tanto la sedimentacién de la Formacién Subinal lo calizada dentro de la zona de fallas de Mots gua, y otras fosas similares, indican la exis tencia de estas fallas durante el Terciario. En conclusi6n, existen suficientes datos para postular que estas zonas de afallamiento| -tenido una larga historia, desde el Paleo- Shasta hoy dia, y que no son el resultado co olo evento de deformacién, sino de un uo complejo, pudiéndose extender esta cSfracion para el establecimiento de Ja vd de Ja Fosa de Bartlett. pontinites 31 mecanismd y la edad del emplazamiento as serpentinitas (peridotitas serpentini- Jas, serpentinas, etc.), es un problema aun Wsuelto que ha, llamado la atencién de \fnyestigadores durante muchos afos. La na de serpentinitas se extiende desde, Chia- S hasta la Isla de Guanaja, en el C rea de la costa de Honduras, y se conoce Sde las investigaciones de Dolfus y Mont- frat (1868) y Sapper (1899). No es una na continua, sino que consiste en varias anjes subparalelas, unas al norte del Rio Po- chic (Sierra de Santa Cruz), otras entre fey el Rio Motagua (Montaia de Salam4), Sivas direetamente a lo largo de fallas de la ma Motagua o al sur de a misma. Unica vente unas porciones de la zona de serpen- nitas han sido objeto de levantamientos rolégicos detallados, principalmente por Me- ieney (1963), Bonis (1966b), Bohnenberger en preparacién) y Blount (en preparacion), tienes encontraron que con frecuencia, apa- seen en contacto de falla, Una excepcion es ode una roca antigoritica que ha afectado, jor metamorfismo de contacto, a la Serie “huaews. La informacion actual parece indi ar que so emplazamiento en su posicién ac- ual tuvo lugar durante e} Cretacico. Bohnen- jerger (comunicacién personal) encontré blo- jues de serpentinita con inclusiones de la For acion Cobén que ruestran metamorfismo fe contacto, en el cafién del Rio Calé, al sur Je Chicamén. Las rocas clasticas de las For- maciones Santa Rosa y Todos Santos no com fenen fragmentos de serpentinita, mientras Volcanismo del Cenozoico Actividad voleénica durante el Terclarlo La historia tecténica de América Central Septentrional durante las Eras Paleozoica SiMovoica muestran Ja existencia de activida seserica de tipo ofiolitico durante las fases }Siciales del Geosinclinal Paleozoico y, sub- inicememente, de fenémenos volcanicos lo Sefwwados durante Ia fase tafrogénica corres: Gondiente al ciclo Jaliscoano. Ademds, ba pongscia indirecta para postular activida Gitte el Cretécico Superior, previa © con- fenporinea con Ja Formacion Sepur. Tam- que Jos conglomerados de Ja Formacién Se- pur, por el contrario, presentan componentes fe estas rocas. Esto demuestra que durante el Maestrichtiano y el Paleoceno las serpentini- tas habian sido expuestas a la, superficie y sujetas a la erosién (Bonis, 1966b). McBirney (1963) es de Ja opinién que las peridotitas serpentinizadas representan mate- Tial del manto. subcortical movilizado a lo largo de las fallas. Esta opinién se basa en gran parte en que en Ja Fosa de Bartlett cl manto se encuentra apenas entre 5 y 6 km ajo el fondo del mar (Antoine, 1959), y que Ta magaitud del levantamiento que trajo 2 la superficie las rocas metamérficas de Ia Serie Chuaetis debe haber rote Ta aproxima- cién del manto a la superficie {En esta forma parece mas evidente que las Serpentinitas y Tas zonas de fallas longitudinales estan gené ticamente relacionadas. Es posible que la orogénesis de fines de Ja Era Paloouotes] yel epigodio de levantamiento, que trajo a Ya perlicie las rocas metamérficas de Ja Serie Chuaets, hayan favorecidg ta aproximacion del manio a la superficief En esta forma px rece mas evidente que las-serpentinitas y las zonas de fallas longitudinales estén genética jnente relacionadas. Es posible que, durante Ja orogenesis de fines de la Era Paleozoical y ‘al episodio de levantamiento general y afalla- miento que la siguié a principios de la Bra Mesozoica, se formara un gran geanticinal (denominado Geanticlinal Antillano por Schu- chert, 1935) en la posicién de América Cen- tral Nuclear. El efecto combinado de, levan- tamiento, erosién y afallamiento produjo el sscenso interno del manto, posiblemente como resultado de fuerzas de comprension ¥ no Por balance isostdtico. La siguiente fase de levan- tamiento y afallamiento durante y después de Ja Orogénesis Laramidica permitieron el em- plazamiento final de las serpentinitas a lo lar. Bo de las zonas de fallas. Los movimiento eMpsiguientes de las fallas causarom su remo- villzacién tecténica, y afallamiento postorogénico bién se conoce la existencia de volcanismo ign oe econcomitante con ia sedimentacion de las Formaciones ‘Subinal y Valle de Ange- $5 Cen Guatemala y Honduras) y Totogalpa tes Gearagua), es decir, durante el Crevécico Gperlorsferciario Inferior. Sin embargo, no fue sino hasta el Terciario ‘Superior que tuvo jugar en América Central un episodio de vol- ‘canismo intenso y sobre una area muy exten- canismme arable en Norteamérica con el volea- nismo de Ja Sierra Madre ‘Occidental de Mé- a xico y Jas Cascade Mountains de Estados Uni- dos, Este evento fue comin a toda América Central, pero fue mds extenso e intenso en Jos territories de Guatemala, Honduras, El Salva- dor y Nicaragua Hasta hace pocos afios, las rocas, voledni- cas del Terciatio Superior habjan sido poco estudiadas, a pesar de que en ellas se encuen- {ran algunas zonas mineralizadas de impor- tancia. Las descripciones més completas se deben a los estudios de Howel Williams y va- ios de sus colaboradores. Su composicion li- tologica es variada y su edad exacta, con pocas excepciones, no es bien conocida, A continua cién. se resumen. sus principales caracteristi- Cas, empezando en Guatemala y continuando hacia el sureste, En la parte central de Guatemala, segin Williams "(1960), durante el Mioceno y el Pioceno se formé una extensa meseta voled- nica compuesta principalmente de grucsos depdsitos de pomez riolitica y dacitica de ori- gen de aludes candentes, procedentes de frac- furas y no de conos centrales. Estos depdsitos se encuentran interestratificados con algunas coladas de Java y con capas gruesas de sedi- mentos tobaceos Fuviales, asf como de depé- (os de diatomita. En Guatemala suroriental (Williams, McBirney and Dengo, 1964) las ro- cas volednicas terciarias consisten en lavas y fobas cuya composicién varia de basalto a riolita. Algunas de las tobas son ignimbritas Gel tipo sillar, y frecuentemente aparecen in- tercaladas con sedimentos fluviales tobdceos. En esta parte de la regién, las rocas voles. nicas Terciarias han sido clasificadas bajo el hombre Grupo Padre Miguel por Burkart (1965) y Crane (1965). En Honduras, se encuentran extensas areas cubiertas por ignimbritas rioliticas de gran espesor, intercaladas con sedimentos lacus- tres y fluviales. Estas rocas han sido estu- diadas en una Area pequefia por Carpenter (1954) y recientemente se ha hecho un estu dio de reconocimiento mas extenso por Wi liams y°Me Birney, ain no, publicado. Me Birney y Weill (1966) han postulado que las ignimbritas provienen de magmas que se ori- ginaron de la fusién parcial de las rocas cris- falinas (metamdrficas principalmente) del basamento. Es en El Salvador donde tal vez se han estudiado mejor las rocas volcénicas del Ter- ciario Superior, aunque todavia falta mucho para su conocimiento adecuado. Williams Meyer Abich (1955) las estudiaron principal- mente en las Sierras del Balsamo y de Ju- cuarén, paralelas a la Costa del Pacifico, don- de encontraron grandes espesores de brechas y tobas de origen lahdrico de composicién andesitica y baséltica, intercaladas con co- 22 Iadas de basalto olivinico, En Jucuarén estas rocas constituyen el zécalo sobre el que se entan varios conos volednicos subreclente: En la parte norte del pais, en la Cordillera Frontera, Jas rocas son imenos conocida: ero, en general, aparecen tanto coladas y rechas Jahéricas andesiticas y basdlticas, como ignimbritas daciticas y rioliticas que son una extension de las de Honduras ye} suroriente de Guatemala, Casi todas estas ro. eas parecen proceder de fisuras y, en menor args, de cones: Dury 9, hinge (1960) ‘han| ‘echo una clasificacion estratigratica de las rocas volcénicas Terciarias de El Salvador, basandose en la presencia de varios suelos fosiles. La actividad volednica en Nicaragua duran- te el Terciario presenta condiciones un tanto diferentes a las descritas anteriormente, ya que es en este pais donde se unen las provin. gias, geologieas que forman, Américe Cental, McBirney y Williams (1965) han Negado a establecer que en Nicaragua hubo actividad Yoleénica précticamente continua desde el Cretacico hasta el Cuaternario, lo cual es una caracteristica de América Central Meridional, y por eso se tratara de nuevo mas. adelante, 2nvel