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INTRODUCCIÓN

Hay momentos en que esas contradicciones son más obvias, muy subjetiva, hay
quien no la siente en ciertos momentos y en otros sí.

No son esencialmente negativas. Son una fuente fecunda de cambio social, que a
veces pueden utilizarse creativamente, generando innovaciones.

La contradicción más importante es la que se da entre la realidad y la apariencia del


mundo en que vivimos.

Las contradicciones son fundamentales, porque el capital simplemente no podría


existir ni funcionar sin ellas. Están entrelazadas entre sí,

La motivación de esta obra está enraizada en la contradicción central de nuestros


días, el mundo de la apariencia y la realidad. En general, el humano se ha adaptado
a vivir en un mundo superficial, el cual Harvey trata de desmantelar identificando que
el responsable de esta apariencia son las contradicciones del capital.

En este sentido, el autor se enfoca en analizarlas e interpretarlas, con el fin de poder


entregar una herramienta que permita emancipar a la humanidad del capital.
LAS CONTRADICCIONES FUNDAMENTALES.

CONTRADICCIÓN 1 – Valor de uso y valor de cambio.

Si tomamos como ejemplo una casa, los valores de uso son muy diferentes. En
cuanto al valor de cambio, inicialmente se autoconstruían y por tanto era muy
limitado; luego se construían por encargo pagando materiales y a trabajadores, lo
que limitaba las posibilidades de obtener valor de uso, de acuerdo con las
capacidades; en el capitalismo avanzado, se construyen especulativamente, como
una mercancía para ser puesta en el mercado al alcance de quien pueda pagarla, el
valor de cambio es ahora el de la construcción, más el del suelo, más el margen de
beneficio que espera el constructor, más en su caso el coste del endeudamiento. El
valor de uso no es el fin, sino el medio para obtener valores de cambio. En
ocasiones, el Estado desarrolla planes de vivienda, y entonces sí prima el valor de
uso.

La vivienda es un ejemplo claro que, a menudo, no puede comprarse de una vez, así
que las personas contratan hipotecas. El valor de cambio se dispara para el
comprador, pero es su manera de acceder al valor de uso y, de hecho, en la medida
en que la vivienda al final es suya, supone una forma de ahorro, un depósito de valor
de cambio.

La búsqueda por muchas personas de un incremento de valor de cambio puede


acabar con la pérdida de todo el valor de uso. Especialmente si el Estado se inhibe
en la satisfacción de las necesidades básicas de valor de uso por parte de la
población.

El de la vivienda es un buen ejemplo de cómo una crisis en el valor de cambio niega


a mucha gente el valor de uso necesario. En la vivienda se usted se preocupa como
la usa y que hace con ella. La casa tiene un valor de uso, uno vive ahí y hace
muchas cosas y también tiene un valor de cambio, en las sociedades capitalistas
avanzadas todo el mundo debe tener suficiente valor de cambio, para poder obtener
el valor de uso. Por eso consideremos, por ejemplo, el valor de uso y el valor de
cambio de una vivienda. Como valor de uso, ésta ofrece cobijo; es un lugar donde la
gente puede construirse un hogar y una vida afectiva; es un nicho de reproducción
cotidiana y biológica; ofrece privacidad y seguridad en un mundo inestable.

Lo que hizo el neoliberalismo fue insistir en que la mejor forma de nosotros recibir
nuestro valor de uso, es liberar el sistema de valor de cambio. El sistema valor de
cambio es eficiente hay eficiencia del mercado y lidia con los recursos de una
manera económica y por ende liberar el sistema de valor de cambio en cuanto a la
producción, vivienda entre otros, era la mejor manera por la cual las personas
pusiesen obtener el acceso para el valor de uso de un hogar o de una vivienda. En
los Estado Unidos, ser propietario de una casa y la dinámica del valor de cambio se
fortaleció mucho.

