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Según Figari, la educación integral se propone el desarrollo pleno de la

personalidad del educando, por lo que para este, en la escuela se debía


integrar y no unilateralizar. Proponía así, dar una enseñanza práctica más bien
que teórica, utilizar procedimientos experimentales, despertar el espíritu de
observación, fomentar la creatividad y la capacidad productiva. Ambas
modalidades se complementan en la interacción y se potencian. Por eso, este,
expresaba “trabajar pensando y pensar trabajando”. Rechazaba todo lo que
fuera repetición mecánica y memorística de actividades.

Para Figari el trabajo productor requiere saber por qué y para qué se produce,
ya que para este “Nada educa y moraliza tanto como el trabajo”. Su propuesta
tiene un hondo contenido ético. Esto tiene que ver con la vocación, temática a
la que Figari le otorgaba mucha importancia, dado que, los niños que tienen
facilidad para las manualidades, los programas escolares no les facilitan la
oportunidad de desarrollarlas. Teniendo como consecuencia que las
vocaciones que podrían culminar en ocupaciones en las que se desarrollarían
habilidades manuales, se frustrarían, y los individuos terminarían en lo que
Figari llama el “proletariado intelectual”, es decir, aquellos que realizarán
trabajos burocráticos.

Para Figari: “Nada educa y moraliza tanto como el trabajo.”

“La verdadera riqueza del país radica en la cultura.”

Trabajo productivo: “Educar por el trabajo y no para el trabajo.”

“Educar es enseñar a vivir”, puesto que, al comunicar de un modo más


consciente y directo las energías a su fin natural, se logra el resultado máximo
que es dado esperar; el mejoramiento del hombre, el de la sociedad y el de la
especie.

Todo organismo tiende a adaptarse para mejorar su condición.

ADAPTARSE Implica generar trabajo - producción.

Lo humano por excelencia.

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