capitulo correspondiente, En lo que se refiere al volcanismo del Terciario Superior, que es el que se extendié por toda la regién, éste se inicié con rocas principalmente ande- siticas y, en menor proporcién, daciticas, que han sido agrupadas bajo el nombre de For macién Matagalpa, posiblemente de edad ol gocénica y miocénica (McBirney y Williams, 965). Este volcanismo estaba concentrado cerca del presente eje morfoldgico de las sic tras centrales de Nicaragua, Ya que existen sedimentos fosiliferos de origen volcdnico expuestos a lo largo de la costa del Pacifico, Jos que pueden ser correlacionados con dife rentes unidades volednicas terrestres, es po ‘sible establecer la edad de la actividad vol céniea con mas certeza en este pais que en Jos otros. Durante el Mioceno, se acumularor grandes cantidades de ignimbritas de compo. Sicion dacitica y andesitica, acompafiadas de algunas coladas de basalto andesitico, en dl 4rea situada entre los yolcanes preexistentes y el Pacifico, presentando una_ facies marine ‘contempordnea, la Formacién El Fraile. Esta’ ignimbritas se originaron a lo largo de frac turas cereanas al actual borde oriental de graben conocido como Depresién de Nicars gua. La actividad volednica continud durant el Plioceno. Afallamiento postorogénico Las rocas volcénicas y Jos sedimentos 4 origen volednico de América Central Septe! trional fueron afalladas en bloques, alguno de los cuales se inclinaron notablemente, | Jes como los que forman la Sierra del Bél- samo y Jucuarin que estan inclinados hacia el sur. Este afallamiento fue en partes acom- paiiado de plegamientos leves. Dos sistemas de fallas se formaron a fines del Terciario y el Cuaternario (Fig. 9), como resultado principalmente de esfuerzos locales de tension; a saber, uno cuyo rumbo preva- Jente es de N40°45° W y otros de rumbos variables entre N 20°-30° W y N 30°40" E, en- Contrandose en este ultimo algunas fallas en direccién N-S. El primer sistema (Fig. 9, le- tra C) presenta prevalentemente fallas nor- males'y’algunas inversas y a él pettenece Ja Depresion de Nicaragua que, como se describe mas adelante, se formé por esfuerzos de ten- sin sobre un geanticlinal que resulté de un extenso movimiento regional de compresién. E] segundo sistema (Fig. 9, letra D) se co racteriza por fallas normales, algunas de las cuales limitan pequefias fosas, las que origi nalmente (Sapper, 1937) fueron interpretadas como un graben continuo que atravesaba Hon- duras del Caribe hasta el Golfo de Fonseca en el Pacifico y al que se le dio el nombre de Depresion de Comayagua. En realidad, no se trata de una sola depresidn tect6nica, sino varios grabens pequefios que en forma de zig- zag se extienden en una alineacién general de norte a sur. Este sistema resulté de los es- fuerzos locales de tensién, aproximadamente normales a la direccién del movimiento de compresién regional, Debe anotarse que el diastrofisio del Mioceno-Plioceno sobre América Central Nu- clear fue mucho menos intenso que en Amé- ica Central Meridional y que en Jas cuencas del Golfo de México, como la de Macuspana- Campeche. FIG.10 ELEMENTOS ESTRUCTURALES DE AMERICA CENTRAL MERIDIONAL 6 Chucunaque), que continita en Colombia, por Ia de Chocd 0 del Pacifico (Taborda, 1981). Sobre los Arcos del Pacifico es que se han Inedido las anomalias gravimétricas Bouguer Je valores mayores positives, como lo mues- tra Ja figura 2. Los Arcos Internos incluyen las sierras mas altee del area, la Cordillera de Talamanca del Gureste de Costa Rica y la Serrania de Taba sard del occidente de Panamé y otras de mo- nor elevacion, como la Cordillera de San, Blas erel oriente de Panamé, Su extensién_ hacia Colombia est marcada por el Arco de Sauaté Gacobs, Birgl and Conley, 1963).' La cresta Ae'los Arcos Internos esta’ interrumpida por luna ‘pequefia rea topografica, y_ estructural Shente baja, Ja de Ia Zona del Canal de Pax Prené. Los Arcas Internos presentan wna geo- Togia complicada que incluye desde rocas de Uagamento y rocas sedimentarias plegadas y afalladas del Cretacico y el Terciario, hasta focas Intrusivas del Terciario Superior y roces Yolednicas del Terciario y el Cuaternario; Las Bnomalias gravimétricas Bouguer de valores hegativos mayores en esta parte de América Central se encuentran dentro de esta unidad estructural. Como Cuencas del Caribe se distinguen Tas de Limén-Bocas del ‘Toro, el entrante de la .@ Zona del Canal de Panamd y parte de la de Sint en Colombia, todas Jas cuales tuvieron episodios similares de sedimentacién marina durante el Terciario (Fig. 11). Las divisiones estructurales de América Central Meridional coinciden en sus principa- les aspectos con las caracteristicas que Guten- berg y Richter (1954) han descrito para las “estructuras régionales arqueadas del tipo del Pacifico", que parecen ser tipicas de las areas marginales de dicho océano. La figura 12 muestra una seccién estructural esquematica a través de Costa Rica en la que se indican los principales aspectos geolégicos de cada una de las unidades estructurales, La historia tecténica de América Central Meridional se puede resumir mejor si se con- sidera en tres etapas, denominadas, en su or- Gen cronoldgico relativo, fase prototecténica, fase orogénica y fase postorogénica, La razén para presentarla bajo un ordenamiento dis- tinto al seguido para América Central Septen- trional, es que ambas se iniciaron en ambien- tes tecténicos diferentes, la Septentrional bor- deando una zona continental o cratogénica, y la Meridional como un promontorio subma- rino sin masas terrestres adyacentes. Fase Prototecténica Condiciones iniciales Se ha especulado, principalmente por Den- go (1962a y 1967) y Lloyd (1963), que Amé- Tica Central Meridional tuvo su origen en up promontorio submarino en el Pacifico sobre El cual se Jocalizaron una serie de islas vole’ nicas, en forma un tanto similar al arco vol cinico de las Antillas Menores o al de las Islas Aleutinas de la época presente. Tal pro; montorio pudo haber’ sido el resultado del empuje de la corteza deb Caribe hacia el Pa- cifico. Antes de Ja formacién de este arco vol- ‘canico insular, América del Norte (incluyendo ‘América Central Septentrional) y América del ‘Sur, se encontraban separadas por una Area marina, denominada por Schuchert (1935, pag. 17) como el Mediterraneo Caribe, y por Pioyd (1963) como el Canal Centroamericano, Bajo estas condiciones, es de suponer que el arco insular original era simple, con su lado ‘concavo hacia el Caribe actual, y no presen- taba Ja forma de § acostada presente, la cual debe haber resultado a causa de movimientos tectonicos posteriores, como se explicaré mas adelante. La edad asumida de la formacién de este arco también es una especulacién hasta el mo- mento por falta de informacién més precisa, pero s¢ ha considerado que tuvo lugar duran- te e] Cretacico, al menos antes de la Epoca Campaniana. Esta deduceiéa se basa en el hhecho de que las rocas sedimentarias mas antiguas gue ha sido posible clasificar por inedio de fosiles, sobrepuestas a las volcani- ‘cas del basamento, pertenecen a dicha época (Dengo, 1962b; Henningsen, 1966a y 1966b), y que edades de algunas rocas del basamento determinadas radiométricamente también in- ican que son del Campaniano (Barr y Esca- lante, 1969). ae aS eae tein eae ao es ingles), oe sae eenatd en Colombia o el/Arco de ia Libertad en Guatemala. a 6 CARIBE OCEANO PACIFICO CUENCAS DE SEDIMENTACION DEL TERCIARIO; AMERICA CENTRAL MERIDIONAL. — ARCO DEL PACIFICO ARCO INTERNO GUENGA DE _LIWoN 5 23 a ecu aues i 8 Sie eae a3 ae a g & BE & a & & gr ze 3 8 is Be os B olf oy Seige ees Sak es 5| coro ounce i I I Rio TELIRE EZ] oceano ATLANTICO Snntetreey o | a 30 0 eeMape INDICE Ge? UD sesimertos det Tercario Superior [EE] Rocas Voledaicce det Terclorlo nfertor —=— (sesimentos del Terciaro inferior HEE tntrusiones bésicos del Terciario inferior Sedimentos del Cretacice Superior [EE] Rocas intrusivas de Tolemonce WE Rocas Voicdnicos del Terciorio Superior. NOTA: Segin Dengo( i962 6) FIG.12 SECCION ESQUEMATICA PARTE SURESTE DE COSTA RICA ———$$_____! GD 1145 Wo vorcanicas CL continent 1 Linea de costa actual. Posie anterior sumida. } } Escuds de ‘Guayane ref FIG.