¿Pero qué se puede decir de su valor de cambio? En gran parte del mundo
contemporáneo tenemos que comprar la vivienda o alquilarla a fin de disponer del
privilegio de usarla, para eso empleamos el dinero. La cuestión es cuánto valor de
cambio se requiere para procurarnos sus usos y cómo afecta ese cuánto a nuestra
capacidad para disponer de los usos particulares que deseamos y necesitamos.
Suena como una pregunta simple, pero de hecho su respuesta es bastante
complicada. Hace ya mucho tiempo, los pioneros de la frontera estadounidense
construían sus propias casas sin apenas ningún coste monetario: la tierra era
gratuita, utilizaban su propio trabajo y obtenían del entorno muchas de las materias
primas.

Todavía pueden encontrarse sistemas de producción de viviendas de ese tipo en los


asentamientos informales que constituyen las áreas urbanas de muchas ciudades de
los países en vías de desarrollo y así se construyeron por ejemplo las favelas en
Brasil. La promoción de la autoayuda por el Banco Mundial desde la década de los
70 señaló formalmente ese sistema de construcción de viviendas como adecuado
para las poblaciones de bajos ingresos de muchos países del mundo. Su valor de
cambio es relativamente limitado.
CONTRADICCIÓN 2 – El valor social del trabajo y su representación mediante
el dinero.

El valor de cambio requiere una medida de cuánto valen unas mercancías en


relación con otras: esa medida es el dinero. El valor de cambio requiere una medida
de cuánto valen unas mercancías en relación con otras. Esa medida se llama dinero.
Es un medio de circulación que ofrece una única vara de medir los valores
económicos de todas las mercancías en el mercado, y también una forma de
almacenar el valor. El dinero es, en primera instancia, un medio con el que puedo
reclamar una parte del trabajo social de otros; esto es, un título sobre ese trabajo
invertido en la producción de bienes y servicios para otros colocados en el mercado.

Es un título de un derecho que no tiene por qué ejercerse, pero que se puede ejercer
en algún momento, Lo que el dinero representa es el valor social de toda esa
actividad, de todo trabajo.

El dinero, podemos decir de entrada, es inseparable pero también distinto del trabajo
social que constituye el valor. El dinero oculta la inmaterialidad del trabajo social bajo
su forma material.

El dinero de cuenta reduce así notablemente la cantidad de dinero necesario. Ese


tipo de dinero también sirve para las operaciones de una vasta variedad de
instrumentos de crédito y préstamos que facilitan tanto la producción como el
consumo.

El dinero representa el valor social de esa multiplicidad de actividades; el valor social


es algo inmaterial e indivisible, que relaciona las diversas actividades sociales, pero
su consecuencia es objetiva: las mercancías tienen valores diferentes, que no
dependen esencialmente de sus valores de uso, sino del trabajo social involucrado
en su producción.

El dinero de cuenta son simples apuntes contable, remitiéndose al pago de un saldo


neto al final de un cierto periodo. Y el dinero crediticio tiene una naturaleza
profundamente diferente.

El dinero empezó concretándose en metales o materiales preciosos: tienen una


oferta relativamente inelástica, no se deterioran apenas con el uso y sus
propiedades y cualidades con conocidas y evaluables por cualquiera. Pero no son
fácilmente fraccionables ni, por ello cómodas de usar, y así surgieron monedas,
billetes y dinero electrónico. El precio en cada transacción en el mercado depende
de condiciones particulares de la oferta y demanda concretas en un lugar y tiempo
concretas, que sólo en un mercado perfecto hacen coincidir precio y valor general
del producto.

Pero no es fácil que haya un mercado perfecto, cuando cada capitalista ansía
eliminar competencia y monopolizar. Cuando sucede que hay una divergencia
cuantitativa entre precio y valor, los capitalistas responden necesariamente a los
precios, porque éstos son los que se pueden ver en el mercado.

Además, puede ponerse precio a lo que no es el resultado del trabajo social o no es


reconocible como valor social .Y puede usarse el dinero para crear más dinero:
dinero que circula y crece sin que se corresponda con una producción, capital
ficticio, del que un ejemplo típico es la especulación inmobiliaria.

El dinero provoca múltiples contradicciones, desde la falsificación parcial de la


realidad que conlleva toda representación, al hecho de que el trabajo social pueda
convertirse en poder para unos pocos que pueden acumularlo bajo la forma dinero, y
acaba convirtiéndose en el objetivo para una serie de personas y se desatan
comportamientos nocivos, como la codicia.

