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En esta nueva era que estamos comenzando, la era PosCOVID-19, que implica una
nueva temporada en la vida humana, ya nada será igual. Las sociedades, los
gobiernos, las economías, ¡todo será diferente!, ¡todo va a cambiar!; e implicará un
reto desafiante para la humanidad, y también un reto desafiante para cada uno de
nosotros. Hay un texto que tiene importancia estratégica y profética en Dios, a este
respecto. Son palabras del apóstol Pablo en su Carta a los Efesios. Se lee:
“Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por
medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,
conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor.”
Con relación a la forma de iglesia para el mundo hoy, veo dos alternativas:
1) Ser sólo ‘iglesia refugio’ para los creyentes —quizás es lo que hemos estado
siendo los últimos años—, y;
2) Ser una ‘iglesia faro’ que guíe a los seres humanos perdidos.
La primera, Ser una ‘iglesia refugio’ Lo que significa, básicamente, es ser una
agradable y confortable gruta, con el único fin de que los creyentes se sientan bien:
amados por Dios, guiados por Dios, protegidos por Dios. Esto tiene que ver con ser
una iglesia ‘nice’, con bien ambiente, confortable en todos los aspectos, motivadora;
MARIA LUISA PEZOA SANTOS 201701164
una iglesia entregada al cuidado de las emociones como sustituto de la llenura del
Espíritu de Dios. Una iglesia con fórmulas simplistas sobre cómo tener bendiciones,
y sobre cómo alcanzar prosperidad. Una iglesia con declaraciones positivistas; que
van más orientadas a la autosugestión que a la fe. Una iglesia que nunca se
pronuncia sobre lo que está bien y lo qué está mal, para no ofender a sus
congregados.
La segunda, Ser una ‘iglesia faro’ Esto significa constituirnos en una iglesia que
se da perfecta cuenta de que su llamado es más elevado y también más
demandante: Ser una luz que guíe a los perdidos en el mar de conflicto y malignidad
en que zozobra el ser humano. Esta es una iglesia verdaderamente espiritual, que
ejerce la autoridad de la Palabra de Dios, y que desata Su poder transformador
sobre la gente. Una iglesia donde las personas no solo lleguen a sentarse, sino a
verdaderos procesos de transformación de vida, y que al salir vayan a testificar al
mundo sobre el poder transformador de la nueva vida en Cristo.
Lo que ha sucedido es este tiempo de cuarentena, es que las iglesias que tenían
sus congregaciones organizadas fuera de sus templos o locales de reunión, son las
que están subsistiendo mejor y, más aún, las que están ganando más almas para
Cristo en la Pandemia. Pero, por el contrario, las iglesias que se conformaban con
solamente abrir las puertas para tener servicios, cultos o celebraciones; esas
MARIA LUISA PEZOA SANTOS 201701164
iglesias, definitivamente, están pasando serios apuros al tener sus templos cerrados
por la cuarentena.
¿Y qué están haciendo ahora esas iglesias? Comenzaron a ver cómo buscar a los
hermanos, pues no pueden contactarlos, ni visitarlos. Y han tenido que correr a abrir
una cuenta en Facebook, para ver cómo logran tener una transmisión ‘En vivo’; y a
la vez, ayudar a los hermanos a abrir también cuentas en Facebook para poder
conectarse… Por eso el consejo: La iglesia debe organizarse para poder funcionar
eficazmente fuera del templo o del local de reunión.
Y para esto, recomiendo lo que por más de cuarenta años he practicado como
pastor: los grupos en hogares. Este puede ser un ‘modelo solución’. En nuestra
principal congregación, tenemos un aproximado de trescientos o más grupos en
hogares; y son básicamente los grupos, el medio para poder mantener a la
congregación cohesionada, ya que el templo está cerrado debido a la cuarentena.
la familia, a los hermanos, al vecino. Creo que las redes de servicio eclesial son las
que están respondiendo mejor en la crisis, las que tienen y demuestran un genuino
sentido de servicio.
Bibliografía