[3 ESQUEMA PALEOGEOGRAFICO DE AMERICA CENTRAL DURANTE EL CRETACICO SUPERIOR. Ri —________1 e Como se hizo ver anteriormente, no hay evi- dencia geolégica que indique la presencia de masas terrestres adyacentes del lado del Ca- ribe y el Pacifico, durante la formacién del arco de islas volcdnicas iniciates, Dicho arco, sin embargo, se extendia desde ia masa com tinental de América del Norte a la América del Sur, en ja forma que lo representa el es- quema ‘de ta figura 13.'La posiciéa original le las islas posiblemente la indican algunas de Jas peninsulas \actuales como Nicoya, Osa y Azuero, aunque algunos autores, hey Hen ningsen, piensan que estan representadas por varios tmonticulos submarines que han sido ocalizados durante levantamientos batimétrt os en el Pacifico (Fisher, 1961). Lloyd (1963) Jas Hamo islas de Guanarivas, combinando el nombre del departamento de Rivas en Nico- ragua y la provincia de Guanacaste en Costa Rica. Debe indicarse que, en su interpreta- ida, Lloyd considers la’ parte oriental de Panama como si fuese geoldgicamente dife- rente al resto de América Central Meridional, y Ia lamé el Espolén de Panama, sin haber explicado en qué se basaba. En esta version de la historia tecténica se hace ver que esa parte de Panama tuvo una historia similar al resto del area. Rocas del bacamento La combinacién de procesos voleénicos en el mar, de erosién de las rocas resultantes, y de sedimentacion de sus detritos, asi como de carbonatos y materiales siliceos originados directamente en el mar, dio origen a una aso ciacién compleja de rocas que incluye basal- tos ¢lipsoidales, aglomerados de basalto, rocas intrusivas gabroicas, calizas siliceas, pederna- Jes (ftanitas) y grauvacas, todas las cuales han sido agrupadas bajo el nombre de Com. plejo de Nicoya en Costa Rica, Complejo Ba- sal en Panama y “Formacién Porfiritica” en Colombia. Es posible que algunos de los ba- saltos mds antiguos del basamento represen. ten afloramientos de Ja corteza ocednica y que algunas limolitas rojas y pedernales mangani- Feros que afloran en Ia Peninsula de Nicoya criginalmente hayan sido sedimentos marinos de aguas profundas, no asociados directaner te con las islas voldénicas. La extensién geografica exacta de este grupo de rocas no se conoce bien. Hacia el norte, estan cubiertas por rocas mds jovenes, Hacia el sur, rocas similares en la costa del Pacifico de Colomt posiblemente sean equivalentes al basamento de América Central Meridional, Estas rocas han sido consideradas por Biirgl (19592) como pertenecientes a la facies eugeo- sinclinal del Cretaécico de Colombia. Las rocas del basamento fueron deforma. das tectonicamente y parcialmente metamor- © fizadas durante el Cretacico Superior, sin po- derse ain determinar este evento con mayor Precisién por falta de informacién detallaca, Henningsen (19666) considero que tal defor macién tuvo lugar durante Ja Epoca Campa, niana por haber encontrado rocas de esta edad separadas discordantemente de las det Periodo Terciario, Debe aclararse, sin embar- 0, que, bajo las rocas campanianas, exste otra discordancia que separa a éstas de las del Complejo de Nicoya. Es mas, en una de las pocas partes donde las rovas’ del basamento se han estudiado en algin detalle, en el extre mo sur de la Peninsula de Nicoya, se han de. terminado discordancias que separan diversos grupos de las rocas del Complejo (Dengo, 1962a, pag. 139) por lo cual es evidente qué tales rocas han estado sujetas a mas de ‘un episodio de deformacion, | Peridotita serpentinizada Como parte integrante del basumento, m: rece ser mencionada por aparte una perido- tita parcialmente serpentinizada que ‘ocupa tuna gran parte de la Peninsula de Santa Ele- na, en el norte de Costa Rica, que fue des. crita originalmente por Harrison. (1953) y més tarde por Dengo (1962a y 1962b). Esta peridotita, en contraste con las descrita: en ‘América Central Septentrional, aparece aisla- da y evidentemente no forma parte de una franja regional como aquéllas 0 como otras de la region del Caribe; por ejemplo, las de las Grandes Antillas y las del norte de Venezuela. Ademés, presenta otras caracteristicas pecu: iares tales como su asociacion con rogas ba: silticas parcialmente metamorfizadas, asi como una pseudoestratificacién debida’a di- ferentes concentraciones de sus componentes minerales. Dengo (1962b) ha postulado que esta peridotita representa un afloramiento del manto subcortical, es decir, de las rocas que normalmente se encuentran bajo la disconti nuidad de Mohorovicie, que ha salido a la su- Berficie a Jo largo de una zona de afallmiento alineada con Ja Tractura Clipperton del Océano Pacifico, en forma similar a la explicacién que Hess (1955) postuld para la Roca de Saint Paul en el Océano Atléntico. Si este es el caso, dicho afallamiento tuvo jugar durante el Perfodo Cretacico, como parte de la defor macién regional que afecté al Complejo de Nicoya. Sedimentacién durante el Cretécico Superior Sobre las rocas del basamento yace, en for- ma discordante, una secuencia de rocas sedi- mentarias del Cretaécico Superior (Campania- no-Maestrichtiano) que se inicia con la For- macién Sabana Grande expuesta en varias partes de la Peninsula de Nicoya, y que con at siste principalmente en calizas silfceas y fta- nitas., Recientemente, Henningsen (1966a 1966) encontré fésiles de la Epoca Campa- niana en rocas de esta formacién, asf como en otras similares en las areas de Quepos y Golfito y consideré que, por esto, la edad del Complejo Basal o de Nicoya era Campaniana. No obstante, debe aclararse que en las descrip- ciones del Complejo de Nicoya (Dengo, 1962b; Hoffstetter et al, 1960) se incluyen en éste solamente las rocas més antiguas que la For- gnacién Sabana Grande. Sobre esta forma- Gién, en contacto discordante, se encuentra Ja Formacién Rivas en la poreién suroeste de Nicaragua y en Ja Peninsula de Nicoya, que consiste principalmente en estratos de arenis- ca, lutita y algunos miembros de caliza, La Formacién Rivas pertenece a las Series Cam- paniana y Maestrichtiana, por Jo cual la dis- fordancia en su base, que la separa de la For macién Sabana Grande, indica un episodio tecténico intracampaniano. Las rocas de la Formacion Rivas se correla cionan en edad con las de la Formacién Chan- guinola del noroccidente panameio y el orien. te de Costa Rica, mencionadas originalmente por Woodring (1954) y descritas mas tarde por, Fisher y. Passagno. (1965). Sin, embargo, fa litologia de esta tiltima formacién es dife- rente, estando caracterizada principalment: por calizas. Es de esperarse que en las serra- nnfas de la parte central de Costa Rica, al sur del Valle Central, que ain estan poco estu- diadas, se encuentren afloramientos cronolé- gicamente equivalentes a estas formaciones cretacicas, Un estudio detallado de la estrati- grafia y estructura de estas serranias es ne- ° Cesario para entender mejor la historia del area. Las rocas del Cretécico Superior en Nicoya y Nicaragua presentan mucho material voleé- nico derivado de la erosién del basamento, pero también presentan detritos y rocas vol- cdnicas contempordneas, lo que indica que hubo actividad volcanica concomitante. De igual modo, la Formacién Changuinola pre- senia areniseas tobéeeas e fntereslaclones de lava. La informaciéa geolégica permite inferir que durante el Cretécico Superior, por Jo menos a partir de la Epoca Campaniana, exis- tié una dvea de sedimentacién marina locali- zada del lado céncavo (0 del Caribe), del arco de las islas volednicas. Los sedimentos depo- sitados representan una facies eugeosinclinal y son muy diferentes a los sedimentos del Geosinclinal Mesozoico de América Cent Septentrional. Podria asumirse que estén mas bien relacionados con el eugeosinclinal del Mesozoico que ocupaba la posicién actual de la Cordillera Occidental de Colombia. La prin- cipal fuente de sedimentos en Ja porcién cen- febamericana. de este geosinclinal fueron las islas volednicas del arco inicial, aunque, indu- dablemente, en su extremo norte, asi como en 50 extensién hacia el sur, las islas no voleé- nicas de América Central Septentrional y de ‘América del Sur deben haber coniribuido. materiales de otros tipos. Las posibles rela- clones paleogeograficas, sobre una base geo- grafica asumida, estén indicadas en Ia fi gura 13. Fase orogénica Eventos tecténicos La separacién entre las fases prototecténica y orogénica es realmente artificial, El primer Yermino se ha usado por conveniencia para describir los eventos iniciales en la historia del area, atin poco conocidos y, ef segundo, para definir los episodios tecténicos que es posible fijar con snayor certeza. Ambas fases Jon partes en realidad de un proceso conte nuo, por lo cual es dificil fijar Limites, aunque éstos sean arbitrarios. La fase orogénica real mente se inicia con los disturbios tecténicos durante la ultima parte del Cretécico y que tuvieran su climax durante el Eoceno, es de- fr, corresponde con Ia Orogénesis Laram ica, cuya magnitud, como se explicé en pi ginas anteriores, fue de grandes proporciones én América del Norte, asi como en el norte de ‘América del Sur, y también lo fue en el area intermedia que aqui se describe. 