En primer lugar, atacando directamente los procesos especulativos y las formas


monetarias ficticias que los promueven. Y el objetivo es la desaparición del valor de
cambio, que conllevaría la del dinero y su uso. Como fase intermedia, habría que
crear formas que facilitaran el intercambio de productos, pero que inhibieran la
acumulación privada de riqueza. La sociedad se orientaría así a lo verdaderamente
necesario: la creación continúa de valores de uso mediante el trabajo social,
desapareciendo el valor de cambio como impulsor principal de este proceso.

Estos cambios son especialmente necesarios desde el abandono del respaldo


metálico del dinero mundial, cuando el dinero es imprimible hasta el infinito, un
dinero numérico que es representación de un dinero real que lo es del valor. Esta
ilusión de crecimiento indefinido ha llevado a que todos los bancos centrales
converjan en una política única de contención de la inflación a cualquier precio.
CONTRADICCIÓN 3 – La propiedad privada y el Estado capitalista.

El valor de cambio y el dinero presuponen la existencia de derechos de propiedad


privada individual sobre las mercancías y el dinero.

No es lo mismo propiedad privada que posesión individual. Hay procesos y objetos


que, mientras los estoy usando, no pueden ser aprovechados por otros. También
hay otros cuyo uso no es excluyente, aunque pueden tener normas regulatorias para
el uso. La propiedad privada es distinta: un derecho de pertenencia exclusiva sobre
un objeto o proceso, esté siendo utilizado o no; es por tanto diferente al derecho al
usufructo.

La propiedad privada presupone un vínculo social entre lo poseído y la persona, con


el tiempo, este derecho a pasado a estar reconocido también a empresas,
organizaciones, instituciones. Las constituciones burguesas reconocen este derecho
a la propiedad privada, y lo incorporan con los derechos humanos individuales.

La propiedad privada es un derecho a perpetuidad, que no expira por falta de uso y


que puede pasar de una generación a otra por medio de la institución de la herencia.
Históricamente, en los procesos de colonización, se usó el concepto de res
nullius (Locke), según el cual sólo es legítima la propiedad que es usada para
proveer de mercancías el mercado; de esta manera se expropiaban a los pueblos
sometidos sus tierras.

La existencia de ese vínculo social es reconocida en casi todas las constituciones


burguesas y conecta los ideales de la propiedad privada individual con las nociones
de los derechos humanos individuales y con las doctrinas referidas a esos derechos
individuales y a su protección legal. El vínculo social entre los derechos humanos
individuales y la propiedad privada es la piedra angular de casi todas las teorías
contractuales del gobierno. El derecho de propiedad privada se tiene en principio a
perpetuidad. No expira por la falta de uso. Puede pasar de una generación a otra
mediante la herencia. Además, en cuanto a la propiedad privada de la tierra, la
doctrina del res nullius, defendida muy particularmente por John Locke, sólo
considera legítima la que es productora de valor

La imposición del derecho a la propiedad privada ha dependido de la existencia de


poderes estatales y sistemas jurídico-legales.
Es el poder del Estado el que ha ido consolidando y garantizando la propiedad
individual irrestricta, base de la circulación y acumulación capitalistas. Incluso se va
avanzando en la línea de someter a este régimen a objetos y procesos que antes no
eran apropiables.

El Estado debe además proteger sus propias instituciones, y alimentarlas mediante


impuestos. El Estado tiene que gobernar y administrar poblaciones diversas, con
intereses contrapuestos; de manera que el producto final es la resultante de
dinámicas políticas amplias y de largo alcance. Otra contradicción está en los fallos
del mercado, como los costes reales que no quedan registrados en el mercado, por
ejemplo, la contaminación que se expulsa al medio en la producción de una
mercancía. Hay externalidades negativas y positivas, y en general se acepta la
intervención del Estado para controlar y regular las negativas, incluso al coste de
invadir el derecho a la propiedad individual. También la posición del Estado en la
comunidad internacional genera contradicciones con el derecho de propiedad.

