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¿Y mientras tanto qué

hacemos?
Observando las cifras de contagiados y muertos por el coronavirus,
podemos colegir que las proyecciones son catastróficas. Sin embargo, el
presidente Martín Vizcarra dijo ayer que ya falta poco para dominar el
virus. Su mensaje apuntaba a que pronto terminará esta grave situación
porque llegará la vacuna.

No hay duda que el Jefe de Estado prefiere aferrarse a la esperanza y la


ilusión antes que confrontar la dura realidad por la que atraviesa al país.
Comprendemos que es difícil juzgar cualquier estrategia en una situación
tan compleja, pero el problema es que el Gobierno vuelve a dar muestras
que no tiene planes para mejorar la respuesta ante la pandemia. Es
evidente que no hay hasta el momento una eficaz estrategia sanitaria
para contener la COVID-19.

Las buenas intenciones permanecen como una constante en los discursos


de Martín Vizcarra. Ayer se refirió a las vacunas como la mejor arma para
proteger a la población y que llegarían a fines de año. ¿Y mientras tanto
qué hacemos? Sería peligroso que se genere un nivel de expectativas que
no tenga relación con la realidad. En este contexto debemos situar la
discusión en el problema principal: que el crecimiento progresivo de
infectados y fallecidos no avance a un ritmo tan vertiginoso como hasta
ahora.

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