2B La sedimentacién durante el Eoceno estavo acompafiada de actividad volednica, lo cual es evidente principalmente en, las rocas expues tas del lado Auldntico de Costa Rica y Pana- ma, donde la Formacién Tufs presenta nume- yosas intercalaciones de andesita, basalto capas tobicens, Las roca del Eoctno son pre Yalentemente clasticas, pero presentan un miembro arrecifal extenso, determinado como del Eoceno superior, el cual puede identifi carse desde el departamento de Rivas en Nicaragua y en Ja provineia de Guanacaste de Costa Rica‘como parte de la Formacién Brito. Tambien aflora en el area central del Pacifico de Costa Rica (Weyl, 1957; Dengo 196la) ¥ falcanza sus mayores espesores en la Fila de Cal en Ja zona del Pacifico de Costa Rica ¥ Panama. donde se conoce como Formaciéa David, En Ja parte central de Costa Rica pre » senta fragmentos de origen voleénico (Dén- doli, 1943; Déndoli y Torres, 1954), Tanto Woodring’ (1954), como Dengo (19638) han considerado que Ja actividad voleénica del Eoceno estuvo localizada principalmente a lo largo del eje actual de los Arcos Internos y que marcé el inicio de Ia Cordillera de Tala. manca. Lloyd (1963), por otra parte, ha su- gerido que dicho volcanismo estuvo més bien Situado a lo largo del grupo de islas del arco inicial; es decir, mas cercano al Pacifico. Has- ta tanto no se haga un estudio paleogeogré- fico detallado de las condiciones existentes durante el Eoceno, no sera posible definir este problema, ni tampoco el de las condiciones jue gobernaron la distribucién de los arreci- jes antes mencionados, los cuales pueden ha- der circundado las islas volcdnicas. Los movimientos tecténicos durante la Oro- génesis Laramidica, y el desplazamiento del eje volcinico hacia él noreste, produjeron la fragmentacidn del drea en varias cuencas me- nores, en cada una de las cuales la sedimen- taci6n subsecuente tuvo caracteristicas un tanto diferentes, principalmente en cuanto al espesor de los sedimentos. Asi result vor una parte la Cuenca de Limén-Bocas del Toro del Jado del Atléntico, la Cuenca de Térraba-Chi- riqui, localizada entre el arco voleénico int cial 'y los voleanes del Arco Interno, y la Cuenca de Dariéa en Panamé. Es posible, ademas, que el arco insular inicial, empezara entonees a cambiar su forma hacia la S acos- tada de hoy dia. Durante este tiempo, el Ca- ribe y el Océano Pacifico permanecieron co- nectados a través de diferentes canales que unian las cuencas sedimentarias menores. En esas condiciones, América Central no formé continuamente un puente terrestre. Sedimentacién durante el Terciario Medio y Superior Durante el Oligoceno y el Mioceno, Ja set mentacién marina continué en las diferentes cuencas, existiendo a la’ vex actividad volcé- a en’ forma mas o menos continua, con intervalos. relativamente cortos durante los cuales ces6 temporalmente. En la Cuenca de Limén-Bocas del Toro, la ‘sedimentacién fue mas rapida y se acurnuié un espesor mayor de materiales que en Ia de Térraba-Chiriqui y la de. Darien, Los” sedimentos del ‘Oligecens (Formaciones Senosri y Dacli) presentan to- bas y aglomerados intercalados ¢ igualmente ocurre con los sedimentos oligocénicos del area del Canal de Panama (Woodring and ‘Thompson, 1949; Woodring, 1957). Sin_em bargo, en Ja Cuenca de Limén-Bocas del ‘Toro las rocas del Oligoceno superior y el Mioceno inferior (Formacién Uscari) no presentan in- dicios de actividad voleénica concomitante y, por otra parte, se componen de sedimentos clésticos finos, marcando un lapso de relativa guietud tecténica, la que se rompe con los sedimentos clisticos gruesos de Ia Formacion Gatiin (Mioceno-medio-superior) que corres: ponden a un Jevantamiento acelerado de la Cordillera de Talamanca, Tal levantamiento fue més rapido durante el Plioceno, dando origen a conglomerados gruesos de gran es- pesor (Formacion Suretka). Durante el Plio- Ceno, hubo de nuevo actividad volcénica in- tensa en la Cordillera de Talamanca. En Ia cuenca sedimentaria de Térraba- Chiriguf, el Oligoceno esta representado por Tutitas negras, indicando un ainbiente semi- euxinico, debido posiblemente a que estaba Separada tanto del Caribe como del Pacifico or islas que obstaculizaban la libre circu- jacién de las aguas. Las rocas sedimentarias de Mioceno (Formacin Curré) y las voledni- cas del Plioceno (Formacién Piso Real), re- flejan los mismos eventos de levantamiento de a Cordillera de Talamanca y vulcanismo con- temporéneo que se pueden deducir de las ro- cas expuestas en la Cuenca de Limén-Bocas Toro, con la diferencia que la Cuenca de Té- rraba era mas estable y, consecuentemente ‘el espesor de los sedimentos es menor. EI Jevantamiento rapido de la Cordillera de Talamanca y la Sierra de Tabasard fue acom paiiado de intrusiones, principalmente de gra- nodiorita y cuarzo-diorita, durante el Mioce- no, las que fueron expuestas a Ja superficie por Ja erosién durante el Plioceno. El Ievan tamiento de esta cordillera en la parte orien- tal de América Central Meridional es menos perceptible, pero su continuacién puede tr zarse tentativamente a lo largo de la Cordi- llera de San Blas en Panama y del Arco de Sauaté en Colombia Fase postorogénica La fase postorogénica se refiere a los even- tos tectonicos que tuvieron lugar después de Jos episodios que culminaron con la forma- cin de un sistema de montaiias y comprende fenémenos diversos tales como afallamiento normal tafrogénico y vulcanisrno extenso. En general, representa deformaciones debidas a fensién’ de la corteza terrestre y no a com presion, La serie de episodios geolégicos ocurridos durante las fases prototecténica y orogénica, 23 Pee eee bd e dlebidos en gran parts a movimientos tangen- _rocas han sido descritas bajo los nombres de clales, acompafiados de levantamientos y hun- _formaciones Aguacate, Pey, Paso Real y Doan. dimientos de partes del area, culminé con el (Schaufelberg, 1931; Dengo, 196la y_ 1962a; Jevantamiento total de toda su estensién du- Escalante, 1966; Williams,’ 1952b; “Déndoli. rante el Plioceno como resultado de movi 1951). mientos verticales, principalmente, Durante Ja fase postorogénica propiamente Durante estos dltimos movimientos (Mio- — dicha, se formaron las sierras volednicas de ceno y Plioceno), se formaron pequeias cuen- Guanacaste, Cordillera Central de Costa Rica cas sedimentarias en las partes bajas del Arco -Volcén Chiriqui en Panama, Externo, por ejemplo, en el extremo sur de la Peninsula de Nicoya y en el area entre las La formacién final, del puente terrestre en- Peninsulas de Osa y Burica. Al final de la tre Norte y Sudamérica debe haber tenido fase orogénica, la extensa actividad volcdnica lugar hacia fines del Mioceno o, mas proba- caracteristica del Mioceno superior y Plioceno —_blemente, durante el Plioceno. ‘Segtin. Woo- de América Central Septentrional, tuyo su ding (1966), la distribucion on éreas neque. contraparte en América Central Meridional, fias de sedimentos marinos del Pliocene indica marcando un evento geolégico comin en la que la parte correspondiente a Costa Rica y historia de ambas provincias. En la parte Me- Panama ya habia emergido casi en su totall> ridional, sin embargo, dicha actividad fue dad durante esa época, No se sabe atin cudn- prevalentemente andesitica y basiltica, con do se interrumpié Ja conexién marina entre menos proporcién de rocas dcidas que predo- _¢l Caribe y el Pacifico a Jo largo del area de minan en la provincia Septentrional. Estas Atrato, Resumen de Ia actividad fgnea La actividad jgnea que tuvo lugar a través postorogénica, representada por el volcanismo de Ia historia tectonica de América Central actual. La informacion geoldgica da ids peso Meridional fue variada. Un andlisis de sus prin- a la conclusion ya expresada de que la cor. eis cracietieae deh sea Bait teza terrestre en América Central Meridional Gites “durante fase prototeconics, es Sle carterstioas ccednicas, del lado del decir, con rocas igneas del tipo oceanico. Con- Hie te tinué con rocas de tipo mixto, principalmente Sin existir una verdadera corteza continental basaltos y andesitas durante los primeros M1 esta parte del istmo centroamericano. El eventos de Ja fase orogénica, y culmind con ~ problema de la presencia de rocas fgneas aci- conjuntos tipicamente de caracter continen das en Areas donde aparentemente no existe tal — granodiorita, andesita, ete— durante _corteza continental atin no ha sido bien estu- Ja Gltima parte de Ia fase orogénica y Ja fase diada, tal como lo ha hecho ver Weyl (1967). ~ CAPITULO IV HISTORIA TECTONICA DE LA ZONA MARGINAL DEL PACIFICO Preambulo La Fosa Mesoamericana, ya descrita breve- mente, se extiende paralela a la costa del Pa- cifico de México y América Central, desde las Islas ‘Tres Mariag Basta frente a la’ Peninsula de Hicoya, por una distancia de 2,600 km. Su profundidad maxima es de 6,662°+ 10 m. bs és la menos profunda de las fosas del Océano Pacifico, Su extremo norte termina en la zona de fractura