También le corresponde al Estado el monopolio sobre el dinero y la moneda. Hay


que matizar que el sistema monetario internacional es jerárquico, no todas las
monedas están en el mismo plano, no todas las deudas tienen el mismo valor. Otro
matiz es que esta función del Estado la puede subcontratar al sistema financiero o a
instituciones los bancos centrales.

Otra contradicción es que el Estado, al admitir formas de cierta democracia está


sujeto a influencia de movimientos populares. Esta contradicción entre intereses del
Estado e intereses de los propietarios va dando como resultado una tendencia en
favor de los centros antidemocráticos del poder estatal. Un ejemplo está en la
política de vivienda, donde el Estado a menudo ha fomentado el acceso de grandes
masas de población a la propiedad, no sólo como apoyo al sector inmobiliario
privado, sino cumpliendo una función ideológica, de convertir a muchos trabajadores
en propietarios.

El Estado ha acumulado mucho poder y ya no se tiene fe en él como en un poder


benevolente. La estrategia debería ser el restablecimiento y reforzamiento de los
bienes comunes de gestión colectiva democrática, no sometida a la autocracia
estatal. El dinero y el crédito también deberían pasar a esta zona de bienes
comunes de gestión colectiva.
La propiedad privada establece un derecho de pertenencia exclusiva sobre un objeto
o un proceso, ya esté siendo utilizado activamente o no. En la raíz del intercambio
de mercancías se halla la presuposición de que yo ya no quiero o necesito
expresamente la mercancía que ofrezco a la venta.

Los derechos de propiedad privada presuponen un vínculo social entre lo poseído y


una persona, definida como sujeto jurídico, que es el propietario y que puede
disponer libremente de su propiedad.

La existencia de ese vínculo social es reconocida en casi todas las constituciones


burguesas y conecta los ideales de la propiedad privada individual con las nociones
de los derechos humanos individuales y con las doctrinas referidas a esos derechos
individuales y a su protección legal.

La propiedad privada, tanto de tierra como de dinero, solo es por lo tanto


contingentemente perpetua.

La contradicción existente entre los intereses privados e individuales, por un lado, y


el poder e intereses del Estado, por otro, y a sustituirla por algo diferente. En ese
sentido parece enormemente sensata la preocupación creciente de la izquierda por
el restablecimiento y revigorización de los bienes comunes. La absorción de los
derechos de propiedad privada en un proyecto general para la gestión colectiva de
los comunes y la disolución de los poderes autocráticos y despóticos del Estado en
estructuras de gestión colectiva democrática se convierten en los únicos objetivos a
largo plazo que realmente merecen la pena.
CONTRADICCIÓN 4 - Apropiación privada y riqueza común.

La riqueza común creada por el trabajo social aparece en una variedad infinita de
valores de uso, desde cuchillos y tenedores hasta tierras roturadas, ciudades
enteras, los aviones en que volamos, los automóviles que conducimos, los alimentos
que comemos, las casas en que vivimos y las ropas que vestimos. La apropiación y
acumulación privadas de esa riqueza común y del trabajo social coagulado en ella
se produce de dos modos muy diferentes.

La apropiación y acumulación privadas de la riqueza común y del trabajo social en


ella coagulado se produce por dos vías. Una extralegal (robo, fraude, coerción,
usura, corrupción, monopolización, manipulación de precios, cárteles, mafias), otra
mediante intercambios legales sancionados en mercados libres, en condiciones no
coercitivas.

La primera vía no es una excrecencia casual, una falla del sistema; hay una relación
simbiótica entre ambas. Y ello por dos motivos: por razones empíricas, -su peso en
el comercio mundial- y por razones teóricas: la esencia misma del capital alberga
una economía basada en la desposesión. En ello es esencial el dinero, que, al
funcionar bien como medida y depósito de valor, puede ser acumulado sin límite.
Como vimos, hay una brecha entre la realidad del trabajo social en un producto y su
precio, no sólo cuantitativa (, sino cualitativa.

Karl Polanyi, en 1944, alertaba de que los mercados de la tierra, el trabajo y el


dinero se basan en su consideración como mercancías, pero esto es falso: no son
elementos producidos para la venta. Y es muy arriesgado tratarlos como mercancía;
de hecho, los ejemplos de degradación que Polanyi enunciaba como posibles, se
han ido produciendo.