Clarion, y hacia el sur esta limi- tada'"por el Promontorio del Coco. Deserin. ciones de la topografia submarina de esta fosa, asi como mapas batimeticos de ella, han sido publicados por Heacock y Worzel (1935), Fisher (1961), y Fisher y Hess (1963), La fosa presenta dos’ partes un tanto diferen 2s en al topografiny estructura, cuya sepa racion Ja indica su interseccién con la zona de fractura de Tehuantepec, en el Océano Pa- cifico (Menard y Fisher, 1958). La parte sur. oriental de la fosa, en contraste con Ia aor oriental, est separada de la tierra firme por una plataforma continental mas ancha, pre- senta una corteza de mayor espesor, contiene menos volumen de sedimentos y paralelamen- te a ella se extiende la Cadena Volednica Cua termaria de América Central (Fig. 2). Ta zona que comprende Ja porcién sur- oriental de la Fosa Mesoamericana, la Cadena Volednica Cuaternaria, y el area intermedia, presenta caracterfsticas’ tecténicas comunes, superpuestas a las estructuras mds antiguas de las provincias Septentrional y Meridional y see distingue con el nombre de Zona Mar- del Pacifico, A to largo de esta zona se originan la mayoria de los sismos de la re- gion. Tal como Jo ha interpretado Gunn (1947), Ja asociacién de una fosa oceénica y una cadena volcénica constituyen una. sola unidad tecténica que es el resultado de un mecanismo comin, J Cadena Volcinica Cuaternaria Generalidades La Cadena Voleénica Cuaternaria de Amé- rica Central es una de las zonas de voleanismo més activo del mundo y una de las que pre- senta una mayér proporcién de focos voles. nicos, en relacién al area que ocupan. Muchos de los trabajos iniciales respecto a la geolo- gia de América Central se refieren en gran parte, sino exclusivamente, a los volcanes; por ejemplo, los de Dollfas y Mont-Serrat (41868), von Seebach (1892) y Montessus de Ballore (1888). Asi también, gran parte de las investigaciones de Sapper estuvieron dedica- das al estudio de Jos volcanes, y aparecieron sus resultados en la obra Los Voleanes de la América Central (1925). Una compilacién re- iente sobre la informacién relativa a los vol. canes activos de la region fue hecha por Meyer Abich y McBirney (1958) como parte del Cata- logo Mundial de Volcanes Actives. Esta pu. Dlicacién contiene los principales datos ‘bi bliograficos hasta esa fecha. El catélogo ha sido actualizado hasta 1965 por Bohnenberger, Déndoli, Bengoechea y Mairoquin (1965). Los recuentos iniciales, que incluyen Jos de Sapper, son esencialmente de tipo descriptivo, El conocimiento moderno de la geologia de Ja Cadena Volcdnica se debe principalmente al trabajo de mds de veinte afios de Howel Williams, junto con diferentes investigadores fsociados, en particular A. R. MeBirney. De. ben citarse, ademés, otros estudios recientes de partes mas reducidas de Ja zona, como los de Bonis (1966a), Bonis, Bohnenberger, Sto ber y Decker (1966), ‘Diirr (1960), Meyer (1964), Weyl (1954 y'1961b), Bohnenberger (1969) y Murata, Déndoli y Sdenz (1966), ast como nuevos recuentos de ciertos aspectos Wstorieos “de Ia actividad yoleénica (Gall, 9 | TBs evidente que Ia Cadena Volcdnica est @sociada con una zona de afallamiento para- Tela ala costa del Pacifico,ique se inicia, apro- ximadamente, en Ia frontera entre Chiapas y Guatemala (Volcan ‘Tacané), y se extiende en direccién sureste, casualmente hasta otro vol- cin fronterizo, el Chingo entre Guatemala y EI Salvador. A través de E] Salvador tiene una direccién general esteoeste, y en Nicara- gua de nuevo continéa hacia el sureste, y pasa en Ia parte norte de Costa Rica desde el Pa- cifico al Caribe} Los conos volenicos del Cua- ternario, hastd~ahora reconocidos en Panamd, no presentan un ordenamiento tan regular, Existen, ademds, otros pequefios conos del Cuaternario en el lado del Caribe de Nicara- gua (McBirney y Williams, 1966) y algunos ‘que han sido reconocidos por varios geélogos, pero ain no citados en ninguna publicacién, en la parte central de Honduras, al oeste de Tegucigalpa y cerca del Lago Yojoa, cuya des- cripeién aparecera también en un estudio por McBirney y Williams, préximo a publicarse, Estos volcanes tltimamente citados no. guai dan relacién con Ia zona de afallamiento pa- ralela a la costa del Pacifico, sino mas bien con intersecciones de fallas de rumbos NW y NE EI estudio detallado, de ta distribucién de los focos volcénicos muestra que, aunque la zona principal de afallamiento es de noroeste a sureste, grupos individuales de volcanes es- tén localizados a lo largo de fallas menores con otras direcciones, principalmente nort sur, sobre todo en e} area del sureste de Gua- temala y noroeste de El Salvador, donde se encuentra la mayor concentracién de conos pequeiios, cuya distribucién ha sido estudiada por Williams y Meyer-Abich (1955), Williams, McBirney y Dengo (1964) y por Bohnenberger (19666). Depresién de Nicaragua La Iinea principal de afallamiento, paralela a la costa del Pacifico, no es simple. En Gua. temala aparece como una fractura principal Ja que, entre el Volcin de Tacand y el de Pacaya’ (al sur de la Ciudad de Guatemala) evidentemente esta cubierta por los mismos conos volcdnicos, mientras que, entre éste y Ja frontera con El Salvador, forma un escar- pado topografico y se conoce como falla de Jalpatagua. A través de E] Salvador, Nicaragua y el norte de Costa Rica, ona de afallarniento forma un graben prominente, conocido como la De- presion de Nicaragua (Fig. 6), a lo largo del Eual estan localizados los lazos de Nicaragua (Granada) y Managua y el Golfo de Fonseca, fae Esta estructura esta localizada a lo largo de la cresta de un geanticlinal, Recientemente, se ha postulado que este graben se ha ido extendiendo de sureste a noroeste, primero por una linea de fracturas simple y luego por una doble y que por esta raz6n su continuacién en Guatemala presenta sdlo una Ifnea principal dz fallas (Williams, McBirney y Dengo, 1964, pag. 53). La extensién del graben en Bl Salvador es menos clara que en Nicaragua, Aqui, mas que en ninguna otra parte de la zona volcénica, es evidente que un grupo de volcanes un poco més antiguos, pero también del Cuaternario, se extiende a Jo largo de la fractura del lado norte del graben y algunos en posicién inter- mientras que los mas jévenes estan localizados a Jo largo de la fractura del lado sur del graben, lo cual es el caso también en Nicaragua y Costa Rica, Segin Diirr (1960, pig. 16), Ie actividad votcénica empez6 en el lado norte del graben y se desplaz6 hacia el sur, y basa esta opinidn en Ja distribucién y edad relativa de los volcanes. Es posible que el eje del geanticlinal originalmente tuviese una posicién diferente a la actual y que du- ante su evolucién haya migrado hacia el sur. Williams y Meyer-Abich (1955) interpretaron que el graben esta localizado en la parte cen- tral 0 cresta del geanticlinal, En su extremo sur, en territorio costarri- cense, el graben o Depresin de Nicaragua presenta algunas complejidades atin no bien estudiadas. La Cordillera Volcdnica de Guana- caste (Figs, 2 y 16) esta claramente situada alo largo de la fractura suroeste del graben, ¥ unos pequefios conos de escudo en Tortu- ero (costa norte atlintica de Costa Rica) lefinen Ja extensin de la fractura noreste (Figs. 2 y 6). El graben termina contra una serie de fallas al pie de las estribaciones de la Cordillera de Talamanca, inmediatamente al sur de las Ciudades de San José y Cartago. Los grandes voleanes de Ia Cordillera Volc& nica Central de Costa Rica (Figs. 2 y 16) es tan, segdn esta interpretacién, dentro del gra- ben. En esta forma se puede explicar la‘for macién del Valle Central de Costa Rica, que tanto ha preocupado Ia atencién de muchos gedlogos, si se considera que es una parte de ja Depresion de Nicaragua que quedd sepa- rada al formarse la Cordillera Volcénica Cen- tral y gue fue rellenada con materiales vol cénicos Cuaternarios. Los estudios recientemente publicados por McBirney y Williams (1966) indican que Ja Depresién ‘de Nicaragua empez6 a formarse poco después de las'grandes erupciones ¢ ignimbritas que marcaron la fase final del volcanismo del Terclario Superior. Tipos de voleanes La Cadena Volcénica fra otra serie de aspectos interesantésen|Ja historia tecténica de la region, tanto en las formas producidas por la actividad voleénica, como en la com- posicién de los productos de eyeccién, Aun- que los detalles respectivos deben ser consul. tados en las referencias bibliogrficas cita- das, es del caso mencionar algunos de estos aspectos, ya que esta es una de las dreas en el mundo que permite estudiar una mayor variedad de’ fenémenos vulcanolégicos. Entre las formas volcanicas més comunes predominan los aparatos compuestos de for- ma cénica, es decir, formados por coladas de lava, capas de escoria, lapilli, ceniza, etc., entre los cuales estan Ios volcanes de Tacand, Tajumuleo, Santa Maria, Atitlin, Toliman, Fuego, Acatenango y, Agua en Guatemala: Yzaleo, San Vicente "y Chaparrastique (San Miguel), en El Salvador; Casitas, Momotombo, Concepeién y Madera en Nicaragua, y los de Orosf y Arenal en Costa Rica. Sigien. tam- bin en orden de importancia por su. mimero Jos volcanes compuestos, pero de forma irre: gular, a veces por tener mas de un eréter, tales ‘como el de Santa Ana en El Salvador, y los de Rincén de la Vieja, Miravalles, Teno- Ho, Pods, Irad y Turrialba en Costa Ric: y el de Chiriqut én Panama. Voleanes en for: ma de escudo son, como ejemplos, el Cerro Quemado en Guatemala, el de Cacahuatique en El Salvador, el Cerro El Pedregal en Hon- duras, y los pequenos de Tortuguero en Costa Rica. Conos con calderas de explosion, en los wwe se preserva gran parte del cono, son el de"ipata en Guatemala, el de’ Chinameca on EI Salvador, y los de Cosigiiina y Asososca en Nicaragua, Calderas ‘mayores en las que se preserva apenas la base del cono, forma. das por explosién y colapso, se encuentran en Ayarza_y Retana en Guatemala, Coatepeque en El Salvador y Masaya y Apoyo en Nicara- gua, todas las cuales albergan lagunas. Los domos volcinicos estén representados por Santiaguito y varios pardsitos del Pacaya’ en Guatemala y el San Jacinto en El Salvador. Ademas, como accidentes topograficos promi. nentes se encuentran las depresiones tectd- nico-voleénicas de Amatitlin en Guatemala y de Mopango en El Salvador, cuyos procesos de formacién han sido descritos por Williams . (1960) y Williams y Meyer-Abich (1955). Las caracterfsticas de Ia composicién de las s voleinicas cuaternarias pueden resu- ¢ brevemente, indicando que muchos de Jos productos volcénicos en América Central Septentrional son de tipo Acido, principal- mente riodacitica, y a veces hasta riolitica, en particular aquellos que corresponden erupciones violentas y que han rellenado areas extensas en Guatemala y El Salvador. En América Central Meridional las rocas volcd- nicas son prevalentemente andesiticas con excepcién de algunas ignimbritas acidas en Guanacaste, Costa Rica, La mayoria de los conos compuestos son de composicién ande- sitica, con coladas de basalto, y los domos son mas écidos, prevalenteménite daciticos. Algunos casos excepeionales se encuentran en el ‘sureste de Guatemala, tales como el del Volcan Ixtepeque que es tm domo riolitico de obsidiana, y otro, el de Obrejuelo, que pre- senta una combinacién de riolita y basalto. Desarrollo de la Zona Marginal del Pacifico Mecanismo de formacién La historia tecténica de la Zona Marginal del Pacifico es muy joven, pero, aun asi, es di- ficil precisar cuindo se inici6. Se puede asu- mir que se inicié a fines del Terciario, aue tuvo su mayor actividad durante el Cuater- nario, y que hoy dia se manifiesta por medio de Ja’ actividad sfsmica y los fenémenos vol cdnicos. La_interpretacién estructural presentada por Fisher (1961), ya resumida en el capitulo 1, y basada en estudios de refraccién sismica, indica que la Fosa Mesoamericana puede compararse con otras fosas asociadas con areos insulares en el Océano Pacifico. Se diferencia por ser menos profunda y por es- tar vinculada tecténicamente a una frea con- Unental. Por su posicién respecto al conti- nente, asf como porque en proyeceién hori- zontal, aparece como un arco mas abierto, se asemeja a la Fosa de Chile y Pert, mas que a Iss paralelas a los arcos insulares, Vening Meinesz (1964) ha considerado que las ano- malias isostdticas asociadas con Ia fosa in can que Ja porcién continental se esta des plazando hacia el océano. Una interpretacion similar ha sido enunciada por Gunn (1947), quien sostiene que los esfuerzos de compre- sién distribuidos sobre una area producen grandes fallas de corrimiento normales a la direecién de compresién y que este es el me- canismo predominante en ta formacién de la fosa. Esta informacién coincide con la inter- retacién que Benioff (1954) y Schulz y Weyl i880) hacen de los fotos statieor de docu y mediana profundidad, asocidndolos con una zona de fallas activas, de rumbo paralelo a la fosa, ¢ inclinadas hacia el area’ continental 33 ° (Fig. 3). Debe indicarse, sin embargo, que, Benioff consideré el angulo de inclinacion como de 39°, mientras que Schulz y Weyl jiensan que sea de 22°, lo cual parece muy ‘ajo si se compara ¢on ‘situaciones similares, como Ia de Ja Fosa de Tonga-Kermadek, del gtro lado del Pacifico. En todo caso, el con- jumto de diferentes lineas de evidencia indica que la Fosa Mesoamericana se ha formado perpendicularmente a la direccién de com. presion regional que ejerce el area continen. tal de América Central sobre Ja corteza mas plastica del Océano Pacifico. La interpreta- cién de Benioff ha sido puesta en duda por Hodgson (1957), quien sostiene que los mo- vimientos que ‘provocan los sismos son de tipo horizontal, a lo largo de planos cast . Yerticales, En él criterio de Fisher y Hess (1963), ei problema de la interpretacién de los sisinos atin no esta resuelto, pero se in- clinan a una explicacién similar a la de Hodgson. Fenémenos asociados con la formacién de la fosa E] movimiento de compresion regional trae consigo otros efectos tales como la Tormacién de un geanticlinal en la parte frontal del area continental, en cuya cresta se localizan frac- turas Tongitudinales de tensién, las que han dado Jugar a Ia Depresién de Nicaragua (Fig. 14). Al igual que en otros casos similares se considera que la energia interna, a profundi- dad, sino es la causa directa de la actividad volcénica, ayuda a situar zonas de magma que encuentra escape a lo largo de las fracturas de tensién. Vening Meinesz (1964, pag. 111) considera que una corriente convectiva en el manto subcortical en, direccién del Promon- torio Medio del Pacifico hacia América Cen- wal, produciria fracturas de tensidn en la patie superior de la corteza y provocarta, asi la actividad volcdnica de esta Area. Gunn (1947) sostiene que la distribucion de los es- fuerzos bajo compresién horizontal regional es tal que produce una marcada asimetria, por lo cual la cadena volcdnica dnicamente se encuentra del lado levantado a lo largo de la zona de fallas de corrimiento asociadas con la fosa ocednica. La existencia de volcanes del lado conti rental de la fosa ha sido explicada por Stille @ (1955), quien piensa que, como el sial se adelgaza del lado ocednico, partes de éste fueron arrastradas bajo el bloque continental una profundidad donde se fundieron como resultado de la compresién, lo cual produjo un magma palingenético. La situacion es evi. dentemente mas compleja, ya que algunos magmas, los mas basicos, deben originarse a mayor profundidad, posiblemente como dife- renciacién del manto subcortical. Cabria ahora indagar cual es la naturaleza Beoldgica del area litoral y de plataforma continental comprendida enire la Fosa Meso- americana y la Cadena Volcdnica. Sobre esto hay pocos datos concretos, pero puede especu- Jarse que los Arcos del Pacifico de América Central Meridional se extienden hasta frente Ja costa del Pacifico de Nicaragua y se pro- yectan bajo la plataforma continental. La Parte norte de la plataforma, frente a El Sal vador y Guatemala, debe tener una constitue cién diferente, posibfeinente similar a la de América Central Septentrional. Frente a Chia- as, se cree que bajo la planicie costera y la plataforma exista granito (de Cserna, 1961). Los estudios de refraccién sismica indican la presencia de sedimentos marinos de espesor considerable frente a Guatemala, cuya edad se desconoce. Puede especularse que sean un eguivalente marino de las rocas. volcdnicas del Terciario, tan extensas en la parte norte de Ja region. El movimiento ini: haci lentemente ha producido el levanta- miento de la costa del Pacifico y la inclina. cidn regional del area terrestre hacia el Caribe, [o cual esta indicado por el drenaje actual, con los rfos de mayor longitud flu- yendo’ hacia el Caribe y con la division con- tinental de aguas mucho mas cercana al. Pax cifico. Esto es, desde Iuego, en términos - generales, ya que localmente, y como resul- tado de iovimientos isostaticos posteriores, a costa del Pacifico de América Central Me- ridional presenta evidencias de movimientos alternos de sumersién y emersién durante la parte mas reciente de su historia. Los. titi mos movimientos del lado del Caribe han sido de emersién de Ja costa, evidenciados por extensas terrazas mari 12 del Béleomo cémaras de Yo Beottawited ag Direstion, a $2 Moherovicie compresicn _ regional escata wonizowray Km SECCION TRANSVERSAL ESQUEMATIC. CAPITULO V RELACIONES ENTRE AMERICA CENTRAL Y EL CARIBE Preémbulo En este capitulo se hace una indicacién de Ja literatura principal relativa al t6pico, sin pretender analizarla, excepto en lo, que. se Tefiere a las fracturas del Pacifico y el Caribe, ‘ya que sobre ello se ha especulado bastante, Sin tgmar en cuenta varios aspectos de la geologia centroamericana, La bibliografia geolégica y geofisica sobre el Caribe es muy extensa. Repetidos autores han efectuado compilaciones y sintesis en di- versas épocas y han discutido en mayor 0 menor grado las relaciones paleogeograficas Y tecténicas entre esa area y América Central. Los trabajos mas completos son los de Schu- chert (1935), Butterlin (1956), Barr (1963) y, Weyl (1966b). Seria encomiable que el pro- Gucto de afios de investigaciones geolégicas por parte de Ja Universidad de Princeton, Tesumidos por Hess (1960) y Hess y Maxwell (1963), y. de estudios geofisicos efectuados por Lamiont Geological ‘Observatory, sea al- fin dia presentado en una sola obra Algunas de las relaciones directas entre América Central y el Caribe han sido men- cionadas en Jos capitulos anteriores y pueden ser resumidas bajo los siguientes aspectos: 1) América Central Septentrional ha pasado por una serie de eventos tecténicos simi- Iares, aunque no idénticos, a Jos que afec- taron a las Grandes Antillas, en particu- Jar a Cuba, Sin embargo, no es posible comprobar un paralelismo completo. 