Aunque las políticas neoliberales han ido reduciendo o eliminando todas las
protecciones, ya en la acumulación originaria trabajo, tierra y dinero se han ido
transformando en mercancías mediante violencia, engaño, fraude, robo.

El Estado se convierte en un instrumento esencial para la acumulación por


desposesión y para la legitimación y racionalización de facto por vía de la propiedad
privada.
Se admite como una verdad evidente que todo lo que existe sobre la tierra debe ser
sometido, si hay posibilidad técnica, a la mercantilización, monetización y
privatización.

Así, la vivienda, la educación, la sanidad; hoy también las actividades bélicas, las
secuencias genéticas, las cuotas de contaminación, los derivados sobre el clima.

El valor de cambio manda sobre el valor de uso. La rebelión popular debería ser
para el acceso a todos los valores de uso fundamentales.

Pensamos que la acumulación por desposesión es el efecto de la incapacidad para


regular correctamente los mercados, pero no es así, aunque no veamos la
naturaleza exacta de la mentira. El hecho de que la constitucionalidad capitalista
beneficie sistemáticamente a unos más que a otros no es casual, es la razón de ser
del edificio legal.

Dos percepciones más: quienes saquean la riqueza común no actúan de forma que
asegure su reproducción, suelen destruir las condiciones de ésta. En segundo lugar,
no hay incentivo para seguir las reglas de buen comportamiento: los beneficios y el
rendimiento son mucho más bajos.

El hecho de que esas ficciones y fetichismos beneficien sistemáticamente a algunos


individuos más que a otros, constituyendo la base para la construcción del poder de
clase capitalista, no es puramente casual: es la razón de ser fundamental de todo el
edificio político y económico construido por el capital. La relación interna entre el
poder de clase capitalista y esas ficciones y fetichismos es más evidente que en
ningún otro campo en la decisiva mercantilización, monetización y privatización de la
fuerza de trabajo.
CONCLUSIONES

Este libro pretende comprender las contradicciones del capital como conjunto de
vectores dinámicos que ordenan las fuerzas primordiales del comportamiento
estructural de las sociedades capitalistas en los múltiples aspectos de su
organización social, económica y política. 

Esas contradicciones, que David Harvey clasifica en fundamentales, cambiantes y


peligrosas, son las que configuran el presente de nuestras sociedades y las que
marcan el horizonte de su transformación, en tanto que las dinámicas del capital son
las que rigen los macro comportamientos de las distintas subestructuras que
configuran su reproducción.

En su opinión, los movimientos sociales y las fuerzas políticas que luchan por
construir un mundo no organizado por la barbarie y la catástrofe solo pueden
alcanzar unas condiciones mínimas de eficacia si parten de un diagnóstico certero
de cuáles son las fuerzas que conforman el estado actual de las cosas.

El análisis opta por la minuciosa reconstrucción de las diecisiete contradicciones que


el autor considera esenciales para explicar la reproducción social de las sociedades
actuales, para dilucidar sus potenciales tendencias a la crisis y para explorar las vías
de acción de los movimientos revolucionarios que dejarán su sello en las próximas
décadas y transformarán de raíz el orden social actual.

En este sentido únicamente pueden existir movimientos anti sistémicos


transformadores si estos cuentan y construyen una teoría apropiada de las
características sistémicas de la estructura capitalista, que él elabora utilizando toda
la panoplia de los constructos marxianos y marxistas que ha trabajado
incansablemente durante los últimos cuarenta años con unos resultados
deslumbrantes a la hora de renovar la caja de herramientas marxista.

Excelente mapa, necesaria hoja de ruta para organizar la lucha de clases en el siglo
XXI y la revuelta global, regional y local contra la lógica del capital y las formas de
explotación y dominación, de la población del planeta un presente de crisis y de
desastre social y un futuro de desolación y caos sistémico. Y tal vez para diseñar la
superación definitiva del capitalismo.
DIECISIETE CONTRADICCIONES Y EL FIN DEL CAPITALISMO

HERNANDO ANDRES FLOREZ MOLINA

UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA

INGENIERIA DE MULTIMEDIA

MEDELLIN

2019

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