2) Si América Central y Cuba estuvieron unidas, atin no se ha explicado satisfac- toriamente el proceso y el tiempo de su separaci6n, ni la formacién de Ia Cuenca Marina de’Yucatén, que debe haber ocu- rrido simulténeamente, 3) Las relaciones entre América Central Sep- tentrional y el Promontorio de Cayman, Ia Fosa de Bartlett y el Banco de Nic ragua, segin la interpretacidn aqui pre- sentada, son mas claras, Aun asi, todavia falta mucha informacién de “geologia marina que’ permita establecerfas con mayor certeza, 4) América Central Meridional no presenta mayores problemas de correlacion geo- Jogica con el Caribe, por ser una area Jimitada por una cuenca marina profun- da, Ia de Colombia, que posiblemente ha permanecido como tal a través de varias eras geolégicas. Sin embargo, esta drea debe tomarse en cuenta al tratar de esta- plecer la mecénica de deformacién de toda la region del Caribe. Fracturas del Pacifico y El Caribe Problemas de Intorpretacién En ambos lados de América Central, en el Caribe y en el Pacifico ecuatorial oriental, se conocen zonas de fracturas 0 de fallas’ de grandes dimensiones. Algunas de las mayores Zonas se encuentran alineadas principalmente fen direccién esteoeste, y a lo largo de los mismos paralelos yeograficos, pero separadas por el Istmo Centroamericano. Esta situacion Xe ha prestado para especulaciones respect a su posible continuidad de un Jado al otro, asi como respecto a la direccién de despla- zamiento horizontal de las fallas que quedan alineadas. Como ejemplo, puede citarse a Menard y Fisher (1958, pag. 249), quienes han dicho que “las grandes fallas de despla- zamiento horizontal que limitan el Mar Caribe por el norte y el sur, se encuentran a lo largo Ge la extensién de jas zonas de fractura de Clarion y Clipperton (en el Pacifico) y pare- cen ser parte del mismo patrén”. Las relacio- nes verdaderas, sin embargo, son mas com plejas, como lo muestra la estructura geo- logica’de América Central. La discrepancia mas manifiesta respecto a una relacién simple entre zonas de fracturas Ya direceién del desplazamiento horizontal ta muestran el Arco Insular de las Indias Oc; cidentales formado por el movimiento del Caribe hacia el este, y la Fosa Mesoam: cana, que result6 del movimiento de América Central hacia el sureste. Ambos movientos fueron én parte contemporaneos (Fig. 15). Al examinar este problema més detallada- mente, se nota que la posible conexién entre Ja zona de fracturas de Clarion en el Pacifico y la Fosa de Bartlett en el Caribe esti en Parte apoyada por la distribucion de focos Fismicos, como lo han indicado Menard (1955) y Gutenberg y Richter (1954). No obstante Zsta indieacién indirecta, Ia geologia de Amé- fica Central Septentrional muestra que la Fosa de Bartlett se extiende hacia el oeste por las zonas de afallamiento de Polochic y Rfotagua, las cuales cambian de rumbo hacia Ql noroeste y mergen con, o estan cortadas por, fa Linea de fallas en direccién SE-NW Fue corre paralela ala costa del Pacifico. Buémas, tal como lo hicieron ver Menard y fisher (1958), otro problema al relacionar {as zonas de fracturas y afallamiento es que gu edad. no se conoce con certeza. Menard T1985) ha considerado que la zona de Cla- Hon, y otras del Pacifico ecuatorial oriental, pueden ser del Cretdcico, o tal, vez del Pre- Fimbrico, y han sido rejuvenecidas posterior- fmente, Sean la interpretacion antes presen- ada de la Fosa de Bartlett, su origen parcee {ber tenido lugar durante 1a Era Paleozoica, funque haya adquirido sus caracteristicas Gominantes durante y después de la Orogé- hesis Laramidica, Aun si se toma en cuenta Zstas dificultades para establecer si existe, © mo, una, verdadera continuacién entre Jas Yonag de fracturas 0 de afallamiento de Cla- Gon y Bartlett, un factor que favorece una Felacién entre elias es que ambas presentan Gesplazamiento horizontal hacia la izquierda La posible continuacién entre la zona de fracturas Clipperton del Pacifico y las gran- des fallas del norte de Sudamérica también es dificil de establecer, aunque su relacion geogrifica es mis evidente que la del caso Enterior. En este caso, ambas zonas parecen haberse formado durante el Cretécico (Rod, 1986; Alberding, 1957; Dengo, 1962b). El ma- yor problema s¢ presenta en lo que se refiere 2a direccién del desplazamiento horizontal, que es de tipo levomévil para la zona Clipper. fon y de tipo dextromévil para las fallas ‘del norte de Sudamérica. El problema de la direccién de desplaza- miento en sentido opuesto, a lo largo de fallas aparentemente continuas, ha sido investigado eed Pacifico por Menard (1960), quien en- 36 é contré que en el océano no siempre es igual gue sobre el continente. Menard piensa que ésto se deba a que varios tipos de esfuerzos independientes, durante tiempos distinto: hian producido movimientos en sentidos di ferentes a lo largo de una misma zona de fracturas. Las relaciones entre las grandes fracturas del Caribe y el Pacifico se complican aun mas fal analizar otros elementos tecténicos. En particular, es importante considerar el caso Ge la Fosa Mesoamericana, Ja cual esté limni- tada en sus dos extremos por las zonas de Clarion y Clipperton. Esta fosa es un elemento joven, formado. probablemencte durante el Terciario Superior y el Cuaternario, como resultado del corriniiento de la masa conti- nental de México y América Central sobre la corteza oceinica de} Pacifico. En un sentido regional mas amplio, puede observarse que Ja fosa se encuentra en Ja extension de la zona. de fallas de San Andrés (de Cserna, 1961) y que presenta un componente de des- lazamlento horizontal dextromévil. Ademés, fa fosa esta intersectada por Ja fracjura de Tehuantepec, de rambo es SW-NE, que es una ramificacion de Ja zona Clipperton y que tiene un componente. activo de movimiento hacia Ja derecha, Estas relaciones se muestran en Ja Fig. 15. Por Jo menos, otras dos fracturas de rumbo SE-NE deben ser tomadas en consideracién al enfocar este problema, la del Promontorio Gel Coco en el Pacifico y la del Promontorio de Beata en el Caribe (Fig. 15). La primera, segin Vening Meinesz (1960), limita a um Bloque de Ia corteza ocednica que se encuen- tra en equilibrio isostatico y, hasta el momen- to, hay pocos elementos de juicio para este blecer ef tipo de desplazamiento horizontal. Em cuanto al Promontorio de Beata, est con- siderado por Vening Meinesz (1960) como una fractura de cizallamiento con un sentido de desplazamiento horizontal hacia la izquierda, Debe tomarse en cuenta que esta fractura intersecta Ia isla de Santo Domingo y que la poca evidencia geolgica que ha sido posible Obtener indica mas bien que el desplazamien- to horizontal es dextromévil (Bowin, 1966). Es posible gue en su extremo suroccidental Ja fractura Beata se extienda a Jo largo de una falla de rumbo SE-NE, indicada por Terry (i954), en Panama. En la figura 15 se postula praficamente que ia fora as arco, cones facia el sur de Panama es el resultado del desplazamiento hacia el norte de un bloque cortical en forma de cufia, limitado por fallas divergentes de rumbo SE-NW en su lado occi, dental y SE-NE en su lado oriental. En tal caso, Ia zona de Beata deberfa presentar us desplazamiento horizontal del “ipo dextro- movil it 2 3 4 5 6 7 OCEANO MEXICO PACIFICO Clarion Fose Mesoomericana Clipperton Tehventeper cece Graben de Niccrague Belice FIG. 15: a & Foca de Gertlett 9 Tolvez 10 Becta U1 Oca 12 Et Filer 13. Colombie 14 Bocond FRACTURAS DEL PACIFICO Y EL CARIBE = SUDAMERICA 70° Direccich det desplazomiento herizental Falla de corrimiento Fella normal sin desplazamiento horizontal, Direccicn principal del movimiento de fos bloques cortlceles. NOTA, Segin_Dengo (1967) Consecuer del fracturamiento regional De Ja discusién anterior se desprende que Ja relacién entre las zonas de fractura del Pa- gifico y el Caribe no es simple. Tal como-lo hha indicado Moody (1963), el patrén tecténica actual de esta regién esté’en gran parte defi- nido por zonas de fracturas de grandes pro- Porciones, cuyas caracteristicas indican que a Io largo de ellas se han producido movi- mientos horizontales de diferentes intensida- des. Moody considera que dicho patron. cs muy antiguo, pero Ia historia tectonica des: crita en este trabajo favorece més la inter pretacién de que resulté durante 0 poco des- pnés de Ja Orogénesis Laramidica, Esta oro- agnesis produjo el rejuvenecimiento de zonas le fraciura mas antiguas y la iniciacion de otras nuevas, como son la del norte de Amé- rica del Sur, La deformacién subsiguiente posiblemente ha estado controlada por movi- mientos de bloques corticales individuales no ha tenido ni la extension regional ni la intensidad de la Orogénesis Laramidica. Se- gtin este concepto, para llegar a entender la tecténica del Caribe y de América Central, es de primordial importancia reconstruir ‘las condiciones paleotecténicas que existieron desde mediados del Cretdcico hasta el Eoceno y los patrones de esfuerzos que estuvieron ivos. durante los diversos episodios orogé- nicos laram{dicos. En este trabajo no se in- tenta abordar tal problema en su totalidad, sino apenas indicarlo como uno de los, aspec- tos. basicos para un andlisis que trate de toda In region del Caribe. Después del examen somero que se ha hecho de las zonas de fractura y de sus direcciones de desplazamiento horizontal, es posible con- cluir que, actualmente, a regién esté com- puesta de varios bloques corticales que se han movido, 0 se estén moviendo, en relacién uno con otro, Los limites entre tales bloques son principalmente zonas de fallas: de despla- zamiento horizontal. Las fallas que limitan los bloaues presentan diferentes caracteristicas, posiblemente variables segin Ia naturaleza cortical de los bloques que separan. Las que separan un bloque cortical de tipo oceénico de uno de tipo continental, tales como las que é estén asociadas a la Fosa Mesoamericana, pre- sentan también un fuerte componente parale- to a su buzamiento, ademas del horizontal pa- ralelo a su rumbo, Es dificil tratar de establecer si las fallas longitudinales han sido el resultado de un solo patron de esfuerzos. De la descripeién de la istoria tecténica puede inferirse mas bien que tales fallas son el resultado de diferentes Patrones de esfuerzos que han prevalecido durante diversas épocas, pero que el patron dominante fue el que estuvo active durante © posteriomente a la Orogénesis Laramidica, Los movimientos de un bloque cortical res. pecto a otro han producido patrones de es- fuerzos locales dentro de cada bloque, de diferente intensidad en cada uno de ellos. En esta forma pueden explicarse los diferentes grados de deformacién producidos en Jas pare tes. Septentrional y. Meridional. de América Central durante ef Terciario Superior y el Cuaternario. Por este motivo es que tales tér- minos como el de Orogénesis Antillana para Jos movimientos diastroficos del Mioceno y el de Orogénesis Cascadiana para tos del Plo ‘eno, no han sido empleados en este trabajo, pues’ dichos movimientos no tuvieron ni la extension geogréfica, ni la intensidad de las orogénesis mayores como la Laramidica o la Appalachiana, ‘Una hipétesis similar a la que aqui se pre- senta, que considera la fragmentacién de la corteta'en bloques, ha side enunciadn ante: riormente por Moody (1963). auien. sugiere que las fallas longitudinales-de desplazammien- to horizontal constituyen el factor principal gue controla la topografia y la estructura geo- Idgica de la Tegion. La interpretacién que aqui se presenta difiere de la de Moody en cuanto cue considera que las fallas longitudinales y el desplazamiento horizontal han producido el fraccionamiento de la corteza en Bloques, ero no han sido el factor basico que controle fr'estructura geolégica. La fragmentacién de Ja corteza en bloques ha sido postulada por varios autores en re- lacién a otras regionales y, en particular. en Jo que se refiere a diferentes interpretaciones de la hipétesis de la deriva continental. Paleogeografia Al describir In historia tecténica, ha sido imprescindible presentar algunos mapas es uematicos (Figs. 4 13), mostrando les prin- cipales caracteristicas paleogeograficas de la region durante diversas épocas geolégicas. Ta- Jes esquemas son necesarios para la mejor comprensin de los conceptos explicados en fl texto. No se ha pretendido darles el ver~ dadero cardcter de mapas paleogeogrificos, pues para ello atin se requiere informacion més detallada. El examen de los mapas paleogeogrificos de Ja region, ya sea de todo el Caribe, de Amé rica Central, 0 de areas menores, es de interés pues permite ver grdficamente Ia evolucién de las ideas. geolégicas al respecto. Posible- mente, el primer intento de un mapa paleo. a7 ° keogrifico de parte de fa regién es el que apa- Tece insertado en el Mapa Geologico de la Gran Colombia, hecho por Karsten y publi cado en 1856, Muchos otros han sido publi tados, entre los que merecen citarse los de Schuchert (1935), Weaver (1942), y los més Teclentes, de Weeks (1948), Woodring (1954), Maldonado (1964) y Weyl (1965), que cubren ya sea toda el Area del Caribe, o regiones grandes de Norte y Sudamérica e incluyen América Central. Ademés, varios otros trapa- jos tienen mapas paleogesgraficos de partes de América Central; por ejemplo: de Ja Pe- ninsula de Yucatan (Butterlin y Bonet, 1963), de la poreién sur de México v parte de Gua- temala (Erben 1956, 1957), de Hor.turas (Mills ef al, 1967), de la Peninstla de Nicoya (Dengo, 9626) y de Ja parte noroccidental_de Colom- bia. (Belding, 1955; Morales, 1958, Burgl, 196la), Como exclusivamente de America Cen- tral deben mencionarse los mapas presenta- dos por Vinson y Brineman (1963) referentes al area Septentrional, y los de Lloyd (1963) sobre la provincia Meridional. Es indudable que el trabajo de Schuchert tuvo un impacto enorme sobre Jas interpre- taciones de la paleogeografia de la region, en particular en Io que se refiere a posibles ma- Sas terrestres preexistentes en areas que ac- tualmente estén, ocupadas por el mar. Asi se ha considerado Ia existencia de masas te- Trestres, tanto en partes del Caribe como del Pacifico, sobre las cuales hay muy poca evi- dencia, particularmente hoy en dia en gue la information geofisica permite establecer la na- turaleza de la corteza en el mar. Ademés, los Conceptos aqui empleados relativos a geosin- Glinales marginales a un continente, como en el caso del Geosinclinal Paleazoico d= América 38 « Central Septentrional y de considerar la for- macién de areas continentales a partir de islas, como en el caso de América Central Meridio- nal, hacen innecesaria la postulacién de miasas terrestres como Ja han presentado varios otros autores, Es por este motivo que el autor de este trabajo no concuerda con las opiniones de Vinson y Brineman (1963, figuras 4, 5 ¥ 7, pigs. 106108) que muestran una masa’terres- tre on el Pacifico desde el Pérmico hasta el Cretacico, o con las de Weyl (1966), quien ha postulado uma posible area continental en el Caribe durante parte de su historia geolégica, Un problema mayor se presenta en Ia cons- truceidn de mapas paleogeogréficos de gran extension regional, si se toman en cuenta los desplazamientos a Jo largo de fracturas hori- zoplales. La mayoria de jos, manas peleogeo- grificos que se han publicado sobre Ia region estén construidos sobre la base geografica ac- tual. Si se quisiera reconstruir un mapa de mediados del Cretécico, por ejemplo, deberia Fepresentarse Ja geografia antes de Ia Orogé- nesis Laramidica y antes de los desplazamien- tos horizontales siguientes. Desde luego, con a informacion actual, tal reconstruccién re- sultarfa muy compleja. Mas aun, si se acepta Ja teoria de la deriva continental, la cual des- pie de muchos anos de haber pérdide fuerza ‘a vuelto a tomar actualidad a la luz de datos geofisicos, Ja reconstruccién de mapas paleo- Beograficos se vuelve mas dificil. Asi sucede Con la postulacién de diversas posibilidades de que las rocas paleozoicas de América Cen- tral Septentrional hayan sido parte del Geo- sinclinal Appalachiano de Norteamérica, como To han hecho Carey (1958) y McBirney y Bass (1967). Tales interpretacionies pueden aceptar- se actualmente sdlo como hipétesis.

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